JUICIOS
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Tras horas y horas de autolisis espiritual, al final escribí algo que es cierto:
Los juicios son la fuente de todo dolor y sufrimiento.
Esto podría ser cierto sólo para mí, pero lo dudo.
Si tú eres como yo, y como mucha otra gente, habrás tenido una experiencia personal que confirma esta verdad, aunque no la hayas reconocido…
¿Has creído alguna vez que te habías herido con un cuchillo afilado, acaso cortando verduras, pero no estabas seguro de ello y entonces has dejado de cortar, has mirado y luego has visto la sangre? ¿Cuándo empezó el dolor? No lo hizo hasta que viste la sangre y juzgaste que la herida era dolorosa. El corte mismo no provocó dolor hasta que lo miraste.
Hay muchos otros ejemplos de personas que no sentían heridas muy dolorosas porque estaban concentrados en algo distinto, como salvar a un niño en un accidente automovilístico, y sólo cuando pararon a mirarse a sí mismos (o cuando un médico o una enfermera les hicieron concentrarse en sus propias heridas) sintieron el dolor. Esto, por supuesto, es una de las teorías relativas a andar sobre carbones encendidos y otras ceremonias de motivación.
Sin embargo, normalmente juzgamos una experiencia como dolorosa (tanto física, como mental o emocionalmente) tan pronto ocurre, o quizá incluso antes de que ocurra. También vamos por la vida prejuzgando que gran número de experiencias diferentes serán dolorosas si alguna vez nos topamos con ellas. Pero es el juicio el que crea dolor y sufrimiento, no la experiencia misma.
Todas las experiencias holográficas creadas por todos los Yo Infinito para todos los Jugadores son completamente neutras. Son sólo las reacciones y respuestas críticas del Jugador a esas experiencias las que causan drama y conflicto, dolor y sufrimiento.
En resumen, esa es la respuesta a la eterna pregunta de por qué “Dios” crea dolor y sufrimiento en el mundo. “Él” no lo hace, “nosotros” lo hacemos por nuestras reacciones y respuestas a las experiencias holográficas, que son totalmente neutrales.
* * *
Dentro de la sala de cine, las vidas de los Humanos-Niños se basan enteramente en el juicio. Ellos prosperan en el concepto, literalmente no se imaginan vivir sin él. Algunos llegan a objetar rotundamente, e incluso se enfadan, ante la sugerencia misma. ¿Cómo sería posible sobrevivir sin juzgarlo todo como “bueno” o “malo”, “correcto” o “equivocado”, “mejor” o “peor”? Por supuesto, a duras penas pueden imaginarse vivir sin dramas ni conflictos, ni tampoco parece que lo deseen.
Todas las religiones y las filosofías espirituales más importantes del mundo tienen también al juicio en su núcleo. “Dios” es el juez supremo, por ejemplo, y “Él” te juzgará a ti, a tus pensamientos y tus acciones, para decidir si tienes una vida eterna de dicha o de condenación.
Todas las costumbres sociales, las “mores” (“las normas, virtudes o valores particulares de una sociedad dada”,1 o “la conformidad con las reglas de la buena conducta”2), se basan en el juicio de qué es un comportamiento “correcto” o “equivocado”. Hemos puesto “jueces” para que tomen esas decisiones en los tribunales.
Pero una vez que los Humanos-Niños se dirigen a la trasera del cine, poco después algunos empiezan a cuestionarse el juicio como concepto. Quizá no sea tan “bueno”, tan “correcto”, tan “espiritual” ser tan crítico con los demás. Sin embargo, ni siquiera los Humanos-Adultos hablan en serio de abandonar el juicio completamente.
Todo esto es perfectamente comprensible y perfecto, ya que el juicio es el pegamento que mantiene en marcha la ilusión en la primera parte del Juego Humano.
Abandonar completamente el juicio es quizá el paso más radical que puede dar un ser humano, por eso este libro se subtitula “un acceso innovador y radical a la evolución espiritual”. También es la forma más feliz de vivir, porque sin juicios todas las experiencias “ahí fuera” se ven como perfectas y no hay nada que necesite ser cambiado, arreglado o mejorado.
Ahora que ya estás en la crisálida, te aviso que ya es hora de que abandones el juicio de una vez si quieres jugar la segunda parte del Juego y completar tu metamorfosis en mariposa. Así que vamos a echar una mirada más profunda al “juicio” mismo.
Como ocurre con “consciencia”, aparentemente “juicio” no es fácil de definir en forma simple y precisa. He aquí lo que dice el Diccionario American Heritage (quitando las definiciones legales y religiosas):
… y he aquí lo que dice el Diccionario Merriam-Webster:
En un primer vistazo, uno podría decir que esas definiciones no tienen nada que ver con “correcto” o “equivocado”, “mejor” o “peor”, “bueno” o “malo”, ya que esas palabras concretas casi ni aparecen. Pero miremos más de cerca…
“Obtener conclusiones firmes” requiere el juicio de que haya “conclusiones no firmes”. Tener “buen sentido” requiere el juicio de que hay “mal sentido”.
“Distinguir relaciones”, “evaluar”, “comparar”, todas ellas implican y precisan una “comparación”, normalmente entre “correcto y equivocado”, “bueno y malo”, “mejor o peor”, o “bien y mal”.
Hablemos también de lo que no es el juicio. Por ejemplo, decir que alguien está gordo, no es un juicio si es la declaración cierta de un hecho. Se convierte en juicio si hay la más mínima creencia de que la persona está “equivocada” por ser gorda, o que necesita arreglar, cambiar o mejorar algo sobre su “gordura”. Desgraciadamente, es muy fácil para el ego tratar de esconderse y justificar un juicio proclamando que es sólo una observación de un hecho, de manera que en los primeros estados de crisálida es a menudo inteligente tratar como críticas a todos los pensamientos y declaraciones así.
La verdad es que a todos nos han enseñado desde pequeños a ser críticos, o sea, a formarnos una creencia y una opinión sobre algo o alguien decidiendo primero cuál es “mejor o peor”. De hecho, nos han enseñado que es “bueno” tener “buen juicio” y saber la diferencia entre esas dos dicotomías.
Eso se llama “dualidad”: el “estado o cualidad de ser dos o estar en dos partes”5
Todos vivimos en estado de dualidad mientras estamos dentro de la sala de cine.
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Si la “dualidad” es el “estado o cualidad de ser dos o estar en dos partes” (las dicotomías “correcto y equivocado”, “bueno y malo”, “mejor y peor”, “bien y mal”), entonces vivir sin juicio, sin dicotomías, debería llamarse “no-dualidad”. Sin embargo esa expresión ha sido llevada a significar algo distinto por muchos de los grupos diferentes dentro del cine. De hecho, la no-dualidad parece haberse convertido en la última moda New Age, aunque ha estado por ahí mucho tiempo, desde los Upanishads (“advaita”), a través de la antigua Grecia, al Budismo, el Yoga y el Zen.
Aparentemente tiene más que ver con “unidad”, o monismo (“la realidad es un todo unificado y todas las cosas que existen pueden ser asignadas o pueden ser descritas por un simple concepto o sistema”6)…
«Yo ya no me veo a mí mismo como un individuo separado en un mundo de objetos separados, sino que me siento más como una ola que pertenece a un océano de energía. Hay una visión no-dualista del mundo que ha reemplazado la que se tenía antes, de una auto-identidad enormemente menor. Abandonar el concepto de ser una identidad separada ha provocado una expansión energética hacia afuera desde los limitados confines del cuerpo al todo. Una alegría y asombro de niño ha reemplazado al adulto crítico. De alguna manera se reconoce que la esencia de la vida es una simple unidad.»7
Tengo problemas intentando que mi cabeza se oriente en esto, ya que yo no hablo New Age. (Hablaremos más de esto en el capítulo veintitrés, “¿somos todos uno? ”, en la tercera parte de este libro.) Pero entonces me encontré con…
«La no-dualidad es un concepto difícil de captar al principio, porque la mente está entrenada para hacer diferenciaciones en el mundo, y el no-dualismo es el rechazo de la diferenciación.»8
El rechazo de la diferenciación… ¡hurra!, pensé. Parece que alguien lo ha comprendido… y entonces añade:
«No hay que decir que todas las diferenciaciones sean eliminadas, meramente se transforman en relaciones.»9
Vaya, lo lamento, no lo capto. ¿Qué quiere decir eso?, ¿dónde están las líneas que hablen de nuestros juicios diarios, que son en sí mismos relaciones entre “bueno” y “malo”, etc.?
Entonces descubrí que hay miles y miles de páginas de libros y otras cosas sobre la no-dualidad. Aparentemente es un tema bastante difícil de captar y de explicar.
Pero no veo el problema ni la necesidad de todos esos libros. ¿Qué hay que explicar aquí? Abandona el juicio, deja las dicotomías, para de vivir en dualidad. Fin del cuento.
Bien, si no podemos llamar “no-dualidad” al estado de vivir en el no-juicio, ¿cómo podemos llamarlo? Desgraciadamente no he podido inventarme una palabra verdaderamente sensacional, así que por ahora me conformaré con “neutralidad”.
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Parece que ese sentimiento que tenemos cuanto más somos un Humano-Adulto (ese profundo preguntarse si ser tan crítico es algo “bueno” después de todo) tiene algunas bases reales. Gracias a la física cuántica y al modelo del Juego Humano sabemos ahora que no hay nada que juzgar. Las películas holográficas a las que llamamos nuestras vidas no son reales, así que ¿para qué sirve juzgarlas? Las experiencias que tenemos, creadas para nosotros por nuestro Yo Infinito hasta el más mínimo detalle, son perfectas exactamente tal como son y totalmente neutrales, así que ¿qué hay que juzgar en ellas? ¿Y, en cualquier caso, quiénes somos nosotros para creer que tenemos la habilidad o la autoridad para decidir qué es “correcto” y qué “erróneo”?, ¿basándonos en qué?
No, no es necesaria ya la espiritualidad para desistir del juicio, uno no tiene que “creer” que sea “mejor” no ser crítico. Aunque pueda parecer muy radical, una vez que uno comprende cómo funciona nuestro universo holográfico, abandonar todo juicio es simplemente el siguiente paso lógico que dar.
Hay mucha gente que cuando llega a este punto ya no puede seguir adelante. Dicen que “es absolutamente necesario conocer la diferencia entre correcto e incorrecto. Sin juicio, la gente podría hacer lo que quisiera y el mundo sería un caos”. Mi primera respuesta a eso es: “¿y cómo crees que nos ha ido hasta ahora con el juicio?” ¿No es acaso el juicio lo que nos ha llevado a guerras, violencia, persecución, discriminación, inquisición, caza de brujas, celos, divorcio, asesinato, tortura, opresión, y una larga lista de otras actividades humanas tradicionales?
Es cierto que nos han dicho y enseñado durante toda la primera parte del Juego Humano que el juicio es absolutamente necesario, y con todo derecho porque era fundamental para que la primera parte funcionase. Pero lo mismo que al final descubrimos que la Tierra no es plana, ni tampoco el centro de nuestro sistema solar, es hora de reconocer que nuestro propio juicio es la causa básica de nuestra resistencia a las experiencias que tenemos, y, por lo tanto, de nuestro dolor y sufrimiento. Lo contrario de todo es lo cierto: ¡el caos lo causa el juicio, no su carencia!
Además, lo de que “la gente podría hacer lo que quisiera y el mundo sería un caos” es una declaración que atribuye poder “ahí fuera” e ignora el hecho de que esos referidos “gente” y “mundo” son parte de nuestra experiencia holográfica única e individual, y nada más. No tienen una realidad objetiva independiente.
Me encontré con un ensayo en Internet escrito en términos estrictamente cristianos por alguien que claramente no es un “experto” en nada (como yo). Quizá sus frases puedan ayudar a otros a comprender esto mejor…
«Dios lo ama todo, de manera que a sus ojos no puede haber un modo favorecido de conducta (o de pensamiento). Si no hay un modo favorecido de pensamiento o de conducta, entonces todo pensamiento y toda acción debe estar permitido por Dios. Por lo tanto, no hay un criterio universal de pensamiento o conducta, sólo criterios personales. Si todo pensamiento y acción está permitido, no puede haber un camino “correcto” o “erróneo”. No puede haber juicio alguno de pensamiento o acción, de lo contrario habría condiciones impuestas en el pensamiento y la acción. Si no hay condiciones impuestas en el pensamiento o la acción por el Creador, ¡entonces no hay nada correcto o incorrecto! Lo correcto y lo erróneo deben ser entonces un concepto humano, no un concepto universal. Jesucristo dijo: “no resistáis al mal” (Mateo 5:39), Jesucristo comprendía la ley universal. No existe el mal, sólo el contraste y la diversidad de pensamiento y conducta. Justo como ocurre con lo correcto y lo erróneo, el mal es un juicio, normalmente basado en el miedo, impuesto sobre los pensamientos y acciones de los demás. Cuanto más se resista algo, tanta más energía es suministrada a ese algo y tanto más grande y poderoso se hace».10
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Hablando de Cristianismo, una de las mayores “pistas” e “indicios” de que abandonar el juicio es el próximo paso radical para los seres humanos, está a plena vista en el libro primero de la Santa Biblia…
«Y del suelo hizo crecer el Señor Dios todos los árboles que son placenteros a la vista y buenos para comer; también el árbol de la vida en medio del jardín y el árbol del conocimiento del bien y del mal».11
Por favor, date cuenta de que en el centro del Jardín del Edén no sólo había un árbol, sino dos: el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
Entonces Dios creó el hombre y la mujer…
«Y los dos, el hombre y su esposa, estaban desnudos y no se avergonzaban.»12
Te ruego que tomes nota de que en ese momento no había juicio en el hombre y la mujer sobre su desnudez. Desgraciadamente, esa carencia de vergüenza no duró mucho. Una serpiente convenció a la mujer, que a su vez convenció al hombre, para que comiera un fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal…
«Y los ojos de ambos se abrieron y supieron que estaban desnudos, y cosieron hojas de higuera y se hicieron mandiles.»13
Comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal marcó el comienzo del juicio para la especie humana. El hombre y la mujer no sólo juzgaron ahora que estar desnudos era algo de lo que avergonzarse y esconderse, sino que también juzgaron que habían hecho algo mal. Desde ese momento en adelante, la vida en la Tierra estaría llena de las dicotomías de “bien y mal”, “correcto y erróneo”, “mejor y peor”, y así sigue hasta hoy.
Pero ya basta del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, que es sólo otro nombre del Árbol del Juicio.
¿Qué pasa con el Árbol de la Vida?, ¿qué efecto tuvo en el hombre cuando comió de él?
Desgraciadamente, según la Biblia, Dios expulsó al hombre fuera del Jardín del Edén antes de que pudiera comer del Árbol de la Vida, dejando que la especie humana viviera toda su existencia hasta ahora en el juicio.
«Por lo tanto, el SEÑOR Dios le envió lejos del Jardín del Edén a labrar el suelo del que había sido tomado.»14
Así es como comienza la Biblia, pero ¿cómo termina?
Del último libro de la Biblia, el libro de las “Revelaciones” (Apocalipsis):
«A aquél que venza Yo le daré a comer del Árbol de la Vida, que está en el centro del Paraíso de Dios.»15
Así que la humanidad al final comerá del Árbol de la Vida, si “vence”.
Pero “vence,” ¿qué?
En este contexto, el sentido es claro: “vence” sobre el juicio, “vence” lo que comenzó al comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
Al contrario de lo que cree todo el mundo, el Apocalipsis no trata del fin del mundo, o ni siquiera de la batalla final entre el Bien y el Mal, que vence el Bien, porque no va de eso. Y aunque normalmente se habla de ello como el “Armagedón,” esa palabra aparece sólo una vez en todo el libro (Apocalipsis 16:16) y es probable que se refiera a un lugar real a unos cien kilómetros al norte de Jerusalén.16
En lugar de eso, el Apocalipsis trata de la realización (la “revelación”) de que “bien” y “mal” son juicios y que la batalla es dejarlos a los dos. De hecho la Biblia puede verse no sólo como la historia de la evolución de la humanidad, sino como la trama vital de un solo individuo (pero esa metáfora llenaría otro libro ella sola).
O, si prefieres al poeta Rumi:
«Hay un campo más allá de las ideas de pecado y de virtud.»17
Recordarás que El Campo se define como “el campo de todas las posibilidades”18, no sólo de las posibilidades que sean “correctas” según el juicio de alguien, sino de todas las posibilidades. De este Campo es de donde el Yo Infinito crea una experiencia para su Jugador y, considerando su origen (El Campo), esa experiencia tampoco puede ser “correcta”, ni “errónea”.
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