Descripción Geografica, Histórica y Estadística de Bolivia -Tomo 1 by Alcides de Orbigny - HTML preview

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, en la orilladel Mamoré, como doce leguas mas abajo de Loreto, edificando una iglesiade tres naves, larga de sesenta varas y adornada con esculturas. En 1689fundaron tambien sobre las llanuras de la otra parte del Mamoré, catorceleguas al oeste de Trinidad, la mision de San Ignacio de los Punuanas,poblada por los belicosos

Canacurees

. Refiere el Padre Eguiluz que eldia de la inauguracion de su iglesia precedian á la procesion mas decien

bailarines

, revestidos con los disfraces usados en el Perú paratales ceremonias. Tan grande era la solicitud con que trabajaban losindios, que todo se levantaba, como por encanto, en las nuevos pueblosformados por tribus que hablaban diferentes dialectos.

[Nota 1:

Arte de la lengua moxa

, etc., impreso en Lima (1701).]

Poco mas ó ménos hácia esta época (1688) los PP. Antonio Orellana y Joséde Vega emprendieron una peregrinacion por órden del Superior de lahermandad, subiendo por el pais de los Yuracarees, desde Moxos hastaCochabamba. En esta espedicion lograron pacificar á los Casaveones

y áotros pueblos que hablaban el idioma moxo, y aun penetraron hasta elvalle del Beni, llegando á la nacion de los

Morohionos

.

Llevando adelante sus trabajos con toda perseverancia, fundaron en1689, al oeste del Mamoré, entre la embocadura de los rios Tijamuchi yAperé y como ocho leguas al norte de Trinidad, la cuarta mision bajo elnombre de

San Francisco Xavier

, en la que construyeron al rededor deuna plaza, como siempre acostumbran hacerlo, una hermosa iglesia, unacasa para ellos, y habitaciones cómodas para los indígenas. Tambienfundaron en el mismo año, al pié de la cordillera, con los

Maharenos

y

Churimas

, tribus de Moxos, la mision de San José; que colocada sobrelas llanuras del nordeste, á diez y seis leguas de San Ignacio y como ásetenta de Cochabamba, lindaba por el norte con las naciones salvages de

Gumapalca

y

Tocomanes

.

En 1691, el gobernador y capitan general de la provincia de Santa-Cruzde la Sierra, don Benito Rivera y Quiroga, visitando los nacientescantones para dar cuenta al Virey de Lima de los trabajos de los nuevosvasallos, halló, en las cinco misiones creadas, el número siguiente dehabitantes: En Loreto, 3,822

En Trinidad, 2,253

En San Ignacio, 3,014

En San Xavier, 2,361

En San José. 2,036

Total. 13,486

Con un celo digno de toda alabanza prosiguieron los Jesuitas en suconquista espiritual, y fundaron en 1693, bajo el nombre de

San-Francisco de Borja

, la sesta mision, compuesta de mas de tres milindios de la nacion churimana

y de los

Moporoaboconos

que hablabanun dialecto distinto del moxo. El pueblo fué edificado sobre las riberasdel rio Maniqui, como doce leguas al norte de San-José, é inmediato álas últimas faldas de la cordillera.

El Padre Cipriano Baracé emprendió, en el mismo año, un viage por lasllanuras del este y del sudeste hasta una distancia de sesenta leguas,llegando á visitar á los

Guarayos

que hablan el idioma guaraní[1], y álos

Tapacuras

y pacíficos

Baures

; mas no pudo hacer otro tanto conlos

Yaguehuares

, nacion de un carácter feroz. Encontró este Jesuita,segun lo dice él mismo en su relacion, sesenta y seis poblaciones deGuarayos, cincuenta y dos de Tapacuras, sesenta y cinco de Baures; esdecir, el total de ciento noventa y tres[2]. Hizo despues, por elespacio de dos años, muchos viajes consecutivos á este pais, y adquirióla certeza de que existian al este las tribus de los Toros, Chumacacas

y

Pudayares

, y al norte los

Fundibularios

.

[Nota 1: Véase en la provincia de Chiquitos lo que se dice de la tribude los Guarayos

.]

[Nota 2: Número probablemente exagerado, á ménos que no se hayaconsiderado cada familia como una aldea.]

En 1693, el Padre Agustin Zapata salió de San-Xavier para ir tambien ádescubrir otras naciones salvages; y encaminándose veinticinco leguas alnorte de esta mision, por los lugares que habitaban los antropófagos

Canicianas

(hoy en dia Canichanas), visitó cuarenta y ocho aldeas, ylos caciques de otras muchas (pues componian setenta y dos poblaciones,del total de cinco mil almas poco mas ó ménos) vinieron á su encuentro.El Padre Zapata les hizo varios presentes, aconsejándoles que cambiasensu manera de vivir; y habiendo sabido que tenian mas al norte unosenemigos llamados Cayuvavas, continuó su marcha hácia esta parte, yencontró mas de dos mil indígenas distribuidos en siete poblaciones,cuyo cacique, llamado Paytiti, se hácia notar por su mucha y muy crecidabarba. Volviendo por el norueste, halló á los Duevicumas

, los

Curuguanas

y los

Caridionos

que consintieron en reunirse para formaruna mision. Al siguiente año se dirigió por las llanuras del norte ávisitar las naciones de los

Cayapimas, Suruguanas, Parinas, Barisinas,Marochinas

y

Carivinas

, que componiendo un total de siete mil almas,convinieron en hacerse cristianos. En 1695 partió nuevamente y conoció álos Canichanas, que se habian reunido, formando un pueblo bastantegrande, para llamar la atencion de los Padres jesuitas, con cuyo auxiliodeseaban instruirse en la doctrina cristiana y recibir el bautismo, loque no se pudo llevar á cabo desde luego, por falta de religiosos.Pasando mas adelante, nos dice haber visto pueblos bien edificados, ytemplos donde se adoraban ídolos vestidos de plumas.

El Padre Juan de Espejo salió de la mision de San José en 1694 para ir ávisitar las naciones de los Correcomeros

y

Chucupupeonos

, enemigosmortales de los Moxos, y logró con dádivas ser bien recibido.

Finalmente, en 1696 se contaban ya, en la nacion de Moxos, segun eldecir del Padre Eguiluz, diez y nueve mil setecientos ochenta y nueveindios cristianos. Cuando se considera que desde el año de 1674, nohabian penetrado en la provincia sino

veintitres

Jesuitas, no se puedeménos de admirar el resultado á que habian llegado, en el cortísimotiempo de veintidos años, cambiando totalmente el aspecto del pais yreformando los usos y costumbres de unos hombres enteramente salvages.

Veíanse combinados en esta conquista espiritual dos elementos deprosperidad: el hierro, que por vez primera se ponia en manos de losindígenas, y que llegó á ser la moneda corriente con que se ganaba á loshombres; y esa dulzura, esa paciencia con que se portaban losmisioneros, á quienes sus variados conocimientos le permitian hacer almismo tiempo, de médicos, de cirujanos y de enfermeros, curandoindisposiciones y dolencias mortales como la disentería, etc. Era puesmuy justo que se grangeasen mas y mas la gratitud y buena voluntad delos indios, que deseaban con ansia convertirse al cristianismo paragozar, como se les prometía, de mayores ventajas que las conocidas. Porotra parte, no habia trabajos manuales, por penosos que fuesen, á losque no se entregasen estos Jesuitas con la mas noble solicitud á fin deinstruir á los naturales, ejerciendo en sus misiones los oficios, dearquitecto, de albañil, de carpintero, de pintor, de tornero, deherrero, de cerragero, de sastre, de zapatero, y finalmente, laprofesion de todas las artes mecánicas.

Entre tanto, hablan ya logrado su primero y mas esencial objeto, que eramodificar las costumbres y cimentar la buena moral. La poligamia habladejado de existir entre los indígenas, que temian el enojo de Dios: lainfinidad de supersticiones de su estado salvage, así como las bárbarascostumbres que á ellas se ligaban, habian tambien desaparecidocompletamente. Ya no se exedian en el uso de las bebidas espirituosas; yobservando religiosamente casi todas las reglas de conducta que losPadres les dictaban, hasta habian llegado á no desear los bienes agenos.

Habiendo sido en el estado salvage fanáticos y crueles en el mas altogrado para guardar la observancia de sus creencias supersticiosas, nopudieron abrazar la religion católica, sin dejarse llevar de igualexageracion; por lo que fué muy fácil sujetarlos á todas la reglas delcristianismo. Los indios que aun no estaban bautizados de dirigian entumulto á oir los sermones diarios de los misioneros; y los que ya loestaban, asistian puntualmente á la misa en los dias de fiesta, y algunavez en los ordinarios, particularmente los sábados para cantar y rezaren coro mañana y tarde, ya en español, ya en moxo. Puede decirse empero,á este respecto, que los Jesuitas dejaron ir muy léjos á los fanáticosMoxos, sometiéndolos á ese régimen severo, reservado únicamente para elclaustro. Un inmenso espacio de tiempo era empleado por estos indios enlos ejercicios de iglesia, comulgaban á menudo, y por la mas mínimafalta religiosa se les azotaba á ruego de ellos mismos como porcualquier delito ordinario[1]. El Padre Eguiluz, hablando de la semanasanta, dice que todos los individuos, sin distincion de edad, seconfesaban y comulgaban. El viérnes santo, miéntras duraba el sermon dela pasion, dábanse todos «muchas bofetadas y golpes de pechos …»«Luego se ordena la procesion por la plaza, y calles principales,llevando en unas andas la imágen de bulto de Cristo crucificado, y enotras la de la Santísima Virgen, con mas de doscientas luces, en unsilencio y compostura tan grande que no se oye una palabra, sinó losazotes de un crecido número de penitentes de sangre, arrastrando sogas ypalos pesados, y otros vestidos de nazareno, con cruces á los hombros,cantando los coros de músicos el miserere …» «Varios coros en laiglesia cantan lamentaciones, mientras duran las penitencias ypenitentes que van pasando delante del monumento, haciendo reverencia ymas recia disciplina á vista de la imágen de Cristo crucificado[2].»Cuando sobrevenía una peste, inmediatamente se rezaba una novena,acompañada de ayunos y otras penitencias; entónces;—«cada noche hayplática y acto de contricion, y se van siguiendo las parcialidades áhacer disciplina, y si algunos por viejos, ó por la novedad delejercicio, su dan con poca fuerza, se enojan los oyentes, y le riñen queapriete la mano[3].» Así pues, segun el estado de exageracion religiosade la España en aquella época, los Jesuitas á mas de los principios desana moral y de la religion católica, impusieron á los fanáticos Moxosesos castigos corporales, que los ultrajaban, quitándole no poco á sudignidad de hombres.

[Nota 1: Cuando delinquian los indios en lo mas mínimo, ellos mismospedian el castigo. Se les ponia en el cepo, y recibian sobre el cuerpodesnudo un número de azotes proporcionado al delito.]

[Nota 2:

Relacion de la mision apostólica de los Moxos

(pág. 62),impresa en 1696.]

[Nota 3:

Id.

, pág. 63.]

No dejaron entre tanto los Padres jesuitas, desde el mencionado año de1696, de llevar adelante sus conquistas; y aprovechando de la fama, yamuy divulgada, del bien estar de que disfrutaban los Moxos cristianos,formaron sucesivamente, San-Pedro con los

Canichanas

; Santa-Ana conlos

Moximas

; Exaltacion con los

Cayuvavas

; San-Joaquin, Concepcion,San-Simon y San-Martin con los

Baures

y sus tribus; finalmente,Magdalena con los

Itonamas

. Parece, sin embargo, que la conversion deestas naciones salvages no se efectuó sin que costase la vida á algunosreligiosos[1]; pero esto nunca hizo flaquear la constancia de losJesuitas, que persistieron en su propósito hasta someter la provinciaentera.

[Nota 1: El P. Cipriano Baracé fué muerto por los Baures en 1702.(

Choix de lettres édifiantes

, t. VII, pág. 322.)]

En 1742, los aventureros portugueses de San-Pablo, que ocupaban laprovincia de Mato-Groso, hicieron su primera espedicion bajando el rioIténes ó Guaporé. Entónces, fué cuando Manuel de Lima, acompañado decinco indios, tres mulatos y un negro, bajó en una canoa por los riosGuaporé, Mamoré, Madeira y Marañon hasta el pueblo de Para[1].

[Nota 1:

Corografía brasilica

, t. I, pág. 259.]

Poco mas ó ménos hácia la misma época, calculando los Jesuitas laimportancia de la navegacion de los rios, habian establecido la misionde San-Simon, muy inmediata al Guaporé; y mas tarde, en 1743, la deSanta-Rosa, en el mismo sitio donde se encuentra hoy en dia el Fuerte deBeira perteneciente á los Brasileros, es decir, sobre la ribera derechadel rio Iténes; pero celosos los Portugueses de semejante empresa,espulsaron en 1752 á los Jesuitas[2], so pretesto de que estos lesimpedian el paso sobre sus propias posesiones; y don Antonio Rolin, paraapoderarse definitivamente del dominio del rio, mandó construir lafortaleza que allí se ve actualmente.

[Nota 2:

Corografía brasilica

, t. I, págs. 259 y 262.]

Despues de todo esto, el primer cuidado de los religiosos fué consolidarla existencia de sus misiones, introduciendo todas las mejoras posibles:con este fin, trageron de Santa-Cruz numerosos ganados; estimularon álos habitantes á los trabajos de labranza; perfeccionaron el tegido, yaen práctica entre los Baures; enseñaron toda clase de oficios manuales;y multiplicaron las ceremonias religiosas como para dar con ellas unintervalo de agradable reposo á los trabajadores. Enseñáronles la músicay á tocar todos los instrumentos europeos, sacando tambien algun partidode los usados en el pais ántes de su llegada. Crearon muchos empleospara premiar con la concesion de ellos, tanto la buena conducta, comolos adelantos industriales. Bien pronto, los inmensos campos decacahuales dieron abundantísimas cosechas, los varios talleresprodujeron tegidos y otros objetos de fabricacion, que llevados áSanta-Cruz, y luego al Perú, daban en retorno de mercancias, losuficiente para abastecer á la provincia. Cada iglesia llegó á ser untemplo suntuoso, lleno de ornamentos, de estatuas, y sobre todo denumerosas chapas de oro y plata. Casas de un piso alto brindaban á losreligiosos cómodo alojamiento, al mismo tiempo que servian de espaciosostalleres para los artesanos: las viviendas de los naturales, colocadasen hilera alrededor de una plaza, estaban dispuestas del mejor modoposible para la ventilacion. Por último, en los cincuenta añostrascurridos desde la entrada de los Jesuitas, las diversas nacionessalvages que ocupaban el territorio de Moxos, llegaron á formar quincemisiones ó grandes pueblos, en donde florecian la industria agrícola yfabril.

Es menester por tanto que la administracion de los Jesuitas en laprovincia de Moxos, cuyas misiones dependian del Perú, haya sido tanprogresiva como en Chiquitos que dependía del Paraguay. Desde luego nose consiguió como se deseaba generalizar en ella un solo idioma. Estaprovincia tenia, lo mismo que la de Chiquitos, un superior subordinadoal colegio de Cochabamba ó de Charcas, y cada una de sus misiones, dosreligiosos, encargado el uno del gobierno espiritual, y el otro de laadministracion y de los talleres. Empero, léjos de gozar todos losindígenas de igualdad de privilegios, como sucedia en Chiquitos, estabandivididos en dos clases hereditarias; las familias,

compuestas deartesanos de todo oficio; y los soldados, encargados de las faenasordinarias; clase denominada

el pueblo

y considerada como inferior ála primera. Esta distincion hereditaria, que escluia de los adelantos yempleos de primer órden á una parte de la nacion, debia sernecesariamente un obstáculo para la marcha progresiva de la civilizaciony de la industria.

El órden de las atribuciones respectivas del mando entre los indígenasde cada mision, comparativamente á lo que digo de Chiquitos[1], era comosigue.

[Nota 1: Véase la descripcion de esta provincia.]

El

cacique

, gefe de la mision, recibia de los Jesuitas instruccionesinmediatas relativamente á todos los ramos de la administracion, y teniabajos sus órdenes, para hacer sus veces, un alferes

y dos

tenientes.

Ademas de estos empleados, habia dos

alcaldes de familia

y dosalcaldes del pueblo, dependientes tambien del cacique. Estos ochomagistrados componian el cabildo

y se distinguian por el baston conpuño de plata que llevaban.

La

familia

se componia, en cada ramo de industria, de un mayordomo yde su segundo, quienes ocupaban, lo mismo que en Chiquitos, los lugaresinmediatos al del maestro de capilla y del sacristan mayor.

Habiamayordomos de los oficios de pintor, de carpintero, de tegedor, detornero, de herrero, de platero, de zapatero, etc.

El

pueblo

se dividia en

parcialidades

, cada una de las cuales estabasubordinada á un capitan y su segundo. Estos capitanes eran loscomandantes de las embarcaciones, y dirigian en las espediciones á lossoldados ó remeros. Habia luego varios otros cargos, como el de

alcaldede estancia

, individuo comisionado para cuidar las haciendas y atenderá la cria de ganados; y el de fiscal

, título que se daba al ejecutorde las sentencias dictadas en los juicios. Todos estos empleadossubalternos llevaban en señal de distincion una vara negra, y en lasgrandes festividades religiosas marchaban entre las corporaciones del

colegio

.

Si se ha de juzgar del estado de industria de Moxos, por lo que aunqueda de ella á pesar de los atrasos debidos á la ignorancia y á lanegligencia de los curas y administradores que se han sucedido desde laexpulsion de los Jesuitas, se vé que á mediados del siglo anterior, nodebió quedarse muy atras en sus progresos esta provincia entre losdemas pueblos hispano-americanos. Fabricábanse en ella tegidos finos detodas clases y diversidad de otros objetos. La comunidad proveia devestuario á todos los indígenas; y tanto los hombres como las mugeresllevaban el

tipoi

de algodon: ámbos sexos tenian la costumbre dedejarse crecer la cabellera. Para el trabajo en comun, sea en loscampos, sea en los talleres, todo se hallaba arreglado á la manera queen Chiquitos: era permitido entretanto á cada indio el labrar por sucuenta un campo particular.

Las horas de devocion se sucedian mas á menudo que en la citadaprovincia; y como ya se dijo, las penitencias corporales iban de par conel fanatismo; de lo que se infiere que los Jesuitas debieron ser muchomas rígidos para las prácticas religiosas en sus misiones de Moxos.Tambien es verdad que los naturales, estremadamente supersticiosos, seprestaban á ello, como sucede hoy en dia, con una especie de entusiasmoque rayaba en frenesí. Acostumbrados á martirizarse en los ejercicios desu culto primitivo, nada tenia de estraño que al convertirse alcristianismo hubiesen conservado el mismo fervor, y sobre todo la mismainsensibilidad física. El hombre que en su estado salvage no trepidabaen sacrificar su muger y sus hijos á necias supersticiones, y ensometerse espontáneamente á todos los sufrimientos, no podia tenerciertamente el menor escrúpulo en hacerles aplicar por el fiscal, á lamas leve falta, azotes ó otro género de correccion, y en hacersecastigar él mismo toda vez que creia haber ofendido á la divinidad. Porlo demás, parecerá ménos sorprendente semejante fanatismo, si seconsidera el estado de aquellos tiempos, en que la inquisicion dominabaen España, y en que los actos esteriores, muy al contrario de lo quesucede actualmente, eran todo en materias de religion[1].

[Nota 1: Aun se ven hoy en dia, en el palacio de la Favorita, cerca deBáden, los instrumentos de suplicio que durante la semana santa seaplicaba voluntariamente la favorita.]

La comunidad suministraba tambien la manutencion á los indios,distribuyendo cada quince dias una racion de carne: cada mision sehallaba provista de los utensilios necesarios para toda clase detrabajos. La buena memoria que los Moxeños han dejado del tiempo de losJesuitas, entre sus descendientes, nos hace ver que se reputaban por muyfelices á pesar de la estrecha dependencia en que vivieron. Los actualesmoradores, que conservan religiosamente la tradicion de aquel entónces,suspiran por una existencia que no han conocido, mas venturosa que lapresente, y agena sobre todos de las tristes inquietudes del porvenir.

En el año de 1767, la provincia de Moxos se encontraba en el estado masfloreciente con respecto á su industria y á sus monumentos. Susproductos anuales ascendian á la suma de sesenta mil pesos poco mas óménos; y en el pueblo de San-Pedro, mision la mas central y capital deaquel vasto territorio, se veia una magnífica iglesia, rica deesculturas y resplandeciente de ornamentos de plata[1] y de piedraspreciosas, de que se hallaban cubiertas las imágenes de los santos.Viedma, cuya imparcialidad era conocida, hablando de los Jesuitas,escribia en 1787[2]. «Estos religiosos, á impulsos de una fina políticay dedicada aplicacion, consiguieron poner aquellos pueblos en el mayorestado de prosperidad, con los frutos de sus fértiles terrenoscultivados por los indios, é industriosas manufacturas que les fueronenseñando para el beneficio de ellos con maestros hábiles. El sumo gradode felicidad á que llegaron las misiones de Moxos en tiempo de suespulsion, está de manifiesto en la entrega que hicieron de los quincepueblos que componia el todo de ellas.»

[Nota 1: No bajaba ciertamente de veinte quintales el total de la platainvertida en los adornos de esta iglesia.]

[Nota 2:

Informe

, Descripcion de Santa-Cruz, pág. 140, § 496.]

Tal era el estado de Moxos en el citado año de 1767 en que fueronespulsados los Jesuitas de todas sus posesiones. Obedeciendo á unasimple órden que les fué trasmitida por la audiencia de Charcas,retiráronse estos misioneros, un siglo despues de su primera entrada enesta dilatada provincia, dejando en ella, en vez de tribus hostiles ysalvages, una poblacion medio civilizada y en las mas completa armonía.

Cuarta época, desde la espulsion de los Jesuitas hasta 1832.

Tan luego como se alejaron los Padres jesuitas, Francisco Ramon deHerboso, obispo de Santa-Cruz, dió un reglamento, aprobado por laaudiencia de Charcas, el cual ordenaba que se conservasen todas lasinstituciones de aquellos religiosos, siendo estos reemplazados porcuras, á cuya arbitrio se abandonó el gobierno espiritual y temporal delas misiones. Este reglamento autorizaba tambien la libertad delcomercio con los habitantes de Santa-Cruz. La provincia de Moxos recibióademas, un gobernador escogido entre los capitanes de la real armada,pero sin poderes para intervenir en la administracion de los curas, dedonde resultaron naturalmente grandísimos desórdenes. Estos curas,careciendo de una educacion especial para la direccion de los ramos deindustria, y sin conocimiento alguno del lenguage, no se ocuparon deotra cosa que de sus intereses personales. En los veintidos años quepermanecieron en sus curatos, «los efectos,» como dice Viedma[1],«fueron muy contrarios á las esperanzas de conservar y aun adelantaraquellas misiones, pues en el tiempo que gobernaron los pueblos suscuras, vinieron á quedar un triste esqueleto de lo que habian sido. Losquince de Moxos se redujeron á once, y su opulencia, parte de ellatrasplantada á los dominios portugueses, causando los progresos de susestablecimientos que tanto nos perjudican. Los infelices indiosperdieron aquella inocencia de su buena educacion. El vicio florecia ála sombra del ocio, con el olvido de las preciosas artes que solo parala utilidad del cura hacian despertar aquellos miserables con el rigor yla violencia. Los gobernadores autorizados testigos de tantosdesórdenes, no podian poner remedio por serles prohibido mezclarse en elgobierno económico de los curas, y las quejas y representaciones noalcanzaban la fuerza necesaria.»

[Nota 1:

Informe

, pág. 140, §498.]

Las misiones de San-José, de San-Borja, de San-Martin y de San-Simonfueron entónces abandonadas por los curas.

Siguiendo adelante los abusos, llegaron á ser intolerables; empero,entre los gobernadores españoles, mudos testigos de tan lamentableestado de cosas, á que no les era dado poner remedio, hubo uno que seatrevió á levantar la voz: este fué don Lazaro de Rivera, quien presentósucesivamente á la audiencia de Charcas, en 1786 y 1787[1], variasmemorias, expresando el voto de los habitantes de San-Pedro, de Trinidady de Concepcion, que deseaban pagar el

real tributo

, y sustraerse alestremado rigor con que se veian tratados por los curas, quienesfrecuentemente los hacian azotar por mero capricho, en tanto queescandalizaban al pueblo con la depravacion de sus costumbres. En uno deestos actos, los jueces de Trinidad declararon, que su cura habiamandado poner en el cepo, despues de haberle hecho dar cien azotes, á unindio, cuyo delito era haber obedecido, sin su licencia, á una órden delteniente-cura.

[Nota 1: Tengo en mi poder todas estas memorias, de que estraigo lascircunstancias referidas.]

Habiendo sido infructuosas las diligencias practicadas por don Lazaro deRivera para hacer que los indios fuesen sometidos al tributo, logró á loménos, en 1789, que se adoptase un nuevo plan de reforma, que consistiaen dejar á cargo de los curas el poder espiritual, miéntras que ladireccion industrial de cada mision seria confiada á un administradorsecular, encargado de servirse para ello de las antiguas reglasestablecidas por los Jesuitas. Este nuevo reglamento prohibia elcomercio bajo las penas mas rigurosas; por manera que los indiosvinieron á verse mas esclavos que lo habian sido ántes, y á tener, envez de un absoluto señor, dos, cuyas continuas disidencias y malaconducta hicieron mas rápida la ruina de las misiones. No obstante, enel primer año que rigió el nuevo reglamento, todavía pudo la provinciasuministrar al Estado la suma de cuarenta y seis mil duros.

Don Francisco Viedma[1], intendente de Cochabamba, movido por lossentimientos mas liberales, quiso sustraer de la esclavitud á loshabitantes de Moxos; pidió la emancipacion de esta provincia, y susometimiento á las leyes que regian las demas posesiones españolas delnuevo mundo; pero la audiencia de Charcas sostuvo el reglamento deRivera, que en 1832 aun servia de régimen á los administradores.

[Nota 1:

Informe

, pág. 142, § 505.]

Si la medida tomada por la audiencia de Charcas ha contribuido por unaparte á la conservacion de las misiones de Moxos, por otra, la rivalidadentre los poderes religioso y secular, así como la ninguna instruccionde los mandatarios, han sido un manantial de funestos desórdenes. Casitodos los empleados, dejándose dominar por la avaricia, sobrecargaban,en beneficio de sus particulares intereses, las penosas tareas de losindígenas, en tanto que el Estado veia disminuir poco á poco sus rentas,sin poder proveer de lo necesario á las misiones para que llevasenadelante su ya decaida industria; por manera que desde entónces laprovincia no hizo mas sino vegetar.

Los primeros gobernadores, elegidos entre los capitanes de la realarmada, ensayaron todavía algunas mejoras. En 1792, bajo el gobierno deZamora se dividió la poblacion de Magdalena para formar San-Ramon; en1794 se fundó la mision del Cármen con los indios Chapacuras; y en 1796se transfirió San-Joaquin; pero poco despues ya se contentaron conenviar habitantes de Santa-Cruz para gobernar á Moxos.

Miéntras duró la guerra de la independencia, la provincia de Moxos sevió del todo abandonada, y permaneció fuera de las contiendas políticasque desde 1810 hasta 1824 sacudieron el resto del continente.Acordáronse de ella sin embargo para hacerla contribuir con los tesorosde sus iglesias. Las alhajas de las