La idea de gente vacía amaneció primero en mí en 1999
después de haber hecho mucha investigación en sociópatas y psicópatas, siendo su condición médica conocida como TPA o
“Desorden Antisocial de Personalidad.”
Mi interés en el tema surgió a raíz de haber sido forzada durante muchos años a sufrir bajo alguien de quien más tarde supe que tenía todas las señales de ser un sociópata.
Sin corazón y sin alma fueron términos descriptivos, pero poco sabía yo cual literalmente ciertos eran. Había notado en esta persona como un vacío detrás de los ojos y una esencia de conciencia muy superficial, lo que parecía ser el origen de los comportamientos que observé.
Eventualmente me di cuenta que esta misma condición
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raíz estaba presente en algunos otros quienes no eran sociópatas hacia el exterior, pero cuya carencia de corazón se enmascaraba en un exterior social muy bien adaptado. En otras palabras, lo que la psiquiatría diagnosticaría como TAP serían solo las más extremas, criminales y descuidadas manifestaciones de una condición que, de otra manera, se expresa más ampliamente de un modo socialmente aceptable y menos incriminatorio. Esto último es lo que pudiera contar para el cuerpo de gente vacía presente en la población.
¿Pero exactamente qué es lo que falta en ellos?
La respuesta es clara si nos fijamos en sus comportamientos comunes y cualidades de la conciencia.
Características Psíquicas y Conductuales Su conducta tiende a ser convincente, superficial, egoísta, narcisista, mundano, depredador y materialista.
A veces estos rasgos son camuflados por un exterior socialmente pulido, pero cualquiera con un ojo que discierne puede ver a través de su disfraz. Ellos carecen de individualidad, de pensamiento independiente y son fuertemente polarizados hacia mantener una mentalidad de rebaño.
Ellos carecen de comprensión de cualquier cosa más allá de la esfera material de los cinco sentidos, y no tienen ningún interés en asuntos metafísicos, excepto como accesorios llamativos como para reforzar su imagen social. Ellos también parecen totalmente
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incapaces de empatía, introspección y un auto-sacrificio voluntario.
Sin embargo, en presencia de otros ellos pueden poner una llamativa muestra de preocupación, angustia o altruismo para propósitos de manipulación social. Por ejemplo, lágrimas de cocodrilo para obtener simpatía y compasión, o haciendo algo bueno por otro únicamente para extorsionarles más tarde un favor.
La exploración física de su conciencia revela algo interesante.
Hay cierta simplicidad, llanura e inercia en su esencia, aún si sus intelectos son altamente desarrollados. A diferencia de otros, su energía consciente es más difusa, opaca, inpermanente y amorfa en lugar de ser sólida, chispeante, cristalizada y concentrada.
Dicho de otra manera, sus mentes son como castillos de arena en lugar de castillos reales. Hay algo rudimentario y animal piloteando sus cuerpos. Pareciera como si tienen conciencia del mismo modo que las plantas y los animales tienen, pero no una autoconciencia como se supone que tienen los seres humanos.
Hay una importante diferencia entre la conciencia y la autoconciencia.
Espíritu - El Componente Faltante
El factor faltante debe ser algo que dota a un ser con auto-conciencia, voluntad y la capacidad de valorar ideales trascendentales.
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Esto va más allá de los factores físicos, como porciones faltantes del cerebro, genética defectuosa o una mala educación, porque los últimos son solamente defectos en el hardware y la programación de la máquina biológica, donde el problema aquí involucra la máquina de operar la conciencia. Lo que recoge la percepción clarividente o intuitiva sobre sus conciencias implica factores metafísicos.
¿Cómo llamar a este componente superior de conciencia ausente en algunas personas?
Usualmente sería clasificada como el alma, pero eso ha causado demasiada confusión en el pasado. Por ejemplo, los lectores casuales no familiarizados con la definición no apropiada del pensamiento de los “sin alma” pensaban que quería decir “completamente carente de conciencia”, cuando en realidad significa “carente de conciencia individualizada”. No, ellos sí tienen algún tipo de energía de alma por virtud de estar vivos, pero el alma no está investida con una chispa superior de verdadera sensibilidad y conciencia de sí misma.
Por ello, yo llamaría a esta chispa superior “espíritu” y la definiría como sigue:
El espíritu es el núcleo de la conciencia individualizada, aquel aspecto permanente de uno siendo la representación del Verdadero Ser, el cual acumula experiencias y sabiduría espiritual a través de la vida, sobrevive a la muerte física y permanece intacto al reencarnar, para continuar creciendo hacia el cumplimiento de su potencial.
Es la chispa divina, la sede del libre albedrío, el fragmento holográfico del Creador residiendo en el centro mismo de su ser, el
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“Yo” es decir usted, el observador de la conciencia interna capaz de observar incluso su propia auto-observación.
Parece que no todos los seres humanos tienen espíritu.
Por lo tanto no tienen conciencia de sí mismos, individualidad, sabiduría, empatía, inteligencia creativa o conciencia. Lo que confirma aún más esta hipótesis es que, como lo estaremos viendo más adelante, uno pudiera observar una total ausencia del destino, sincronicidad, sueños simbólicos, lecciones espirituales, crecimiento del alma y karma en sus vidas.
Es de esperarse que si ellos no tienen nada permanente en ellos que sobrevive a la muerte y reencarna, porque solamente el espíritu puede ganar de tales cosas.
Sin espíritu, ellos son seres temporales, cuya conciencia se forma un poco antes del nacimiento y se disuelve un poco después de su muerte. Y si esto es así, entonces, para ellos, las lecciones de la vida espiritual no sirven ningún propósito, el karma de las vidas pasadas no existe, no hay un Ser Superior actuando como chaperón, ni tendrían un genuino interés en nada que sirva a un propósito más allá de su actual existencia mortal.
Por ello es de esperarse que sean particularmente materialistas, mundanos ellos y mundanos en sus ambiciones. La observación confirma esto también.