jura
De
Varela
en
la
yerta
sepultura?
Los
atrevidos
cantos
de
la
guerra
Resuenen
en
la
losa
del
soldado,
Y
de
flores
cubramos
esa
tierra
Donde
cayó
sin
vida,
ensangrentado,
Y
de
la
patria
el
estandarte
santo
Sea
de
paz
y
proteccion
su
manto.
No
débil
llanto
su
cabeza
inunde!
Que
una
corona
del
laurel
sagrado
Su
frente
polvorosa
orne
y
circunde,
Y
empuñando
su
hierro
ensangrentado,
La
juventud
que
á
combatir
se
apresta
Muestre la enseña de la patria enhiesta.
El
funeral
del
martir
generoso
Le
corresponde
al
pueblo
redimido,
Cuando
libre
del
yugo
vergonzoso
La
pira
encienda
en
el
altar
ungido,
Y
cuando
puedan
respirar
sus
almas
Y
sus
manos
alzar
cívicas
palmas.
Vamos
á
conquistarle
noble
tumba
En
la
tierra
natal
purificada,
Para que aquel que en esta lid sucumba
Pueda
dormir
en
tierra
libertada,
Y
no
sean
sus
huesos
quebrantados
Por
tiranos
ni
siervos
pisoteados.
Duerme en tanto en el campo de batalla
Mientras
su
patria
gime
en
servidumbre;
Mientras
la
fé
del
corazon
desmaya
Y el hierro se carcome con la herrumbre;
Cuando
el
tirano
al
vernos
en
derrota
Con
su
lauro
la
espalda
nos
azota!
¿Quién es el vil que ríe, canta y danza
Cuando
el
lamento
de
la
patria
suena,
A
sus
hijos
llamando
á
la
venganza?
Y
si
el
cañon
de
la
batalla
truena,
Quién el torpe que el miedo no sacude
Y al grito ronco del honor no acude?
Juventud
de
mi
patria,
los
laureles
Se
conquistan
peleando
con
bravura,
Y
la
lira,
la
pluma
ó
los
cinceles
No
eternizan
jamás
progenie
impura:
Los
genios
á
los
fuertes
divinizan
Y á los cobardes con su planta pisan.
Vuestros
padres,
titanes
todos
fueron,
Que
desplegando
al
viento
sus
banderas
Contra
un
poder
gigante
combatieron,
Y
encima
de
las
altas
cordilleras
Lanzaron
sobre
el
leon
de
las
Españas
Del
pueblo
irresistible
las
montañas.
Y
vosotros,
qué
sois?
flojos
pigmeos
Sin
brazos,
sin
espada,
sin
creencia,
Temblando
ante
el
tirano
como
reos
Sofocando
la
voz
de
la
conciencia...!
Y
bebereis
oprobio
eternamente
Sin
levantar
la
deslustrada
frente!
Mas
así
no
será,
que
de
Varela
Todos
van
á
clamar
sobre
la
tumba,
Que es un cobarde el que á pelear no vuela,
Su
canto
de
victoria
ya
retumba
Y
en
medio
de
las
huéstes
debeladas
Resuena
el
estridor
de
las
espadas.
En
esa
triste
y
yerma
sepultura
Entonad
los
cantares
de
la
gloria,
Ensalzad
el
martirio
y
la
bravura
Y
volad
en
seguida
á
la
victoria
A
recoger
laureles
inmortales,
Cantando
con
denuedo:
«Oid
mortales!»
Imitad
su
constancia
y
bizarría
Y
el
alto
ejemplo
que
su
vida
abona,
Que
de
la
Patria
en
el
hermoso
dia
El
pueblo
os
ceñirá
sacra
corona,
Y
vuestra
muerte
con
guerrera
pompa
Publicará
la
fama
con
su
trompa.
Empuñad
una
lanza
vibradora,
Abandonad
el
ócio
y
la
molicie,
Arrimad
una
mano
protectora
Antes
que
nuestra
patria
se
desquicie
Y
arrastre
en
su
caida
soberana,
La libertad, la gloria americana.
II
RECUERDOS
DE BUENOS AIRES
———
¡Oh patria! oh Buenos Aires! oh sueño de mi vida!
Como inmortal recuerdo reinas en mi memoria
Recorriendo
los
dias
de
dicha
promisoria
Que en tu seno amoroso, Buenos Aires, pasé.
Recuerdo la ribera do á meditar yo iba
Y el árbol perfumado que sombra me prestaba,
Recuerdo los momentos en que se deslizaba
Mi vida por un lago sereno de placer.
¡Oh patria, oh Buenos Aires! tú ocupas hoy la mente
De miles de proscriptos por tierras estrangeras, De grandes ciudadanos á los que el ser tu dieras Y vagan desterrados del suelo de su amor;
Y tu eres para ellos el sueño de su vida,
Eres la blanca estrella que guia al peregrino,
Y en noche tempestuosa le enseña su camino
Como astro de los mares que alumbra al viajador.
Pasaron
¡ay!
pasaron
las
puras
alegrias,
Y errante y solitario por playas estrangeras
Poeta
peregrino,
con
quejas
lastimeras,
Al pais de mis recuerdos dirijo esta cancion.
En vez de ornar con flores las cuerdas de mi lira, Pensando en Buenos Aires las riego con mi llanto, Y encuentro entre esas gotas amargas de quebranto
En los recuerdos nobles viril consolacion.
¡Oh patria! Aunque de lodo te cubran la cabeza Yo siempre con orgullo pronunciaré tu nombre,
Diré que con tus hechos ganaste un gran renombre Que oscurecer no pueden mil siglos de baldon.
¡Ah! vuélvante la espalda degenerados hijos:
Yo inclinaré mi frente ante tu altar caído,
Y
besaré
la
orla
del
manto
carcomido,
Llorando tus desdichas, cantando tu esplendor.
En vano en los albores de una existencia estéril Abandoné tus playas; no te olvidé por eso,
Como al dejar la bella que nos brindó su beso Dá mas placer al alma pensar en él despues.
Atravesando
mares
y
recorriendo
campos,
La pluma manejando con la ñudosa lanza,
Vivificado
siempre
por
íntima
esperanza
Jamás he sacudido tu polvo de mis piés.
Si leo algun escrito que nombra á Buenos Aires Sus
páginas
exalan
magnético
perfume,
Y todas las palabras mi mente las asume
Como el rocío puro que cae sobre la flor;
Y entonces se presentan á mi memoria triste
Tus torres, tus jardines, tus calles animadas,
Tu cielo hermoso y puro, tus brisas perfumadas, Tu rio, tu horizonte, tu hermoso bicolor.
¿Dó están aquellas plazas llenas de movimiento,
Sus altas catedrales, sus grupos bulliciosos,