Contigo Pan y Cebolla by Manuel Eduardo de Gorostiza - HTML preview

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DON PEDRO. Calla, y hasta después que ajustaremos cuentas…. (Aparte) Pobre Bruno, no le queda mal susto en el cuerpo.

ESCENA VII

BRUNO, Y DESPUÉS DOÑA MATILDE

BRUNO. ¡No sabía yo lo de la afiladura del espadín! Con esto, y conque después se le antoje el que yo tuve arte o parte en el negocio …y me atraviese como un palomino…. Dígole a usted que … vamos, pormás que lo miro y lo remiro … no hay escapatoria … tiene que acabarla tragedia … porque a la altura en que estamos … es claro que ose matan ellos o los mata D. Pedro, o me mata éste a mí … o se mataél … o nos morimos todos de pesadumbre … lo dicho … tiene quehaber muertes … tiene que haberlas necesariamente … a menos que unmilagro….

DOÑA MATILDE. ¿Salió mi padre?

BRUNO (aparte). Adiós con mi dinero … ya está aquí doña Matilde.

DOÑA MATILDE. ¿No me respondes si salió mi padre?

BRUNO. Salió, y como un rehilete … no sé yo lo que podía urgirletanto … pero … ¿qué hace usted?…

DOÑA MATILDE. Lo que tú has olvidado … apagar las velas….

BRUNO. ¿Que es de rigor en tales aventuras el andar a tientas?

DOÑA MATILDE. Es prudencia por lo menos para evitar el que la vecinade enfrente fisgonee lo que va a pasar en este cuarto.

BRUNO. ¡Ay! (Dase con la cabeza contra la pared)

DOÑA MATILDE. ¿Qué es eso?

BRUNO. No es cosa, un chichón que debo a la vecina de enfrente.

DOÑA MATILDE. ¡Y todavía no has abierto la reja!

BRUNO. ¿Para qué? ¿Si se ha de ir usted al cabo, no vale más el que sesalga usted por la puerta?

DOÑA MATILDE. No lo creas … eso cualquiera lo haría … y es tambiénmenos dramático.

BRUNO. ¿Menos qué?

DOÑA MATILDE. Vaya, despáchate en abrir la reja … mira que creo queya ha dado la media.

BRUNO. ¿Qué había de dar? no, señora … ni por pienso…. Dios noslibre de que hubiera dado.

DOÑA MATILDE. ¿No abres?

BRUNO. Aquí tengo la llave; pero antes reflexione usted, hija mía, lapesadumbre que va usted a dar a su padre con este escándalo … y loque….

DOÑA MATILDE. ¿Oyes ahora la media?

BRUNO. Virgen del Tremedal…. (Corriendo a la ventana) ¡Allá va, alláva!… (Gritando a don Eduardo)

DOÑA MATILDE. ¡Cómo! ¿A quién gritas?

BRUNO. Nada, nada.

DOÑA MATILDE. ¡Ah traidor! ya te entiendo … pero antes que vengan asorprendernos apelaré a mi último recurso. (Hace como que saca laspíldoras)

BRUNO. Tenga usted el brazo; (Corriendo a doña Matilde) tire ustedesas píldoras, que es a D. Eduardo a quien yo avisaba…. (Vuelve a laventana) Allá va, allá va…. Repito que es D. Eduardo a quien yo….(Vuelve a doña Matilde) ¡ay qué sudor frío me ha entrado!

DOÑA MATILDE. ¿Pues por qué no me decías que D. Eduardo estaba yaesperándome?

BRUNO. Porque … porque … bueno estoy yo ahora para decir el porquéde nada, y si me sangraran….

DOÑA MATILDE. En suma, ¿quieres o no quieres abrir la reja?

BRUNO. En este instante…. (Aparte) Empecemos al menos por salvar dosvidas … ¡qué premiosa está!

DOÑA MATILDE. Pon luego una silla.

BRUNO. Pongo una silla.

DOÑA MATILDE. ¿Y está ya D. Eduardo?

BRUNO. Le estoy tocando con la mano la copa del sombrero.

DOÑA MATILDE. Entonces … ¿dónde dejaré la carta para papá?… y muycontenta que estoy con ella … ¡oh! me ha salido muy tierna y muyrespetuosa … mucho más tierna que la de Clari en la ópera … aquíla pondré sobre la mesa … ahora vamos … no; me falta todavía queimplorar al cielo, y rogar también por mi padre. (Se pone de rodillas)

BRUNO. ¡Si la tocará Dios en el corazón!

DOÑA MATILDE. Ahora quiero besar la poltrona (Se levanta) en queduerme papá la siesta … la mesa … la jaula de la cotorra … adiós,muebles queridos … adiós, paredes que me guarecisteis durante misprimeros … mis más dichosos años … y que quizá no volveré a vermás … dame la mano, Bruno … adiós, Bruno … que seas feliz … que mevengas a ver … ¡ay, que me caigo!…

BRUNO. No tenga usted cuidado … y déjese usted ir … ¡malditoalfiler!

DOÑA MATILDE. Que consueles a mi padre.

BRUNO. A buena hora, mangas verdes … téngala usted, D. Eduardo …así … ya llegó al suelo … y corren como gamos … y ya llegan a laiglesia … y ya entran y … Dios los haga buenos casados … quitémonosahora de la reja … cerrémosla … y cuidemos antes de todo de esconderel espadín de acero.

ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERA

DOÑA MATILDE Y DON EDUARDO

DOÑA MATILDE. ¡Lo que tarda en encenderse esta lumbre!

DON EDUARDO. Si no soplas derecho.

DOÑA MATILDE. Será culpa del fuelle.

DON EDUARDO. Mira cómo se va el aire por los lados.

DOÑA MATILDE. ¡Ay! que no puedo más.

DON EDUARDO. Vaya, se conoce que éste es el primer brasero queenciendes en tu vida … dame, dame el fuelle.

DOÑA MATILDE. Tómale enhorabuena … y despáchate, por Dios, que mesiento muy débil.

DON EDUARDO. Ya lo creo; no cenaste anoche.

DOÑA MATILDE. ¡Qué descuido el tuyo!… no tener siquiera un bocado depan en casa.

DON EDUARDO. Como nunca tienes apetito en semejantes días….

DOÑA MATILDE. Ya, pero … ¿y tú?

DON EDUARDO. Oh, lo que es por mí no te inquietes, y si no teenfadaras te confesaría….

DOÑA MATILDE. ¿Qué?

DON EDUARDO. Que por lo que podía tronar, me forré el estómago con unbuen par de chuletas antes de ir a buscarte.

DOÑA MATILDE. ¡Pues estuvo bueno el chiste!

DON EDUARDO. Ya pienso que puedes arrimar la chocolatera al fuego.

DOÑA MATILDE. ¡Y qué enorme armatoste!

DON EDUARDO. ¿Sabrás hacer chocolate?

DOÑA MATILDE. Creo que se echa primero el chocolate partido apedazos….

DON EDUARDO. No me parece que es eso….

DOÑA MATILDE. Entonces echaré primero el agua….

DON EDUARDO. Tampoco.

DOÑA MATILDE. Pues no hay más que echar las dos cosas a un tiempo.

DON EDUARDO. Dices bien … y una onza entera, otra partida … así nopodemos errarla de mucho … pon más agua.

DOÑA MATILDE. ¡Si le he puesto cerca de un cuartillo!

DON EDUARDO. Y ¿qué es un cuartillo para dos jícaras?… llena lachocolatera, llénala.

DOÑA MATILDE. ¡Hombre!

DON EDUARDO. Llénala, y no empecemos con economías.

DOÑA MATILDE. Ya lo está.

DON EDUARDO. Divinamente; y volviendo a lo de anoche, ¿creerás,Matilde, que todavía me río al recordar lo asustada que estabasdurante la ceremonia?

DOÑA MATILDE. Pues mira, mayor fué, si cabe, mi congoja al subir estaeterna escalera a tientas, al tardar diez minutos en acertar con elagujero de la llave, al encontrarme después sola y sin luz en esteaposento desconocido y frío, sin atreverme a dar un paso por notropezar con algún mueble, hasta que volviste con el candelero que teprestó la vecina.

DON EDUARDO. ¡Bendita vecina!… por ella nos escapamos anoche sin unchichón cada uno cuando menos, y a fe que hubiera sido de mal agüero.

DOÑA MATILDE. Ya empieza a hervir el agua.

DON EDUARDO. Y también deduzco del gesto que hiciste involuntariamenteal entrar yo con la luz y recorrer tú con la vista el cuarto en que tehallabas, que te sorprendió en gran manera su pelaje.

DOÑA MATILDE. ¡Qué disparate!

DON EDUARDO. Vaya, la verdad. ¿No esperabas hallar otra cosa?

DOÑA MATILDE. ¡Oh! lo que es eso….

DON EDUARDO. ¿No esperabas el que los muebles, aunque pocos y sinembutidos, fueran siquiera de caoba y nuevos? el que hubiera cortinasde muselina blanca, aunque sin guarniciones ni flecos?

DOÑA MATILDE. No, eso no … ya sé yo que la caoba y la muselina no sehan hecho para casas pobres … pero hay muebles bastante bonitos decerezo o de nogal … hay cortinas muy baratas de percal o de zaraza …y si juntas a eso unas paredes recién blanqueadas, unos pisos muyfregados, unas ventanas con sus correspondientes tiestos de flores, yotras bagatelas semejantes que cuestan poco o nada, resultará de todocierta elegancia en la misma pobreza, que….

DON EDUARDO. Dime, Matilde, ¿has entrado en muchas casas pobres?

DOÑA MATILDE. En la de la vieja de la Alameda….

DON EDUARDO. Ya me lo sospechaba yo….

DOÑA MATILDE. Y además he leído mil descripciones muy verídicas, y porellas….

DON EDUARDO. ¡Que se va el chocolate!

DOÑA MATILDE. ¿Qué dices?

DON EDUARDO. Quítalo presto de la lumbre.

DOÑA MATILDE. ¡Ay!

DON EDUARDO. ¿Te quemaste?

DOÑA MATILDE. Todo el dedo meñique.

DON EDUARDO. ¡Qué desgracia!

DOÑA MATILDE. No es eso lo peor, sino que como me dolía solté lachocolatera, y….

DON EDUARDO. ¿Y se habrá apagado el fuego?

DOÑA MATILDE. Completamente.

DON EDUARDO. ¡Cómo ha de ser! En encendiéndola otra vez….

DOÑA MATILDE. ¡Otra vez!

DON EDUARDO. Aquí tengo las dos onzas restantes….

DOÑA MATILDE. ¡Pero eso de soplar otra hora y media!…

DON EDUARDO. ¿Qué remedio tiene? a menos que no prefieras el que cadacual se coma cruda la onza que le corresponde….

DOÑA MATILDE. Ello todo es chocolate.

DON EDUARDO. Y en bebiendo luego un buen vaso de agua….

DOÑA MATILDE. Así tendremos también más lugar para hablar de nuestrascosas.

DON EDUARDO. Para establecer desde luego nuestro método de vida.

DOÑA MATILDE. Y el empleo de las horas del día. Ea, pues, venga mionza, y sentémonos.

DON EDUARDO. Tómala, y sentémonos … ¿en qué piensas?

DOÑA MATILDE. En nada … en que papá estará ahora desayunándose, y….

DON EDUARDO. También nosotros … más frugalmente … pero….

DOÑA MATILDE. ¡Oh! lo que es por eso … en estando a tu lado … y laventaja de no tener criados que nos murmuren, ni sibaritas que nosimportunen con sus visitas….

DON EDUARDO. ¿Qué habíamos de tener?

DOÑA MATILDE. Disfrutando en cambio de independencia y detranquilidad.

DON EDUARDO. Por supuesto.

DOÑA MATILDE. Y esto de vivir tranquilos, Eduardo, esto de que nadievenga a desencantarnos con su odiosa presencia en uno de aquellosmomentos deliciosos.

DON EDUARDO. ¡Calla! ¿Llamaron?

DOÑA MATILDE. Creo que sí.

DON EDUARDO. Habla bajo.

DOÑA MATILDE. Pero que….

DON EDUARDO. Más bajo.

DOÑA MATILDE. ¿Quieres que abra?

DON EDUARDO. No, no … pero ve de puntillas, y mira si por la rendijapuedes atisbar quién es.

DOÑA MATILDE. Voy … es un viejecito barrigoncito, con calzones depana y medias rayadas.

DON EDUARDO. ¡Él es!

DOÑA MATILDE. ¿Quién dices?

DON EDUARDO. El diablo.

DOÑA MATILDE. ¡Jesús mil veces!

DON EDUARDO. O el casero, que es lo mismo … ¿dónde me esconderé?

DOÑA MATILDE. ¡Esconderte!

DON EDUARDO. Allí … debajo de la cama … y tú abre luego, y dile quehe salido muy temprano, y que no volveré hasta la noche.

DOÑA MATILDE. Eduardo….

DON EDUARDO. Abre ya … antes que nos rompa la puerta. (Al metersedebajo de la cama) DOÑA MATILDE. Pero, Eduardo, no entiendo….

DON EDUARDO. Abre, abre. (Se mete enteramente)

DOÑA MATILDE. ¡Dios mío! ¿Qué querrá decir esto?

ESCENA II

EL CASERO Y DICHOS

CASERO. ¡Vaya, y qué dormida estaba usted!

DOÑA MATILDE. No señor, sino que….

CASERO. ¿Y el Sr. D. Eduardo?

DOÑA MATILDE. Acaba de salir….

CASERO. ¡Calle! ¡Y me había prometido que me pagaría por la mañana elmes adelantado!

DOÑA MATILDE. Es que….

CASERO. ¡Mal principio … muy malo, a fe mía! ¿Y cuando estará devuelta?

DOÑA MATILDE. Me dijo que volvería al anochecer y que luego….

CASERO. ¡Al anochecer!… Salir en un día de tornaboda a las ocho dela mañana y no volver hasta el anochecer, dígole a usted que no me dabuena espina.

DOÑA MATILDE. Puede que vuelva más pronto, y….

CASERO. Pues no crea que a mí me ha de traer como a un zarandillo … ylo que son los trastos no valen ni treinta reales.

DOÑA MATILDE. Caballero, mi marido es incapaz de….

CASERO. ¡De pagar a su casero, eh?

DOÑA MATILDE. No digo eso, sino que aunque somos pobres somos personasde honor, y que….

CASERO. Sí, sí, personas de honor sin dinero … eso es lo que yo metemía … y ésos son los peores inquilinos.

DOÑA MATILDE (aparte). ¡Qué insolencia!

CASERO. Pero repito que no se juega conmigo … dígaselo usted así, yque si esta noche no me baja los tres duros, mañana pongo a ustedes enla calle con todos sus cachivaches….

ESCENA III

DOÑA MATILDE Y DON EDUARDO

DOÑA MATILDE. ¿Tratar de ese modo a una señora?

DON EDUARDO. ¡Matilde! ¿Se fué ya? (Asomando la cabeza)

DOÑA MATILDE. Ya se fué.

DON EDUARDO. Pues entonces prosigue aquello que decías (Saliendo dedebajo de la cama), de que era gran cosa el poder vivir tranquilos ysin que nadie….

DOÑA MATILDE. Sí, buena es la tranquilidad que vamos disfrutando porcierto.

DON EDUARDO. ¡Toma, ya te desanimas!

DOÑA MATILDE. No, pero sí extraño cómo has tenido paciencia para oírtanta grosería.

DON EDUARDO. En efecto, merecía el gran vinagre que le hubiera tiradolos tres duros a la cabeza.

DOÑA MATILDE. Y ¿por qué no lo has hecho?

DON EDUARDO. En primer lugar porque no tenía los tres duros.

DOÑA MATILDE. Podías haberle castigado de otro modo.

DON EDUARDO. No, hija, que para castigar con dignidad a un acreedorque se insolenta hay siempre que empezar por pagarle.

DOÑA MATILDE. ¡Siempre!

DON EDUARDO. ¿No ves que si no, se puede creer que uno ha queridozafarse a un mismo tiempo del acreedor y de la deuda?

ESCENA IV

LA VECINA Y DICHOS

VECINA. Buenos días, vecinita … ¿qué tal se ha dormido?…. ¿Oyeronustedes los truenos a eso de las cuatro?… La encajera que vive en laguardilla dice que ha caído un rayo en Santa Bárbara … pero yo no locreo … porque basta que la encajera diga una cosa para que yo no lacrea….

DOÑA MATILDE. Nosotros no hemos oído….

VECINA. Ya lo supongo … ¿qué habían ustedes de oír?… si es unagrandísima embustera … muy tonta y muy presumida … sin que yo sepaen qué se funda … porque al cabo, ¿qué ha sido antes de casarse?¿doncella en casa de un consejero? Y bien, también yo he sidodoncella, si vamos a eso … en casa de un covachuelista … y unconsejero y un covachuelo allá se van … los dos tienen usía … conquediga usted, vecina, ¿acabó usted con mi candelero?

DOÑA MATILDE. Sí, señora, aquí está … y muchas gracias….

VECINA. Jesús, señora, no hay de qué … entre vecinas y amigas hoy porti, mañana por mí … ¡y nosotras que vamos a ser tan amigas!… comoque vivimos en el mismo piso … porque aquí en esta casa, como entodas, con el vecino de al lado es con quien se trata … y nadiequiere bajarse … ni subir escaleras … muy bien hecho … cada ovejacon su pareja … la marquesa con el canónigo en el piso principal …en el segundo, el abogado con el comerciante … en el tercero, elagente de negocios con la viuda del coronel … así en los demáspisos … por eso también nadie trata con la encajera … verdad es queno hay más guardilla que la suya … y luego ya le dije a usted que esmuy necia y muy vana…. Pero voyme corriendo, que dejé la sartén ala lumbre, no sea que se me queme la salchicha … porque ha de saberusted que mi marido almuerza todos los días salchicha. (A don Eduardo)

DON EDUARDO. ¡Hola!

VECINA. Como usted lo oye … y a fe que lo acierta … para eso es casiun empleado … con siete reales y lo que cae … guarda de a caballo,para servir a usted y a Dios…. Ea, quédense ustedes con él.

DON EDUARDO. ¿Con su marido de usted?

VECINA. No señor, con Dios … decía que se quedasen ustedes conDios … vaya, que según veo me parece usted pieza…. Ah, vecina, se meolvidaba, ¿necesita usted de una lavandera?

DOÑA MATILDE. Precisamente iba yo….

DON EDUARDO. Di que no. (Bajo a Doña Matilde)

DOÑA MATILDE. No, señora, ya tenemos una….

VECINA. Lo siento, porque mi hermana lava muy bien … como que lava atodas las colegialas de Loreto … y si no fuera por cierta desgraciaque tuvo … ya se lo contaré a usted otro día … porque ahora estoy deprisa … agur … ¿pues no me huele a salchicha quemada?

ESCENA V

DOÑA MATILDE Y DON EDUARDO

DON EDUARDO. ¡Qué taravilla!

DOÑA MATILDE. Y ¡qué mujer tan ordinaria!

DON EDUARDO. ¡Así hablas de tu amiga! (Sonriéndose)

DOÑA MATILDE. ¡Pobre de mí si no tuviera otras amigas!

DON EDUARDO. ¿Cuáles? (Sonriéndose)

DOÑA MATILDE. Toma, las mismas que tenía antes de ayer.

DON EDUARDO. ¿Viven todas ellas en quinto piso? (Sonriéndose)

DOÑA MATILDE. ¿Qué sabe esa mujer lo que dice? Amigas tengo yo,con quienes me he criado en las Salesas, que si me vieran pidiendolimosna….

DON EDUARDO. Te la darían quizá. (Sonriéndose)

DOÑA MATILDE. Se gloriarían entonces de llamarse tales, más que si mevieran habitando en palacios de cristal.

DON EDUARDO. O, lo que es lo mismo, en casa de un vidriero.

DOÑA MATILDE. Ya, si no crees tampoco en aquellas amistades que seengendran en la edad preciosa….

DON EDUARDO. En que no se sabe todavía lo que se quiere.

DOÑA MATILDE. ¡Qué terrible estás, Eduardo!

DON EDUARDO. ¿Pero no conoces que te estoy embromando? ¿De otro modopudiera yo contradecirte en materias tan evidentes?

DOÑA MATILDE. Eso era lo que me confundía … pero ahora que meacuerdo … ¿por qué me hiciste responder a la vecina que nonecesitábamos de su lavandera?

DON EDUARDO. Porque como no nos había de lavar de balde….

DOÑA MATILDE. Alguien ha de lavar lo que emporquemos, sin embargo.

DON EDUARDO. Preciso … pero lo harás tú.

DOÑA MATILDE. ¡Yo!

DON EDUARDO. ¿Quién quieres que lo haga en tanto que no tengamos conqué pagar a otra mujer?

DOÑA MATILDE. ¡Y se me llenarán de grietas!

DON EDUARDO. Como que no hay cosa peor que el jabón y el aguacaliente … mas puedes estar segura, Matilde mía, que con la mismailusión con que tu Eduardo te besa ahora esta mano tan suave y blanca,con la misma te la besará cuando la tengas áspera como una lija ycolorada como un tomate.

DOÑA MATILDE. No lo dudo, Eduardo; pero … pero ello de todos modos esmuy desagradable … ¡y mi pobre papá que tenía tanta vanidad con mismanos!… ¿Qué buscas?

DON EDUARDO. Di, Matilde, ¿has visto por ahí algún cepillo?

DOÑA MATILDE. ¿Para qué?

DON EDUARDO. Quisiera cepillarme un poco, antes de salir porque elpolvillo del carbón….

DOÑA MATILDE. ¿Que vas a salir?

DON EDUARDO. Ya te dije que el apoderado de mi tío, que es escribanodel consejo, me ha ofrecido emplearme en su despacho como copiante …cuando tenga que copiar, se entiende … y voy a ver si me adelantacien reales, a cuenta de mis futuros garabatos, para pagar el casero ypara ir viviendo.

DOÑA MATILDE. Y ¿qué me he de hacer yo entretanto, sin libros, sinpiano…?

DON EDUARDO. En efecto, no tienes hoy mucho que trabajar….

DOÑA MATILDE. ¡En que trabajar!

DON EDUARDO. Sólo levantar la cama, barrer el cuarto, y … pero, loque es desde mañana, ya me dirás si te queda tiempo para fastidiarte.

DOÑA MATILDE. ¿También tendré que barrer mañana?

DON EDUARDO. Todos los días, ¡a ti que te gusta tanto la limpieza!y tendrás asimismo que guisar, fregar, jabonar, planchar, coser,remendar, y hacer en fin, todo aquello que hace una mujer casada sincriada.

DOÑA MATILDE. Ay, Eduardo, ¿sabes que es dinero muy bien gastado el delos salarios?

DON EDUARDO. ¿Quién dice que el dinero no sirve alguna vez dealgo? pero no muy a menudo … y si uno va a considerar todos susinconvenientes ¿crees tú que … no son éstas que dan las nueve?¡Cáspita y qué tarde!… Con esto y con que haya salido ya miescribano, nos quedemos también sin comer…. Adiós vida mía, abrázame.

DOÑA MATILDE. Anda con Dios.

DON EDUARDO. ¡Otro abrazo … otro … es tanto lo que te quiero! Adiós.

ESCENA VI

DOÑA MATILDE

DOÑA MATILDE. Ay, no sé lo que tengo … pero … no, no me siento muybuena…. ¡Ay! ¡Si se pudiera lavar con guantes de encerado! ¡Qué se hade poder! ¡Luego cásese usted para estar todo el día sola!

¡Paciencia¡¡Picaros autores! dejarse precisamente en el tintero lo que las pobreshabían tenido que trabajar entre sus cuatro paredes!… y ello ningunatenía criada … como yo … y habían tenido todas que empezar cadamañana por levantar sus camas … como yo voy a levantar la mía …porque si yo no la levanto … vamos allá … ¡aquella Juana si quedespachaba en casa todas estas cosas en un santiamén! como que estabaacostumbrada … y yo desgraciadamente no lo estoy…. ¡Lo que pesael colchón! (Lo pone en el suelo) ¡Pues el jergón!… (Ídem) ¡Ay,descansemos un poco! (Se sienta sobre uno de ellos)

ESCENA VII

LA MARQUESA Y DICHA

MARQUESA. ¿Vive en este cuarto una mujer que lava encajes?… Pero¿qué ven mis ojos? ¡Matilde!

DOÑA MATILDE. ¡Clementina!

MARQUESA. ¡Tú aquí!

DOÑA MATILDE. ¡Oh! ¡qué gusto tengo en verte!

MARQUESA. ¡Y yo!… Pero ¿qué haces en este desván?

DOÑA MATILDE. Ya te diré … es que … ¿y tú, estás todavía en las Salesas?

MARQUESA. Qué, si me casé hace cinco meses, y vivo precisamente en elcuarto principal de esta misma casa.

DOÑA MATILDE. Cuánto me alegro … así estaremos todo el día juntasy … pues me habían dicho que era una marquesa la que….

MARQUESA. Ésa soy yo.

DOÑA MATILDE. Entonces no te has casado con aquel cadete de Algarbe….

MARQUESA. Qué disparate; una cosa es hacer telégrafos por entre lasventanas, y otra cosa es casarse.

DOÑA MATILDE. Pero supongo que siempre te habrás casado enamorada detu marido.

MARQUESA. No lo creas … ni le ví hasta que todo estaba tratado yfirmado.

DOÑA MATILDE. ¿Y eres dichosa?

MARQUESA. Así, así … tengo coche … dos mil reales al mes dealfileres … y en cuanto a mi marido … es como todos los maridos, nifeo, ni bonito, ni … tu suerte, Matilde, es la que no me parece muyenvidiable.

DOÑA MATILDE. Al contrario … ayer me casé con el hombre que adoraba.

MARQUESA. ¡Calla! ¿Serías tú acaso la novia que estuvo a pique deacostarse anoche a oscuras?

DOÑA MATILDE. Verdad es que….

MARQUESA. ¡Ja, ja!… y que no tuvo que cenar…. (Riéndose) ¡ja,ja!… Vaya, quién me hubiera dicho cuando las criadas me contaban aldesnudarme tu fracaso, ¡ja, ja!…

DOÑA MATILDE. ¡Clementina!

MARQUESA. Perdona, Matilde; pero es un lance tan gracioso … ¡ja,ja!… ¡tan inesperado!

DOÑA MATILDE. Inesperado no; y acuérdate que siempre te juré que no mecasaría sino a gusto mío, y con quien no tuviera nada.

MARQUESA. Sí, es cierto … también yo lo juré, si mal no me acuerdo, yya ves cómo lo he cumplido …  ¡pobre Matilde!

DOÑA MATILDE. ¡Me compadeces!

MARQUESA. Criada con tanto regalo, y obligada ahora a tener que ganartu vida, cosiendo o bordando, o  … porque algo tendrás que hacer paraayudar a tu marido … que por su parte también trabajará sin duda….

DOÑA MATILDE. Un escribano le ha dicho que le dará que copiar …cuando tenga.

MARQUESA. Pues … a dos reales el pliego … y tres o cuatro pliegos aldía en escribiendo corrido …  buena ocupación, por vida mía … perodime, y tu padre ¿está furioso, eh?

DOÑA MATILDE. Ya ves, habiéndome casado sin su consentimiento….

MARQUESA. Y tiene mucha razón … ningún padre puede aprobar el que suhija se case con un perdulario.

DOÑA MATILDE. ¡Perdulario mi Eduardo! ¡Y se ha dejado desheredar de diezmil ducados de renta a trueque de casarse conmigo!

MARQUESA. Entonces tu Eduardo es un loco de atar, porque….

DOÑA MATILDE. Basta Clementina … tu marquesado no te autoriza paraque me insultes porque me ves ahora pobre … y mucho más cuando nadapienso pedirte.

MARQUESA. Harás muy mal … que si no se pide a las amigas cuando no setiene que llevar a la boca, no sé yo cuándo se ha de pedir … y yo lohe sido tuya, Matilde … no de las íntimas … pero … pero siempre tehe querido bien … ya lo sabes … y te lo voy a probar ahora mismo …allí tengo en casa cuatro docenas de camisas de batista sin hacer delagua, y te las enviaré….

DOÑA MATILDE. No, Clementina, mil gracias, pero….

MARQUESA. Sí, te las enviaré … para que las bordes … y para que …lo que había de ganar otra … tú bordabas muy bien….

DOÑA MATILDE (aparte). ¡Qué humillación!

ESCENA VIII

LA VECINA Y DICHAS

VECINA. Vecinita, perdone usted que me entre así de rondón … como lapuerta estaba abierta … y como somos uña y carne quería enseñar austed cierta cosa … ¡mas oiga! si tendré telarañas … ¡su señoría lamarquesa aquí! ¡Subir una marquesa ocho tramos de escalera!

MARQUESA. ¿Quién es esta buena mujer? (A doña Matilde)

DOÑA MATILDE. Es una vecina que….

VECINA. Soy la Nicolasa, señora … la mujer del guarda de a caballo …que vive en ese otro cuarto … ya se ve … su señoría no se acordaráde mí … porque nunca me ha visto … o por mejor decir nunca meha mirado a la cara, cuando me ha encontrado al subir o bajar delcoche … aunque yo saludo siempre … pero doña Manuela la doncella meconoce muy bien … y le habrá hablado de mí a su señoría … toma sile habrá hablado muchas veces … como que por ella me tomó su señoríael otro día aquella pieza de batista.

MARQUESA. ¡Ah! ya caigo … usted es la que suele proporcionar ropa ygéneros de lance.

VECINA. Cabalito … como mi marido es guarda….

MARQUESA. ¿Y tiene usted ahora algo de nuevo?

VECINA. Sí, señora, y de bueno … a eso venía, a enseñar a la vecinitaun corte de vestido de punto de Flandes … como es recién casada … ycomo nada cuesta el ver … pero, con permiso de su señoría, cerraré lapuerta … no sea que la encajera lo olfatee y vaya con el chisme …porque la tal encajera es capaz de todo … y si yo fuera a contar….

MARQUESA. No, no, mejor será que veamos ese corte.

VECINA. Aquí está … ¡cosa superior! y por un pedazo de pan …ochocientos reales … ni un ochavo menos.

DOÑA MATILDE. ¡Qué bonito!

MARQUESA. ¡Precioso!

DOÑA MATILDE. Y qué punto tan igual.

MARQUESA. ¿Y la cenefa?… también es de mucho gusto.

DOÑA MATILDE. Y de las más anchas … sobresaldrá mucho sobre un visocaña … ¿no te parece?

MARQUESA. En efecto, y me irá muy bien como tengo bastante color …y luego como tú … en tus circunstancias, no puedes soñar encomprarlo….

VECINA. ¡Oh! es caro bocado para un estudiante.

MARQUESA. No te debe importar el que yo lo tome … y que al fin lotomaré … ¿qué he de hacer? son tentaciones que….

VECINA. ¿Y para qué es el dinero, señora, si no para gastar?… comodijo el otro … y Dios le dé a su señoría mucho … porque lo sabeemplear, y porque no regatea … como otras usías de medio pelo queconozco yo, y que….

MARQUESA. Así, Nicolasa, baje usted y le haré dar los cuarentaduros … adiós, Matilde, ya nos veremos … ya te avisaré alguna vezcuando esté sola … y diré que te suban entretanto las camisas.

DOÑA MATILDE. No, Clementina, no … te lo agradezco … pero no tengotiempo ahora.

MARQUESA. Como quieras … por ti lo hacía … mas si lo tienes amenos…. ¡Pobrecilla, me da mucha lástima! (A la vecina) Ella siemprefué un poco tiesa … pero ya amansará, ya amansará….

ESCENA IX

DOÑA MATILDE, Y LUEGO BRUNO

DOÑA MATILDE. ¿Sueño por ventura? ¡Es ésta aquella Clementina ta