ENCICLOPEDIA
DE
LAS
ESCUELAS
COSMOGRAFÍA
por
AMADEO
GUILLEMIN
HACHETTE Y Cia
PARÍS LIBRERÍA DE HACHETTE Y Cia 79, BOULEVARD
SAINT-GERMAIN, 79
1889
ÍNDICE
o La Tierra gira sobre sí misma
o Movimiento de translación de la Tierra alrededor del sol
La Luna
El Sol
Coulommiers.—Imp. P. Brodart et Gallois
COSMOGRAFÍA
1. Objeto de la Cosmografía.—Cuando durante el día está el cielo librede nubes y de brumas, parece una bóveda transparente, de color azuladobrillante (ese azulado especial llamado celeste), sobre la cual semueve, desde su orto hasta su ocaso, el disco del Sol. Así que esteastro desaparece debajo del horizonte, el cielo se oscurece poco á poco,toma tono azul más profundo, y empiezan á distinguirse, acá y acullá,unos puntos luminosos cuyo número va aumentando á medida que la noche sehace más completa.
Esos puntos luminosos, cuyo brillo no es idéntico, son las estrellas.La Luna se deja ver también en el cielo, ya bajo la forma de un sectoresférico, que vulgarmente se llama media luna, ya bajo la de un pedazode círculo más ó menos recortado, ya bajo la de un círculo completo.
El Sol, la Luna y las estrellas son astros ó cuerpos celestes.
Peropronto se verá que la Tierra que habitamos es también un astro, y que semueve en los espacios, lo mismo que los restantes cuerpos análogos.
La Cosmografía tiene por objeto el estudio de todos esos cuerpos, de susformas y dimensiones, de su aspecto y movimientos.
2. Salida y ocaso de los astros.—Todo el mundo ha visto salir el Solpor las mañanas de debajo del horizonte, elevarse poco á poco en elcielo durante la primera mitad del día, y luego descender, acabando porocultarse en un punto del horizonte opuesto al de su orto.
Examinando con cuidado las estrellas en el curso de la noche, se observaque están animadas de un movimiento análogo al del Sol. Véselas salirsucesivamente por la misma parte que aquél, subir por la bóveda celeste,y luego descender, para ocultarse por el opuesto.
Cada estrella describe una línea curva, un arco de círculo más ó menosgrande, y todas juntas parecen moverse como si la bóveda del cielogirara toda entera de oriente (parte del orto) al occidente (partepor donde se efectúa el ocaso).
De ahí resulta que las estrellas ocupan siempre las mismas posicionesrelativas. Las figuras que estos cuerpos forman en el cielo, y que sonfáciles de reconocer examinando los más brillantes de ellos, permanecensiendo siempre las mismas, no sólo durante cada noche, sino durantetodas las noches del año.
Por eso se las denomina estrellas fijas, porque parece que estánsujetas, clavadas, sobre la bóveda celeste; pero ya se verá que esafijeza no es más que aparente y proviene de la enorme distancia á quenosotros nos encontramos de las estrellas.
Algunas estrellas, cuyo número es relativamente muy escaso, no sólosalen y se ponen como las otras, sino que se mueven respecto de ellas,atravesando el cielo. Ese movimiento ha hecho que se les dé el nombre de planetas, voz derivada de otras de origen griego, que significan cuerpos-errantes. La Tierra es un planeta porque, como estos últimosastros, se mueve también en el cielo.
3. Movimiento diurno.—Se da ese nombre al movimiento de conjunto quearrastra á todo el cielo de oriente a occidente en el intervalo de undía próximamente.
Cada estrella describe, desde su orto hasta su ocaso, una circunferenciaentera; una parte de esta circunferencia es trazada sobre el horizonte yla otra debajo.
Todas estas circunferencias son paralelas entre si y tienen dos centroscomunes ó polos, que son puntos invariables de la bóveda celeste. Uno deesos polos está situado sobre el horizonte del lugar donde se leobserva; el otro, que está situado por debajo, no puede, enconsecuencia, ser visto. El polo visible en los lugares situados en elhemisferio norte de la Tierra se denomina por tal razón polo norte ó polo boreal. El segundo, visible en el hemisferio sur, se llama polosur ó austral.
Mirando desde el ecuador terrestre, los dos polos celestes se encuentransobre el horizonte, en dos puntos diametralmente opuestos.
4. Eje del mundo.—Se da este nombre á la línea recta que une los dospolos celestes, y á cuyo alrededor se efectúa el movimiento diurno.
En el ecuador, el eje del mundo aparece recostado sobre el horizonte. Enlos puntos situados, sea al norte, sea al sur del ecuador, este eje seencuentra inclinado sobre el horizonte, hacia el norte en el hemisferionorte, hacia el sur en el hemisferio sur; y la inclinación vadisminuyendo á medida que la latitud aumenta. En ambos polos de laTierra, el eje es perpendicular al horizonte.
5. Forma de la Tierra.—En los países llanos, ó bien en la superficiedel mar, parece que la forma de la Tierra es plana; en las regionesmontañosas ó accidentadas, aquella forma se nos antoja completamenteirregular. Pero esto no es más que una apariencia, dependiente de que lavista no puede abarcar, en cada punto, más que una pequeñísima parte dela superficie terrestre.
En realidad, la Tierra es redonda. Su figura es la de una bola ó de unglobo casi esférico. Podéis daros cuenta de ese hecho de la manerasiguiente.
6. Horizontes terrestres circulares.—Primeramente, cuando se está enmedio de una extensa llanura, el horizonte tiene la forma de un círculo,cuyo centro se halla ocupado por el observador. Si se cambia deposición, persiste la forma circular del horizonte, por más que varíansus límites. Otro tanto ocurre en alta mar, donde la línea que separa elcielo de las aguas es siempre una circunferencia claramente marcada.
Podría creerse que esta forma circular del horizonte procede de ladebilidad de nuestra vista, limitada por la distancia, puesto que ellimite dista lo mismo por todos lados. Pero la prueba de que eso no esverdad se tiene en que elevándose verticalmente a alturas cada vezmayores, sobre un edificio, si se está en la
llanura, á la extremidad delos mástiles de un navío si nos hallamos en el mar, se ve extenderse lazona visual. Objetos que antes eran invisibles, se convierten envisibles. Este ensanche del horizonte no puede explicarse más que por laredondez de la Tierra.
7. Horizontes marítimos circulares.—Cuando se observa desde una alturade la costa la marcha de un navío que se aleja del puerto, lo primeroque se pierde de vista son las partes bajas del navío, el casco, lacubierta, y los palos, empezando por abajo y siguiendo hasta sus topes.Si el buque se acerca á la tierra firme, empezamos, al contrario, porver lo alto de sus mástiles, cuando aun el casco se encuentra ocultodebajo del horizonte.
Fig. 1.—Curvatura de los continentes.
Lo mismo sucede á la gente que se encuentra á bordo del barco; alacercarse á una costa, empiezan por ver las cimas, y luego la base delas montañas ó colinas que se extienden á lo largo de aquélla; alalejarse ocurre lo inverso.
Fig. 2.—Curvatura de los mares.—Explicación de losdiversos aspectos de un buque, etc.
De esa manera se patentiza la curvatura de la superficie del mar. Y comolas mismas apariencias se presentan sea cual fuere la dirección en quese observe, se puede deducir con entera confianza que la figura de laTierra es esférica ó casi tal.
8. Aislamiento de la Tierra en el espacio. —Por lo demás, este cuerpo seencuentra completamente aislado en el espacio y en el cielo, del cual nolo separa más que la capa transparente que forma lo que se denomina suatmósfera ( esfera de vapores).
Ese aislamiento de la Tierra se muestrapatente ante nuestra vista de varias maneras. En primer lugar, por elmovimiento diurno de los astros, que, después de haber desaparecido cadadía por la parte del ocaso, efectúan su reaparición al día siguiente porla del orto: de modo que han acabado por debajo de la Tierra la rotaciónempezada por encima, movimiento que no podría concebirse si la Tierra nose hallara completamente aislada por todos sus puntos.
9. Viajes de circumnavegación.—Otra prueba de la redondez de la Tierray de su aislamiento en el espacio se deduce de los viajes de circumnavegación. Dase ese nombre al trayecto seguido por un navíoque, andando siempre en el mismo sentido, por ejemplo, hacia el oeste,acaba por volver al punto de partida, pero por el lado del este. En vezde dar de esa manera la vuelta al mundo por mar, se puede efectuarlapor tierra, ó bien tomar ya una ya otra de esas dos vías. El resultadoes siempre el mismo: se sale de un punto en una dirección, y se vuelveal mismo punto por la opuesta. El primer viaje auténtico decircumnavegación fué efectuado por varios buques que mandaba elportugués Fernando Magallanes.[A] Ese navegante se embarcó el 20
desetiembre de 1519 en el Océano, en un puerto de España, y, dirigiéndosehacia el oeste, llegó al continente americano, descubierto poco tiempohacía. La falta de un paso que le permitiese continuar su ruta haciaoccidente, lo determinó á costear la América en la dirección del sur, ádoblar la extremidad meridional de la misma por el estrecho que lleva sunombre, y á continuar su navegación hacia el oeste. Así atravesó elPacífico, tocó en las Molucas, y los barcos acabaron por volver á Europacomo si hubiesen venido de oriente, después de dar la vuelta entera alglobo terráqueo.
10. Antípodas.—No estando la Tierra, esta enorme masa, sostenida porparte alguna, se pregunta uno cómo es que no cae.
Siendo esférica suforma, también extraña que sus habitantes puedan permanecer enequilibrio alrededor de todo ese globo.
Cada punto de él tiene lo que sellama sus antípodas, es decir, un lugar en que lo alto y lo bajo seencuentran precisamente en sentido opuesto de lo alto y de lo bajo en elprimer punto. ¿Cómo es posible, nos decimos, que las personas situadasen nuestros antípodas puedan mantenerse con las pies para arriba y lacabeza para abajo?
[*Fig. 3.—Las verticales concurren en el interior de laTierra.—
Antípodas.]
En realidad, las palabras caer, arriba y abajo son expresiones cuyosentido es completamente relativo, esto es, que depende de la posiciónde cada observador. En cada punto, la vertical indica la dirección enque caen los cuerpos graves. Siendo redonda la Tierra, las verticales detodos sus puntos irían á reunirse, si se pudiera prolongarlas, en elcentro mismo de nuestro globo. En ese centro es donde caerían todos loscuerpos situados en la superficie, si el suelo no les sirviese de apoyo.En cada sitio se establece el equilibrio relativamente á la dirección dela vertical y en el sentido de ésta.
De análoga manera, en el cielo, donde se mueve la Tierra, no hay alto nibajo. El Sol es para aquélla lo mismo que el centro de nuestro globo espara los cuerpos que se encuentran en su superficie. Si la Tierra noestuviese animada de un movimiento que la obliga á dar vueltas alrededordel Sol, caería inmediatamente sobre este astro. Por efecto de unmovimiento análogo es por lo que la Luna no cae sobre la Tierra.
11. Movimiento real de la Tierra. —Puesto que en el intervalo de un díapoco más ó menos, describen todos los astros juntos, Sol, Luna yestrellas, una circunferencia entera, sea por encima, sea por debajo delhorizonte, resulta necesariamente de este hecho:
Ó que el cielo efectúa una revolución en ese período; Ó que la Tierra gira sobre sí misma, en sentido contrario del movimientodiurno.
Este segundo supuesto es el verdadero, según lo demostró antes que nadieGalileo, hará pronto tres siglos.
Es completamente inverosímil que el movimiento diurno de las estrellas,del Sol y de la Luna pertenezcan individualmente á cada uno de estoscuerpos. Para que así ocurriese, sería necesario admitir que todos esosastros, sea cual fuese su distancia á la Tierra, se hallasen animados deprodigiosas velocidades, capaces de hacerles recorrer en 24 horas unacircunferencia entera; se necesitaría, por otra parte, que dichasvelocidades fuesen desiguales, y tales, no obstante su desigualdad, quetodas esas revoluciones independientes se realizaran rigurosamente en elmismo espacio de tiempo.
Esos movimientos se explican del modo más sencillo, con sólo admitir queno son sino aparentes y que la Tierra es la que gira uniformemente deoccidente á oriente, alrededor de un eje que pasa por su centro. Esteeje conserva en el espacio dirección invariable, yendo á atravesar elcielo en dos puntos que parecen inmóviles.
Son
los
polos
celestes,
quecorresponden
precisamente á los dos polos terrestres; éstos son los dosúnicos puntos de la superficie de nuestro globo que, por hallarsesituados en el eje mismo de la rotación, no participan de estemovimiento.
Nosotros, los habitantes de la Tierra, no nos damos cuenta delmovimiento de rotación de que estamos animados con todo cuanto existe ensu superficie. Esto depende de que los cuerpos que nos rodean giran connosotros, animados de análoga velocidad; en consecuencia, sus distanciasy posiciones relativas no se modifican: las tierras, los campos y hastael aire son arrastrados como nosotros. Podríamos compararnos con losviajeros que desde lo interior de un vagón ó de un buque ven los campos,los árboles y las casas, alejarse en sentido opuesto al del carro óbarco que los lleva. El globo terrestre es ese bajel en que vamos todosembarcados, y que nos parece inmóvil, mientras que los objetosexteriores, es decir, los astros, parecen arrastrados en sentidocontrario.
12. Orientación.—Plano meridiano. — Orientarse, en un horizontecualquiera, es hallar la dirección exacta de las líneas que van á lospuntos cardinales, de norte á sur y de este á oeste.
Es fácil lograrlopor medio de la observación del movimiento diurno de los astros, seadurante la noche, sea de día.
[*Fig. 4.—Estrella Polar.]
La primera indicación la suministran el orto y el ocaso, pues aquél seefectúa por la parte de oriente ó del este, y el segundo por la deoccidente ú oeste. Cada estrella describe un arco de círculo, elevándosecada vez más hasta un punto á partir del cual empieza por el contrario ábajar, hasta que llega á su ocaso. El punto más alto de su camino, quees el punto medio mismo del arco, ó culminación de la estrella, seencuentra en el plano meridiano, esto es, en el plano vertical quecorta el horizonte en los dos puntos norte y sur. Este plano es elmismo para todos los astros, pues contiene todos los puntos culminantesde éstos; pero es difícil orientarse buscando la posición de este planopor medio de los puntos culminantes de las estrellas, cuando se carecede los instrumentos necesarios.
13. Orientación de noche en el hemisferio norte. —Si el horizonte delpunto donde nos hallamos se encuentra situado en el hemisferio norte dela Tierra, será posible orientarse durante la noche, con tal de que sevean las estrellas, de la siguiente manera.
Fácilmente se reconocerá un grupo de siete estrellas, que tiene elnombre de Osa Mayor, representado en la figura 4.
Como las siete estrellas del grupo en cuestión no se ponen nunca en lospaíses del hemisferio norte que se encuentran por encima del paralelo40, siempre se las verá, sea cual fuese su posición en el cielo. Si lalínea ab, que une las dos estrellas del trapecio, se prolonga unascinco veces su distancia aparente, se encontrará en esta prolongaciónuna estrella de segunda magnitud, que pertenece á otro grupo, cuya formaes casi idéntica á la de la Osa Mayor y que por lo mismo ha recibido elcalificativo de Osa Menor. Esa estrella, muy cercana al punto queconstituye el polo celeste boreal, es la Polar.
[*Fig. 5.—Cruz del Sur.]
Pues bien, el plano vertical que la contiene es el meridiano ó apenas sediferencia de éste. Desde este momento, la dirección de la meridiana esconocida, pues se tiene el punto cardinal norte por la parte de laestrella, y el punto sur en la dirección opuesta.
La línea que corta lameridiana formando ángulos rectos, dará á la derecha del norte el puntoeste y á la izquierda el oeste.
14. Orientación de noche en el hemisferio sur. —Si el lugar donde seestá pertenece al hemisferio sur de la Tierra, la orientación será fáciltomando como punto de partida un grupo muy aparente y bien conocido decuatro estrellas, dispuestas á manera de brillante cruz y llamadas poreso mismo la constelación de la Cruz del Sur (fig. 5).
Estas estrellas no se ponen nunca, desde que la latitud del lugar pasade 40 grados. El movimiento diurno les hace describir entonces unacircunferencia entera alrededor del polo. Pero en todas las posicionesque la Cruz ocupa en esa revolución, su brazo mayor, ab, se encuentradirigido siempre hacia el polo celeste austral, y se encontrará el puntode éste, prolongando ab cuatro veces su longitud. Desgraciadamente, enese sitio y en sus alrededores, no existe estrella ninguna algobrillante, como la Polar en el hemisferio norte.
De modo que para hallar en el horizonte el punto sur, será necesarioimaginar un plano vertical que pase por este punto del cielo, que nadadistingue ni caracteriza. Sin embargo, no es difícil lograrlo con unpoco de práctica.
15. Determinación de la meridiana, de día. —Digamos ahora la manera deorientarse durante el día, observando la dirección de las sombras queproyecta una varilla ó vástago vertical, dispuesta sobre un planohorizontal.
Se empieza por establecer, con ayuda de un nivel, una superficie planaperfectamente horizontal, y en su centro se coloca una varilla recta, enla línea misma de la vertical determinada con la plomada. Antes se habrátenido cuidado de trazar con el compás cierto número de circunferencias,tomando por centro el punto donde se va á colocar la varilla. Y
luego,aprovechando un día de sol despejado, se sigue atentamente la marcha dela sombra proyectada por la varilla.
Esas sombras van disminuyendo detamaño á partir de la mañana hasta el momento en que el Sol, al llegaral punto más alto de su carrera diurna, pasa por el meridiano; luegoaumentan á medida que avanza la tarde, pasando en sentido inverso porlas mismas alturas.
Fig. 6.—Determinación de la meridiana por las sombras deun vástago vertical.
El observador notará en cada circunferencia (fig. 6) el punto donde laextremidad de la sombra de la mañana y la de la tarde coincidenexactamente con la extremidad de su radio. Las dos líneas obtenidas deesa manera forman un ángulo BOA.
Dividiéndolo en dos partes iguales, pormedio de una línea recta ON, se tendrá la dirección de la meridiana dellugar. Repitiendo la misma operación con otras circunferencias, seobtendrá medio de comprobar la exactitud de la primera; ó bien sesuplirán así las observaciones que puedan faltar por efecto de unainterposición pasajera de nubes delante del Sol.
16. Orientación: uso de la brújula. —Finalmente, también se puededeterminar la posición de la meridiana si se conoce la declinaciónmagnética del lugar donde se observa; es decir, el ángulo que estalínea forma con la dirección de la aguja imanada, suspendida sobre uneje, y en libertad para girar libremente en un plano horizontal. Estemedio es tanto más valioso cuanto que no siempre es posible observar elSol ó las estrellas, cuando el cielo está brumoso ó nublado.
El instrumento que sirve para este género de observación es la brújulade declinación (fig. 7). La dirección de la aguja imanada no es la mismadel meridiano; pero como el ángulo que forma con el plano de éste esconocido para cada punto, es fácil deducir la dirección de la meridiana.Por ejemplo: en París la aguja imanada se dirige próximamente unos 16grados al oeste; en consecuencia, habrá que volver la brújula de modoque la aguja quede en esta posición (poco más ó menos en la dirección N.NO.—S. SE.). Entonces la línea señalada por las palabras norte, sur,dará la orientación que se busca.
Fig. 8.—Brújula terrestre de declinación.
Como la declinación varía, no sólo de un año para otro en un mismolugar, sino también de un país á otro, los marinos y los viajerosnecesitan mapas que les indiquen el valor de este elemento en todos losmares y regiones que deben recorrer, y para la época en que debanhallarse en ellos.
Cuando se conoce la meridiana, se tienen los puntos norte y sur delhorizonte. La línea este-oeste se traza formando ángulo recto con laprimera, y así se conocen los cuatro puntos cardinales. El Sol no saleexactamente por el este para ponerse por el oeste más que en la época delos equinoccios, es decir, del 20 al 21 de marzo ó del 20 al 22 desetiembre. Ese día, el Sol describe la mitad exactamente de un círculosobre el horizonte, y otra semi-circunferencia por debajo de éste. Lacircunferencia completa es el ecuador celeste.
17. Rosa de los vientos. —Á más de los cuatro puntos cardinales, sedistinguen otros puntos del horizonte, que sirven
para orientarse, enuna dirección cualquiera. El conjunto de todos ellos forma una estrellade múltiples brazos, llamada rosa de los vientos (fig. 8) porque puedeservir para indicar de que punto del horizonte soplan aquéllos.
Fig. 8.—Rosa de los vientos.
18. Aspecto del cielo en latitudes diversas.—Zonas celestes. —Se havisto antes de que manera es posible reconocer la curvatura de laTierra, sea en el mar, sea en los continentes.
Veamos ahora cual debeser el efecto de esta curvatura sobre el aspecto del cielo estrellado.Recordemos que el movimiento diurno se efectúa alrededor de una líneafija, cuya inclinación sobre el horizonte de un punto dado esinvariable.
De esta invariabilidad resulta que siempre se elevan sobre el horizontelas mismas estrellas, en el intervalo de una rotación de la Tierra, seacual fuere la época del año. Sólo que, entre las que salen ó se ponen,unas se encuentran sobre el horizonte durante la noche, y entonces sonvisibles, mientras que las otras salen y se ponen durante el día, y elbrillo de la luz solar no permite distinguirlas. Por el contrario, comolas estrellas circumpolares no descienden nunca por debajo delhorizonte, permanecen á la vista todas las noches del año. Finalmente,otras estrellas que describen sus circunferencias diurnas por debajo delhorizonte, no son nunca visibles en el sitio considerado.
Se ve, por tanto, que la esfera celeste puede dividirse en tres zonas:la de las estrellas circumpolares, ó de estrellas perpetuamentevisibles; la de las estrellas que salen y que se ponen, y cuyavisibilidad durante la noche depende de la época del año en que se está;y, finalmente, la zona de las estrellas que no se elevan nunca porencima del horizonte.
19. Movimiento en la dirección de un meridiano. —Sentado esto, veamosqué debe suceder cuando el observador cambia de horizonte, moviéndose enla dirección de la meridiana, sea de norte á sur, sea de sur á norte.Suponemo