es
bien
que
trate
De
buscar
medicina
ni
consejo,
Como
cisne
me
quejo.
Fiero
amor
inhumano,
Mi
hermano
adoro
y
quiero,
Por
imposibles
muero.
ABIND.
¡Jarifa!
JARIFA.
¡Abindarráez!
ABIND.
¡Hermana!
JARIFA.
¡Hermano!
ABIND.
Dame
esos
brazos
dichosos.
JARIFA.
Dadme
vos
los
vuestros
caros.
ABIND.
¡Ay,
ojos
bellos
y
claros!
JARIFA.
¡Ay,
ojos
claros
y
hermosos!
ABIND.
¡Ay,
divina
hermana
mía!
JARIFA.
¡Ay,
hermano
mío
gallardo!
ABIND.
¡Qué
nieve
cuando
más
ardo!
JARIFA.
¡Qué
fuego
entre
nieve
fría!
ABIND.
¿Qué
esperas,
tiempo
inhumano?
JARIFA.
Tiempo
inhumano,
¿qué
esperas?
ABIND.
¡Ah,
si
mi
hermana
no
fueras!
JARIFA.
¡Ah,
si
no
fueras
mi
hermano!
ABIND.Señora,
¿de
qué
sabéis
Que
hermanos
somos
los
dos?
JARIFA.
De
lo
que
yo
os
quiero
a
vos,
Y
vos
a
mí
me
queréis.
Todos
nos
llaman
ansí,
Y
nuestros
padres
también;
Que,
a
no
serlo,
no
era
bien
Dejarnos
juntos
aquí.
ABIND.
Si
ese
bien,
señora
mía,
Por
no
serlo
he
de
perder,
Vuestro
hermano
quiero
ser,
Y
gozaros
noche
y
día.
JARIFA.
Pues
tú,
¿qué
bien
pierdes,
di,
Por
ser
hermanos
los
dos?
ABIND.
A
mí
me
pierdo
y
a
vos:
Ved
si
es
poco
a
vos
y
a
mí.
JARIFA.
Pues
a
mí
me
parecía
Que
a
nuestros
amores
llanos
Obligaba
el
ser
hermanos,
Y
que
otra
causa
no
había.
ABIND.
Sola
esa
rara
hermosura
A
mí
me
pudo
obligar,
Ese
ingenio
singular
Y
esa
celestial
blandura,
Esos
ojos,
luz
del
día,
Esa
boca
y
esas
manos;
Porque
esto
de
ser
hermanos,
Antes
me
ofende
y
resfría.
JARIFA.
No
es
justo
que
en
el
amor,
Abindarráez,
tan
justo
De
hermanos,
halles
disgusto,
Siendo
el
más
limpio
y
mejor.
Amor
que
celos
no
sabe,
Amor
que
pena
no
tiene,
A
mayor
perfeción
viene,
Y
a
ser
más
dulce
y
suave.
Quiéreme
bien
como
hermano:
No
te
aflijas
ni
desueles,
Sigue
el
camino
que
sueles,
Verdadero,
cierto
y
llano;
Que
amor
que
no
tiene
al
fin
Otro
fin
en
que
parar,
Es
el
más
perfeto
amar;
Que
al
fin
es
amar
sin
fin.
ABIND.
¡Ah,
hermana!
Pluguiera
a
Alá
Que
vuestro
hermano
no
fuera,
Y
que
este
amor
fin
tuviera,
Que
el
de
mi
vida
será,
Y
que
celos
y
querellas
Tuviera
más
que
llorar
Que
arenas
tiene
la
mar
Y
que
tiene
el
cielo
estrellas.
Por
bienes
que
son
tan
raros
Era
poco
un
mal
eterno;
Que
penas,
las
del
infierno
Eran
pocas
por
gozaros.
Mas,
pues
vuestro
hermano
fuí,
No
despreciéis
mi
deseo.
JARIFA.
Antes
le
estimo,
y
te
creo.
ABIND.
¿Pediréte
algo?
JARIFA.
Sí.
ABIND.
¿Sí?
JARIFA.
Sí,
pues.
ABIND.
¿Qué
te
pediré?
JARIFA.
Lo
que
te
diere
más
gusto:
Todo
entre
hermanos
es
justo.
ABIND.
No
fué
justo,
pues
que
fué.
Ahora
bien:
dame
una
mano,
Y
pondréla
entré
estas
dos,
Por
ver
si
así
quiere
Dios
Que
sepa
que
soy
tu
hermano.
JARIFA.
¿Aprietas?
ABIND.
Doyla
tormento
Por
que
diga
la
verdad;
Que
es
juez
mi
voluntad
Y
potro
mi
pensamiento.
Con
los
diez
dedos
te
aprieto,
Cordeles
de
mi
rigor,
Siendo
verdugo
el
amor,
Que
es
riguroso
en
efeto,
Pues
agua
no
ha
de
faltar,[10]
Que
bien
la
darán
mis
ojos;
Di
verdad
a
mis
enojos.
JARIFA.
Paso,
que
es
mucho
apretar;
Que
no
lo
sé,
por
tu
vida.
ABIND.
Yo
no
lo
pregunto
a
ti.
JARIFA.
¿Ha
de
hablar
la
mano?
ABIND.
Sí.
Bien
podéis,
mano
querida.
Pero
mi
pregunta
es
vana
Y
ella
calla
en
el
tormento.
A
lo
menos,
en
el
tiento
No
sabe
a
mano
de
hermana.
¿Que
al
fin
lengua
te
faltó?
Dime,
blanca,
hermosa
mano:
¿Soy
su
hermano?
Digo
hermano,
Y
responde
el
eco,
no.
Testigos
quiero
tomar.
JARIFA.
¿Qué
testigos?
ABIND.
Esos
ojos,
A
quien
por
justos
despojos
Mil
almas