Las Mariposas Vuelan Libres: Un Acercamiento Innovador y Radical a la Evolución Espiritual by Stephen Davis - HTML preview

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CAPÍTULO 3

¿QUÉ FALLA AQUÍ?

 

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Prácticamente todos los Humanos-Adultos se han agrupado en grupos diversos en la trasera del cine. Cada grupo trata de descubrir cómo cambiar su realidad, normalmente con un líder que provee de guías a los seguidores, a menudo a base de textos, instrucciones o reglas por escrito. Cada uno de los Humanos-Adultos ha conseguido al menos una pizca de responsabilidad de sí mismo en este momento, incluso alguno de los grupos llegan a decir cosas muy bonitas sobre el “cambio individual”. Aunque el enfoque principal sigue estando en “ellos” y “ahí fuera,” lo que continúa involucrando a gente como nosotros en películas llenas de dolor y sufrimiento.

Pero, como he dicho antes, ser un Humano-Adulto no es una forma “mala” de emplear la propia vida. Hay algunos resultados asombrosos que pueden obtenerse al pertenecer a uno o varios de estos grupos.

Por ejemplo, es posible que tras aplicar algo de lo que has aprendido en un grupo pueda parecer que cambia ligeramente el contenido de las películas en 3D en las que aún estás inmerso. Algunos Humanos-Adultos pueden ver más cambios que otros.

También es posible que el contenido de las películas no cambie, pero que encuentres ciertas técnicas para llevar mejor el dolor y el sufrimiento infligidos por las películas. Algunos Humanos-Adultos pueden aprender a conllevar eso mejor que otros.

Incluso puedes tener toda clase de experiencias místicas o extrasensoriales, o momentos de “unión con Dios”, o de “unidad con Todo lo que Es”, llamado la así llamada “iluminación”. Puedes aprender a controlar los latidos de tu corazón, a tumbarte en una cama de clavos, a mover objetos y doblar cucharas, a hacer que aparezcan plazas de aparcamiento donde las necesitas, a hacer cirugía psíquica, a tener experiencias de fuera del cuerpo, a convertirte en telépata o clarividente, o incluso a levitar.

Si esos son tus objetivos, puedes llegar a cumplirlos como Humano-Adulto en la trasera del cine, suponiendo que encuentres el grupo adecuado y te apliques diligentemente a la tarea.

Pero hay un problema. Uno muy grande, o varios muy grandes, de hecho.

Cuando llega a la trasera del cine, la mayoría de los Humanos-Adultos cree en última instancia que la vida no debería incluir ningún dolor o sufrimiento en absoluto, que tu realidad podría ser, de hecho, una vida de alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos. El Cielo en la Tierra, si quieres. Pero todavía no has llegado allá a pesar de todo el trabajo que has desarrollado, y de todas las técnicas que has aprendido, y de todas las meditaciones para las que te has sentado.

¿Por qué no?

Por dos razones. Una de ellas es que la creencia en una vida sin dolor ni sufrimiento es justamente eso, una creencia, y no existe evidencia alguna de que esa creencia sea verdad. ¿Te has encontrado alguna vez con alguien -no hablo de haber oído o leído historias de segunda mano del pasado-, te has encontrado alguna vez con alguien que en los tiempos actuales viva en alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos? (“Constantes, verdaderos y duraderos” elimina a los que emplean su vida en fingir la dicha eterna). Si eso fuera posible, ¿no crees que le habría pasado al menos una vez a algún Humano-Adulto en la trasera del cine, a alguien que tú conoces, o que un amigo tuyo conoce, o que conoce algún amigo de tus amigos? Después de todo, muchos de esos grupos proclaman que eso es algo que todos podemos conseguir.

La segunda razón es que la vida dentro del cine no está concebida para que incluya alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos, como veremos en un capítulo posterior. Eso allí no ocurrirá nunca.

Cierto es que, por ejemplo, podrías ser capaz de obtener más éxito económico como resultado de unirte a algún grupo, pero que entonces tu vida amorosa se vaya al diablo. O podría ser que encontrases a tu “compañero del alma” y que vivieses años de dicha marital, pero que por alguna razón no puedas ganar el suficiente dinero para conseguir las cosas que quieres. O que parezca que muchas circunstancias a tu alrededor vayan bien, pero que entonces tú, o algún miembro de la familia, o algún ser querido, sufra un accidente o enfermedad inesperados y todo vuelva a cambiar. O podría ser que desarrollases algún poder místico y tuvieses momentos de “unidad”, sólo para ver que ese momento de altura se desgasta y al final descubras que no eres feliz con tu vida la mayor parte del tiempo.

La verdad es que, como miembro de un grupo en la trasera del cine, no cambiarás nunca el guión básico de las películas, al menos no en una forma significativa y duradera, ni de la forma que crees que quieres. Muchos lo han intentado, pero prácticamente ninguno ha tenido éxito, así que no estás solo en tus deseos ni en tu frustración.

Para ponerlo en una forma muy simple: un Humano-Adulto en la trasera del cine jamás podrá tener todas sus cosas “bien alineadas” al mismo tiempo, haga lo que haga, crea lo que crea, finja lo que finja. Simplemente, no es posible.

¿Por qué?

El primer gran problema es que ninguno de esos grupos funciona verdaderamente, ninguno de ellos produce los resultados que proclama.

Antes de que cierres de golpe este libro e intentes defender tu elección personal de algún grupo en concreto, tómate un momento objetivo y sincero y considera que…

 

~ cuando miras al mundo de hoy, ¿crees que la especie humana es en su conjunto más pacífica, más amorosa, más tolerante, más realizada, más feliz, más segura, mejor alimentada y con mejores casas de lo que era hace diez años?, ¿o hace cincuenta, o cien años? ¿Cuando ves las noticias de la tarde, no parece que la verdad fuese justo lo opuesto? ¿No parece como si el mundo, tal como se retrata en las películas en 3D a tu alrededor, se dirigiera al camino “erróneo,” alejándose de la alegría, la abundancia, el poder y el amor constantes y duraderos para adentrarse en profundidades mayores de dolor y sufrimiento, a despecho de todos los esfuerzos de todos los grupos diferentes que han venido creciendo exponencialmente durante el mismo período de tiempo?

 

~ tras cientos y cientos de años, tras horas y horas de meditación llevadas a cabo por millones de personas, no se ha conseguido mucho, aparte quizá de algunos casos muy aislados. Después de tanta meditación, ¿dónde están los llamados “iluminados” y por qué no forman un porcentaje mayor de nuestra población?

 

~ si El Secreto o la “Ley de Atracción” funcionasen verdaderamente, veríamos un gran número de sus seguidores manifestando cosas maravillosas que viven de manera habitual. Para mí no haría falta siquiera una tasa del 100% de éxito para considerar eficaces estas técnicas. Si El Secreto, o la “Ley de Atracción” funcionasen un 50% de las veces para el 50% de la gente que lo intenta, los consideraría dignos de atención y elogio; pero cuando sólo poquísima gente obtiene resultados, y sólo poquísimas veces de las muchas que usan esas técnicas…

 

~ después de todos los pensamientos positivos, las compasiones, los peregrinajes, las oraciones, los altares, las “cabañas de sudor,” los círculos de piedras, las ceremonias, los rituales, las sentadas de protesta, las manifestaciones y las interminables reuniones del Curso en Milagros, aún no estamos más cerca de la paz en este planeta de lo que hemos estado jamás. Incluso el Movimiento Hippie tuvo poco o nada que ver con acabar la guerra de Vietnam, y en este momento estamos metidos en dos guerras más como ésa.

 

~ todos los cambios profundos en la historia humana han provenido de una sola persona, no de un grupo; ya sean esos cambios “buenos” (Jesucristo, Buda, Mahoma, Moisés, Confucio, Martín Lutero, Copérnico, Einstein, Edison, Alexander Graham Bell y Cai Lun, que inventó el papel en China en el 105 antes de Cristo), ya sean “malos” (Ghengis Khan, Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, etc.)

 

Repito, ninguno de los grupos en la trasera del cine produce nada ni remotamente cercano a lo que proclaman para un número aplastante de sus seguidores. No digo nada de esto como un juicio, ni los culpo, ni los critico, ni digo que estén “equivocados” por su falta de éxito (de hecho, sé que su falta de éxito es perfecta para la forma en que la sala de cine está diseñada). Meramente expongo hechos, señalo al “elefante en la habitación”, muestro que el emperador está desnudo.

Ni tampoco digo que no funcione ninguno de esos grupos porque no funcionaron para mí. Como has leído, yo estuve involucrado con muchos de los así llamados grupos espirituales y de autoayuda durante más de cuarenta años, grupos que incluían a cientos de personas, si no miles. Nunca me he encontrado ni una sola persona entre esos miles de la que pueda decir que ha conseguido lo que el grupo prometía. ¿Tú sí?

Quiero recordarte también que rehúso ser gurú, maestro, entrenador, guía o líder de grupo alguno, con lo que no tengo interés particular en presentarlos a todos como “equivocados” y a mí mismo como “verdadero” para que me sigas a mí en su lugar. No me interesan los “seguidores,” de manera que soy completamente libre de decirte la verdad tal como la veo y como cualquier otro puede verla si mira atenta, cuidadosa y honestamente.

 

* * *

 

Muy oportunamente, algunos de esos grupos explican por qué son tan ineficaces al ofrecer razones como “si no duele, no hay mejora” (“no pain, no gain”), o “se necesitan años y años, incluso varias vidas, para que nuestra técnica funcione”, o “será que haces algo mal,” o “tu deseo no es lo bastante puro y sincero”, o “no eres lo bastante espiritual para hacer que resulte”, o “recuerda que hay que pasar por sesenta y cuatro niveles para llegar a la iluminación”.

La excusa más común que ponen los grupos para su ineficacia es que “no tenemos la gente suficiente en el grupo para hacer que funcione”. De manera que, de cuando en cuando, uno o más de esos grupos vuelven a la sala principal e intentan levantar de sus asientos a algunos Humanos-Niños para que se unan a ellos, con algún éxito en ocasiones, basándose en la teoría de que más miembros en el grupo lo harán más eficaz. Como resultado, a veces unos pocos Humanos-Adultos nuevos logran llegar a la trasera del cine, pero no los bastantes como para hacer cambios.

Mi mayor oposición a cosas como El Secreto y la “Ley de Atracción,” por ejemplo, es que cuando no funcionan creemos que es culpa nuestra, que hay algo que no va bien en nosotros. A fin de cuentas, se supone que hay toda esa gente que los usa con éxito, así que debo ser yo, no soy lo bastante bueno para hacer que funcione. No valgo nada, soy un fracaso. El problema es que “toda esa gente que los usa con éxito” tampoco existe. Seguramente se dan casos en los que alguien usó El Secreto y “manifestó” un coche nuevo (ya veremos más adelante si eso era verdaderamente cierto) y, por supuesto, Rhonda Byrne “manifestó” probablemente un montón de dinero para ella misma cuando se inventó El Secreto.

La verdad es que no hay nada malo en ti, y nunca lo ha habido; el error reside en el grupo y su filosofía, sus técnicas, sus ceremonias o sus rituales. Simplemente: no funcionan de una manera continuada, ni siquiera para una pequeña parte de sus seguidores.

Si alguno de esos grupos en la trasera del cine lograse producir verdaderamente alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos, ¿no crees que la noticia se difundiría rápidamente y todos dejarían sus grupos y se unirían a ése? Si alguno de esos grupos tuviera éxito, aunque fuera moderado, cambiando las películas o las reacciones de la gente hacia ellas y proveyera por lo tanto un alivio real al dolor y al sufrimiento (más que ser simplemente una novedad temporal y bien promocionada), ¿no crees tú que habría más Humanos-Adultos llamando a su puerta para unirse a él? En lugar de eso, lo que vemos en nuestra sala de cine son nuevos grupos que crecen como setas. ¿Qué otra prueba se necesita para ver que los grupos actuales no funcionan?

Cuando los Humanos-Adultos se retiran del pensamiento grupal y son sinceros consigo mismos, saben que su grupo no funciona. El problema está en que no queremos admitirlo, porque uno de esos grupos tiene que funcionar. Nosotros queremos con muchas ganas que funcionen, necesitamos que lo hagan. Nosotros tenemos que creer que el grupo al que nos hemos unido nos ofrece el alivio que buscamos al dolor y al sufrimiento. Si no funciona ninguno de los grupos, nos sentiremos inútiles (no nos iría mejor que a los Humanos-Niños que aún están sentados en sus asientos) y ése es el peor sentimiento del mundo, sentimiento que hay que evitar sea como sea.

Para muchos Humanos-Adultos llega un momento en el que ya no pueden escapar ni seguir negando para siempre lo obvio y deciden que el grupo concreto al que pertenecen en ese momento no funciona, que no logra crear el cambio que quieren. En ese momento se cambiarán sencillamente de grupo a otro diferente, convencidos aún de que algún grupo tiene que funcionar, que todo lo que tienen que hacer es seguir buscando el “correcto”. En el transcurso de la vida de un Humano-Adulto se puede llegar a pertenecer a unos cuantos de esos grupos, si no a docenas de ellos, intentando encontrar desesperada y fútilmente el que funciona, el que hace lo que dice que puede hacer, el que ofrece alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos.

 

* * *

 

Jed McKenna no tiene cosas agradables que decir de los yoguis, swamis, chamanes, gurús y líderes de todos esos grupos ineficaces, los llama “charlatanes de feria,” como si estuvieran haciendo algo “equivocado”.

 

«Los gurús, la meditación y las enseñanzas espirituales son engaños amables destinados a confortar al cobarde interior y no a forjar al héroe interior… Los gurús son los peores egotistas que el mundo haya conocido jamás. Todos los gurús son organizaciones de bienestar que proporcionan experiencias insignificantes a sus seguidores. El juego de ser gurú es una industria muy provechosa: intenta ganar dos millones de dólares al año haciendo cualquier otra cosa».1

 

Aunque, según los hechos, todo esto puede ser acertado, no comparto los juicios de Jed que lo acompañan. Sí, es posible que haya algunos líderes de esos grupos que vayan por ahí para ganarse nombre, fama y fortuna para ellos mismos y son conscientes de que liderar un grupo de Humanos-Adultos en la trasera del cine puede proporcionarles a ellos exactamente eso, incluso si el grupo no produce resultado alguno para sus seguidores. Pero incluso eso no está “equivocado”.

En su conjunto, me gusta pensar que muchos de esos líderes intentan encontrar respuestas sinceramente. Al final alguien tiene que ser capaz de descubrirlo, ¿no?, ¿verdad?

Pero todos los líderes de todos los grupos acaban por encontrarse en un callejón sin salida, fundamentalmente porque su filosofía, o su técnica, o su práctica, contiene incoherencias importantes e irreparables.

Existe una teoría en psicología social llamada “disonancia cognitiva”2, que consiste en «un sentimiento incómodo causado por mantener simultáneamente dos ideas contradictorias entre sí”. La teoría de la disonancia cognitiva propone que la gente «tiene el impulso motivacional a reducir esa disonancia por medio del cambio de actitudes, creencias y comportamientos, o por medio de la justificación o racionalización de los mismos».3

Por ejemplo: como Humano-Adulto puede ser que te opongas a la crueldad con los animales, pero que te siga gustando la carne. Esto te crea un problema que de alguna manera tienes que resolver en tu mente.

 

«Una versión temprana de la teoría de la disonancia cognitiva apareció en el libro de Leon Festinger “Cuando falla la profecía”. Este libro brindó una descripción desde dentro de la creencia persistente entre los miembros de una secta apocalíptica de OVNIs, y documentó el adoctrinamiento creciente que mostraba dicha secta después de que la profecía de su líder sobre el “fin del mundo” no se realizara. La predicción de la destrucción de la Tierra (supuestamente esta predicción fue enviada al líder del grupo por los extraterrestres) se transformó en una “expectativa no confirmada” que provocó una disonancia entre las cogniciones “el mundo va a terminar” y “el mundo no se ha acabado”. Aunque algunos miembros abandonaron el grupo cuando la profecía falló, la mayoría de los miembros disminuyó la disonancia aceptando la nueva creencia de que el planeta se salvó por la fe del grupo».4

 

Jed McKenna sugiere que un Humano-Adulto experimentará algo similar a esto, que él llama “Disonancia Espiritual”…

 

«Un ejemplo corriente de Disonancia Espiritual sería: si Dios nos ama, ¿por qué permite tanto sufrimiento? La certeza del amor de Dios es la creencia interna, la evidencia del sufrimiento humano es la realidad externa. ¿Es que Dios es incapaz de terminar con el sufrimiento? No, debemos responder, porque Él puede hacer lo que quiera. Por lo tanto, Él debe permitir (o incluso ser la causa de) el sufrimiento. Pero, ¿cómo puede ser eso si Él nos ama? Algo tiene que ceder por alguna parte, o, preferentemente, evitaremos preguntarnos eso para empezar».5

 

Grupos diferentes ofrecen soluciones distintas para esta Disonancia Espiritual. Una técnica común es crear una creencia nueva que tienda un puente entre las dos creencias conflictivas:

 

Creencia interna: “Dios nos ama”.

Realidad externa: “Hay sufrimiento en el mundo”.

Creencia puente: “Sufrimos porque no somos merecedores del amor de Dios”.

 

O…

 

Creencia interna: “Fuimos hechos a imagen de Dios, que es perfecto en todos los sentidos”.

Realidad externa: “Hacemos cosas malas como seres humanos”.

Creencia puente: “La vida es una escuela, un centro de aprendizaje en el que debemos aprender y madurar hasta ser almas perfectas”.

 

Mi ejemplo favorito proviene de una de mis experiencias recientes en la comunidad intencional de Tamera, en el sur de Portugal. Una de las líderes espirituales sabe, en el fondo de su corazón, que “los juicios son erróneos” (su primera contradicción, porque decir que los “juicios son erróneos” ya es en sí un juicio); pero ella, debido a su compasión por los demás, quiere cambiar el mundo y hacer de él un lugar mejor para vivir. Es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que querer cambiar el mundo ya es un juicio de que las cosas están mal y necesitan cambiarse, así que sale con esta solución:

 

—Debemos aceptar las cosas tal como son, sin enjuiciarlas, y entonces podremos cambiarlas.

 

¡¿Qué?! La lógica más sencilla dice que si tú no juzgas algo como “bueno” o “malo,” “correcto” o “erróneo”, verás que ese “algo” es perfecto de la manera que es; cualquier acto que hagas no estará motivado en absoluto por la necesidad o el deseo de cambiar ese algo (hablaremos mucho más de este concepto en partes posteriores del libro).

Pero no hay grupo alguno en la trasera del cine que sea completamente lógico. Contradicciones flagrantes se manifiestan muy rápidamente en todos los grupos cuando una mente sincera y objetiva proyecta la luz de la razón y del discernimiento sobre ellos.

Algunos de esos grupos trasladan sencillamente sus incoherencias a una autoridad mayor: “el Señor actúa de manera misteriosa”, o “tratar de resolver esos problemas imponderables es trabajo de los clérigos”. O bien les dicen a sus seguidores que pasen totalmente por alto las preguntas difíciles, o que las nieguen, o simplemente que permanezcan ocupados y distraídos de manera que esa clase de preguntas, e incontables otras como ésas, no puedan afianzarse nunca en nuestra consciencia.

Sin embargo, el objetivo principal es detener el malestar…

 

«Los buscadores más sinceros…no buscan la verdad o las respuestas, lo que buscan es alivio de la Disonancia Espiritual. La savia del mercado religioso o espiritual es proveer ese alivio. No tiene nada que ver con la verdad o con el despertar, de hecho es justo lo contrario. En el análisis final, despojado de todas sus pretensiones espirituales, el mercado espiritual en su conjunto no es nada más que un taller de engrase rápido existencial. Aunque hay una variedad inacabable de envolturas, realmente sólo hay un producto. Lo que todos los buscadores espirituales buscan es la Consonancia Espiritual, un punto final al malestar… Pero la consonancia que buscan sólo puede encontrarse en una inconsciencia más profunda… Por lo que yo sé, la gente inclinada hacia lo espiritual, de toda clase de formas y disciplinas, en todos los estadios, no hace realmente más que mantener o profundizar su atrincheramiento, y quizá perder el tiempo por ahí con estados moderadamente alterados.»6

 

Yo todavía tengo muchísimos amigos en todos los grupos a los que he pertenecido, amigos que son inteligentes y bienintencionados Humanos-Adultos a quienes les preocupa mucho este mundo, probablemente muy parecidos a ti. De alguna forma se hace fácil pasar por alto estas contradicciones de cara a no agitar la barca en la que navega el grupo. La verdad es que no queremos que nuestro grupo tenga incoherencias ni contradicciones, así que, en lo que a nosotros respecta, no las tiene ni incluso cuando están escritas notoriamente sobre ese “elefante” en mitad del salón.

Recientemente, uno de los líderes de un grupo al que pertenecí declaró que sus miembros judíos ya no deberían guardar la festividad del Sabbat, supuestamente con el fin de ayudarles a romper con los viejos patrones de la tradición religiosa en el camino a la creación de una cultura nueva. Sin embargo, el grupo principal (fundamentalmente cristiano) continuó celebrando los servicios de los domingos por la mañana, que incluía el himno Amazing Grace, e incluso llamaba a una de sus reuniones diarias “la hora del Evangelio”. Nadie habló, ni hizo pregunta alguna, ni sacó tarjeta amarilla por esta hipocresía.

Cuando uno está fuera de estos grupos y observa sus creencias objetivamente, es relativamente fácil localizar las incoherencias y contradicciones. Pero cuando uno está dentro del grupo es muy difícil no sucumbir al pensamiento grupal. Después de todo, tiene que haber algún grupo que pueda producir lo que proclama, ¿verdad? Uno ha mirado por todas partes y ha decidido que el grupo en el que está es el mejor que va a encontrar, de modo que ¿quién es uno para poner en cuestión la sabiduría y la autoridad del líder del grupo, incluso ante la faltas evidentes de lógica? Además todavía tiene uno la necesidad aplastante de pertenecer a un grupo y no quedarse “ahí fuera” completamente solo, así que uno se traga casi cualquier cosa que suene a medias plausible de cara a justificar y explicar las falacias del pensamiento del grupo.

Una de las técnicas mejores que puede tener un grupo para cubrir sus incoherencias y contradicciones se llama “Detencrimen,” como lo define George Orwell en su novela 1984:

 

«“Detencrimen” significa la facultad de frenarse en seco, como si fuera por instinto, en el umbral de cualquier pensamiento peligroso. Incluye el poder de no captar analogías, de no percibir errores de lógica, de comprender equivocadamente los argumentos más sencillos en cuanto sean adversos al Ingsoc, y de sentirse aburridos o asqueados por cualquier encadenamiento de pensamientos que sea capaz de llevar a una dirección herética. “Detencrimen,” en pocas palabras, significa estupidez protectora7