Dia 2. Caminamos de madrugada rio arriba como dos leguas, buscando paso,y habiéndolo pasado con bastante trabajo por estar casi á nado y tenerque pasar las municiones á pié, luego que nos pusimos de la otra banda,dió órden el Comandante para que el Teniente D. Francisco Macedo seaprontase con 30
hombres del Cacique Lepin y Alcaluan, y marchasen conla carretilla á incorporarse con los demas que estaban en la tolderíadel Cacique Lincon, y unidos con las familias de estos caciquesmarchasen al Arroyo del Cairú, con la órden de esperarnos allí hastanuestro regreso. Y habiéndonos despedido, caminamos rio abajo el rumbodel S, y á las seis leguas, poco mas ó menos que caminamos, vimos latoldería que el Cacique Lincon habia avanzado á los Teguelches el añopasado, y caminando tres leguas mas adelante, hicimos alto. Esta tardese despachó una partida á esplorar el campo, y se tomó bastante caza.
Dia 3. De mañana marchamos, dejando el Rio de los Sauces, y tomando elrumbo del E. Caminamos como 14 leguas, y paramos en la costa de unarroyo: á eso de las seis de la tarde llegó la partida que se habiadespachado el dia antecedente, con la noticia de no haber rumor alguno.
Dia 4. Nos mantuvimos en el mismo arroyo para dar descanso á lascaballadas. Este mismo dia se despachó otra partida de mañana, para quefuese á correr el campo hácia la costa del mar, y volviendo esa mismanoche no trajo novedad alguna, habiéndose divertido la gente de laarmada en cazar: y aunque no faltó que comer, pero no hallaba leña, y laque suplia era bosta de caballo, aunque escasa.
Dia 5. Caminando de mañana al rumbo del E como cuatro leguas, llegamos áotro arroyo de bastante agua, y habiéndolo pasado, hallamos en su orillaun rastro de ganado de tres ó cuatro vacas y de una mula, como quearriaban dichas vacas: por cuyo motivo fué preciso hacer alto ydespachar al hijo del cacique Lincon, con una partida al reconocimientode dicho rastro, enviando al mismo tiempo otra partida de nuestra gente.Y habiendo vuelto esta última, á la una del dia, con la noticia de nohaber hallado novedad alguna, determinaron los caciques el marcharaquellas horas: pero nuestro Comandante se opuso, por no haber venido lapartida primera que se habia despachado, sobre que tuvieron suscontiendas; pero al cabo, cediendo á las instancias de los caciques,marchamos. Y habiendo caminado como 6 leguas, alcanzó un indio de los deaquella primera partida, con la noticia de haber visto bajar algunosindios con cargas hácia el arroyo, con cuya novedad mandó el Comandanteque inmediatamente se mudasen caballos; retrocediendo con una marchabastantemente larga, volvimos al mismo arroyo, á cosa de las nueve ódiez de la noche.
Debiendo prevenir, que al tiempo de romper la marcha,llegó el hijo de Lincon, asegurando haber visto dichos indios, por cuyomotivo, luego que mudó caballo este indio, se envió adelante con cincoindios, y nuestro vaqueano Funes, dándoles la órden los bombeasen,enviando uno ó dos á encontrarnos por estar la noche muy oscura y noperder el rumbo. A este mismo tiempo nos empezó á llover, y serenándosela noche, nos mantuvimos sobre el mismo arroyo, y luego que mudamoscaballos seguimos el arroyo arriba como cosa de 4 leguas: y habiendoamanecido, se despacharon tres partidas por todos aquellos contornos.Volvieron á nosotros como á las siete de la mañana, diciendo no habianpodido divisar cosa alguna, por lo que nos volvimos para el propio campoá unirnos con nuestras caballadas.
Dia 6. Habiendo descansado como dos horas, poco mas ó menos, seguimosnuestra derrota, y en todo el dia no hallamos agua, por cuyo motivo senos rindieron algunos caballos, viéndonos precisados á dejarlos y áparar á puestas del sol: habiéndose adelantado los indios en solicitudde agua, no comiendo nada este dia por defecto de leña y agua.
Dia 7. Caminamos de mañana, y llegamos donde estaban nuestros indios,que se hallaban acampados en una laguna muy grande, cuyas aguas sonsalobres: pero habiendo cavado algunos pozos, paramos como cuatro horaspara que la gente comiese, y bebiesen las caballadas. Y habiéndolo asíegecutado, nos pusimos en marcha, y á las cinco de la tarde llegamos áun arrojo bien grande y barrancoso, pero el agua es salobre.
Aquíparamos; nos pusimos á pescar con unos anzuelos que se hicieron de unasagujas, con los que se pescaron muchas truchas. Todo el campo que estedia se caminó abunda mucho de leones, de cuyas carnes se proveyó lagente para comer, y de las pieles se calzaron muchos, haciéndose botaspor estar descalzos, y entre ellos el capitan D. Juan Antonio Hernandez,quien habiendo muerto uno se hizo unas botas, con las que concluyó todoel resto de la expedicion. La indiada nuestra pasó adelante hastaperdernos de vista; y á las seis de la tarde llegó un indio mandado delcacique Lincon, el que dió la noticia á nuestro Comandante que suCacique habia hallado un rastro en que reconocia que los indios enemigosestaban cerca, porque habia visto muchos fogones, y las carnes de losanimales que habian cazado para comer estaban aun frescas: á cuyanoticia dió órden el Comandante nos pusiesemos en marcha, lo quehabiéndose egecutado nos comenzó á llover, y caminando hasta las doce dela noche, paramos por ser muy obscura: no teniendo vaqueano para iradonde los indios nuestros estaban, pues el que vino con la embajadadijo, no podria dar con los compañeros, por cuyo motivo nos mantuvimosparados hasta que viniese el dia.
Dia 8. Caminamos de mañana; y á distancia de cinco leguas y entre unoscerrillos, á cuya falda corre un arroyo, hallamos á todos nuestrosindios acampados. Aquí paramos el resto del dia para que descansase lacaballada, dándole noticia dichos indios al Comandante iba el rastrocomo para el Rio de Quequen arriba.
Estos campos son muy doblados y sinleña.
Dia 9. Se marchó de mañana, siguiendo el rumbo del E, (que fué el rumboque se seguia desde que dejamos el Rio de los Sauces) y á distancia deseis leguas, hallamos un estero y laguna muy grande, y en dicho esteroocho cerdos, que matándolos se proveyó la gente de carne con estos, yalgunos avestruces y venados que se asaron: hubo este dia que comer ásatisfaccion. Divisamos el Cerro de la Tinta al N, con las demassierras, y reconocimos estar muy internados al S de ellas, y llegando áun arroyo á las cinco ó seis de la tarde paramos en él, divisándose á unmismo tiempo gran porcion de yeguada, y saliendo los indios á correrla,se proveyeron de carne para mucho tiempo. Esta misma tarde se dió órdenal cacique Caullamantú, para que saliese con 15 indios á esplorar lacampaña y nos esperase en el Rio Quequen. Se congetura marchamos estedia de 15 á 16 leguas.
Dia 10. De mañana, antes de madrugada, se despachó al Capitan Lican con10 indios, para que fuese esplorando el campo por la banda del E, porcuanto Caullamantú llevó el órden de internarse al S hasta dar con elQuequen. Y habiendo marchado todos unidos con el silencio posible,llegamos á un arroyo, despues de haber caminado mas de 14 leguas, cuyasaguas son salobres y muy barrancoso (este entra muy al S en el Quequen):y queriendo nuestro Comandante seguir á las sierras, le previnieron losindios no era posible, por hallarse todo aquel campo sin agua, por cuyomotivo caminamos arroyo abajo, y á distancia de cinco leguas encontramosal Capitan Lican, quien nos dió noticia haber hallado una yunta decaballos, que hacia el juicio fuesen de algunos potreadores que loshabrian perdido. Aquí se hizo la noche.
Dia 11. Madrugamos de mañana, y á las cinco ó seis leguas encontramoscon el Cacique Caullamantú: este venia costeando el Rio Quequen, y dijono haber encontrado novedad alguna. Costeamos dicho rio, y á cosa de lasdoce del dia lo pasamos con grandísimo trabajo por ser muy barrancoso, ycuanto mas internado al S
es mucho mas: sus aguas son dulces y buenas:es necesario buscar parage para pasarlo en donde haya alguna restinga depiedra, porque no siendo así, es pantanoso y es preciso pasarlo á nado.De aquí seguimos la marcha hasta un arroyo, que siguiendo el mismo rumbodel E está á distancia de seis leguas, y con motivo de parar en él, sele puso el nombre de Arroyo de San Martin. Esta misma tarde despachó elComandante dos partidas de indios, incluyendo en cada una tres hombresde los nuestros, la primera que diese vuelta á las Sierras del Tandil yVolcan, y la otra al S. Caminamos este dia 14 leguas, poco mas ó menos,y aunque este campo abunda de mucha bosta para hacer fuego por habermucha yeguada, pero se encontraba muy poco que guisar en él.
Dia 12. Habiendo caminado de mañana distancia de cinco leguas, llegamosá pasar un gran arroyo de mucha barranca y profunda: y siguiendo elmismo rumbo del E, llegamos á las doce del dia á un arroyo pequeño,donde paramos para que comiese la gente de lo que se habia cazado, ydescansase la caballada un poco. A las dos de la tarde seguimos laderrota, hasta enfrentar con la Sierra del Volcan, teniéndola á nuestroN muy distante, donde paramos en otro arroyo, á aguardar las partidasque se habian despachado.
Este dia se caminaron como 14 leguas: loscampos son muy abundantes de agua, por tener muchos arroyos que vienende las sierras, pero muy pobres de leña, pues no se encuentra mas quebosta.
Dia 13. Se marchó de mañana: se pasaron este dia cinco arroyos, no muydistantes unos de otros, y paramos á media tarde en los Cerrillos delVolcan, á la orilla de un arroyo hácia la costa del mar, á aguardar laspartidas: y á cosa de las cinco de la tarde, despachó el Comandante áNagualpan, hijo del cacique Lincon, con seis indios, á saber de laspartidas. Este dia se caminaron como 10 leguas.
Dia 14. Antes de romper la marcha, llegó un indio de la partida que tiróal S, con la noticia de haber encontrado unos caballos maneados, y á unmismo tiempo, previniéndonos nos fuesemos arrimando para la costa. Ypuesto en egecucion, marchamos por entre unos cerrillos que ocultaban lamarcha, pasando cuatro arroyos algo distantes unos de otros: al quintopasamos á cosa de la una ó dos de la tarde, y á poco rato, llegó PedroFunes con la noticia de haber visto animales de color y dos ginetes quelos arreaban, y que sin duda estaban allí los enemigos. Y preguntándoleel Comandante, ¿qué trecho habria desde donde estabamos acampados, ádonde congeturaba estaban los enemigos?—le respondió que de seis á ocholeguas. Con esta noticia, mandó dicho Comandante tomar caballos paramarchar, lo que se egecutó inmediatamente, pasando muchas quebradas,hasta que al tiempo de ponerse el sol, estando mudando caballos, llególa partida que habia tirado hácia el Tandil y Volcan, sin novedadalguna: y haciendo estos la misma diligencia, luego que concluyeronmandó dicho Comandante repartir entre los indios las divisas que paraeste fin llevaba, y así á cada indio de los de bolas se le dió una bandablanca de platilla para que pusiesen como turbante, y á los de lanza seles dió para que pusiesen en ellas como bandera, y de esta suerte fuesenconocidos de nosotros en la refriega. Concluida esta diligencia semarchó con grande órden y silencio, hasta que llegamos á donde estaba elresto de la partida que dió el aviso, y un indio de los del caciqueLincon avisó al Comandante haberlos bombeado, y á un mismo tiempo leavisaron del potrero en donde tenian dichos enemigos la yeguada: concuya noticia dió órden de dejar las caballadas en una quebrada que haciados sierras, y al cuidado de ella 16 hombres, mandando á aquellas mismashoras una partida de 40 indios con 10 soldados de armas de fuego, con laórden que esperasen el dia en el parage que les pareciese mas oculto éinmediato á la puerta de dicho potrero, para que luego que amaneciesesorprendiesen á aquellos indios que se consideraban estar en la puertade dicho potrero, como custodia, para que no saliesen de él dichasyeguas. Luego que marchó dicha partida, marchó tambien nuestra armadacon el resto de los demas indios á distancia de dos leguas, en donde sehizo alto esperando el dia para avanzar de madrugada por la banda del S.
Dia 15. A las tres de la mañana marchó nuestra armada, y á distancia delegua y media dimos con un grande estero ó bañado muy pantanoso, que nose podia romper con los caballos: y llegando á un arroyo que pasamos ánado, corrimos mas de una legua, y reconociendo que los indios ibanperdidos por una gran niebla que nos sobrevino esta mañana, volvimos ápasar dicho arroyo, caminando al SE, y habiendo salido el sol,atendiendo el Comandante que aquella partida que despachó la noche antesya habria llegado á la accion, y que oyendo los tiros era naturalpensasen los enemigos tenian á todo Buenos Aires sobre sí, y que coneste motivo tirasen á huir, dispuso en aquel pronto desparramar enpelotones indios y cristianos. Y con efecto de esta suerte se logró ellance, pues conforme iban huyendo, iban cayendo en las manos de losnuestros; pues fué tal el susto, que yendo un indio enemigo de huida, seencontró con Francisco Almiron, soldado de la compañia de D. JuanAntonio Hernandez, y preguntándole en su idioma, ¿qué á donde iban? lerespondió dicho indio, "voy de huida, porque nos han avanzado": á cuyarespuesta le enristró la lanza, arrojándole muerto del caballo abajo.Ultimamente, se penetraron todas aquellas breñas, y no hallándose masindios, se dió órden á que se uniese nuestra gente, porque los indiosamigos acudieron al pillage de los animales, que en mi juicio pasaban de4,000, entre yeguas y potros. Luego se dispuso el que contasen loscuerpos, y se hallaron 102: no se duda el que fuesen mas los muertos,pero como fué tanto el desparramo y los lugares tan escabrosos, no sepudo saber con exactitud esta diligencia. En esta refriega perdimos unhombre. A poco rato le trageron al Comandante dos indios que se tomaronvivos, y haciéndolos examinar por medio de los lenguaraces, declararonlo siguiente:
"Que el Flamenco se hallaba 5 ó 6 leguas distante de aquel parage, concinco toldos; que este habia bajado á Buenos Aires trayendo una cautiva,y lo que volvió á sus toldos envió recado á los indios Teguelches (ádentro), que engordasen la caballada, que dejaba engañados á loscristianos, y que actualmente se hallaban seis españoles en los toldosde dicho Flamenco, y entre ellos Diego Ortubia, haciendo trato conyerba, tabaco y aguardiente. Que la tarde antes á este avance llegarondos indios de chasque, enviados del cacique Guayquitipay, avisando á losya muertos, que nuestra armada habia marchado al rio Muyelec, enseguimiento de ellos, y que no hallándolos, tirabamos hácia la costa delmar: que eramos pocos, que se uniesen y nos acabasen, y que de los doschasques el uno habia muerto en la sorpresa. Que para que no entendieseneste enigma las cautivas que del cacique Lincon tenian dichosTeguelches, echaron la voz estos chasques que iban huyendo de dichoGuayquitipay, que los queria matar." Hasta aquí lo que declararon, yfueron pasados á cuchillo.
Asimismo se tomaron 11 indias cautivas con sus familias à dichosTeguelches; y el motivo de no haberse tomado mas, fué, porque comodichos indios no estaban de asiento, sino en el servicio de potrero,habian dejado sus familias al otro lado del Rio Colorado, y se tomarontambien 5 de las 11 que habian cautivado al cacique Lincon, à quien sele entregaron. No se pasó este dia á sorprender al dicho Flamenco, porhaberse huido 7 indios, y es natural fuesen à refugiarse á él, y con elaviso huyesen unos y otros; y por estar distante como 5 ó 6 leguas.Concluido lo dicho, nos retiramos á donde estaban nuestras caballadas, ydespues de haber comido la gente, y mudado caballos, caminamosatravesando toda la cerrillada, hasta salir de la banda del E de ella: ysiendo las cinco de la tarde paramos en una laguna muy grande.
Dia 16. Habiendo caminado de mañana, corriendo la sierra por la bandadel E, y siguiendo el rumbo del NE, à mediodia llegamos à parar en unarroyo. Pasada la Sierra del Volcan, y habiendo comido de lo que sehabia cazado, seguimos la marcha hasta las 6 de la tarde, y se acampóhasta el dia siguiente. Este campo tiene muchos arroyos, y en ellos haypescados. Desde el Volcan corre un grande estero ó bañado, caminandoretirado de dicha sierra como cuatro leguas al N: habiéndose hecho dejornada como 13 leguas.
Dia 17. Se rompió la marcha siguiendo el mismo rumbo: pasamos cuatroarroyos y paramos en el último, por ser el sol muy fuerte, y habernosllovido de mañana. De aquí se despacharon dos indios de Lepin, dechasques, con cartas del Comandante al teniente D. Francisco Macedo, quese hallaba en la Sierra del Cayrù, para que, siguiendo el arroyo dedicha sierra, se incorporase con nosotros. A cosa de las tres de latarde caminamos; y á las seis, con corta diferencia, hicimos alto,acampando en la costa de un arroyo, en que se pescaron muchos bagres. Secaminarian este dia 12 leguas, poco mas ó menos.
Dia 18. Marchamos de mañana, y llegamos á hacer mediodia en frente de laSierra del Tandil; y habiéndose comido, caminamos y llegamos à parar enuna laguna á la oracion; no hallando leña para cenar la gente, de lo quese habia cazado. Se caminaria este dia como 14 leguas, antes mas quemenos.
Dia 19. Caminamos de mañana, y llegamos despues de mediodia al Arroyo dela Tinta, cuyo arroyo es mediano: tendrà de ancho como 25 varas, nadanlos caballos en partes; tiene bancos ò saltos de piedra, sus aguas sonmuy cristalinas y dulces, mantiene mucho pescado, especialmente truchasen abundancia. Aquí acampamos (habiendo marchado cosa de 10 leguas) pordeterminar el Comandante echar una partida á correr el campo, por ver sise daba con la toldería del cacique Guayquitipay; y entre las cuatro ócinco de la tarde llegaron los dos indios que se habian despachado dechasque à D. Francisco Macedo, dándonos aviso de haberlos corrido dosindios armados, y que se habian escapado à uña de caballo, perdiendo loque llevaban por delante. Luego que el dicho Comandante tuvo estanoticia, mandó llamar los caciques y les dijo, que por ningun pretestocaminaria à parte alguna interin no se juntaba con su gente ycarretillas que tenia en el Cairú: y habiendo convenido dichos caciques,quedaron de acuerdo para egecutarlo así el dia siguiente.
Dia 20. A las cinco de la mañana, poco mas ó menos, se rompió la marchaenderezando à la sierra que llaman de Cuello, y sin parar en todo el diase marchò largo hasta llegar á ella, atravesàndola toda por una abra òquebrada que corre del E al O: è internados adentro hallamos cuatroindios de Lepin que el cacique Currel enviaba al capitan Lican, con lanoticia que el cacique Guayquitipay, en el tiempo que estuvimosinternados hácia el Rio Colorado, quiso sorprender las familias deLincon y demas caciques, convidando para este fin dicho Currel, quien nosolo se escusó sino que se separó del dicho Guayquitipay: y
¿quéhaciamos que no iba mas à acabarlo? Que yendo à sus toldos nos guiaria àlos del dicho Guayquitipay:—hasta aquí dichos chasques. Luego queparamos vino el cacique Lincon, y hablando con el Comandante le dijo,que un dia de camino habia à la Sierra del Cairú á donde estaba la gentey las carretillas, que no convenia el que pasasemos à dicha sierra,porque yendo sabria su gente y los demas la sorpresa que habiamos hechoà los Teguelches, y el avance que pretendiamos hacer á Guayquitipay, queno dudaba tendria este aviso: y así, que le daria un vaqueano, y queenviase la gente que quisiese, con órden que viniese el teniente Macedocon la que tenia el Cairú y carretillas. Y con efecto, habiéndose asíegecutado, esta misma tarde despachó el Comandante al alferez D.Gerónimo Gonzalez con 25 hombres para el referido efecto.
Dia 21. Nos mantuvimos en el propio parage aguardando la gente ycarretillas, habiendo tenido este dia una gran porcion de agua, truenosy viento, desde las once del dia hasta la oracion. La gente fué à caza yno halló sino algunos avestruces y huevos, aunque escasos, por cuyomotivo no lo pasaron muy bien.
Dia 22. A las nueve del dia llegó un indio, dando razon que venia lagente y carretillas, y que él se habia adelantado para dar esta noticiaal cacique Lincon, que no habia habido novedad en la toldería, y que elcacique Alcaluan conducia dos indios presos por parecerle ser espia delcacique Guayquitipay, y que nos traia el mismo Alcaluan ganado para lamanutencion. A la una de la tarde llegó la gente, carretillas, ganados èindios, pues vinieron 53 de refuerzo: asimismo vino el cacique Cadupanicon sus tres hijos, y habièndoseles dado à la tropa las recessuficientes, yerba y tabaco, quedó contenta, y los dos indios presos sepusieron debajo de guardia, con ánimo de que nos sirviesen de vaqueanos.Esta misma tarde concurrieron los caciques à manifestar al Comandantetodas las traiciones que dicho Cadupani y su hijo mayor habian usado,despues que este último se nos ocultó en el Rio de los Sauces paravolver à sus toldos, y el primero se volvió del Rio Quequen sin avisaral dicho Comandante: y que en vista de ellas era de parecer se lesquitase la vida à todos cuatro; à que respondiò el Comandante que demadrugada se haria esta diligencia.
Dia 23. Estando la gente formada para marchar, dió órden el Comandanteal Sargento Mayor, D. Pascual Martinez, que siguiese la marcha, y luegoque se traslomase á distancia de media legua, hiciese alto: y quedándoseel dicho Comandante con 12 hombres, el cacique Lepin y Lincon,habièndoles dado la órden á estos de lo que habian de egecutar, viendoya que era hora, sacando un pañuelo blanco del bolsillo, que era laseña, acometieron á dichos indios y los mataron. Y llegando elComandante con los dichos 12 hombres, donde lo esperaba la armada, mandójuntar á todos los demas caciques, manifestàndoles el hecho, y porque; yque esto mismo dijesen à sus indios, que mientras fuesen leales no seles castigaria: y todos respondieron que estaba bien hecho, que aquellosenemigos tenian menos. Y siguiendo nuestra marcha al N, paramos á laorilla de una laguna, como á las cinco y media de la tarde, habiéndosecaminado este dia como 12 leguas.
Dia 24. Habiendo caminado de mañana con la pension del campo malo, porser todo esteral y bañado con bastante agua, à las doce del dia paramospara que comiese la gente, y à las dos de la tarde comenzamos à seguirnuestra marcha, habiéndose levantado à estas horas una gran tormenta detruenos, relàmpagos y agua, que nos duró toda la tarde, y nos obligó àparar como à las cinco, buscando un albardon, porque todo el campoestaba anegado, por cuya causa nos mantuvimos à caballo. Se caminaroncomo 11 leguas habiéndose perdido la sierra de vista á mediodia.
Dia 25. Nos amaneciò lloviendo, pues nos duró el temporal 24 horas, enlas que nos mantuvimos siempre á caballo, y nos hallamos todos metidosentre el agua: y habiéndose serenado como á las tres de la tarde, fuépreciso hacer con el barro como unos altos para hacer fuego, para deeste modo poder la gente chamuscar un poco de carne, que con algunascharcadas, aunque escasas, favorecidos del sebo de las reses, se pudoconseguir que tomasemos algun sustento.
Dia 26. Se marchò de mañana, y saliendo à un albardon aquí paramos,dando órden el Comandante se despachase una partida: y con efecto sedespacharon cinco indios y siete españoles llevando uno de los indiospresos que sirviese de vaqueano, y habiéndola perdido de vista continuóla marcha, comenzándonos à llover hasta la tarde. De la vanguardiadivisaron un ginete que iba costeando un arroyo, al que corrieron mas dedos leguas, y habiéndolo tomado lo condujeron al Comandante, ypreguntándole de que toldería era, respondiò que de la de Currel, quevenia de potrear de las islas, que habia tres meses que faltaba dedichos toldos, y tres dias que los buscaba sin poder dar con ellos; quesus compañeros se habian quedado atras, y que alli cerca tenia suscaballos: y mandàndolos buscar, se hallaron, y nuestros indios dijeronlo conocian que no era indio de sospecha, y siendo ya tarde y estartodos mojados, buscamos un albardon para pasar la noche. En esteintermedio llegò un indio de los de la partida, con la noticia que elindio preso habia reconocido donde nos hallabamos: que estabamos cerca;que por la mañana, en almorzando la gente y secàndose, caminàsemos àdonde ellos estaban. Este dia se andarian como 9 leguas.
Dia 27. Muy de madrugada se levantò el Comandante, y puesto à caballoencargò generalmente á todos, que esa mañana asasen carne y llevasenfiambre, en la inteligencia que no se habia de hacer fuego hasta nosorprender al cacique Guayquitipay y los suyos. Con esta advertenciamarchamos entre ocho ó nueve del dia, con grandìsimo trabajo, por lamucha agua y esteros que no se puede ponderar: y á las dos de la tardellegamos donde nos esperaba la partida, la que nos dió notica de habervisto algunos animales vacunos, por cuya causa nos paramos hasta lascuatro de la tarde que seguimos. Habiendo salido à una loma, hicimosalto, despachando tres indios que fuesen con gran cuidado á bombear, ytrajesen noticia cierta, en cuyo intermedio se dió órden de mudarcaballo y estar prontos para lo que se ofreciese. Este dia se caminaríacomo 8 leguas.
Dia 28. Llegaron los tres indios de madrugada, diciendo habian bombeadoesa noche los toldos, pero que les parecia no eran los de Quayquitipaysino los de Currel: que eran sus parciales, que no se les debia hacerdaño alguno. Con cuyo motivo se determinò mantenernos en el propio lugarpor no ser sentidos, no permitiendo se hiciese fuego en lugar alguno, yque á la noche caminariamos y cercariamos los toldos á fin de que no seescapase alguno, y de ellos se sacarian vaqueanos para que noscondujesen à los toldos de Quayquitipay, para cuya empresa sedespacharon dos partidas, y que estas estuviesen con bastante cuidado ynos aguardasen hasta que llegasemos. A las cuatro de la tarde llegó lapartida de tres indios, que conducia un indio preso de nacion Teguelche,y siendo examinado por medio de intérpretes dijo: que Guayquitipay lohabia enviado á recoger el ganado que con el temporal se les habiadesparramado: que los toldos del dicho Guayquitipay estaban inmediatos:que eran 25, y 15 del cacique Alequete, pero que estos estaban un pocodistantes, y que el cacique Currel se habia separado. Con esta noticiamandó el Comandante nos pusiesemos en marcha siendo las seis de de latarde, y à la oracion llegamos á un arroyo en el que se mudó caballos, ypasándolo á nado, se dejó à sus orillas las caballadas y carretillas alcuidado de 20 hombres, marchando nosotros el resto de la noche hastaponernos inmediatos á dicha toldería, llevando al indio Teguelche congran custodia. Luego que este dijo que estabamos muy cerca, despachó elComandante dos indios del cacique Lincon, à satisfacerse si estaban ó nólos toldos, y viniendo con la noticia que era cierto, y que los indiosestaban durmiendo, mandó dicho Comandante sacasen retirado al indioTeguelche y le quitasen la vida. En este rato de dia con el resto de lanoche, se caminarian de 6 á 7 leguas.
Dia 29. Luego que nos dispusimos à marchar para hacer el cerco ysorprender la toldería dicha, al mandarlo poner en ejecucion elComandante, se llegaron á él los caciques amigos y le suplicaron nodiese órden de hacer fuego à nuestra gente, despues de cercados lostoldos, hasta que ellos avisasen, porque querian sacar muchos parientesy amigos que estaban en dichos toldos. Y habiendo marchado ya queaclaraba, picando los caballos, teniendo la gente en órden y avistandolos toldos, fuimos de improviso y los cercamos en forma de media luna,llevando al costado izquierdo, hácia la parte del N, los indios amigos,y al costado derecho nuestra gente de lanza, y en el centro las armas defuego divididas en cinco mangas de á 10 cada una: mandada la primera porD. José Bagué, la segunda por D. Juan Antonio Hernandez, la tercera porD.
Gerónimo Gonzalez, la cuarta por D. Domingo Lorenzo y la quinta porD. Felipe Guelves: pero fué tal el susto que dichos cercados recibieron,que totalmente no sabian lo que se hacian, pues solo el cacique semostrò en esta ocacion guapo como un Bernardo. Finalmente muriò este,con todos los demas que los indios amigos dijeron no ser sus parciales.Este dia se hubieran muerto sobre 150 indios si no les hubieran servidode asilo los caciques amigos; pero quedó enteramente destrozada estatoldería y nuestros parciales llenos de despojos y de aquellas familiasde los muertos, en que no quiso tener parte nuestro Comandante, nininguno de los nuestros á fin de no disgustar à dichos indios amigos.Luego que se concluyò, se dió órden á la gente se retirasen à descansary comer, pues habia 24 horas que no comian, mandando al mismo tiempodicho Comandante se trajesen las caballadas y carretillas que estabandistantes como cuatro leguas.
Entre 11 y 12 del dia llegò un indioladino, llamado José, de la parcialidad del cacique Lincon, herido,quejàndose al Comandante, que yèndose à pasear á unos toldos inmediatoslo hiriò un indio amigo del cacique muerto, con cuyo motivo mandó dichoComandante un recado al cacique Lincon, pidiéndole 30
indios armados,los que inmediatamente estuvieron prontos, y haciendo montar 40 hombresde los nuestros, marchamos á aquellas horas en seguimiento de dichosindios, y yéndolos corriendo à distancia de una legua se nos cayó muertorepentinamente del caballo el alferez D. Gerónimo Gonzalez, y habièndoleavisado al Comandante, volviò atras, y preguntando que habia sucedido,le respondieron—no es nada: y volviendo à alcanzar su gente, luego quese incorporò con nosotros, mandó se detuviese la que iba adelante perosin dejar de correr. Y á poco trecho se alcanzaron tres indios y unachina, y matándolos se les quitò la caballada, así à estos como à losdemas que iban huyendo, de la que se aprovechó nuestra gente: con lo quenos retiramos á nuestro campamento, y unidos marchamos hasta aquelarroyo en donde la noche antes habiamos dejado las caballadas ycarretillas, y en donde acampamos hasta el otro dia.
Dia 30. Caminamos, y todos los indios con nosotros, pasando unosgrandes esteros muy pantanosos; y á las cinco de la tarde, habiendosalido à un albardon y caminado todo el dia, paramos para hacer aquínoche, y habiendo concurrido todos los caciques amigos, se despidierondel Comandante y demas oficialidad, dicièndonos pretendian retirarse alotro dia de mañana para sus toldos. Lo que oido por el dicho Comandante,les hizo un razonamiento para que condujesen los rehenes ofrecidos enlas paces, por el mes de Mayo cuando bajasen á nuestra frontera: lo queofrecieron harian con gran gusto.
Dia 1.º de Diciembre. Caminamos al rumbo del N muy de mañana, y todoslos caciques en vuelta de sus toldos, y llegando nuestra armada à lastres de la tarde al Rio Dulce, fué preciso pasar la gente à nado porestar muy crecido: en cuyo transporte se hubieron de ahogar 3 hombres, àno haberseles acudido inmediatamente à favorecerlos: los que se pudieronlibertar, aunque con bastante trabajo. Se dispusieron de algunos cuerospelotas para pasar los cañoncitos, pertrechos y demas equipages,habiendo acaecido el haberse ido á fondo en medio de dicho rio unapelota con siete armas y ropa de la gente de la compañia del Salto, laque no se pudo sacar por ser ya de noche y estar la gente rendida denadar, y se dejó para el dia venidero.
Dia 2. De mañana se hizo buscar la pelota, y se consiguió el hallaria ysacar todo lo que en ella habia, à excepcion de dos pistolas que no sepudieron hallar. Desde este