Bajo las Ramas del Muérdago by Sebastián Galvis Arcila - HTML preview

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De todos el baile,

brillando la pirotecnia de la noble ingenuidad; loor a la reina sin lealtad al rey,

los gatos callejeros se han bañado,

blanca nieves se ha enfadado

y una bruja santiguado.

Camina Perseo aventurado

buscando las ninfas que va amando.

En el viñedo oculto y con rizos de oro

sus rameras se están embriagando.

Shakespeare y Homero

se tienden la mano,

¡Qué ha cambiado! dice el primero:

Gretel se ha quedado sin hermano,

Olvidó Odiseo los retos de su esmero,

la bestia no se disfrazó de humano,

Rafael vendió el pincel y compró un esfero

mientras redacta un "reality" profano.

De noche se viste la fiesta

entre rígidos pabellones

que estriban las almas despiertas.

Marte no ha venido ¡Que pena!

de día vuela a Irak y de noche a Suramérica.

Las novicias de Calcuta, cocuyos diurnos

en un castillo inglés de rústica métrica,

se santiguan en celos de hadas

por los votos añejos de pobreza histérica.

Una mujer intrigante en silencio

y Rasputín de cerca no se calla.

Barba azul no se enteraba

y al fin se presentó con una seda blanca;

seca lágrimas en el rostro de su amada

y percibe engaños en la faz de quien no ha olvidado lo que en la carta el atleta lazarillo habla,

sobre manos limpias y un delirio desahuciado,

de un siniestro en manchas de sangre humana.

Campanea Rodrigo Díaz

y el nombre de su bandera,

que en el adoquín sin fronteras

libertó la tristeza que tenía.

El coro de seminaristas;

galas de estrambóticos linos elegantes,

zapatos cenicientos y pianistas,

casanovas graduados de informantes.

La fecha...

la dicha, el porro,

los aljibes, los gladiolos y las bayonetas,

los alfileres que ufanaron al moro,

los pelos de conejo consumidos en recetas;

una caperuza en el vientre del lobo

y la ceguera de los profetas.

Ante las tumbas el canto del coro

y en la humareda gnomos en trompetas.

Bocassio en jolgorio infinito

de llamas encendidas y la nieve de Siberia,

de arpas y oboes velando el delito

que se cuela en los canastos de la feria.

Tocan los mosaicos el sabor de un vino tinto,

bailando polkas que añejan la comedia.

¡Ninguna como esta!

Gritan los aborígenes sin rostro

en la feria de estaciones y en pozos

de oro griego que se espesa.

¡No habrá otra más que esta!

Dicen los libertadores y los agoreros,

los elfos, los demonios...

¡En nombre del más grande extranjero,

quien nos abjuró en sus testimonios!

¡Nunca, nunca, nunca mas!

replican doncellas bebiendo sin pudor;

dicen los caballeros, los fieles marineros...

¡Por poco se ausentó el clamor

de quien dio a beber agua entre enfermos,

porque bellas obras tejió en estupor

y bellas tragedias en gorjeo de azulejos!

¡No habrá otra como esta!

De quién hablamos?

Por quien nunca suspiramos.

Y en quien nos regocijamos?

En ese que nunca agasajamos.

Y quien es aquel de vida lenta

que nos puso alma y nos dio en venta?

Aquel misántropo que llegó a la meta,

es decir: nosotros apostando en tretas

y desde los naipes que se mueven

en la torre que no tiene puerta…

nos mira el poeta.

MORÍ (Anacronía a la muerte)

Candorosa cobardía encandilada

por la gracia de un mancebo sortilegio.

Erase una vez la tenue luz

sobre los folíolos del rosal,

cuando parecían morir las aflicciones

y permanecían raudas rapsodias ocultas.

Dulce oráculo semita

que confinas primaveras,

en las noches donde no hay estrellas;

que acarreas murmurios

y mendigas estrofas de pobreza

entre blancas pañoletas.

Ayuna en duelo por los que se acuestan

bajo tus pétalos caídos,

mientras retozan con espadas de mimbre

filípicos y tristones los fulgores,

vetustos aliados de nuestra

perecedera longevidad.

Demasiadas historietas hay en tus ojos

nutridos en la amable ambrosía del Olimpo,

vuelven y se van,

se llevan el agosto de los frutos,

se van volando de la niebla a la ventisca,

de la risa a los lamentos,

como párvulos encantamientos

de un arrebol Manizalita.

Alea iacta est.

El lavabo que me habla

en la sapidez del vocerío,

cuatro velas encendidas

y la nulidad de los edictos.

Alea iacta est

en el modillón de la apariencia.

A la ruina de clérigos amordazados

augurándome al pie de tus instintos.

EL RAMILLETE

SECO

LLUEVE

Si en ti hay lágrimas... llueve a raudales,

y aunque el verano esté aflorando... llueve y llueve sin parar; yo juro que está lloviendo cuando maldigo la vida al verte llorar, porque la lluvia es un verbo que se queda sin lamento si rebasa el embalse de tu cordura, de luto y de cristal.

TRISTE RECUERDO

Volver a amar…

Adicción volátil, distante y frágil

de palomas en la orilla;

volver a amar el recodo del huerto

que nos reparte como iguales.

Volver a amar es peor

que el martirio deplorable

de "robarle inspiración a la tristeza".

Tanta tristeza, tristeza tonta,

tristeza tanta, tanta y tan tonta.

Dolor que sucumbe en ungido rezago

y en mordiscos de tu emperatriz arribada

en un bohemio corpiño contento,

sucio por los besos de la ausencia.

Bendígate Oh mujer

el remedio sin mascaradas,

en la voz del clavel que trunca

el siniestro resplandor.

Desde una grupa adornada de verónicas,

la negra envidia flexible y esbelta

que quiso en yedra convertirme.

El muelle abandonado

y el viento castrador.

Roncas voces de lejos

acechan en tus corredores

calumniando nuestro secreto,

mientras el mar se aquieta

en tus pechos meditabundos

y en turquesas de murmullos taciturnos.

Un aroma hincado nos amarra

sin soñar canciones de ayer,

relumbrando en el brillo de las bridas

que ladran entre juncos,

e incesantes mordiscos a la almohada,

en verdusco arroyo empavonado

de amargos desconsuelos.

Oh, con juramento de pálidos testigos,

quebró mi talle la fuga de gitanos,

ante las ramas del olmo

que nos guareció más de una vez

de soles dorados en agonía.

Se marchó…

Princesa que amortaja las mareas.

Rasgan tu enagua los grillos sin acento

que profanan el invierno perpetuo;

llegaste en la infinita parsimonia

y desde entonces

te vas alejando lenta después de todo,

por el agua que lleva el mar.

A LA MADRE AUSENTE

¿Quién ostenta la alegría de una madre,

quién se sienta con ella a la mesa,

quién consuela su pesar encubierto,

quién por ella se desvela?

Madre ausente, aurora del paraíso;

cómo hubiese querido esperar lo inesperado,

cómo quisiera que estuvieras a mi lado.

Pero la melancolía es tierra entre mis manos,

y el sueño... idilio donde nos encontramos.

Tuyo hasta siempre mientras no esté contigo,

aunque casi siempre esté lejos el final;

por eso voy contando los años que he vivido

camino de las huellas que me llevan a tu hogar, por eso voy contando los años que he vivido

por eso voy llorando las lágrimas del mar.

Madre ausente, burbuja en libertad,

que caminas cada noche el piso de mi casa,

que has hecho de mi sueño tu nido familiar,

que vuelves en la tempestad de mi desgracia

cumpliendo la cita en impecable soledad.

Te amo y no te tengo,

te extraño oh mamá.

Yo sé que has visto la lágrima

que por mis mejillas se fuga sin piedad;

yo sé que desde tu mundo plateado en la distancia me miras, llameante lucero de la eternidad.

Y sé que mi fe, la que ves que no descansa,

marcha medio agobiada por el pabellón de la ansiedad.

Y sé también en la ignominiosa y mortal asonancia, que te amo y no te tengo,

que te extraño oh mamá.

ALGO EN TI ME DA PESARES

Algo en ti embosca tu luto

como sacrosanto salteador,

y me da pesares, me da pesares.

Algo en ti se entierra hondo

en ingénito coloso de placeres

y en estupendos tentáculos bucólicos.

Y me da pesares, me da pesares.

Algo en ti se aviva

con las vituallas que mancillan en tus muñecas la primigenia maldición divina.

Y me da pesares, me da pesares.

Algo en ti pregona abyecto

prejuicios a la desolada,

y deplora la mina portentosa

de tu fecundidad,

y la ávida codicia denigrante.

Y me da pesares, me da pesares.

Algo en ti no duerme,

los histriones de corsario

que rugen en tu melena,

cual flamígera avalancha flotante

en hoscos lienzos obscenos.

Y me da pesares, me da pesares.

Algo en ti conspira en brava

diamantina de ímpetus,

fuera del lugar de mis complacencias

y me da pesares, me da pesares;

serán mentiras que constelan

en rabiosos trenes tus caricias...

Heroica pasajera.

Cuando algo en ti embosca tu luto

y mi acecho esquivas cual gacela.

AMOR DE ÁRBOL

Inspirado en la obra de Sandro,

el Gitano de América.

Yo que pensé...

¡Casi te pierdo por tonto, por torpe, por niño; simplemente por amar con amor de árbol!

Yo que pensé...

¡Casi te pierdo, por echar suertes en la enramada mientras maldije la plaga de tu ambición cautivante!

¿Cuándo los vuelcos de la vida te excluyeron

del harén para nombrarte odalisca?

Amiga,

por favor hoy no lamentaré tu mezquindad.

Acércate, no tengas miedo,

esta noche pasémosla en verano,

en el cantil que acalora los esquemas,

a la suerte del hibrido furor ya nebuloso.

Quizá fallé tanto para merecerte

o quizá fue en mis sueños donde

simplemente los cuerpos ardieron.

Amiga,

anuncian los relámpagos terribles tempestades; (quédate).

Y qué si el recuerdo nos moja,

y qué si hago de mañana algo peor

a un rápido feroz hasta bañarte

en lamentos de gloria.

Acércate,

cuéntame como han pasado los años

en los méritos de tus arrugas,

donde nunca llegaron ni las maledicencias

de mi boca, ni el fogón estimulante

que resecó mis pobres párpados adoloridos.

Me convertiste en jerarca del motivo,

devoto de tus placeres e

incondicional plebeyo de tu sed;

así vivo cargando la cruz pesada

por el calvario de tan ridícula espera.

Amiga,

se me secaron las hojas en el vacío

de un amor nuboso,

y astillada la corteza sangraba

mientras el árbol moría.

Cuéntamelo todo sin promesas.

Mi amiga; absuelve tu busto diabólico

y tu insigne eufemismo de perlas y diamantes.

Por favor no hagas promesas.

Ven que perdoné tu subterfugio,

ven, ven acércate, no tengas miedo.

Puedes quedarte conmigo

y contarme porque a mi as vuelto,

si desconozco lo que ven mis ojos

y lo que tuve, lo perdí hace tiempo.

CARA A CARA

Presiento que son respiros

fugaces como son;

anticipo el arjé que exhalas,

airoso tifón.

¿Qué esperas...? a tientas

lleva prisa abanicada, la razón.

Tú escondes una deuda

y yo mi voz.

Presiento un resuello equivocado;

telarañas en tu espiración,

estrelladas de tibio viento

y colgadas de incomprensión.

¿Qué esperas...? a tientas

lleva prisa abanicada, la razón.

Tú escondes una deuda

y yo mi voz.

Presiento en tu seco beso

el riego del adiós,

y penetro hasta el tormentoso

sospechar de la adivinación.

¿Qué esperas...? a tientas

lleva prisa abanicada, la razón.

Tu estas pensando en alguien,

y peno al decir que no soy yo.

"LOS ASERRADOS FESTONES DE UN HORIZONTE ÁRIDO Y LÚGUBRE"

Lo tomé por los cabellos

sin misericordia alguna,

la daga accedió sin duda

y su cuello le rasgué.

Era menor por un año

por si saberlo alguien quiere,

pues admito y no me duele

exclamar que lo maté.

Por vivir de mis insomnios,

porque acostumbraba sonreír,

por lo que me obligó a decir,

por no seguir mis pasos.

En su palidez ya muerto,

un certero ardor oscuro

trajo lamentos del muro

que rompí a martillazos.

La muerte no es cloroformo

ni góticas catalepsias;

es un cajón de miserias,

mausoleo de la verdad.

Al fin mi alma en paz descansa

del mal que sale del hombre,

porque los crímenes que obre

nunca se deshacen ya.

No niego que estoy de luto,

y desde entonces parece

que mi atuendo cisterciense

es negra perversidad.

Vil color de los rencores

de mis terrores y excusas:

cuando ocultaste mis culpas...

solo tenía un año más.

Estoy sucio y algo enfermo

porque yo matando al hombre,

me volví animal sin nombre,

sorda bestia sin leyes.

Primitivo en depresiones,

pues el crimen fue perfecto;

él cayó en mi ideal diverso,

caí yo en un tren sin rieles.

A veces se me aparece

en la forma de fantasma,

y en balde todavía trata

de que yo desee reírme.

Mientras pésimo asesino,

mi odio espantando su espectro

rehúsa pensar por momentos

en él... "simio sublime".

No soy tan malvado, ¿Lo ven?

su tribu es el opio final

que siembra el terror medieval

en mis ciertos conceptos:

los ladrillos victorianos.

La feroz supervivencia;

(pues vivimos en violencia

nueve meses al menos).

Lo demás, fue su persuasión,

su gozo en el bien podrido,

para tenerme escondido

del mundo entre el basalto.

Y mi odio se alimentaba

de cinismos anarquistas,

(yo gemía entre sus mentiras)

regurgitando de asco.

Camino de rayos sombríos

mientras arde alguna vela,

que recuerda aquella escena

cuando a solas lo maté.

Porque acostumbraba sonreír,

porque era tan irónico;

porque mi cuerpo andrógino

a ambos nos debía envolver.

Jamás podré arrepentirme

de haber hecho aquello que hice;

ya solo he quedado y dicen:

¡Su razonar le deja!

Mi doctrina apolítica,

mis afanes disidentes.

¿Pues saben algo dementes...?

Rasgué mi foto vieja...

Homicidio introspectivo

capaz de atenuar la sequía,

hinchando mis ojos de día y

disecando el meditar.

Por mis lúgubre desvaríos

apuñalé mi pasado,

¿Si sangre no he derramado,

pude al recuerdo matar?

PENURIAS Y CHUMBERAS

No quedan sino espinas

consoladas en el cortijo de hinojos,

y un huerto empapado e insaciable.

Mientras adolezco en la miseria,

el voluble confín donde mi palidez

enjuaga tu terrena blancura,

de penurias y chumberas.

Ella, va sola por donde se trisca

el zigzag de la cabaña;

por la vieja cabaña ella va sola.

Moza enojada en la ribera.

Ella va sola y yo la acompaño

a las ruinas ateridas en la escarcha.

Ella va sola por el invierno fúnebre

hasta la cañada en la que yo mismo

un día la encontré.

Del día la luz madruga

en burlescos ruiseñores destrozados

a la vuelta del camino.

Me parece todo como muerto;

la querella de un mantel somnoliento

ante el vino del pasado derramado,

que ruñe en la cocina

que carece de argumentos.

Casi nada nos queda de otros tiempos.

Solo penurias y chumberas.

Los palos de escoba donde renquea

el transido destino y el cortijo atrevido

en sorbos de revueltas

que columbran los ocasos.

Ella va sola por prados de madera,

mientras parpadean en el brocal las esquilas

en desechos del ara despierta.

Ella va sola por la desierta armonía

de la suerte y el dolor de las playas ilusorias, ahí donde retoña la rabia

de un ramito marchito y escondido

en la prisión del beso.

Ella va sola indagando de los parias

el brutal quebranto,

y nada tiene sino un tango perverso

de ausencia densa.

Pero me tiene a mí en la cal caída

del torvo tormento,

que se desmorona en los murales

de nuestra casucha sin alimento.

Y nada tengo pero la tengo a ella,

que es mucho más de lo que no me queda;

aunque nada tengamos,

solo penurias y chumberas.

ENTRE EL PUERTO Y LA CIUDAD

De la esperanza por estar dormido

durante setecientos días,

o de estar despierto en la ruleta

de lo que está por venir;

el sórdido paisaje desmenuza un

¡Ánimo gladiador!

En el que un imperio se mueve,

una generación sonríe

y una familia espera.

Probablemente la verdad necesita saber

que te amo….

Qué diría yo… no solo la verdad;

la mentira, los ángeles, el pecado,

nuestra ansiedad, mi paranoia,

las grandes ciénagas, los cuerdos y los puñales.

Que lo sepan todos… uno más que importa:

será mejor así.

Y volará el nácar de la mariposa

para no posarse en ti.

Que lo sepan todos aunque blasfeme mi angustia como odre nuevo o esclava reprimida.

Acampo en la jovial ansiedad de mis instintos

desde la grieta musgosa de tu esperanza,

y redimo el iracundo sufrimiento que se mezcla con tu aliento de menta y con tus piernas

de marfil hindú.

Como en una danza suicida

semejante a tu cuerpo sobre el mío,

y el mío sobre el lecho.

No se esconde nuestro deseo

como la luna en los pozos del vituperio,

ni se fusca nuestra ilusión de antaño

con la de Pizarro en este Perú.

Mas… de punta junto al anhelo

me quedo atascado y moribundo

en el momento mas lejano,

es decir: ese primer momento.

Por las calles donde tantos tienen tanto,

andan los girasoles regando pétalos

que envueltos en el viento rígido

naufragan en la impresión de mi pesadez.

La ola de la muerte acribilla

los recios cuerpos de un pelotón de estatuas

que adornan el templo de mi esperanza,

de mi añoranza, de mi más caduca tragedia,

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