Romance de Lobos - Parte de la Trilogía Denominada (Comedias Bárbaras) by Ramón del Valle-Inclán - HTML preview

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Hermana Rebola, sopla en el lar. Nos, tras de la puerta, hemos deamasar, meter y sacar y dar de barriga. No riades, rapaces, que no haypicardía.

Celebran los mendigos aquellas clásicas burlas, y en tanto lasglosan, la criada y el ciego hablan bajando la voz

.

ANDREÍÑA

¿Qué hay?

EL CIEGO DE GONDAR

Agora verás. Topábame sentado al abrigo de la capilla, en la mismapuerta, y oigo golpes por la banda de dentro, respondo batiendo con elzueco, y escucho la voz de Don Farruquiño.

ANDREÍÑA

¿Tú dices verdad?

EL CIEGO DE GONDAR

Está allí como prisionero, y mandóme que llegase secretamente adecírtelo para que vieses manera hablarle por la sala de la tribuna.

ANDREÍÑA

Toda estoy temblando. Los otros hermanos son capaces de matarme.

EL CIEGO DE GONDAR

Yo cumplo con darte el aviso.

ANDREÍÑA

Agora mismo voy ver….

Andreíña sale de la cocina, y el ciego, tentando con el palo, seacerca al hogar, guiado por las voces de los mendigos que ahoracomentan el naufragio de la barca de Abelardo

.

EL CIEGO DE GONDAR

¿Habláis de esos cinco mozos ahogados?

PAULA LA REINA

¡Es una compasión de Dios!

DOMINGA DE GÓMEZ

Inda no se sabe si han perecido los cinco.

EL CIEGO DE GONDAR

En toda la largura de la playa solamente se oyen las voces de lasmujeres y de las criaturas.

PAULA LA REINA

¡Pobres almas, qué triste suerte les espera!

DOMINGA DE GÓMEZ

La misma que a todos nosotros. ¡Pedir una limosna por las puertas!

EL CIEGO DE GONDAR

Por agora, la mar sólo ha echado el cuerpo del patrón y el del rapaz.

LA MUJER DEL MORCEGO

¿De quién era el rapaz?

EL CIEGO DE GONDAR

No sé decírvoslo.

LA REBOLA

Era el hijo más nuevo de la Garula.

EL MORCEGO

¡Valiente borrachona está la madre!

EL MANCO LEONÉS

Hace bien. En el mucho beber no hay engaño, y el mejor amigo es eljarro.

EL CIEGO DE GONDAR

Donde están todos los males es en el agua ¡Mira si no el hijo! Lo quela madre no cató en toda la vida, lo achicó en una noche el cuitado.

PAULA LA REINA

¡Ay, muerte negra!

EL POBRE DE SAN LÁZARO

¡Mejor está que nos!

DOMINGA DE GÓMEZ

El mundo solamente es para los ricos.

EL POBRE DE SAN LÁZARO

El mundo no es para nadie. ¿Qué hace un rico si arrastra la cadena deuna cativa enfermedad? El mundo es una cárcel escura por donde van lasalmas hasta que se hacen luz. El Señor Mayorazgo cuando poco hace tedecía que torcieses el cuello a tu hijo, sin duda pensaba en todas lastribulaciones de su vida.

DOMINGA DE GÓMEZ

¡Miray que fué suerte la suya al desembarcar en aquella playa!

LA MUJER DEL MORCEGO

¡Naufragar todos y salvarse él solo!

EL CIEGO DE GONDAR

Al Señor Mayorazgo no lo quieren ni los arroases de la mar, ni los Demonios del Infierno.

EL POBRE DE SAN LÁZARO

¡Será para Dios Nuestro Señor!

Se oyen pasos en el corredor, y los mendigos callan. La Rebola echaen el fuego un haz de sarmientos que ahuman y chascan bajo las lenguasde la llama, y una gran hoguera irrumpe de pronto. La huestemendicante, con estremecimientos humildes, con un gesto sórdido, seagrupa en torno del hogar.

Benita la Costurera asoma en la puerta ymurmura la rancia salutación

.

BENITA LA COSTURERA

¡Alabado sea Dios!

MUCHAS VOCES

¡Por siempre bendito y alabado!

BENITA LA COSTURERA

¿No está Andreíña?

LA REBOLA

Agora vuelve.

BENITA LA COSTURERA

¿Dónde anda?

LA REBOLA

Salió a un enredo.

BENITA LA COSTURERA

Lo mismo tiene que seas tú. En un vuelo vas al horno de la Curuja… Esmandato del Señor Don Juan Manuel. Te llegas, y dices que toda lahornada la traiga a la casona, que es para repartir entre los pobres…A luego, subiráse vino de la bodega y mataránse doce palomas en elpalomar.

Benita la Costurera se limpia los ojos enfermos con un trapo de hiloque trasciende a estoraque, y sale de la cocina. La hueste mendicantetiene un murmullo de gracias, en unas bocas triste, y en otras bocasjocundo. Como un rezo en la boca llagada del leproso

.

[Ilustración]

JORNADA SEGUNDA

ESCENA CUARTA

La capilla. Don Farruquiño aparece en el presbiterio, sentado en unescaño con espaldar de viejo y noble belludo, orlado por grandes clavosde bronce. Enfrente se abre el arco de la tribuna, donde se sume lafigura negra y bruja de Andreíña

.

ANDREÍÑA

¡Toda estoy temblando, mi rey!

DON FARRUQUIÑO

¿Te dijo el ciego lo que habías de hacer?

ANDREÍÑA

Algo me dijo… ¡Mas los otros juraron segarme el cuello!

DON FARRUQUIÑO

Busca la llave, y me la echas….

ANDREÍÑA

No sé cómo lograrlo, pues la tiene el señor capellán.

DON FARRUQUIÑO

Se la robas.

ANDREÍÑA

¿Mas con qué engaño?

DON FARRUQUIÑO

Cuando duerma. ¿Él se acuesta con tigo o con la Rebola?

ANDREÍÑA

¡Asús! ¡Qué picardías habla!… Ciego había de estar para condenarsecon la Rebola! ¡Y lo que es conmigo!

¡Asús! Llevo muchos años acuestas, cuatro onzas y un doblón, para que me tienten los Díaños….No diga esas picardías, mi rey, que un día le sale una avispa en lalengua…. Yo le serviré con toda voluntad en aquello que pueda, ycuantas llaves hay en la casona veré de traérselas, por si alguna abre.

DON FARRUQUIÑO

Si no, tendré que salir poniendo fuego a la puerta.

ANDREÍÑA

Yo veré de servirle…. Mas luego no olvide la promesa que me hizo detener a una de mis rapazas como su ama.

DON FARRUQUIÑO

Ya te dije que si alcanzo un curato, me llevo a las dos.

ANDREÍÑA

Tanto no pido, ¡Asús!….

Se santigua la vieja encubridora, y el tonsurado segundón se pone enpie, y avizora hacia la puerta que comunica con la casona, una puertapequeña en la sombra húmeda del muro de piedra, que rezuma. Se oye elrechinar de la llave. Don Farruquiño se esconde en el rincón másoscuro, y espera. La puerta se abre, y una sombra se aparta para dejarpaso al Caballero. Otra sombra negra y bruja, huye de la tribuna

.

EL CABALLERO

¡Señor capellán, por qué no está encendida la lámpara?

EL CAPELLÁN

Se habrá bebido el aceite alguna lechuza.

EL CABALLERO

Siento el volar de unas alas en esta oscuridad.

EL CAPELLÁN

Aquel ventanal tiene rotos los cristales, y como entra el viento pudoentrar la lechuza.

EL CABALLERO

Las alas que yo siento se abren dentro de mí.

Avanzan las dos sombras hacia el presbiterio. Sus pasos huecos, en lasoledad de la capilla, tienen una vaga resonancia, y las palabras unmisterio de sombra

.

EL CABALLERO

¿Dónde está enterrada?

EL CAPELLÁN

Esta losa la cubre, señor.

EL CABALLERO

Es preciso que la levantemos, Don Manuelito. ¡Quiero verla!

EL CAPELLÁN

Nuestras fuerzas no bastan, señor.

EL CABALLERO

¡Piedra, piedra, levántate!

Don Juan Manuel se arrodilla ante la sepultura, y entenebrecido, ysuspirante, reza en voz baja. El capellán, en tanto, escudriña en lasombra con recelosa previsión. De pronto da una gran voz, grande yestentórea

.

EL CAPELLÁN

¡Falta la lámpara!

EL CABALLERO

¡Trágame, tierra!

EL CAPELLÁN

¡No han sido lechuzas las que entraron aquí, fueron lobos!

EL CABALLERO

¡Ni una luz que alumbre tu sepultura, pobre Rusa! ¡Nada han dejado!¡Rusa, pide por mí y por esos ladrones que bebieron la leche de tuspechos! ¡Son nuestros hijos, María Soledad!

El CAPELLÁN

¡Y no han temido la cólera divina!

EL CABALLERO

Y tampoco temen la mía, Don Manuelito!

EL CAPELLÁN

¡El Señor pudo enviar sobre sus cabezas un rayo que los aniquilase!

EL CABALLERO

Yo pude enviarles un tiro.

EL CAPELLÁN

¡Son como fieras!

EL CABALLERO

Son lobeznos, hijos de lobo.

EL CAPELLÁN

El Señor Don Juan Manuel nunca ha sido como ellos.

EL CABALLERO

¡Yo he sido siempre el peor hombre del mundo! Ahora siento que voy adejarlo, y quiero arrepentirme. La luz que ellos apagaron se enciendeen las tinieblas donde el alma vivía, y para que mi linaje, donde hubosantos y grandes capitanes, no lo cubran mis hijos de oprobio, acabandoen la horca por ladrones, les repartiré mis bienes y quedaré pobre,pobre de pedir por las puertas…. Ahora probemos entre los dos alevantar la sepultura…. ¡Quiero ver a mi muerta!… ¡Acaso me hable!

EL CAPELLÁN

Esos son delirios, Señor Don Juan Manuel.

EL CABALLERO

¡Piedra, levántate!

EL CAPELLÁN

¡Don Juan Manuel somos viejos! Somos viejos y la vejez no tienefuerzas. En otro tiempo no digo que no la hubiésemos levantado….

EL CABALLERO

Y ahora también.

EL CAPELLÁN

Somos viejos.

EL CABALLERO

Mayor peso llevo sobre los hombros.

EL CAPELLÁN

Y el que nunca se dobló, se dobla.

EL CABALLERO

Sí, me doblo, y sólo anhelo dejar la vida, Don Manuelito.

EL CAPELLÁN

Ya tuvo el consuelo de rezar sobre la sepultura…. Vámonos de aquí….

¿Mas, qué ruido fué ese?….

EL CABALLERO

Conseguí mover la losa.

EL CAPELLÁN

¡Tiene los brazos de hierro!

EL CABALLERO

¡Me sangran las manos!

EL CAPELLÁN

Yo le ayudaré, señor. ¿Dónde hallaríamos algo con qué apalancar?

EL CABALLERO

En esta oscuridad, apenas se ve.

Recorre el capellán el presbiterio y la capilla. En el fondo oscuro,sus ojos sagaces descubren de pronto un bulto inmóvil, sin contorno nifaz, que simula la vieja escultura de algún santo. Se acerca más.Alarga una mano en las tinieblas, y antes de haber palpado, va sientecomo un fulgor de adivinación. Es Don Farruquiño

.

EL CAPELLÁN

¡Ah!… Sacrílego, te había reconocido.

DON FARRUQUIÑO

Silencio.

EL CAPELLÁN

¡No bastaba el saqueo de la casa!

DON FARRUQUIÑO

Silencio…. Hablaremos donde no esté mi padre.

EL CAPELLÁN

¿Cómo osaste tan impío latrocinio? ¿Cómo has entrado en este sacrorecinto? ¡Habla!

DON FARRUQUIÑO

Quise dar paz a mi conciencia.

EL CAPELLÁN

¡Con un sacrilegio!

DON FARRUQUIÑO

Impidiendo que otros lo cometiesen. Sabía de cuánto mis hermanos soncapaces, y entré aquí para impedirlo….

EL CAPELLÁN

¿Dónde están las alhajas de la capilla?

DON FARRUQUIÑO

Ya habían sido robadas….

EL CAPELLÁN

¡No mientas, perverso!

El Caballero desciende las gradas del presbiterio y avanza algunospasos en la oscuridad de la capilla.

La prócer figura, que tiene lavaguedad de un fantasma, parece crecer bajo la nave, y su vos resuenaimpregnada de grave tristeza, de una tristeza de patriarca y deguerrero. Los dos clérigos callan

.

EL CABALLERO

¿Por qué te escondes, mal hijo?

DON FARRUQUIÑO

No me escondo, señor.

EL CABALLERO

¿Temes mi justicia?

DON FARRUQUIÑO

Quien está sin culpa, nada teme.

EL CABALLERO

¡Has apagado la única luz que ardía sobre la sepultura de tu madre!

DON FARRUQUIÑO

Si mi padre lo dice, será verdad.

EL CABALLERO

Eres solapado en las palabras como en las obras. ¡Defiéndete, al menos!

DON FARRUQUIÑO

Dios Nuestro Señor ha elegido mi cabeza inocente para que sobre ellacaigan las culpas de otros.

EL CABALLERO

A mí no puedes engañarme… Llega y ayúdame a levantar la sepultura…No tardaré en morir, y si tardase os faltaría paciencia para esperar…Porque no acabéis en la horca he pensado repartiros mis bienes.

Meheredaréis en vida… Llega y ayúdame… Si tienes hijos, ellos mevengarán… Los votos no te impedirán tenerlos. Llega para que podamoslevantar la losa.

EL CAPELLÁN

Vamos, alma de Faraón.

DON FARRUQUIÑO

No reconozco a Don Juan Manuel.

EL CAPELLÁN

Tiene razón, cuando dice que va a morir.

Se llegan al presbiterio, se mueven vagarosos alrededor de lasepultura, tantean, se encorvan, y en silencio, con una rodilla entierra, en un tácito acuerdo, comienzan a levantar la losa. Se les oyejadear.

Cuando aparece el hueco negro, pestilente, húmedo, el viejolinajudo se inclina sobre él, y solloza con un sollozo sofocado yterrible de león viejo. El hijo, con los ojos nublados de miedo, seaparta

.

DON FARRUQUIÑO

¡No puedo más!

EL CAPELLÁN

Temo que a tu padre le dé un arrebato de sangre.

EL CABALLERO

¡María Soledad, aquí estoy! ¡Háblame!

EL CAPELLÁN

Basta ya, señor….

EL CABALLERO

¡Quiero ver su rostro por última vez!

El Caballero levanta la tapa del féretro y en la oscuridad de lacueva albean las tocas del sudario y destella la cruz colocada sobre elpecho, entre las manos yertas. El Caballero se inclina, y un aire dehúmeda pestilencia, que le hace sentir todo el horror de la muerte,pone frío en su rostro

.

EL CABALLERO

¡María Soledad, espérame!… Tienes los ojos abiertos y siento que memiras… Ahora me voy, pero vendré pronto y para siempre a tu lado…¡Dios!… ¡Dios!… ¡Cativo Dios, por qué me llevaste a la Rusa!….

El Capellán acude, y levanta el desfallecido cuerpo del Caballero. Elhijo, más tardo por miedo o desamor, se acerca también y le ayuda. Casien brazos le sacan de la capilla. Don Juan Manuel, en la puerta loshace detener y se arrodilla

.

EL CABALLERO

¡Abierta queda mi sepultura!… ¡Maldito quien intente poner la losaantes de haber bajado yo a la cueva!

¡María Soledad, espérame!

[Ilustración]

JORNADA SEGUNDA

ESCENA QUINTA

La alcoba donde murió Doña María.—En el fondo, bajo los cortinajesde damasco carmesí, que tienen algo de litúrgico, abandonada y fríaaparece la cama antigua, de nogal tallado y lustroso. Don Juan Manuelestá en el umbral de la puerta. Su hijo y el capellán le sostienen. Elrostro pálido y la barba de plata se sumen en el pecho

.

EL CABALLERO

Quiero morir aquí, en la misma cama donde murió aquella santa… Hevivido siempre como un hereje, sin pensar que hay otra vida, y ahorasiento una luz dentro de mí….

EL CAPELLÁN

Es la luz de la Gracia.

EL CABALLERO

Señor capellán, necesito la absolución de mis pecados para reunirme conmi mujer en el Cielo.

EL CAPELLÁN

Es menester que haga confesión de ellos.

EL CABALLERO

No tengo más que uno… ¡Uno solo que llena toda mi vida!… Haré Confesión pública… Llamad a los criados… Que acudan todos…

¡Criados de mi casa!… ¡Hermanos que llegasteis aquí conmigo!…

¿Dónde estáis? ¡Quiere hacer confesión ante vosotros Don Juan Manuel Montenegro! ¿Dónde estáis? ¡Llegad todos!

El hijo y el capellán se interrogan con una mirada. En sus ojos asomael mismo pensamiento, y se dicen si no ha pasado sobre ellos, enaquellas palabras, una ráfaga de locura. Los criados y los mendigos vanllegando de la cocina con un rumor lento, ojos de susto, gesto demisterio, y se detienen sobre el umbral de la puerta

.

ALGUNAS VOCES

¡Ave María Purísima!

EL CABALLERO

¡Cavada tengo la sepultura! He visto en mi camino a la muerte y estánmarcadas mis horas… Cuando echéis el cuerpo a la tierra, volved aponer la losa que han alzado mis manos, pero antes no. ¡Maldito seaquien lo intente!… Tú, mal hijo, no finjas dolor… Lleva a los otrosla noticia, y celebradla juntos en la cueva de los ladrones, en elcubil de un lobo, donde nadie os vea. Cuanto era mío, mañana serávuestro, y el cuerpo que será de los gusanos, tendrá más nobledestino… No lloréis vosotros, criados y hermanos míos, que estaspuertas las hallaréis siempre francas, y, aunque fría, siempresentiréis mi mano tendida hacia vosotros.

¡No dejo otra manda para quemis crímenes me sean perdonados, y he de alzarme de la sepultura si nofuese cumplida! No lloréis, y haced silencio, que quiero confesar mispecados al señor capellán de mi casa. No tengo más que un pecado…¡Uno sólo que llena toda mi vida!… He sido el verdugo de aquellasanta con la impiedad, con la crueldad de un centurión romano en lostiempos del emperador Nerón… Un pecado de todos los días, de todaslas horas, de todos los momentos… No tengo otro pecado queconfesar… La afición a las mujeres y al vino, y al juego, eso nacecon el hombre… Pecado grande es haber sido verdugo de un alma y haberpuesto en ella garfios encendidos en las hogueras del Infierno. ¡Losgarfios que en las carnes de los condenados clava Satanás!… Y ahorame arrodillo para recibir la absolución… Señor capellán, laabsolución, y la tuya también, mal hijo, ya que tienen esa gracia tusmanos impuras. Absolvedme y después clavad esa ventana, clavad esapuerta, dejadme aquí como en un pozo, solo, para morir.

El Capellán traza una cruz con su diestra sobre la cabeza del viejolinajudo, y el murmullo de los rostros aldeanos y mendigos,resplandeciente de fe, se eleva en una grave onda

.

[Ilustración]

JORNADA SEGUNDA

ESCENA SEXTA

Sobre la encrucijada de dos caminos aldeanos, un campo de yerbahumilde salpicada de manzanilla, donde hay un retablo de ánimas entrecuatro cipreses. Es paraje en que hacen huelgo los caminantes, y rezanlas viejas, anochecido. Don Rosendo, Don Mauro y Don Gonzalito,descansan al pie de los cipreses, con los caballos del diestro. Máslejos un mozo aldeano deja pacer la yunta de sus vacas, y a lo largo delos caminos, que se pierden entre verdes y sonoros maizales, trotancabalgadas de chalanes que van de feria, y cruzan graves yprocesionales, viejos vestidos de estameña, con sus grandes bueyes decobre luciente, hermosos como ídolos, con verdes ramos de roble en lastestas

.

DON MAURO

¿Dónde se habrá metido el clérigo?

DON ROSENDO

En casa de alguna moza.

DON MAURO

A Pedro son muchos los que le han visto pasar solo. ¿Cómo se habránseparado?

DON GONZALITO

Reñirían al repartirse lo que nos robaron.

DON ROSENDO

¡Lástima que no se matasen!

DON MAURO

Hay que volver por allá….

DON GONZALITO

Si ellos no nos ganan la mano.

DON MAURO

¡Haber olvidado la capilla!

DON ROSENDO

Cuando se tiene una pena no se está para recordar….

DON GONZALITO

¡Pobre madre! Ella acudía a todos, y teníamos un amparo…. ¿Peroahora, qué será de nosotros?… Hemos amargado sus últimos momentos connuestras disputas. ¡Somos como fieras!

DON MAURO

Lo hicimos de obligados. Si no lo hacemos, los otros bandidos nos dejansin una hilacha.

DON GONZALITO

Pero es triste.

DON MAURO

Si, lo es.

Por un momento los tres hermanos quedan silenciosos. Una tropa dechalanes llega y descabalga para descansar a la sombra de los cipreses,dejando libres los jacos en el verde y oloroso campo, que cruzanaquellos caminos aldeanos por donde se pierden huestes de mujerucas,viejas y mozas, que van al molino con maíz y con centeno. Los chalanesson siete: Manuel Tovío, Manuel Fonseca, Pedro Abuín, Sebastián deXogas y Ramiro de Bealo con sus dos hijos. Oliveros, el mayor, tiene elnoble y varonil tipo suevo de un hidalgo montañés. La barba de cobre,los ojos de esmeralda y el corvar de la nariz soberbio, algo que evoca,con un vago recuerdo, la juventud putañera de Don Juan ManuelMontenegro. Allá, en su aldea, la madre y el hijo suelen enorgullecersede aquella honrosa semejanza con el Señor Mayorazgo. Y Ramiro de Bealoha conseguido por ello que el viejo linajudo le diese en parceríacuatro yuntas, y en aforo las tierras de Lantañón

.

LOS CHALANES

¡Santos y buenos días!

LOS SEGUNDONES

¡Santos y buenos!

RAMIRO DE BEALO

¿El Señor Don Mauro camina para su casa de Bealo?

DON MAURO

Para allá se camina.

RAMIRO DE BEALO

¿Tornan del entierro de la señora mi ama, que goce de Gloria?… ¡Diosles otorgue su santa conformidade!… ¿Por allá verían a la parienta?Cuando salimos para la feria, díjonos que tenía determinado acudir.¡Por allá la verían! Nos hubiéramos cumplido como ella, de no hallarnoscon un buey escordado, sin yunta para labrar la tierra…. Si Dios nosmantiene con vida y salud, el domingo bajaremos a la villa para oír unamisa y saludar al Señor Don Juan Manuel.

DON MAURO

Pues yo os digo que en la casa de mi padre hacéis vosotros la mismafalta que los canes en la de Dios. Eso os digo.

DON GONZALITO

Harto habéis ordeñado esa vaca, y no penséis que por ser muerta mimadre….

OLIVEROS

Pues allá iremos, sin contar con su venia.

RAMIRO DE BEALO

¡Calla, rapaz! No muevas pleitos.

OLIVEROS

Hablo aquello que bien me parece, mi padre.

DON ROSENDO

¡Lo malo será que te arranquen la lengua!

OLIVEROS

La defienden los dientes.

RAMIRO DE BEALO

Ten miramiento, rapaz.

DON ROSENDO

Defensa de mujer.

OLIVEROS

Y de lobo.

DON MAURO

¡No te los haga yo dejar clavados en la tierra!

OLIVEROS

¡Mucho hablar es!…

DON GONZALITO

Si los quieres bien, no los saques al aire.

OLIVEROS

¡Mírenlos!

Oliveros muestra los dientes albos, jóvenes, fuertes, con un gestolleno de violencia, que recoge los labios y los estremece consanguinaria y primitiva fiereza

.

DON MAURO

¡Dientes de hambre, no asustan!

OLIVEROS

¡Hambre de morder!

DON GONZAITO

Un mendrugo.

DON ROSENDO

¡Cadelo sarnoso!

OLIVEROS

De su sangre me vendrá la sarna.

RAMIRO DE BEALO

Rapaz, ten miramiento, que son más que tú.

OLIVEROS

A ustede, tócale callar, mi padre.

RAMIRO DE BEALO

Que ellos son caballeros, rapaz.

OLIVEROS

De la nobleza que vengan, vengo yo.

DON ROSENDO

Por detrás de la iglesia no hay nobleza, sino hijos de puta.

DON MAURO

Tú siempre serás el hijo de un cuerno de Ramiro de Bealo.

OLIVEROS

Ni de puta ni de cabrón soy nacido, ni nunca dos veces me lo dijeron.

El Mozo chalan adelanta hacia los segundones blandiendo la luengapica con que acucia y guía su vacada por llanos y veredas. Los otroschalanes, en bandería, se ponen a su lado, y la tropa de villanos cercaa los segundones

.

DON MAURO

¡Para mí, tres!

SEBASTIÁN DE XOGAS

¡Allá va uno con quien será bastante!

DON ROSENDO

¡No cejes, Gonzalo!

OLIVEROS

¡Miren estos dientes!….

RAMIRO DE BEALO

¡Rapaz, que me matan!… ¡Acude aquí!….

DON MAURO

¡Para mí, tres!

El segundón lanza su grito en medio del campo, como un

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