Reinaldo Vera: Gran Maestro del Ajedrez Cubano by Nibaldo Calvo - HTML preview

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GRAN SALTO EN OLIMPIADAS

Desde 1980 hasta el 2002 Vera ha formado parte de los equipos cubanos en 10 citas olímpicas.

En su debut, en Malta, 1980, defendiendo el sexto tablero ganó 3 encuentros, entabló 1 y perdió 2 (3,5 puntos de 6), con un rendimiento del 62,5 por ciento.

Entre los países americanos la escuadra nuestra ocupó la tercera plaza, detrás de Estados Unidos y Canadá, para así encabezar la lista de los latinoamericanos.

Mas, lo trascendente de Vera no es solo haberse mantenido invicto en las ediciones de 1996, 1998 y 2002, sino que en la intermedia logró alcanzar la medalla dorada (7 unidades de 9) defendiendo el tercer tablero.

Cristalizaba así una fenomenal hazaña, convirtiéndose en el segundo cubano ganador del máximo galardón en esas citas, casi 6 décadas después que el genial José Raúl Capablanca obtuviera el metal dorado del primer tablero en Buenos Aires, 1939.

La edición de 1998 se celebró en Elista, capital de la República Autónoma Rusa de Kalmikia. Vera fue quien más aportó a la escuadra cubana, que finalmente acumuló 29

unidades, válidas para ubicarse en la posición 24, a la cabeza de Iberoamérica.

El matancero se anotó el punto en los encuentros contra Chile, Canadá, Eslovenia, Lituania y Suecia, y logró la media unidad ante Yemen, Kazajstán, Armenia y Yugoslavia, sin apuntarse derrota alguna.

―En la primera ronda enfrentamos a Yemen, representación de inferior calidad a la nuestra.

―En mi encuentro particular, en el medio juego había conseguido una ventaja considerable. Hubo un momento en que Walter Arencibia se me acerca y me dice: ´¡Esto es cuatro a cero a nuestro favor!´

―Pero mis errores condujeron a que los papeles se cambiaran, ¡Ahora yo era el que estaba inferior!, tuve que pelear duro para luchar las tablas.

―Al concluir con el medio punto me le acerqué a Walter y le comuniqué: ¡Esto está pintando feo para mí!

―Imagínate, haber comenzado de esa manera constituía una gran preocupante; pero vencí las barreras sicológicas y finalmente de las 14 rondas jugué 9, con balance de 5

victorias y 4 tablas.‖

—¿Cuándo comprendiste que podías obtener la presea dorada?

—Tras ganar la penúltima partida, el ecuatoriano Plinio Pazos se puso a sacar cuentas y, al percatarse de mis chances, nos lo comunicó, recomendándonos de que no me pusieran a jugar en la ronda final, pues con el por ciento que tenía aseguraba la medalla.

―Sin embargo, José Luis Vilela, capitán de nuestro equipo, dudaba en tomar la decisión. Finalmente se determinó que no jugara, en gran medida a los criterios esgrimidos por Silvino García, directivo de la disciplina.

―Ese año me seleccionaron entre los 10 mejores deportistas en nuestro país. Ha sido la única ocasión.‖