10 Y á su Mirta afligido,
En cólera y furor se consumía,
Y así á la ave funesta maldecía:
Que cifras lo peor de bruto y ave,
15 Visión nocturna grave,
Nuevo horror de las sombras, nuevo luto,
De la luz enemigo declarado,
Nuncio desventurado
De la tiniebla y de la noche fría,
20 ¿Qué tienes tú que hacer donde está el día? «Tus obras y figura
Maldigan de común las otras aves,
Que cánticos süaves
Tributan cada día á la alba pura;
25 Y porque mi ventura interrumpiste,
Y á su autor afligiste,
Todo el mal y desastre te suceda
Que á un murciélago vil suceder pueda.
«La lluvia repetida, page 22 Que viene de lo alto arrebatada,
Tan sólo reservada
Á las noches, se oponga á tu salida;
Ó el relámpago pronto reluciente
5 Te ciegue y amedrente;
Ó soplando del Norte recio el viento,
No permita un mosquito á tu alimento.
Tras el tapiz do tienes tu manida,
10 Te juzgue, inadvertida,
Por telaraña sucia y asquerosa,
Y con la escoba al suelo te derribe;
Y al ver que bulle y vive,
Tan fiera y tan ridícula figura,
15 Suelte la escoba y huya con presura.
«Y luego sobrevenga
El juguetón gatillo bullicioso,
Y primero medroso
Al verte, se retire y se contenga,
20 Y bufe y se espeluce horrorizado,
Y alce el rabo esponjado,
Y el espinazo en arco suba al cielo,
Y con los pies apenas toque el suelo.
«Mas luego recobrado,
25 Y del primer horror convalecido,
El pecho al suelo unido,
Traiga el rabo del uno al otro lado,
Y cosido en la tierra, observe atento;
Y cada movimiento page 23 Que en ti llegue á notar su perspicacia,
Le provoque al asalto y le dé audacia.
Te acometa y ultraje sin recelo,
5 Te arrastre por el suelo,
Y á costa de tu daño se entretenga;
Y por caso las uñas afiladas
En tus alas clavadas,
Por echarte de sí con sobresalto,
10 Te arroje muchas veces á lo alto
«Y acuda á tus chillidos
El muchacho, y convoque á sus iguales,
Que con los animales
Suelen ser comúnmente desabridos;
15 Que á todos nos dotó naturaleza
De entrañas de fiereza,
Hasta que ya la edad ó la cultura
Nos dan humanidad y más cordura.
«Entre con algazara
20 La pueril tropa, al daño prevenida,
Y lazada oprimida
Te echen al cuello con fiereza rara;
Y al oirte chillar alcen el grito
Y te llamen maldito;
25 Y creyéndote al fin del diablo imagen,
Te abominen, te escupan y te ultrajen.
«Luego por las telillas
De tus alas te claven al postigo,
Y se burlen contigo, page 24
Y al hocico te apliquen candelillas,
Y se rían con duros corazones
De tus gestos y acciones,
Y á tus tristes querellas ponderadas
5 Correspondan con fiesta y carcajadas.
«Y todos bien armados
De piedras, de navajas, de aguijones,
De clavos, de punzones,
De palos por los cabos afilados
10 (De diversión y fiesta ya rendidos),
Te embistan atrevidos,
Y te quiten la vida con presteza,
Consumando en el modo su fiereza.
«Te puncen y te sajen,
15 Te tundan, te golpeen, te martillen,
Te piquen, te acribillen,
Te dividan, te corten y te rajen,
Te desmiembren, te partan, te degüellen,
Te hiendan, te desuellen,
20 Te estrujen, te aporreen, te magullen,
Te deshagan, confundan y aturrullen.
«Y las supersticiones
De las viejas creyendo realidades,
Por ver curiosidades,
25 En tu sangre humedezcan algodones,
Para encenderlos en la noche obscura,
Creyendo sin cordura
Que verán en el aire culebrinas
Y otras tristes visiones peregrinas. page 25 «Muerto ya, te dispongan
El entierro, te lleven arrastrando,
Gori, gori, cantando,
Y en dos filas delante se compongan,
5 Y otros, fingiendo voces lastimeras,
Sigan de plañideras,
Y dirijan entierro tan gracioso
Al muladar más sucio y asqueroso;
«Y en aquella basura
10 Un hoyo hondo y capaz te faciliten,
Y en él te depositen,
Y allí te den debida sepultura;
Y para hacer eterna tu memoria,
Compendiada tu historia
15 Pongan en una losa duradera,
Cuya letra dirá de esta manera:
_Epitafio_
«Aquí yace el murciélago alevoso,
Que al sol horrorizó y ahuyentó el día, De pueril saña triunfo lastimoso,
20 Con cruel muerte pagó su alevosía: No sigas, caminante, presuroso,
Hasta decir sobre esta losa fría:
Acontezca tal fin y tal estrella
Á aquel que mal hiciere á Mirta bella.»
DON NICOLÁS F. DE MORATÍN
FIESTA DE TOROS EN MADRID
Madrid, castillo famoso
Que al rey moro alivia el miedo,
Arde en fiestas en su coso
Por ser el natal dichoso
Su bravo alcaide Aliatar,
De la hermosa Zaida amante,
Las ordena celebrar
Por si la puede ablandar
Pasó, vencida á sus ruegos,
Desde Aravaca á Madrid;
Hubo pandorgas y fuegos,
Con otros nocturnos juegos
Y en adargas y colores,
En las cifras y libreas,
Mostraron los amadores,
Y en pendones y preseas,
Vinieron las moras bellas
De toda la cercanía,
Y de lejos muchas de ellas:
Las más apuestas doncellas
Aja de Jetafe vino,
Y Zahara la de Alcorcón,
En cuyo obsequio muy fino
Corrió de un vuelo el camino
Jarifa de Almonacid,
Que de la Alcarria en que habita
Llevó á asombrar á Madrid
10 Del castillo de Zorita.
De Adamuz y la famosa
Meco llegaron allí
Dos, cada cual más hermosa,
Y Fátima la preciosa,
El ancho circo se llena
De multitud clamorosa,
Que atiende á ver en la arena
La sangrienta lid dudosa,
20 Y todo en torno resuena.
La bella Zaida ocupó
Sus dorados miradores
Que el arte afiligranó,
Y con espejos y flores
25 Y damascos adornó.
Añafiles y atabales,
Con militar armonía,
Hicieron salva, y señales
No en las vegas de Jarama
Pacieron la verde grama
Nunca animales tan fieros,
Por sus peces, de Viveros,
Como los que el vulgo vió
Ser lidiados aquel día;
Y en la fiesta que gozó,
Muchas heridas costó.
Salió un toro del toril
Y á Tarfe tiró por tierra,
Y luego á Benalguacil;
El temerón de Conil.
Traía un ancho listón
Con uno y otro matiz
Hecho un lazo por airón,
20 Sobre la inhiesta cerviz
Clavado con un arpón.
Todo galán pretendía
Ofrecerle vencedor
Á la dama que servía:
25 Por eso perdió Almanzor
El potro que más quería.
El alcaide muy zambrero
De Guadalajara, huyó
Mal herido al golpe fiero, page 29 Y desde un caballo overo
El moro de Horche cayó.
Todos miran á Aliatar,
Que, aunque tres toros ha muerto,
5 No se quiere aventurar,
Porque en lance tan incierto
El caudillo no ha de entrar.
Mas viendo se culparía,
Va á ponérsele delante:
10 La fiera le acometía,
Y sin que el rejón la plante
Le mató una yegua pía.
Otra monta acelerado:
Le embiste el toro de un vuelo,
15 Cogiéndole entablerado;
Rodó el bonete encarnado
Con las plumas por el suelo.
Dió vuelta hiriendo y matando
Á los de á pie que encontrara,
20 El circo desocupando,
Y emplazándose, se para,
Con la vista amenazando.
Nadie se atreve á salir:
La plebe grita indignada,
25 Las damas se quieren ir,
Porque la fiesta empezada
No puede ya proseguir.
Ninguno al riesgo se entrega
Y está en medio el toro fijo, page 30
Cuando un portero que llega
De la puerta de la Vega,
Hincó la rodilla, y dijo:
Sobre un caballo alazano,
5 Cubierto de galas y oro,
Demanda licencia urbano
Para alancear á un toro
Un caballero cristiano.
Mucho le pesa á Aliatar;
10 Pero Zaida dió respuesta
Diciendo que puede entrar,
Porque en tan solemne fiesta
Nada se debe negar.
Suspenso el concurso entero
15 Entre dudas se embaraza,
Cuando en un potro ligero
Vieron entrar en la plaza
Un bizarro caballero,
Sonrosado, albo color,
20 Belfo labio, juveniles
Alientos, inquieto ardor,
En el florido verdor
De sus lozanos abriles.
Cuelga la rubia guedeja
25 Por donde el almete sube,
Cual mirarse tal vez deja
Del sol la ardiente madeja
Entre cenicienta nube;
Gorguera de anchos follajes, page 31
De una cristiana primores;
En el yelmo los plumajes
Por los visos y celajes
Vergel de diversas flores;
5 En la cuja gruesa lanza,
Con recamado pendón,
Y una cifra á ver se alcanza,
Que es de desesperación,
Ó á lo menos de venganza.
10 En el arzón de la silla
Ancho escudo reverbera
Con blasones de Castilla,
Y el mote dice á la orilla:
_Nunca mi espada venciera_.
15 Era el caballo galán,
El bruto más generoso,
De más gallardo ademán:
Cabos negros, y brioso,
Muy tostado, y alazán,
20 Larga cola recogida
En las piernas descarnadas,
Cabeza pequeña, erguida,
Las narices dilatadas,
Vista feroz y encendida.
25 Nunca en el ancho rodeo
Que da Betis con tal fruto
Pudo fingir el deseo
Más bella estampa de bruto,
Ni más hermoso paseo. page 32 Dió la vuelta al rededor;
Los ojos que le veían
Lleva prendados de amor:
¡Alá te salve! decían,
5 ¡Déte el Profeta favor!
Causaba lástima y grima
Su tierna edad floreciente:
Todos quieren que se exima
Del riesgo, y él solamente
10 Ni recela ni se estima.
Las doncellas, al pasar,
Hacen de ámbar y alcanfor
Pebeteros exhalar,
Vertiendo pomos de olor,
15 De jazmines y azahar.
Mas cuando en medio se para,
Y de más cerca le mira
La cristiana esclava Aldara,
Con su señora se encara,
20 Y así la dice, y suspira:
--Señora, sueños no son;
Así los cielos, vencidos
De mi ruego y aflicción,
Acerquen á mis oídos
25 Las campanas de León,
Como ese doncel, que ufano
Tanto asombro viene á dar
Á todo el pueblo africano,
Es Rodrigo de Bivar, page 33
El soberbio castellano.--
Sin descubrirle quién es,
La Zaida desde una almena
Le habló una noche cortés,
5 Por donde se abrió después
El cubo de la Almudena;
Y supo que, fugitivo
De la corte de Fernando,
El cristiano, apenas vivo,
10 Está á Jimena adorando
Y en su memoria cautivo.
Tal vez á Madrid se acerca
Con frecuentes correrías
Y todo en torno la cerca;
15 Observa sus saetías,
Arroyadas y ancha alberca.
Por eso le ha conocido:
Que en medio de aclamaciones,
El caballo ha detenido
20 Delante de sus balcones,
Y la saluda rendido.
La mora se puso en pie
Y sus doncellas detrás:
El alcaide que lo ve,
25 Enfurecido además,
Muestra cuán celoso esté.
Suena un rumor placentero
Entre el vulgo de Madrid:
No habrá mejor caballero, page 34
Dicen, en el mundo entero,
Y algunos le llaman Cid.
Crece la algazara, y él,
Torciendo las riendas de oro,
5 Marcha al combate crüel:
Alza el galope, y al toro
Busca en sonoro tropel.
El bruto se le ha encarado
Desde que le vió llegar,
10 De tanta gala asombrado,
Y al rededor le ha observado
Sin moverse de un lugar.
Cual flecha se disparó
Despedida de la cuerda,
15 De tal suerte le embistió;
Detrás de la oreja izquierda
La aguda lanza le hirió.
Brama la fiera burlada;
Segunda vez acomete,
20 De espuma y sudor bañada,
Y segunda vez la mete
Sutil la punta acerada.
Pero ya Rodrigo espera
Con heroico atrevimiento,
25 El pueblo mudo y atento:
Se engalla el toro y altera,
Y finje acometimiento.
La arena escarba ofendido,
Sobre la espalda la arroja page 35
Con el hueso retorcido;
El suelo huele y le moja
En ardiente resoplido.
La cola inquieto menea,
5 La diestra oreja mosquea,
Vase retirando atrás,
Para que la fuerza sea
Mayor, y el ímpetu más.
El que en esta ocasión viera
10 De Zaida el rostro alterado,
Claramente conociera
Cuanto le cuesta cuidado
El que tanto riesgo espera.
Mas ¡ay, que le embiste horrendo
15 El animal espantoso!
Jamás peñasco tremendo
Del Cáucaso cavernoso
Se desgaja, estrago haciendo,
Ni llama así fulminante
20 Cruza en negra obscuridad
Con relámpagos delante,
Al estrépito tronante
De sonora tempestad,
Como el bruto se abalanza
25 Con terrible ligereza;
Mas rota con gran pujanza
La alta nuca, la fiereza
Y el último aliento lanza.
La confusa vocería page 36
Que en tal instante se oyó
Fué tanta, que parecía
Que honda mina reventó,
Ó el monte y valle se hundía.
5 Á caballo como estaba
Rodrigo, el lazo alcanzó
Con que el toro se adornaba:
En su lanza le clavó
Y á los balcones llegaba.
10 Y alzándose en los estribos,
Le alarga á Zaida, diciendo:
--Sultana, aunque bien entiendo
Ser favores excesivos,
Mi corto don admitiendo;
15 Si no os dignáredes ser
Con él benigna, advertid
Que á mí me basta saber
Que no le debo ofrecer
Á otra persona en Madrid.--
20 Ella, el rostro placentero,
Dijo, y turbada:--Señor,
Yo le admito y le venero,
Por conservar el favor
De tan gentil caballero.--
25 Y besando el rico don,
Para agradar al doncel,
Le prende con afición
Al lado del corazón
Por brinquiño y por joyel. page 37 Pero Aliatar el caudillo
De envidia ardiendo se ve,
Y, trémulo y amarillo,
Sobre un tremecén rosillo
5 Lozaneándose fué.
Y en ronca voz:--Castellano,
Le dice, con más decoros
Suelo yo dar de mi mano,
Si no penachos de toros,
10 Las cabezas del cristiano.
Y si vinieras de guerra
Cual vienes de fiesta y gala,
Vieras que en toda la tierra,
Al valor que dentro encierra
15 Madrid, ninguno se iguala.--
--Así, dijo el de Bivar,
Respondo--; y la lanza al ristre
Pone, y espera á Aliatar;
Mas sin que nadie administre
20 Orden, tocaron á armar.
Ya fiero bando con gritos
Su muerte ó prisión pedía,
Cuando se oyó en los distritos
Del monte de Leganitos
25 Del Cid la trompetería.
Entre la Monclova y Soto
Tercio escogido emboscó,
Que, viendo como tardó,
Se acerca, oyó el alboroto, page 38
Y al muro se abalanzó.
Y si no vieran salir
Por la puerta á su señor,
Y Zaida á le despedir,
5 Iban la fuerza á embestir:
Tal era ya su furor.
El alcaide, recelando
Que en Madrid tenga partido,
Se templó disimulando,
10 Y por el parque florido
Salió con él razonando.
Y es fama que, á la bajada,
Juró por la cruz el Cid
De su vencedora espada
15 De no quitar la celada
Hasta que gane á Madrid.
Á ARNESTO
¿Quis tam patiens ut teneat se? JUVENAL
Déjame, Arnesto, déjame que llore
Los fieros males de mi patria, deja
Que su rüina y perdición lamente;
20 Y si no quieres que en el centro obscuro
De esta prisión la pena me consuma,
Déjame al menos que levante el grito
Contra el desorden: deja que á la tinta page 39 Mezclando miel y acíbar, siga indócil
Mi pluma el vuelo del bufón de Aquino.
¡Oh! ¡cuánto rostro veo, á mi censura,
De palidez y de rubor cubierto!
5 Ánimo, amigos, nadie tema, nadie,
Su punzante aguijón; que yo persigo
En mi sátira el vicio, no al vicioso.
Ya la notoriedad es el más noble
Atributo del vicio, y nuestras Julias,
10 Más que ser malas quieren parecerlo. Hubo un tiempo en que andaba la modestia Dorando los delitos; hubo un tiempo En que el recato tímido cubría
La fealdad del vicio; pero huyóse
¡Oh infamia! ¡oh siglo! ¡oh corrupción! Matronas Castellanas, ¿quién pudo vuestro claro
Pundonor eclipsar? ¿Quién de Lucrecias
En Laís os volvió? ¿Ni el proceloso
20 Océano, ni, lleno de peligros,
El Lilibeo, ni las arduas cumbres
De Pirene pudieron guareceros
Del contagio fatal? Zarpa preñada
De oro la nao gaditana, aporta
25 Á las orillas gálicas, y vuelve
Llena de objetos fútiles y vanos; page 40 Y entre los signos de extranjera pompa
Ponzoña esconde y corrupción, compradas
Con el sudor de las iberas frentes;
Y tú, mísera España, tú la esperas
5 Sobre la playa, y con afán recoges
La pestilente carga, y la repartes
Alegre entre tus hijos. Viles plumas,
Gasas y cintas, flores y penachos
10 Te trae en cambio de la sangre tuya;
De tu sangre ¡oh baldón! y acaso, acaso
De tu virtud y honestidad. Repara
Cual la liviana juventud los busca.
Mira cual va con ellos engreída
La impudente doncella; su cabeza,
15 Cual nave real en triunfo empavesada,
Vana presenta del favonio al soplo
La mies de plumas y de airones, y anda
Loca, buscando en la lisonja el premio
De su indiscreto afán. ¡Ay triste! guarte,
20 Guarte, que está cercano el precipicio.
El astuto amador ya en asechanza
Te atisba y sigue con lascivos ojos;
La adulación y la caricia el lazo
Te van á armar, do caerás incauta,
25 En él tu oprobio y perdición hallando.
¡Ay cuánto, cuánto de amargura y lloro
Te costarán tus galas! ¡Cuán tardío
Será y estéril tu arrepentimiento!
Ya ni el rico Brasil, ni las cavernas page 41 Del nunca exhausto Potosí no bastan
Á saciar el hidrópico deseo,
La ansiosa sed de vanidad y pompa.
Todo lo agotan: cuesta un sombrerillo
5 Lo que antes un Estado, y se consume5
En un festín la dote de una infanta;
Todo lo tragan; la riqueza unida
Va á la indigencia; pide y pordiosea
El noble, engaña, empeña, malbarata,
10 Quiebra y perece, y el logrero goza
Los pingües patrimonios, premio un día
Del generoso afán de altos abuelos.
¡Oh ultraje! ¡oh mengua! todo se trafica:
Parentesco, amistad, favor, influjo,
15 Y hasta el honor, depósito sagrado,
Ó se vende ó se compra. Y tú, belleza,
Don el más grato que dió al hombre el cielo,
No eres ya premio del valor, ni paga
Del peregrino ingenio; la florida
20 Juventud, la ternura, el rendimiento
Del constante amador ya no te alcanzan.
Ya ni te das al corazón, ni sabes
De él recibir adoración y ofrendas.
Ríndeste al oro. La vejez hedionda,
25 La sucia palidez, la faz adusta,
Fiera y terrible, con igual derecho
Vienen sin susto á negociar contigo.
Daste al barato, y tu rosada frente,
Tus suaves besos y tus dulces brazos, page 42 Corona un tiempo del amor más puro,
Son ya una vil y torpe mercancía.
ROSANA EN LOS FUEGOS
Del sol llevaba la lumbre, Y la alegría del alba,
5 En sus celestiales ojos La hermosísima Rosana, Una noche que á los fuegos Salió la fiesta de Pascua Para abrasar todo el valle
10 En mil amorosas ansias. Por do quiera que camina Lleva tras sí la mañana, Y donde se vuelve rinde La libertad de mil almas.
15 El céfiro la acariciaY mansamente la halaga, Los Amores la rodean
Y las Gracias la acompañan.
Y ella, así como en el valle
20 Descuella la altiva palma
Cuando sus verdes pimpollos
Hasta las nubes levanta;
Ó cual vid de fruto llena
Que con el olmo se abraza, page 43 Y sus vástagos extiende
Al arbitrio de las ramas;
Así entre sus compañeras
El nevado cuello alza,
5 Sobresaliendo entre todas
Cual fresca rosa entre zarzas.
Todos los ojos se lleva
Tras sí, todo lo avasalla;
De amor mata á los pastores
10 Y de envidia á las zagalas.
Ni las músicas se atienden,
Ni se gozan las lumbradas;