de
una
cruzada
de
gloriosos
caballeros
que oficiaron por la patria con la cruz de sus aceros, ofreciose
en
holocausto
como
símbolo
y
proclama,
y cayó como una torre que alevoso el rayo asedia, 70
reflejando
en
la
pupila
la
visión
de
la
tragedia
y prendiendo un meteoro del zodiaco de la fama.
Oración pronunciada el día 23 de febrero de 1911, en el Ateneo de La Habana Señoras y señores: o mis buenos amigos y buenos compañeros, JesúsCastellanos y Max Henríquez Ureña, entusiastas organizadores de estashermosas lides del pensamiento, me hicieron el honor de invitarme paraque consumiera un turno en ellas, consulté la mente, y no hallé tema queme subyugara: consulté luego el corazón, y hallé, José Martí. Con esteamado nombre por bandera y por escudo, escalo esta tribuna. Pero yo novengo aquí como juez a juzgar su personalidad, ni como crítico aanalizar su obra letra luego difundir por los aires el juicio que lorebaje o enaltezca. No es ese mi propósito: quede tarea tan difícil comoingrata, para quien tenga más ambición que la mía y menos temor de susaber y su persona. Yo vengo aquí, sin más autoridad que la del limpiocorazón enamorado de lo sublime, a rememorar, siquiera sea brevemente,la vida meritísima y gloriosa, la vida llena de infinitas ternuras ycruentos martirios de ese enorme soñador melancólico, caballero de todaslas justicias, que sufrió por la patria al través de los años de suexistencia, cuanto hombre puede sufrir, y cayó desplomado de su corcelde guerra, para no levantarse jamás, como un Aquiles de poema, en latrágica hermosura del combate, peleando como simple soldado por lalibertad, en un luminoso mediodía de mayo....
Yo vengo aquí a recordarsus doctrinas, su bello y magnífico ideal: la República con todos y parael bien de todos, la República de «ojos abiertos» y sin secretos, laRepública equitativa y trabajadora, ancha y generosa, altar de sus hijosy no pedestal de ellos, la República cuya primera Ley fuera el amor y elrespeto mutuo de todos los derechos del hombre, la República culta, conlos libros de aprender al lado de la mesa de ganar el pan, la Repúblicacon su templo orlado de héroes, la República sin camarillas, sinmisterios y sin calumnias, ¡la República! y no la mayordomía espantada ola hacienda lúgubre de privilegios y monopolios irritantes; la Repúblicajusta y real en donde fuera un hecho el reconocimiento y la práctica delas libertades verdaderas. Yo vengo aquí, hoy que crece en nuestro sueloel manzanillo enfermo del pesimismo, y en que diríase que se estápudriendo y desmigajando por momentos el alma nacional, a evocar sumemoria sagrada, y al evocarla, a pedir a vosotros todos—y en vosotros atodos mis conciudadanos—, menos política aleve, menos intriga sutil,menos ambiciones, menos complicidades, menos emboscadas tenebrosas: ymás piedad para los yerros y ofensas, y más respeto para todos lospreceptos constitucionales, y más rectitud para rechazar a los que seancapaces de invitar al deshonor y al crimen, y más pureza para defenderlos principios patrios, y más voluntad para no codearse con los viles, ymás valor para sacarlos por el cuello y ponerlos adonde el sol los quemey los destruya.... Yo vengo aquí, a rendir el tributo infeliz de mispalabras, al literato insigne, al poeta sincero, al orador maravilloso,al hombre tierno y sonoro, grande y bueno, que despertó en mi alma, yacon las armonías incomparables de su joyante prosa, ya con los trinosmelodiosos de sus versos, ya con el himno triunfal de su vozpitonisaria, el amor inextinguible por la Libertad y la Belleza; alhombre cuya cabeza ya está hueca, cuyos labios ya están mudos, cuya manoestá ya deshecha, al apóstol y al mártir que reposa para siempre en laalmohada eterna y en el inmortal silencio.... Vengo aquí, en fin,trémulo y reverente, como hijo agradecido y amoroso, a ofrendarle mispobres flores, mis flores descoloridas y sin perfume, mis pobres floresque acaso manos traidoras arrebaten y despedacen, atendiendo al dolorque en algunos vivos proporciona la glorificación de aquellos muertoscuyas virtudes no saben; o no quieren imitar.... Sí, porque es tristecosa, pero es lo cierto; todo aquel que posee una cualidadextraordinaria, lástima, sin más que eso, al que no tiene ninguna: nohay bien de uno que no traiga la tristeza de otro; no se rinde homenajea un muerto que no vaya acompañado por malignas lágrimas o malignassonrisas. El mundo rebosa de gentes que sufren con todo triunfo ajeno yquisieran ir por él con una pica derribando cuanto les sobresale: y degentes parasitarias que se ríen de todo lo que no comprenden. Pero...desprecio para ellos los envidiosos y desdeñosos de oficio, ¡lástima desus humanas envolturas tan vilmente rebajadas! Aunque, quién sabe si porello son más grandes los grandes de la tierra, los que han pasado sindoblar las rodillas por el mundo. Ellos son la espuma que salpica labarca y también la ola que la lleva a seguro puerto; la nube que ocultala estrella y también la sombra que la hace resaltar; el puñal que hierey que envenena y la mano que venda y que restaura; el chiste raquíticoque rebaja y la oda resonante que eleva y dignifica; la multitud querecrimina y aplasta y el pueblo que corona y premia; los gusanos quedestruyen el cadáver y las flores que crecen sobre las sepulturas.
Ellosson la consagración: no hay gloria completa sin el beso de una hermosa ysin la mordedura de un malvado; nadie puede llamarse francamentetriunfador si no ha sentido posarse sobre su frente tiernas miradas demujeres y crueles y sarcásticas miradas de hombres... ¡Ah! quién diera amis palabras la pujanza de águilas bravías o potros cerriles, parapregonar con ellas a despecho de afilados dientes y rastreros silbidos,y no ya por la isla infeliz, sino bajo todos los techos del mundo, elgenio y la bondad del divino maestro. Pero mis palabras, débilesmariposas, apenas si podrán en su vuelo llegar hasta vosotros, y apenassi podrán expresar el sobrenatural trastorno que de mí se ha apoderado,desde que sé, porque lo he prometido, que es deber mío rememorar su vidallena de sacrificios y perdones, recordar sus doctrinas bañadas de fe yamor, decir algo que sea de su literatura y poesía originales, rendir mihomenaje de admiración y de cariño entrañable al hombre sin tacha, apesar de fealdades e impurezas de la tierra, al hombre dulce y amable,que es hoy, al cabo de quince larguísimos años de desaparecido, luzserena y deleitosa en mi cerebro, ternura y bondad y alas en micorazón... ¡Su vida! ¿Y podrá el pensamiento desbordado seguirla en sucarrera de gloria y de dolor? ¿Podrá la palabra humana, humo y cáscara,y vestidura tantas veces de las más bajas pasiones, relatar tantagrandeza como encierra su vida? Nació José Martí en cuna humilde, en LaHabana, el 28 de enero de 1853, en la casa marcada con el n.º 102 de lacalle de Paula. Nació en plena corrupción colonial, cuando era Cubamártir, el vertedero de todo lo podrido, el refugio de todos losestorbos, de todos los hambrientos y desocupados de España, cuando eranuestra tierra, el criadero de una milicia viciosa y enfermiza, robada ala Agricultura y a la Industria de su país; cuando era esta ciudad,jardín de América hoy, corral blando y holgado de Capitanes Generalesinfecundos, logreros e imperiosos; cuando la bandera roja y gualdaflotaba sobre nuestra casa y a su sombra los cubanos estaban condenadosa perpetua cobardía y los españoles autorizados para enriquecerse yengordar sus vicios insolentes; cuando el criollo moría en la miseria yel peninsular paseaba satisfecho en el carruaje comprado con el oro quemanaba del crimen; cuando había más cárceles que escuelas, y el látigoinfamante chasqueaba sobre las espaldas de los hombres de una raza tannecesitada de justicia como la nuestra; cuando el cubano que no sesometía a servir de celestino al pisaverde madrileño que lo solicitara,iba a purgar su osadía en el presidio; cuando el talento de los nativosdormía echado bajo la bota del déspota ceñudo, y la capa torera sobrelos hombros y la cinta de hule en el sombrero, eran los únicospasaportes de honor y las únicas cédulas de vida, verdaderas.
Entoncesnació Martí. Fue su padre don Mariano, español, y Sargento cumplido delEjército; y su madre, doña Leonor Pérez, hija de Canarias. El sábado 12de febrero del mismo año en que naciera, fue bautizado en la iglesia delSanto Ángel Custodio por el presbítero don Tomás Sala y Figuerola. Alnacer Martí su padre desempeñaba el cargo de Celador de Policía, o loque es lo mismo, tenía título sobrado para matar o encarcelar a los queno creyera fieles a la madre patria.
Pero don Mariano era un hombrehonrado aunque de escasa inteligencia y maneras rudas y despóticas.Cuando Martí tenía un año de nacido, lo llevaron a España a donde fueronsus padres a visitar unos parientes. Cerca de diez meses estuvieron porValencia, al cabo de los cuales regresaron a La Habana, continuando donMariano en el desempeño de su antiguo destino. Los padres, pues, deMartí, españoles, lo educaban en el amor a España y en la sumisión másabsoluta a su Gobierno. Y la aspiración más ardiente de ellos era el veralgún día a su «Pepe»—así lo llamaban—empleado en la misma faenapoliciaca que el viejo. Pero aunque el hombre no viene al mundo hecho,sino que se hace y se moldea al calor de los acontecimientos, Martí,rebelde desde niño a freno y reclusiones, fue como esos robles vigorososque levantan su copa robusta a pesar de la enredadera que los envuelva yde los gusanos que lo roan. Verdad que Martí fue un genio, y los genioscomo los volcanes traen sus entrañas hechas: ellos mismos se tejen elamor y se acrisolan la capacidad. Se nace rey como se nace esclavo, peroquien lo nace no se da cuenta de ello hasta que no manda y es obedecido,o hasta que no lo mandan y obedece. Martí, dijérase que trajo al nacerla infinita comprensión del porvenir. En él se realizó el milagro: de unhuevo de paloma nació un águila; en el áspero huerto creció el lirioperfumador....
En una escuela de barrio, de la que contaba él que no podía olvidarse,porque a su maestro le debía que sus orejas estuvieran más separadas dela cara que lo regular, aprendió las primeras letras. De allí salió alos nueve años para el colegio «San Anacleto», que en aquel entoncesdirigía en esta capital el culto educador Rafael Sixto Casado. Y fue eneste colegio donde comenzó a sobresalir, siendo el primero en las clasesy el ganador de todos los premios; donde comenzó a mostrar que no eraaire lo que traía en la cabeza sino pensamiento y acción. De esa niñezsuya, estudiosa, contaba Fermín Valdés Domínguez y cuenta todavía eldoctor Eduardo F. Plá, sus condiscípulos dichosos en las aulas felices,rasgos asombrosos de inteligencia y de carácter. Y
fue de ese colegio dedonde su padre, creyéndolo ya bastante ilustrado lo sacó para emplearlode Escribiente en la Celaduría. Y acaso si se hubiera sepultado allí yse hubiera malogrado el grande hombre, si Francisco Arazoza, un buenamigo de don Mariano, a espaldas de este, no le hubiera dado dinero paramatricularse en el Instituto de Segunda Enseñanza, y lo hubiera alentadopara que siguiera en sus estudios. Estos los tuvo que abandonar, empero,meses después, hostigado por el autor de sus días que no estimabanecesario para desempeñar su empleo, ni para aspirar al de Celador,saber más de lo que él ya sabía. Sin embargo, el ansia de ilustrarse lollevó más tarde, cuando solo contaba catorce primaveras, al plantel deeducación, «San Pablo», colegio de Segunda Enseñanza que fundó y dirigióen aquel tiempo, el culto y valiente poeta Rafael María de Mendive. Enél se ganó el cariño y la estimación de su Director y estrechó laamistad con Fermín Valdés Domínguez, quien le abrió su casa acomodada,le prestó sus libros y le colmó de sincero afecto. De los más dulcestiempos de su vida fueron esos: y del solaz de ellos, del gozo de ellos,vino a sacarlo, sacudiéndole las más recónditas fibras del corazón, elgrito de independencia lanzado en Yara, en la madrugada heroica del 10de octubre de 1868, por el varón ilustre, por el caudillo insigne, porCarlos Manuel de Céspedes. Días después redujeron a prisión, en elCastillo del Príncipe, a Rafael María de Mendive, más tarde deportado aSantander: y cuentan que Martí, ansioso de ver a su amado maestro, sefue al Gobierno, y sin más recomendación que su persona, consiguió unpase para poderlo visitar: y allí iba él diariamente, al calabozo delcubano prisionero, a llevarle el consuelo de su agradecimiento y suternura. El toque de clarín de Yara, primero, haciendo vibrar su jovenalma de patriota, la prisión de su viejo amigo, los sucesos deVillanueva, y otros desmanes y abusos cometidos por el Gobierno deEspaña en Cuba, fueron seguramente los que fijaron en su mente la divinaidea de libertad y la necesidad de conquistarla. Fue entonces como sudespertar glorioso. Fue entonces acaso que se juró en secreto a ella ycelebró sus bodas con la patria: fue entonces que recibió esaconsagración del dolor que sublima el alma y señala cumbres desconocidasal pensamiento....
Cuando Mendive salió para España a cumplir condena, Martí, a quien laexistencia se le quedó por esa causa como sin luz y sin guía y sinamparo, empleose, con el fin de ayudar a su padre, siempre gruñón ydescontento de él, en el escritorio de don Cristóbal Madan, antiguoamigo del bardo desterrado. A su vez, Martí seguía sus estudios en elInstituto de Segunda Enseñanza. Y
cuentan que en las horas que mediabande clase a clase, se reunía un grupo de estudiantes para hablar depolítica: y que era siempre Martí, el que más hablaba y con másentusiasmo, de los problemas de la patria, y que daba gusto oír de suslabios infantiles, sentencias y frases hermosas, como de adulto hecho yaa manejar los tiempos y a crearlos: como de hombre hecho a clamar, adesatar batallas y a desplegar victorias.... En esa misma época, y comoDomingo Dulce, Capitán General de la Isla, decretara la libertad deimprenta, comenzó Martí a publicar en compañía de Valdés Domínguez unperiódico titulado El Diablo Cojuelo, al mismo tiempo que dirigía LaPatria Libre, siendo este último el periódico donde publicó por vezprimera su poema
«Abdala», canto brioso y fulgurante de levantadoespíritu patriótico. Para él fue un día de júbilo casi celestial, un díade esos en que el sol parece como que retoza en las almas, aquel en quevio publicado sus versos. Mas, poco le duró este contentamiento, puescuando llegó a su casa mostrando su producción, los padres, que noestaban de acuerdo con esos juegos de la fantasía y viriles arranques decubanismo, lo castigaron severamente. Otros han tenido los besos de lospadres como el aplauso primero a sus demostraciones de hombría, de sabery de talento: Martí no; Martí no tuvo en el hogar más que áspera voz,seca riña, cruel amenaza, injusta reprensión de la mano como únicarecompensa a sus precoces anhelos de gloria y honores....
Y llegó el momento aciago en que había de sufrir el primer castigo, enque había de comenzar a descender la cuesta de la vida, por amar a supatria, ser hombre, y negarse al serrallo. Corría el año de 1869. Era el4 de octubre. Acusados por unos voluntarios, Eusebio Valdés Domínguez,hermano de Fermín, Manuel Sellén y Atanasio Fortier, del enorme delito de haberse burlado de ellos al pasar de regreso de una gran parada, porla casa de la familia de Valdés Domínguez, vinieron, ya entrada lanoche, a prenderlos. Con ese motivo efectuaron un registro en la casa yacitada, ansiosos, seguramente, aquellos forajidos, de hallar algo quesancionara la matanza. En el registro llevado a cabo, encontraron, entreotras cosas, una carta cuyo sobre estaba todavía sin cerrar, y quehabían escrito y firmado Martí y Fermín Valdés Domínguez, paramandársela a un condiscípulo de ellos que había cometido la mala acciónde apuntarse como oficial de un regimiento, siendo criollo, para ir acombatir a sus hermanos que en esos momentos bregaban y sangraban porconquistar para ellos y para todos, casa libre y justa. La breve carta,escrita por Martí, estaba redactada en estos términos: «Señor Carlos deCastro y de Castro: (así se llamaba el traidor) Compañero: ¿Has soñadotú alguna vez con la gloria de los apóstatas?
¿Sabes tú cómo secastigaba en la antigüedad la apostasía? Esperamos que un discípulo deRafael María de Mendive, no dejará sin contestación esta carta». Estehecho determinó la prisión de Martí y de Fermín Valdés Domínguez, siendoambos juzgados en consejo de guerra. Ante el Tribunal fueron llamadoslos dos. Valdés Domínguez, primero, declaró que él había sido el autorde la carta y de las dos firmas. Pero cuando Martí fue interrogado,jadeante y como si llevara en el pecho una montaña, se acercó a losjueces, y afirmó con enérgica y vibrante voz que él si era el único yverdadero autor de la carta citada. Y para corroborar de maneraelocuente su aserto, formuló duros ataques contra la dominaciónespañola, su tiránica política y sus hombres nulos e infames. Este fueel primer discurso de Martí y la primera demostración pública de sutalento y su carácter irreductibles. Hay hombres que vienen al mundocomo los huracanes y las avalanchas, purificando y retumbando desde quenacen. Así Martí. Diez y seis años contaba entonces, «el bozo en flor yel pájaro en el alma» y España quiso matarlo. El Fiscal pidió para él lapena última y para Fermín Valdés Domínguez diez años de presidio. Peroel fallo fue: seis años de prisión para Martí y uno para su camarada deinfortunios e ideales. Y Martí fue a presidio. Lo que allí sufrió él, lodijo en páginas que todavía gotean sangre, en su folleto «El presidiopolítico en Cuba» y en el que exclamaba: «Dante no estuvo en presidio.Si hubiera sentido desplomarse sobre su cerebro las bóvedas oscuras deaquel tormento de la vida, hubiera desistido de pintar su infierno. Lohubiera copiado y lo hubiera pintado mejor. Si existiera el Diosprovidente, y lo hubiera visto, con una mano se habría cubierto elrostro y con la otra habría hecho rodar al abismo aquella negación deDios». Y fue luego deportado a Isla de Pinos y más tarde enviado aEspaña en calidad de deportado. Para ella embarcó el 15 de enero de1871. Momentos antes de salir le escribía a su benefactor señor Mendive:«De aquí a dos horas embarco desterrado para España. Mucho he sufrido,pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzaspara tanto, y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente unhombre, solo a usted lo debo y de usted y solo de usted es cuanto debueno y cariñoso tengo. Diga usted a Micaela que si he tenido muchasimprudencias, la bondad con que las disculpa me hace quererla más. Y
aPaulina y a Pepe y a Alfredo, y a todos mi afecto. Muchísimos abrazos aMario: y de usted toda el alma de su hijo y discípulo». Así escribía asu viejo amigo, poco antes de salir para el destierro, poco antes deabandonar su patria y su hogar y sus libros el mancebo estupendo quehabía de ser más tarde el Libertador de su pueblo, y el que le arrancarasu última presa en América a la hambrienta monarquía española.
A España llegó Martí, apesadumbrado, pobre, comido de pesar el corazón.A causa del grillete que había llevado se le formó un tumor del cual looperaran dos veces y las dos sin éxito.
Primeramente vivió en Madrid delescaso producto de unas clases que daba a los niños de don LeandroÁlvarez Torrijo y a los de la Viuda del General Ravenet. Vivía, como esde suponerse, miserablemente. Viviendo así se lo encontró, cuando fuedeportado a España por los sucesos del 27 de noviembre de 1871, FermínValdés Domínguez, su amigo, o más bien, su hermano. Y
como ValdésDomínguez llevaba en la bolsa, oro bastante, se instalaron juntos enamplias habitaciones, bien situadas. Y Martí comenzó una nuevaexistencia. Mejoró de salud, se le animaron los ojos tristes, y de nuevoemprendió sus estudios. En esa época y no obstante estudiar sindescanso, el tiempo no le faltaba para escribir folletos, parapronunciar discursos desde la tribuna de la logia «Armonía», para hacerversos, y para hablar con sus paisanos de las enfermedades de la patriay de sus curas posibles y necesarias. Una noche en que para tratar sobreel asesinato de los Estudiantes de Medicina, se reunieron los cubanosallí residentes, Martí habló: y recuerda uno que estuvo en aquellareunión memorable, que fue su discurso relampagueante, encendido,arrebatador; y recuerda también, que sucedió esa noche una cosasobrenatural. Colgando de la pared, sobre la tribuna, había una mapa deCuba, y cuando Martí, lleno del más tierno lirismo hacía una invocacióna su patria llorosa y rodeada de cadenas, cuando la concurrencia,suspensa de su palabra, temblaba de emoción, el mapa cayó como unacorona sobre su cabeza. ¡Fue como si su tierra toda entera, respondieraa su llama miento! Y
cuando la proclamación de la República enEspaña—golondrina fugaz como un suspiro—, Martí puso en manos deEstanislao Figueras, un largo escrito abogando por la independencia deCuba. Y
cuando los federales en sesión solemne celebrada en la Academiade jurisprudencia, quisieron hacer declarar a los cubanos de Madrid quese contentaban con la República federal española, Martí, allí presente,se opuso a ello, y en un debate que lo mantuvo en pie siete horas, echópor el suelo esos propósitos. Martí se opuso también a la creación enMadrid de un Casino Cubano. Por eso y por otros rasgos más, fue a suspocos años, y en plena Corte de España, como el verbo y el alma de supueblo atormentado y miserable....
Debido a que Fermín Valdés Domínguez enfermó gravemente y los médicos lerecomendaron que cambiara de aires, pasaron Martí y él a Zaragoza endonde apenas llegados, se ganaron el afecto y la estimación de los hijosde aquel noble pedazo de España. Los insurrectos los llamaban enAragón, pero los llamaban así, sin ira y sin odio. Martí en Zaragoza lofue todo, el orador en las reuniones, el escritor en los periódicos, elpoeta siempre. En una velada organizada para recoger fondos con quealiviar la miseria de las viudas y huérfanos de los bravos quesucumbieron por defender el honor que un rey criminal quiso asesinarles,Martí pronunció una oración bellísima, y el señor Leopoldo Burón recitóunos versos, también suyos, alusivos al acto. En Zaragoza obtuvo Martí,el grado de doctor en Derecho a título de suficiencia, y el de doctor enFilosofía y Letras, a pesar de la marcada oposición del claustro deaquella Universidad carlista.
Así, a puro esfuerzo, entre flaquezas eimpulsos, entre dentelladas y sonrisas, sin morder el mérito ajeno,caminando siempre del lado de los pobres, y sin andar de pedigüeño porentre bastidores y escaleras, se hizo hombre, ¡grande hombre!, el niñobondadoso del hogar infeliz, el sufrido presidiario de las canteras deMedina, el joven enfermizo y desterrado de la península ibera, nuestroJosé Martí....
Y con sus títulos de Abogado y doctor en Filosofía y Letras, dejó lanación hispana, en 1873, y se fue a visitar a París, Londres y otrasimportantes ciudades de Europa, siguiendo luego viaje a México, en dondele esperaban, ansiosos de abrazarlos, sus padres y hermanas. En México,tierra ancha y generosa en la que los cubanos han hallado siemprealegría y calor de propio hogar, lo recibieron con marcadasdemostraciones de aprecio. A poco de estar Martí entre los mexicanos,era altamente conocido y admirado como periodista, profesor, dramaturgo,orador y poeta. Durante los cuatro años que en esa República permaneció,fue Director de La Revista Universal, la cual se escribía a vecesdesde el fondo hasta las gacetillas; conferencista en el Liceo Hidalgo y en otras Sociedades; autor dramático en los principales teatros. Lostrabajadores de Chihuahua lo nombraron Diputado al Congreso de Obreros yel Gobierno lo colmó de atenciones a cada instante. Martí, sin el grandeamor por su patria, hubiera sido en México, como en cualquier otro país,conductor de conciencias. Pero la estrella heráldica que lo llevó amorir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como unlamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo sermonte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo,sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no habíajusticia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.
En México, trémulo de femenil pasión y llena el alma como siempre, delansia de morir a caballo, peleando por su país, escribió él, aquellacomposición suya, titulada «Patria y mujer»; composición que expresabien, la grandeza de su alma, arrullada por suspiros de amor y agitadapor gritos desesperados de deber. Lleno de ternura el corazón y pobladala mente de trágicas visiones, escribió sin duda esa valiente poesía dela que yo recuerdo estas estrofas:
«Otra
vez
en
mi
vida
el
importuno
suspiro
del
amor,
cual
si
cupiera,
triste
la
patria,
pensamiento
alguno
que al patrio suelo en lágrimas no fuera.
.........................................
»Y
¿con
qué
corazón,
mujer
sencilla,
esperas
tú
que
mi
dolor
te
quiera?
Podrá
encender
tu
beso
mi
mejilla,
pero lejos de aquí, mi alma me espera.
.........................................
»Miente
mi
labio
si
se
acerca
al
tuyo,
mienten
mis
ojos
si
de
amor
te
miran;
de
mujeril
amor
mis
fuerzas
huyo:
en incorpórea agitación se inspiran.
»Amo
yo
más
el
árbol
que
sombrea
la
tumba
incierta
del
guerrero
hermano,
que
ese
nido
de
perlas
que
hermosea
blonda más débil que tu amor liviano.
.........................................
»Sus
cuerdas
una
la
robusta
lira,
y
el
corazón
sus
átomos
perdidos:
a
un
solo
amor
mi
corazón
aspira,
para un solo guarda latidos.
.........................................
»Este
cuerpo
gentil
rebosa
vida,
y
cada
árbol
allá
cobija
un
muerto:
a
todo
goce
esta
mujer
convida,