PEDRO DE ANGELIS]
El único resultado útil de este gran sacudimiento fué la nuevaorganizacion que la Corte de España dió á la administracion de susprovincias de ultramar, y la abolicion de los repartimientos. De estemodo quedó legitimado el principio que invocó Tupac-Amaru para mejorarla suerte de los indios, que hallaron despues en sus Delegados,administradores mas responsables, y por consiguiente mas íntegros quelos Corregidores.
RELACION HISTORICA &
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Aunque las crueles y sangrientas turbaciones, que han excitado ypromovido los indios en la provincias de esta América Meridional, hansido la causa total de tantas lamentables desdichas, como se han seguidoá sus habitantes, es no obstante preciso confesar que el verdadero yformal orígen de ellas no es otro que la general corrupcion decostumbres, y la suma confianza ó descuido con que hasta ahora se havivido en este continente. Así parece se deduce de los propios hechos, ylo persuaden todas sus circunstancias.De algunos años á esta parte se reconocian en esta misma América muchosde aquellos vicios y desórdenes que son capaces de acarrear la masgrande revolucion á un estado, pues ya no se hallaba entre sushabitadores otra union que la de los bandos y partidos. El bien públicoera sacrificado á los intereses particulares: la virtud y el respeto álas leyes, no era mas que un nombre vano: la opresion y la inhumanidadno inspiraban ya horror á los mas de los hombres acostumbrados á vertriunfar el delito. Los odios, las perfidias, la usura y laincontinencia representaban en sus correspondientes teatros la mastrágica escena, y perdido el pudor se transgredian las leyes sagradas yciviles con escándalo reprensible.
Tal era el infeliz estado de estas provincias en punto á disciplina, yno mejor el que se manifestaba en órden á la seguridad y defensa deellas; pues no se encontraban armas, municiones ni otros pertrechos parala guerra, carecian de oficiales y soldados que entendiesen el artemilitar: porque, aunque en las capitales de este vasto reino, como sonLima y Buenos Aires, se hallasen buenos é inteligentes, como el fuego dela rebelion se encendió en el centro de las mismas provincias y casi áun mismo tiempo en todas, y la distancia de una á otra capital es milleguas, cuando menos, no dió lugar á otra cosa que á hacer inevitableslos estragos, pues aunque tenian nombrados regimientos de milicias, cuyafuerza se hizo crecer en los estados remitidos á la Corte, se conociódespues que solo existian en la imaginacion del que los formó, tal vezcon miras poco decorosas á su alto carácter, por la utilidad queproducian los derechos de patentes y otras gabelas.
Los corregidores, poseidos de una ambicion insaciable con cuantiosos éinutiles repartos, cuyo cobro exigian por medio de las mas tiranasegecuciones, con perjuicio de las leyes y de la justicia, se les habiavisto en algunas provincias hacer reparto de anteojos, polvos azules,barajas, libritos para la instruccion del egercicio de infanteria, yotros géneros, que lejos de servirles de utilidad, eran gravosos yperjudiciales. Por otra parte se veian tambien hostigados de los curas,no menos crueles que los corregidores para la cobranza de susobvenciones que aumentaban á lo infinito, inventando nuevas fiestas desantos y costosos guiones con que hacian crecer excesivamente laganancia temporal: pues si el indio no satisfacia los derechos queadeudaba, se le prendia cuando asistia á la doctrina y á la explicaciondel evangelio, y llegaba á tanto la iniquidad, que se le embargaban suspropios hijos, reteniéndolos hasta que se verificaba la enterasatisfaccion de la deuda, que regularmente se la habia hecho contraerpor fuerza el mismo párroco.
En algunas ocasiones habian manifestado anteriormente los indios estosjustos resentimientos, que ocasionaron la alteracion de variasprovincias, resistiendo y matando á sus corregidores, como sucedió en lade Yungas de Chulumani, gobernándola el Marques de Villa-hermosa, que sevió precisado, despues de haberle muerto á su dependiente Solascasas, ácontenerlos con las armas, á cuyo acto le provocaron. Así tambien en lade Pacajes y Chumbilvicas, en donde quitaron las vidas á suscorregidores, Castillo y Sugastegui, cometiendo otros excesos, queindicaban el vasto proyecto, que con mucho tiempo y precaucion ibanmeditando, para sacudir el yugo.
Ya fuese fatigados y oprimidos de las extorsiones y violencias quetoleraban, ó insultados y conmovidos con un espíritu de sedicion quesembró el reo Tomas Catari, con el especioso pretesto de haberconseguido rebaja de tributos, se alzaron con tan furioso impetu, que enbreve espacio de tiempo el incendio abrasó todas las provincias. En elpueblo de Pocoata, provincia de Chayanta, se declaró la sedicion, ydando los indios muerte á muchos españoles, prendieron á su corregidor,D. Joaquin de Alós, que retuvieron en el pueblo de Macha, como enrehenes, para solicitar insolentes la libertad de su caudillo Catari; ycomo presentándose la necesidad armada en toda la fuerza del poder, esirreparable el daño de la resistencia, fué forzoso que por salvaraquella vida, se libertase del castigo el delincuente Catari, lograndoprontamente soltura de la prision en que se hallaba: ya fuese porque entiempo que el peligro aprieta, la prudencia induce á no detenerse enformalidades, ni aventurar la quietud pública por los escrúpulos deautoridad, ó ya porque, poco acostumbrados los Oidores de Charcas alperdimiento del respeto tenido á sus personas, recelaban pasase adelanteel atrevimiento, y se viese disminuida la sumision fastidiosa y excesivaque siempre han pretendido.
Por otra parte, desde los principios del año de 1780 se vieron en todaslas ciudades, villas y lugares del Perú, pasquines sediciosos contra losministros, oficiales y dependientes de rentas, con el pretesto de laaduana y estancos de tabaco. De modo que el vulgo, á quien se atribuyóesta insolencia, se despechó tanto en algunas partes, que hicieronvíctima de su furor á algunos inocentes: como en Arequipa, dondeperdiendo el respecto á la justicia, saquearon la casa del corregidor D.Baltazar Semanat, le precisaron á ocultarse para salvar su vida,atropellaron las casas destinadas á la recaudacion de estos derechosreales, persiguieron á los administradores, y estuvo la ciudad á piquede perderse: trascendiendo hasta los muchachos el espíritu sedicioso,con juegos tan parecidos á las veras, que habiendo nombrado entre ellosá uno, con el título de aduanero, se enfurecieron despues tanto contraél, que á pedradas acabó su vida, costándole no menos precio el fingidoempleo con que le habian condecorado.
Como suelen las enfermedades de la naturaleza, originadas de pequeñosprincipios, llegar al último término, así en las dolencias políticassucede muchas veces, que nacidas de leves causas, suben á tan altopunto, que es costoso su remedio. Esperimentóse esta verdad en Macha;pues logrando en aquel engañado pueblo, Tomas Catari, todos aquellosrendimientos que son gages de la autoridad, y olvidado del no esperadobeneficio de su libertad, dió agigantado vuelto á sus ideas, por ladesconcertada fantasia de los indios, graduando la soltura de sucaudillo por efecto del temor que habia infundido con sus insolencias; ypersuadidos por el nuevo método que se seguia con ellos, no era lapiedad la que obraba, para atraerlos suavemente á sus deberes, secreyeron autorizados para egecutar las mas sangrientas crueldades,siendo como consecuencia, se vean estas sinrazones donde no se conoce nidomina la razon.
La Real Audiencia de Charcas, al paso que sentia la conmocion de tantaspoblaciones, deseaba con ansia el remedio, pero no acertaba con eloportuno, porque sus miembros, poco acostumbrados á este género deacontecimientos, se mantenian tímidos é irresolutos, sin atreverse átomar providencia, que cortase en sus principios el peligroso cáncer queamenazaba al reino, haciendo algun castigo que escarmentase á lossediciosos, y arrancase en su nacimiento la raiz de rebelion, quecomenzaba á sembrarse: único remedio, cuando ya de nada servia laluchazon de sus personas, que con servil acatamiento se habia veneradohasta entonces. Y desengañados de que eran inutiles en estos casos lasfórmulas del derecho y preeminencias de la toga, descendieron con tantoexceso á contemporizar con los rebeldes, franqueándoles el perdon de susexcesos y otras gracias, que no les fué dificultoso conocer que la sumacondescendencia de unos ministros, que en las felicidades de su absolutogobierno habian sido tan engreidos, nacia del terror y confusion en quese hallaban.
Bien convencidos los indios de esta verdad, apenas habia poblaciones deellos, que no se abrasase en la trágica llama del tumulto, porque á pocodespues alborotóse la provincia de Pária, dando en el pueblo deChallapata cruel muerte al corregidor D. Manuel Bodega, egecutándose lomismo en la de Chichas, Lipes y Carangas, siguiendo el mal ejemplo la deSicasica, parte de las de Cochabamba, Porco y Pilaya, siendo en todasiguales los excesos, y parecidos los insultos de muertes, robos, ruinasde haciendas, sacrílegas profanaciones de los templos. Y como era uno elprincipio del desasosiego, reglaban sus movimientos por el teatro de lade Chayanta, donde, despues de muchos tormentos y ultrajes, quitaron lavida á D. Florencio Lupa, cacique del pueblo de Moscani, falleciendovíctima de la lealtad á manos de una plebeya indignacion, la que nosatisfaciéndose con juntar la muerte á la ignominia, le cortaron lacabeza, y tuvieron el arrojo de fijarla en las inmediaciones de laPlata, en una cruz, que se nombra Quispichaca, tremolando con estaaudacia la bandera de la sedicion.
Este suceso cubrió á la Plata de horror y de susto, temiendo con razon,que estos principios tuviesen consecuencias muy tristes. Fué este dia el10 de Setiembre de 1780, y como se esparció en la ciudad, que en susextramuros se hallaba una multitud crecida de indios para invadirla ysaquearla, fué notable la confusion que se originó. Presentáronse en laplaza mayor los Ministros de la Real Audiencia, en compañia de suRegente, para dar algunas disposiciones, que en aquella necesidadpudieron graduarse oportunas, para rechazar la invasion del enemigo, ydesde aquel momento se empezaron á reglar compañias, alistándose lagente sin excepcion de clases: pero con tal desórden y confusion, que sihubiese sido cierta la noticia, indefectiblemente perece la ciudad ámanos de los rebeldes: llegando la turbacion de aquellos togados á talestérminos, que uno de ellos pregonaba en persona el ridículo bando depena de muerte, y 10 años de presidio al que no acudiese á la defensa, yno hallándose el pregonero para hacer igual diligencia con otraprovidencia, se ofreció el mismo Regente á egecutarlo, añadiendo lacircunstancia de que tenia buena voz. ¡O temor de la muerte, cuantopuedes con las almas bajas! pues unos hombres, que poco antes seconsideraban poco menos que deidades, les obligas á egercer los oficiosmas viles de la república, haciéndose irrisibles de los mismos que lostenian por sagrados.
Aunque el rebelde Catari, desde el pueblo de Macha, aparentaba sumisiony respeto á la autoridad de la Real Audiencia, no se ignoraba quesecretamente escribia cartas, convocando las provincias para una generalsublevacion, coligado con el principal rebelde José Gabriel Tupac-Amaru,indio cacique del pueblo de Tongasuca en la provincia de Tinta, delvireynato de Lima, quien pretendia ser legítimo descendiente de losIncas del Perú.
Este, pues, dió principio á sus bárbaras egecuciones el 4 de Noviembrede 1780, prendiendo á su corregidor, D. Antonio de Arriaga, en unconvite que le dió, con el pretexto de que queria celebrar el dia denuestro Augusto Soberano. Asegurado el tirano de su propio juez, quesorprendió inopinadamente cuando estaba comiendo, publicó se hallabaautorizado con una real Cédula para proceder de aquel modo, ysubstanciándole la causa en pocos dias, el 10 del propio mes le quitó lavida en una horca, en la plaza pública de su pueblo, y apoderándose detodos sus bienes, pasó á hacer la misma egecucion con el de la provinciade Quispicanchi, que no tuvo efecto por haber huido á la ciudad delCuzco, á donde llevó la noticia del suceso de Tinta. A contener estealboroto, salieron de aquella ciudad 600 hombres tumultuariamentedispuestos, los mas del pais, y entre ellos algunos europeos y á pocasleguas que anduvieron, avistaron al rebelde en el paraje llamadoSangarara, con un considerable trozo de indios y mestizos de aquellacomarca: y como al mismo tiempo esperimentasen una cruel nevada, serefugiaron en la iglesia; y mas poseidos del miedo, que resueltos áacometer al enemigo, le despacharon un emisario que le preguntase cualera su intento, y el motivo que habla tenido para levantar gente yturbar la tierra: y la respuesta fué, que todos los americanos pasasenluego á su campo, donde serian tratados como patriótas, pues solo queriacastigar á los europeos ó chapetones, corregidores y aduaneros.
Esta órden, que mandó notificar José Gabriel Tupac-Amaru á los que lehabian hecho el mensage, con apercebimiento de no reservar á ninguno delos que la contradigesen, excitó entre ellos una especie de tumulto, ytratando sobre lo que se habia de resolver, fueron unos de parecer quese embistiese al enemigo, y otros que nó; de modo que, divididos en losdictámenes, sintieron bien presto los efectos de la discordia, que paróen herirse reciprocamente. A esta fatalidad sobrevinieron otras, cualesfueron la de haberlos cargado el enemigo, haberse pegado fuego á lapólvora que tenian, y caídoles un lienzo del edificio en que sealojaban: y muertos unos, otros abrasados, y no pocos envueltos en laruina de la pared, fueron todos consumidos y disipados, y el rebelde seaprovechó de las armas de fuego y blancas, reforzándose con los despojosde sus mismos enemigos.
Tanto cuanto este suceso desgraciado pudo ofrecer de turbacion á laciudad del Cuzco, tuvo de feliz y ventajoso para Tupac-Amaru, con elcual, dueño de la campaña, la corrió y saqueó, haciendo destrozos en lospueblos, haciendas y obrages de los españoles, y avanzándose hasta laprovincia de Lampa, entró en Ayabirí sin oposicion: porque aunque eneste pueblo se habian juntado algunos vecinos españoles de aquella yotras provincias comarcanas, conducidos de sus corregidores, alaproximarse al enemigo, tomaron la fuga: con lo que, difundiéndose laconfusion, el sobresalto y el temor, y prófugos los curas ycorregidores, quedaron abandonados, y á discrecion de los indios, lospueblos y provincias, excepto la de Pancarcolla, en que su corregidor,D. Joaquin Antonio de Orellana, lleno de heróicos sentimientos, formópoco despues el proyecto de mantenerla á costa de su vida, y buscandopor asilo la villa de Puno, se fortificó en ella con pocos de los suyos.La desenfrenada codicia de los bárbaros usurpadores los empeñaba enpillarlo todo, sin respetar los templos; en ellos derramaban la sangrehumana sin distincion de sexos, ni edades. Pocas veces se habrá vistodesolacion tan terrible, ni fuego que con mas rapidez se comunicase átantas distancias, siendo digno de notar, que en 300 leguas que secuentan de longitud, desde el Cuzco hasta las fronteras del Tucuman, enque se contienen 24 provincias, en todas prendió casi á un mismo tiempoel fuego de la rebelion, bien que con alguna diferencia en el exceso delas crueldades.
Siguió José Gabriel Tupac-Amaru las huellas de todos los tiranos, yconociendo cuan facilmente se deja arrastrar el populacho de lasapariencias con que se le galantea, porque no penetra los arcanos delusurpador, comenzó publicando edictos de las insufribles extorsiones quepadecia la nacion, las abultadas pensiones que injustamente toleraba,los agravios que se repetian en las aduanas, y estancos establecidos:que los indios eran víctima de la codicia de los corregidores, quienesbuscaban todos los medios de enriquecer, sin reparar en las injusticiasy vejaciones que originaban, cuyas modestas quejas, con que muchas vecesles representaron sus excesos, no sirviesen de otra cosa que de incitarla ira y la venganza; y en fin que todo era injusticia, tirania yambicion: que su intento estaba unicamente reducido á buscar el bien dela Patria, con esterminio de los inicuos y ladrones. Así se esplicabaeste rebelde, para seducir á los pueblos, engrosando su partido, y conmano armada pasando á los filos de su cólera á cuantos se le oponian,invadió las provincias de Azangaro, Carabaya, Tinta, Calca yQuispicanchi, que por fuerza ó de grado se declararon sus partidarias, ácuyo ejemplo siguieron el mismo rumbo las de Chucuito, Pacajes,Omasuyos, Larecaja, Yungas y parte de las de Misque, Cochabamba yAtacama. Siendo ya general la sublevacion, se experimentaron trágicos óinauditos sucesos, para cuya descripcion era necesario sudase sangre lapluma, y fuesen los caracteres nuestras lágrimas.
Con los muchos indios que se habian juntado á Tupac-Amaru, y las armasde que ya se habia apoderado, resolvió ir sobre el Cuzco, con el fin deposesionarse de esta ciudad, y logrado su intento, coronarse en ella,por ser la antigua capital del imperio peruano, con todas lassolemnidades que imitasen la costumbre de sus antiguos poderes. Sehabian acogido á esta poblacion muchos fugitivos de las provinciasinmediatas, que atemorizados de los estragos que ocasionaba el tirano,no pensaban sino en salvar sus vidas por aquel medio: y cuando estabanimaginando abandonar la ciudad, y que era en vano intentar resistir alrebelde, lo impidió D. Manuel Villalta, corregidor de Abancay, que habiaservido en el real ejército con el grado de Teniente Coronel. Esteanimoso oficial, despreciando los temores, y con la experiencia de suprofesion, levantó aquellos espíritus abatidos, echó mano de lasmilicias, y ordenó las cosas de manera que dificultasen el proyecto delrebelde: á que contribuyeron mucho los caciques de Tinta y Chicheros,Rozas y Pumacagua, cuya lealtad y la de los Chuquiguancas, brilló comoun astro luminoso en medio de la negra oscuridad de la rebelion,ofreciendo en obsequio de su fidelidad el digno sacrificio de algunasvidas de los de sus familias y todas las haciendas que poseian.
Conocido por el tirano lo dificil que le era tomar el Cuzco, desistiódel empeño, despues de algunos ataques, en que fué rechazadogloriosamente por sus vecinos, dirigidos y gobernados por Villalta,quien le quitó de las manos una presa con que ya contaba, y perdidaaquella esperanza, se contrajo á continuar las correrias y robos contralos españoles. Declarada ya en todas partes la guerra, y las poblacionesy campaña sin resistencia, los que pudieron escapar de los primerosinsultos, se refugiaron á las ciudades y villas que les fueron masinmediatas. En la de Cochabamba solo, de las partes de Yungas (conquienes confina por los valles de Ayopaya), entraron mas de 5,000personas de ambos sexos y de todas edades, que condujo su corregidor, D.José Albisuri. No porque en los pueblos de españoles faltase laalteracion y recelo que ofrecia el numeroso vulgo, sino porque el riesgoparecia menos egecutivo, aunque diariamente se fijaban pasquines y seoian canciones á favor de Tupac-Amaru, contra los europeos y elgobierno. Agitado el cuidado de los vireyes de Lima y Buenos Aires,los Exmos. Señores, D. Agustin de Jauregui y D. Juan José de Vertiz,pensaron sériamente al remedio de tantos males. El primero dispusopasase al Cuzco el Visitador General, D. José Antonio Areche, con elmando absoluto de hacienda y guerra, nombrando tambien al Mariscal deCampo, D. José del Valle, Inspector de las tropas de aquel vireinato, alCoronel de Dragones, D.
Gabriel de Aviles, y otros oficiales, para quetomasen el mando y direccion de las armas que habian de obrar contra losrebeldes; y el segundo confirmó la eleccion que habia hecho elPresidente de Charcas, del Teniente Coronel D. Ignacio Flores,Gobernador que era de Moxos, declarándole Comandante General de aquellasprovincias, y demas que estuviesen alteradas en la jurisdiccion de sumando, con inhibicion de la Real Audiencia de la Plata, concediéndolemuchas y amplias facultades, para obrar libremente. Los Oidores, pococonformes con esta disposicion, manifestaron su resentimiento endistintas ocasiones, dificultando las providencias del Comandante,oponiendo obstáculos á sus determinaciones, criticando su conducta demorosa, calumniándole de pusilánime é irresoluto, fundándose en que notomaba partido con prontitud, y suponiendo que si hubiese obrado conactividad ofensivamente contra los rebeldes, hubiera podido sofocarsecon el escarmiento de pocos el atrevimiento de los demas. En cuyasalteraciones y etiquetas, suscitadas indebidamente en tan críticascircunstancias, pasaron algun tiempo: hasta que fué creciendo elcuidado, con motivo de haber mandado la Audiencia secretamente, y sin elconocimiento que le correspondia á Flores, prender al reo Tomas Catari,lo que egecutó D. Manuel Alvarez en el Asiento de Ahullagas, en virtuddel auto proveido en acuerdo reservado que se celebró con todo sigilo,atropellando las prudentes disposiciones del Virey, y desairándolecruelmente, porque tal proceder era opuesto á sus providencias y á lasfacultades que tenia concedidas á aquel Comandante.
Este suceso llenó de regocijo á la ciudad de la Plata, y no fué de pocasatisfaccion á sus ministros, porque todos creian que cortada aquellacabeza, pasase la inquietud, y que un hecho de esta naturaleza podiaservirles de escudo para cubrirse de sus primeros yerros y desacreditarla conducta del Comandante militar: porque no solo habia concurrido áél, sino que tenia significado, no era conveniente en aquella ocasion,antes bien proponia se empleasen los medios políticos que eran masoportunos en tan críticas circunstancias, en que se debia sacar todo elpartido posible de la autoridad y fuerzas que ya habia adquirido eldelincuente, en tanto se acopiaban armas y municiones para resistirle,motivos porque ocultaron su determinacion. Pero á poco tiempo sedesapareció aquella alegria, desvaneciéndose sus concebidas esperanzascon las desgraciadas muertes del dicho D. Manuel, y del Justicia Mayor,D. Juan Antonio Acuña, que con una corta escolta conducian preso á aquelrebelde: quienes, viéndose inopinadamente atacados en la cuesta deChataquilay, y que era muy dificultoso conservar su persona conseguridad, determinaron matarle antes de intentar la resistencia, sinque bastase despues el esfuerzo á salvar ninguno de los que leconducian; creciendo el espanto y susto con haberse acercadoinmediatamente los indios agresores á la ciudad para cercarla, campandodos leguas de ella, en los cerros de la Punilla, mas de 7,000,capitaneados por Damaso y Nicolas Catari, hermanos del difunto SantosAchu, Simon Castillo y otros caudillos. Con cuyo hecho desgraciado varióel modo de pensar de la Audiencia, que empleó todos los recursosimaginables para ocultar habia sido suya aquella providencia,significando que Alvarez habia egecutado la prision de motupropio: peroFlores, que no se descuidaba en cubrirse de sus resultas, tuvo modo deconseguir copia de todo lo acordado sobre aquel hecho. Así perpetuamentese eslabonan los fracasos con las dichas, teniendo en continua dudanuestros afectos, para que busquen en su centro la verdadera y establefelicidad.
Aun no bien se supo estaban acampados los indios en aquel cerro,proyectando el asalto de la ciudad, se infundió en todos sus vecinos lagenerosa resolucion de defenderse, hasta derramar la última gota desangre: y porque fuesen iguales el valor y la precaucion, ganando losinstantes, se colocaron puestos avanzados para observar desde mas cercalos movimientos del enemigo, y cortando las calles con tapias de adobes,que impropiamente han llamado trincheras, se destacaron algunascompañias de milicianos para que guarnecieran sus extramuros. El Regenteen una continua agitacion expedia providencia sobre providencia, y losMinistros, disimulando el miedo que los dominaba con el celo y amor alSoberano, se hicieron cargo con las compañias formadas del grémio deabogados, de rondar y patrullar todas las noches, reconociendo lascentinelas avanzadas. Pero como todos carecian de los principios delarte de la guerra, servian de confusion mas que de seguridad susdiligencias, que tambien contribuyeren no poco á suscitar nuevasdisputas sobre sus pretendidas facultades, y las que tenia el Comandantede las armas. Sin embargo de todo esto, se notaba en los vecinos buenadisposicion, por mas que se haya querido disminuir despues, abultandodesconfianzas para cubrir la negligencia, y el error de no haber acudidocon resolucion y actividad á cegar el manantial de donde nacian estasalteraciones: siendo fácil comprender, que si en sus principios sehubiese obrado con el valor y determinacion que piden semejantes casos,se hubieran evitado tantos estragos, como siguieron, y la muerte de masde 40,000 personas españolas, y mucho mayor número de indios, que hansido víctimas de estas civiles disenciones.
Insolentes los rebeldes en su campamento, dirigieron á la Real Audienciaalgunas cartas llenas de audaces amenazas, pidiendo las cabezas dealgunos individuos, y asegurando hacer el uso mas torpe de las mugeresdel Regente y algunos Ministros, ofreciendo emplearlas despues en lastareas mas humildes del servicio de sus casas. En esta ocasion fuésospechado cómplice en las turbaciones el cura de la doctrina de Macha,el Dr. D. José Gregorio Merlos, eclesiástico de corrompida y escandalosaconducta, de génio atrevido y desvergonzado, que fué arrestado por elOidor D. Pedro Cernadas en su misma casa, y depositado en la Recoletacon un par de grillos, y despues en la cárcel pública con todas lasprecauciones que requerian el delito que se le imputaba, y las continuasinstancias que hacian los rebeldes por su libertad, quienes asegurabanentrarian á sacarle de su prision á viva fuerza: cuyo hecho se egecutótambien sin consentimiento del Comandante militar, aprovechando laAudiencia, para proceder á su captura, del pretesto de hallarse ausente,para un reconocimiento en las inmediaciones de la ciudad. El cuidado seiba aumentando con continuos sobresaltos que ocasionaba la inmediacionde los sediciosos, y aunque no llegaron nunca á formalizar el cerco, seempezaba asentir alguna escasez de víveres, que fué tambien causa deaumentarse las discordias, por la libertad de pareceres para el remedio.
Solicitaron los abogados, unidos con los vecinos, se les diese licenciapara acometer al enemigo, pero luego que entendieron que se disgustabael Comandante por esta proposicion, se apartaron de su intento.
ElDirector de tabacos, D. Francisco de Paula Sanz, sugeto adornado de lasmejores circunstancias y calidades, se hallaba en la ciudad casualmente,y de resultas de la comision que estaba á su cargo para elestablecimiento de este ramo, movido de su espíritu bizarro, y cansadode las contemplaciones que se usaban con los rebeldes, quizo atacarloscon sus dependientes y algunos vecinos que se le agregaron, y saliendode la ciudad con este intento, el dia 16 de Febrero de 1781 llegó á lasfaldas de los cerros de la Punilla, en que estaban alojados los indios,que descendieron inmediatamente á buscarle para presentar el combate,persuadidos de que el poco número que se les oponia, aseguraba de suparte el vencimiento.
Cargaron con tanta violencia y multitud aquelpequeño trozo, que se componia de solos 40 hombres, que no bastó elvalor para la resistencia, y cediendo al mayor número y á la fuerza,fué preciso pensar en la retirada, en que hubieran perecido todos por eldesórden son que la egecutaron, á no haber salido á sostenerlos lacompañia de granaderos milicianos, no pudiendo evitar perdiese la vidaen la refriega D. Francisco Revilla, y dos granaderos que le acompañaronen su desgraciada suerte: pues aunque despues salió Flores con mayornúmero de gente, sirvió poco su diligencia, por haber entrado la noche.
El génio dócil y el natural agrado del Director Sanz, acompañados de sugenerosidad, le hacian muy estimado de todos, menos de Flores, con quienhabia tenido algunos disgustos por el diverso modo de pensar. Sanz, todoera fuego para castigar la insolencia de los sediciosos, y Flores, todocircunspeccion y flema en contemplarlos, cuya conducta, mormuradageneralmente, ocasionó pasquines denigrantes á su honor, tildándole decobarde, atreviéndose á decir, era afecto al partido de la rebelion: yllegó á tanto la osadia del público, que expresó sus sentimientos consatíricos versos y groseras significaciones, enviándole á su casa, lamisma noche del ataque del 16, una porcion de gallinas, sin saber quienhabia sido el autor de este intempestivo regalo. Al siguiente dia sepresentaron los vecinos por escrito, manifestando estaban prontos ydispuestos á ir en busca del enemigo. Todos clamaban se anticipaba suúltima ruina, gritaban descaradamente, que si no se les conducia alataque, saldrian sin el Comandante: y ya obligado de tantas y tanrepetidas eficaces insinuaciones que se aumentaron con el desgraciadosuceso del Director, determinó para el 20 del mismo Febrero atacar á losindios de la Punilla. Serian las 12 de aquel dia, cuando se pusieron enmarcha nuestras tropas, y llegando al campo se presentó al Comandante unespectáculo agradable, que le anunciaba la victoria, y fué reconocer queun crecido número de mugeres, mezcladas y confundidas entre la tropa,deseaba con ansia entrar en funcion: este raro fenómeno, cuantolisonjeaba el gusto, arrancó lágrimas de aquel gefe, que egercitó todasu habilidad para disuadirlas se apartasen de tan peligroso empeño, conel cual unicamente habian conseguido ya una gloria inmortal: y aunque seles mitigó el ardor, nunca se pudo lograr se retirasen, y permanecieronen el campo de batalla, ó bien para que su presencia inspirase aliento álos soldados, ó para que sirviesen de socorro en cualquiera infortunio.
Las dos de la tarde serian cuando se tocó á embestir al enemigo, que sehallaba apostado en las alturas de tres montañas ásperas y fragosas,cuya ventaja hacia peligrosa la subida: pero esta dificultad empeñó elvalor de los nuestros, que estaban tan deseosos de venir á las manos, yacometiendo con heróico denuedo, sufrieron los indios poco tiempo elasalto, ganando airosamente las cumbres de aquellos empinados cerros,llevándose con los filos de la espada á todos los que no retiró la fuga;dejando en el campo de batalla 400 cadáveres, con poca ó ninguna pérdidade nuestra parte, y de sus resultas libre la ciudad del bloqueo en tanbreve espacio de tiempo, que pudo el Comandante General exclamar conJulio Cesar:—
Veni, vidi, vinci
. Celebróse esta victoria con festivasaclamaciones de
Viva el Rey
; é iluminándose la ciudad por tres noches,se rindieron al Todo-Poderoso las debidas gracias, manifestándose laalegria con todos aquellas señas con que acredita el amor, la sinceridaddel afecto.
Este destrozo de los enemigos trajo las mas favorablesconsecuencias, y hubieran sido mayores si se hubiese adelantado laaccion: pues asustada la provincia de Chayanta, depuso toda inquietud, ypara comprobar su arrepentimiento, entregó á los principales autores,que fueron Damaso y Nicolas Catari, Santos Hachu, Simon Castillo y otrosvarios, que todos murieron en tres palos: que así burla la DivinaProvidencia las esperanzas de los delincuentes, disponiendo caigan ámanos de la justicia, cuando se creen mas exentos de su rigor.
Este hecho acredita cuan conveniente era ganar los instantes, y obrarcon