, que tiene 10 soldados en 5
toldos, y vive en Remeloo, distante un dia de camino de Guadameo, siendo sus aguadas pozos cavados…………………………10
42. Cauchuante tiene 30 indios en 10 toldos: vive en Cunloó, medio dia de camino de Remeloo, y tiene pozos cavados……………30
43. Tipayante tiene 10 soldados en 6 toldos: vive en Intimeu, un dia de camino de Cunloó, y tiene pozos cavados…………….10
44. Rapimanqui tiene 8 soldados en 4 toldos: vive en Noalmapú, un dia de camino de Intime. Su aguada son pozos cavados………..8
45. Runcapayù tiene 8 soldados en 4 toldos: vive cerca de Noalmapú……………………………………………….8
46. Viscalanxen tiene 8 soldados en 4 toldos: vive en Chadilanquen, medio dia de camino del antecedente. Sus aguadas son pozos cavados………………………………………………..8
Suman todas las partidas 748.
NOTA
.—Siguiendo el mismo camino y rumbo al sud, con tres dias decamino, se encuentran las tolderias del cacique Painemanque, que tiene60 indios, y vive sobre el Rio Chadilé, que es hondo y barrancoso, y quelo pasan por puentes de sogas, que llaman
quanpie
, y son Peguenches. Alas riberas del mismo rio, segun la relacion de los intérpretes, habitanlos caciques Ancaloan, Gaiquillan, Guanchupan, Nobolueni, Yanquetur,Buenomilla, Umiguanqui, Antemanqui, Llanquel, que vive en Potot: y sobreel mismo rio, donde hay dos puentes en distancia de media legua una dela otra, Colomanon y Cologoan, todos caciques. Los dichos intérpretes nodicen el nùmero de indios que gobierna cada uno, y solo dan à entenderque tienen mayor número que los anteriores nombrados; y dan noticia deque mas adentro, hácia las faldas de la Cordillera, hay otros rioscaudalosos, distantes dos dias de camino de Chadileu, y que se llaman, Vucilco
y
Neuquen
, cuyo tránsito dicen ser sin agua. Que los indiosHuilliches son enemigos de estos, y que nacen dichos rios de lasCordilleras: asimismo declaran de los cautivos cristianos que tienen loscaciques è indios particulares, à saber:—El cacique Lepian tiene unaniña y un negrito, de los que llevaron del Saladillo, y tropa delCanónigo: y un soldado del dicho, llamado Peñegant, tiene otra niñachica: y otro, llamado Lemudes, tiene otro negro. Villaguili, hermano deCurrugulí, tiene una niña del Saladillo. Antiguanqui, cacique, tieneotro niña chica. Mariñaneco, cacique, tiene una señora mayor.Antemaique, cacique, tiene un niño. Currupulqui, cacique viejo, tiene unniño que habla castellano. Guaichullanqui tiene un mozo grande.Cariqueu, sobrino de Quedequeu, cacique, está casado con una señora.Puillalef, hijo de Colomilla, cacique, tiene una niña chica. Ayllaphí,hijo de Cheuquemilla, tiene un mulato grande, llamado José. Carigoan,soldado de Carimanque, tiene una señora grande muchos años há.
Humiante,soldado de Canipayú, tiene un mozo. Ruiquilante, hermano de Canipayú,tiene un hija de Bengolea del Rio Cuarto, que porque le mataron unhermano se la dieron en pago. Yucanante, hermano de Canipayú, tiene unmozo grande desde mucho tiempo. Guanquemilla, yerno de Raiñaneo, tieneun mozo grande, llamado Juan, de la jurisdiccion de Buenos Aires, el quedicen lo hallaron perdido.
Todas estas noticias, parte de ellas son dadas por José Largo y su mugerTeresa Lopez, pampas cristianos que fueron de la reduccion de Jesuitas,y que al presente se hallan en el Chaco, y parte por José Bruno renegadocristiano, por el cacique Curuilì, y el sobrino del cacique Lepian, quese hallan presentes. Los que asimismo dan razon de los renegadoscristianos que habitan en el Chaco, Luis Ramon y Juan Antonio, pampas dela reduccion del Rio Cuarto que residen en Tenel, Lepian y Llanquelemus.Es lo que se ha podido adquirir de los referidos indios, y aunque heprocurado inquirir con preguntas y repreguntas, no se ha podidoconseguir mas individual noticia. Dada en esta frontera del Rio Terceroy Saladillo, en 14 de Agosto de 1779.
DIEGO DE LAS CASAS.
Por el seguimiento del enemigo que hicimos en la invasion que se egecutóen esta frontera del Saladillo, y la presente expedicion de 12 de Junio,se ha logrado la ventaja de haberles descubierto á dichos enemigos, loscarriles, y desentrañádoles en parte sus habitaciones, para mejor lograrcastigarles en lo sucesivo: mayormente con la vaquia que se ha tomado,de que se carecia en tantos años, como que ni aun los capitanesfronterizos conocian el parage de las Tunas que se está fortaleciendo.En el dia pueden guiar las marchas aun los mas escasos de luces, de losque concurrieron á dicha expedicion.
CASAS.
XII.
Diario de la expedicion, que de órden del Exmo. Señor Virey acabo dehacer contra los indios bárbaros Peguenches
.
El dia 18 de Febrero de este año, (para el que tenia anteriormentedispuesta la marcha para campaña) salí de esta ciudad de Mendoza entretres y cuatro de la tarde, con un corto número de gente que se juntó,sin embargo de tener citadas para aquel dia todas las compañías: ypuesto en marcha llegué al ponerse el sol à la barranca del rio, dondeme mantuve aquella noche.
Dia 19. En este dia pasè revista de la gente que tenia, y siendo muycorto el número, me fué preciso dar parte de ellos al Justicia Mayor deesta, (que en mi ausencia habia quedado con el mando de las armas) paraque inmediatamente hiciese salir y seguirme todos los que se habianquedado; y asimismo me mandase la caballada destinada. Y por este motivotuve que mantenerme en aquel parage hasta la resulta de mi órden.
Dia 20. Todo este dia estuve esperando la gente y caballos que teniapedidos; hasta que viendo no parecia ni lo uno ni lo otro, egecuté loque expresa el dia siguiente.
Dia 21. Viendo la total inobediencia de los vecinos y moradores enconcurrir al cumplimiento de su obligacion, mandé á la ciudad al capitande infanteria, D. Pedro de Encinas, con dos subalternos y 30
hombres,con órden de que hiciese salir todas las personas ùtiles, á excepcion delas empleadas en justicia y rentas, bajo las penas que ya teniapublicadas por bando.
Dia 22. Como con lo que practicaba ya el capitan Encinas me iba llegandoalguna, aunque poca gente, emplee este dia en alistarla è incorporarlacon la otra, que ya estaba. Pero habiendo observado en toda que muchosse presentaban de dia, y se desaparecian de noche, regresàndose à suscasas, tuve que tomar otra resolucion que cortase este inconveniente.
Dia 23. A las doce de él, viendo que aun no parecia el expresado capitanEncinas, mandè aprontarse à la gente para marchar de aquel parage; ácuyo tiempo tuve aviso de que ya venia aquel, marchando con la que habiarecogido. Como de facto llegó de allí à poco con solos 53 hombres, entrepatricios, portugueses y santiagueños: y haciéndome presente el capitanque aquella gente y sus caballos no habian comido en dos dias, les mandédar racion, con órden de seguirme luego; pues yo en el instante me puseen marcha con la que tenia, hácia el Fuerte de San Carlos, y habiendollegado al ponerse el sol à la Cañada del Carrizal, (7
leguas dedistancia) hice alto para que cenase la gente: lo que practicado, marchéà las ocho de aquella noche hasta la Estacada, que dista de este últimoparage 10 leguas, donde llegamos á las cuatro de la mañana; y á lasnueve y media me alcanzò allí la partida, que se habia quedado atras.
Dia 24. En este parage me detuve hasta la una para las dos de la tarde,en que marché y llegué al citado Fuerte de San Carlos, distante 12leguas, à las nueve y media de la noche.
Dia 25, 26 y 27. Estos los empleè en formar y alistar toda la gente; quehasta entonces mucha parte de ella habia andado desparramada por lasestancias circunvecinas, en recoger ganados y caballos. Arreglè hastadiez compañías, cada una de á 60 hombres con sus respectivos oficiales:lo que no me dió poco que hacer, por haberse presentado aquellas tanescasas de gente, que unas solo tenian 10 hombres, otras 7 y alguna 3.Hecho el arreglo y repartidas las listas á cada capitan, se dieron estosy sus subalternos à reconocer á la respectiva gente que debian mandar;que componia el nùmero de 681, inclusives 10 artilleros que manejabancuatro cañones y tres pedreros de bronce.
Dia 28. Este dia me fué preciso detenerme á esperar los víveres quehabia quedado mandarme el Justicia Mayor: de los que por fin llegaronsiete cargas solas, de las veintiuna que debian ser: cuyas racionesdistribuí á los soldados, por ahorrar el costo de las cabalgaduras de suconduccion, respecto à ser aquellas de bizcocho, tabaco y charque.
Dia 29. A las diez de este dia, sin embargo de no haber llegado lorestante de los víveres, me puse en marcha, y llegué à las tres y mediade aquella tarde à lo de Alvarado, distante 7 leguas.
Marzo 1.º Al romper el dia me puse en marcha, y á las once de él llegué à Llaucha, distante 8 leguas.
Dia 2. Salí de este parage, y como a las diez de la mañana llegué á laCiénaga de los Papagayos, distante tres leguas, donde hice alto paraesperar el aviso de la partida que anteriormente habia mandado à lasjunta de los rios Atuel y Diamante, á bombear el campo del enemigo, porser el parage preciso de su establecimiento.
Dia 3. En este dia mandè a las òrdenes del reformado D. Melchor Sanabria, 12 hombres, al Paso de las Salinas, que llaman Orillas del
Diamante
, á esperar el correo, llevando órden de mandar los
exploradores de la junta de los rios, acerca de que notasen.
Dia 4. A la una de este, viendo que no habia aviso de uno ni otro dedicho parage, marchè al Arroyo de las Cortaderas, distante 6 leguas,donde llegué à las cuatro y media de la tarde; del que despaché á dichoSanabria dos hombres al Paso de las Salinas, participándole la nuevadeterminacion que habia tomado, y el parage à donde me podia salir àencontrar.
Dia 5. En el mismo parage me mantuve todo este dia, esperando a ver sien él venia algun aviso de alguno de los dichos parages.
Dia 6. Como à las doce de este llegò un hombre despachado por Sanabria,participando no haber novedad alguna hasta el presente, y pidiendorefresco para su gente, que se le mandó; y previno que al siguiente dia7
marchaba con el cuerpo para el Arroyo de la Faja. Pero como a lasnueve y media de la noche recibí aviso de Sanabria, participandohabèrsele juntado el capitan D. Mateo Urtubia, que fué reconocer lajunta de los rio Atuel y Diamante, diciendo que en todos aquellosparages no se notaba rumor ni rastro alguno; y si solo se reconocia lahuella vieja, por donde habia pasado el enemigo el año anterior.
Dia 7. Al salir el sol seguí mi marcha para el Rio Diamante, distante 5leguas: llegué y acampé en él á las diez y media de aquel; ydistribuyendo racion á la gente, segui para el rio Atuel, distante 16leguas, que fue forzoso andar de trasnochada, por no haber donderefrescar la gente, ni pastorear los animales.
Dia 8. A las tres llegué al rio Atuel, donde me detuve todo él; y deallí despachè una partida de 55 hombres, los 5 para recorrer el campo, ylos otros para sostenerlos en caso necesario.
Dia 9. A las tres de este recibí aviso del capitan D. Jacinto Lemus, enque me decia haber recibido un correo del capitan de los indiossantiagueños, Mateo Delgado, quien le participaba, que por el parage quesalieron los enemigos con el robo de Chile, se veian cinco rastros, yque estos habian retrocedido: que aquellos llegaban hasta el parage delos Chacayes, distante de Atuel 6 leguas. Que en este concepto era deparecer me mudase al rio de los Sauces, por estar bueno de pastos. Coneste aviso me puse en marcha à las dos de la tarde, y como media leguaantes de llegar á los Chacayes, recibì otro correo del expresado capitanLemus, reiterándome pasase à dicho rio de los Sauces, respecto á que losantedichos cinco rastros se encaminaban al sur, no quedando duda ser deindios. Con esta noticia aceleré la marcha, y como à las once de lanoche recibì otro correo del mismo, avisàndome hallarse ya en el rio delos Sauces; pero con bastante cuidado de ser asaltado por el enemigo, yasí me diese prisa en llegar. Como de facto llegué á las dos y media dela mañana, donde acampé todo aquel dia; mandando 14 hombres á explorarel campo, respecto à contemplarme ya una jornada del parage dondepodrian estar las tolderias del enemigo; y poco antes de ponerse el sol,se divisò un humo hecho de aquel. Esta partida me dió aviso à las ochode la noche de haberse internado los rastros antecedentes como hácia elPotrero, que llaman del Rio de San Pedro; y que por la Sierra de laenderecera del Corral de los Huanacos se observaba otro humo: y que conesta novedad hacian ánimo de internarse á su reconocimiento; y que enesta atencion procurase yo avanzarme al Rio de San Pedro parasostenerlo: lo que egecutè como se verá por el dia siguiente.
Dia 10. Al salir el sol me puse en marcha, y habiendo llegado à dichorio á las once y media, que dista del de los Sauces 6 leguas, luego queaposté, recibí aviso de la dicha partida, previnièndome su oficial nonotarse novedad alguna hasta el Corral de Huanacos, ni por el otro lado.Que él proseguia su marcha, y que no dejase yo de llegar en toda aquellatarde al expresado Corral de Huanacos: como de facto lo verifiqué à lasseis de la tarde, distante este parage del antecedente 7 leguas. Laexpresada partida llegò á mi campo à las doce de la noche, trayendo doscautivas, madre è hija; dejando otra muerta, por haberse querido huir alpillarla, y parecerle à la gente de lejos ser hombre que pudiese daraviso en las tolderias.
Dia 11. Este dia, con la ocasion de haber examinado por el lenguaraz,Justo Antonio Guajardo, à dichas prisioneras, y haber declarado que loscaciques Guentenau y Troco habitaban 14 leguas de allí, seguí la marchacon las precauciones que pedian las circunstancias, y en ella volvì àexaminar à aquellas, y preguntàndoles por el cacique Ancan, dijeron queacababa de llegar de las Pampas de Buenos Aires con bastante haciendarobada y una cautiva; y que acompañaba al expresado Ancan el caciqueTroco. Y
examinadas nuevamente se justificó lo contrario, porquehabiendo hecho la empresa en sus tolderias, y examinàdolas con las demascautivas, han declarado que dicho Ancan se hallaba por Buenos Aires, conla determinacion de asaltar á aquellos pagos, y se ha verificado sercierto todo lo dicho respecto que à vuelta de nuestra marcha hemosencontrado la toldería del referido Ancan vacia, que à la sazon hizofugar sus familias, por habernos sentido el dia antecedente.
En este mismo dia llegué à los altos de la Sierra del Rio Grande,internàndome todo el dia por las laderas y cumbres de aquella, sinembargo de su aspereza; no obstante de que entre medio de las sierras sehallan varios valles abundantes de pastos y aguadas. Dista este paragedel antecedente 12 leguas, donde hice alto: pero habiéndose divisado, alponerse el sol, hácia su horizonte, una eminencia, en que parecia habertolderias, mandè una partida de 25 hombres á su reconocimiento; ydejando la hacienda y caballada custodiada en aquel parage, marchéluego, siguiendo la ruta de los exploradores, con los que dí à las dosleguas, y me dijeron no haber novedad alguna, y que lo que nos habiaparecido tolderias no lo eran: con lo que acampè en dicho parage.
Dia 12. Al amanecer de este, marché hasta la orilla del Rio Grande, quedista dos leguas, donde me detuve hasta las cuatro y media de la tarde,por no ser sentido del enemigo: en que seguí la marcha por su orillahasta la oracion, encontré su vado y lo pasé; no siendo posible por otraparte, por lo caudaloso de él; pues á la verdad le llaman con razon el
Rio Grande
de aquellos parages. Pasado el rio me fuí encaminando porla misma huella de los animales que hallabamos del enemigo, y siguiendosiempre la partida avanzada que mandé á cargo del lenguaraz Guajardo.
Dia 13 y 14. A las cuatro de la mañana de este, despues de haber andado10 leguas en la noche anterior, me dió aviso dicho Guajardo, quemarchase prontamente, por estar ya inmediato una toldería, que erapreciso avanzar antes de amanecer. Con esto, acelerando yo la marcha,llegué antes de salir el sol á las tolderias, que rodeamos y asaltamoscon la mayor presteza: pero sin embargo, nos habian sentido los indios yempezaron á querer huir por la barranca del rio, ocultándose entre suspeñascos; sin dejar muchos de ellos de hacer frente: por lo que fuépreciso hacer fuego, que no fué mi primera intencion, siempre que nofuese preciso. Lo primero, por ver si los podia tomar á todos vivos; ylo segundo por no alborotar la comarca y perder el lance con otrastolderias que pudiese haber inmediatas. Como de facto habia una ádistancia de tres cuartos de legua; de lo que, cerciorado de laspatrullas, mandé 300 hombres á embestirlas, que, aunque puestas en fuga,se logró matarles 28, y tomarles prisioneros 19.
Entre los muertos de la primera toldería, lo fueron los tres caciques,Lliguenquen, hermano de Ancan, y el famoso Guentenau, el mas anciano deesta nacion Peguenche, y el mas terrible ladron de nuestros campos y delas Pampas; y el tercero, el capitanejo Longopag. Yo sentí mucho lamuerte pronta de estos tres perillanes, pues á haber vivido, hubieratenido el gusto de mandarselos á V.E., para que por su edad y proezashubiera sabido cosas que la casualidad de su muerte nos ha ocultado.Estas dos tolderias las hallamos en el parage que llaman el
Campanario
, (así dicho por un cerro eminente que tiene figura de tal)en medio de ambas cordilleras, jurisdiccion del Rio de la Plata, y á lasdereceras de Maule, al E de dicho parage; que segun las marchas seregulan 129 leguas desde Mendoza hasta el expresado Campanario.
Luego de la accion despaché 200 hombres para arrear nuestras caballadasy ganados, que como he dicho las dejé á 6 leguas de distancia, con lacustodia correspondiente, y me mantuve en el campo de batalla todo aqueldia, corriendo los cerros inmediatos por ver si se dejaban ver enemigos:como de facto se logró tomar algunos; y como á las cuatro de la tarde sedescolgó de la serranía una china montada en una yegua, y se nosentregó, creyendo fuesemos de los suyos, segun despues dijo.
Puestas al anochecer las patrullas avanzadas, que pedian lascircunstancias del tiempo y del terreno, en parage rodeado de enemigos,segun lo que habian dicho las prisioneras, á breve rato me dió aviso unode los oficiales, que respecto de la claridad de la luna habiandivisado 6 indios, que habian bajado del cerro á bombearnos, pero queinmediatamente se habian desaparecido: y de la otra banda del rio, meavisó otro oficial de otra patrulla haber divisado algunos enemigos, yque á las dos de la mañana los habia acometido, sin mas suceso que elhaber disparado á uno, dicho oficial, su carabina y haberle muerto elcaballo, marchándose el ginete, pero herido, segun pensaba, por elparage donde hirió el caballo; no determinándose el oficial á seguirloshasta el dia, por no caer en alguna emboscada. Y llegando despues alparage donde habia derribado al caballo, lo hallaron muerto, y á su ladoun sombrero de cuero, forrado de alquimia y una lanza, como tambien uncaballo ensillado: por lo que es de creer que muerto el dueño, loretiraron sus compañeros.
Con lo ocurrido del dicho tiro, se alborotó nuestra caballada, que noestaba lejos; de tal suerte que estuvo para llevarnos por delante ódescomponernos la formacion: y lo hubiera hecho si no hubiera sido poralgunos fusilazos que se le tiró por delante, con lo que mudó su tropelde rumbo; al que acudiendo yo con 25
hombres los pude contener ysosegar, no habiendo mas desgracia en toda la accion de nuestra parte,que un hombre herido, que despues murió, de haberle alcanzado, porhallarse desviado, uno de los tiros.
De los enemigos murieron 106, en que se deben contar algunas mugeres ychicos, que en la confusion no se pudo evitar su estrago; y hubiera sidototal, á no contener yo el justo despique de los nuestros: digo justo,porque algunos llevaban consigo el reciente dolor de la muerte inhumanade aquellos mismos bárbaros; y lo mas, la total disolucion de sushaciendas y campos. Se han tomado 123 prisioneros entre mugeres, niñas yniños de 10 á 11 años para abajo; y de las primeras una nieta delcacique Guentenau, que ya era reconocida entre ellos por cacica, aunquesoltera, por no haber en su nacion quien pudiese comprarla en 100 pagas,en que segun su rito estaba avaluada su mano. Se les han tomado 99,entre caballos y yeguas, 17 vacas lecheras, 1,114 ovejas, 200 cabras,que unas y otras se les dieron de raciones á nuestra gente. En sustoldos se encontraron cuatro cotas de malla de acero, 58 lomillos y 131lanzas; 11 de las que en otras ocasiones les habian tomado á losnuestros, y las 20 suyas: dos llaves de fusil del Rey, una plancha deotra, varias menudencias, como algunos frenos chapeados, espuelas deplata, tembladeras y otros chismes de este uso. A las prisioneras se lestrata con la humanidad con que se me esplicó la prevencion de V.E., nopermitiendo se les llegase á su ropa; conduciéndolas á esta, dondequedan distribuidas en casas de mi satisfaccion, para su cuidado yeducacion. No se ha traido indio grande alguno porque los que nopudieron escaparse en la accion (que fueron pocos) quisieron mas bienmorir que entregarse.
Dia 15. Bien queria yo haber proseguido con otras empresas, pero me víprecisado á no internarme mas: lo primero, por contemplarme muy falto decaballada, que en una marcha tan larga y de caminos tan fragosos lamiraba muy aniquilada: lo segundo, por estar cerciorado de lasprisioneras, que por todas aquellas serranias eran muchas las tolderiasé indiadas que habia: y lo tercero, el tener presente la proximidad delas cosechas de este país. Por esto pues, dí la órden de marchar, yestando ensillando me dieron aviso de que por la orilla opuesta del riose divisaban seis indios, con lo que hice salir una partida en sualcance, mandada por el Comandante del Fuerte de San Carlos, D.Francisco Esquivel y Aldao, quien por mas que se empeñò no les pudo daralcance, pues se habian ya retirado aquellos á los cerros. No obstante,el expresado Aldao me mandó pedir 50 hombres de fusil para seguirlos, loque no tuve por conveniente por la imposibilidad de alcanzarlos, y eltemor de acabar de fatigar nuestros caballos y acaso perder la accion.Respecto á lo dicho, y á que conceptué que, aunque no se dejaban ver masque aquellos pocos enemigos, podria estar oculto entre la aspereza delcerro algun trozo: como se empezó á conocer despues que, retirándose demi órden dicho Aldao, se empezaron á divisar detras de aquellos seisindios otros, al parecer, como 40, sin poderse acabar de conocer por elestorbo de las peñas, si eran estos solos ó mucho mayor número, comoverosimilmente podia suceder.
Incorporado conmigo dicho Comandante Aldao, seguí la marcha al parage delas Arenillas, distancia del Campanario seis leguas, y adonde llegué ála una del dia, donde dí descanso á la gente. A poco rato me dieronaviso, de que por la retaguardia nos venian siguiendo 10 indios, y asímandé 60 hombres que luego volvieron diciendo que con su vista se habianretirado los enemigos á las alturas. A las tres de la tarde me puse enmarcha, y á poco rato hallándome en la cuesta de los Chacleis, (dondeparé esta noche) y que dista tres leguas de las Arenillas, divisé en lacumbre del otro lado del Rio Chiquito un humo, que nos hizo este mismoenemigo que se acababa de retirar, y me presumí que lo harian paraavisar nuestra inmediacion á otras tolderias de indios, para que viesen,como se verificó al dia siguiente, la ruta de este camino ó cuesta delos Chacleis. Se determinó internarnos por este camino: lo primero, porreconocer los valles que entre medio del Rio Grande se ofrecen, conabundantes pastos y aguas que en ellos se encuentran, y ser aquí laprecisa residencia del cacique Ancan y sus aliados; y por practicar ladiligencia con eficacia, para poderles invadir en caso de encontrarlo, ypor descubrir dichos valles que entre estas serranias se hallan: como defacto se han verificado, segun y en los mismos términos que se me teniainformado por el práctico, ó lenguaraz, Joaquin Antonio Guajardo.
Dia 16 y 17. Puesto en marcha al aclarar el dia, dimos á las diez de élcon las tolderias que dijimos el dia antecedente, y en ellas conocimoshacer poco rato se habian huido sus habitantes, pues encontramos enellas varias menudencias, sacos de sal y ponchos á medio tejer: yhabiéndose aprovechado de estos despojos la gente, les hice dar fuego áaquellas y seguí la marcha hasta el Arroyo Bullinco, que dista cuatroleguas, y de allí hasta el parage Minchemelinqué, que dista tres leguas:es de muchas aguas y pastos.
Dia 18. Marchamos y llegamos al valle, ó Cabecera del Yeso, á la una ymedia de la tarde; y á las dos continuamos, y llegamos al ponerse el solal parage llamado el Rio de Montañez, que dista 4 leguas y 8 del ArroyoBullinco.
Dia 19. En este dia pasamos dos veces el Rio Grande, y llegamos á la unay media de la tarde, á la junta de los rios, que dista 4 leguas; ycaminando despues de comer, llegamos á puestas de sol á las Cuevas, quedistan otras 4 leguas, donde hicimos noche, por ser parage de muchospastos, bellas aguas y buena leña.
Dia 20. Salí despues de mediodia, y llegué á las cinco de la tarde alparage de las Cuevas, que dista tres leguas; y como á las nueve de lanoche me dió parte el capitan Ortubia, que venia cubriendo deretaguardia, á las órdenes del capitan D. José Garcia, que se divisaban10 ginetes enemigos que seguian nuestra marcha, y que á su retaguardiase notaba mucho polvo, como que los seguia mayor número. Con este avisomandé acercar á nuestro campo nuestras caballadas, y despaché dospartidas á reconocer el terreno, quedando yo con la tropa sobre lasarmas toda la noche: pero habiendo amanecido y disipada la novedad, diórden de marchar.
Dia 21. Al amanecer de este dia marché y llegué á las once y media alValle Hermoso, en donde hice alto por ser ameno, pues le rodean dosarroyos, de los rios el Cobre y Santa Helena; y asimismo hay una lagunade media legua de largo, capaz por su fondo de recibir un barco de losdel Rio de la Plata: y á poca distancia del camino se hallan unassalinas, y para pasar á las Diaretas, donde hice noche, hay que pasaruna ladera, ó cerro muy encumbrado.
Dia 22. Al aclarar marché, y llegué á las diez y media del dia al paragedel Alberjal. Marché á la una y media de la tarde, y llegué á las cincoal Valle de las Animas, donde hice noche.
Dia 23. Al tiempo de marchar mandé 50 hombres de fusil y lanza, á lasórdenes del teniente D. Francisco Barros y un práctico, á recojer 36caballos, que por flacos habiamos dejado hácia el Rio de los Sauces; y ápoca distancia por la costa del rio encontraron un perro de los indios yvarios rastros de caballos. Siguiendo al perro 4 de los nuestros,hallaron dos indios muertos á balazos, segun las heridas de las cabezas,y con visos hacía poco los habian muerto: de que inferimos que habrianestado allí algunos indios á la recogida de la fruta, de que hacenchicha, y que por alguna altercacion los habrian muerto. Siguiendo yo lamarcha llegué á las Cortaderas, que es el desemboque de la sierra, pordonde se descuelga el Rio Salado, que dista 5
leguas, donde hice alto.Siguiendo la marcha á la una de la tarde, á las cinco y media de latarde llegué al Rio Atuel, donde pasé la noche; y de donde determiné,como lo hice, mandar tres hombres á dar parte de todo lo hasta allíacaecido al Corregidor de esta.
Dia 24. A las doce de este dia me puse en marcha, y llegué á las cinco ymedia de la tarde al cerro y aguada que llaman de los Buitres, distante7 leguas; de cuyo parage despaché un oficial con dos hombres, para queel Comandante del Fuerte de San Carlos me aprontase á mi llegada, en elValle de Uco y Potrerillo, 300
caballos, por estar falto de ellos elejército.
Dia 25. Al romper el dia marché, y llegué à las cinco de la tarde al RioDiamante, é hice alto en una isla que hace el rio mismo, y el cerro queestá al N: cuya situacion tomé, por ser la mas adecuada respecto á serya tarde, para que el cuerpo subiese á la cumbre ó plano de dicho cerro,que es preciso para tomar camino real.
A las diez y media de la noche searmó una tempestad, que despues de muchos relámpagos y truenos descargóuna copiosa lluvia, de que provino un gran ruido que parecia caerpiedra: hasta que, parando yo mejor el oido, conocí ser una grandeavenida que de facto bajaba por entre dos quebradas de dicho cerro: yconociendo el peligro en que estabamos en aquel parage, mandé que todostomasen á toda priesa las armas y me siguiesen, como lo hicieron; perono sin que, para pasar el poco trecho de la cañada por donde venia, nosdiese la agua hasta cerca de la cintura: pero al fin, á la prontitud deaquella extraordinaria evolucion se debió el que acaso no hubiesenvarias desgracias, (pues el plan de la isla iba como el rio) y cuandomenos el que no pereciesen ó se imposibilitasen todas, ó las mas de lasarmas, pertrechos y municiones. Tomada la altura del cerro, mandé hacermuchas fogatas para que se calentase la gente y enjugasen su ropa: yluego que aclaró, mandé bajar á que cada uno buscase sus avios y demas,cuya diligencia duró hasta las nueve de la mañana.
Dia 26. A esta hora me puse en marcha, llegando á las dos leguas alparage del Carrizalito, donde me detuve á hacer tiempo, para que nuestracaballada y ganados pasasen la expresada cuesta, tan penosa y dilatada:lo que verificado, á las dos de la tarde marché, y llegué al ponerse elsol al Arroyo de la Faja, que dista otras tres leguas, donde hice noche.