Las Mariposas Vuelan Libres: Un Acercamiento Innovador y Radical a la Evolución Espiritual by Stephen Davis - HTML preview

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Es un seis de picas rojo, ¿cierto?, ¿o lo has visto como algo distinto? (N. del T.: en la baraja francesa las picas y los tréboles son siempre negros, rojos son los corazones y los diamantes.)

Hay un experimento clásico en psicología18 en el que se muestra este seis de picas rojo junto a otras cartas normales a un grupo de personas, que van anotando las cartas que ven. En las primeras pasadas por el conjunto de cartas, mucha gente no ve el seis de picas rojo, y algunos no pueden ver nunca el seis de picas rojo, ni incluso teniéndolo en las manos.

 

«La conclusión es que nuestras creencias pueden filtrar y afectar qué datos nos llegan por los sentidos. Podemos terminar viendo y oyendo sólo lo que creemos. Cuanto más fuerte sea el sistema de creencias, tanto más poderosa será su capacidad para filtrar los datos que contradigan esas creencias. Te han enseñado, y lo crees, que ver es creer. Debería ser justo lo contrario. Tú has llegado a comprender que el ojo, hablando metafóricamente, es una cámara que registra fotografías de lo que está realmente ahí fuera, sin que haya alteraciones de los datos. Lo que yo propongo es que en la práctica lo inverso de esa frase es lo cierto: creer es ver. Lo que yo propongo es que el ojo es una cámara que filtra la mayor parte del espectro electromagnético para registrar solamente la luz visible, y que esa cámara está controlada por el fotógrafo, que escoge consciente o inconscientemente qué fotografiar.»19

 

Es este caso comenzamos por la creencia de que un seis de picas rojo no existe, con lo que es difícil verlo por lo que es realmente. Verlo es prácticamente imposible para quienes tienen sistemas de creencias muy fuertes y determinantes.

 

* * *

 

Me he pensado muchísimo si incluir el ejemplo siguiente, porque es muy controvertido, pero también es el ejemplo más perfecto que puedo hallar para ilustrar cómo afectan nuestras creencias a lo que percibimos “ahí fuera” y nos impiden ver “lo que es”, y cómo pueden contribuir esas creencias a generar tanto dolor y sufrimiento en nuestras vidas.

Aunque no seas cristiano, sabrás probablemente que Jesús fue crucificado y murió en la cruz, para alzarse de nuevo de entre los muertos tres días después. Mucha gente ha creído esto y ha basado sus vidas en ello durante los últimos dos mil años.

Esta es la escritura de la Sagrada Biblia en la que se basa esta creencia (aunque ya conozcas la historia, por favor léela ahora de nuevo)…

 

Lucas 23:50 Y, mirad, había un hombre llamado José…

52 Este hombre fue a Pilatos, y suplicó por el cuerpo de Jesús.

53 Y lo bajó de la cruz, y lo envolvió en lienzos blancos, y lo depositó en un sepulcro que había sido tallado en la roca, en el que ningún hombre había sido enterrado antes…

55 Y también las mujeres, que habían venido de Galilea, lo siguieron y contemplaron el sepulcro y cómo depositaron su cuerpo.

56 Y regresaron, y prepararon especias y ungüentos, y descansaron el día del sábado según los mandamientos.

24:1 En el primer día de la semana, muy temprano por la mañana, vinieron al sepulcro con las especias que habían preparado, y había algunas otras con ellas.

2 Y encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro.

3 Y entraron, y no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.

4 Y ocurrió que, cuando estaban allí perplejas, ¡mirad!, dos hombres de vestiduras brillantes estaban a su lado:

5 Y cuando ellas se atemorizaron e inclinaron sus rostros a tierra, les dijeron ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?

6 Él no está aquí, porque se ha alzado: recordad cómo os habló cuando estaba aún en Galilea,

7 diciendo, El Hijo del Hombre debe ser entregado a las manos de los pecadores, y ser crucificado, y alzarse de nuevo al tercer día.

8 Y ellas recordaron sus palabras,

9 y volvieron del sepulcro, y dijeron todas estas cosas a los once, y a todos los demás.

10 Eran María Magdalena, y Juana, y María la madre de Santiago, y otras mujeres que estaban con ellas, las que dijeron estas cosas a los apóstoles.

11 Y sus palabras les parecieron cuentos ociosos, y no las creyeron.

12 Entonces se levantó Pedro, y corrió al sepulcro, e inclinándose hacia dentro vio sólo los lienzos colocados, y salió preguntándose en su corazón qué había sucedido.

13 Y, ¡mirad!, dos de ellos fueron ese mismo día a un pueblo llamado Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios.

14 Y hablaban entre sí de todas las cosas que habían sucedido.

15 Y ocurrió que, mientras conversaban y razonaban, el mismo Jesús se acercó y fue con ellos.

16 Pero sus ojos estaban de forma que no lo reconocían.

17 Y él les dijo, ¿qué clase de conversaciones son esas que tenéis entre vosotros al andar, y que son tristes?

18 Y uno de ellos, de nombre Cleofás, respondiendo, le dijo, ¿eres tú el único forastero en Jerusalén, y no sabes de las cosas que han sucedido allá estos días?

19 Y él les dijo, ¿qué cosas? Y ellos le hablaron de Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todos:

20 y de que el sumo sacerdote y nuestros gobernantes le entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron.

21 Pero nosotros confiábamos que era él quien tenía que redimir a Israel, y además hoy es el tercer día desde que esas cosas ocurrieron.

22 Si, y algunas mujeres también de nuestra compañía nos asombraron, que fueron temprano al sepulcro,

23 y cuando no encontraron su cuerpo vinieron diciendo que también habían tenido una visión de ángeles que dijeron que él estaba vivo.

24 Y algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y encontraron lo que las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron…

28 Y creció la noche en el pueblo a donde iban, y él hizo como si fuese más lejos.

29 Pero ellos le obligaron, diciendo: quédate con nosotros, porque ya la noche avanza y el día hace mucho que acabó. Y él se quedó con ellos.

30 Y ocurrió que, cuando él se sentó a la cena con ellos, tomó pan, y lo bendijo, y lo partió, y se lo dio.

31 Y sus ojos se abrieron, y lo conocieron, y él desapareció de su vista.

32 Y ellos se dijeron uno al otro, ¿no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y cuando abrió las escrituras para nosotros?

33 Y se levantaron en esa misma hora y volvieron a Jerusalén, y encontraron a los once reunidos, y a aquellos que estaban con ellos,

34 diciendo, el Señor se ha alzado verdaderamente, y ha aparecido ante Simón.

35 Y ellos dijeron las cosas que ocurrieron en el camino, y cómo le conocieron al partir el pan.

36 Y cuando así hablaban, el mismo Jesús se presentó en medio de ellos, y les dijo, la paz esté con vosotros.

37 Pero ellos estaban amedrentados y aterrados, y creían que habían visto un espíritu.

38 Y él les dijo, ¿por qué os turbáis?, ¿y por qué se alzan esos pensamientos en vuestro corazón?

39 Mirad mis manos y mis pies, soy yo mismo: tocadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

40 Y cuando él habló de esa manera, les mostró sus manos y sus pies.

41 Y mientras ellos no creían aún con alegría, y se extrañaban, les dijo, ¿tenéis aquí algo de carne?

42 Y le dieron un pedazo de pescado asado y un trozo de panal.

43 Y él los cogió y comió ante ellos.20

 

Pero ¿y si esto fuera en efecto el relato de un hombre que fue bajado de su cruz tras sólo tres horas, vivo aún, y trasladado a un escondite secreto donde fue tratado de las heridas de sus pies y sus manos, de su cabeza y su costado; que sobrevivió y fue dejado tres días descansando, y que se reunió con sus discípulos en el camino cuando caminaban alejándose de Jerusalén?

En otras palabras, quiero pedirte que leas los mismos pasajes de la Biblia otra vez, sin la creencia previa de que Jesús murió en la cruz…

 

Lucas 23:50 Y, mirad, había un hombre llamado José…

52 Este hombre fue a Pilatos, y suplicó por el cuerpo de Jesús.

53 Y lo bajó de la cruz, y lo envolvió en lienzos blancos, y lo depositó en un sepulcro que había sido tallado en la roca, en el que ningún hombre había sido enterrado antes…

55 Y también las mujeres, que habían venido de Galilea, lo siguieron y contemplaron el sepulcro y cómo depositaron su cuerpo.

56 Y regresaron, y prepararon especias y ungüentos, y descansaron el día del sábado según los mandamientos.

24:1 En el primer día de la semana, muy temprano por la mañana, vinieron al sepulcro con las especias que habían preparado, y había algunas otras con ellas.

2 Y encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro.

3 Y entraron, y no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.

4 Y ocurrió que, cuando estaban allí perplejas, ¡mirad!, dos hombres de vestiduras brillantes estaban a su lado:

5 Y cuando ellas se atemorizaron e inclinaron sus rostros a tierra, les dijeron ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?

6 Él no está aquí, porque se ha alzado: recordad cómo os habló cuando él estaba aún en Galilea,

7 diciendo, El Hijo del Hombre debe ser entregado en las manos de los pecadores, y ser crucificado, y alzarse de nuevo al tercer día.

8 Y ellas recordaron sus palabras,

9 y volvieron del sepulcro, y dijeron todas estas cosas a los once, y a todos los demás.

10 Eran María Magdalena, y Juana, y María la madre de Santiago, y otras mujeres que estaban con ellas, las que dijeron estas cosas a los apóstoles.

11 Y sus palabras les parecieron cuentos ociosos, y no las creyeron.

12 Entonces se levantó Pedro, y corrió al sepulcro, e inclinándose hacia dentro vio sólo los lienzos colocados, y salió preguntándose en su corazón qué había sucedido.

13 Y, ¡mirad!, dos de ellos fueron ese mismo día a un pueblo llamado Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios.

14 Y hablaban entre sí de todas las cosas que habían sucedido.

15 Y ocurrió que mientras conversaban y razonaban, el mismo Jesús se acercó y fue con ellos.

16 Pero sus ojos estaban de forma que no le conocían.

17 Y él les dijo, ¿qué clase de conversaciones son esas que tenéis entre vosotros al andar, y que son tristes?

18 Y uno de ellos, de nombre Cleofás, respondiendo, le dijo, ¿eres tú el único forastero en Jerusalén, y no sabes de las cosas que han sucedido allá estos días?

19 Y él les dijo, ¿qué cosas? Y ellos le dijeron sobre Jesús de Nazaret, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todos:

20 y de que el sumo sacerdote y nuestros gobernantes le entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron.

21 Pero nosotros confiábamos que era él quien tenía que redimir a Israel, y además hoy es el tercer día desde que esas cosas ocurrieron.

22 Si, y algunas mujeres también de nuestra compañía nos asombraron, que fueron temprano al sepulcro, nos asombraron

23 y cuando no encontraron su cuerpo vinieron diciendo que también habían tenido una visión de ángeles que dijeron que él estaba vivo.

24 Y algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y encontraron lo que las mujeres habían dicho, pero a él no lo vieron…

28 Y creció la noche en el pueblo a donde iban, y él hizo como si fuese más lejos.

29 Pero ellos le obligaron, diciendo: quédate con nosotros, porque ya la noche avanza y el día hace mucho que acabó. Y él se quedó con ellos.

30 Y ocurrió que, cuando él se sentó a la cena con ellos, tomó pan, y lo bendijo, y lo partió, y se lo dio.

31 Y sus ojos se abrieron, y lo conocieron, y él desapareció de su vista.

32 Y ellos se dijeron uno al otro, ¿no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y cuando abrió las escrituras para nosotros?

33 Y se levantaron en esa misma hora y volvieron a Jerusalén, y encontraron a los once reunidos, y a aquellos que estaban con ellos,

34 diciendo, el Señor se ha alzado verdaderamente, y ha aparecido ante Simón.

35 Y ellos dijeron las cosas que ocurrieron en el camino, y cómo lo conocieron al partir el pan.

36 Y cuando así hablaban, el mismo Jesús se presentó en medio de ellos, y les dijo, la paz esté con vosotros.

37 Pero ellos estaban amedrentados y aterrados, y creían que habían visto un espíritu.

38 Y él les dijo, ¿por qué os turbáis? ¿y por qué se alzan esos pensamientos en vuestro corazón?

39 Mirad mis manos y mis pies, soy yo mismo: tocadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

40 Y cuando él habló de esa manera, les mostró sus manos y sus pies.

41 Y mientras ellos no creían aún con alegría, y se extrañaban, les dijo, ¿tenéis aquí algo de carne?

42 Y le dieron un pedazo de pescado asado y un trozo de panal.

43 Y él los cogió y comió ante ellos.

 

«Mirad mis manos y mis pies, soy yo mismo: tocadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.» No puedo imaginarme cómo podría estar más claro. Jesús dice que está vivo, que ése era verdaderamente su cuerpo físico, no un espíritu, y para probarlo comió carne con ellos.

Hay frases incluso más reveladoras en los otros Evangelios. En Mateo21, por ejemplo…

 

Mateo 28:5 «Y el ángel respondió y dijo a las mujeres: no temáis, porque yo sé que buscáis a Jesús, que fue crucificado.

6 Él no está aquí, porque se ha alzado, como dijo. Venid y ved el lugar donde descansa el Señor.

7 Id aprisa, y decid a los discípulos que él se ha alzado de entre los muertos, y ¡mirad!, él va a Galilea ante vosotros, allí lo veréis.

 

…y…

 

Mateo 28:10 «Entonces Jesús les dijo: no temáis, id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, y que allí me verán…

16 Entonces los once discípulos fueron a Galilea, a una montaña que Jesús les había designado.

17 Y cuando lo vieron le adoraron.

 

Un cuerpo resucitado no necesitaría “ir ante” nadie, ni a sitio alguno, aparecería espontáneamente allí, simplemente. Y tampoco necesitaría decirle a nadie que fuera a verle a ningún lugar.

El Evangelio de Marcos22 dice…

 

Marcos 15:43 «José de Arimatea, un ilustre consejero, que también esperaba el reino de Dios, fue y se presentó con valentía ante Pilatos, y ansiaba el cuerpo de Jesús.

44 Y Pilatos se maravilló de que ya hubiera muerto».

 

Un sinónimo de “maravilla” es “sorpresa”. Pilatos se sorprendió de que Jesús ya estuviera muerto, porque sólo había estado tres horas en la cruz y habitualmente la crucifixión tarda mucho más tiempo matar a alguien. “Los romanos utilizaban la crucifixión como un método de muerte prolongado, atroz y humillante… Es posible sobrevivir a la crucifixión, si no es prolongada, y hay registros de gente que lo hizo”.23

 

…y…

 

Marcos 16:1 «Y cuando hubo pasado el sábado, María Magdalena, y María la madre de Santiago, y Salomé compraron especias dulces que llevarían para ungirle».

 

“Ungir” significa “untar o frotar con aceite, o una substancia oleosa”24, lo que incluso hoy es un tratamiento médico común para las heridas de un cuerpo que aún esté vivo.

 

…y…

 

Marcos 16:9 «Ahora que Jesús se había alzado, al amanecer del primer día de la semana, apareció primero ante María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios.

10 Y ella fue y les dijo que había estado con él, cuando ellos se lamentaban y lloraban.

11 Y ellos, cuando oyeron que él estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creían.

12 Después de eso él apareció en otra forma a dos de ellos, cuando viajaban a pie.

13 Y ellos fueron y lo dijeron al resto, pero tampoco les creyeron».

 

¡“Y cuando oyeron que él estaba vivo”!, ¿cómo se puede entender mal eso?

 

…y…

 

Marcos 16:14 «Después él apareció ante los once cuando estaban sentados a la cena, y les reprendió por su incredulidad y la dureza de su corazón, porque no creyeron a aquellos que lo habían visto cuando se alzó.»

 

Y en el Evangelio de Juan25

 

Juan 19:39 «Y allí vino también Nicodemo, que primero vino a Jesús de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe.»

 

Nicodemo era «un hombre rico y bien conocido del que se decía que tenía poderes milagrosos».26

La mirra y el áloe no se usan sólo para el embalsamamiento, sino también como medicina para las heridas. La mirra se usa actualmente en algunos linimentos y pomadas curativas que pueden aplicarse sobre abrasiones y otras enfermedades menores de la piel. En la medicina alternativa se dice que mezclar resina de mirra con vinagre aumenta su capacidad para aliviar el dolor.27 Los griegos y los romanos usaban el áloe para tratar las heridas28, como hacemos hoy también.

 

…y…

 

Juan 20:6 «Entonces vino Simón Pedro siguiéndole, y fue al sepulcro, y vio los lienzos colocados,

7 y el paño, que estaba sobre su cabeza, no estaba colocado con los lienzos, sino envuelto solo en otro lugar».

 

El paño que envolvía la cabeza de Jesús, donde tenía las heridas de la corona de espinas, estaba en un lugar distinto del resto. No es probable, si su cuerpo resucitó y dejó sus “lienzos” allí colocados.

 

…y finalmente…

 

Juan 20:19 «Entonces, el mismo día por la noche, siendo el primer día de la semana, cuando, por miedo a los judíos, estaban cerradas las puertas donde se reunían los discípulos, vino Jesús y se alzó en el medio, y les dijo, la paz esté con vosotros.

20 Y cuando así dijo, les mostró sus manos y su costado. Entonces se alegraron los discípulos, cuando vieron al Señor».

 

Tengo que añadir que es bastante probable que los discípulos de Jesús creyeron realmente que había muerto en la cruz, así que comprendo su asombro al ver que no. Pero incluso en la Biblia, leída sin una creencia previa, está muy claro que Jesús sobrevivió a su crucifixión.

La Cristiandad se ha basado durante dos mil años la en la creencia de que Jesús murió en la cruz (muchos dicen que “por nuestros pecados”) y se alzó de nuevo de entre los muertos. Piensa en la repercusión que esta creencia ha tenido en el mundo, y en muchos de nosotros personalmente. Se han luchado guerras, han muerto millones, y más millones aún han vivido vidas de culpa y vergüenza basadas en esta creencia.

Pero hay abundantes evidencias de que esta creencia no es cierta.29 La misma Biblia no dice que ocurriera así, a menos que leas los Evangelios ya con esa creencia, y aún así tienes que hacer algunas grandes presuposiciones. (Recuerda la Cuchilla de Ockham: la mejor respuesta es la que tiene menos presuposiciones.)

De modo que empezamos con el juicio de que todos nosotros, como seres humanos, somos imperfectos de manera innata (la Iglesia Católica Romana lo llama “el pecado original”). A pesar de la evidencia, nos formamos la creencia de que el Hijo de Dios ha resucitado de entre los muertos para salvarnos de nuestra naturaleza pecadora y tenemos la opinión de que cualquiera que no crea en Él no puede subir al Cielo.

¡Eso nos lleva a un juego muy interesante!

 

* * *

 

He aquí otro ejemplo rápido de cómo ocurre este ciclo prejuicio-creencia-opinión…

Digamos que tú juzgas que la prostitución es “errónea” por la razón que sea. Entonces te formas la creencia de que el gobierno debería hacer algo para detenerla y mantienes la opinión de que cualquier hombre o mujer que se vea envuelto en la prostitución actúa en forma inmoral.

Y digamos que tu Yo Infinito crea una experiencia para ti en tu crisálida en la que tienes que enfrentarte a esto, algo como que tu marido, o esposa, o amante, o hijo, o hija, o buen amigo (alguien a quien respetes y admires) es detenido acusado de prostitución, tanto solicitando como vendiendo sexo por dinero.