En mis clases de religión las historias sobre la creación del hombre y la muerte de Cristo suscitaron mucha discusión. Al Moré le gustaba mucho hablarnos de la sumisión que debían mantener las mujeres por haber sido creadas de la costilla del hombre. “Si Dios hubiera querido que fueran independientes no las hubiera hecho así”, repetía. En nuestra clase había muchas chiquillas y no tengo idea de cómo se sentían, aunque generalmente ninguna cuestionaba sus afirmaciones. Hasta que un día Aidita, que era algo atrevida, se enojó:
Moré, ¿qué es eso de que yo nací de una costilla, si en el mismo libro se dice que Dios hizo al hombre y la mujer a su semejanza y, además, de barro?
No, no, Aidita. Lo que dice es que ambos son a semejanza de Dios, pero a la mujer la hizo de una costilla, después de haber hecho el molde de barro. En otras palabras, la costilla sirvió de molde en donde se echó el barro.
Es que si se dice en un lado algo, ¿para qué se cambia en otro?
No es que se cambia, es que se dice de distintas maneras.
¡Ya entiendo! Si por un lado se dice que la mujer debe respetar al hombre, ¿en otro lado se puede decir lo contrario?
¡Jamás! ¡Usted es tan malcriada que invoca la cólera del Señor y Él la hará sufrir con el peor de los maridos!
Las clases de religión cristiana no eran menos rígidas. A la maestra le gustaba condenar a los pecadores y a los que habían
“matado” a Cristo.
¿Quiénes mataron a Cristo?
¡Los judíos!, gritaban mis compañeros.
¿Por qué lo mataron?
¡Porque no creyeron que era el Hijo de Dios!, volvían a gritar.
Pero maestra, ¿no fueron los romanos quienes lo mataron?, pregunté extrañado.
41
¡No!, los romanos se lavaron las manos e hicieron lo que los judíos querían.
Pero maestra, ¿si hay un crimen hoy en Costa Rica, diríamos que fueron los ticos los que lo cometieron?
¡Jamás! Porque no todos participaron.
Pero, ¿acaso lo hicieron todos los judíos? ¿Hubo una encuesta?
Estaban todos aclamando en la calle.
¿Cómo iban a estar todos si los apóstoles eran judíos y también la familia de Cristo y la Magdalena y los discípulos y el mismo Jesús era judío?
¡Bueno, ya! Faltaba uno que otro pero ustedes lo mataron.
¿Cómo lo iba a matar yo si no estuve ahí?
Pues su abuela sí estuvo de seguro.
Pero si la pobre vende calzones en el mercado, ¿de dónde sacaría tiempo?
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos de contradicciones históricas y narrativas. Dado que los libros de Moisés se escribieron más de 400 años después de los hechos, es de esperar que muchos de ellos contengan datos incorrectos. Sin embargo, eso mismo sucede con el Nuevo Testamento, que empezó a ser escrito apenas unos 40 años después de los acontecimientos que narra.
Existen cientos de ejemplos de contradicciones en ambos testamentos. Las que oí en las clases de religión eran apenas una muestra:
42