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A pesar de que han pasado casi cinco décadas, ninguno de los estudiosos del problema abduc�on ha logrado todavía entender un gran qué, pero mientras tanto, hipótesis se han hecho muchas, y no siempre posi�vas. La siguiente es, en síntesis, la situación al término de la primera cincuentena de estudio.
El pesimista David Jacobs sos�ene que nosotros ya estamos en manos de los alienígenas y que éstos no nos han pedido permiso para llevar a cabo ciertas decisiones sobre nosotros. Según él, nosotros somos propiedad alienígena, porque somos inferiores sea del punto de vista cien�fico que biológico: es decir que lo que los alienígenas buscan es nuestro planeta y, en la mejor de las hipótesis, lo van tomar sin emplear la fuerza, lo harán con un su�l engaño plurisecular.
El psiquiatra John Mack, en cambio, es op�mista y, al final de sus estudios, es propenso a retener que no se sabe bien cuál sea el obje�vo de los alienígenas, pero seguramente éstos producen una suerte de “expansión de la consciencia” en cada abducido. Tal efecto serviría al humano elegido para cumplir, dentro de sí, un salto evolu�vo y poder por lo tanto acceder al mundo futuro, preparando el planeta para soportar y superar los traumas que nuestra civilización malsana ha producido y producirá en los próximos años.
Esta versión a la “querámonos todos”, es�lo New Age, está sostenida por una corriente de psiquiatras y psicólogos americanos, los cuales ven en la propia civilización la causa de sus males. No debemos olvidar que, en USA, el abuso en el recurrir a psicólogos y psiquiatras pareciera representar el efecto de un malhumor difundido, que �ende a llevar a los Americanos a no ser capaces de resolver por sí mismos problemas de contacto con sus semejantes, porque su mundo los
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empuja a conver�rse en esclavos del “tener” y a considerar que el “ser”
sea algo solamente exterior, condicionado por el juicio de los otros. No por puro caso su inconsciente trata de liberarse precisamente de este malsano vivir y el Americano medio se vuelve obeso atragantándose con comida para manifestar, por un lado su deseo de poseer todo (psicológicamente se posee también aquello que se come); por el otro, engordando y poniéndose fláccido, se opone inconscientemente a aquellos cánones de belleza �sica que lo querrían delgado y musculoso y rechaza el dogma que le impone ser rico y bello.
No por nada los detractores del problema abduc�on dicen que eso es preponderantemente americano (veremos que no es para nada cierto) y debe ser considerado el fruto de psiquismos malsanos, subproductos de la frené�ca civilización consumista. Por lo tanto al profesor John Mack se le reprochaba haber escrito un tratado sobre los psicó�cos, creyendo que fuesen, en realidad, los elegidos de los alienígenas. El ha tenido que padecer una verdadera y propia inquisición de parte de un colegio de docentes de la Universidad, por haber osado escribir ese libro ( Rapi� es el �tulo de la versión italiana publicada por Mondadori). Sin embargo, el año anterior a la publicación del libro incriminado, Mack había ganado el premio Pulitzer por un tratado sobre psiquiatría, creando así, al mundo cien�fico americano, serias dificultades para hacer desaparecer de escena a este psiquiatra incómodo. El proceso, por lo menos en apariencia, ha sido ganado por Mack, pero es seguramente lícita la sospecha de que su segundo libro (nunca publicado en Italia), haya sido endulzado por exigencias
“polí�cas” y existen muchas dudas sobre las causas de su propia muerte, sucedida en Inglaterra el año pasado en un accidente (habiendo sido
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embes�do por un automóvil).
En conclusión las opciones resultantes son sólo tres: 1. Los abducidos son todos esquizofrénicos psicó�cos 2. Los alienígenas existen realmente y son malos.
3. Los alieníegenas existen realmente y son buenos.
Dejamos por ahora, la primera opción, que será examinada más adelante.
En la segunda opción los alienígenas son malos, someten a los raptados a terribles intervenciones quirúrgicas para extraer sangre y esperma, trasplantan óvulos fecundados en hembras de nuestra especie e implantan microchips subcutáneos en varias partes del cuerpo del abducido, para poder monitorearlo con�nuamente.
En la tercera opción, en cambio, los alienígenas son buenos y hacen experimentos quirúrgicos, pero son para salvar a los abducidos de algunas enfermedades, para mejorar el cuerpo y la mente y para prepararlos para el gran día en que la Tierra entrará en la Confederación Estelar. ¡¡Ta-Chaaaaaannnnnnnn!!
Uno de los aspectos más demenciales de la tercera opción está representado por la nuevas religiones, nacidas, ¡oh! casualidad, siempre en el mundo anglosajón y sobre todo en los Estados Unidos, que describen a los alienígenas como salvadores de la humanidad. Así Scientology en USA y los Raelianos en Europa no se limitan a considerar a los alienígenas como creadores de los humanos, sino sobre todo los consideran dioses tecnológicos y por lo tanto superiores.
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Los Raelianos, que entre otras cosas son fundadores de Clonaid, una mul�nacional tecnológicamente capaz de efectuar los más feroces experimentos biogené�cos, han anunciado que clonarán a Hitler y que el futuro de la humanidad está en la vida eterna obtenida a través de los procesos de clonación. Todo ésto porque Claude Vorillon, discu�do personaje francés, piloto automovilís�co en los años sesenta y hoy llamado Rael, habría sufrido un secuestro alienígena cuando era joven. En esa ocasión los alienígenas lo habrían elegido su embajador y le habrían revelado también, entre otras cosas, que ellos son los creadores de la raza humana, que usan la clonación para obtener la inmortalidad y tantas otras cosas sumamente similares a aquellas descriptas por los abducidos, bajo hipnosis regresiva, que han declarado a los inves�gadores de turno. Por lo tanto la hipótesis “tecnicista” de la presencia alienígena en la Tierra para Vorillon no es de hecho, algo sin sen�do, porque está avalada por decenas de tes�monios, además de obviamente por su relato personal.
Al lado de la hipótesis “tecnicista” existe aquella “espiritualista”, hasta ahora apoyada por muchos famosos contactados, para los cuales la abduc�on no sería en realidad un secuestro verdadero, sino un especie de catarsis mental, un momento donde los alienígenas hablan al abducido y le enseñan verdades de �po religioso, moral y cien�fico.
La idea que la mente forme parte de nuestra existencia, pero represente un estado evolucionado del cuerpo, con acceso a planos percep�vos “superiores”, hace suponer a algunos que un contacto con seres totalmente diferentes a nosotros desde el punto de vista energé�co pueda suceder solamente a través de la percepción mental.
Nacen así los Channelers o Canalizadores de En�dades, las cuales, desde
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otras dimensiones, hablan y hablan y hablan de cosas suyas y sobre todo de cosas nuestras.
Esto es un aspecto de la ufología que convierte tal materia similar al estudio de las apariciones marianas; esas personas se sienten seguras de la existencia de un dios tecnológico, representado por el alienígena de turno. Así como a una divinidad, al alienígena le vienen atribuidos los actos de creación y de destrucción; las profecías mís�cas hacen su aparición y mientras quien dice ver a la Virgen María revela que el mundo terminará con una catástrofe proveniente del cielo, los Channeler ufológicos relatan de Niburu, misterioso planeta escondido y habitado por alienígenas, sobre los cuales desde hace �empo se presume la existencia, que rozará la Tierra (o se le caerá encima) y qué casualidad, en los mismos años en que, para los videntes, tendrá lugar la venganza divina. Observando bien, hay fuertes analogías de fondo y eso significa, para mí, que “donde hay humo, �ene que haber algo que se quema”: tal vez no exista una sola verdad, mas bien diferentes �pos de interferencia alienígena.