COLECCIÓN
DE
ESCRITORES CASTELLANOS
——
CRÍTICOS
HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y D E L A R T E D R A M Á T I C O
EN ESPAÑA
TIRADAS ESPECIALES
100 ejemplares en papel de hilo, del I al IOO.
25 "
en papel China, del I al XXV.
25 "
en papel Japón, del XXVI al L.
HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y D E L A R T E D R A M Á T I C O
EN ESPAÑA
POR
A D O L F O F E D E R I C O
CONDE DE SCHACK
traducida directamente del alemán al castellano
POR
EDUARDO DE MIER
TOMO I
MADRID
IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE M. TELLO
IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M.
ISABEL LA CATÓLICA, 23
1885
AL SEÑOR
D. FELIPE GONZÁLEZ VALLARINO
A cuyo amor á su patria, y al mayor lustre de las letras españolas, sedebió la publicación del primer tomo de esta obra en 1862; y como leve,aunque cordial testimonio de admiración á tan raro ejemplo, y de que lostítulos á la gratitud nunca prescriben, ni la memoria ha de olvidarjamás los beneficios recibidos, dedica esta nueva y completa edición dela misma obra, en 1885, su afectísimo y antiguo amigo EDUARDO DE MIER.
ADOLFO FEDERICO,
CONDE DE SCHACK.
DOLFO Federico, conde de Schack, nació en Schwerin (Meclemburgo) el 2de agosto de 1815, pasando los años de su niñez en Brüssewitz, posesiónde campo situada no lejos de aquella ciudad. Nombrado su padre miembrode la Dieta del imperio, trasladó con él su residencia, todavía joven, áFrancfort del Mein, cuyo gimnasio frecuentó. Aquí sintió los primerosestímulos para aficionarse al estudio de las lenguas; y á la vez que seconsagraba á aprender el griego con pasión, y aprovechaba sus horaslibres en conocer el italiano y el español, se servía además de lagramática y de la crestomatía de Wilkens para iniciarse en el idiomapersa. También desde sus primeros años se despertó en él la inclinacióná los viajes, visitando, cuando sólo contaba diez y ocho años, lapenínsula itálica. Estudió jurisprudencia en las universidades de Bonn,Heidelberg y Berlín, aunque con disgusto y sin otra mira que complacer ásus padres, más ocupado en el estudio de las lenguas y de lasliteraturas antiguas y modernas, así de Occidente como de Oriente, queen el de las leyes y sus fundamentos. Ya en esa época acariciaba la ideade trasladar la gran epopeya de Firdusi á la lengua alemana.Comprendiendo, sin embargo, que, para dominar el idioma persa, eranecesario poseer á fondo el árabe, no menos difícil, dedicóse á aprendereste último con ardor extraordinario. A la vez ponía todo su empeño entraducir también el sanscrito. Con estas tareas eruditas alternabaSchack sin descanso escribiendo versos. Sus constantes vigilias yaplicación alteraron un tanto su salud, no encontrando alivio de otromodo que haciendo largos viajes; así recorrió en 1835 toda la Italia, éintentó penetrar en España, después de visitar detenidamente losPirineos, si bien no pudo lograrlo por impedírselo la guerra carlista.
Después de sufrir Schack los exámenes jurídicos necesarios para actuarcomo abogado, ejerció esta carrera en Prusia, en los tribunales deBerlín. En el año de 1839
tuvo la fortuna, ansiada por él con extremo,de renunciar al manejo de los autos, que tan odioso le era, y satisfacersus deseos vehementes de recorrer el mundo.
Encaminóse en seguida áSicilia, dió la vuelta á esta isla magnífica, y ascendió á la cima delEtna, aunque era en el mes de marzo y toda la montaña, hasta sus faldas,estaba cubierta de nieve. Aguardábale aquí una aventura extraña. EnSiracusa, y en compañía de varios ingleses, se había embarcado en unbuque costero llamado Speronara, con rumbo á Malta; pero, durante unanoche obscura y borrascosa, el miserable barquichuelo fué sumergido porun brik francés, nombrado Les Deux Augustes, hundiéndose en la mar álos pocos minutos. Schack y sus compañeros de viaje escaparon á duraspenas con la vida; las olas se tragaron sus cofres y dinero, debiendosólo á la circunstancia de llevar en un cinto ceñido á su cuerpo unacarta de crédito, el disponer de medios suficientes para trasladarsedesde Malta á la tan deseada Grecia. Según cuenta Goedeke en subiografía de Manuel Geibel, Schack, amigo de este último y de ErnestoCurtius, á quienes había tratado en Berlín antes de salir estos dos paraAtenas, celebró con ellos un banquete de despedida, y brindaron á supronto encuentro en la ciudad del Pireo; y en efecto, Schack tuvo lasuerte, al desembarcar en el Pireo, de ver á su amigo Curtius, y devisitar con él en seguida á su común amigo Geibel. Residió algunassemanas, inolvidables para él, en la ciudad del Ilyso; visitó luegoparte de la Grecia septentrional, y se detuvo algún tiempo, durante laprimavera, en el valle encantador del Eurotas.
Después de recorrer diversas islas griegas, desembarcó en Magnesia y enlos campos de batalla de Troya, atravesó el Asia Menor hacia Brusa,ascendió al Olimpo de Bitynia, y contempló por vez primera á la suntuosaByzancio. Desde aquí, con arreglo á un plan, no bien calculado, pasó áEgipto, y luego, bajo los rayos de un sol ardiente, visitó el Sinay y lapeñascosa ciudad de Petra, de muy difícil acceso por lo escarpado de lacosta. Después de visitar, dirigiéndose otra vez al Norte, á Jerusalén,Damasco y el Líbano, se embarcó en Beyrut, y después de un brevedescanso en Syra y Malta, llegó al Peñón de Gibraltar.
A pesar de haber ya transcurrido un año desde su salida de Alemania, yterminado su licencia, no pudo resolverse á dar la vuelta á su patriasin invertir algunos meses en recorrer la España, principalmente áGranada, Sevilla y Madrid. Resultado de este primer viaje fué su poema Lotario, publicado mucho después, el cual, como dice en ladedicatoria á Fernando Gregorovius, se escribió ya en una barca delNilo, ya en lo alto del convento latino de Jerusalén, ya, en fin, en lasoberbia alameda de Ronda, suspendida en el abismo. Posteriormente, sinembargo, reunió Schack importantes materiales de las bibliotecasespañolas para su Historia de la literatura y del arte dramático enEspaña, cuyo vasto plan trazó y revolvió con especial empeño durantelargo tiempo. Al publicarse esta obra, algunos años más tarde, á costade penosas investigaciones hechas en las bibliotecas de Londres, deParís y de Viena, el autor obtuvo rica cosecha de aplausos, tanto enAlemania como en España.
A su regreso consiguió Schack un puesto oficial más adecuado á susinclinaciones, entrando al servicio inmediato del Gran Duque deMeclemburgo, Federico Francisco II, y pasando en seguida, con el cargode consejero de legación, al consejo de la Dieta de Francfort del Mein,cuyas funciones le dejaban tiempo bastante para consagrarse á susestudios literarios. Los años transcurridos en esta ciudad, su segundapatria, fueron para él venturosos y fecundos en obras de su ingenio. Suvida fué, no obstante, agitada, habiendo residido algún tiempo en París,en donde tuvo la fortuna de tratar personalmente á varias celebridadesliterarias y artísticas, especialmente á Víctor Hugo, al pintorDelacroix y al compositor Héctor Berlioz.
Así como en Francia conoció la corte de Luis Felipe, así también en otrolargo viaje, en que acompañó al Gran Duque por elección de éste, conociótambién casi todas las cortes alemanas é italianas, y en Constantinopla,personalmente, al Gran Sultán. En el año de 1848 abandonó la ciudad deFrancfort por haber cesado en su cargo.
Había trabajado mientras tanto con el mayor celo en su imitación deFirdusi, ya casi concluída, puesto que, á pesar de su vidaextraordinariamente activa, había logrado emplear algunas horas diariasen sus estudios favoritos. Había escrito al mismo tiempo innumerablescomposiciones poéticas; pero temía publicarlas, contentándose conescribirlas. Mientras duraron los desórdenes políticos de Alemania,después de estallar la revolución francesa de febrero, residió tambiénSchack en Francfort para observar de cerca el desarrollo de los sucesos,cuyo teatro era su patria. Entonces comenzó su comedia, titulada DerKaiserbote, acabada el año siguiente, con el propósito de satirizar álos gobiernos y á los diversos partidos, é inspirándose en el deseo
dedefender
la
unidad
de
Alemania
bajo
el
cetro
de
los
Hohenzollern.Constituído un poder central provisional, á consecuencia de un acuerdodel Parlamento, el representante del imperio creyó conveniente entablarrelaciones internacionales con las demás potencias de Europa, y nombrarembajadores para Londres, París, San Petersburgo, Roma y Atenas.
Elpríncipe Chlodwig de Hohenlohe fué el encargado del imperio en estas dosúltimas ciudades, como lo es ahora en la capital de Francia,ofreciéndosele á Schack el cargo de consejero de legación cerca de estemismo diplomático. Aunque sabía bien que esta embajada no daríaresultados políticos importantes, aceptó, sin embargo, la oferta que sele hizo, comprendiendo que viajar con un Príncipe tan ilustrado, á quienacompañaba su amable esposa, le proporcionaría goces lícitos muyapetecibles y aprender muchas cosas interesantes. Entonces visitó alpapa Pío IX en Gaeta, en donde se había refugiado después de estallar larevolución de Roma. Schack en esta ocasión besó varias veces la diestradel vicario de Jesucristo, cuya bondad, impresa en todos sus rasgos,hizo en él la impresión más favorable y duradera. El mismo pequeñocastillo de Gaeta, que albergaba al Papa, sirvió de refugio al reyFernando de Nápoles, al cual visitó también nuestro historiador; pero,así como Pío IX era para él la imagen de un patriarca venerable, asítambién el monarca de Nápoles simbolizaba en su persona al tiranosombrío é intrigante. En esa reducida fortificación se reunían tambiéntodos los embajadores, acreditados en las Cortes de Italia, por cuyarazón su residencia en este lugar proporcionó á nuestro poeta,llenándolo de alegría, conocer y tratar á dos españoles, distinguidospor sus méritos literarios, á saber: á Martínez de la Rosa y á D. Angelde Saavedra, duque de Rivas, embajador el primero en Roma y el segundoen Nápoles.
Pasando por Malta navegó entonces á Atenas, en donde la embajada delimperio fué saludada con entusiasmo por los alemanes allí residentes,considerándola como anuncio de la unidad tan deseada de su patria,siendo también recibida por el rey Otón con la mayor alegría. La amistadque unía á Schack con el embajador inglés Sir Edmundo Lyons, que puso unvapor inglés á disposición del príncipe de Hohenlohe, contribuyópoderosamente á amenizar una excursión muy agradable que hizo á laTierra Santa y á Egipto. Desde Kaipha, en donde arribó el vapor,emprendieron los viajeros á caballo en compañía de la princesa deHohenlohe, que demostró ser una amazona varonil, una expedición áJerusalén, pasando por Nazaret y Naplus; después desde Jaffa, en cuyarada insegura no pudo echar el áncora el vapor, volvieron hacia lamontaña del Carmelo, en donde debían aguardar un tiempo más favorable ála navegación. Con un mar borrascoso llegaron, no obstante, á Egipto,cuyo virrey, no menos complaciente que lo había sido el embajadoringlés, les proporcionó un vapor para viajar por el Nilo hasta lasCataratas. En Tebas, al pie del coloso de Memnon, iluminado tambiénahora por los rayos de la aurora, ocurrió á Schack el pensamiento de unabreve epopeya titulada Memnon, escribiendo en seguida alguno de suscantos, si bien lo terminó recientemente con distinta versificación.Schack, después de regresar á Italia, y mientras el príncipe deHohenlohe se encaminaba á Alemania, residió algún tiempo en Nápoles, ydespués en Roma, convertida en república bajo la presidencia de Mazzini.Había tratado antes con alguna intimidad en Londres á este famosoconspirador y revolucionario, sin compartir sus ideas políticas,mereciendo de él la mayor consideración, como era de esperar de unpersonaje tan instruído y de pensamientos tan elevados, por cuyo motivose regocijó sobremanera al saludarlo otra vez en Roma y merecer de éltan cordial acogida. Hace poco visitó con satisfacción el notablemonumento levantado en Génova al mismo.
Schack fué llamado de repente de Italia á Alemania para ocupar unasiento en Berlín en el consejo de administración del titulado Drei-Königs-Bundniss (alianza ó liga de los tres reyes). Propúsose,sin duda, Prusia, después de renunciar la dignidad imperial el reyFederico Guillermo IV, fundar un estado confederado alemán, excluyendode él á Austria. Este período fué para nuestro poeta tan ocupado, quehubo de renunciar á sus trabajos literarios, y durante su permanencia enBerlín con tal motivo, fueron para él inolvidables por sus atractivoslas horas en que disfrutó del trato y compañía de Alejandro de Humbold,que lo apreció siempre sobremanera, y de Luis Tieck. Por último, despuésde la muerte de su padre en el año de 1852, renunció al servicio delEstado, aprovechando la libertad conquistada en volver de nuevo áEspaña, en donde vivió dos años enteros, en Madrid el invierno y enGranada el verano. En Madrid trató diariamente á Hartzenbusch, al duquede Rivas y á otros literatos y poetas notables; en Granada, en dondetrabajó un día entero en la Alhambra, maduró el proyecto de escribir unaobra acerca de la civilización de los árabes españoles, y en particularde su poesía, no bien conocida hasta ahora. Estuvo luego en Lisboa, conel propósito de encaminarse á la América meridional y realizar uno desus deseos más vehementes; visitó, pues, la isla de Madera y también lasCanarias, subiendo al pico de Tenerife y abandonando, al fin, supropósito, porque su salud, ya delicada, no se prestaba á las exigenciasde un viaje de esta especie.
Hallándose, después de una ausencia de dos años, solitario otra vez ensu posesión de campo de Meclemburgo, le sorprendió una carta del reyMaximiliano II de Baviera, en que este monarca manifestaba el deseo detenerlo á su lado. Schack, prefiriendo á todo su independencia, noaceptó, á la verdad, la envidiable posición que el Rey le ofrecía cercade su persona, pero tampoco se opuso á presentarse á este soberano tanilustrado en una excursión que hizo á Berchtesgaden, siendo recibido conel mayor agrado, y dando esto motivo á que Schack, durante algunos años,residiese en Munich en los meses de invierno. Mantuvo un trato personalíntimo con el rey Maximiliano, que lo animaba cariñosamente en sustrabajos. Dedicóse entonces con el mayor celo á escribir, libre ya deobstáculos exteriores que se lo prohibiesen. A sus Stimmen vom Ganges,colección de tradiciones indias, sacadas en su mayor parte de losPuranas, siguió la obra en dos tomos titulada Poesía y arte de losárabes en España y Sicilia, y las Estrofas de Omar Chifam, delpersa.
Resolvió entonces el poeta, que guardaba muchas obras poéticas inéditas,cuyo número se aumentaba cada día, ofrecerlas al público. A los Poemas, impresos en 1866, siguieron en breve intervalo de tiempo los Episodios, colección de narraciones en verso; las poesías épicasburlescas Durch alle wetter y Ebenbürtig, en parte recuerdos deviajes y del Lotario, escrito con anterioridad; la pequeña epopeya Memnon; las comedias políticas Der Kaiserbote y Cancan, reputadaspor muchos como sus obras más importantes; Noches orientales ó la Weltalter; las tragedias los Pisanos, Timandra, Atlantes, Eliodoro, Gastón, Emperador Balduino, Walpurga; las doscolecciones de poesías líricas, Cantos de año nuevo y Hojas de Loto,y por último, los Fragmentos diurnos y nocturnos, serie de poesíascortas, en su mayor parte narrativas, de muy diverso argumento[1].
Volviendo ahora á la vida de nuestro Schack, añadiremos, que, después dela prematura y sensible muerte del Rey Maximiliano II, como habíacesado la única causa que lo retenía en Munich, residió ya en estaciudad con menos persistencia, visitándola sólo en la primavera y en elotoño, y pasando el invierno en Italia y el verano en Meclemburgo. Loque lo atraía principalmente á la capital de Baviera, era el cuidado yaumento de su galería de cuadros, cuyo origen y disposición ha trazadoprolijamente por escrito. En la última mitad de su vida no renuncióSchack á su costumbre de emprender largos viajes. En el año de 1865acompañó al Gran Duque de Meclemburgo á España y Portugal. Entoncesvisitó al emperador Napoleón III en Biarritz, en su villa Eugenia, y ála reina Isabel en su residencia real de San Ildefonso.
Otra expediciónmás importante hizo también el poeta en el año de 1872 á Oriente, con elGran Duque de Meclemburgo. La navegación por el Nilo hasta Phile leimpresionó más que antes, porque el gran egiptólogo Brugchs Pachá, quehabitaba con él en el mismo camarote del vapor, le inició en los nuevosy maravillosos descubrimientos sobre la prodigiosa antigüedad de lacivilización de Egipto. A caballo y durmiendo veintiocho noches bajotiendas, atravesaron los viajeros la Palestina, una gran parte de Siriay el Líbano. Después pasaron á Atenas, en donde Schack visitó á los dosnuevos soberanos en el mismo palacio, en donde antes lo recibieron elRey Otón y su esposa. En Constantinopla también tuvo ocasión, como unostreinta años antes, de visitar la corte de los Osmanes.
Prescindiendo, pues, de estas expediciones hechas por nuestro poeta,movido por causas exteriores, casi hasta nuestros días, y obedeciendo ásu natural afición, ha acometido otras casi anuales á Argel, á Suecia yNoruega, y otra vez á España, en el invierno de 1883 á 84. No obstantesu vida activa y sus frecuentes viajes, ha aprovechado el tiempo,consagrándose á sus trabajos literarios, y así se explica que conservetodavía muchas composiciones poéticas inéditas, y muchos recuerdos yapuntes curiosos de su vida, que se propone publicar. Si bien hacecuatro años se lamentaba de la helada frialdad y mortal indiferencia,que mostraba la nación alemana á sus obras poéticas y literarias, hoy notiene ya ni pretexto siquiera para quejarse.
Todas sus poesías hanlogrado un éxito extraordinario, y se han hecho populares en todas lasclases sociales, hasta el punto de agotarse su primera edición en elbreve espacio de un año, preparándose ahora otra, considerablementeaumentada. Tampoco puede lamentarse Schack de que sus méritos no hayansido conocidos y premiados con honores y distinciones de toda clase.Así, el emperador de Alemania le concedió el título de conde en 1876,transmisible á sus herederos; las universidades de Leipzig y de Tübingenle nombraron doctor honorario; es también miembro honorario de laAcademia Real de Ciencias de Baviera, de la Academia Real de Baviera yde la Imperial Austriaca de Bellas Artes, miembro de la Real AcademiaEspañola de la Lengua y de la de la Historia de Madrid, caballero de laOrden Real prusiana de San Juan; tiene la Gran Cruz de la Orden Realbávara de San Miguel; es miembro de la Orden de Maximiliano para premiarlas ciencias y las artes, comendador de primera clase de la Orden delGran Ducado de Meclemburgo de la Corona Wendische, oficial de primeraclase de la Orden Real griega del Salvador, Gran Cruz honorífica de laHaus-Orden del Gran Ducado de Oldemburgo, comendador de primera clase dela Orden del Halcón Blanco del Gran Ducado de Weimar, caballero de laOrden Imperial austriaca de segunda clase de la Corona de Hierro, granoficial de la Orden persa del Sol y del León, comendador de primeraclase de la Orden española de Carlos III y Gran Cruz de la Orden deIsabel la Católica, estando además condecorado con la Imperial turca deNischan-Iftichar con brillantes, y siendo gran oficial de Medschidje,caballero de la Orden del Zähringer León del Gran Ducado de Baden, de laLudwigs-Orden del Gran Ducado de Hesse y de la Legión de Honor francesa.
De los hechos indicados, que constituyen la historia ó biografía denuestro autor, se desprenden lecciones importantes, útiles á lageneralidad de los hombres y aún más á los españoles. Aparece de ellosque Schack, ávido desde su adolescencia de saber, de distinguirse y deservir á su país, comprendió que para la consecución de tan grandesfines, era de todo punto indispensable emplear los medios conducentes ásu logro. De aquí, sin duda, el ardor extraordinario, con que se dedicóal estudio de las lenguas antiguas y modernas, aprendiendo el latín,griego, árabe, persa, sanscrito, francés, inglés, español é italiano.Sin embargo, para escribir una historia literaria, y más la de un pueblocomo España, tan rico en estas obras de ingenio, era necesario ademásposeer otros muchos conocimientos, tanto estéticos como históricos yliterarios. Tropezaba á la vez con la grave dificultad de allegarmateriales adecuados á su propósito, conocerlos bien, ordenarlos yclasificarlos, valorar su mérito respectivo y formar de ellos juiciosestético-críticos que exigían profundos estudios previos, y sobre todoun buen gusto depurado por frecuentes observaciones y comparaciones conlos modelos, que en cada género se han considerado hasta aquí como másperfectos. Es claro también que, al escribirse hoy una historia decualquiera literatura especial, se piden á su autor requisitos pococomunes, y entre ellos una extensión de conocimientos, que demandanmucho tiempo y mucho trabajo, ya que siempre es conveniente hacercontinuas excursiones en el campo de otras literaturas extrañas, paracomparar y calificar las producciones similares y su valor relativo.
Porúltimo, es también indispensable trazarse un plan sensato y práctico, alcual han de sujetarse los estudios y trabajos que se hagan, empresatanto más difícil cuanto más nueva. Mariana, bajo este aspecto, merecemás aplausos que los demás escritores de nuestra nación, consagradostambién á escribir la historia, puesto que el primero hubo de dar unaforma á inmensos materiales desordenados, y los demás encontraron yaabierta la senda que, más ó menos limpia ó más ó menos alterada en sudirección primitiva, había de llevarles al lugar deseado.
Pues bien; todo esto, que parece exigir entre otras condicionespersonales del historiador la de tener una edad madura, lo hizo AdolfoFederico de Schack cuando contaba poco más de veinte años.
Las causas que le indujeron á acometer esta obra, fueron probablemente,además de las indicadas, la emulación despertada en él por suscontemporáneos, cuyas lecciones, trato y escritos hubieron de influirmucho en su ánimo. Desde el impulso dado á la crítica por Lessing,extendiendo sus horizontes y no contentándose ya con las reglas y losantiguos modelos, se había sentido en Alemania afición extraordinaria alestudio de las literaturas extranjeras, como lo prueban los muchosescritos de autores distinguidos de esta época, entre los cuales, por surelación especial con nuestra literatura, sobresale en primer términoAugusto Guillermo Schlegel. Puede asegurarse que si éste no fué el únicocreador de la escuela romántica, fué por lo menos el que expuso ydefendió sus principios con más talento, con más elocuencia y con mejoréxito. Las ideas estéticas de Schack son, pues, también románticas, ycon ese criterio juzga las producciones de nuestros ingenios. Sinembargo, ni el romanticismo de Schlegel, ni el de Schack, es el absurdoy monstruoso que reinó después en Francia, y que pasó á nuestra España,esto es, una violación perpetua de todas las reglas del buen gusto, unamonomanía continua de romper todo freno y toda valla y traspasar todoslos límites razonables, un delirium tremens, cuyo único fin es elculto á lo inverosímil, á lo extravagante y á lo patibulario. Este no esni ha sido nunca el romanticismo de esos grandes maestros ni el deAlemania, porque pocas naciones, como Francia, disfrutan el singularprivilegio de exagerarlo y desfigurarlo todo, como, por ejemplo, trocarla aversión razonable y sensata á los excesos y males del fanatismoreligioso en odio y en persecución encarnizada al catolicismo y alcristianismo, las ventajas de una libertad política, prudente y juiciosaen una orgía eterna de desórdenes y de luchas de partido, y, en críticaliteraria, la estimación y aprecio de las obras populares, aunque noclásicas, con la soberanía del desenfreno y del mal gusto.
Schack no es, por tanto, clásico como parece serlo Ticknor, y tienesobre éste la ventaja de profesar á su asunto un amor mucho más vivo yentusiasta, cualidad que, aunque tenga sus inconvenientes bajo elaspecto rigorosamente crítico, no puede menos de agradar á losespañoles. Ha contribuído eficazmente á difundir por el mundo laimportancia y la fama de nuestros grandes dramáticos, y lo que es másmeritorio, ha influído en nosotros para que reconozcamos y apreciemos sumérito. Hay, pues, que agradecérselo, teniendo siempre en cuenta que,al escribir su libro, no se propuso ni pudo nunca proponerse decir laúltima palabra sobre la materia, ni apurar todas las investigacionesposibles sobre los autores y sus escritos, ni dejar un monumento quefuese de todos los tiempos, acerca de nuestra literatura dramática. Suobjeto no fué otro que ilustrar esta parte importantísima de losconocimientos humanos, contribuir á la mayor extensión de la críticaestética, y en lo posible, influir también en el teatro de su patria,que se encuentra en un estado muy parecido al de las demás naciones deEuropa. Tuvo juicio bastante para encerrar su trabajo en límitesrazonables, y para que con su lectura pudiera formarse una idea exactade lo que ha sido nuestra literatura dramática. Trazó sus límites conprudencia y con discernimiento, ni dándoles una extensión desmesurada dedifícil ó imposible ejecución y terminación, como Amador de los Rios, nihacerlo tampoco estrecho, defectuoso é insuficiente; y la prueba de queesto es exacto, nos la suministra el hecho elocuente de que la obra deSchack es y será por mucho tiempo la única clásica y verdaderamente útilsobre nuestro teatro.
Como no es nuestro objeto enumerar todos los méritos de Schack