Descripción Geografica, Histórica y Estadística de Bolivia -Tomo 1 by Alcides de Orbigny - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

932

Los Quitemocas, Chapacuras, ó Tapacuras han conservando su lenguageprimitivo, aunque hacen uso del idioma baúres que se ha generalizado entodas las misiones del este de Moxos: los Muchojeones hablan un dialectoalgo diferente del de los Baures. Todos estos naturales son bondadososen estremo.

[Nota 1: Es de notar que estos diez y siete individuos pertenecen todos,al sexo masculino: las mugeres viven mucho ménos, y es rarísima la quellega á la edad de sesenta años.]

La poblacion del Cármen es la mas atrasada de toda la provincia por lotocante á la industria fabril; sus tegidos son muy ordinarios. El cacaotampoco rinde los abundantísimos productos que debiera, por la muchanegligencia con que se cultiva. En los bosques vecinos se recoge grandecantidad de exelente vainilla.

En 1830, las haciendas del Estado se componian de tres mil seicientosanimales vacunos, y de tres mil docientos noventa y dos caballos. Todaslas llanuras situadas al sud del Cármen y en la orilla del rio deSan-Miguel, se hallan tambien pobladas de ganados enteramente salvages,y se calcula que su número debe pasar de diez mil.

Grandes vias de comunicacion entre la provincia de Moxos y lasprovincias vecinas.

Actualmente la provincia de Moxos comunica; con la de Chiquitos por elrio de San-Miguel; con Yuracáres y Cochabamba por el rio Chaparé, ytambien por el camino practicado por mí bajando el rio Securi; conSanta-Cruz de la Sierra por los rios Grande y Piray. Voy á dar aquí unaindicacion de estos diversos vehículos de comunicacion.

Camine de Guarayos á Moxos por el rio de San-Miguel.

Siete ó ocho dias se emplean para ir del pais de los Guarayos al Cármende Moxos; bajando en canoa, como sesenta leguas hácia el norueste, porel rio de San-Miguel, cuyos bordes en la proximidad de Guarayospresentan un aspecto sumamente variado. Sobre sus mismos ribazos sedescubren algunas vírgenes selvas, entre cuyo follage de diversos tintessobresalen los penachos de los agigantados mambúes ó cañas tacuaras,contrastando con la hoja elegantemente recortada de los lambaibas, ó conel verde oscuro de la palmas motacúes. Frecuentemente se descubrenárboles inclinados sobre las aguas, y cuyos gajos cayendoperpendicularmente han llegado á tomar raices, y formado grutasnaturales de una apariencia deliciosa. En la primavera casi no hay árbolque no contenga un nido hecho con suma prolijidad[1]; y muy á menudo sepresentan algunos totalmente cubiertos de bolsitas pendientes de lasramas.

[Nota 1: Los nidos del

Furnarius rufus

son los mas notables.]

El campo, enteramente llano y parejo, se halla cubierto de mantillonegruzco, tierra vegetal muy fértil, de la que no se ha hecho usotodavía, á pesar de ser eficacísima para la agricultura. En la segundajornada de navegacion se descubre sobre la ribera derecha una pequeñacolina de piedra arenisca de una edad geológica antigua; pasada estacolina, continúa la llanura poblada siempre de arbolados. Aunque el rioes angosto, su álveo, que por todas partes se halla bien encajonado, esbastante profundo para prestarse en todo tiempo á la navegacion de lasgrandes barcas, ó de los buques de vapor. Sus orillas guarnecidasprimeramente, empezando desde Trinidad, de vistosos mambúes, se vanpoblando poco á poco de árboles variados, que en cierto modo desaparecená la quinta jornada cerca de la confluencia del Huacari. Este rio,conocido entre los habitantes de Moxos bajo la denominacion de rioNegro, por el color de sus aguas, baja de una grande laguna situadaentre la Ascension y Trinidad de Guarayos, y corre en seguida paralelo ála corriente del San-Miguel, distando algunas leguas el uno del otro. ElHuacari recibe en su tránsito, que es de grado y medio poco mas ó ménos,una infinidad de arroyuelos que bajan del este.

El viagero que llega á poner su planta sobre un suelo casi enteramentevirgen, prueba una satisfacion de que nunca podrán tener idea los que nohan salido de los lugares habitados. Los animales selváticos, agenostodavía del temor que debiera inspirarles la presencia del hombre, léjosde ponerse en salvo cuando le ven por la primera vez, parecen mas biensalir á su encuentro como atraidos por la curiosidad: así es que enaquellos lugares, por donde quiera que pasa el viagero, descubre lasmanadas errantes de javalíes, de ciervos, de gran-bestias, á par de lastropas de monos de diversas especies[1], que andan retozando alegressobre los árboles, y se detienen un momento llenos de admiracion, parabrincar y hacer en seguida las muecas y contorciones mas estrañas yrisibles; miéntras que en todos los bosques resuena constantemente laalgazara de los pájaros de variados tamaños y colores.

[Nota 1: Entre ellas el

Callithrix entomophagus

, de Orb.]

A medida que se adelanta camino, los ribazos del San-Miguel vandisminuyendo de elevacion, y los bosques de ámbas riberas, que tenian ensu principio de una á dos leguas de ancho, se van estrechando poco ápoco hasta llegar á guarnecer solamente las orillas del rio, rematandopor último, sobre la ribera derecha, en un punto donde se abre unallanura espaciosa y totalmente anegada: este lugar es el puerto delCármen, distante siete leguas de la mision, á la que en tiempo de secase va á caballo, atravesando la distancia que separa los rios Blanco yde San-Miguel; pero en la estacion lluviosa se hace este camino cruzandoprimeramente en canoa por un bañado, del tiro de una legua, hasta llegará un boscage que se estiende en paralelo con el rio de San-Miguel.Apartándose de este boscage, se entra en otro bañado que tiene como tresleguas de ancho, y por el cual se anda á caballo, aunque en ciertosparages suele llegar el agua hasta los encuentros del animal: estebañado termina en el rio de San-Francisco, que es menester pasar encanoa: en seguida se atraviesa una pradera, luego un bosque, mas alládel cual hay una hacienda para la cria de caballos. El resto del caminodesde este punto hasta la mision del Cármen se halla poblado de palmerascarondais y de otros vegetales.

Camino de Moxos á Yuracáres por el rio Chaparé.

Partiendo del puerto de Loreto se anda primeramente una legua,atravesando en canoa por un bañado que conduce al rio Mamoré, cuyosribazos, muy elevados en tiempo de seca, están guarnecidos de bosquesespaciosos. Al fin de la primera jornada se hace alto en un banco dearena, ó si se quiere en los bosques de la orilla.

Al siguiente dia, el Mamoré se muestra ménos ancho pero mucho masencajonado: á las pocas horas de marcha se llega á la confluencia delrio Sara[1], que es simplemente, como he tenido yo mismo la ocasion deverificarlo, una continuacion de los rios Grande y del Piray reunidos,los cuales tienen sus cabeceras en los departamentos de Chuquisaca, deCochabamba y de Santa-Cruz. Cuando se viaja con destino á Santa-Cruz dela Sierra, se toma el rio Sara; pero encaminándose á Cochabamba secontinúa siempre por el Mamoré que es mucho mas caudaloso, y queconserva todavía, mas arriba de su confluencia, su anchura magestuosa ysus ondas cristalinas. El rio Sara corre entre tanto llevando sus aguasrogizas constantemente turbias.

[Nota 1: En los mapas de Brué, del año de 1825, se halla marcado esterio como si se formara del rio de San Miguel de Chiquitos.]

A la mitad de la tercera jornada se llega á la confluencia del rioChaparé; dejando entónces el Mamoré se sigue por la nueva corriente,que es mucho mas angosta; pero cuyas riberas, en vez de hallarseguarnecidas de esos boscages modernos que crecen sobre losterromonteros, están pobladas de selvas tan antiguas como el mundo. Elálveo del Chaparé, mas firme que el del Mamoré, es tambien profundo ybastante bien encajonado; sus aguas se mantienen siempre cristalinas, ytoman el tinte verde sombrío de los árboles tan variados que lasguarnecen. Sobre la ribera izquierda se presenta luego la embocadura deun rio al que los indios han dado el nombre de Santa-Rosa: se cree queeste rio, cuya corriente apacible tiene un viso negruzco, baje de unalaguna que está situada á seis leguas de aquel punto, sobre unamagnífica llanura, donde moraban, á la llegada de los Jesuitas, lastribus moxos con las que se ha formado la mision de San-Xavier.

Al cuarto dia de camino, las selvas de las orillas del Chaparé se vanencumbrando cada vez mas, componiéndose enteramente de árbolesantiquísimos, hasta que apénas llega ya á descubrirse la pequeña partede cielo correspondiente al profundo surco abierto por el rio en mediode aquel oceano de perenne verdor. De tiempo en tiempo distraen laatencion del viagero, que transita maravillado por aquella imponentesoledad, los agudos chillidos de los monos de diversas especies, y laconfusa algazara de la multitud de pájaros de variado plumaje: empero,el tránsito por este lugar suele ser sumamente incómodo, pues rara vezdeja de llover en él con abundancia. Los cueros de vaca, que forman lostoldos bajo de los cuales se guarecen los viageros, llegan á corrompersede tal manera con la accion continua de la humedad y de aquel aire tancaliente y constantemente encerrado, que exhalan un mal olorinsoportable; casi otro tanto sucede con la carne salada (únicaprovision de boca que se lleva en estas espediciones) la que se alterahasta ponerse inservible.

En el espacio que se recorre al quinto dia, se distinguen dos especiesde palmas[1], desconocidas en Moxos.

Por la tarde, empiezan á mostrarseen lo vago del horizonte las cimas de la Cordillera, que bien prontodesaparecen detras de los inmensos bosques, despues de haber consoladoal pobre viagero cambiando la monotonía del paisage.

[Nota 1: Las

Geonoma Brongniartiana

y

Macrostachia

.]

Al séptimo dia, el aspecto uniforme y grandioso de este lugar, por enmedio del cual se sigue vogando lentamente, se embellece mas y mas, ámedida que se adelanta camino, y la vegetacion aparece mucho masvariada: entretanto, apénas descienden de tiempo en tiempo algunos rayosde sol por entre las densas nubes que constantemente encapotan el aire,descargando á menudo torrentes de lluvia; circunstancia que, unida alexcesivo calor de aquella zona, determina esa maravillosa actividad conque se desarrollan todas las plantas, llenas de vigor y lozanía.

En esta misma jornada el bosque ostenta el hermoso follage de un grannúmero de palmas de nuevas y diferentes especies, entre las cuales sedistinguen la palma

viña

y la de

vinte pes

. El rio se manifiestaentretanto mas angosto, y ya se advierten sobre sus orillas algunasotras plantas, como las cañas y los lisos, cuyas hojas blanquizcasresaltan sobre el fondo oscuro del sombrío boscage.

Al llegar la noche del octavo dia de navegacion, se advierten ya sobrela playa los primeros guijarros: esta circunstancia suele regocijar enestremo á los indios moxeños, no solamente por que ella es un anuncio dela proximidad del pais de los Yuracarees, sino tambien por la novedadque les causa la vista de un objeto enteramente desconocido para ellos;pues como ya dije, no se encuentra en la provincia de Moxos el masmínimo pedernal; por cuya razon siendo los guijarros un verdaderohallazgo, los recogen, sea para sacar fuego, sea por mera curiosidad,con la misma importancia con que recogerian piedras preciosas. Toda vezque un objeto nuevo hiere nuestros sentidos, esperimentamos al punto unasatisfaccion, un contento inesplicables: así los naturales de Moxos seextasian contemplando los pedregales, como un habitante de las montañasse anima á la vista de los hermosos arbolados, como un Cruceño siente ungozo desconocido en presencia de las rocas. En esta misma jornada lasplayas se ensanchan, las montañas parecen aproximarse mas y mas, y lasriberas se manifiestan cubiertas enteramente, tan pronto de vejucosmatizados de flores ya amarillas ya moradas, tan pronto de innumerablespalmeras, de vainilla y de otras plantas aromáticas, tan pronto de esosárboles desconocidos, cuyas copas, totalmente despojadas de follage, nocontienen sino flores purpurinas las mas vistosas. Todos los lugares pordonde se transita en esta jornada, ofrecen á la admiracion del viageroun conjunto grandioso de maravillas. Entretanto, solo á la mañanasiguiente se avista la confluencia de los rios Coni y de San-Mateo, decuya reunion se forma el rio Chaparé: la corriente de este es rápida eneste punto y ya acarrea piedras de algun volúmen. El rio de San-Mateocorre con estrépito sobre un lecho pedregoso y por entre magníficosboscages; mas para ir á Yuracáres se sube el rio Coni que es ménosconsiderable y sobre todo poco profundo. Barcos de vapor de todostamaños pueden navegar sin obstáculo por el Chaparé, basta la embocadurade los dos rios que le dan orígen. Cuando se entable la navegacion deaquellos rios, y el tráfico directo del comercio de esas regiones con laEuropa, este punto, que está al abrigo de las inundaciones, podrá servirventajosamente para el establecimiento de un puerto, donde se embarcaránlos frutos procedentes de las montañas situadas al nordeste deCochabamba, y de Valle-Grande.

La subida por el rio Coni es bastante trabajosa, porque hay que lucharcontra una corriente á veces rapidísima, y salvar muy á menudo algunascachuelas cubiertas de guijarros: entre tanto el espectáculo quepresentan las orillas es siempre el mismo, imponente á la par querisueño. Finalmente, á los once dias de marcha se hace alto sobre laribera izquierda, y echando pié á tierra se caminan tres leguas porentre el bosque mas hermoso del mundo, siguiendo el rumbo de un estrechosendero que conduce al pueblecillo de la Ascension de Isiboro,perteneciente al pais de los Yuracarees.

Camino de Yuracáres á Moxos, por el rio Securi.

Cuando en el año de 1832 me propuse abrir una nueva via de comunicacionentre el pais de los Yuracarees y la provincia de Moxos, emprendí miviage por el siguiente itenerario. Bajé primeramente al rio Moleto,donde me embarqué en una canoa que habia yo mandado construir para elefecto. Las aguas de este rio estaban muy bajas, y á cada pasotropezábamos ademas con las cachuelas de que está lleno; por cuya razonempleamos tres dias para llegar á la confluencia del rio Icho que solodista tres leguas. Metidos casi siempre en el agua para arrastrar lacanoa y enteramente descalzos, durante el dia nos veiamos atormentadospor las picaduras ponzoñosas de los jejenes á los que reemplazaban porla noche enjambres de mosquitos mas encarnizados todavía. Mis compañerosde viage se quejaban con mucha razon, y solamente el ejemplo de miresignacion y mi constante cooperacion á sus trabajos podian darles elánimo suficiente para seguir adelante. En este intervalo, el rio Moletorecibe por la parte de oriente las aguas del

Ipuchi

, y por la deoccidente las de los rios

Solotosama

y

Eñesama[1],

que corren porentre colinas bajas, mas prominentes hácia el oeste. Estas colinas noson otra cosa que las últimas faldas de la Cordillera.

[Nota 1: El nombre de este rio se compone de dos palabras del idiomayuracáres: de eñe

(nombre del pescado conocido en otras partes bajo elnombre de

sábalo)

y de

sama

, que significa

rio

: es decir, rio

delos sábalos.

]

En la confluencia de los dos rios que forman el rio Securi, las aguas seensanchan y su hondura es mayor; sin embargo, para poder navegar engrandes barcas, es menester que sean estas de poco fondo. Encontramos eneste punto algunos indios ocupados en la pesca, y que se determinaron áseguirnos: bien pronto aconsejándonos hacer alto, nos mostraron detrasde unas zarzales de la ribera izquierda un sendero que no hubiéramospodido descubrir desde el rio. Encaminándonos por él, encontramos enmedio de un bosque, á un cuarto de legua de distancia, unas cuantascasas que tenian un piso alto, construccion propia para el lugar que mepareció muy húmedo. Con la esperanza de conseguir algunos plátanos yraices de mandioca, únicas provisiones que se encuentran en aquelloslugares salvages, me instalé desde luego en una de esas casas,recientemente abandonadas por sus habitantes, quienes se habiantransferido diez leguas al oeste, huyendo de una enfermedad que segunellos existia en el lugarejo. Al siguiente dia, á poco mas de las once,viendo que aun no volvian los comisionados que habian salido en busca devíveres, resolví regresar al rio para embarcarme y proseguir mi viage;pero no tardaron mis tres indios en llegar tras de mi con algunasprovisiones. Inmediatamente nos pusimos en marcha, dejando el pais delos Yuracarees y vogando resueltamente hácia regiones desconocidas.

En el espacio de una legua tuvimos que salvar algunos encalladeros, ydespues de haber dejado atras un islote guarnecido de árboles,encontramos el rio ya franco y totalmente desembarazado. Entónces lleguéá conocer que seria muy fácil la navegacion de esta corriente, aun paralas embarcaciones de vapor. Este punto, cuyos terrenos son los masferaces que pudieran encontrarse, me ha parecido muy conveniente para elestablecimiento de un puerto cuando lleguen á entablerse lascomunicaciones comerciales con la provincia de Moxos. El rio esabundantísimo en pescados: cada vez que echábamos nuestros anzuelos, sinpérdida de tiempo sacábamos de á pares enormes pescados, entre los quese distinguian principalmente los pertenecientes á la familia de los siluroides

, y tambien los numerosos

pacus

, pez de los mas esquisitosde América[1]. Al dia siguiente, despues de haber evitado algunoshacinamientos de troncos que obstruian el paso en algunos parages, elrio fué ensanchándose poco á poco, y su profundidad llegó á ser mayor:los jejenes desaparecieron, las palmas viñas eran mas raras, hasta quefueron reemplazadas por las palmas motacúes. Cada banco de arena se veiacubierto de rayadores, de gaviotas y de

caprimulgus

, que anidan en lasplayas, depositando simplemente sus huevos sobre la arena.

[Nota 1: En este parage del rio saqué un pescado que tenia dos varas delargo. Este animal, conocido en el Brasil bajo el nombre de

pirarara

,es un

siluroide

muy largo, que tiene la cola roja, el vientre amarilloy la parte de encima de un color pardo negruzco.]

Las jornadas se sucedian lentamente por las frecuentes paradas quehacian mis remeros, los que á pesar del ascendiente que yo habia llegadoá tomar sobre ellos, saltaban muchas veces á tierra, sin quererobedecerme, para perseguir por entre los bosques, ya las bandadas depavas del monte, ya los javalíes, ya una tropa de grandes marimonos, queagenos de conocer el daño parecian salir á nuestro encuentro brincandoalegremente por sobre los árboles, hasta que una tardía y dolorosaesperiencia les enseñaba á desconfiar del hombre.

Entretanto, las riberas se veian constantemente animadas por todaespecie de animales selváticos, que salian de los bosques á retozarsobre la playa ó sobre los árboles de los ribazos. Muy á menudo ungran-bestia, sorprendido de improviso con nuestra llegada, se poniaprecipitadamente en fuga; otras veces un carpincho, deslizándose conpresteza de la barranca, se escondia en el agua; mas léjos, un ciervodormido, despertando de pronto, echaba á correr por entre el bosquevolviendo de tiempo en tiempo la cabeza para examinarnos de nuevo. Devez en cuando oiamos tambien á la distancia el bramido del tigre.

Al cabo de algunas jornadas de marcha por la corriente profunda, peropoco rápida del rio Securi, llegamos á la confluencia del rio que losYuracarees llaman

Yaniyuta

, el cual, bajando del este, viene á dar masensanche al Securi. La abundancia de víveres que habia reinado hastaentónces, gracias á la buena pesca y á la caza, nos fué abandonando pocoá poco; pues la selva iba siendo cada vez mas desierta, y por otraparte, la pólvora que yo llevaba alterada sin duda por la humedad, sehabia puesto inservible; por manera que bien pronto la falta de caza nosredujo al pescado sin sal por todo alimento, y mas tarde á unas pocasespigas de maiz que nos proporcionaron los Yuracarees, y á los palmitosque pudieron derribar mis indios.

Lo largo del camino y la monotonía de esta navegacion empezaban ya ádesalentarme cuando el 8 de agosto, á eso de las once de la mañana,llegamos por fin á la confluencia de un rio que baja del oeste, y esmucho mas considerable que el Securi. Los Yuracarees le dan el nombre deIsiboro, y segun el decir de los que me acompañaban, esta caudalosacorriente, formada de los rios Isiboro, Samucebeté

y

Chipiriri

,recibe todas las aguas del vertiente oriental de la cadena del

Iterama

ó del Paracti, comprendidas entre el rio San-Mateo, y el rioYaniyuta, por delante del cual habiamos pasado tres dias ántes. Viendopues que el rio Securi tomba ya un ensanche igual al que habia yo notadoen el punto de su confluencia con el Mamoré, recobré el ánimo, esperandollegar bien pronto á encontrarme con este rio.

Al siguiente dia se deslizaba tranquilamente nuestra canoa por entreislas guarnecidas de bosques, cuando se presentó derrepente, posadasobre un árbol del ribazo, la mas hermosa, la mas corpulenta, la masnoble de todas las aves de rapiña, una verdadera harpía[1], quelevantaba su bello copete, mirándonos detenidamente sin parecerinquietarse de nuestra presencia. No pudiendo hacer uso de mi escopetapor falta de buena pólvora, dejé á la destreza de mis Yuracarees, quesaltaron inmediatamente á tierra, la gloria de capturar aquel soberbioanimal. Uno de ellos le asertó desde luego un flechazo: á pesar de estegolpe, echóse á volar el pájaro; pero embarazado con la flecha quellevaba clavada, (la cual tenia como dos varas de largo) cayó bienpronto dentro del bosque á donde la siguieron mis cazadores.

Meregocijaba ya con la idea de poder llevar á Francia esta rara presa,cuando vi regresar á mis indios trayendo el pájaro con la cola y lasalas enteramente desplumadas, y el cuerpo casi pelado. Los Yuracareesestiman en mucho las plumas de este pájaro; ya para empenar sus flechas,ya para adornarse en los dias de gala[2]; así es que sin perder tiempose habian apoderado de ellas, dejando burladas mis esperanzas. Despuesde haberlos reñido asperamente por esta conducta, ordené que me tragesenal animal, que creiamos muerto; y sentado en la canoa lo coloqué delantede mí. Aturdido solamente por los golpes que habia recibido en lacabeza, volvió en sí poco á poco sin que nos apercibiésemos de ello, ycuando yo ménos lo pensaba, se arrojó sobre mí, haciéndome de un sologolpe ocho heridas con sus enormes garras, una de las cuales, de mas detres pulgadas de largo, me atravesó el brazo de parte á parte, entre el

cubitus

y el

radius

, desgarrándome uno de los tendones. A los gritosque dí, acudieron mis compañeros de viage, y lograron con muchísimotrabajo quitarme de encima al furioso animal. Bañado en sangre y sinmedicamentos para curar mis heridas, mi estado no dejaba de serpeligroso. Entretanto, continuamente espuesto al calor del dia ó á lanociva humedad de la noche, la fiebre se apoderó bien pronto de mí. Porotra parte el temor de que me atacase un pasmo, y la duda de si quedariaestropeado por causa de la adherencia de la piel al tendon, aumentabansobremanera mis sufrimientos. Gracias á la Providencia el solo malpositivo que me resultó de todo esto, fué la imposibilidad de servirmede mi brazo durante algun tiempo.

[Nota 1: El

Falco destructor

. Esta especie es de un tamaño casi dobleque el de la águila real de Europa. Véase la lám. 13.]

[Nota 2: Empenan sus flechas con las grandes: las pequeñas se lasponen á modo de peluquín empolvado.]

En la noche de ese mismo dia llegamos á la confluencia del rio Sinuta,último tributario occidental del Securi. Saliendo de este punto, hicimostodavía dos jornadas mas, y mis inquietudes ya tocaban á su colmo,cuando se presentó por fin el rio Mamoré, desplegando á nuestra vistatoda su grandeza.

Inmediatamente dí al olvido mis padecimientos, pues meencontraba en Moxos, blanco de mis afanes, y al dia siguiente, despuesde haber remado toda la noche vogando rio abajo, desembarcamos enTrinidad, capital de la provincia.

Habiendo hecho el plano de este itinerario, resultó claramente, como yolo esperaba, que el nuevo tránsito practicado por mí era mucho mascorto, y no tan peligroso como el de Palta-Cueva.

Camino de Moxos á Santa-Cruz de la Sierra por el rio Grande y el rioPiray

.

Para encaminarse de Loreto, último punto habitado de la provincia deMoxos, hácia Santa-Cruz de la Sierra, es necesario hacer primero, lomismo que para ir á Cochabamba, un tránsito de tres dias hasta laconfluencia de los rios Sara y Mamoré. Se sigue luego por el primero deestos rios, que no es otro que el rio Grande cuyo numbre cambiamomentáneamente en la confluencia del rio Piray hasta el punto de sureunion con el Mamoré. Sus aguas rogizas forman un contraste con lascristalinas de este último: por lo demas, las riberas del rio Sarapresentan, aunque con ménos terrenos bajos, absolutamente el mismoaspecto; pues se hallan cubiertas de igual modo que las del Mamoré, debosques muy variados por la diversidad de árboles de que se componen, yentre los que sobresalen las palmas motacúes. Solo en la estacion deseca se ven á descubierto los altos ribazos de esta corriente;entretanto, la línea del nivel á que alcanzan las inundaciones, quedasiempre marcada sobre los troncos de los árboles inmediatos, como á unavara de altura desde su pié.

Al fin de la quinta jornada, se presenta la confluencia del riachuelo,llamado Maravo

, que baja por la izquierda, de las llanuras inundadas.En la mañana de la sesta jornada se pasa la confluencia del rio Ibabo,cuyas fuentes se encuentran en Tasajos, en Pampa-Grande y en Vilca,puntos de las montañas de la provincia de Valle-Grande. Esta corrienteformada de los rios Surutú y Yapacani, toma el nombre de Ibabo cuandobaja á serpentear por la llanura, siendo navegable hasta el pié de lasmontañas. Al cabo de una jornada de navegacion por el rio Sara, se llegaá la confluencia del rio Piray. En tiempo de los Jesuitas se subia porel rio Sara ó rio Grande hasta el lugarejo de Payla, situado al este deSanta-Cruz; pero este camino, que obligaba á los viageros á dar unavuelta considerable, siendo al mismo tiempo no poco peligroso en tiempode crecientes por causa de las avenidas que ocultan enteramente el álveodel rio, ha sido abandonado, harán como cincuenta años, para dirigirsemas bien por el Piray, el cual, aunque mucho mas angosto que el rioGrande, es ménos propenso á las crecientes devastadoras; razon por laque se le prefiere aun á pesar de los saltos que suele tener en tiempode seca. Es probable que cuando las endebles canoas sean reemplazadaspor barcos de vapor, se volverá á tomar el rio Grande, abandonando elPiray, ménos conviente para la navegacion de grandes embarcaciones.

En los dias séptimo y octavo del viage se sube el Piray, con muchísimotrabajo si la estacion es de seca: el álveo de este rio, bastanteprofundo desde luego, se halla de trecho en trecho obstruido por árbolesque las corrientes amontonan, ó por espigones permanentes en el fondodel rio, contra los que tropiezan á menudo las canoas; lo que ocasionano pocos desastres. Sobre el espacio que se recorre en estas dosjornadas se ven ademas algunos puentes construidos por los salvagesSirionos[1], que moran en las selvas circunvecinas, sin jamas inquietará los naturales de Moxos. Hasta llegar á la undécima jornada se tienenque salvar sucesivamente muchas cachuelas, formadas por una especie desaltos de arcilla amarilleja endurecida; esto obliga á perder un tiempoconsiderable por la necesidad que hay de descargar las canoas, parahacerlas subir por en medio de la corriente, tirándolas con sogas. Alejecutar esta maniobra, algunos de los indios que tienen precision decaminar por entre el agua, suelen ser gravemente heridos por el punzanteaguijon de las rayas armadas[2]. Tienen estos pescados en la cola, comolas pastinacas de las costas marítimas de Francia, una lanceta de cuatropulgadas, muy filosa, y guarnecida de dientes retorcidos para adentrocon los que desgarran las carnes, causando dolores agudísimos y muchasveces ataques de tétano: por desgracia estos accidentes son muy comunes,sobre todo en las cabeceras de los rios. En tiempo de crecientes, cincoó seis varas de agua cubren estos puntos salientes, y se pasa entóncespor encima de ellos sin que se les eche de ver.

[Nota 1: Véase la lám. 12.]

[Nota 2: Véase la lám. 14, fig. 1.]

A la duodécima jornada, los bosques de las riberas del Piray cesan depronto, y son reemplazados por unos pantanos á donde vienen á perdersedos riachuelos, el de

Palacios

y el

Palometas

, que nacen en lallanura de Santa-Cruz de la Sierra. Estos pantanos ó bañados anuncianque ya no dista mucho el término del viage.

Al décimocuarto dia se pasan de seguida, una tras otra, cuatrocachuelas, no léjos de las cuales se presenta el puerto situado sobre laribera izquierda, y que no tiene mas habitacion que un espacioso ranchotechado con hojas de palma: desde este puerto, separado del lugarejo delos Cuatro-Ojos por un hondo pantano