Filosofía Fundamental Tomo IV by Padre Jaime Luciano Balmes - HTML preview

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CAPÍTULO XI.

SIMPLICIDAD DEL ALMA.

[72.] En los capítulos anteriores me he ceñidoá probar la substancialidad del alma; para lo cual mebastaba demostrar por el mismo testimonio de la conciencia, que haydentro de nosotros una realidad permanente, sujeto de lasmodificaciones que experimentamos. Ahora voy á demostrar queesta substancia es simple. {158}

Para proceder con buen método fijemos el sentido de lapalabra, simple. Cuando hay muchos seres reunidos que formanun conjunto, el resultado se llama compuesto; por manera que hayverdadera composicion, siempre que hay varios seressubstancialmente distintos, pero unidos con un lazo; este lazopuede ser de diferentes especies, lo que da orígen ála diversidad de compuestos. La simplicidad se opone á lacomposicion, de suerte que la idea de simplicidad excluyeesencialmente la de composicion; y como en esta última secomprende un número de cosas distintas que se reunenpara formar un todo, resulta que la idea de simplicidad excluyeesencialmente la de número de cosas reunidas, para formar untodo; luego lo simple es propiamente uno, y hay verdaderasimplicidad en una substancia, cuando ella no es un conjunto desubstancias.

Al decir pues que la substancia del alma es simple, significamosque no es un conjunto de substancias, sino que es unasubstancia.

[73.] Fijada con exactitud la idea de simplicidad, veamos siconviene á nuestra alma. Como el alma no nos es dada enintuicion á la manera de las cosas sensibles, y solo laconocemos por la presencia de sentido íntimo, y por losfenómenos que experimentamos en el fondo de nuestraconciencia, debemos examinar estos dos manantiales para ver siencontramos en ellos la simplicidad. {159}

Es un hecho incontestable que en todos nuestros actos, en todasnuestras afecciones internas, sentimos la identidad del yo (Cap.VI, VII, VIII, IX, X). No hay identidad entre cosas distintas; ypor consiguiente el sentido íntimo rechaza desde luego lamultiplicidad del alma. Se dirá tal vez que esta identidadno existe entre las substancias distintas; pero que una substanciacompuesta es idéntica consigo misma, y que quizás laidentidad atestiguada por la conciencia, no es mas que la identidadde un compuesto consigo mismo; pero esta réplica sedesvanece con solo atender al mismo testimonio de la conciencia. Loque sentimos vario y múltiplo, no es el yo, sino lo quesucede en el yo; pensamos, queremos, sentimos cosas diferentes:pero la conciencia nos atestigua que quien las piensa, las quiere,las siente, es uno mismo: el yo. Luego con el solo testimonio de laconciencia está probada la simplicidad del alma; puesnó de otro modo se puede explicar cómo sentimosdentro de nosotros esa unidad permanente entre la muchedumbre defenómenos que se suceden en nuestro interior.

[74.] Prescindiendo del testimonio del sentido íntimo yateniéndonos únicamente á la naturaleza de losfenómenos internos, se puede demostrar que el sujeto deellos es una substancia simple. Si esto no se verifica, lasubstancia pensante será compuesta de varias substancias;veamos lo que resulta en este supuesto. Sean las substancias{160} componentes tres por ejemplo, quellamaremos A B C: digo que este conjunto no puede pensar. Parademostrarlo hasta la última evidencia, tomemos este juicio:el metal es cuerpo; y veamos si es posible que el conjunto de A B Cforme dicho juicio. Supongamos que la representacion del sujetometal, se halla en la substancia A; que la idea del predicadocuerpo, está en la B; y la idea general de la relacion delpredicado con el sujeto, ó la cópula es, seencuentra en C; ¿puede resultar un juicio? nó: deningun modo. A percibirá el metal; B el cuerpo; C la ideageneral de cópula, es. Cada una de estas substanciastendrá conciencia de lo suyo; y como no la tendrá dela que hay en las demás, no formará juicio, queconsiste esencialmente en la relacion del predicado con elsujeto.

[75.] Si se dice que en cada una de las substancias se halla larepresentacion de las tres cosas, tendremos tres juicios, y noresultará un solo ser pensante, sino tres.

Además, ó cada una de las substancias A B Cestá compuesta de otras ó nó; si noestá compuesta, es simple, y nos hallamos con una substanciasimple y perceptiva; entonces, ¿á qué ponertres bastando una? si está compuesta, todavía seaumenta la dificultad: porque supongamos que A está formadade dos substancias que llamarémos m, n; la representacion demetal que habia en A, tendremos que distribuirla en m, n, en cuyocaso lejos de poder llegar á un juicio, {161}

notendremos ni aun sujeto, pues que no será dable formar larepresentacion de metal, supuesto que m, n, se la tendránrepartida.

Si no es posible formar un juicio, ni aun idea de untérmino, es evidente que no se podrá raciocinar nipensar de ningun modo: el raciocinio implica un enlace de juiciospues que se trata de sacar una consecuencia ligada con laspremisas.

[76.] Los actos de voluntad son tambien imposibles en unasubstancia compuesta; no hay voluntad cuando no hay conocimiento; yeste como acabamos de ver, es inseparable de la simplicidad. Perotodavía se puede esforzar mas la demostracion. El acto devoluntad implica una inclinacion, tendencia ó llámesecomo se quiera, hácia un objeto conocido; supongamos que lasdos substancias A, B, que componen la substancia que tienevoluntad, se reparten entre sí lo necesario para el acto dequerer, de modo que el conocimiento del objeto querido se halle enA, y la inclinacion ó tendencia esté en B; digo quesemejante acto de voluntad es un absurdo. Para sentir la fuerza deesta verdad supongamos que se pretende formar un acto de voluntadcon el conocimiento de un hombre y la inclinacion de otro,hácia el objeto conocido; el puro conocimiento del uno no esacto de voluntad; y la inclinacion del otro hácia un objetoes imposible, si no tiene conocimiento del objeto á que seha de inclinar: esto equivaldria á poner una relacion sin unpunto de referencia. Semejantes contradicciones {162} debeadmitir quien niegue la simplicidad de las substancias que quieren;porque ó debe repartir entre las partes de las mismas lainclinacion y el conocimiento, ó debe concentrarlo todo enuna, en cuyo caso las otras están de sobras.

Además, las substancias componentes de la substancia quequiere, ó son simples ó compuestas: si son simples,hemos llegado á substancias simples que entienden y quieren;si son compuestas, cada acto de voluntad será un conjunto dela accion de muchas partes, ¿y qué será unacto de voluntad que consiste en un conjunto?

[77.] La reunion que nosotros concebimos en substanciasdistintas es, ó de yuxtaposicion en el espacio, ó desimultaneidad en el tiempo, ó de concurso de fuerzas paraproducir un efecto comun: la yuxtaposicion en el espacio y lasimultaneidad en el tiempo, nada nos dicen para explicar ni elpensamiento ni el acto de voluntad, ni ninguno de losfenómenos internos; el concurso de fuerzas para producir unefecto comun, tampoco puede servirnos para resolver el problema. Eneste supuesto deberíamos concebir los fenómenosinternos como productos de una elaboracion á que hanconcurrido varias substancias: admitamos por un momento semejanteabsurdo, tampoco se adelanta nada; porque entonces preguntaremos¿dónde reside el fenómeno elaborado: si entodas las substancias juntas, él en sí, seráuna cosa compuesta, y la conciencia {163} del mismo deberáser tambien una cosa compuesta; ninguna de las substanciascomponentes podrá decir yo, con respecto ádicho fenómeno; luego habrá multiplicidad deconciencias. Ahora bien; estas conciencias se reunirán en unpunto para formar una conciencia comun ó nó. Si sereunen, el punto de reunion deberá ser una substancia simpleso pena de caer de nuevo en la multiplicidad de conciencias; si nose reunen, las muchas conciencias internas de cada hombre separecerán á las conciencias de distintos hombres,cada substancia pensará lo suyo, sin saber nada de lo quepiensa la otra.

[78.] Por fin esta divisibilidad de substancias y deconciencias, ó se llevará hasta lo infinito ónó; si lo primero, en vez de un ser pensante habráinfinitos en cada uno de nosotros; si no se lleva hasta lo infinitola divisibilidad, vamos á parar á substancias simplescon pensamiento y con conciencia, que es precisamente lo que seproponian huir los adversarios. La misma divisibilidad infinita nolos salva tampoco de la simplicidad; la division separa las partespero las supone distintas; luego la division infinita debe suponeruna muchedumbre infinita de seres simples que hagan posible ladivision. {164}

CAPÍTULO XII.

EXÁMEN DE LA OPINION DE KANT SOBRE EL ARGUMENTO CON

QUESE PRUEBA LA SIMPLICIDAD DEL ALMA.

[79.] El argumento con que acabamos de probar la simplicidad delalma lo apellida Kant el segundo paralogismo de lapsicología, y lo propone en estos términos:«aquello cuya accion no puede nunca ser concebida como elconcurso de muchos agentes, es simple; el alma ó sujetopensante, se halla en este caso; luego el alma es simple.»Conviene el filósofo aleman en que este argumento no es unjuego puramente sofístico, imaginado por algúndogmático, para dar á sus aserciones una ligeraapariencia de verdad; y confiesa que es un raciocinio que parecedesafiar el exámen mas atento y la reflexion mas profunda.Sin embargo, él se lisonjea de poder reducirle ápolvo, manifestando que este principal apoyo de lapsicología racional, es un cimiento falso, y que porconsiguiente todo el edificio de esta ciencia se halla fundado enel aire.

[80.] Kant observa que el nervus probandi del argumentose halla en que muchas representaciones no pueden formar unpensamiento, sino en cuanto están contenidas en la unidadabsoluta del sujeto pensante; «pero nadie, dice, es capaz deprobar por conceptos semejante proposicion. {165} Enefecto, ¿por dónde comenzaremos la tarea? Laproposicion: «un pensamiento no puede ser sino el efecto dela unidad absoluta del ser pensante,» no puede ser tratadaanalíticamente; la unidad del pensamiento (y todopensamiento resulta de muchas representaciones) es colectiva; y encuanto á los simples conceptos, del mismo modo puedereferirse á la unidad colectiva de substancias quecontribuyen á producir el pensamiento (así como queel movimiento de un cuerpo es el movimiento de todas las partes deeste cuerpo) que á la unidad absoluta del sujeto. Lanecesidad de la suposicion de una substancia simple no puede portanto ser conocida por la regla de la identidad en un pensamientocompuesto; quien conozca la razon de la posibilidad de los juiciossintéticos à priori tal como la hemos expuestomas arriba, no osará afirmar que esta proposicion deba serconocida sintéticamente, y perfectamente àpriori ó por conceptos puros.» Esta argumentaciones un puro sofisma que voy á desvanecer á la luz dela evidencia.

[81.] En primer lugar, no es exacto que todo pensamiento resultede muchas representaciones; en la percepcion de una idea simple,por ejemplo ser, no hay muchas representaciones, luego flaquea porsu base el argumento de Kant; pues que si encontramos un solopensamiento que exija simplicidad, la tenemos ya demostrada; si elalma es simple para un caso no dejará de serlo para losotros. {166}

[82.] Examinemos ahora cómo entra la diversidad derepresentaciones en los pensamientos que las admiten. Cuando estasforman lo que se llama un pensamiento, se reunen por decirloasí en un punto que hace necesaria la unidad de lapercepcion y del sujeto que percibe. En el pensamiento apellidadojuicio, se combina variedad de representaciones, la del sujeto y ladel predicado; pero estas varias representaciones, no constituyenel pensamiento llamado juicio, sino en cuanto se ofrecen enlazadascon la relacion, que autoriza para afirmar ó negar elpredicado del sujeto; luego en el fondo de la diversidad hay launidad, es decir la relacion; luego el pensamiento con que sepercibe esta relacion es uno, y por tanto la accion de percibir esesencialmente una, á pesar de la variedad de lasrepresentaciones.

[83.] No hay en nuestros pensamientos ningun órden sinoen cuanto los comparamos unos con otros: todos nuestros actosintelectuales se reducen á percepcion de ideas y ácomparacion de las mismas; en la percepcion hay simplicidad; en lacomparacion la hay tambien, pues no hay comparacion de lo vario,sino en cuanto lo vario se reduce á lo uno, esto es ála relacion que se percibe en la comparacion. Luego en todopensamiento hay unidad; luego el pensamiento no puede ser concebidojamás como el concurso de muchos agentes; luego quedademostrada esta proposicion que Kant considera indemostrable:{167} muchas representaciones no puedenformar un pensamiento, sino en cuanto están contenidas en launidad absoluta de un sujeto pensante.

[84.] Presentemos la misma demostracion bajo una forma masrigurosa; supongamos que han de concurrir á la formacion delpensamiento tres agentes A B C: cada parte pondrá sucontingente; á la primera supondremos que le corresponda a,á la segunda b, á la tercera c; el resultado delconcurso será el conjunto compuesto de a b c, estoserá el pensamiento; luego será triple, luego nopuede constituir jamás un punto de comparacion; luego,ó es menester rechazar esta hipótesis, ó negarel pensamiento. El sofisma de Kant se funda pues en que atiendesolo á la diversidad de las representaciones, y prescinde dela unidad que siempre se encuentra en la percepcion de estadiversidad; así no es extraño que en el concepto delpensamiento no encuentre la unidad. Este concepto lo presentaincompleto ó mas bien falso; nos ofrece el pensamiento comoun conjunto de las representaciones, cuando deberiaofrecérnosle como un punto simplicísimo en que lasrepresentaciones se reunen para ser percibidas en la relacion queentre sí tienen. La diversidad de las representaciones noforma un conjunto á la manera de los objetos sensibles; elpensamiento en que se conoce la relacion de dos triángulosdiversos, no puede ser expresado por la suma de las figuras de losdos triángulos; es algo diferente de ellas; algo queestá en medio {168} de ellas, que las reunecomparándolas, y que hace confluir su diversidad en launidad de su relacion.

[85.] El ejemplo que aduce Kant manifiesta la grosería dela idea con que concibe el carácter de la reunion de lasrepresentaciones para formar un pensamiento total. La unidad delpensamiento, dice, es colectiva, y puede referirse á launidad colectiva de muchas substancias, como el movimiento de uncuerpo es el movimiento compuesto de todas las partes de estecuerpo.» Aquí se presenta de bulto la equivocacion deKant: toma el conjunto de las representaciones por el pensamientoque se refiere á ellas; así no es extraño queno eche de ver la unidad implicada en la diversidad, supuesto queesta diversidad haya de ser pensada.

Para llevar la conviccion hasta el último puntoatengámonos al mismo ejemplo del movimiento; supongamosmovido un cubo, y llamemos á sus ocho vértices A. B.C. D. E. F. G. H; todos se mueven; y el conjunto de susmovimientos, así como de los puntos que están entreellos, forma el movimiento total. En el resultado de este concursode agentes ¿qué hay de comun? nada, sino layuxtaposicion en el espacio, y la relacion que van conservando conla velocidad igual del movimiento. Pero el movimiento delvértice H. no es el del vértice A, como lo demuestrael que si suponemos que el vértice A. queda cortado del cuboy permanece quieto, el movimiento del vértice H.{169} podrá continuar sin ningunaalteracion; luego los dos movimientos eran cosas absolutamentedistintas. Es evidente que lo mismo se verifica respecto álos demás puntos; luego la unidad del movimiento compuestoes puramente facticia; lo que hay realmente es una multiplicidad desubstancias y de movimientos, sin mas lazo que una cosa puramenteextrínseca: la relacion de las posiciones en el espacio.

Troquemos ahora los vértices en representaciones y veamoslo que resulta. ¿Se las supone existentes sin mas lazo quesu coexistencia? entonces no forman un pensamiento, sino unconjunto de fenómenos que podrá ser considerado comouna reunion de cosas, pero nó como un pensamiento; ental caso el conjunto de todas las representaciones serásemejante al conjunto de los movimientos, pero no produciráningun resultado para el objeto que nos proponemos. Si áestas representaciones se les señala un punto de reunion,esto es, la relacion bajo la cual son percibidas, tendremos yapensamiento; pero ¿qué semejanza hay entre este acto uno, simplicísimo, y la totalidad de muchos puntosque se mueven?

[86.] Si Kant hubiese querido presentar un ejemplo mas seductor,debía echar mano de una teoría mecánica, cuyaaplicacion al presente caso ofrecia, si nó mas dificultad,cuando menos una apariencia mas engañosa: hablo de laresultante de un sistema de fuerzas y de su punto de aplicacion.{170}

Cuando muchas fuerzas obran sobre una línea, un plano,ó un sólido, producen un efecto igual al de unafuerza única, que se llama resultante; la que tiene unadireccion determinada, y un punto de aplicacion, cual si fuerasimple, ó si no hubiese dimanado de otras; ¿porqué no se podria aplicar lo mismo al pensamiento?¿por qué, á pesar de ser una cosa simple, nopodria ser el producto del concurso de varios agentes? Este ejemploes mas especioso, porque presenta el resultado de la composicionconcentrado todo en un punto; pero bien examinado tampoco pruebanada para el caso presente.

La disparidad está en que el pensamiento es un actosimple en sí mismo, y la resultante de las fuerzas lo esúnicamente en su relacion al efecto experimentado,único que nosotros podemos calcular. Cuando dos fuerzas seaplican á los dos extremos de una recta inflexible, elefecto es el mismo que si aplicásemos á un punto dela línea una fuerza sola igual á la suma de lascomponentes, y en una distancia del punto de aplicacion de lasmismas, inversamente proporcional al valor de cada una de ellas.Pero la unidad de este efecto depende de la cohesion de las partes,que no permitiendo movimientos aislados, debe hacer refluir lafuerza en un solo punto: mas las fuerzas componentes no dejan deser distintas, y de estar separadas, de tal suerte que en elmomento que cesase la cohesion, los puntos respectivos sentiriancada cual la accion de la {171} fuerza que les corresponde, ymarcharian en la direccion y con la velocidad que esta lesimprimiese. Si mientras dura la cohesion fuese posible dar ácada una de las fuerzas componentes conciencia de la accion queestán ejerciendo, habria dos conciencias realmentedistintas, que no llegarian á formar una conciencia comun, yque no se reunirian en otra cosa que en la produccion del efecto.Si el punto á que se aplican tuviese conciencia de la accionque experimenta, podria tener una conciencia semejante al de laaccion de una fuerza sola, igual á la suma de lascomponentes, si desconociese el modo con que se le trasmite laaccion de estas; pero desde que tuviese conciencia de la accionrespectiva de las mismas, sabria que el resultado se debe ála imposibilidad de que cada una de ellas produjese aisladamente elefecto respectivo. Por manera que si comparásemos el sujetopensante á este punto de aplicacion de las fuerzas,deberíamos atribuirle conciencia de la diversidad deorígen de las representaciones que concurririan á laproduccion del efecto total.

Se nos objetará tal vez, que por el análisis mismodel ejemplo, hemos proporcionado el triunfo á losadversarios de la simplicidad del alma; porque merced ásuposiciones arbitrarias, hemos venido á parar á unefecto simple, inherente á una cosa simple, y todo producidopor el concurso de varios agentes; pero si bien se reflexiona, elpretendido triunfo nunca habia estado {172}

maslejos que en el último caso á que nos conduce elanálisis de las fuerzas. Porque para llegar á unresultado simple producido por el concurso de varias fuerzas,necesitamos tambien un punto simple en el cual se concentre dichoresultado. Entonces, y precisamente solo porque hemos llegadoá esta simplicidad, podemos prescindir de las fuerzascomponentes, y considerar la resultante en la clase de un efectosimple producido por una fuerza simple, é inherente tambiená un sujeto simple que es el punto indivisible, al cual seconsidera aplicada; luego continuando la comparacion,deberíamos tambien decir que sea cual fuere el númerode agentes que concurren á la produccion del pensamiento,este reside en un sujeto simple, en cuyo caso está confesadala simplicidad del alma. Es verdad que entonces se fingiria uncierto número de agentes que influirian sobre el alma paraproducir en ella el pensamiento; pero una vez producido, ella solaseria el sujeto pensante, á la manera que el puntoindivisible es el solo en que se reune toda la fuerza de lascomponentes. Así nuestros adversarios no habrian ganado nadasino el cargar con la ridícula extravagancia del concurso deagentes, para venir á parar á una substancia simplepensante, que es lo único cuya existencia nosproponíamos demostrar.

[87.] Pretende Kant que es imposible el sacar de la experienciala unidad necesaria del sujeto pensante como condicion deposibilidad de todo {173} pensamiento; porque la experiencia nohace conocer ninguna necesidad, y el concepto de la unidad absolutase halla en una esfera muy diferente de la que conviene áeste caso. Es cierto que la sola experiencia no nos hace conocer lanecesidad, porque limitándose á hechos particulares,todos contingentes, no se extiende á la razon universal delos objetos; pero no se verifica lo mismo de la experienciaconsiderada objetivamente, esto es, en cuanto al conocimiento delas razones generales de las cosas: porque si bien esteconocimiento considerado subjetivamente, como un acto individual,es un hecho contingente, sin embargo, en cuanto existe, nosrepresenta verdadera necesidad en ciertos objetos, á no serque queramos renunciar á la certeza de todas las ciencias,inclusas las matemáticas.

Es claro que al hablar del pensamiento y del sujeto pensante, nopodemos desentendernos de la experiencia,

pues

que

nos

es

imposibleprescindir

de

la

base

de

todas

las

investigacionespsicológicas, yo pienso, cuya proposicion expresa unhecho de conciencia, un acto de experiencia interna; pero con estaexperiencia se combina la idea de unidad en general, es decir de laexclusion de la distincion y multiplicidad en el acto delpensamiento y en el sujeto pensante. Por manera que la demostracionde la simplicidad del alma sigue los mismos trámites quecuantas no se limitan á un órden puramente ideal, yque por consiguiente se forman de una premisa que {174}contiene una verdad necesaria, y de otra que consigna un hecho deexperiencia.

La premisa necesaria es aquí la mismadefinicion de la unidad y simplicidad: y la otra expresa el hechoexperimentado, esto es la naturaleza del pensamiento, tal como losentimos en nuestra conciencia.

[88.] De esta suerte, la demostracion de la simplicidad de losseres pensantes no se limita á los espíritus humanos,sino que se extiende á todos los sujetos donde se halle elhecho de conciencia.

Cuando Kant nos oponga que no podemos extenderesta demostracion porque entonces salimos del campo de laexperiencia, le replicaremos con este raciocinio: nuestrademostracion se funda en la idea de unidad y en el hecho deconciencia; la idea de unidad es general, y de consiguiente valepara todos los casos; el hecho de conciencia es una cosa que seencuentra en todo ser pensante, pues el pensamiento no esconcebible sin un sujeto que pueda decir yo pienso; luegoprocedemos legítimamente al extender la demostracion de lasimplicidad, á no ser que se pretenda dar á lapalabra pensar, una significacion muy diversa de la que ledamos todos, en cuyo caso salimos del terreno filosófico yentramos en una cuestion de palabras.

[89.] La idea de un ser pensante la hemos debido recibir de laexperiencia que hallamos en nosotros mismos; esta idea la dilatamosó la restringimos aumentando ó disminuyendo superfeccion, {175} pero en el fondo queda siempre lamisma: y no concebimos el pensamiento en otro ser, sin atribuirlealgo semejante á lo que sentimos en nosotros. En esteconcepto tiene razon Kant cuando dice que al querer representarnosun ser pensante, debemos ponernos á nosotros mismos en lugardel objeto. Segun el mismo filósofo no exigimos para elpensamiento la unidad absoluta del sujeto, sino porque sin estaunidad seria imposible decir yo pienso; pues que si bien latotalidad del pensamiento puede estar distribuida entre muchossujetos, el yo subjetivo no puede estar dividido ni repartido, yeste yo le suponemos en todo pensamiento. La proposicion, yopienso, es el fundamento sobre el cual la psicología edificasus conocimientos; esto lo confiesa Kant, y no se comprende porqué admitiendo que esta proposicion es la forma de laapercepcion que se liga con toda experiencia y la precede, dice queno es experimental; como si no estuviese sujeto á verdaderaexperiencia tanto el pensamiento como su forma; cuando si bien seconsidera, mas bien debe ser experimentada la forma que el mismopensamiento, supuesto que este es distinto en cada caso; mientrasla forma es idéntica en todos; porque ella en sí noes otra cosa, que la conciencia de la unidad, idéntica enmedio de la diversidad.

[90.] Al concebir esta unidad absoluta en el yo, no concebimosuna unidad lógica como pretende Kant; sino una unidad real,supuesto que {176} permanece la misma realmente entre lavariedad del pensamiento. Cuando enunciamos esta unidad en laproposicion, yo pienso, no hablamos de una forma en abstracto,comun á todas las percepciones, sino de una cosa positivaque hay en nosotros, y cuya realidad es indispensable para que elpensamiento sea posible.

[91.] Dice el filósofo aleman: «esta condicionsubjetiva de todo conocimiento no seria justo convertirla encondicion de la posibilidad de un conocimiento de los objetos, esdecir, en un concepto del ser pensante en general, atendido quenosotros no podemos representarnos este ser sin ponernos ánosotros mismos en su lugar, con la fórmula de nuestraconciencia.» No creo que los psicólogos que hanpretendido poder demostrar la simplicidad del alma, se hayanlisonjeado de llegar á una idea perfecta de los serespensantes, ni tampoco negado el que el tipo de esta idea lo sacamosde nuestra experiencia; lo que han pretendido es que la razon losconducia á inferir que habia unidad absoluta de sujeto,donde quiera que hubiese un ser pensante; aunque su pensamientoperteneciese á una escala mas ó menos perfecta que lanuestra.

[92.] Cuando Kant observa que el sujeto de la inherencia delpensamiento está solo indicado de una manera trascendentalsin que se descubran sus propiedades, y que por esto no conocemosla simplicidad del sujeto mismo, consigna un hecho que en algunmodo se puede admitir, pero saca

{177} una consecuencia falsa.Es verdad que no conocemos la substancia del alma sino por lapresencia del sentido íntimo, y por su relacion con losactos; y que por consiguiente ella en sí misma, conabstraccion de todos los fenómenos que experimentamos, nonos es dada en intuicion inmediata, y que cuando llegamos áeste punto nos quedamos reducidos á la idea de un sersimple; pero esta indeterminacion y vaguedad en el conocimiento dela substancia del alma, no nos impide el conocer su simplicidad, siesta se halla atestiguada por el sentido íntimo, yademás por la naturaleza de los fenómenos que nos daná conocer al sujeto pensante.

[93.] Creerán algunos que la indeterminacion en elconocimiento de la substancia del alma, es un hecho descubiertorecientemente por el filósofo aleman; pero es fácilprobar que este hecho habia sido notado de muy antiguo,hallándose consignado de una manera muy especial y muyinteresante, en los escritos de Sto. Tomás. Estemetafísico eminente se propone la cuestion de si el almaintelectual se conoce á sí misma, por su esencia;utrum anima intellectiva seipsam cognoscat per suam essentiam; ydespues de varias consideraciones sobre la inteligencia y lainteligibilidad de los objetos, la resuelve con las siguientesnotabilísimas palabras. «El entendimiento no se conocepues á sí mismo por su esencia, sino por su acto, yesto de dos maneras: en particular, en cuanto Sortes óPlaton percibe que {178} tiene alma intelectual, por lo mismoque percibe que entiende: y en universal, en cuanto consideramos lanaturaleza de la mente humana por el acto del entendimiento. Eljuicio y la eficacia de este conocimiento de la naturaleza del almalo tenemos por derivacion de la luz que nuestro entendimientorecibe de la verdad divina, la cual contiene la