Domesticar la Incertidumbre en América Latina: Mercado Laboral, Política Social y Familias by Juliana Martinez Franzoni - HTML preview

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1.1

Costa Rica

3

Chile

3

Tamaño del

hogar

Ecuador*

3

5

Nicaragua

5

5

6

Nota: Estadísticamente significativo al 5%(*) o al 10%(**).

Fuente: Proyecto Regímenes de bienestar en América Latina; Luis Ángel Oviedo a partir de las respectivas encuestas de hogares.

Con la información que nos ofrecen las encuestas, podemos conocer los requerimientos del cuidado en el hogar a partir de la presencia de personas menores de 12 años y mayores de 65 por cada ama de casa. Estas edades corresponden a los momentos del ciclo vital en los que las personas requieren de mayores cuidados.

En los cuatro países, la demanda de cuido aumenta del mundo con baja dependencia al altamente dependiente al régimen de bienestar. Es además mayor en los países familiaristas que en los que tienen un régimen estatal.

248

Domesticar la incertidumbre en América Latina Dado que no sólo los/as niños/as y adultos mayores requieren de cuidados, el tamaño del hogar también está asociado a la demanda del trabajo no remunerado (¡a pesar de todo, todos los miembros del hogar requieren, al menos, de alimentación y ropa limpia!).

Los hogares nicaragüenses son algo más grandes y homogéneos (5 personas por hogar) que en Costa Rica y Chile (entre 3 y miembros), pero sólo en Ecuador las diferencias entre los mundos son estadísticamente significativas para diferenciar dichos mundos (entre 3

y 5 miembros por hogar).

2.4.2 La disponibilidad de trabajo no remunerado La disponibilidad del trabajo no remunerado puede valorarse a partir de la presencia de las mujeres adultas que se dedican tiempo completo al trabajo no remunerado y de la jefatura femenina, que se considera como una aproximación al trabajo femenino remunerado, esté o no presente el cónyuge. Dicha jefatura no es estadísticamente significativa para diferenciar entre los mundos, salvo, en alguna medida en Ecuador.

La razón es que si bien, en los cuatro países es considerablemente más alta en el mundo escasamente dependiente al régimen de bienestar, las diferencias no son tan grandes entre los restantes dos mundos.

Es consistente con el tipo de organización familiar, tradicional para los hogares con algunas ocupaciones y no tradicional para los hogares con otras, según se muestra en el cuadro 5.13.

Concentrándonos entonces en la presencia de las amas de casa en los hogares, en los cuatro países se repite el mismo patrón: un porcentaje pequeño (del 7%

o menos) de amas de casa en el mundo escasamente dependiente al régimen de bienestar y una presencia considerablemente mayor en los restantes.

De acuerdo a un estudio exploratorio realizado en Costa Rica, entre los mundos varía considerablemente la orientación de las mujeres hacia el trabajo remunerado: Segunda parte • Hallazgos

249

necesidad económica, realización personal y carrera profesional, en los mundos baja, media y altamente dependientes al régimen, respectivamente. Las mujeres cuyo trabajo remunerado se debe a la búsqueda de la realización personal son más susceptibles a dejarlo cuando aumenta la demanda del trabajo no remunerado, no así entre las mujeres de carrera (cuya biografía laboral sería la más “masculinizada” en términos de realizarse a tiempo completo y a lo largo de toda la vida laboral), ni entre las que trabajan por necesidad econó-

mica (las cuales aunque quieran, no pueden “ajustar”

por el lado de los ingresos).

CuaDRo 5.13

presencia de amas de casa según países y mundos,

–en porcentajes de hogares–

mundos según dependencia

países

del régimen de bienestar

Baja

Media

Alta

Costa Rica

5

20

62

Chile

26

1

Ecuador

7

12

2

Nicaragua

6

22

0

Nota: Estadísticamente significativo al 5%.

Fuente: Elaboración propia con colaboración de Luis Ángel Oviedo a partir de las respectivas encuestas de hogares.

Podríamos, por lo tanto, interpretar que en comparación con los restantes tres países, en Costa Rica una mayor proporción de las mujeres que trabajan por necesidad económica (pertenecientes al mundo altamente sujeto al régimen de bienestar) pueden quedarse en la casa. En cambio, en el mundo cuya dependencia al régimen es media encontramos mujeres que trabajan 250

Domesticar la incertidumbre en América Latina por realización personal, es decir que existe una mayor demanda de trabajo no remunerado a tiempo completo entre las chilenas, nicaragüenses y costarricenses que entre las ecuatorianas, quienes por eso, muestran una menor dedicación a tiempo completo a las tareas del hogar. Finalmente, en el mundo escasamente sujeto al régimen de bienestar, en el cual predominan las mujeres con una carrera profesional, la situación es relativamente homogénea en los cuatro países.

2.4.3 Delegación de cuidados

Lamentablemente, las encuestas de hogares no proveen información acerca del traslado de las responsabilidades familiares a los servicios privados o públicos. Si tenemos en cuenta la reciente y alta presencia de las mujeres con trabajo remunerado, esta información parecería ser básica para promover una mayor correspondencia entre la estructura de los riesgos y la protección social.

Claro que la demanda de trabajo no remunerado que ejercen las personas cuidado-dependientes sobre las mujeres (como principales cuidadoras), varía según la oferta de los servicios públicos destinados a tales efectos; según la disponibilidad de los ingresos que las familias y las mujeres tienen para contratar servicios privados; y según el apoyo familiar de las madres, las abuelas y otras mujeres. Las encuestas de hogares no son instrumentos adecuados para conocer estas dimensiones. Sin embargo, valga mencionar que en los dos países con mayor presencia estatal en el manejo de los riesgos, Costa Rica y Chile, la oferta pública destinada al cuidado de niños/as o adultos/as mayores, es aún escasa. Esta situación está acompañada de percepciones altamente familiarizadas acerca del cuidado deseable para niños y niñas.

Por ejemplo, en Chile, aunque “la oferta de educación parvularia provista por el Estado ha ido en aumento en los últimos años, su incremento es un proceso Segunda parte • Hallazgos

251

lento y, lo que es peor, la participación es mayor a medida que aumentan los ingresos del hogar” (Tironi, Valenzuela y Scully, 2006: 35), dada la importancia que otorgan las propias mujeres al cuidado materno. En ese país, el acceso a las salas cuna y a otros servicios de atención para niños y niñas entre 0 y 5 años, como jar-dines de infantes, constituye una de las brechas entre los estratos socioeconómicos que persisten o incluso las acentúan (Raczynski, 2006). Entre las razones para no enviar a niños y niñas a dichos establecimientos, se argumenta la distancia geográfica, las dificultades económicas, una edad insuficiente y, especialmente, que es preferible cuidarles en casa. “Estas razones no presentan diferencias significativas según ingresos. Esto último revela que hay ciertos factores culturales según los cuales la crianza de niños/as en edad parvularia sería de exclusiva responsabilidad de las familias” (Gubbins, Browne, Bagnara, Cameratti y Benavente, 2006:35).

Estos hallazgos son coincidentes con un estudio exploratorio realizado para Costa Rica en el cual encontramos que prevalece una fuerte inclinación hacia las soluciones familiares de cuido, antes que mercantiles y, muchos menos, estatales que, por lo demás, son muy escasas (Martínez Franzoni y Ramírez, 2006).

Mientras esto ocurre en el caso de los/as niños/as, también se presentan problemas para conciliar la maternidad con el trabajo remunerado: la mitad del financiamiento de las licencias por maternidad también recae en los empleadores que contratan a la mujer embarazada, con lo cual, se produce un “efecto boomerang” tanto en la contratación de mujeres en edad reproductiva como en el respeto o más bien irrespeto a los derechos laborales56 (Martínez Franzoni y Castro, 56

Esta situación es hoy mejor a la que había hasta 1996 cuando el total de las licencias por maternidad eran financiadas por los empleadores y, además, no se consideraban como un salario sino un subsidio. Por eso, una mujer que tuviera tres hijos/as perdía un año de contribución a las pensiones.

252

Domesticar la incertidumbre en América Latina 2002). La oferta pública de cuidado infantil es ínfima y básicamente focalizada, a través de los programas de Hogares Comunitarios y Centro de Nutrición Infantil (CEN-CINAI). También es escasa la disponibilidad de cuidado para personas adultas mayores y otras poblaciones que requieren cuidados especiales como la población con discapacidad a través de las llamadas Instituciones de Bienestar Social (IBS). Estas instituciones hacen transferencias en dinero, aunque se carece de datos de la cobertura o de los beneficiarios que permita documentar sus alcances.

En Ecuador, la ola emigratoria disparada a finales de los noventa aumentó la separación entre niños y niñas y sus madres y padres: entre 1990 y el 2000, el número de niños/as cuyos padres emigraron dejándoles en el país pasó de 17.000 a 150.000 (Herrera y Martínez, 2002).

Las familias en las que hay emigrantes presentan un número creciente de personas en edades dependientes (menores de 20 años, especialmente niños/as, y mayores de 60 años). Lo anterior implica mayor demanda de

“manos cuidadoras”, en gran medida otras mujeres de la familia. La información cualitativa obtenida para las regiones más expulsoras de Ecuador documenta que la emigración no ha transformado –al menos no en gran escala–, la división tradicional del trabajo entre hombres y mujeres. Si bien ahora más mujeres reparan cosas en el hogar y se toman algún tiempo para descansar, así como los hombres saben cocinar, la partida de alguno de los padres significa que, alguna mujer de la familia asuma su ausencia en el cuidado de los niños (ver Herrera y Martínez, 2002).

Además, en términos de los patrones culturales, un estudio cualitativo realizado con mujeres que labo-ran en la floricultura, uno de los sectores con mayor crecimiento en Ecuador, muestra que el cuidado de los/as niños/as es uno de los aspectos importantes a resolver antes de iniciar el trabajo remunerado. Dentro de las estrategias de manejo de riesgos prima la familiarización del cuidado con alta feminización, es decir, Segunda parte • Hallazgos

253

que es llevado a cabo por otras mujeres de la familia.

Esta opción no sólo es una estrategia inducida por lo económico, sino que también brinda seguridad: ante la opción de pagar una guardería o pagar un familiar, estas mujeres prefieren la segunda (Newman, Larreamendy y Maldonado, 2001).

3. impliCaCiones en la polítiCa púBliCa

¿Es o no útil el análisis de los mundos como insumo para repensar las arquitecturas transformadoras del régimen de bienestar? A partir de la evidencia presentada y con las limitaciones que tienen las encuestas de hogares para abordar el régimen en tanto tal, los hallazgos sugieren que sí. La noción de mundo permite reconstruir la interrelación de las prácticas de asignación de los recursos a través de las cuales, los hogares lidian con los riesgos. A pesar de las limitaciones en las fuentes, el análisis estadístico no sólo corrobora lo que era de esperar: que dentro de cada régimen conviven mundos con grados variables de mercantilización, desmercantilización y familiarización de los riesgos. También corrobora las profundas variaciones que existen entre los mundos pertenecientes a los distintos regímenes de bienestar.

En la conformación de los mundos, la ocupación de la persona que ejerce la jefatura de hogar es determinante, como también lo es la división del trabajo más o menos tradicional entre hombres y mujeres en el ámbito doméstico. Es así, tanto por la presencia o no de un segundo ingreso, como por la cantidad de trabajo no remunerado que aportan las mujeres que no tienen ingresos o que, teniéndolo, reparten su tiempo entre ambos trabajos y/o alargan las jornadas laborales para darle lugar a ambos.

Pero esta importancia relativa a la ocupación y a la organización familiar varía según los países. En Chile parece ser más determinante la ocupación que la organización familiar: los hogares vulnerables, con peque-

ña propiedad pero incluso no precarizados, se ubican 254

Domesticar la incertidumbre en América Latina en el mundo con alta dependencia al régimen de bienestar, aún cuando tengan una organización familiar no tradicional. En Ecuador, en cambio, la organización familiar, por un lado tradicional y por el otro no tradicional, agrupa bajo un mismo mundo, hogares con una ocupación no precarizada, con pequeño/a propietario/

a e incluso con trabajo vulnerable. Para los futuros estudios, este hallazgo deja planteadas algunas inte-rrogantes en torno al peso relativo de las condiciones materiales de vida, vis a vis de los marcos normativos, acerca del papel deseable de las mujeres, así como una mejor comprensión de qué implica la pertenencia a una ocupación u otra en términos de manejo de riesgos y, en definitiva, estilos de vida más o menos sujetos al intercambio mercantil.

Partimos de que tratándose de economías de mercado, en los cuatro países existen grados importantes de mercantilización del bienestar. Los hogares que por esta vía dependen menos del régimen, son menores en Nicaragua que en Ecuador, Chile y Costa Rica. En Ecuador se debe en gran medida a las remesas internacionales, mientras que en Chile y Costa Rica se refleja el desempeño de los mercados laborales nacionales.

Las variables estadísticamente significativas para dar cuenta de los mundos del bienestar son distintas entre los países. La desmercantilización es mayor en ambos países con régimen estatal (Costa Rica y Chile).

En ambos países, además de las prácticas mercantiles, incide fuertemente, como era de esperar, la asignación pública de los recursos en el manejo de los riesgos.

Lamentablemente, los indicadores estadísticos disponibles impiden explorar claramente la diferencia entre una intervención pública predominantemente productivista o una proteccionista, como en Chile y Costa Rica, respectivamente. En Nicaragua y Ecuador, en cambio, ambos países con régimen familiarista, además de la incidencia de las prácticas mercantiles en el manejo de los riesgos, inciden las prácticas familiares antes que la presencia del Estado.

Segunda parte • Hallazgos

255

El análisis de los mundos brinda insumos cuantitativos y cualitativos para la formación de la política pública. Concretamente, subraya la importancia del diseño de programas sociales a partir de las constelaciones de prácticas de asignación de los recursos.

Por ejemplo, el tener ingresos por debajo de la línea de pobreza implica situaciones distintas en Chile (ante una amplia oferta de subsidios) que en Nicaragua (ante una oferta mínima de programas sociales que exigen a cambio de grandes cantidades de trabajo no remunerado). Coherente con un enfoque integral de la estructura de riesgos, el análisis fundamenta la necesidad de ubicar dichos diseños en el marco de las complejas interrelaciones entre las variables que dan lugar a cada uno de los mundos.

La tabla 5.1 presenta un ejemplo: relaciona el nivel de ingreso promedio por cada integrante del hogar, con la inversión estimada en educación privada en Nicaragua, y con el acceso a subsidios en Ecuador. En el caso de Nicaragua, los datos indican que los hogares están destinando a la educación entre un 11% y un 39% de sus ingresos, según el mundo al que pertenezcan. Mientras eso sea así, las transferencias económicas tendrían escasos resultados en lograr que la población supere las condiciones de pobreza.

Contrario a lo que sucede hoy, deberían ir de la mano de un aumento decidido de la oferta pública de servicios. En Ecuador, los subsidios del Estado representan entre un 3% y un 26% del promedio de los ingresos que reciben los hogares. Quiere decir que en el mundo altamente dependiente del régimen, mientras no se intervenga y mejoren los niveles de ingresos monetarios, estos hogares son muy vulnerables a los vaivenes de las transferencias económicas del Estado.

En síntesis, el diseño de la política pública no sólo podría beneficiarse de una adecuada caracterización de los mundos del bienestar a los que se orienta su acción, sino que podría definir objetivos de transformación de la misma arquitectura del bienestar. ¿Es 256

Domesticar la incertidumbre en América Latina CuaDRo 5.1

ejemplo de relación entre mundos y políticas Fuente: Elaboración propia.

posible pensar en acciones deliberadas para aumentar el tamaño del mundo “del medio” o para amortiguar la diferencia en el peso relativo del ámbito doméstico entre ese mundo y el de abajo? Este es el tipo de preguntas que permite dejar planteadas este estudio.

Un asunto clave que el análisis de los mundos permite explorar es el siguiente: ¿en qué medida se encuentra consonancia o disonancia con el paradigma Segunda parte • Hallazgos

257

que sustenta el régimen? La alta cobertura educativa en Chile es coherente con el rasgo productivista del régimen de bienestar en ese país. De igual manera, la presencia relativa de las pensiones de vejez, colectivamente financiadas en Costa Rica, es consistente con un régimen proteccionista. En Ecuador y Nicaragua en cambio, la familiarización de la asignación de los recursos se ha producido de hecho, sin que necesariamente el paradigma que le acompaña, lo sustente.

La reconstrucción de los mundos del bienestar presentada en este capítulo indica claramente la necesidad de mejorar la medición de las prácticas de asignación de los recursos, en particular, las familiares pero también, las colectivas no remuneradas. Si bien las encuestas de hogares son una herramienta podero-sa, estas varían considerablemente según los países y, además, tienen como reto principal, visibilizar la presencia de las prácticas domésticas de asignación de los recursos, así como las interrelaciones que se producen entre estas prácticas.

Tercera parTe

De la investigación

a las políticas

Capítulo 6

Conclusiones e implicaciones

Como región, América Latina es sumamente heterogénea. Esta investigación ha intentado mostrar la utilidad de identificar en un nivel intermedio, entre la especificidad de cada país y el conjunto de la región, ciertos patrones del manejo de los riesgos de vivir en economías de mercado como las nuestras. Es en este nivel donde se ubica el régimen de bienestar en tanto

“arquitectura de la distribución”, a partir de las prácticas de asignación de los recursos mercantiles, familiares y públicos predominantes.

La evidencia empírica sugiere que los regímenes de bienestar actuales en América Latina comparten un rasgo común: son en

gran medida informa-

En el marco de la transición

les, es decir, que a la

luz de los mercados

económica, necesitamos estu-

laborales ineficientes y

diar la función productiva,

de las políticas públi-

ya no distributiva, que tiene cas débiles o inexis-cada régimen de bienestar y,

tentes, la línea diviso-

dentro de este, las principaria entre la asignación

les dimensiones de mercanti-

mercantil, pública y

lización, desmercantilización

familiar de los recur-

y desfamiliarización.

sos se ha desdibujado.

Junto con este desdibujamiento, se ha producido una ampliación de las funciones que desempeña el ámbito doméstico. En lugar de producir una creciente diferenciación entre las esferas, como se esperaba ocurriera de la mano de la modernización económica y social, asistimos a procesos más ambiguos de diferenciación 262

Domesticar la incertidumbre en América Latina e indiferenciación entre las lógicas públicas y privadas de asignación de los recursos e instituciones. Una implicación a partir de esta indiferenciación de las lógicas de asignación de los recursos es abordar con carácter urgente, las relaciones que existen entre esta arquitectura distributiva y el modelo productivo o de generación de recursos a la que está asociada. ¿Cuál es la función productiva, ya no redistributiva, de esta indiferenciación?

A diferencia de los momentos de estabilización y ajuste de las economías, cuando las estrategias familiares de sobrevivencia constituyeron respuestas de corto plazo, ahora, la región está ante “tiempos normales”, la que no cambiará salvo que existan objetivos de política pública en esa dirección. Irónicamente, lo que se hace en nombre de la reciprocidad y de la división sexual del trabajo en el marco de los vínculos familiares, no sólo abarata los costos en otras esferas sino que, además, genera riqueza.

Basta con mirar el dinamismo que imprimen las remesas familiares a los circuitos financieros de los países con peor desempeño social de la región.

El análisis del bienestar y la intervención de las políticas en esta materia están entonces incompletos si no consideramos, primero, el ámbito doméstico y el trabajo no remunerado en general, distintos al trabajo femenino en particular y, segundo, las interacciones que este ámbito tiene con la política pública desde la cual, se busca intervenir en las condiciones de vida de la población. Una misma política pública ubicada en los distintos regímenes de bienestar, tendrá consecuencias inesperadas, muchas de ellas negativas. Por eso, la política pública debe insertarse y repensarse en el marco de las prácticas sociales que está buscando transformar. La noción de régimen de bienestar permite “reconectar” la política pública con las estructuras sociales. Puede que suene a “verdad de Perogrullo”

pero, lamentablemente, la región está repleta de políticas diseñadas en función de supuestos que carecen de sustento en la estructura social. Para mencionar sólo Tercera parte • De la investigación a las políticas 263

un ejemplo: ¿es correcto concebir como “focalizados”

aquellos programas dirigidos a quienes están por debajo de la línea de pobreza cuando se está aludiendo a más del 60% de la población, como en Ecuador, o a casi el 70% como en Nicaragua? La denominación no es, en sí misma, lo más relevante. Lo realmente significativo es que en una sociedad de mercado, la mayoría de la población no logre mercantilizarse satisfactoriamente dentro de sus fronteras. ¿Es una mera “falla” que afecta a algunos individuos o es un problema estructural?

Reconocerlo así ameritaría, primero, aludir a quienes están por debajo de la línea de pobreza en referencia a la sociedad y no a sí mismos y segundo, que los programas para combatir esta situación se nombren de una manera que visibilice el problema y no lo disimule.

Otro ejemplo tiene que ver con las transferencias económicas condicionadas, línea de política social que ha cobrado creciente importancia en

Debemos reemplazar la

la región a partir de la

idea del “plato único” por

diseminación de unos

la de un “menú” estratégi-

países a otros. Cuando

co pero amplio, de políticas Guatemala crea “Guate

públicas. Pero ello requiere

Solidaria”, replicando

promover mayores grados

aspectos importantes

de selectividad en la imita-

del programa “Chile

ción de las experiencias de

solidario”, la pregunta

las políticas emanadas de

que surge a la luz del

aquellos países con regíme-

análisis presentado en

nes de bienestar distintos al

este libro es: ¿cuán-

de los países imitadores.

tas transformaciones

y adaptaciones es preciso hacer para que un programa evaluado como exitoso para ciertas condiciones de mercantilización, desmercantilización y familiarización, logre serlo también bajo otro régimen con tan diferentes características?

Es indudable que a lo largo de su historia, las políticas públicas en el mundo en general y latinoamericanas en particular, se han establecido y transformado en el 264

Domesticar la incertidumbre en América Latina marco de las “familias” de la política pública (Filgueira y Martínez, 2002). Como tales, los casos nacionales suelen compartir el “ADN” de sus primas en otros paí-

ses. Pero esto es tan cierto como lo es que los países de la región, históricamente, se han diferenciado en los grados de selectividad que introducen en sus imitaciones de las experiencias previas consideradas exitosas (Martínez Franzoni, 1999). Parecería que las propias capacidades para imitar de manera selectiva estarían variando considerablemente entre los regímenes. Los países con mayor desarrollo estatal, del tipo que sea, tienen también mayores capacidades institucionales y técnicas para adoptar las experiencias exitosas y adap-tarlas a las propias realidades nacionales.

La región debe, por lo tanto, enfrentar dos desafíos distintos aunque relacionados entre sí: ¿cómo reemplazar la idea de “plato único” por la de un “menú”, estratégico pero amplio, de políticas públicas? y ¿cómo fortalecer las capacidades de imitación selectiva de las experiencias de las políticas emanadas de países con distintos regímenes de bienestar? En definitiva, las variaciones deberían ser un llamado de atención para el diseño de las políticas, que sean más precisas a la hora de señalar las fuentes de imitación para el diseño de los programas, por ejemplo, y cómo debe procesarse esta selectividad, para adecuarse al régimen de bienestar destino de la imitación.

En síntesis, como implicación práctica, se requiere reconceptualizar las intervenciones de la política pública en función de los grados de la mercantilización de la fuerza de trabajo así como de la desmercantilización y desfamiliarización, en los cuales estas políticas inter-vienen. Los programas similares destinados a la niñez o a personas adultas mayores, aunque insertos en distintos regímenes de bienestar, darán lugar a resultados muy distintos. Pero si hubiera acuerdo en que dadas las diferencias de cada régimen, adoptar adaptando es importante, se podría también promover intencionalmente esas capacidades.

Tercera parte • De la investigación a las políticas 265

Segundo, y ya en términos más concretos de los

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