Viajes por Europa y América by Gorgonio Petano y Mazariegos - HTML preview

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1858

A LA SAGRADA MEMORIA DE SU AMANTISIMO PADRE.

EL AUTOR.

A MI QUERIDO AMIGO EL SR. D. G. PETANO Y MAZARIEGOS.

Mal inspirado está V., amigo mio, deseando que sea yo quien le escriba un prólogo para sus Viajes

, libro que, por una parte, no necesita de ajenas recomendaciones por ser tan curioso y entretenido, como elegante y concienzudamente escrito; y que versa por otra sobre un asunto en el cual, mas acaso que en otro alguno, soy incompetente.

Y ¡por Dios santo! que no se me alarme V. ni crea que hablo así ó por intempestiva modestia, ó por placer de sentar una paradoja.

Nada de eso, amigo mio, nada de eso: dígole á V. lo que pienso, lo que es cierto: soy en materia de Viajes el mas incompetente de los mortales. Y sin embargo, ni puedo ni quiero negar, que pocos españoles hay tan

asendereados

como yo; porque en efecto, desde el «primer sollozo de la cuna» hasta la fecha, pocos dias ha y quincuagésimal de mi vida, estoy corriendo por montes y valles, yendo de Ceca

en

Meca

,

«Sin encontrar en la tierra

Un punto donde parar,»

como dice al Don Juan del

Hombre de Mundo

el protagonista de aquella excelente comedia. Todo eso es cierto: niño aun, una persecucion política me traia primero á Francia, y luego á Inglaterra me enviaba: de regreso á España la vida militar paseándome primero de guarnicion en guarnicion, mas tarde con la guerra civil teniéndome siempre á caballo, hacíame correr una gran parte de nuestro pais, que despues acabé por decirlo así de visitar como empleado ó por negocios propios: cinco emigraciones, en fin, y algun viaje voluntario desde el año de 1840 hasta el dia, me han obligado de nuevo y repetidamente á visitar las antiguas Galias y la Gran Bretaña, y dádome ocasion para ver la Bélgica, Portugal y una parte de la Alemania.

Pero ni eso es

viajar

ni Dios me ha hecho

viajero

, que entre los que tal nombre merecen y los simples

viandantes

como yo, hay una diferencia inmensa. ¿Viajan por ventura el correo de Gabinete, aunque pase su vida entera corriendo los caminos reales, ó el fatuo que á Paris viene á barnizarse las uñas y olvidar el castellano, sin aprender el frances?

Viajar

es un arte que supone un gran fondo de filosofía, un razonable capital de instruccion, el talento natural y la vocacion del observador, mucha rectitud de juicio, y tiempo ademas, y medios pecuniarios para utilizar todos los enumerados elementos.

Suponga V. á un hombre siempre en movimiento mal de su grado; siempre habiéndoselas con la policía ó recelando tener que habérselas; preocupado el entendimiento por aspiraciones políticas; y con el corazon constantemente en el pais de que su mala suerte le aleja; y dígame en conciencia si tal hombre es ni puede ser nunca

viajero

aunque mas tierras corra que el mismísimo

Judío Errante

.

Tal es mi caso, amigo mio: he caminado mucho y viajado poco: y no obstante, tambien como V.

soñaba yo allá en mis juveniles años en el placer de los viajes; extasiábame con Robinson

, deleitábame con

Rolando

, no me detenia en engolfarme en el

Viajero universal

, y acaso acaso tuve mis tentaciones de tomar por modelo al Jóven Anacársis

. Los únicos viajes que nunca me cautivaron fueron los del atildado alumno del insoportable Mentor

, y todavía confieso á V. que no he podido reconciliarme con el célebre y para mí empalagoso libro del Sr. Fenelon. Pero vinieron los años y con ellos los trabajos; comencé á vagar y disipáronse naturalmente mis ilusiones de viajero.

Mas dichoso V. que yo, mas perseverante en su vocacion, mejor dotado para su propósito por la naturaleza, va, jóven aun, á enriquecer nuestra literatura con un libro original y bien escrito de Viajes

, género que se ha cultivado poco en España hasta el presente.

Apruébolo sinceramente por el asunto y la feliz manera de desempeñarlo: lo aplaudo ademas porque creo que el conocimiento de los paises extranjeros puede ser para el nuestro un poderoso estímulo de adelanto en las vias del progreso en que con razon dice V. que ha penetrado hace ya años, y tambien un argumento para responder victoriosamente á los que nos acusan de estar aun en la barbarie sumidos.

Hay ademas hoy en el mundo una señalada tendencia á suprimir las distancias, borrar las distinciones y confundir los intereses. Van desapareciendo poco á poco las antipatías de raza, van suavizándose las rivalidades de nacionalidad; las corrientes de la humanidad se muestran en su curso convergentes; y si la

unificacion

está léjos todavía, no tan remota que el anteojo de la filosofía no la divise en lontananza.

En tales circunstancias, amigo mio, el libro de V. que

presenta

los Españoles á los extranjeros, y á estos aquellos, como es costumbre en la buena sociedad inglesa, cuando entre personas que no se conocen se halla un tercero con ámbas relacionado: el libro de V., digo, fácil y corrientemente escrito, observador sin pesadez, filósofo sin pretensiones, presentándonos

unos á otros, facilita el trato, y consecuentemente prepara la amistad.

¡Cómo no ha de aplaudir el libro de V. quien como yo desea con toda su alma una union de todos los pueblos, que acabe, si es posible, hasta con el nombre de la guerra, y en consecuencia haga que de uno á otro polo no haya mas imperio que el de la ley, y que esa sea siempre la expresion de la voluntad universal!

Si no me es dado pues ni disertar científicamente sobre los viajes en general: si no me atrevo á decir á V.

pluma á pluma

ya que no cara á cara, todo lo bien que pienso, y que si no me engaño pensará el público de su interesante libro: puedo por lo ménos en conciencia, y sin temor de ofender la modestia del que le ha escrito, asegurar que no ganaríamos poco en que todos los jóvenes que viajan lo hiciesen con el fruto que V. y sobre todo en que, comprendiendo la deuda que todos con la patria tenemos, la pagaran como V. haciendo á su pais partícipe del resultado de sus estudios y observaciones.

En la imposibilidad de hacerle á V. un prólogo, le escribo lo que pienso de sus Viajes

: acepte V., amigo mio, acepte el óbolo de la incompetencia, y crea sobre todo que solo por aquello de que

impossibile nemo tenetur

, deja de complacerle tan por completo como lo deseara su sincerisimo y apasionado amigo: PATRICIO DE LA ESCOSURA.

Paris, noviembre 1857.

#DE COMO UN PRÓLOGO ES A VECES NECESARIO.#

No es la moda la que coloca la pluma en mis manos: al contrario, he tenido necesidad de discutir conmigo mismo para convencerme de que al resumir en un volúmen las notas de mis viajes, me obedezco, sin tener en cuenta para nada que la moda es esta.

Teniendo la pasion de la lectura y alentado por la buena acojida que han obtenido los diferentes ensayos literarios que he dado á la estampa, nada mas lógico que bosquejar el cuadro de mis viajes.

¡El viaje! esta ha sido mi constante aspiracion desde que tuve la edad de quince años. ¡Gracias mil á Dios que me ha otorgado la realizacion de mis ensueños, acariciados tanto tiempo por mi imaginacion!

Sucedíame siempre una misma cosa cada vez que me paseaba en el campo. La idea del viaje, siempre compañera de mi memoria, era constantemente el tema seguro de mi conversacion: mirando siempre delante de mí, me impacientaba contra el horizonte que cerraba el paso á mi vista.

Los límites que las encumbradas montañas trazaban naturalmente á mi curiosa mirada siempre ávida de penetrar á traves de los términos, cruzábales afanoso con el pensamiento; y solazaba mi fantasía con el bellísimo lienzo que en mi ilusion dibujaba.

Un cielo nuevo, diferentes praderas y torrentes, aire mas dilatado, otros espacios, un mas allá

distinto del que siempre me encerraba en su estrecho ámbito; hé aquí mis deseos eternos.

Estas eran mis frases; esta mi necesaria conclusion cada vez que regresaba del campo.

La idea de visitar nuevos paises, se presentaba constantemente á mi imaginacion con un delicioso misterio que me fascinaba. La lengua, los trajes, las costumbres, toda la vida analizada en conjunto y en detalle, fingíala en mi deseo, como distinta y nueva, en parangon con la que yo conocia.

Mas tarde, cuando entreví la utilidad de los viajes, por la instruccion y conocimiento del mundo que reportan, tomó carta de naturaleza dentro de mi cerebro—por decirlo así—la idea de viajar.

Hoy, que afortunadamente he visitado algunos paises, dando cumplida satisfaccion á mis aspiraciones, justo y hasta necesario es que concrete en un solo cuadro los recuerdos de mis excursiones.

No pretendo escribir un libro: si la frase no estuviera gastada, yo llamaria á este epítome impresiones de viaje

, pero tantos son ya los que así han bautizado á sus apuntes, que yo me aparto á toda prisa de semejante diccion y concluyo este mal hilbanado prólogo rogando al lector que califique este trabajo del modo que mas cuadre á su gusto.

Como quiera que sea, esta publicacion no es otra cosa que una galería de cuadros naturales tomados á la vista: los colores que empleo, tomados de mi pobre paleta, son débiles pero exactos.

Y basta para un prefacio: era indispensable consignar que este libro no es hijo de la moda: si no me equivoco, lo he apuntado ya, y si no se entiende bien, sépase al ménos que yo he pretendido decirlo.

#ESPAÑA#.

La España, nuestra querida patria, tan calumniada por algunos extranjeros que con trivial ligereza han querido juzgarla, sin estudiar en modo alguno su estado actual, avanza rápidamente en el camino del progreso, y dentro de muy pocos años ocupará el importante rango que de hecho la pertenece en Europa.

Cualquiera otra nacion del mundo que hubiera tenido que pasar por las duras pruebas que la nuestra, con sus revueltas políticas tan frecuentes, con sus inútiles gobiernos, con su fratricida y desoladora guerra civil de siete años, hubiera sido borrada de los mapas y fundido en cualquiera otra su deshecha nacionalidad.

Nuestra querida patria, que á pesar de todo, ha guardado incólume hasta hoy su santa independencia, que vive vida propia, que trabaja y avanza y que toca ya las ventajas de un magnífico porvenir, ha probado al mundo con esta demostracion de pujante vitalidad propia, que se basta á sí misma y que merece ocupar un gran puesto en el congreso de los pueblos civilizados. Los dos altos y augustos sentimientos que viven en su corazon y la han conducido á salvo por en medio de tempestades y peligros, son el sentimiento religioso y el nacional: aquí amamos á Dios y á la patria; y estas dos poderosas virtudes que de luengos siglos poseemos, que guardamos con religiosa exactitud y que de seguro trasmitirémos á nuestros venideros, son dos poderosas palancas de porvenir y fuerza.

Nuestra legislacion municipal, la mas rica, la mas libre, la mas antigua de Europa, nos ha dado una educacion intrínsecamente democrática, que ha engendrado en nuestras almas el innato amor á la libertad.

En vano se nos hablará de la dinastía austríaca que ha gobernado nuestra España con las formas del absolutismo: nuestros ilustres comuneros de Castilla, combatiendo los primeros del mundo en batalla campal contra la tiranía de los Reyes, son una soberbia y altiva protesta que nuestro carácter escribió en los campos contra todo lo despótico. Nuestras costumbres, prácticamente libres, no importadas de parte alguna, son las mas democráticas de Europa: y al decir esto, ni hablamos de memoria ni avanzamos una aseveracion dudosa.

En nuestra vida de viajero y de diplomático hemos tenido ocasion de estudiar de cerca y con detenimiento las costumbres de las sociedades de Europa: en ninguna ni nunca hemos encontrado la admirable igualdad práctica de nuestra España, donde en rigor no existen clases: aquí, entre nosotros, lo mismo hoy que en tiempo del absolutismo, todas las carreras y dignidades del Estado han sido accesibles al pueblo; de sus filas han salido ministros, generales, obispos, estadistas, todo: hoy, como siempre, están abiertas á todas las clases de la sociedad española las carreras todas: no tenemos aristocracia de hecho: el clero, el pueblo, la nobleza, la clase media, se mezclan y confunden en sus reuniones, en sus enlaces, en sus actos todos de la vida pública y privada. Como nuestra educacion ha sido eminentemente democrática, nuestras costumbres lo son tambien, y de ellas ha brotado espontáneamente el sentimiento de amor á la libertad que tenemos; y amando á Dios, á la libertad, y á la patria, el filósofo y el estadista pueden regocijarse y estar tranquilos; nosotros no podemos morir y el porvenir es nuestro.

Esto en cuanto á la España moral: ahora vamos á visitar, aunque ligeramente, la España que los extranjeros han descrito, la España de difíciles comunicaciones y de atraso material.

Madrid, que hoy empieza á ser conocido en toda Europa, es una gran capital que de nada carece: cielo espléndido, sociedad finísima y fácil, vida literaria pujante y fecunda, once teatros públicos, donde tienen su templo todos los géneros de la comedia, la música y el drama: artistas, literatos, filósofos, academias, museos: caminos de hierro á diferentes ciudades de importancia, abundancia de recursos literarios, paseos admirables, monumentos, calles y plazas como las de las primeras capitales de Europa, diferentes líneas férreas comenzadas que le darán una inmensa importancia dentro de cuatro á cinco años que todas estarán terminadas, movimiento periodístico inmenso, animacion, fisonomía, grandeza. Ese es el Madrid de hoy: esperad cinco años y será visitado por todos los viajeros de Europa, que de seguro hallarán en él una de las mas bellas ciudades de hoy: cuenta una poblacion de 300,000 habitantes.

Barcelona, segunda capital de España, con cuatro caminos de hierro, abiertos al público hace años, con una vida industrial asombrosa, con sus innumerables fábricas de cuanto la industria conoce[1], con su puerto importante donde todos los dias tocan vapores de todos los paises, con sus tres teatros públicos, dos de ópera italiana, con sus doscientos treinta mil habitantes, con sus magníficas plazas y calles, sus monumentos, su prodigiosa animacion, su constante actividad, con sus buenos hoteles, sus paseos, su creciente prosperidad; Barcelona, concluimos, es una ciudad de alta significacion y de la importancia de cualquiera otra ciudad de Europa que como ella no sea capital de nacion.

Valencia, ciudad pintoresca y animada, con una poblacion laboriosa y trabajadora, con su industria de seda tan avanzada, puerto de mar concurrido, mucho comercio, caminos de hierro á Játiva y al Grao, dos teatros públicos, muchas iglesias notables bajo el aspecto del arte, la campiña mas deliciosa que imaginarse puede, toda cultivada admirablemente palmo á palmo, con museo, casinos, sus periódicos, sus hermosas mujeres, su delicioso clima, su azulado cielo, su animacion habitual, y su poblacion de ciento cinco mil habitantes.

Sus principales edificios son la catedral, el consulado, el Temple, el Hospital General, la Aduana, el palacio del Arzobispo y otros varios. Tiene universidad literaria muy concurrida, escuelas gratúitas, y casas de beneficencia en brillante estado.

Entre los establecimientos penales descuella el presidio, que es un verdadero modelo y merece ser visitado por los extranjeros.

Valencia ántes de un año estará unida á Madrid, Alicante,

Almansa y Albacete por medio de un camino de hierro.

Sevilla, con su Guadalquivir á los piés, con su célebre catedral, las casas consistoriales, la Audiencia, la Lonja, y otros muchos edificios notables; Sevilla es tambien una de las ciudades mas mercantiles de España, comercia en grande escala, y tiene una poblacion de ciento treinta mil almas. Su cultura es superior á todo elogio, pues hasta en las filas del pueblo se observan buenos modales y finura.

Tiene Sevilla excelentes periódicos de literatura, academias, y aventajados artistas. Su cielo, su clima, sus mujeres son renombradas en toda Europa: los frutos deliciosos de su campiña son de lo mejor de su clase: tiene muy avanzadas las obras de sus ferrocarriles á Córdoba y Cádiz.

Zaragoza la inmortal, la patria de los hijos esforzados, es tambien otra ciudad importante de España que he visitado tres veces. El camino de hierro que la pondrá en comunicacion con Madrid y Barcelona, que ántes de cuatro años estará abierto al público, pues en ámbas líneas se trabaja sin descanso, acrecerá muchísimo su actual significacion y la dará nueva vida é impulso.

Zaragoza tiene magníficas iglesias que llaman la atencion del viajero y que merecen verse, como la Seo y Nuestra Señora del Pilar.

Sus edificios mas notables son la Lonja y los palacios del Arzobispo y del General. Entre sus calles ocupa el primer lugar la del Coso, ancha, recta, despejada; hay muy buenos paseos al rededor de la ciudad. La agricultura constituye la principal riqueza de la capital de Aragon: tiene tambien sus periódicos y sus teatros: la poblacion es de cincuenta mil almas. El pueblo es eminentemente liberal, noble, esforzado, valiente, generoso.

Cádiz y Málaga, otras dos ciudades de nuestra España que he visitado, se distinguen, la primera por su encantadora situacion, por su blancura y su excesiva limpieza, por su civilizacion avanzada.

Es grande la vida literaria de Cádiz, donde se publican muy bien escritos periódicos y libros: tiene florecientes academias y dase culto esmerado á las artes: su sociedad es una de las mas cultas y finas de España.

Sus mujeres, poderosamente hermosas, son uno de los mejores adornos de su sociedad. Cádiz tiene tres teatros públicos, calles y plazas elegantes, y el aspecto general de la ciudad es de lo mas agradable y pintoresco que idearse puede.

Tiene caminos de hierro en explotacion á Jerez y al Puerto, y en construccion el de Sevilla.

Málaga, industrial, puerto de mar, fábricas de fundicion, de tejidos, de hilados: buenos paseos, algunos edificios notables: sus célebres vinos.

Hablo en mi libro únicamente de las ciudades que he visto; el viajero tiene todavía algunas otras dignas de ser visitadas: Granada, Córdoba, Toledo, Santiago, Leon, Salamanca.

Continuando nuestra rápida reseña sobre España, vamos á

consignar unos ligeros apuntes sobre algunas otras ciudades que tambien conocemos.

Palencia, situada á ocho leguas de Valladolid y cuarenta de la capital de España, es una ciudad que, aunque de tercer órden, tiene una magnífica catedral, los palacios de Don Sancho y el Obispo, un elegante teatro, casino, y algunas buenas calles: su riqueza la constituye la agricultura.

Tiene fábricas de harinas. La primera universidad que hubo en España se fundó en Palencia: se tiende á sus puertas el canal de Castilla que la pone en comunicacion con Alar y Valladolid; y hoy trabaja con fe en su camino de hierro.

Valladolid, patria de Felipe II, es sin disputa la primera ciudad de la caballerosa y noble Castilla. Tiene universidad literaria muy concurrida, audiencia territorial, es capital de uno de los distritos militares de la Península, ciudad agrícola é industrial.

Sus principales edificios son la catedral, obra magnífica del grande Herrera, que no está terminada; la universidad, de formas elegantes y de gusto arquitectónico; la célebre iglesia de San Pablo, con sus lindísimos pórticos, su esbelta arquitectura y lujo de ornamentacion; los arcos de Benavente, el palacio Real y algunos otros.

Valladolid tiene muchas y buenas calles, algunas tiradas á cordel; paseos excelentes, como el Campo Grande

y las

Moreras

; bibliotecas públicas, teatros, sociedades literarias. Hoy empieza á ser un centro industrial de importancia: muchas fábricas de harinas, otras de tejidos de algodon, de loza, de hilados, de fundicion. Tiene treinta mil habitantes, canal navegable hasta Rioseco y Alar, y muy adelantadas las obras de su via férrea.

Búrgos, ciudad de recuerdos y monumentos, merece tambien la visita del viajero. Su renombrada catedral, una de las mas bellas de Europa, es majestuosa, gallarda, elegante; ataviada con el manto gótico que sus arquitectos la vistieron, se presenta al espectador con todo el interes de un monumento del arte.

Las

Huelgas

, célebre monasterio, fundado por Alfonso VIII, llama tambien la atencion del que viaja para estudiar.

La iglesia de los Cartujos contiene un soberbio sepulcro consagrado á Don Juan II, digno de ser visto: es obra de arte admirable, fundido en mármol de Carrara, con rica pompa de relieves y con lujo de estatuaria.

Búrgos tiene hoy poca importancia; su clima es sumamente frio y sus recursos son muy pocos: se visitan con gusto sus edificios notables y sus paseos, pero fuera de esto nada ofrece al viajero.

Santander, ciudad perteneciente tambien á Castilla la Vieja, es un centro muy activo de nuestro comercio; tiene una vida pujante y animada y cuenta con grandes recursos y elementos de prosperidad. Puerto de mar muy concurrido, y depósito general de todas las harinas de Castilla, mantiene activas relaciones de comercio con toda América, y en especial con nuestras Antillas.

Su muelle es uno de los mas bellos de España, un largo y elegante lienzo de magníficas casas constituye su frente principal. Cuando se terminen las obras del puerto, y esté abierta al público la línea férrea hasta Alar, una de cuyas secciones está ya en explotacion, Santander acrecerá mucho la importancia y significacion que hoy tiene.

Cuéntanse en la ciudad algunos buenos edificios; las calles en general son rectas y despejadas: hay un lindo teatro y sus correspondientes casinos.

Vitoria, San Sebastian é Irun, son las tres poblaciones de importancia que se encuentran en el camino de Madrid á Bayona. Sabido es que nuestras Provincias Vascongadas son un modelo de laboriosidad y cultura: allí la tierra no permanece ociosa, como en Aragon, que solo puede visitarse por tener el honor de penetrar dentro de los muros de la inmortal Zaragoza.

Las Provincias Vascongadas, como he indicado, tienen el privilegio de atraer poderosamente la atencion de todo aquel que las visita. Sus moradores, lo mismo que los aragoneses, reflejan en sus expresivos rostros la honradez y franqueza.

El pais todo está cuidadosamente cultivado: en los picos de las montañas ha plantado la vid la mano laboriosa del vasco. Cuéntanse innumerables carreteras, anchas, cómodas y bien construidas. La sencilla organizacion de sus tutelares gobiernos de provincia, favorece el desarrollo de la buena fe que á todos distingue, y los vínculos de la familia, santos en todas partes, son allí sagrados: de aquí la bondad de los habitantes, porque sabido es que el hogar doméstico es todo; si este es bueno, la sociedad, que es su reflejo, no puede ménos de serlo tambien.

Vitoria, San Sebastian é Irun, son tres lindas ciudades, aseadas y hermosas, notables por su animacion y riqueza: abundan las fábricas de fundicion y el trabajo se hace oir

en todas partes. Vitoria y San Sebastian cuentan buenas plazas y edificios: Irun tiene una bonita casa de villa. De Irun á la frontera de Francia solo debo hacer notar una santa emocion que me conmovió.

En el solemne instante de cruzar el puente del Vidasoa, mi corazon conmovido profundamente envió desde el extremo del puente un saludo de bendicion y de cariño á mi familia y á mi patria. Mi queridísima España, representada en Irun, que todavía devoraba con mis ojos, me atraía poderosamente hácia sí, y por dos veces consecutivas avancé hasta la mitad del puente para enviarla mis votos por su engrandecimiento y prosperidad.

Habiendo dado demasiada extension al capítulo sobre España, vamos á terminarle consagrando ántes unas cortas líneas al estado actual de nuestros medios de comunicacion, y exponiendo algunas otras consideraciones generales sobre el estado actual de España.

En materia de comunicaciones, tenemos carreteras generales en buen estado para las principales ciudades de España; los canales de Castilla, Aragon y otros: vapores para todas las líneas, y caminos de hierro de Madrid á Almansa y Alicante, de Valencia á Játiva, de Barcelona á Tarrasa, Granollers, Arenys de Mar y Martorell, de Cádiz á Jerez y al Puerto, de Reinosa á Alar, de Valencia al Grao, de Langreo á Gijon, de Tarragona á Reus: todas estas líneas están abiertas al público: en construccion avanzada, próximas á terminarse, tenemos la de Almansa á Játiva, y la de Madrid á Guadalajara tambien: estas dos líneas, ámbas grandes y de suma importancia, se darán al público ántes de un año: las líneas de Zaragoza á Barcelona, y de Madrid á Valladolid, en las que se trabaja sin descanso, se abrirán tambien á la circulacion pública ántes de tres años.

En resúmen, España, que por causas conocidas de todos, ha tardado en comenzar sus vias férreas, toma hoy una noble revancha trabajando en todas direcciones y sin levantar mano.

Esta es la España verdadera actual, no la que algunos viajeros han pintado: pronto la Europa toda tendrá ocasion de conocerla. Los inmensos recursos de todo género con que contamos, la fabulosa riqueza de su favorecido suelo, sus dos mares, sus rios, su delicioso clima, su próspera y floreciente agricultura, su industria y su comercio, en progreso constante; su poblacion de diez y ocho millones de habitantes, todas estas circunstancias reunidas, con su red de caminos de hierro que hoy construye aceleradamente, sus riquísimas y florecientes colonias de América y Asia, sus posesiones de Africa, y su portentosa riqueza, le aseguran un porvenir grande, digno de ella. Con un buen gobierno que tuviéramos por una docena de años, nuestro brillante porvenir llegaria mas pronto.

En España tenemos once universidades literarias, á las que concurrieron en 1856 doce mil seiscientos tres estudiantes. Las escuelas públicas de instruccion que se cuentan en España son 15,400, y los discípulos que asistieron á ellas en el mismo año 1856 fueron en número de un millon ochocientos mil. Estas dos cifras hablan muy alto en favor del estado intelectual de España: fíjense bien los que pretendan hablar de nuestro pais en esas dos estadísticas, que son las que mejor traducen el estado intelectual de un pueblo.

El número de periódicos políticos y literarios de todo género que se publicaban en España en 1856 fué el de doscientos ochenta. Esta elevadísima cifra, que tambien aboga en pro del grande amor á la lectura que se ha dispertado en nuestro pueblo, se aumenta todos los dias; cuéntanse muchísimas bibliotecas que publican á volúmen diario, y alguna de ellas tiene mas de cincuenta mil suscritores.

No hay una sola poblacion en toda España, comprendiendo las de tercero y cuarto órden, que carezca de un teatro y de un casino con gabinete de lectura.

Un pueblo que lee y que concurre al teatro, tiene una educacion culta, y demuestra que es digno de ser estudiado por los viajeros que se proponen conocer el espíritu de un pueblo, primera aspiracion de todo el que viaja con un noble objeto.

Los establecimientos de beneficencia que el sentimiento cristiano español ha levantado entre nosotros componen un número crecidísimo y hablan muy alto en favor de nosotros. La España cuenta actualmente mas de doscientas casas de beneficencia que la caridad pública sostiene en su mayor parte. Las escuelas gratúitas fundadas en Esp