Los Desalmados by Daniel Lapazano - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

LA DERROTA INEVITABLE

Los Desalmados

DANIEL LAPAZANO

150

Casi 30 años más tarde, Cortés venció a los indios, entre otras razones, por tres para él afortunadas coincidencias (¿o no tanto?) que marcaron el ánimo del indígena con la propia convicción de su derrota inevitable: el emblema de Cortés era la cruz, que para el indio era emblema de Quetzalcóatl, el dios serpiente —portador de plumas que denotaban su facultad de moverse por el aire— instructor descendido y regresado a las alturas estelares; los hombres de Cortés eran además de tez blanca y barbudos, como los dioses que referían las leyendas indias, y por ende Hernán Cortés desembarcó en el año 1519, que era el año I Acatl, el año consagrado a Quetzalcóatl.

Por su parte, el cronista de Cortés, Bernal Díaz del Cas�llo, refiere en su obra Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en su capítulo CI (‘Cómo el gran Montezuma con muchos caciques y principales de la comarca dieron la obediencia a su majestad, y de otras cosas que sobre ello pasaron’):

«Y diré que en la plá�ca que tuvo el Montezuma con todos los caciques de toda la �erra que había enviado a llamar, que después que les había hecho un parlamento sin estar Cortés ni ninguno de nosotros delante, salvo Orteguilla el paje, dicen que les dijo que mirasen que de muchos años pasados sabían por cierto, por lo que sus antepasados les habían dicho, es así lo �ene señalado en sus libros de cosas de memorias, que de donde sale el Sol habían de venir gentes que habían de señorear estas �erras, y que él �ene entendido, por lo que sus dioses le han dicho, que somos nosotros.»

De esta guisa es fácil conquistar y vencer. Máxime cuando además,

Los Desalmados

DANIEL LAPAZANO

151

coincidiendo con la llegada de estos que venían de donde sale el Sol, se plantan en el aire objetos voladores que confirman que ellos son los anunciados por la tradición de los an�guos para tomar el relevo del mando de aquella zona del planeta.