Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca by Alvar Nuñez Cabeza de Baca - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

Desde aqui hovo otra manera de rescebirnos, en quanto toca al saquearse;porque los que salian de los Caminos à traernos alguna cosa à los quecon nosotros venian, no los robaban; mas despues de entrados en susCasas, ellos mismos nos ofrescian quanto tenian, i las Casas con ello;nosotros las dabamos à los Principales, para que entre ellos laspartiesen, i siempre los que quedaban despojados nos seguian, de dondecrescia mucha Gente para satisfacerse de su pèrdida: i decianles, que seguardasen, i no escondiesen cosa alguna de quantas tenian, porque nopodia ser sin que nosotros lo supiesemos, i hariamos luego, que todosmuriesen, porque el Sol nos lo decia. Tan grandes eran los temores queles ponian, que los primeros dias que con nosotros estaban, nuncaestaban sino temblando, i sin osar hablar, ni alçar los ojos al Cielo.Estos nos guiaron por mas de cinquenta leguas de despoblado, de muiasperas Sierras, i por ser tan secas no havia caça en ellas, i por estopasamos mucha hambre, i al cabo vn Rio mui grande, que el Agua nos dabahasta los pechos: i desde aqui nos començò mucha de la Gente quetraìamos à adolescer, de la mucha hambre, i trabajo, que por aquellasSierras havian pasado, que por extremo eran agras, i trabajosas.

Estosmismos nos llevaron à vnos Llanos, al cabo de las Sierras, donde venianà rescebirnos de mui lexos de alli, i nos rescibieron como los pasados;i dieron tanta hacienda à los que con nosotros venian, que por nopoderla llevar, dexaron la mitad; i diximos à los Indios que lo haviandado, que lo tornasen à tomar, i lo llevasen, porque no quedase alliperdido: i respondieron, que en ninguna manera lo harian, porque no erasu costumbre, despues de haver vna vez ofrescido, tornarlo à tomar; iasi, no lo teniendo en nada, lo dexaron todo perder. A estos diximos,que queriamos ir à la puesta del Sol, i ellos respondieronnos, que poralli estaba la Gente mui lexos; i nosotros les mandabamos, que embiasenà hacerles saber, como nosotros ibamos allà, i de esto se escusaron lomejor que ellos podian, porque ellos eran sus enemigos, i no querian quefuesemos à ellos, mas no osaron hacer otra cosa; i asi embiaron dosMugeres, vna suia, i otra que ellos tenian captiva; i embiaron estas,porque las Mugeres pueden contratar, aunque aia Guerra, i nosotros lasseguimos, i paramos en vn Lugar, donde estaba concertado que lasesperasemos, mas ellas tardaron cinco Dias: i los Indios decian, que nodebian de hallar Gente. Diximosles, que nos llevasen àcia el Norte:respondieron de la misma manera, diciendo, que por alli no havia Gente,sino mui lexos, i que no havia que comer, ni se hallaba Agua; i con todoesto nosotros porfiamos, i diximos, que por alli queriamos ir, i ellostodavia se escusaban de la mejor manera que podian, i por esto nosenojamos, i Yo me salì vna noche à dormir en el Campo, apartado deellos; mas luego fueron donde Yo estaba, i toda la noche estuvieron sindormir, i con mucho miedo, i hablandome, i diciendome quan atemoriçadosestaban, rogandonos, que no estuviesemos mas enojados; i que aunqueellos supiesen morir en el camino, nos llevarian por donde nosotrosquisiesemos ir, i como nosotros todavia fingiamos estàr enojados; iporque su miedo no se quitase, suscediò vna cosa estraña, i fue, queeste dia mesmo adolescieron muchos de ellos; i otro dia siguientemurieron ocho Hombres. Por toda la Tierra, donde esto se supo, hovierontanto miedo de nosotros, que parescia en vernos, que de temor havian demorir. Rogaronnos, que no estuviesemos enojados, ni quisiesemos que masde ellos muriesen; i tenian por mui cierto, que nosotros los matabamoscon solamente quererlo: i à la verdad, nosotros rescebiamos tanta penade esto, que no podia ser maior; porque allende de vèr los que morian,temiamos, que no muriesen todos, ò nos dexasen solos de miedo, i todaslas otras Gentes de al adelante hiciesen lo mismo, viendo lo que à estoshavia acontecido. Rogamos à Dios Nuestro Señor, que lo remediase, i ansicomençaron à sanar todos aquellos que havian enfermado; i vimos vnacosa, que fue de grande admiracion, que los Padres, i Hermanos, iMugeres de los que murieron, de verlos en aquel estado tenian gran pena;i despues de muertos, ningun sentimiento hicieron, ni los vimos llorar,ni hablar vnos con otros, ni hacer otra ninguna muestra, ni osabanllegar à ellos, hasta que nosotros los mandabamos llevar à enterrar; imas de quince dias, que con aquellos estuvimos, à ninguno vimos hablarvno con otro, ni los vimos reir, ni llorar à ninguna criatura; antesporque vna llorò, la llevaron mui lexos de alli, i con vnos dientes deRaton agudos la sajaron desde los hombros, hasta casi todas las piernas.E Yo viendo esta crueldad, i enojado de ello les preguntè, que por quèlo hacian? i respondieron, que para castigarla, porque havia lloradodelante de mì. Todos estos temores que ellos tenian, ponian à todos losotros, que nuevamente venian à conoscernos, à fin que nos diesen todoquanto tenian, porque sabian, que nosotros no tomabamos nada, i lohaviamos de dàr todo à ellos. Esta fue la mas obediente Gente quehallamos por esta Tierra, i de mejor condicion; i comunmente son muidispuestos. Convalescidos los dolientes, i ià que havia tres dias queestabamos alli, llegaron las Mugeres que haviamos embiado, diciendo, quehavian hallado mui poca Gente, i que todos havian ido à las Vacas, queera en tiempo de ellas; i mandamos à los que havian estado enfermos, quese quedasen, i los que estuviesen buenos fuesen con nosotros, i que dosjornadas de alli, aquellas mismas dos Mugeres irian con dos de nosotrosà sacar Gente, i traerla al camino, para que nos rescibiesen, i con estootro dia de mañana, todos los que mas recios estaban, partieron connosotros, i à tres jornadas paràmos, i el siguiente dia partiò Alonsodel Castillo con Estevanico el Negro, llevando por Guia las dos Mugeres;i la que de ellas era Captiva, los llevò à vn Rio, que corria entre vnasSierras, donde estaba vn Pueblo, en que su Padre vivia, i estas fueronlas primeras Casas que vimos que tuviesen parescer, i manera de ello.Aqui llegaron Castillo, i Estevanico; i despues de haver hablado con losIndios, à cabo de tres dias vino Castillo adonde nos havia dexado, itraxo cinco, ò seis de aquellos Indios, i dixo como havia hallado Casasde Gente, i de asiento, i que aquella Gente comia Frisoles, i Calabaças,i que havia visto Maìz.

Esta fue la cosa del Mundo que mas nos alegrò, ipor ello dimos infinitas gracias à Nuestro Señor, i dixo, que el Negrovernia con toda la Gente de las Casas à esperar al camino, cerca dealli; i por esta causa partimos, i andada legua i media topamos con elNegro, i la Gente que venian à rescebirnos, i nos dieron Frisoles, imuchas Calabaças para comer, i para traer Agua, i Mantas de Vacas, iotras cosas. Y como estas Gentes, i las que con nosotros venian, eranenemigos, i no se entendian, partimonos de los primeros, dandoles lo quenos havian dado, i fuimonos con estos, i à seis leguas de alli, ià quevenia la noche, llegamos à sus Casas, donde hicieron muchas Fiestas connosotros. Aqui estuvimos vn dia, i el siguiente nos partimos, illevamoslos con nosotros à otras Casas de asiento, donde comian lo mismoque ellos; i de aì adelante hovo otro nuevo vio, que los que sabian denuestra vida, no salian à rescebirnos à los caminos, como los otroshacian, antes los hallabamos en sus Casas, i tenian hechas otras paranosotros; i estaban todos asentados, i todos tenian bueltas las carasàcia la pared, i las cabeças baxas, i los cabellos puestos delante delos ojos, i su hacienda puesta en monton en medio de la Casa; i de aquiadelante començaron à darnos muchas Mantas de Cueros, i no tenian cosaque no nos diesen. Es la Gente de mejores cuerpos que vimos, i de maiorviveça, i habilidad, i que mejor nos entendian, i respondian en lo quepreguntabamos; i llamamos los de las Vacas, porque la maior parte que deellas mueren, es cerca de alli: i por aquel Rio arriba mas de cinquentaleguas vàn matando muchas de ellas. Esta Gente andan del todo desnudos,à la manera de los primeros que hallamos. Las Mugeres andan cubiertascon vnos Cueros de Venado, i algunos pocos de Hombres, señaladamente losque son viejos, que no sirven para la Guerra. Es Tierra mui poblada.Preguntamosles, como no sembraban Maìz? respondieronnos, que lo hacianpor no perder lo que sembrasen; porque dos Años arreo les havian faltadolas Aguas, i havia sido el tiempo tan seco, que à todos les havianperdido los Maìces los Topos; i que no osarian tornar à sembrar, sin queprimero hoviese llovido mucho: i rogabannos que dixesemos al Cielo quelloviese, i se lo rogasemos, i nosotros se lo prometimos de hacerloansi. Tambien nosotros quesimos saber de donde havian traìdo aquel Maìz,i ellos nos dixeron, que de donde el Sol se ponia, i que lo havia portoda aquella Tierra, mas que lo mas cerca de alli era por aquel camino.Preguntamosles, por donde iriamos bien? i que nos informasen del camino,porque no querian ir allà. Dixeronnos, que el camino era por aquel Rioarriba àcia el Norte, i que en diez i siete jornadas no hallariamos otracosa ninguna que comer, sino vna Fruta, que llaman Chacàn, i que lamachucan entre vnas Piedras; si aun despues de hecha esta diligencia, nose puede comer de aspera, i seca, i asi era la verdad, porque alli noslo mostraron, i no lo podimos comer; i dixeronnos tambien, queentretanto que nosotros fuesemos por el Rio arriba, iriamos siempre porGente, que eran sus enemigos, i hablaban su misma Lengua, i que notenian que darnos cosa à comer, mas que nos rescibirian de mui buenavoluntad, i que nos darian muchas Mantas de Algodon, i Cueros, i otrascosas de las que ellos tenian, mas que todavia les parescia que enninguna manera no debiamos tomar aquel camino. Dudando lo que hariamos,i qual camino tomariamos, que mas à nuestro proposito, i provecho fuese,nosotros nos detuvimos con ellos dos dias.

Dabannos à comer Frisoles, iCalabaças; la manera de cocerlas es tan nueva, que por ser tal, Yo laquise aqui poner, para que se vea, i se conozca quan diversos, iestraños son los ingenios, i industrias de los Hombres humanos. Ellos noalcançan Ollas; i para cocer lo que ellos quieren comer, hinchen mediaCalabaça grande de Agua, i en el fuego echan muchas Piedras, de las quemas facilmente ellos pueden encender, i toman el fuego; i quando vèn queestàn ardiendo, tomanlas con vnas Tenaças de Palo, i echanlas en aquellaAgua que està en la Calabaça, hasta que la hacen hervir con el fuego quelas Piedras llevan; i quando vèn que el Agua hierve, echan en ella loque han de cocer, i en todo este tiempo no hacen sino sacar vnasPiedras, i echar otras ardiendo, para que el Agua hierva, para cocer loque quieren, i asi lo cuecen.

CAP. XXXI. De como seguimos el camino del Maìz.

Pasados dos dias, que alli estuvimos, determinamos de ir à buscar elMaìz, i no quesimos seguir el camino de las Vacas, porque es àcia elNorte, i esto era para nosotros mui gran rodeo; porque siempre tuvimospor cierto, que iendo la puesta del Sol, haviamos de hallar lo quedeseabamos, i ansi seguimos nuestro camino, i atravesamos toda laTierra, hasta salir à la Mar del Sur; i no bastò à estorvarnos esto eltemor que nos ponian de la mucha hambre que haviamos de pasar (como à laverdad la pasamos) por todas las diez i siete jornadas, que nos haviandicho. Por todas ellas el Rio arriba nos dieron muchas Mantas de Vacas,i no comimos de aquella su Fruta, mas nuestro mantenimiento era cada diatanto, como vna mano de Vnto de Venado, que para estas necesidadesprocurabamos siempre de guardar, i ansi pasamos todas las diez i sietejornadas, i al cabo de ellas travesamos el Rio, i caminamos otras diez isiete. A la puesta del Sol, por vnos llanos, i entre vnas Sierras muigrandes, que alli se hacen, alli hallamos vna Gente, que la terceraparte del Año no comen sino vnos Polvos de Paja; i por ser aquel tiempo,quando nosotros por alli caminamos, hovimoslo tambien de comer, hastaque acabadas estas jornadas, hallamos Casas de asiento adonde haviamucho Maìz allegado, i de ello, i de su Harina nos dieron muchacantidad, i de Calabaças, i Frisoles, i Mantas de Algodon, i de todocargamos à los que alli nos havian traìdo, i con esto se bolvieron losmas contentos del Mundo. Nosotros dimos muchas gracias à Dios NuestroSeñor por havernos traìdo allí, adonde haviamos hallado tantomantenimiento. Entre estas Casas havia algunas de ellas, que eran deTierra, i las otras todas son de Estera de Cañas; i de aqui pasamos masde cien leguas de Tierra, i siempre hallamos Casas de asiento, i muchomantenimiento de Maìz, i Frisoles, i dabannos muchos Venados, i muchasMantas de Algodon, mejores que las de la Nueva-España. Dabannos tambienmuchas Cuentas, i de vnos Corales que ai en la Mar del Sur, muchasTurquesa; mui buenas que tiene de àcia el Nortes i finalmente dieronaqui todo quanto tenian, i à mi me dieron cinco Esmeraldas hechas puntasde Flechas, i con estas Flechas hacen ellos sus Areitos, i Bailes; iparesciendome à mi que eran mui buenas, les preguntè, que donde lashavian havido? i dixeron, que las traìan de vnas Sierras mui altas, queestàn àcia el Norte, i las compraban à trueco de Penachos, i Plumas dePapagaios; i decian, que havia alli Pueblos de mucha Gente, i Casas muigrandes.

Entre estos vimos las Mugeres mas honestamente tratadas que àninguna parte de Indias que hoviesemos visto. Traen vnas Camisas deAlgodon, que llegan hasta las rodillas, i vnas Medias-mangas encima deellas, de vnas faldillas de Cuero de Venado, sin pelo, que tocan en elsuelo, i enjabonanlas con vnas Raìces, que alimpian mucho, i ansi lastienen mui bien tratadas; son abiertas por delante, i cerradas con vnasCorreas; andan calçados con Çapatos. Toda esta Gente venia à nosotros àque les tocasemos, i santiguasemos; i eran en esto tan importunos, quecon gran trabajo lo sufriamos, porque dolientes, i sanos, todos querianir santiguados. Acontecia muchas veces, que de las Mugeres que connosotros iban, parian algunas, i luego en nasciendo nos traìan lacriatura à que la santiguasemos, i tocasemos. Acompañabannos siempre,hasta dexarnos entregados à otros; i entre todas estas Gentes se teniapor mui cierto, que veniamos del Cielo.

Entretanto que con estosanduvimos, caminamos todo el dia sin comer hasta la noche; i comiamostan poco, que ellos se espantaban de verlo. Nunca nos sintieroncansancio; i à la verdad nosotros estabamos tan hechos al trabajo, quetampoco lo sentiamos. Teniamos con ellos mucha autoridad, i gravedad, ipara conservar esto les hablabamos pocas veces. El Negro les hablabasiempre: se informaba de los caminos que queriamos ir, i los Pueblos quehavia, i de las cosas que queriamos saber. Pasamos por gran numero, idiversidades de Lenguas, con todas ellas Dios Nuestro Señor nosfavoresciò, porque siempre nos entendieron, i les entendimos, i ansipreguntabamos, i respondian por señas, como si ellos hablàran nuestraLengua, i nosotros la suia; porque aunque sabiamos seis Lenguas, no nospodiamos en todas partes aprovechar de ellas, porque hallamos mas de mildiferencias. Por todas estas Tierras, los que tenian Guerras con losotros, se hacian luego amigos para venirnos à rescebir, i traernos todoquando tenian, i de esta manera dexamos toda la Tierra en paz, idiximosles por las señas que nos entendian, que en el Cielo havia vnHombre que llamabamos Dios, el qual havia criado el Cielo, i la Tierra,i que este adorabamos nosotros, i teniamos por Señor, i que haciamos loque nos mandaba, i que de su mano venian todas las cosas buenas, i quesi ansi ellos lo hiciesen, les iria mui bien de ello; i tan grandeaparejo hallamos en ellos, que si Lengua hoviera con que perfectamentenos entendieramos, todos los dexàramos Christianos. Esto les dimos àentender lo mejor que podimos; i de aì adelante, quando el Sol salia,con mui gran grita abrian las manos juntas al Cielo, i despues lastraìan por todo su cuerpo; i otro tanto hacian quando se ponia. Es Gentebien acondicionada, i aprovechada para seguir qualquiera cosa bienaparejada.

CAP. XXXII. De como nos dieron los coraçones de los venados.

En el Pueblo donde nos dieron las Esmeraldas, dieron à Dorantes mas deseiscientos coraçones de Venado abiertos, de que ellos tienen siempremucha abundancia para su mantenimiento, i por esto le pusimos nombre, elPueblo de los Coraçones, i por èl es la entrada para muchas Provincias,que estàn à la Mar del Sur; i si los que la fueren à buscar, por aqui noentraren, se perderàn; porque la Costa no tiene Maìz, i comen Polvo deBledo, i de Paja, i de Pescado, que toman en la Mar con Balsas, porqueno alcançan Canoas.

Las Mugeres cubren sus verguenças con Yerva, i Paja.Es Gente mui apocada, i triste. Creemos, que cerca de la Costa, por lavia de aquellos Pueblos, que nosotros truximos, ai mas de mil Leguas deTierra poblada, i tienen mucho mantenimiento, porque siembran tres vecesen el Año Frisoles, i Maìz. Ai tres maneras de Venados, los de la vna deellas son tamaños como Novillos de Castilla: ai Casas de asiento, quellaman Buhios, i tienen Yerva, i esto es de vnos Arboles, al tamaño deMançanos, i no es menester mas de coger la Fruta, i vntar la Flecha conella; i sino tiene Fruta, quiebran vna Rama, i con la Leche que tienenhacen lo mesmo. Ai muchos de estos Arboles, que son tan ponçoñosos, quesi majan las Hojas de èl, i las laban en alguna Agua allegada, todos losVenados, i qualesquier otros Animales, que de ella beben, rebientanluego.

En este Pueblo estuvimos tres dias, i à vna jornada de alliestaba otro, en el qual nos tomaron tantas Aguas, que porque vn Riocresciò mucho no lo podimos pasar, i nos detuvimos alli quince dias. Eneste tiempo Castillo viò al cuello de vn Indio vna Evilleta de Talabartede Espada, i en ella cosido vn Clavo de herrar: tomòsela, ipreguntamosle, què cosa era aquella? i dixeronnos, que havian venido delCielo. Preguntamosle mas, que quien la havia trìdo de allà? irespondieron, que vnos Hombres que traìan barbas como nosotros, quehavian venido del Cielo, i llegado à aquel Rio, i que traìan Caballos, iLanças, i Espadas, i que havian alanceado dos de ellos; i lo masdisimuladamente que podimos les preguntamos, què se havian hechoaquellos Hombres? i respondieronnos, que se havian ido à la Mar, i quemetieron las Lanças por debaxo del Agua, i que ellos se havian tambienmetido por debaxo, i que despues los vieron ir por cima, àcia puesta delSol. Nosotros dimos muchas gracias à Dios Nuestro Señor, por aquello queoìmos, porque estabamos desconfiados de saber nuevas de Christianos: ipor otra parte nos vimos en gran confusion, i tristeça, creiendo queaquella Gente no seria sino algunos, que havian venido por la Mar àdescubrir: mas al fin, como tuvimos tan cierta nueva de ellos, dimonosmas priesa à nuestro camino, i siempre hallabamos mas nueva deChristianos; i nosotros les deciamos, que les ibamos à buscar, paradecirles, que no los matasen, ni tomasen por Esclavos, ni los sacasen desus Tierras, ni les hiciesen otro mal ninguno, i de esto ellos holgabanmucho. Anduvimos mucha Tierra, i toda la hallamos despoblada, porque losMoradores de ella andaban huiendo por las Sierras, sin osar tener Casas,ni labrar, por miedo de los Christianos. Fue cosa de que tuvimos muigran lastima, viendo la Tierra mui fertil, i mui hermosa, i mui llena deAguas, i de Rios, i vèr los Lugares despoblados, i quemados, i la Gentetan flaca, i enferma, huìda, i escondida toda; i como no sembraban, contanta hambre, se mantenian con corteças de Arboles, i Raìces. De estahambre à nosotros alcançaba parte en todo este camino, porque mal nospodian ellos proveer, estando tan desventurados, que parescia que sequerian morir. Truxeronnos Mantas, de las que havian escondido por losChristianos, i dieronnoslas: i aun contaronnos, como otras veces havianentrado los Christianos por la Tierra, i havian destruìdo, i quemado losPueblos, i llevado la mitad de los Hombres, i todas las Mugeres, iMuchachos, i que los que de sus manos se havian podido escapar, andabanhuiendo. Como los viamos tan atemoriçados, sin osar parar en ningunaparte, i que ni querian, ni podian sembrar, ni labrar la Tierra, antesestaban determinados de dexarse morir, i que esto tenian por mejor, queesperar ser tratados con tanta crueldad, como hasta alli, i mostrabangrandisimo placer con nosotros, aunque temimos, que llegados à los quetenian la frontera con los Christianos, i Guerra con ellos, nos haviande maltratar, i hacer que pagasemos, lo que los Christianos contra elloshacian. Mas como Dios Nuestro Señor fue servido de traernos hasta ellos,comenençaronnos à temer, i acatar, como los pasados, i aun algo mas, deque no quedamos poco maravillados: por donde claramente se vè, que estasGentes todas, para ser atraìdas à ser Christianos, i à obediencia de laImperial Magestad, han de ser llevados con buen tratamiento, i que estees camino mui cierto, i otro no. Estos nos llevaron à vn Pueblo, queestà en vn cuchillo de vna Sierra, i se ha de subir à èl por grandeaspereça: i aqui, hallamos mucha Gente, que estaba junta, recogidos, pormiedo de los Christianos. Recibieronnos mui bien, i dierronos quantotenian, i dieronnos mas de dos mil cargas de Maìz, que dimos à aquellosmiserables, i hambrientos, que hasta alli nos havian traìdo; i otro diadespachamos de alli quatro Mensageros por la Tierra, como loacostumbrabamos hacer, para que llamasen, i convocasen toda la mas Genteque pudiesen; à vn Pueblo, que està tres jornadas de alli; i hecho esto,otro dia nos partimos con toda la Gente, que alli estaba: i siemprehallabamos rastro, i señales adonde havian dormido Christianos; i àmedio dia topamos nuestros Mensageros, que nos dixeron, que no havianhallado Gente, que toda andaba por los Montes escondidos, huiendo,porque los Christianos no los matasen, i hiciesen Esclavos: i que lanoche pasada havian visto à los Christianos, estando ellos detràs devnos Arboles, mirando lo que hacian, i vieron como llevaban muchosIndios en Cadenas: i de esto se alteraron los que con nosotros venian, ialgunos de ellos se bolvieron, para dàr aviso por la Tierra, como venianChristianos, i muchos mas hicieran esto, si nosotros no les dixeramosque no lo hiciesen, ni tuviesen temor: i con esto se aseguraron, iholgaron mucho. Venian entonces con nosotros Indios de cien Leguas dealli, i no podiamos acabar con ellos, que se bolviesen à sus Casas; ipor asegurarlos, dormimos aquella noche alli, i otro dia caminamos, idormimos en el camino; i el siguiente dia, los que haviamos embiado porMensageros, nos guiaron adonde ellos havian visto los Christianos; illegados à hora de Visperas, vimos claramente, que havian dicho laverdad: i conocimos la Gente, que era de à Caballo, por las Estacas enque los Caballos havian estado atados. Desde aqui, que se llama el Riode Petutàn, hasta el Rio donde llegò Diego de Guzmàn, puede haver hastaèl, desde donde supimos de Christianos, ochenta Leguas: i desde alli alPueblo donde nos tomaron las Aguas, doce Leguas; i desde alli, hasta laMar del Sur, havia doce Leguas. Por toda esta Tierra, donde alcançanSierras, vimos grandes muestras de Oro, i Alcohol, Hierro, Cobre, iotros Metales. Por donde estàn las Casas de asiento es caliente, tanto,que por Enero hace gran calor. Desde alli àcia el Mediodia, de la Tierraque es despoblada, hasta la Mar del Norte, es mui desastrada, i pobre,donde pasamos grande, i increìble hambre; i los que por aquella Tierrahabitan, i andan, es Gente crudelisima, i de mui mala inclinacion, icostumbres. Los Indios, que tienen Casa de aliento, i los de atràs,ningun caso hacen de Oro, i Plata, ni hallan que pueda haver provecho deello.

CAP. XXXIII. Como vimos rastro de Christianos.

Despues que vimos rastro claro de Christianos, i entendimos, que tancerca estabamos de ellos, dimos muchas gracias à Dios Nuestro Señor, porquerernos sacar de tan triste, i miserable captiverio; i el placer quede esto sentimos, juzguelo cada vno, quando pensare el tiempo que enaquella Tierra estuvimos, i los peligros, i trabajos porque pasamos.Aquella noche Yo roguè à vno de mis Compañeros, que fuese tras losChristianos, que iban por donde nosotros dexabamos la Tierra asegurada,i havia tres dias de camino. A ellos se les hiço de mal esto,escusandose por el cansancio, i trabajo: i aunque cada vno de ellos lopudiera hacer mejor que Yo, por ser mas recios, i mas moços, mas vistasu voluntad, otro dia por la mañana tomè conmigo al Negro, i onceIndios, i por el rastro que hallaba, siguiendo à los Christianos, pasèpor tres Lugares, donde havian dormido: i este dia anduve diez Leguas; iotro dia de mañana alcancè quatro Christianos de Caballo, querescibieron gran alteracion de verme tan estrañamente vestido, i encompañia de Indios. Estuvieronme mirando mucho espacio de tiempo, tanatonitos, que ni me hablaban, ni acertaban à preguntarme nada. Yo lesdixe, que me llevasen adonde estaba su Capitan: i asi fuimos media Leguade alli, donde estaba Diego de Alcaràz, que era el Capitan; i despues dehaverlo hablado, me dixo, que estaba mui perdido alli, porque haviamuchos dias, que no havia podido tomar Indios, i que no havia por dondeir, porque entre ellos començaba à haver necesidad, i hambre; Yo ledixe, como atràs quedaban Dorantes, i Castillo, que estaban diez Leguasde alli, con muchas Gentes, que nos havian traìdo: i èl embiò luego tresde Caballo, i cinquenta Indios, de los que ellos traìan: i el Negrobolviò con ellos para guiarlos, i Yo quedè alli, i pedì, que me diesenpor Testimonio el Año, i el Mes, i Dia, que alli havia llegado, i lamanera en que venia, i ansi lo hicieron. De este Rio, hasta el Pueblo delos Christianos, que se llama Sant Miguèl, que es de la Governacion dela Provincia, que dicen la Nueva Galicia, ai treinta Leguas.

CAP. XXXIV. De como embiè por los Christianos.

Pasados cinco dias, llegaron Andrès Dorantes, i Alonso del Castillo, conlos que havian ido por ellos, i traìan consigo mas de seiscientasPersonas, que eran de aquel Pueblo, que los Christianos havian hechosubir al Monte, i andaban escondidos por la Tierra, i los que hasta allicon nosotros havian venido, los havian sacado de los Montes, i entregadoà los Christianos, i ellos havian despedido todas las otras Gentes, quehasta alli havian traìdo; i venidos adonde Yo estaba, Alcaràz me rogò,que embiasemos à llamar la Gente de los Pueblos, que estàn à vera delRio, que andaban ascondidos por los Montes de la Tierra, i que lesmandasemos que truxesen de comer, aunque esto no era menester, porqueellos siempre tenian cuidado de traernos todo lo que podian; i embiamosluego nuestros Mensageros à que los llamasen, i vinieron seiscientasPersonas, que nos truxeron todo el Maìz que alcançaban, i traìanlo envnas ollas tapadas con barro, en que lo havian enterrado, i escondido, inos truxeron todo lo mas que tenian, mas nosotros no quisimos tomar detodo ello, sino la comida, i dimos todo lo otro à los Christianos, paraque entre sì lo repartiesen; i despues de esto pasamos muchas, i grandespendencias con ellos, porque nos querian hacer los Indios que traìmosEsclavos; i con este enojo, al partir dexamos muchos Arcos Turquescos,que traìamos, i muchos Çurrones, i Flechas, i entre ellas las cinco delas Esmeraldas, que no se nos acordò de ellas, i ansi las perdimos.Dimos à los Christianos muchas Mantas de Vaca, i otras cosas quetraìamos: vimonos con los Indios en mucho trabajo, porque se bolviesen àsus Casas, i se asegurasen, i sembrasen su Maìz. Ellos no querian sinoir con nosotros, hasta dexarnos, como acostumbraban, con otros Indios;porque si se bolviesen sin hacer esto, temian que se moririan, que parair con nosotros no temian à los Christianos, ni à sus Lanças.

A losChristianos les pesaba de esto, i hacian, que su Lengua les dixese, quenosotros eramos de ellos mismos, i nos haviamos perdido muchos tiemposhavia, i que eramos Gente de poca suerte, i valor, i que ellos eran losSeñores de aquella Tierra, à quien havian de obedescer, i servir. Mastodo esto los Indios tenian en mui poco, ò nonada de lo que les decian:antes vnos con otros, entre sì platicaban, diciendo, que los Christianosmentian, porque nosotros veniamos de donde salia el Sol, i ellos dondese pone: i que nosotros sanabamos los enfermos, i ellos mataban los queestaban sanos: i que nosotros veniamos desnudos, i descalços, i ellosvestidos, i en Caballos, i con Lanças: i que nosotros no teniamoscobdicia de ninguna cosa, antes todo quanto nos daban, tornabamos luegoà dàr, i con nada nos quedabamos, i los otros no tenian otro fin, sinorobar todo quanto hallaban, i nunca daban nada à nadie; i de esta manerarelataban todas nuestras cosas, i las encarescian por el contrario delos otros; i asi les respondieron à la Lengua de los Christianos, i lomismo hicieron saber à los otros, por vna Lengua, que entre ellos havia,con quien nos entendiamos, i aquellos que la vsan llamamos propriamentePrimahaitu (que es como decir Vascongados) la qual mas de quatrocientasLeguas de las que anduvimos, hallamos vsada entre ellos, sin haver otrapor todas aquellas Tierras. Finalmente nunca pudo acabar con los Indioscreer, que eramos de los otros Christianos, i con mucho trabajo, iimportunacion los hecimos bolver à sus Casas, i les mandamos, que seasegurasen, i asentasen sus Pueblos, i sembrasen, i labrasen la Tierra,que de estàr despoblada estaba ià mui llena de Monte, la qual sin dubdaes la mejor de quantas en estas Indias ai, i mas fertil, i abundosa deMantenimientos, i siembran tres veces en el Año. Tiene muchas Frutas, imui hermosos Rios, i otras muchas Aguas mui buenas. Ai muestras grandes,i señales de Minas de Oro, i Plata: la Gente de ella es mui bienacondicionada: sirven à los Christianos (los que son Amigos) de muibuena voluntad. Son mui dispuestos mucho mas que los de Mexico; ifinalmente, es Tierra, que ninguna cosa le falta; para ser mui buena.Despedidos los Indios, nos dixeron, que harian lo que mandabamos, iasentarian sus Pueblos, si los Christianos los dexaban; i Yo asi lodigo, i afirmo por mui cierto, que si no lo hicieren, serà por culpa delos Christianos.

Despues que hovimos embiado à los Indios en paz, i regraciadoles eltrabajo, que con nosotros havian pasado, los Christianos nos embiaron(debaxo de cautela) à vn Cebreros, Alcalde, i con èl otros dos.

Losquales nos llevaron por los Montes, i despoblados, por apartarnos de laconversacion de los Indios, i porque no viesemos, ni entendiesemos loque de hecho hicieron: donde paresce quanto se engañan los pensamientosde los Hombres, que nosotros andabamos à les buscar libertad, i quandopensabamos que la teniamos, sucediò tan al contrario, porque tenianacordado de ir à dàr en los Indios que embiabamos, asegurados, i de paz;i ansi como lo pensaron, lo hicieron: llevaronnos por aquellos Montesdos dias, sin Agua, perdidos, i sin camino, i todos pensamos perescer desed, i de ella se nos ahogaron siete Hombres, i muchos Amigos, que losChristianos traìan consigo, no pudieron llegar hasta otro dia à mediodia, adonde aquella noche hallamos nosotros el Agua: i caminamos conellos veinte i cinco Leguas, poco mas, ò menos; i al fin de ellasllegamos à vn Pueblo de Indios de Paz; i el Alcalde que nos llevaba nosdexò alli, i el pasò adelante otras tres Leguas à vn Pueblo, que sellamaba Culiaçàn, adonde estaba Melchior Diaz, Alcalde Maior, i Capitande aquella Provincia.

CAP. XXXV. De como el Alcalde Maior nos rescibiò bien la noche quellegamos.

Como el Alcalde Maior fue avisado de nuestra salida, i venida, luegoaquella noche partiò, i vino adonde nosotros estabamos, i llorò muchocon nosotros, dando loores à Dios Nuestro Señor, por haver vsado detanta misericordia con nosotros, i nos hablò, i tratò mui bien; i departe del Governador Nuño de Guzmàn, i suia, nos ofresciò todo lo quetenia, i podia: i mostrò mucho sentimiento de la mala ac