Las Mariposas Vuelan Libres: Un Acercamiento Innovador y Radical a la Evolución Espiritual by Stephen Davis - HTML preview

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CAPÍTULO 8

LA EVASIÓN

 

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Cuando salí de la Biblioteca y volví a la trasera de la sala de cine, miré a la esfera negra que colgaba del centro del techo, con su torrente de brillantes luces dirigidas a las pantallas envolventes IMAX.

Por fin sabía con certeza lo que era la esfera. Era lo que proyectaba las imágenes de las películas en 3D en las pantallas, creando así los hologramas de los que formamos parte, sumergiéndonos en ellos, haciéndolos aparecer como nuestras vidas, nuestra realidad.

En efecto, Pribram dijo que la esfera negra era el cerebro humano (mi cerebro humano) y que las películas que genera no son reales en absoluto. Según la física cuántica, nada es “real” de la manera que siempre hemos comprendido esa palabra. No sólo las sombras en el muro de la Caverna de Platón, sino también el fuego, y los hombres en el pasadizo que producen las sombras, y la Caverna misma también. Todo es un holograma que entra y sale de la existencia según lo vamos observando, y, por definición, un holograma no es real.

Pero todo esto suscitaba muchas más preguntas de las que respondía:

 

~ ¿Quién o qué crea las películas holográficas que experimento como mi realidad?

~ Si las películas que he visto y creído que eran mi vida no son reales (junto con la sala de cine misma), ¿qué es real entonces?

~ ¿Por qué parece que las películas contengan tantos dramas, conflictos, dolores y sufrimientos tanto internos como externos?

~ ¿Qué significa todo esto en definitiva?

 

Y, quizá incluso más importante, a la luz de los descubrimientos en física cuántica yo tenía que reconsiderar todas mis respuestas previas a las preguntas:

 

~ ¿Quién soy yo verdaderamente?

~ ¿De dónde he venido?

~ ¿Cómo he llegado aquí?

~ ¿Qué hago aquí?

 

Me quedé allí de pie, mirando a la esfera negra que colgaba del techo como si de repente, de una forma mágica, ésta fuera a hablar y darme las respuestas que necesitaba.

 

* * *

 

Yo estaba a punto de cumplir sesenta y dos años. Sentado en mi piso un día, me di cuenta de que:

 

~ No tenía trabajo. Me había apuntado a unas cuantas ofertas que hubieran sido perfectas para mí, pero nadie quería contratarme.

~ No tenía dinero y no sabía cómo iba a pagar el alquiler del mes siguiente.

~ No tenía relaciones o a nadie a quien amar, ninguna mujer quería ser parte de mi vida de una forma íntima.

~ Había estado casado dos veces, las cuales fallaron después de más de 15 años debido a mis propios problemas.

~ Aunque tenía unos pocos amigos íntimos, ninguno de ellos vivía a menos de mil quinientos kilómetros de mí en ese momento.

~ Tenía una familia maravillosa, con tres nietos fantásticos, pero, aparte de a mi hija y su marido, apenas los veía.

~ Había escrito dos libros sobre el SIDA y el HIV que nadie compraba y que al parecer nadie quería leer.

~ No tenía planes para el futuro, ni idea de cómo cambiar nada.

 

… y pensé:

–Mi vida no podría estar más....

La palabra que usé, si recuerdo bien, empezaba por una “J”.

Pero cuando estaba sentado en mi piso aquel día, haciendo recuento de mi vida y dándome cuenta de lo limitado que había llegado a estar, no me sentí deprimido ni arrepentido, no sentí tristeza o soledad alguna. Tampoco era apatía, ni resignación. La palabra con “J” era sólo una costumbre sin emociones añadidas. En lugar de eso, fue un momento desprovisto de todo juicio o resistencia a mi situación. Un momento en el que era como si estuviese suspendido en el tiempo y me mirase a mí mismo desde lejos, un momento en el que me rendí completamente al “lo que es” sin ningún deseo o necesidad de cambiarlo.

Si tenía alguna reacción, era más como “Ah, así es como están las cosas”, y lo que más sentí era gratitud por tener todavía un techo sobre mi cabeza y la comida suficiente.

 

* * *

 

Ya que la esfera no iba a hablarme, mis ojos la dejaron por fin y se fijaron en la puerta de la trasera de la sala, la que tenía la señal que decía “No entrar – Extremadamente peligroso”.

Yo sabía que las respuestas que quería (las que necesitaba) no se encontraban dentro de la sala de cine, ni en grupo alguno, ni en la Biblioteca.

Sabía que mi vida había alcanzado un punto de inflexión, tal vez como un alcohólico o un adicto a las drogas que toca fondo y le echa una mirada desapasionada y sincera a su propia vida.

Sabía que estaba harto de luchar, de unirme a este grupo y después a aquel otro, de intentar hacer que las cosas ocurrieran, de trabajar mucho para enderezar las cosas… sólo para acabar aquí. Yo había pasado por todo, lo había hecho todo y me había traído a casa los recuerdos de viaje que no me valían.

Podía sentir que algo dentro de mí me empujaba literalmente hacia esa puerta, casi como si no tuviera otra elección. Ya no quedaba nada en la sala de cine para mí, de modo que por qué debería quedarme cuando allá había un lugar distinto en el que nunca había estado y, además, quedarme aquí no tenía sentido en absoluto.

Con miedo y excitación, caminé hacia la puerta, la abrí, y pasé al otro lado.

 

* * *

 

El resto de este libro consistirá en mi informe, escrito para ti como “explorador”, de lo que he encontrado al otro lado de la puerta.

En este punto quiero repetir y ampliar algo que he dicho en la introducción. No escribo este libro para intentar convencerte de nada. Simplemente transmito información de lo que he descubierto en mi propio viaje. Que tú creas esa información no es asunto mío y no me interesa convencerte de que tengo razón. Si alguna vez parece que estoy argumentando un punto para hacer que lo creas, te aseguro que no es el caso. Mi único trabajo, según yo lo veo, es intentar pasar esa información tan clara y completamente como sea posible, y a veces no es fácil. Me esforzaré a menudo para asegurarme de que he expresado la información de forma que al menos puedas comprender lo que digo, tanto si estás de acuerdo, como si no.

También te prometí en la introducción que te diría cuándo llegamos al lugar del libro a partir del cual ya sólo puedes ir hacia adelante, sin vuelta atrás.

Ya hemos llegado.

Por supuesto que puedes seguir leyendo el resto del libro por pura curiosidad, manteniendo alguna distancia, sin involucrarte demasiado, sin pasar por la puerta, leyendo como si el libro no tuviera que ver contigo y con tu propia evolución espiritual. No hay peligro en ello. Haz lo que quieras, y recuerda que no puedes hacer nunca nada “equivocado”.

Pero debo advertirte que, si sigues leyendo, la información se abrirá camino en tu mente y permanecerá en ella para siempre. Puedes hacer lo mejor que sepas para ignorarla y volver a tu vida como Humano-Adulto dentro de la sala de cine, pero en algún momento la información comenzará a ejercer su influjo, acaso un poquito cada vez. Y eso también está bien. Sin embargo, te sugiero que, si de veras no quieres que esto afecte tu vida en forma alguna dejes, de leer ahora mismo, cierres el libro y te alejes. Este libro estará siempre en la Biblioteca de la sala de cine para cuando tú decidas volver a leerlo.

Todos los Humanos-Adultos, menos unos pocos, se pasan el resto de sus vidas en la trasera del cine perteneciendo a algún grupo, y también mueren allá. La mayoría no tienen ni idea de que hay una alternativa, así que nadie puede culparles. Además, la señal de la puerta dice: “No entrar”, y los Humanos-Adultos tienden a respetar la Autoridad. La señal también dice “Extremadamente peligroso”, y la mayoría de los Humanos-Adultos todavía están controlados por sus miedos.

Pero quizá tú no eres uno de ellos, y ahora ya sabes que sí que hay una alternativa.

 

* * *

 

Quiero darte tanta información como pueda para que tomes la decisión de cómo quieres continuar, y en este punto voy a introducir una metáfora nueva, una que parece muy conocida....

 

«La metamorfosis completa de una mariposa se ha usado como metáfora de la vida eterna, ya que el gusano “terrestre” se transforma en la “mariposa etérea”», como dice la enciclopedia New World.1

 

He dicho antes que el Universo muestra muchos indicios y pistas a plena luz para que los veamos y comprendamos cuando estemos preparados. La metamorfosis de la mariposa es uno de ellos, de modo que no me sorprende que varios escritores lo hayan escogido de cuando en cuando.

Sin embargo, su metáfora es incorrecta de nuevo porque se basa en una hipótesis defectuosa.

La metáfora de la metamorfosis no tiene nada que ver con la “vida eterna”, y lo tiene todo con convertirse en mariposa en el aquí y ahora.

Vamos a comprender primeramente que “metamorfosis” es en efecto una serie completa de cambios por las que atraviesa un insecto desde el huevo al adulto. La metamorfosis consta generalmente de cuatro etapas, que podemos comparar fácilmente con lo que hemos hablado sobre la sala de cine:

 

Primera etapa: el embrión o huevo; a saber, el Humano-Niño

Segunda etapa: la larva (u oruga); a saber, el Humano-Adulto

Tercera etapa: la pupa o crisálida; a saber, lo que viene tras “la puerta”

Cuarta etapa: el adulto o imago; a saber, los así llamados “iluminados espiritualmente”

 

Hablamos en este momento de la transición de la Segunda etapa, un Humano-Adulto, a la Tercera etapa, la pupa. Eso es precisamente lo que pasa cuando atraviesas la puerta en la trasera del cine.

En la metamorfosis de los insectos, en el estado de pupa la oruga se transforma en su forma adulta (la imago).

 

«Durante el tiempo de la pupación se forman las estructuras adultas del insecto, mientras que las estructuras de larva se diluyen. Las pupas están inactivas y generalmente sésiles (no son capaces de moverse al estar ligadas a un substrato). Tienen una dura cubierta protectora y frecuentemente utilizan camuflajes para escapar de posibles predadores.»2

 

Esa “dura cubierta protectora” toma formas distintas en insectos diferentes, pero se la conoce más comúnmente como “capullo”.

Para ser más preciso, la mayoría de las mariposas no tienen un “capullo”, en su lugar tienen una “crisálida”. Un “capullo” es un envoltorio sedoso segregado por una oruga. Este envoltorio encierra totalmente a la oruga durante su transformación en polilla, por ejemplo. Una “crisálida” se crea cuando una oruga que se transformará en mariposa se desprende de la capa exterior de su piel, lo que deja una carcasa dura que cuelga de una hoja o ramita en la que se encierra para la transformación.

Pero en mi metáfora de la metamorfosis de la mariposa voy a tomarme una licencia literaria y en adelante utilizaré la palabra “capullo” en preferencia a “crisálida”. Después de todo es sólo una metáfora y “capullo” es mucho más fácil de escribir y de pronunciar, y mucho más conocido comúnmente. (N. del T. A pesar de lo que escribe el autor, en adelante se utilizará la palabra “crisálida” para evitar que el lector sea distraído por las connotaciones coloquiales negativas que tiene la palabra “capullo” en Español.)

Así que, si decides atravesar la puerta de la trasera del cine, abandonarás la segunda etapa y entrarás en la tercera, penetrarás en una crisálida. Una de las razones por las que me gusta tanto esta metáfora es porque hay muchas similitudes entre la crisálida de una oruga y lo que hay al otro lado de la puerta. Si das ese paso, esto es lo que puedes esperarte…

Una crisálida es pequeña, recluida, desolada, solitaria y oscura, y significa la muerte de la oruga; allí es exactamente donde te encontrarás. Sabe que a partir de ahora no caminarás en la cegadora luz de la dicha eterna. En vez de eso, las cosas parecerán lo mismo de siempre durante los primeros días, según comienzas lo que es conocido (pero en última instancia mal comprendido) por varias religiones dentro de la sala de cine como “la noche oscura del alma”.

 

«La “Noche oscura del alma” se usa para describir una fase de la vida espiritual de una persona, marcada por un sentimiento de soledad y desolación… Las tradiciones espirituales en todo el mundo se refieren a ello… El término “noche oscura” (del alma) se usa en la Cristiandad para una crisis espiritual en el camino hacia la unión con Dios… A un creyente que pasa por esa noche oscura, habitualmente las disciplinas espirituales (como la oración y la devoción constante a Dios) le parece que pierden de repente todo su valor de experiencia; la oración tradicional se hace extremadamente difícil y sin gratificación por un amplio período de tiempo… La persona puede sentir como si Dios la hubiese abandonado de repente, o que su vida de oración se ha desmoronado… Sin embargo, más que un resultado devastador, la noche oscura se percibe por los místicos y otros como una bendición disfrazada por la que la persona es despojada del éxtasis espiritual asociado a los actos virtuosos. Aunque la persona parezca que decaiga por un tiempo en sus prácticas virtuosas, en realidad se ha hecho más virtuosa, puesto que es virtuosa más por un auténtico amor a Dios que por las gratificaciones espirituales obtenidas.»3

 

Digamos simplemente que, en tu crisálida al otro lado de la puerta, experimentarás situaciones que pondrán a prueba todas y cada una de las creencias, teorías, opiniones, juicios y actitudes que hayas tenido jamás y que hayas considerado sagradas; y que nada de tu formación anterior en cualquier filosofía espiritual o técnica de autoayuda te va a hacer el más mínimo bien.

Por ejemplo, las filosofías espirituales o prácticas de autoayuda que están concebidas para alterar tu estado de consciencia, como la meditación, las técnicas respiratorias y el análisis de los sueños, son lo último que quieres hacer dentro de tu crisálida, porque necesitas estar en un control completo y consciente de todas las facultades de tu mente (no digo que puedas recorrer tu camino hacia ser una mariposa simplemente “pensando”, pero aprenderás rápidamente que cualquier técnica o práctica que hayas podido aprender en la trasera del cine que suponga cerrar los ojos te dirigía en realidad en la dirección opuesta a donde querías ir. Todo lo que necesites para ser una mariposa aparecerá justo frente a ti: querrás estar muy despierto y totalmente centrado en el “aquí y ahora”).

 

«Sólo hipotéticamente: ¿qué pasaría si vieras que para conseguir la iluminación de la que hablas tuvieras que rechazar todas las técnicas que hubieras recibido?, ¿podrías abandonar todo el conocimiento que has adquirido?»4

 

¿Cómo de “oscura” será esa “noche oscura”? Eso depende de ti. Todo lo que puedo decir por ahora es que la intensidad de la “oscuridad” dependerá de cuánto te resistas a abandonar y morir, de la misma manera que una oruga podría hacer un infierno de su transformación si luchara contra ella dentro de la crisálida.

¿Qué otra cosa puedes esperar si atraviesas la puerta? Estar completamente solo. Todas las orugas tienen su propia crisálida, tú también. Eso no quiere decir que tengas que desconectarte de la familia y los amigos y marcharte al bosque por ahí solo, aunque algunos lo han hecho; pero tu familia y amigos no serán capaces de ayudarte, ni comprenderán lo que haces, ni por qué. Sólo aquellos que ha ido antes que tú (los exploradores) tendrán idea de por lo que estás pasando, pero el contacto con ellos ocurre raramente mientras estás en la crisálida. Lo que significa que no habrá un grupo para apoyarte o consolarte como había en la trasera del cine, tienes que arreglártelas solo.

¿Cambiarán las películas que veías en el cine? No realmente, no tanto al principio, pero definitivamente hay un cambio en su propósito: de conducirte a más limitación en el cine, a darte la oportunidad de romper tu crisálida como mariposa en algún momento. Tendrás que leer la parte siguiente de este libro para comprender bien ese concepto.

Quizá la expectativa más inquietante al atravesar la puerta hacia tu crisálida sea tu muerte cierta. Una oruga tiene que “morir” para convertirse en una mariposa. Tú también debes morir (o sea, el “tú” que crees “tú” debe morir), sólo a través de esta muerte puedes descubrir quién eres realmente.

¿Cuánto tiempo vas a estar en la crisálida?

 

«El estado de pupa puede ser breve; por ejemplo, dos semanas para las mariposas monarca. O bien la pupa puede entrar en dormición o diapausa hasta que llegue la estación apropiada para el adulto… El estado de pupa puede durar semanas, meses, incluso años.»5

 

Por informes de otros dos exploradores y por mi propia experiencia, puedo decir que probablemente estarás en la crisálida unos dos o tres años. No es que todo ese tiempo vaya a ser la “noche oscura del alma”, la cosa se hace más fácil según te vas acercando al final. Pero deberías prepararte a no emerger como mariposa enseguida, digamos la semana próxima o el año que viene.

Suena divertido, ¿verdad? De hecho lo es, o puede serlo una vez que te “cuelgas” de ello (no quiero hacer un juego de palabras… una crisálida cuelga de una hoja o… bueno, no importa).

Pero considera esto: si decides escalar el monte Everest, debes prepararte para mucho entrenamiento duro y condiciones difíciles de cara a alcanzar la cumbre. Si quieres ser un nadador olímpico, tienes por delante años de sacrificar tu vida “normal” y muchas horas al día en la piscina y con las pesas sólo para intentar clasificarte, y tampoco en ese caso hay garantía de medalla. Dudo que ningún buen entrenador te endulzara toda la preparación por la que debes pasar si quieres alcanzar objetivos tan elevados. Lo mismo ocurre en ese caso.

Por otra parte, nadie intenta escalar el Everest, o ganar un oro olímpico, o emprender cualquier reto, sin saber que el resultado merece la pena al final. Eso sería verdaderamente descabellado. En este caso, lo que te espera como mariposa es alegría, abundancia, poder y amor constantes, ciertos y duraderos. Bueno, quizá. Yo todavía estoy en la última parte de mi estado de crisálida, así que no puedo garantizar nada. Lo que sí puedo decir desde mi situación actual es que estoy experimentando todas las cosas que deseé y creí posibles cuando aún estaba en la sala de cine como Humano-Adulto: verdadera alegría, paz de espíritu, más abundancia que la que podría haber imaginado, descanso total del estrés y las preocupaciones, más diversión y entusiasmo del que podría soñar, prácticamente sin drama y conflicto, sin dolor ni sufrimiento, y mucho más amor y gratitud por mí mismo, por todos los demás, y por todo el Universo en su conjunto.

Además tengo las respuestas que necesitaba para mis preguntas y, quizá más importante aún, ya no tengo más dudas.

Para mí, ya sólo eso hace que el viaje merezca la pena, y todavía no he llegado al final.

 

* * *

 

Me parece gracioso que Jed McKenna, en su Trilogía de la Iluminación, se pase todo el primer libro diciéndolo todo sobre cómo es estar “iluminado espiritualmente”, pintando para ello una imagen muy bella, acertada y atractiva. Luego, en el libro segundo, pone muy en claro qué difícil y exigente es llegar allá, utilizando ejemplos de la autolisis espiritual de Julie y de los trabajos del Capitán Ahab en Moby Dick. Pero en el libro tercero parece que Jed se esfuerce grandemente para intentar convencerte de que no vayas allá sino que te quedes en la sala de cine como Humano-Adulto.

 

«¿Quién quiere ser arrojado permanentemente a la deriva en un mar sin orillas? ¿Quién quiere pasar el resto de su vida rodando por el espacio infinito? Nadie, por supuesto. ¿Cuál es el propósito de no tener propósitos? ¿Cómo puedes no querer nada?»6

 

Es cierto. Lo que se llama “iluminación espiritual” no es en absoluto lo que la gente sueña que es, y, a pesar de lo que algunos maestros y gurús hayan dicho, no es algo que ocurra de un día para otro en un enceguecedor estallido de luz, o como resultado de una sesión especial de meditación en la que de repente estás en comunicación con Dios. Llegar allá es extremadamente difícil y exigente, pero también lo es llegar a la cumbre del Everest. Es verdad que podrías quedarte en el campamento base y disfrutar del panorama y agradecer la belleza y tener una vida bastante decente. O podrías ascender al pico.

¿Por qué querría nadie hacer eso? Porque está ahí, claro, y porque simplemente tú no puedes no hacerlo. Porque hay algo dentro de ti que te dice que tienes que pasar por esa puerta.

Para alguna gente la elección es fácil y clara. ¿depara qué sirve quedarse dentro de la sala de cine cuando sabes que no es real y que las respuestas que buscas no están allí?

Para otros la elección puede ser muy dura, especialmente para Humanos-Adultos jóvenes (de edad cronológica) que tienen toda su vida por delante de ellos. Me pregunto si se necesita haber pasado un cierto tiempo en la sala de cine antes de que uno esté preparado para considerar otra opción. En definitiva, hay mucha diversión y disfrute y placer que encontrar como Humano-Adulto (aunque sea limitado y restringido) como para que alguien de veinte o treinta años pueda estar tan ansioso de perdérselo. Pensar en dejar tu grupo y acabar totalmente solo antes de experimentar todo lo que la Caverna tiene que ofrecer puede no ser tan atractivo.

Por supuesto que también es posible que los jóvenes no me crean cuando les digo que las respuestas que buscan no se pueden encontrar dentro del cine. A lo mejor es que no quieren creerme, ya que acaban de unirse al grupo que creen que puede ofrecerles la alegría, abundancia, poder y amor constantes y duraderos que buscan y quieren darle una oportunidad. Estoy totalmente de acuerdo con eso: da todo lo que tengas y todo el tiempo que puedas. Nada de lo que hagas puede estar “equivocado”, la puerta en la trasera de la sala siempre estará allí.

Pero al escribir este libro he pensado a menudo si no podría estar dirigiéndome casi exclusivamente a la “Generación de la Explosión Demográfica”, los “Baby Boomers” (*), a los antiguos hippies que ahora tienen entre cuarenta y muchos y sesenta y muchos y que se han pasado el tiempo suficiente en la trasera del cine como para valorar sus limitaciones y no tener prácticamente nada que perder si atraviesan la puerta. Ya veremos.

(*) (N. del T.: Generación de los nacidos entre 1946 y 1964, fuente Wikipedia.)

 

* * *

 

Así que ahí queda eso. Eso es todo lo que puedo decir para ayudarte a tomar tu decisión.

La puerta está ahí, frente a ti, sin llave y lista para que pases por ella (de pasada, ¿te he dicho ya que cuando la atravieses se cerrará y se bloqueará tras de ti y que nunca podrás cambiar de opinión?)

Como dije al principio, es tu elección.

 

* * *

 

SUGERENCIA DE PELÍCULA: El show de Truman, protagonizada por Jim Carrey (1998)