Sabemos que despues de experimentada la sensacion de tacto con que nosparece que un cuerpo tupido cubre nuestros ojos, no vemos; y por mas quequeramos no es imposible producir en nosotros la sensacion que llamamos
ver
; al contrario, en quitándose la sensacion del contacto del cuerpotupido, y en hora y lugar correspondientes, nos es imposible dejar deexperimentar la sensacion de ver diferentes objetos; esto prueba que enesta parte nosotros estamos sometidos á una necesidad; pero tambienprueba que el ser que nos causa las sensaciones está sujeto á unanecesidad semejante, ya que puesta la condicion de tapar los ojos, una ymil veces á nuestro capricho, desaparece tambien una y mil veces lasensacion; y dada la condicion de tenerlos destapados y abiertos en unlugar iluminado, y de repetir una y mil veces la prueba á nuestrocapricho, una y mil veces se presenta tambien la sensacion: la misma, silo dejamos todo en el mismo estado; variada conforme á nuestro gusto, sivariamos de lugar, ó varian los objetos que en él haya.
Luego existen fuera de nosotros un conjunto de seres sometidos á leyesnecesarias, los cuales producen nuestras sensaciones.
[34.] Es tambien de notar que la influencia que ejercen sobre nosotrosno solo no dimana en ellos de eleccion ni espontaneidad, sino que ni aunse presentan como dotados de actividad propia. El cuadro que está en lapared me producirias mil veces una misma sensacion, si mil veces fijo lavista en él; y salvo el deterioro del tiempo, estaria produciendo lamisma por toda la eternidad.
Es evidente además, que dichos seres están sujetos á nuestra accion;pues aplicándolos de diferentes maneras somos dueños de hacerlesproducir impresiones diferentes. Estoy tocando una bola, y lacontinuidad de la sensacion de un cuerpo liso, duro y esférico, measegura de que es uno mismo el ser que la produce durante cierto tiempo;y no obstante, en este intervalo, con la vista recibo del mismo objetosensaciones muy varias, presentándole á la luz de diferentes maneras.
[35.] La sujecion de estos seres á leyes necesarias, no es precisamentecon respecto á las sensaciones, sino que mas bien es un enlace quetienen entre sí. La conexion de las impresiones que de ellos recibimos,es efecto de la dependencia que unos tienen con respecto á otros: desuerte que para producir una impresion determinada, empleamos muchasveces un objeto, que no sirve para ello, si se le considera en sí, peroque nos proporciona lo que deseamos poniendo en accion á otro. Eldescorrer una cortinilla nada tiene que ver con un magnífico paisaje; ysin embargo muchas veces no hacemos mas cuando queremos proporcionarnosla agradable vista: la relacion á que entonces atendemos no es la de lassensaciones sino la de sus objetos: la conexion que tienen estos es laque nos induce á valernos del uno para conseguir el otro.
Luego hay fuera de nosotros un conjunto de seres sometidos á leyesfijas, tanto con respecto á nuestras sensaciones como entre sí: luegoexiste el mundo externo; luego el interno que nos le representa, no esuna pura ilusion.
CAPÍTULO VII.
ANÁLISIS DE LA OBJETIVIDAD DE LAS SENSACIONES.
[36.] El mundo externo, ¿es tal como nosotros nos le figuramos? Estosseres que nos causan las sensaciones, y que llamamos
cuerpos
, ¿son enrealidad lo que nosotros creemos? Despues de demostrada la existencia dedichos seres, y su necesaria sujecion á leyes constantes, ¿no podemosdudar todavía de si hemos demostrado la existencia de los cuerpos?¿Basta para este objeto, el haber probado que existen seres externos, enrelacion con nosotros y entre sí, por medio de leyes fijas y necesarias,independientes de ellos y de nosotros?
[37.] Para comprender á fondo esta cuestion, será convenientesimplificarla, reduciéndola á un solo objeto.
Tengo á mi vista y en mi mano una manzana. Por lo demostrado mas arriba,estoy cierto de que existe un ser externo, relacionado con otros seres ycon el mio por leyes necesarias; estoy cierto que de él me vienendiferentes impresiones: veo su color, figura y tamaño; percibo su olor,experimento su sabor; siento en la mano su magnitud, su peso, su figura,sus concavidades y convexidades, y oigo tambien el leve ruido quedespide cuando la manoteo.
La idea de cuerpo es una idea compuesta; por manera que la de la manzanaserá: la de una cosa externa, extensa, colorada, olorosa y sabrosa.Siempre que se reunan estas circunstancias, esto es, siempre que yoreciba de un objeto las mismas impresiones, diré que tengo á la vistauna manzana.
[38.] Examinemos ahora hasta qué punto corresponde el objeto á lassensaciones que nos causa.
¿Qué entendemos significar cuando decimos que es una cosa sabrosa? Nadamas sino que nos produce en el paladar una impresion agradable: lopropio se verifica con respecto al olfato. Luego las dos palabrasolorosa y sabrosa, solo expresan la
causalidad
de estas sensaciones,residente en el objeto externo. Tocante al color, se puede afirmar lomismo; porque si bien comunmente transferimos la sensacion al objeto ynos ponemos en cierta contradiccion con la teoría filosófica del color yde la luz, esta contradiccion no es mas que aparente; pues en el fondo,bien examinado el juicio, solo consiste en referir la impresion áobjetos determinados; por manera que cuando por primera vez oimos en lascátedras de física que los colores no están en el objeto, fácilmente nosacostumbramos á conciliar la teoría filosófica con la impresion delsentido; pues al fin esa teoría no altera la verdad de que tales ócuales impresiones nos vienen de estos ó aquellos puntos de losdiferentes objetos.
[39.] En esta parte, no es difícil explicar los fenómenos de lassensaciones, ni la correspondencia de ellas con los objetos externos;porque para salvar esta correspondencia basta que ellos sean realmentela causa (ú ocasion) de las mismas. No es tan fácil la tarea en lotocante á la extension; pues esta propiedad es como la base de todas lasotras sensibles: y prescindiendo de si constituye ó nó la esencia de loscuerpos, lo cierto es que nosotros no concebimos cuerpo donde no hayextension.
[40.] Se palpará la diferencia que va de la extension á las demáscalidades sensibles con la observacion siguiente. Cuando no hemospensado jamás en la relacion de los objetos externos con nuestrassensaciones, tenemos no sé qué confusion sobre estos puntos; y el color,el olor, el sabor y hasta el sonido, los transferimos en cierto modo álos mismos objetos, considerando confusamente estas cosas como calidadesinherentes á ellos. Así el niño y el rústico creen que el color verdeestá realmente en las hojas, que el olor está en la rosa, el sonido enla campana, el sabor en la fruta. Pero es fácil de notar que este es unjuicio confuso de que no se dan cuenta á sí mismos con toda claridad;juicio que puede ser alterado y aun destruido, sin destruir ni alterarel conjunto de las relaciones de nuestros sentidos con los objetos. Así,aun en edad muy tierna, nos acostumbramos con facilidad á referir elcolor á la luz, y hasta á no fijarle en esta definitivamente, sino ámirarle como una impresion producida en nuestro sentido por la accion deeste agente misterioso. El olor tampoco nos cuesta trabajo considerarlecomo una sensacion dimanada de la accion de los efluvios de un cuerposobre el órgano del olfato; así como el sonido dejamos de considerarlecual una cosa inherente al cuerpo sonoro, y no vemos en él mas que laimpresion causada en el sentido por la vibracion del aire, conmovido ásu vez por la vibracion del cuerpo sonoro.
Estas consideraciones filosóficas que á primera vista nos parecian estaren contradiccion con nuestro juicio, no alteran para nosotros el mundoexterno; no causan un trastorno en las ideas que nos formamos de él;solo nos hacen fijar mas la atencion en algunas relaciones quedeslindábamos mal; y no nos permiten atribuir á los objetos, mas de loque tienen en realidad. Nos hacen limitar el testimonio de los sentidosá la esfera que les pertenece, rectifican en algun modo los juicios quehabíamos formado; pero el mundo continúa siendo el mismo que antes; soloque los encantos de la naturaleza, los hemos encontrado en mas íntimarelacion con nuestro ser, notando que en ellos tienen mas parte nuestraorganizacion y nuestra alma de lo que nos habíamos imaginado.
[41.] Pero destruyamos la extension, quitemos á los objetos externosesta calidad, finjamos que ella no es mas que una simple sensacion, sinque sepamos otra cosa sino que hay un objeto que nos la causa, y desdeentonces, el mundo corpóreo desaparece. Todo el sistema del universo sereducirá á un conjunto de seres que nos causan diferentes impresiones;pero quitada la extension ya no nos formamos idea del cuerpo, ya nosabemos si todo lo que hemos pensado sobre el mundo es algo mas que unapura ilusion. Yo me resigno fácilmente á deshacerme de lo que creia enmi infancia de que el color que veo en mi mano esté en ella, de que elruido que hace al chocar con la otra esté en ella; pero no puedo deningun modo privarla de la extension; no puedo imaginar que la distanciade la palma al extremo de los dedos no sea mas que una pura sensacion,de que solo haya un ser que me la cause, sin saber si en la realidadesta distancia existe. A la fruta que encuentro sabrosa, le quito sinmucho trabajo los honores del sabor; y considerándola filosóficamente,no tengo inconveniente en admitir que en ella no hay nada semejante áeste sabor, y sí tan solo, que está compuesta de tal suerte que afectael órgano del paladar de la manera conveniente para que yo reciba lasensacion agradable; pero no puedo quitar á la fruta su extension, nopuedo de ningun modo considerarla como una cosa indivisible; no me esdable mirar las distancias de uno á otro punto de ella como merassensaciones. Cuando me esfuerzo por contemplar como indivisible en sí elobjeto sabroso, me esfuerzo en vano; y si por un momento me parece quellego á vencer el instinto de la naturaleza, todo se me trastorna: conel mismo derecho que hago de la fruta una cosa indivisible lo hago deluniverso; y el universo indivisible no es para mí el universo; miinteligencia se confunde, todo se aniquila al rededor de mí: sufro algomas que la vista del caos; el caos se me presenta al menos como algunacosa, bien que con horrible confusion de elementos en espantosastinieblas; pero ahora sufro algo mas, pues el universo corpóreo, talcomo le habia concebido, vuelve á la nada.
CAPÍTULO VIII.
Sensacion de la Extension.
[42.] Dos sentidos perciben la extension; la vista y el tacto; el olor,el sabor, el sonido, andan acompañados de la extension, pero son cosamuy diferente. La vista no percibe nada que no sea extenso; la extensiones de todo punto inseparable de dicha sensacion. Embebidos en unadeliciosa armonía de muchos instrumentos, podremos saborearnos en lapercepcion de los sonidos hasta olvidarnos de la extension de losinstrumentos, del aire, y de nuestros órganos: pero al contemplar uncuadro, aun en medio del entusiasmo mas ardiente, no puede desaparecerla extension. Si de la transfiguracion
de Rafael quitamos laextension, la maravilla desaparece; porque en la esencia de ella, aunconsiderándola como simple fenómeno de nuestra alma, entran pornecesidad la continuidad y las distancias.
Lo propio se verifica con respecto al tacto, bien que nó con tantageneralidad. La dureza ó la blandura, la aspereza ó la lisura, laangulosidad ó la rotundidad traen consigo la extension: pero no puedenegarse que hay ciertas impresiones de tacto, en las que no es tan claroque vayan acompañadas de ella. El agudo dolor de una punzada, y otrosque se sienten sin causa exterior conocida, no se refieren con tantaclaridad á la extension, y parecen tener algo de aquella simplicidad quedistingue las impresiones que nos llegan por el conducto de otrossentidos.
Como quiera, es cierto que el percibir la extension pertenece de unamanera particular á la vista y al tacto.
[43.] Para formarnos ideas claras sobre la extension en sus relacionescon la sensacion, la analizaremos con algun detenimiento.
En primer lugar es digno de notarse que la extension envuelvemultiplicidad; un ser extenso es por necesidad un conjunto de seres:estos se hallarán mas ó menos unidos entre sí, por medio de un vínculoque los hará formar un todo: pero esto no quita que ellos no seanmuchos. Un hermoso cuadro donde domina la unidad de pensamiento delartista, no deja de ser un compuesto de muchas partes; el vínculo
moral
que las une, no las identifica; solo las enlaza, las ordena, lashace concurrir á un fin. La firmísima adhesion que entre sí tienen lasmoléculas de que está formado el diamante, no hace que estas moléculasno sean distintas: el vínculo material las une, no las identifica.
Sin multiplicidad pues, no hay extension; donde hay extension, no hayun ser solo, en todo el rigor de la palabra, sino muchos.
[44.] Pero la multiplicidad no constituye la extension, porque puedeexistir la primera sin la segunda. La multiplicidad de sonidos no formala extension, la multiplicidad de sabores ni de olores tampoco: nosotrosconcebimos multiplicidad de seres de diferentes órdenes así en el mundomaterial, como en el moral y en el intelectual, sin que se envuelva enesa multiplicidad la idea de extension. Aun limitándonos al órdenpuramente matemático, encontramos multiplicidad sin extension en lascantidades aritméticas y algebráicas. Luego la multiplicidad, si bien esnecesaria para constituir la extension, no basta ella sola paraconstituirla.
Reflexionando sobre la especie de multiplicidad requerida para formar laextension, notaremos que ha de andar acompañada de la continuidad. Lassensaciones así de vista como de tacto, envuelven la continuidad: puesni me es posible ver ni tocar, sin que reciba la impresion de objetoscontinuos, inmediatos los unos á los otros, coexistentes en su duraciony que á un mismo tiempo se me ofrecen como continuados unos con otros enel espacio. Sin esta continuidad, la multiplicidad no constituye laextension. Así por ejemplo, si tomo cuatro ó mas puntos en el papel enque escribo, y por una abstraccion los considero indivisibles, estamultiplicidad no me constituye la extension: necesito unirlos por mediode líneas, cuando menos imaginarias; y á falta de continuidad del cuerpoen que los suponia situados, me será preciso valerme de la continuidaddel espacio: es decir, mirar este espacio como un conjunto de puntos,cuya continuacion enlaza los primeros. Por mas esfuerzos que haga no meserá posible considerar como extension un conjunto de puntosindivisibles no continuos, ni unidos por líneas: aquel conjunto serápara mí como si fuera de otros seres, que nada tuviesen que ver con laextension. Y es digno de notarse, que si les doy un lugar determinado enel espacio, es tambien enlazándolos por medio de líneas imaginarias conotros puntos: pues nó de otra manera puedo concebir distancias, nisituacion en el espacio. Que si de todo esto quisiese prescindir,entonces ó paso á la nada intelectual, es decir aniquilo toda idea delobjeto, ó me traslado á otro órden de seres que ninguna relacion tenganni con la extension ni con el espacio. Habré dejado la materia y lassensaciones, y me habré remontado á la region de los espíritus.
[45.] Luego la multiplicidad y la continuidad son necesarias paraconstituir la extension. ¿Y bastan estas dos condiciones? creo que sí;pues donde ellas existen, existe la extension: con ellas dos solas,enteramente solas, nos formamos la idea de la extension. El objeto de lageometría es la extension; y en ella solo entran multiplicidad ycontinuidad. Las líneas, las superficies, los volúmenes, tales como sonobjeto de la geometría, prescinden de todo lo que no sea esacontinuidad, mirada en su mayor abstraccion. Por esto le basta elespacio vacío; ó mejor se diria, que por esto exige el espacio vacío;pues que cuando hace la aplicacion á los cuerpos, no encuentra toda laexactitud que hallaba en la continuidad en abstracto.
[46.] Si la multiplicidad y la continuidad en el espacio constituyen laextension, esta existe realmente en los objetos que nos causan lassensaciones. Ya he demostrado que á estas les corresponden objetosexternos, fundándome en la relacion misma de los fenómenos entre sí, ycon las causas que los producen: es así que esta relacion existe tambiencon respecto á la multiplicidad y á la continuidad, luego estas dospropiedades se hallan realmente en la naturaleza. Las impresiones querecibimos por la vista y el tacto, aun limitándonos á un solo objeto,son múltiplas y por tanto corresponden á muchos objetos; son continuas ypor lo mismo corresponden á objetos continuos.
Aclararé algo mas esta razon. Mi vista fijada sobre un cuadro recibe unaimpresion que le viene de muchos puntos diferentes; siendo de notar queesta impresion resulta sin interrupcion en toda la superficie que se meofrece. Si como llevo demostrado, la vista de un punto externo me bastapara convencerme de su existencia, la de muchos me bastará para estarseguro de la de muchos; y la continuidad de la impresion me cercioratambien de la continuidad de los puntos imprimentes.
Si toco un objeto visto, el tacto me confirma el testimonio en la parteque á él le corresponde, es decir la multiplicidad y la continuidad.Experimento la misma sucesion continuada de sensaciones, lo que meindica la existencia y la continuidad de los objetos que las causan.
[47.] En resúmen: la extension supone la coexistencia de muchos objetos,pero de tal suerte que estén unos á continuacion de otros; de ambascosas nos aseguran las sensaciones: luego el testimonio de los sentidosbasta para estar ciertos de que hay objetos extensos, y puedenproducirnos varias impresiones. Estas ideas contienen cuanto encerramosen la idea de cuerpo: luego el testimonio de los sentidos nos cerciorade la existencia de los cuerpos.
CAPÍTULO IX.
OBJETIVIDAD DE LA SENSACION DE EXTENSION.
[48.] Probado ya que el testimonio de los sentidos es suficiente paraasegurarnos de la existencia de los cuerpos, veamos hasta qué punto sonexactas las ideas que de los mismos nos hace formar. No basta saber quepodemos estar seguros de la existencia de la extension, es precisoinvestigar si ella es en realidad tal cual nos la presentan lossentidos; y lo que digo de la extension puede aplicarse á las demáspropiedades de los cuerpos.
En mi concepto, la única sensacion que nosotros trasladamos al exterior,y que no podemos menos de trasladar, es la de extension; todas las otrasse refieren á los objetos, solo como efectos á causas, nó como copias áoriginales. El olor, el sabor, el sonido, no nos representan nada quesea parecido á los objetos que los causan; pero la extension sí: laextension la atribuimos á los objetos, y no podemos concebirlos sinella.
El sonido fuera de mí, no es sonido; no es mas que una simplevibracion del aire, producida por la vibracion de un cuerpo; el saborfuera de mí, no es sabor; no es mas que un cuerpo aplicado á un órgano,y que le causa una modificacion, mecánica ó química; y lo propio severifica con el olor. Aun en la luz y los colores, fuera de mí, no haymas que un flúido que cae sobre una superficie, y que directa óreflexamente, llega ó puede llegar á los ojos; pero la extension fuerade mí, independientemente de toda relacion con los sentidos, esverdadera extension, es algo cuya existencia y naturaleza no necesitande mis sentidos. Cuando yo la siento, ó cuando me la imagino, hay entremis impresiones y ella, algo mas que la relacion de un efecto á unacausa: hay la representacion, la imágen interior, de lo que existe enlo exterior.
[49.] Para que se comprenda perfectamente y se sienta con viveza laverdad de lo que acabo de asentar, voy á ofrecer al lector un cuadro delcual se vayan eliminando sucesivamente determinadas sensaciones,haciéndole notar el grado de eliminacion á que se puede llegar y delcual no se pasa.
Supongamos que todos los animales pierden de una vez el sentido delpaladar, ó que todos los cuerpos de la naturaleza son destituidos de lapropiedad de causar por su contacto con un órgano, la sensacion quellamamos sabor. A pesar de esto el mundo externo existe como antes. Losmismos cuerpos que nos causaban las sensaciones ahora perdidas,continuarán existiendo y podrán ser aplicados al mismo órgano que antesafectaban, causando en aquella parte las sensaciones del tacto, como deblando ó duro, frio ó caliente, ú otras semejantes. O los cuerpossabrosos ó los órganos animales habrán sufrido alguna mudanza, con laque se ha cortado la relacion que antes tenian: se nota que una causaque antes producia un efecto, es ahora impotente para producirle. Estopuede haber acontecido por una modificacion de los cuerpos, que en nadaaltera su naturaleza, en cuanto nosotros la concebimos; y tambien esposible que sin haberse mudado ellos, haya sobrevenido esta diferenciacon sola la alteracion de los órganos. Pero en todo caso, ladesaparicion de la sensacion, no ha hecho desaparecer del universo nadasemejante á ella; si la alteracion se ha verificado solo en los órganos,los cuerpos exteriores quedan intactos: y si ha tenido lugar en loscuerpos, esta alteracion les ha hecho perder una propiedad causante
dela sensacion, mas nó una propiedad
representada
por la sensacion.
Ya hemos privado á los alimentos de todos sus sabores: el universoexiste como antes: privémosle de sus olores, alterando los cuerposodoríferos, ó el órgano del olfato. ¿Qué resultará? lo mismo que hemosnotado con respecto al sabor. Los cuerpos odoríferos continuaránexistiendo, y hasta enviando á nuestro órgano los efluvios que antesproducian la sensacion del olor; no habrá mas novedad que la noexistencia de esta sensacion: faltará en nuestros órganos la disposicionpara recibir la impresion necesaria, ó habrá desaparecido del universouna causalidad: mas nó una cosa representada por la sensacion. Losjardines no serán despojados de su belleza simétrica, los prados de sulozanía y verdor: el árbol ostentará su frondosa copa, y el hermosofruto continuará pendiente de las ramas mecidas por el viento.
Prosigamos en nuestra tarea destructora, ensordeciendo de repente átodos los animales. Los músicos de los conciertos se convertirán enactores de una silenciosa pantomima; el campanero tirando de la cuerda,hará dar vueltas al metal mudo; las conversaciones se reducirán ágestos orales; los gritos de los brutos, no serán mas que abrir y cerrarbocas; pero el aire vibrará como antes; sus colunas vendrán á herir eltímpano como antes; todo existirá como antes: nada faltará en eluniverso sino una sensacion. El rayo brillará en los aires, los riosproseguirán en su magestuosa carrera, los torrentes se precipitarán conla misma rapidez, la soberbia cascada saltará del altísimo risco,desplegando sus variados lienzos, y sus espumantes oleadas.
Vamos por fin á cometer la mayor de las crueldades: ceguemos en unmomento á todos los vivientes que hay sobre la tierra, y aun á todos losque pueda haber en los astros. El sol continúa esparciendo sus inmensasmadejas; ese flúido que llamamos luz, refleja en las superficies, serefringe segun los cuerpos que atraviesa, y llega á las retinas de losojos antes videntes, ahora convertidas en insensibles membranas,colocadas tras un cristal; pero todo eso que se llama color y sensacionde luz, todo ha desaparecido. Sin embargo el universo existe todavía: ylos cuerpos celestes prosiguen recorriendo como antes sus órbitasinmensas.
Como la sensacion de la luz y de los colores, nos es mas difícilabstraerla de los objetos; ó en otros términos, como tenemos ciertapropension á imaginar que efectivamente existen fuera de nosotros lasimpresiones que no están mas que en nosotros, considerando la sensacioncomo una representacion de lo exterior, es algo mas costoso el concebirque cegados todos los vivientes, no queda nada de lo que nos representanestas sensaciones, y sí únicamente un flúido que refleja en ciertassuperficies, ó que atraviesa por los demás cuerpos, ni mas ni menos queotro flúido invisible. Por lo cual, en obsequio de los que tengandificultad en dejar de realizar en lo exterior lo que solo existe en suinterior, haré la suposicion de otra manera; pues que esto me bastarápara demostrar, como se puede eliminar de los objetos todo lo relativo álas varias sensaciones, excepto lo tocante á la extension.
Así, no cegaremos á los animales; no tendremos la crueldad de Ulises enla caverna de Polifemo; pero desahogaremos el instinto destructortrastornando el mundo. Poco nos importa que los hombres y los animalesno se queden ciegos, si logramos que no vean.
Dejaremos pues intactos los órganos, pero en cambio despojaremos aluniverso de su luz. Apagaremos como febles antorchas el sol, lasestrellas, los astros todos; extinguiremos los mas leves destellos quebrillen sobre la tierra: las bujías que alumbran la mansion del hombre,los fuegos que resplandecen junto á la cabaña del pastor, las pálidasllamas que revolotean en la broza del cementerio, hasta las chispas quearroja el pedernal. Todo quedará en la oscuridad mas profunda;imaginaremos reproducidas aquellas tinieblas que yacian sobre la faz delabismo antes que la palabra criadora dijese: «hágase la luz.»
Pero conviene advertir que al dejar el mundo en tan horrible oscuridad,no hemos alterado ninguna de sus otras leyes; existen como antes, lasgigantescas moles recorriendo con asombrosa rapidez y admirableprecision sus órbitas inmensas. De donde se infiere que haciendoabstraccion del olor, del sabor, del sonido, de los colores, de la luz,el mundo existe todavía, sin que nos cueste ningun trabajo concebirle deesta manera. Aun mas, hasta de la sensacion del tacto podemosprescindir, pues será fácil suponer que no percibimos ninguna impresionpor este sentido; las de color ó frio, blandura ó dureza, cuyas causasquedarian en los cuerpos, podemos sustituirlas unas con otras y aunhacerlas desaparecer, sin que por eso creyésemos que el universo dejabade existir.
[50.] Despues de hechas todas estas abstracciones, ensayemos otra, yveamos lo que sucede. Hagamos desaparecer la extension. A esta prueba eluniverso no resiste: las moles de los astros desaparecen; la tierra seanonada bajo nuestras plantas; las distancias dejan de existir; elmovimiento es un absurdo; nuestro propio cuerpo se desvanece; eluniverso entero se hunde en la nada, ó si continúa siendo algo, es cosadel todo diferente de lo que ahora nos figuramos.
Es indudable: si prescindimos de la extension, si esta sensacion, óidea, ó sea lo que fuere, que sobre ella tenemos, no la realizamos en loexterior, si no la consideramos como una representacion de lo queexiste fuera de nosotros, todo se trastorna; no sabemos qué pensar ni denuestras sensaciones, ni de sus relaciones con los objetos que lascausan: todo da vueltas en derredor, nos falta una de las bases denuestros conocimientos, tendemos en vano los brazos para asirnos dealgun punto fijo, y preguntamos con desconsuelo, si todo lo que sentimosno es mas que una pura ilusion, si serán una verdad las extravaganciasde Berkeley.
[51.] Aun con respecto á la extension es digno de observarse, que sibien la objetivamos trasladándola á lo exterior, no es de todo puntoexacto que esté representada por la sensacion. Mejor se diria que es unreceptáculo de ciertas sensaciones, que no un objeto de ellas; unacondicion necesaria para las funciones de algunos sentidos, que no unacosa sentida. La extension abstraida de las sensaciones de la vista ydel tacto, se reduce á lo que hemos dicho mas arriba, la multiplicidad yla continuidad; el conocimiento de esto, nos viene de los sentidos, peroes diferente de lo que nos representan los sentidos. Cuando á lasimpresiones que he recibido de la vista les quito el color y la luz mequeda ciertamente la idea de una cosa extensa, mas nó de una cosavisible, ni de un objeto representado por la sensacion. De la propiasuerte si despojo las impresiones que me han venido por el tacto, de lascalidades que afectan este sentido, no se aniquila el objeto que lascausaba, pero no está representado por las impresiones que él metransmite.
[52.] Estas observaciones manifiestan que no trasladamos á lo exteriornuestras sensaciones, que estas son un medio por el cual se informa,nuestra alma, mas nó imágenes en que ella contemple los objetos.
Todasellas le indican una causa exterior; pero algunas, como las de la vistay del tacto, le manifiestan de un modo particular la multiplicidad y lacontinuidad, ó sea la extension.
De esto se infiere tambien, que el mundo exterior no es una purailusion, que existe en realidad con sus moles inmensas, sus variadosmovimientos, su geometría infinita; pero que gran parte de su belleza yencantos se hallan mas bien en nosotros que en él. La mano todopoderosaé infinitamente sabia que le ha criado, ha ostentado su sabiduría y supoder de una manera particular en los seres sensibles, y sobre todo enlos inteligentes. ¿Qué seria el universo si no hubiera quien sintiese yentendiese? En esa íntima relacion, en la incesante comunicacion de losobjetos con los seres sensibles, están la hermosura, la armonía, losarcanos de la naturaleza. El mas precioso cuadro, si no hubiese quien lemirara y percibiese su belleza, seria un conjunto de lineamentos, ungeroglífico de caractéres indescifrados: pero desde el momento que estáá la vista de un ser que siente y conoce, el cuadro se anima, es lo quedebe ser; y en esta misteriosa comunicacion, el objeto gana en bellezastodo lo que comunica de hechizo.
Suponed que un conjunto de instrumentos dispuestos con el convenientemecanismo ejecutan con admirable precision las mejores concepciones deBellini ó de Mozart; ¿á qué se reduce todo falta un ser sensible?
ávibraciones del aire combinadas con cierta ley; á puros movimientos deun flúido sometidos á una precision geométrica. Introducid á un hombre:entonces la geometría se convierte en armonía celestial, entonces haymúsica, hay encantos.
La simetría de las tablas de un jardin, la lozanía de sus arbustos, elcolor y esmalte de sus flores, la fragancia de sus aromas, ¿qué son sinun ser sensible? figuras geométricas, superficies dispuestas con arregloá ciertas leyes, volúmenes de tal ó cual clase, columnas de flúidos quesalen de ellos, y se desparraman por el espacio; pero introducid alhombre, entonces las figuras geométricas se revisten de mil gracias, lasflores se cubren de galanos colores, las columnas de flúido seconvierten en exquisitos aromas.
CAPÍTULO X.
VALOR DEL TACTO PARA OBJETIVA