En la Mesa del Señor Biblia y Homosexualidad by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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¿Peleles u homosexuales?

La primera vez que en una clase de religión se habló de la condena de los homosexuales al infierno por parte de Pablo de Tarso, sentí un miedo horrible. ¡Qué cosa más triste es saberse uno distinto y al mismo tiempo condenado por ello! Sé que cientos de miles de hombres y mujeres gays sufren por estas palabras. ¡Cuánto daño hace la Iglesia cuando las repite fuera de su contexto! En mi caso, me quedé callado. ¿A quién podía preguntarle a los 12 años sobre este pasaje bíblico? A nadie, ni siquiera a mi querida maestra Ana Lucía. Esa mujer bondadosa apoyaba los derechos de los judíos pero no tenía armas para hacerlo con los alumnos suyos que serían homosexuales. Estos niños quedaban condenados al silencio cuando se sentían aludidos. Con mi abuelo toqué el tema, aunque de manera muy indirecta.

Abuelito, ¿por qué Pablo de Tarso condena a los

homosexuales?

Porque son gente muy mala, muy pecadora.

¿Y qué hacen ellos para ser tan malos?

Pues lo que hacen es tan sucio que no te lo puedo contar.

¿Cuándo podré saberlo?

Espero que nunca, ya que hay cosas que es mejor no saber.

Pero si no sé que es, ¿cómo voy a evitarlo en un futuro?

Pues cuando te cases, sabrás que no lo eres.

¿Y mientras no me caso, ¿puedo hacerlo sin saber?

Espero que no porque te condenarías. Eso no es bien visto por el Señor.

Entonces el Señor sí lo ve.

El está en todas partes y lo ve todo.

¿Cómo será algo tan sucio que Dios lo ve?

Bueno, digamos que Dios mira de reojo pero no se queda viéndolo mucho, hace como si la cosa no fuera con Él.

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Quedé más confundido que cuando empecé a preguntar y también con más curiosidad. La frase de Pablo sobre los homosexuales me atormentaba.

Un popular juego entre los romanos consistía en poner números de un lado de la mesa y una lista de virtudes y vicios del otro. No sabemos con exactitud cómo se desarrollaba, pero en lo que queda del mismo se ve que los vicios -cosas que los romanos consideran “pícaros”- eran más numerosos que las virtudes. El hecho de que estuvieran escritos en el latín más vulgar indica que el juego debió haber sido popular entre la gente común.

Ocho de diez vicios de que habla Pablo -o al menos un brusco equivalente- (no le veo el sentido??) se encuentran en las fichas de juego que colocamos en la primera columna. Pero recordemos que Pablo de Tarso escribió en griego, mientras que las fichas están escritas en latín vulgar.