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EL OJO DE LA CERRADURA
Vilma Vargas Robles
1993
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UNA VOZ QUE LABRA LA PIEDRA
Como bordar un libro en el silencio del suelo, duro, seco. Como traducir la música de terrones que caen apagando un incendio. Como postales del desierto. Así este párpado enhebrado al ojo de la cerradura, que sabe cantar e inventar lo que nombra. Paradojas de la poesía: un párpado de piedra que vuela y nos cuenta su sueño.
De alguna manera El ojo de la cerradura, continúa aquel libro que Vilma Vargas Robles publicó en 1983 con el título de El fuego y la siesta, galardonado dicho año en Honduras con el premio de poesía “Juan Ramón Molina”. Ya en ese extenso poema, Vilma arrojaba claves de su mundo al dedicarle un texto homenaje a la enclaustrada de Amherst, Emily Dickinson. Y mencionar a la dama que vestía exclusivamente de blanco, es hablar de encierro, extrañamiento de quien establece sus límites exteriores e interiores, su parcela.
Aquel primer libro mostraba ya una voz segura, un fluir natural del ritmo y un racimo de imágenes rotundas donde se abrazan la crueldad y la belleza: “Aquí quedó oscilando mi última furia. / Engullo cada mancha de la pared,/ cada clavo”; pero siempre el consuelo de saber que en algún lugar palpita, vivo, “el muro en que pinté los nombres de tu boca”.
Sobre la poesía de El ojo de la cerradura planea además la pasión del encuentro de una Santa Teresa, gozo y dolor del alma que sólo se completará en la fusión de uno en el otro.
El sentimiento de pérdida delatará siempre ese cometido: la sobreimpresión del yo en el tú.
Si en aquel intento los pies de la niña leían en la tierra que pisaban cosas y seres sepultados, ahora debe inventarlo todo, reintentarlo, romper el encantamiento que la sujeta y la convierte en “una buena niña de piedra”. Los epígrafes de Neruda y Nazim Hikmet que nos introducen a este libro martillan sobre el tema de la ausencia, ese mundo 3
que Vilma recrea como un naufragio entre paredes de cal, muros fríos y puertas cerradas.
En la dicción de Vilma un juego de sombras chinescas que nunca dejaron de perseguirse, de mirarse “por el ojo de la cerradura”. Lucha de contrarios entre aquellas niñas sentadas espalda con espalda que miran, una, la puerta con cerrojos y la otra la ventana inundada de estrellas. Y la primera está diciendo: “Te has muerto varias veces: / si resucitas te volverás a morir”, y la otra le responde “Siempre hay otro hilo para cruzar la niebla / aún podemos tomarlo”.
Jorge Bocanera
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“Hay hombres que conocen mil variedades de hierbas, otros conocen variedades de peces, yo, de separaciones.”
Nazim Hikmet: Antología poética
Sí, soy culpable
de lo que no hice,
de lo que no sembré, corté, medí,
de no haberme incitado a poblar tierras,
de haberme mantenido en los desiertos
y de mi voz hablando con la arena.
Pablo Neruda: Los soberanos
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EL OJO DE LA CERRADURA
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EL MAR HASTA EL JARDÍN
Ya no veré el mar que abrí
hasta el propio jardín
la huella húmeda a pesar de los años.
Los grabados se perderán,
habrá otros ruidos.
Cuidando mi dibujo me dormiré,
tanto lo ensombreció la lluvia que pasarás de lejos.
Mañana podría morirme
o quizás tenga un largo viaje,
morir tal vez sea inventar otros nombres.
De cualquier forma saltaré al vacío
y no tendrá puerta.
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EL INSTANTE DESCIENDE
Tu rostro está oculto.
Ya no me atrevo como en otras mañanas.
El rayo de los pájaros que cae alumbra el paisaje.
Todos estamos solos con la música que se entrega.
Juegan las manos torpes contra el viento,
nada las detiene.
Duro el viento con el que juego,
dura la música que se entrega.
Cada uno vive porque escucha,
oye que está solo.
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MALDICIÓN
El día, arco torpe, te ciñe.
Como una última paloma que se salva miras la soledad, el surco de la luna donde ya no hay nadie.
Se aviva la cicatriz de los muros helados.
¿Dónde están las cosas que pugnaban por formarse, saltando ardientes?
Árbol segado es tu memoria.
Te has muerto varias veces:
si resucitas te volverás a morir.
9
DESLIZARSE
Nada sé de la vida,
tanto la olvidé.
Fue fácil deslizarse,
pero he aquí que tropiezo.
No puedo regresar,
tanto he olvidado.
Era amante, ya no lo recuerdo,
era fuerte mi amor
y poco a poco lo dejé,
ahora salta en mi corazón,
vive su muerte en mí.
El camino será siempre el mismo.
Unicamente un nombre me queda,
surge de mis labios
y nada me dice.
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FRUTO QUE EL TIEMPO SE LLEVA
Fruto que el tiempo se lleva
fruto que se cierra como una herida
como un rencor puesto en la mano
árbol que cae y nos salpica
árbol que no se salva y nos denuncia
vértigo que arrasa y solivianta
ojos que dan la sombra necesaria
y se consuman y envuelven la vida
amor que abre las manos y miles de líneas se pueblan: todo esto pudo habitarnos,
mecer las hojas, dorar el pan, enseñamos el bosque, una llama,
pero nos hemos quedado junto al muro
mirando
las hojas que suben encarnadas.
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BENGALA
Levanta los ojos y está sola,
amante de una boca que la desdibuja.
No le importan los días
porque su canto se hunde
en el álamo que fue un muchacho.
Pasa su vida, lo sabe
(cae al agua como una bengala)
mientras otros ojos logran la plenitud.
El olvido es duro
artificio con que giran los días.
Nada aparecerá si no surge la boca que la desdibuja, se deslizará sin estremecimientos,
nadie sabrá dónde estuvo, qué hizo:
seguirá sola.
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ROTACIÓN
Todo esto tiene que pasar,
el metal encajado en el rostro,
las montañas en el borde de las plazas,
la lluvia enlodada en los escalones.
Todo esto ha de pasar,
el pozo en la piedra,
la ciudad como un pozo.
Tomaremos valor.
Hemos pasado por aquí como niños cansados.
Encontraremos nuestras cosas,
lograremos equiparlas y partir
hacia cualquier sitio,
donde el tiempo será lo que pudo haber sido.
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CIUDAD POR CÁRCEL
En esta tierra donde debemos vivir
otra alucinación vendrá después.
Falta de cobijo, nuestra vida insepulta.
Un pueblo calla sus muertos
bajo la fuerza de algún resucitado.
En esta ciudad aguzada en la espera
no debemos morir, en esta ciudad de cal
nuestras manos se aferran
al sol, al sol entre los cerros.
14
ORILLA
No te alejes de tu casa,
no te vayas por las calles,
no pidas mendrugos de poesía.
Observa a los que olvidan,
aprende de los que esperan,
como si no lo hicieran,
aprende.
Ríete con los que están aquí.
Sabiduría es quedar,
la muerte no tiene memoria,
no la llames,
su gruñido no será diferente.
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EXILIO
Recuerda el sol quebrado y desierto
su marcha por los techos de herrumbre
recuerda tu grito tu intento de gritar
esta tierra y sus casas deshabitadas
esta tierra sin recompensa
recuerda el corazón en las calles
cuando no había nadie:
cómo saltaba,
recuerda las calles de alambre
no te culpes no olvides
que los que aquí se quedan
se quedan y recuerdan.
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ALQUILER
Cae sobre nosotros
en el cuarto revuelto
la ceniza.
El viento obstruye
consume y arrasa
la casa que cae,
es el mes alquilado
el mediodía
nuestra respiración
su gong de sal
el viento que afuera vuelve a ser
el miedo que despierta.
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EL PAN NUESTRO
La gente se amotina de una ventana a otra.
El último sol cae en la calle como un perro.
La ciudad arde,
se arrastra encendida hasta la noche.
¿Cómo vas a ganarte la vida?
Llaga la calle con tu alma que va rodando, pero muéstrale los dientes al plumaje del mundo.
18
NO HAY RUIDO DE OTROS PASOS
Aquí estoy, no me escondo,
junto a la puerta que no cede.
Llamo a la suerte
y ella me rodea como un brazo de trapo.
Los pájaros giraban como remolinos ebrios, un mundo no escapa y cruje de nuevo.
No hay ruido de otros pasos,
sólo un camino para huir.
19
VÍSPERA
Todo nos falta,
un cigarro,
tiempo para escribir,
una excusa para los acreedores.
El último fósforo está empapado.
La humedad de la casa nos hace temblar.
Llueve.
Dame un mendrugo para el alma,
para el gesto huraño,
para el hambre
y buen tiempo
para los que se marchan.
20
CARACOL
Salgo a la puerta de mi casa.
El otro muro, sin embargo, existe.
Meses en que a nadie vi
y a nadie hice más daño
que a mí misma.
Flores que nacían y hoy las veo:
su olor como miga sube por la escalera.
Desde aquí, como un caracol,
no tengo pruebas, tropiezo.
El dolor como un río
por el que siempre regresamos.
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LA VISITANTE
Mis parientes están ofendidos,
sacuden las paredes,
me dan este golpe apretado.
Me asomo a sus ventanas
y mi rostro desaparece.
Están ofendidos, no gritan,
cuidan sus uñas enterradas.
Soy yo la que no puedo.
Me arranco el pecho desplomado,
les devuelvo la falsa esperanza que me dieron, el vellón con el que rasgaron mi corazón hasta romperlo.
He llegado hasta aquí, siempre desnuda,
pero ya no espero,
sé lo que pueden darme.
Cierro la puerta y lloro.
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SI SOY NEGADA
Si no me ves
si soy negada
dame tierra para hacer mis dibujos
si no dan sombra mis manos
dame un sitio donde ponerlas
si no tengo oficio
si este oficio me ha hecho transparente
un clavo bastaría
trae el martillo y clava
qué me darás
qué cosa semejante a los otros
si este jardín es inútil
dame otro
donde no necesite las palabras
23
MASCARADA
En la noche cercana alguien me espía
En las caras una lágrima se alarga.
Voy a deslizarme donde no logró entrar el sol.
Pero no querré enseñarles a llorar
porque soy una buena niña de piedra.
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YO SUBO YO DESCIENDO
Yo subo yo desciendo
oigo el sol enfermo
atrapo rescoldos que se atreven a asomarse yo subo yo desciendo
no puedo evitarlo
no tengo hermanos ni padres
duermo vencida
y a veces intento atraparme
para verme el pecho
las puntas que me han labrado
no quiero ofenderme ni ofenderlos
veo el camino que está adelante,
atrás para mí no hay nada
y sin embargo subo.
25
CANCIÓN DE CUNA
Y si vivo sólo una vez
pienso en tus ojos
y te sostengo en mis rodillas.
Pienso en tus ojos,
veo los míos incapaces.
Si vivo sólo una vez
pienso a menudo en los ojos tuyos,
revivo el lecho que no fue,
con mis rodillas te sostengo,
pienso en tus ojos que nunca tuve.
26
CUARTO
Paso las horas desnuda,
desnuda me dejaron
corridas las persianas,
sólo el viento me espera.
27
TURRUBARES
De una familia de pueblo,
de una tierra baja
donde permanecen los rostros entre la maleza cuando volvemos a perderlos
y el sol nos da en la cara.
Mis joyas, son los terrones,
un pozo al que se asoma un niño
para pedirle buen tiempo.
Pobre animal extremo
bajo los pies que lame,
a su tristeza me acojo:
al suelo que me salva
al volver cada noche desde un sueño.
28
EL HUMO DE LA COCINA
El tiempo se ha ido
y yo lo espero.
La lluvia otra vez:
sus alas en el corazón de la tierra se están quemando.
Sin fuerzas me reclino.
Es tarde. No queda nadie en nuestra casa.
Regreso por las noches
y sigo el humo de la cocina
sin lograr romper su círculo distante.
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NUESTROS ABUELOS
A José
Nuestros abuelos duermen.
Dormimos un poco con ellos.
Tiempo de abrir las puertas,
de deslizarnos por los corredores,
sin cambiar nada de lugar.
Somos los mismos. El verano abre las noches y hojas recién cortadas
dejan su forma en nuestras manos.
No importa si nadie nos ha visto.
Nosotros nunca nos hemos ido.
Cada lágrima reposa en su misma profundidad: guárdalas, hermano, como un talismán.
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EL VIENTO DEL ÚLTIMO MES
El viento del último mes
–traído de tan lejos–
me recorre todavía.
Aunque tu voz es otro hilo
desde un jardín que reconozco.
Vuelve a maravillarme aquel lugar:
tuve entre mis dedos manojos de hierba.
Donde tu corazón quiere hundirse,
el mío ya se ha consumido.
31
EL PULSO DEL REBAÑO
No sé de dónde viniste.
Te alzaste en la punta de mis días con iguales armas despeñadas,
por todos los costados su libertad hiriente.
Nos encontramos cuando aún teníamos jardines en las manos.
Tu misma piedra la fui labrando yo.
Había que verter el fondo y mostraste el vaso, de los racimos profundos me enseñaste el juego, el pulso del rebaño descarriado de las palabras: había que vivir y nos dimos la mano.
32
EL POETA
Frágil es el poeta,
tierra dura su tierra.
Camina por ahí.
Llora haciendo poesía.
Pero laboriosa su palabra,
abeja de miel y filo,
pincel de única hebra que se hundirá en la carne.
Duro el lecho que recibe
con los ojos abiertos
duerme sobre su brazo,
asusta la sangre que le sube a la cara.
Vida que arde en su vida:
zapato roto y brioso como caballo puro
el tesón de sus armas inconclusas.
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EL POLVO EN LA VENTANA
Lo que olvidamos está esperando
en el polvo de una ventana.
La vida, como un tesoro
que nunca hemos buscado,
se hunde loca en la tierra.
En las casas se inclina su cabeza de niña, juega detrás del vidrio.
No nos responde:
de pie en un candelabro,
en la piel de un hombre que duerme
con su lágrima de costumbre.
34
LA VOZ Y EL CORAZÓN
Empieza, corazón.
Giras en torno y te pierdes
y trazas lejos mis dibujos.
¿Por qué te agitas desnudo?
¿No te basta esta vida?
Quédate,
lo nuestro está bajo la tierra:
jugo amargo del mundo.
Si cerrara los ojos te perderías.
Te tambaleas ante mi puerta.
Empieza ya, o acábate.
Eres mi grito bajo el agua.
No tengas miedo,
son mis manos las que aprietas.
Vamos, entonces, es tiempo de curarnos.
Abre los ojos y aprende a morir,
a entender nuestras sombras,
nada más puro que la piedra, en ella yaceremos.
Conocimos el orgullo y pasó.
La cólera fue un río desbordado.
Siempre hay otro hilo para cruzar la niebla, aún podemos tomarlo.
35
DECIR LO QUE NADIE DIRÍA
Decir lo que nadie diría:
que me hacen falta ganas
para vivir,
como si sólo me quedara el placer
de acostarme en la tierra de nuevo.
Treinta años que tú crees mágicos
y fueron esfuerzo.
Sólo creo en el abrazo de la tierra.
No puedo nombrar nada porque hoy todo me duele: hasta tu nombre.
Y tengo que seguir:
si la vida es verdad para quien se la he dado.
Con la palabra que me deja sola,
con la vida siempre ajena,
pero verdadera.
Si no, ¿quién me explica esta herida?
Con sobras del amor he de seguir.
Me beberé tu fuerza y quedaré completa,
después de ti seré mía de nuevo:
una mujer naciendo
que atrapará su yo,
y tendrá que parirse por fin.
36
CUERPO CONSAGRADO
Vuelva la salud al aire acabado,
cuando el pan de siempre es arena en mi boca, vuelva la salud a galopar en mi sien.
Es mi sangre que se levanta y anda,
la vida que volverá a dejarme.
Que atienda mi caída el otro costado.
Vieja sangre vieja vida
que al hueso vuelve y se tiende al sol.
¿Quién irá conmigo?
El ángel de los ojos dulces porque es barro.
37
AUTOBÚS
El mundo también parece roto
a través de un vidrio estriado,
las casas ocultan la claridad,
pero entre un trecho y otro
los rostros se hablan:
no puedo negar tus ojos sobre mí.
La pared que el viento trizó de diamante,
la nube,
la luz en mi contra,
el rayo que me agota,
cómo negar el viento que mueve una nube,
cómo negar que detrás de un muro me llamas.
38
EL OJO DE LA CERRADURA
No podría llegar aunque camine mucho.
Todo, absolutamente todo, es horizonte.
El movimiento de tus párpados me aleja.
Busco y te escondes,
lanzo al agua una piedra
y no se rizan las ondas,
vuelvo donde tú estás
y pasamos sin vernos,
nada busco en ti que no sea mío.
“¿Dónde apacientas tus rebaños?”
Abro una puerta y otra puerta se cierra.
En esta habitación tú giras y yo giro,
no hemos dejado de perseguirnos,
de mirarnos por el ojo de la cerradura.
39
SIN PAUSA
Aunque te amara sin pausa
nunca seremos uno solo.
Aunque me amaras,
nunca tendré el secreto,
cada uno en su círculo de fuego,
ambos sin paraíso,
con la infinita certidumbre de ser otros.
Amor tan poderoso y no traspasa el muro,
seguimos solos en el abrazo y en el recuerdo, qué silencio aunque grite tu nombre,
qué extravío a pesar de encontrarte.
40
MI VICTORIA
Tan solo vivir,
ninguna otra proeza.
Agarrarme a la vida
cuando se precipita
ha sido mi victoria.
41
SORTILEGIO
El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí vuelvo a recogerme.
Comprendo,
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Published:
Dec 2024
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