Sin embargo, en el momento mismo en que observaron al electrón, sucedió algo aún más extraño. Lo que obtuvieron en la pantalla fue un patrón estándar de “partícula”, que era exactamente como si hubieran disparado canicas a través de las dos ranuras.
El mero hecho de “vigilar” al electrón supuso hacerlo volver a actuar como partícula en lugar de como onda, y por lo tanto el electrón sólo pasó a través de una de las ranuras, no las dos, y formó un patrón como el de las canicas.
Entonces… la conclusión final es esto: en su estado natural, un electrón es una onda, más que una partícula, hasta que se le observa. En ese momento se transforma en una partícula con una posición fija en el espacio y el tiempo.
«El electrón es muy extraño, en el sentido de que cuando uno no mira, el electrón puede estar aquí, o ahí, o allá… puede estar por todos lados en esta habitación, por así decirlo. Pero cuando quiera que miremos (esto es lo extraño del electrón) siempre le encontraremos en un contador Geiger concreto, aunque tengamos la habitación llena de contadores Geiger. Esto es el asunto de importancia fundamental sobre los electrones.»1
«Existe evidencias convincentes de que la única vez que los quanta* se manifiestan como partículas es cuando los miramos. Cuando no se mira a un electrón, siempre es una onda.»2
(* A principios del siglo XX, los científicos comenzaron a utilizar la palabra “quanta” para referirse a la energía asociada con un electrón ligado a un átomo (en descanso), lo que resulta en la estabilidad del átomo y de la materia en general. De ahí la expresión “mecánica cuántica,” ahora más comúnmente llamada “física cuántica”, que tiene que ver con el estudio de los electrones y su energía. «La palabra “quanto” es sinónimo también de “onda/partícula”, término que se usa para referirse a algo que posee cualidades de onda y partícula simultáneamente.»)3
Ahora bien, esto era realmente drástico: ¡un electrón es una onda hasta que es observado y entonces se convierte en una partícula!
Las implicaciones son enormes. Significa que la realidad (el Universo físico al que siempre creímos “sólido y predecible”) no es “real”, no es “sólido y predecible” en absoluto, porque los ladrillos fundamentales de ese universo no son partículas de materia sino ondas de posibilidades (ondas de localizaciones potenciales donde puede aparecer un electrón cuando se le observa).
Pero, ¿quién es ese “observador”?, y ¿cómo cambia al electrón de onda a partícula el observador?
La primera de las preguntas no es fácil de responder totalmente en este momento. El “observador” puede ser un ser humano que mira a algo, o puede ser una máquina o un aparato preparado para vigilar, registrar o medir algo; literalmente puede ser cualquier cosa que intente “ver” algo “ahí fuera” en el universo físico. Pero hay otro nivel en la respuesta para el que se necesita más información antes de que pueda tener sentido, de modo que tendremos que esperar.
Ahora mismo merece la pena repetir las inevitables conclusiones del experimento de la Doble Ranura: según la Física Cuántica, los átomos (los núcleos y los electrones) que conforman el universo físico que consideramos tan sólido y tan real, sólo parecen tan sólidos y tan reales cuando se les observa. Cuando no se les observa vuelven al estado de onda de infinitas localizaciones posibles.
(Para ver un video animado corto y bien hecho de cómo afecta un “observador” al experimento de la Doble Ranura, en ¡¿Qué coj….!? – En la madriguera del conejo, pinchar aquí.)
Vamos a hablar ahora entonces de cómo cambia al electrón de onda a partícula el observador.…
¡Un momento!, nadie conoce realmente la respuesta a la pregunta de cómo (o por qué) cambia a un electrón de onda a partícula el observador. Los expertos sólo pueden especular.…
«Las partículas no son realmente lo que parecen ser. Son momentáneas manifestaciones, momentáneas “apariciones” de esta función de onda cuántica en la que no hay partículas. Sólo existe esta plenitud de ondas que puede manifestarse espontáneamente como partículas.»4
En otras palabras: cuando un electrón es visto por un observador, esas ondas de posibilidades “aparecen” y adoptan una localización específica en el espacio y el tiempo, que es lo que vemos como “realidad”. A esto se lo llama “colapso de la función onda”.
El “colapso de la función onda” se puede explicar y predecir muy bien matemáticamente, utilizando matemática cuántica compleja, pero es muy difícil describirlo en lenguaje simple. Esencialmente significa que un electrón vive normalmente en estado de onda (una función de onda) con muchas posibilidades de dónde puede terminar como partícula. Cuando se observa al electrón, esos estados de onda múltiples se “colapsan” en un solo estado, el estado de ser una partícula en una localización específica.
El físico Nick Herbert dice que a veces algo le hace imaginarse que el mundo a nuestras espaldas (donde no miramos y no podemos observar) siempre es una «sopa cuántica radicalmente ambigua e interminablemente fluida».5 Pero cuando nos volvemos y tratamos de ver la sopa, nuestra mirada la congela instantáneamente y vuelve a ser “realidad”. Herbert cree que esto nos hace a todos un poco como Midas, el rey legendario que nunca pudo sentir el tacto de la seda o la caricia de una mano humana porque todo lo que tocaba se convertía en oro. «De la misma manera, los seres humanos no podremos experimentar jamás la textura verdadera de la realidad, porque todo lo que tocamos se vuelve materia.»6
Entonces, ¿dónde viven esos electrones como ondas de posibilidad cuando nadie los observa y colapsa la función onda en una partícula?
La respuesta a esa pregunta ha pasado por muchas revisiones con los años, y se la ha llamado un montón de cosas a medida que progresaba la investigación, cosas tales como:
~ la “Escala de Planck” (por el físico Max Planck)
~ el “orden implícito” (por el físico David Bohm)
~ el “estado del vacío”
~ la “función quantum onda”
~ el “campo del punto cero”
~ el “campo de la supercuerda”
~ el “campo M”
~ el “campo unificado”
Hoy se le llama principalmente “El Campo”. En su libro El Campo, Lynne McTaggert lo define simplemente como «campo de todas las posibilidades».7
Todo aquello que puedas pensar, y todo aquello que no puedas pensar, y todo lo que nadie pueda pensar, existe ya en ese Campo como ondas de posibilidades.
El doctor John Hagelin explica que…
«Durante el pasado cuarto de siglo, el progreso en nuestro conocimiento del Universo a través de la Física ha consistido en explorar niveles más profundos de la ley natural, desde lo macroscópico a lo microscópico; desde los niveles moleculares a los atómicos, los nucleares, los subnucleares del funcionamiento de la Naturaleza… y lo que hemos descubierto en el núcleo básico del Universo, en las bases del Universo, es un solo y universal campo de inteligencia… de manera que todas las fuerzas de la Naturaleza, y las llamadas “partículas” de la misma… se conoce ahora que son… simplemente ondulaciones diferentes en un único océano de existencia… al que se le llama “campo unificado”, o “campo de las supercuerdas”, en la base de todo, de la mente y de la materia… Ese campo es inmaterial. Los planetas, los árboles, la gente, los animales, todo, son simplemente ondas de vibración de este campo unificado de supercuerdas subyacente … Es el manantial de todas la leyes de la Naturaleza. Todas las fuerzas fundamentales, todas las partículas fundamentales, todas las leyes que gobiernan la vida en cada nivel del Universo tienen su fuente unificada en el campo unificado… Es potencial puro y abstracto, que se alza en ondas de vibración para dar elevación a las partículas, a la gente, a todo lo que vemos en el vasto Universo… Este no es un mundo de electrones, es un mundo de electrones potenciales… y eso es de lo que estamos hechos.»8
…y el doctor Fred Alan Wolf lo pone de esta manera…
«Los físicos le dan un nombre, lo llaman “función cuántica de onda” porque parece “ondulante”. Sin embargo, esta función de onda no es sólo una onda de materia, como una ola en el océano, o una onda de sonido, o cualquier clase de onda de materia: es una onda de posibilidad, una especie de onda de “pensamiento”. Y puesto que es una onda de pensamiento, o posibilidad, o “no-materia”, es invisible para nosotros. Pero no podemos explicar lo que vemos como materia… a menos que nos imaginemos que esas partículas de materia vienen o emergen de alguna manera desde esos patrones de pensamiento-onda.»9
(Puede verse una entrevista en vídeo sobre El Campo con los doctores Hagelin y Wolf en ¡¿Qué coj…?! – En la guarida del conejo pulsando aquí.)
El problema es que nadie puede probar que El Campo exista. No se puede ver, no se puede fotografiar, no se puede medir, no se puede tener en las manos; pero cuando los físicos cuánticos suponen El Campo, ahí está; pueden hacer predicciones matemáticas increíblemente precisas acerca del Universo físico y de cómo se comporta, lo que no pueden hacer sin tomar en cuenta El Campo. Como dijo el doctor Fred Alan Wolf: «No podemos explicar lo que vemos como materia… a menos que nos imaginemos que las partículas de esa materia surjan o emerjan de alguna manera de esos patrones de pensamiento-onda».
Piénsalo como si fuera la electricidad. No puedes ver a la electricidad misma, sólo puedes ver lo que la electricidad produce. Un cómico americano hizo el chiste de que no pagaría el recibo eléctrico hasta que la compañía le mostrase la electricidad que le cobraba.
Pero podemos ver la luz que crea la electricidad, y la fuerza, y los otros efectos con los que contamos cada día y que ahora damos tanto por sentado. Cuando vemos esos efectos sabemos que la electricidad debe existir.
Lo mismo vale para El Campo. Incluso sin poder probar científicamente que exista, nada tiene sentido sin él a la luz de los resultados de los experimentos más recientes.
Otro ejemplo puede ayudar a poner esto en claro:
Si tú fueras un Aborigen que vive en los desiertos de Australia sin contacto con el mundo exterior y alguien te trajera una radio, cuando oigas la música que brota de la caja podrías preguntarte cómo funciona. Podría ser que hasta llegases a desmontarla, buscando dentro una orquesta de gente diminuta que toca la música que oyes. Pero tras un tiempo te darías cuenta de que la única forma de explicar esa música es suponer que hay unas ondas de radio invisibles en el aire, y que esa caja simplemente capta las ondas y las traduce en sonido, aunque no pudieses probarlo.
Hemos alcanzado finalmente el punto del conocimiento humano (apoyado ahora por las evidencias científicas) en el que hay ondas por todo nuestro alrededor; pero esta vez no son ondas de radio, no son olas del océano, son ondas de El Campo. Son ondas de potencialidad y cuando se las “observa” se transforman en el universo físico que vemos.
Hablaré mucho más sobre este concepto en capítulos posteriores. Por ahora baste con saber que el Campo debe existir, que está fuera del espacio y del tiempo, y que incluye un número infinito de posibilidades, pero sólo en forma de onda. Este Campo no contiene partículas, no está hecho de materia, no es parte del Universo físico. En lugar de eso, El Campo es esas ondas de posibilidad de lo que está hecho todo el Universo.
Pero, ¿cómo llegó a existir El Campo?, ¿quién lo hizo?, ¿de dónde viene?
La Ciencia no tiene respuestas a estas preguntas, sólo sabe que El Campo debe existir. De modo que no voy a especular sobre cómo se creó El Campo, o quién debe haberlo creado, o cómo es que ya contiene todas las posibilidades, porque… bien, simplemente porque no hay ninguna forma en absoluto de que un Humano-Adulto pueda comprender o tener la experiencia directa de nada de lo que ocurre en el otro lado de El Campo. Esto también se hará más claro en capítulos posteriores.
Pero lo siguiente que podemos preguntar es: ¿cómo se crea la “realidad física” desde este Campo?