Relacion Historial de las Misiones de Indios Chiquitos que en el Paraguay Tienen los Padres de la Compañía de Jesús by Padre Juan Patricio Fernández - HTML preview

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V.I–i

COLECCIÓN DE LIBROS

RAROS Ó CURIOSOS

QUE

TRATAN DE AMÉRICA

—————

V.I–ii

TOMO DUODÉCIMO

Imp. de T. Minuesa de los Ríos, Juanelo, núm. 19.

V.I–iii

RELACIÓN HISTORIAL

DE LAS MISIONES

DE INDIOS

CHIQUITOS

QUE EN EL PARAGUAY TIENEN LOS PADRES

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

ESCRITA POR

EL P. J. PATRICIO FERNÁNDEZ. S. J.

REIMPRESA FIELMENTE SEGÚN LA PRIMERA EDICIÓN

QUE SACÓ A LUZ EL P. G. HERRÁN, EN 1726

MADRID

LIBRERÍA DE VICTORIANO SUÁREZ, EDITOR

Preciados, núm. 48

1895

V.I–iv

INDICE

DE MATERIAS CONTENIDAS EN LOS

TOMOS XII Y XIII DE LIBROS RAROS QUE

TRATAN DE AMÉRICA.

INDICE

POR ORDEN ALFABÉTICO DE LAS COSAS

NOTABLES CONTENIDAS

EN LOS TOMOS XII Y XIII DE LIBROS RAROS

QUE TRATAN DE AMÉRICA.

VOLUMEN I

VOLUMEN II

V.I–v

ADVERTENCIA PRELIMINAR

DEL EDITOR

Ya los PP. Backer y Carayón han trazado, aunque no con la debidaextensión, las biografías del autor de este libro y del P.

JerónimoHerrán que lo sacó por primera vez á luz, por lo que creemos excusadorepetir lo que de todos los americanistas y personas á quienes pudierainteresar, es tan sabido.

Si las vidas de los dos insignes Misioneros son bien conocidas, nosucede lo mismo con la obra que sacamos nuevamente á luz, pues hallegado á hacerse tan rara, que es punto menos que imposible el hallarun ejemplar de la edición príncipe.

Poco hay que decir respecto al valor histórico que este libro encierra,después de lo que han dicho las respetables autoridades que se han V.I–viocupado de él; sólo se ha de añadir que el P.

Fernández, en lasdescripciones, pintura, detalles de la vida íntima, supersticiones, usosy costumbres de los indios Chiquitos, encuéntrase, por el vigorosorelato que nos da y el colorido exacto con que pinta las escenas, á laaltura de los más graves historiadores. Inapreciables y de indiscutiblemérito descriptivo son los retratos que nos hace de los principalescaciques de los Guaraníes, Zamucos, Manacicas, Morotocos y Chiriguanás.Bajo este punto de vista y como manantial inagotable de datosbiográficos, creemos que es obra de sumo interés; en los encuentros queunas tribus de indígenas tienen con otras, en el relato de las terriblesy grandiosas luchas que entre sí sostienen los caciques, así como el delas solemnes, lucidas y pintorescas fiestas de aquellos idólatras, ánuestro humilde juicio hay poquísimos escritores de su mismo género,que, tratando asuntos análogos, le aventajen.

Este libro es más leído en el extranjero que en la nación en cuya lenguase escribió, pues corren varias ediciones, en alemán, latín, italiano,etc., que se imprimieron poco después de su aparición en Madrid.

Véase el título de la edición publicada en alemán: Erbauliche und V.I–vii angenehme Geschichten derer Chiquitos, und anderer von denen Patribusder Gesellschafft Jesu in Paraquaria neube kehrten Volker... Wienn, P.Straub, 1729. Volúmen en 8.º con frontis grabado, seis hojaspreliminares sin numerar, 744 páginas y siete hojas de índice. A estatraducción alemana, que fué hecha por un Padre de la Compañía de Jesús,acompaña la obra del P.

Acuña, Nuevo descubrimiento del gran río de lasAmazonas, que ya publicamos y forma el tomo II de esta Colección.

Título de la edición italiana: Relazione istorica della Nuovacristianitá degl'Indiani detti Cichiti.... Tradotta in italiano da Gio.Bat. Memmi, della Compagnia di Gesú. Roma. Ant.

de'Rosi, 1729. En 4.º

He aquí el título de la edición latina: Historica relatio deApostolicis missionibus patrum soc. Jes. apud Chiquitos, Paraquariapopulos... hodie in linguam latinam translata ab alio ejusdem soc. Jes.sacerdote. Aug. Vindelicorum, M. Wolff 1733.

Es en 4.º mayor y constade 19 hojas preliminares sin numerar, 276 páginas y 49 para el índice.

El elocuente hecho de haber sido trasladada á estos idiomas, aun cuandono tuviese las innumerables bellezas que en ella se hallan, bastaba, ánuestro parecer, para ser merecedora del honor de la reimpresión. Encuanto á ésta, heV.I–viii mos tratado que salga de nuevo en absoluto igual(salvo la ortografía, que se ha modernizado) á la príncipe, que aparecióen Madrid en sendo volumen en 4.º, por el impresor Manuel Fernández, en1726.

En general son raras las obras referentes á América anteriores á 1750;mas las relativas al Paraguay no ceden, en punto á escasez, á ninguno delos libros que tratan de las demás regiones del continente americano.

Madrid 8 de Abril de 1895. V.I–ix

RELACIÓN

HISTORIAL

DE LAS MISSIONES DE LOS

Indios, que llaman Chiquitos, que

están á cargo de los Padres de la

Compañía de Jesvs de la Provincia

del Paraguay.

ESCRITA

Por el Padre Juan Patricio Fernández,

de la misma Compañía.

SACADA A LUZ

Por el Padre Geronimo Herrán, Procurador General de la misma Provincia.

QUIEN LA DEDICA

Al Serenissimo Señor Don Fernando,

Príncipe de Asturias.

Año 1726.

CON LICENCIA

En Madrid: Por Manuel Fernández, Impressor

de Libros, vive en la Calle del

Almendro.

V.I–x

AL SERENÍSIMO V.I–xi

SEÑOR DON FERNANDO

PRÍNCIPE DE ASTURIAS

SEÑOR:

La pequeñez del don desalienta mucho á quien ofrece; esto es común; peroen quien ofrece (como yo) á aquel respeto, de cuya magnitud nada quedacapaz de llamarse grande, falta desde luego este motivo al temorreverente y se excitan todos los que hay para el cariño respetoso. Entrelos astros, unos nos parecen grandes y otros pequeños, cuandoprecisamente ponemos en ellos los ojos; lo mismo sucede entre losmontes; y entre éstos, algunos, por su agigantada elevación, se hangrangeado sin disputa el título de altísimos; pero en dejándose ver laluciente majestad del sol, y en poniendo la atención en la desmedidaaltura del cielo, losV.I–xii astros todos son pequeños y los montes dejan deser gigantes. El sol, sólo en la Escritura Sagrada, tiene el renombre degrande, luminaré mains y sólo el cielo es alto, entre los que sabenque respecto de él todo el orbe de la tierra se debe considerar como unpunto.

¿Quién puede dudar que hay estimables preciosidades en la naturaleza,curiosas máquinas en el arte, sutilísimas invenciones del ingenio,eruditas y profundas operaciones de la ciencia, y hermosas y floridascomposiciones de la retórica y de la poesía?

Entre todas estas cosas, sehallarían muchas muy grandes, consideradas en sí; pero al elegir entreellas alguna que ofrecer á V. A., nada se hallaría, no sólo grande, peroni aún digno de emplear vuestro Real ánimo, mayor que todo. Entonces lomás precioso parecería despreciable, la curiosidad, desaliño, lasutileza, tosquedad y barbaridad la erudición. Se hallaría la cienciaruda é ignorante, muda la retórica y la poesía balbuciente. Tanto minorasiempre, aun á lo más excelso, la comparación con lo sumo.

Y no obstante la innegable verdad de este principio, yo me atrevo,señor, á llamar grande lo que os ofrezco. Hoy pongo yo en vuestra altacomprehensión los trabajos de los Jesuitas, en la espiritual conquistade las desconocidas, inV.I–xiii cultas y bárbaras provincias del Paraguay, en elpaís que llaman de los Chiquitos. Ved aquí ya, señor, lo que con todaverdad puede llamarse grande, aun puesto á los Reales piés de V. A. y ávuestra vista; para lo que les bastaba al saberse mantener con el nombrede trabajos y fatigas, contra todo el golpe de la dicha, que lesocasiona el haber llegado á vuestra noticia y merecer vuestra atenciónpiadosa. Prueba es esta que no necesitaba de otra alguna, y más cuandoen nombre de los demás Jesuitas puedo confiadamente decir yo que fuerade la gloria de Dios, que debe ser en ellos (como hijos de Ignacio), elprimer timbre de sus empresas, esta sola felicidad los hace y los haráarrojarse gustosos al casi inevitable tropel de los riesgos, y á lafatiga inmensa de tan continuados afanes. Mucho padecen, señor, como enesa sucinta relación se puede ver brevemente; pero les llena de un gozoindencible y de un consuelo inexplicable, el ver á costa de sus sudores,hijos de Dios, los que eran esclavos del demonio, y felices vasallos deun Príncipe como V. A. los que padecían una miserable libertad en laindómita servidumbre de su desdicha. Ya son deliciosos jardines del Reydel cielo, las enmarañadas selvas de la idolatría, y ya delicadas floresy tiernas plantas que produce y adelanta el riego evangélico, seatreV.I–

xiv ven á recrear divertidamente vuestros primeros años, si antespudieran asustar y asustaban temerosamente los años más endurecidos.

No habrá quien niegue (si ha tenido alguna vez la dicha de veros) queles quita lo más de la realidad á los afanes y fatigas la fortunaapetecible de llegar á vuestra presencia, que aunque por lo común sondescorteses los males y poco atentos los trabajos, hay dichas de tansuperior esfera, á quien no se atreve su osadía, y se deja vencer,aunque precisada su obstinación, de su grandeza. En la realidad, yadesde hoy, somos los Jesuitas del Paraguay dichosos, aunque en esarelación que os presento, fuesen todavía como fatigados. Y no ellossolos, que también los que al nacer hijos de la predicación evangélica,se cuentan al mismo tiempo hijos vuestros, por sujetos á vuestroapetecible imperio, ni les queda más á que aspirar, ni harán nuevafelicidad que apetecer. Por las puertas de la gracia de Dios verdaderoentraron dichosamente á la del Príncipe más poderoso y más amable (quede otro modo no fuera posible) y ya que no tuvieron la dicha de nacerespañoles para nacer vasallos de tanto Príncipe, tuvieron la inestimablefortuna de que los españoles Jesuitas (que creo que lo son dos veces)los hiciesen renacer para hacerlos lograr en una muchas felicidades.V.I–xv Vuelvo á decir, señor, que es grande lo que os ofrezco, aun ofrecido áV. A., á cuya vista sólo los trabajos, afanes y fatigas de los Jesuitasen cualquiera línea, pueden ser grandes, y en esta, del mayor aprecio devuestra alta estimación. Y vuelvo á decir que basta esta sola pruebapara desempeño de mi proposición que en otro sentido debiera con razónjuzgarse osadía. Pero además de esta, tengo otra, no menor, que dar enel sublime juicio

del

generoso

padre

de

V.

A.,

nuestro

amabilísimoMonarca. También su elevado dictamen ha juzgado grandes los afanes delos Jesuitas, y los frutos de ellos han merecido su aprobación, supatrocinio, sus influjos y sus liberalidades, y no puede ser pequeño loque ha podido merecer tanto. Así lo publica nuestro reconocidoagradecimiento, pues aunque en su católico celo nada hay en estaespecie, que su generosidad lo juzgue exceso, verdaderamente que losfavores y expresiones hechas á los Jesuitas del Paraguay, pudieranparecer exceso en otro amor y en otro Rey.

Esto hace, señor, que V. A. haya de mirar como estimables efectos de lagenerosa piedad de vuestro padre, lo que se os ofrece como á tan amado ytan amante hijo, y este título lo hace crecer tanto, que fué en mí loque últimamente resolvió mi respetuosa timidez, para ofrecer á V.I–xvi unFernando, Príncipe de Asturias, aquello que se dignó mirar como suyo unPhilipo, Rey de las Españas. Confiadamente me atrevo ya á suplicaros queprosiga vuestra dignación los favores de vuestro gran padre, para lo quenos basta sólo que admitais benigno esta breve noticia de nuestrasfatigas; que bien se yo y sabemos todos los Jesuitas, que la sombra sólode vuestro augusto nombre, templará nuestros afanes, enjugará nuestrossudores y hará que respetuosa aun la envidia de tanta fortuna, pronunciey para como aplausos y alabanzas, aun lo que aprenda y conciba comodicterios y calumnias.

Y

asegurados

los

Jesuitas

(no

digo

envanecidos,aunque lícitamente pudiera), asegurados digo, en tanto patrocinio, nonos quedará más que desear, sino es el que aquel Dios, para cuya gloriay servicio contribuye vuestra feliz vida tanto, dilate por siglosvuestros años, os colme de felicidades y de triunfos, hasta que se veala España envidiada de todas las demás naciones, sólo por la dicha delograr en vuestra alteza tan singular Príncipe.

Muy rendido vasallo de V. A.,

JERÓNIMO HERRÁN.

V.I–1

APROBACIÓN

DEL

PADRE ALBERTO PUEYO

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

Calificador

de la Suprema general Inquisición de España, etc.

De orden de V. A. he visto con gusto la Relación historial de losindios que llaman Chiquitos, etc., y me persuado que el ministroevangélico que fuere menos fervoroso, la leerá con sentimiento y rubor,comparando el apostólico celo de aquellos incomparables misioneros consu tibieza, y sólo sentirá alivio en su dolor pidiendo á Dios que por suinfinita piedad se compadezca de los años que ha mal empleado enociosidad. Me sirve también de singular consuelo el ver, que por mediodel fuego de la mayor gloria de Dios que arde en los corazones V.I–2

de mishermanos los Jesuitas, misioneros de la provincia del Paraguay obra Dioslos milagros que obraba en la primitiva Iglesia, porque cumplen estos ála letra lo que Cristo manda á los que profesan la vida apostólica,discurriendo por las inmensas campañas de aquella parte de América,trepando inaccesibles selvas y bosques venciendo la fragosidad de losmontes, arrestados siempre á perder mil vidas, sólo por darla áinfinitos bárbaros, que ciegos con las tinieblas de la gentilidad, vivenmás como fieras que como racionales. Y al mismo tiempo correspondeCristo nuestro dueño, como infalible que es en sus promesas, con lo quenos dice por San Marcos, consolando y premiando abundantemente en estavida las gloriosas tareas de sus siervos, comunicándoles el don denuevas lenguas, que son infinitas como las naciones, que los nuestrosaprenden casi milagrosamente para que prediquen el Evangelio, y esmaravilla ver cómo aquellos bárbaros, á pocas razones de los misioneros,y viendo enarbolado el inestimable madero de la Cruz y la imagen deMaría Santísima, pasan á ser, casi de repente, no sólo cristianos en eldeseo, sino misioneros fervorosos, apostados á perder la vida,derramando la sangre por la ley Evangélica, y al heroico creer, así demisioneros como de recién conver V.I–3 tidos, se sigue lo que nos dice Cristoen el Evangelio, que es echar los misioneros, á vista de todos, losdemonios de las Rancherías, que son sus pueblos, de que han estado enpacífica posesión por muchos siglos, con sólo decir aquellos fervososJesuitas el Evangelio ó poner las manos sobre los enfermos, sedesvanecen los contagios frecuentes en aquellos países, obrando otrasmilagrosas curaciones; ni los venenos, ni la comida casi corrompida ymuchas veces tan escasa, que se reduce á alguna frutilla silvestre,ocasiona el menor daño á la más delicada salud del misionero. El blanco,pues, que tienen estos Jesuitas en sus fatigas, es sólo convertir almaspara Dios, y al mismo tiempo aumentar vasallos á nuestro gran Monarca,agregando nuevas provincias á su Corona, cumpliendo con la obligación deJesuitas y de vasallos, en señal de la justa gratitud que debemos á estegran Príncipe que se ha dignado y digna tanto en favorecer á laCompañía, expendiendo al mismo tiempo su Real piedad muchos caudales,con que se ha fundado en tiempo de su reinado, mantenido y aumentado másy más aquella numerosa y nueva cristiandad de los Chiquitos. Aunque losJesuitas, que se ocupan en estas gloriosas tareas son muchos, como esabundantísima la mies, son pocos los obreros: V.I–4 Messi multa operariiautem pauci. Quiera Dios, que es el dueño de la mies, mover loscorazones de muchos, para que multiplicándose los operarios, sea muchasveces más copioso el precioso fruto, que tan felizmente se coje. Sobretodo, me parece que en ningún tiempo mejor que en este se pueden decir,pero con lágrimas en los ojos, aquellas divinas palabras de Cristo: Parvuli petierunt panem, et non erat qui frangeret eis, porque en lamisiones, que llaman de los Chiquitos, ó de los Parvulillos, hay muchos,por no decir innumerables indios, que claman por Padres, y como ellos seexplican, que les enseñen la verdadera ley. Pero, ¡oh lástima!

No haybastantes operarios que les repartan el inestimable y necesario Pan delEvangelio, que con tanta ansia desean: Et non erat, qui frangeret eis.¿Qué Jesuita habrá á quien tan justos como lastimosos clamores no hieranel corazón ó no le saquen lágrimas á los ojos? ¿Y á quién no encenderáen vivos deseos de socorrer necesidad tan extrema? Pudiera dilatarmemucho más en ponderar las fatigas gloriosas de los Jesuitas: pero acabo,por no ser cansado, diciendo: que no habiendo hallado en este libro cosaque se oponga á las regalías de S. M. ni á nuestra Santa fe católica, niá las buenas costumbres, juzgo que se debe dar al autor la licencia quepide. Y V.I–5 quizás Dios moverá los corazones á muchos de los que leyerenesta historia, para que afervorizados, pongan los más eficaces mediospara ir á ayudar á la salvación de aquellos infelices indios, que porfalta de quien les comunique la luz del Evangelio, miserablementeperecen.

Este es mi sentir. De este Colegio Imperial de Madrid, á veintey cuatro de Agosto de 1726.

ALBERTO PUEYO.

V.I–6

APROBACIÓN

DEL

PADRE JOSEPH DE SILVA

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

Predicador de S. M. y del Colegio Imperial.

De orden de V. S. he visto y leído con gran gusto la Relación historialde las misiones de los indios que llaman Chiquitos, que están á cargo dela Compañía de Jesús, en la provincia del Paraguay; y si lasquisiésemos cotejar con las conquistas Evangélicas del Oriente, quefueron el glorioso empleo de San Francisco Xavier, por las cualesmereció el título de Apóstol de la India, tendríamos muy poco que hacerpara igualarlas; ya se miren las naciones bárbaras, que en tan dilatadocampo de la idolatría han reconocido á Jesucristo y á su Santa ley, yala diversidad de genios y costumbres de estas gentes, más propias debrutos que de racionales, cultivadas por nuestros misioneros con tantoafán y fatiga en estos tiempos, al parecer más reñidos V.I–7 con los cuidadosde salvación agena; me parece que ha renovado Dios en su iglesia, pormedio de estos operarios suyos, las señales de la primitiva, confirmandola predicación del Evangelio con los milagros que dijo San Marcos[I.]que

acreditaban la predicación de los Apóstoles en la conquista delmundo. Toda la relación está llena de esta verdad, y confirmada con lasangre de muchos misioneros, muertos cruelmente á manos de los bárbaros,por conservar y mantener en su pureza la fe de Jesucristo.

Puedo decir sin violencia, que atendidos sus trabajos y su celo enadelantar las conquistas, como se pueden ver en las innumerablesreducciones ó pueblos que han hecho de los convertidos á la fe, quebastarían sin duda para enjugar las lágrimas de aquel siglo, en que SanGregorio lloraba la falta de operarios en la Iglesia, siendo tanabundante la mies en las naciones: Ad messem multam operarij suntpauci, quod non fine nœrore et lachrymis loqui possumus[II.]. Paraestos obreros evangélicos reservó Dios sin duda gran parte de aquellagloria, que señaló al Apóstol de las gentes en su vocación, y destinó ála promulgación de la ley de Gracia,V.I–8 marcándole en la elección para quellevase su nombre á tantas y tan diversas naciones:[III.] Ut porletnomen meum coram gentibus et regibus et filijs Israel. Y á la verdad,en esta Relación historial se verá que han introducido la fe deJesucristo los misioneros Jesuitas en la otra parte del mundo, queconfina con la Tierra Austral incógnita, tocando en la que loscosmógrafos dicen que aún no está descubierta, y la llaman Tierra delFuego. Dignos por cierto de aquél premio, que tiene Dios destinado paralos que á costa de afanes, fatigas y sudores, hicieron adorar su nombreen los últimos términos del mundo, como lo dejó escrito Isaías y loexplicó San Pablo, que fué el mas fiel testigo de la predicación delEvangelio. Dejo para menos apasionadas plumas la confirmación de estedictamen mío, que podrá parecer sospechoso por interesado, y pongo porconclusión de la censura la que se merece una obra toda de la gloria deDios, para que en la luz pública logren todos ejemplos de la virtud másheroica y del más apostólico celo. Este es mi dictamen, salvo, etc. Eneste Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de Madrid y Agosto 21 de1726.

JOSEPH DE SYLVA.

V.I–9

Michael Angelus Tamburinus, praepositum generalis Societatis Jesu.

Cum relationem Missionum á Patribus nostrae Societatis apud Chiquitos,in Paraquria, á Patre, Joanne Patritio Fernández, Societatisconscriptam, aliquot eiusdem Societatis Theologi recognoverint et inlucem edi posse probaverint; facultatem facimus, ut typis mandetur; fiijs, ad quos pertinet ita videbitur; cuius rei gratia, has litteras manunostra subscriptas, et Sigillo nostro munitas, dedimus Romae 16 Aprilis1726.

MICHAEL ANGELUS TAMBURINUS.

V.I–10

LICENCIA DEL ORDINARIO

Nos el Dr. D. Cristóbal Damasio, canónigo de la insigne Iglesia colegialdel Sacro Monte Ilipulitano Valparaiso, extramuros de la ciudad deGranada, inquisidor ordinario y Vicario de esta villa de Madrid y supartido, etc. Por la presente, y por lo que á Nos toca, damos licenciapara que se pueda imprimir é imprima la Relación historial de lasmisiones de los Chiquitos, que están á cargo de los Padres de laCompañía de Jesús de la provincia del Paraguay, escrita por el PadreJuan Patricio Fernández, de la misma Compañía; por cuanto habiéndosereconocido, parece no tiene cosa que se oponga á nuestra santa fecatólica y buenas costumbres. Dada en Madrid á 13 días del mes de Agostoaño 1726.

DOCTOR DAMASIO.

Por su mandado,

LORENZO DE SAN MIGUEL.

V.I–11

LICENCIA DEL CONSEJO

D. Baltasar de San Pedro Acevedo, escribano de Cámara del Rey nuestroseñor y del Gobierno del Consejo, certifico que por los señores de él seha concedido licencia por una vez al P. Juan Patricio Fernández, de laCompañía de Jesús, para que por una vez pueda imprimir y vender un libroque ha compuesto, intitulado: Relación historial de las Misiones de losindios que llaman Chiquitos en la provincia del Paraguay, con tal quela dicha impresión se haga por el original que va rubricado y firmado alfin, de mi mano; y que antes que se venda se traiga al Consejo concertificación del corrector de estar conforme á él, para que se tase alprecio á que se ha de vender, guardando en la impresión lo dispuesto porlas leyes de estos reinos. Y para que conste, doy la presente en Madridá 12 de Agosto de mil setecientos veintiséis.

DON BALTASAR DE SAN PEDRO.

V.I–12

SUMA DE LA TASA

Tasaron los señores del Consejo Real este libro intitulado: Relaciónhistorial de los indios que llaman Chiquitos en la provincia delParaguay, á seis maravedís cada pliego como más largamente consta de suoriginal, despachado en el oficio de D.

Baltasar de San Pedro Acevedo,escribano de Cámara del Rey nuestro señor y del Gobierno de su Consejo,en Madrid á nueve de Septiembre de mil setecientos veintiséis años.

DON BALTASAR DE SAN PEDRO.

V.I–13

PRÓLOGO PARA ESTA OBRA

—————

En una breve relación de tan dilatadas y gloriosas empresas de losMisioneros Jesuitas que trabajan incesantemente en predicar la fe deJesucristo á tan innumerables é incultas naciones del Paraguay y susprovincias, no es fácil poder escribir, como era razón, las vidas demuchos apostólicos obreros que han padecido martirio á manos de losinfieles, y así me es preciso referir muy sucintamente parte de susheroicas virtudes, dejando para mejor ocasión el sacarlas á luz con másextensión. En este supuesto, y en el de no ser historia con lasformalidades que piden sus reglas, como de esta provincia la escribió elerudito P. Nicolás del Techo en lengua latina, sólo refiero las regionesen donde se han formado los pueblos de los nuevamente convertidos, y almismo tiempo se describen sus situaciones, sus genios y sus diversosidiomas, para que se pueda comprender con menos V.I–

14 dificultad el asunto deesta pequeña obra; que si se lograse con ella el encender en el corazónde los que ó tienen por instituto la conversión de las almas, ó porfervor cristiano la salvación de los infieles, un celo de dilatar lagloria de Dios en las conquistas del Evangelio, se dará por bienempleado el trabajo de sacarla á la luz pública, sin cuidado de que ó lacensura ó la malicia le imponga aquellas ac