Contrario a la naturaleza: ¿contra la costumbre o la moral?
Para los judíos, las prácticas homosexuales eran actos impuros asociados con las costumbres paganas. Eran actos moralmente reprobables por su relación con las religiones no judías. En caso de practicarse con violencia, como en Sodoma y Gomorra, eran tan rechazados como los actos heterosexuales similares. De ahí que no existiera en la religión judía una condena moral del acto en sí. En el caso del Nuevo Testamento, podemos decir que no se agrega ninguna razón nueva a la condena de las prácticas homosexuales. Se vuelve a insistir en que constituyen actos impuros cuando están caracterizados por la idolatría, la violencia o el engaño.
Nuestra maestra de religión fue la que trajo el tema que trataría Pablo de Tarso.
Niños, hoy quiero hablarles del matrimonio. En la misma forma en que cada animalito tiene su pareja, así el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, de acuerdo con la Naturaleza. Dios quiere que nos casemos y por eso nos hizo distintos al hombre y a la mujer. Cualquier cosa que no sea entre varón y hembra va en contra de la Naturaleza.
Pero yo he visto un perrito jugando con otro del mismo sexo.
Lo importante es que el juego no se haga sólo con el mismo sexo.
Niña, ¿entonces el fútbol es pecado?
¿Por qué, Jacobito?
Porque los hombres no juegan con las mujeres sino con otros hombres.
¡No seas tontico! No me refiero a juegos de ese estilo.
Entonces, ¿a cuál juego se refiere?
A los juegos de adultos en que ambos se besan.
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Pues a esos mismos me refería yo. ¿Qué cree usted que hacemos después del partido cuando nos bañamos juntos?
En el Nuevo Testamento encontramos únicamente dos textos que hablan específicamente del tema que nos ocupa. Estos han sido utilizados, de la misma manera que los del Antiguo Testamento, en forma descontextualizada para apoyar argumentos homofóbicos. Se trata de los siguientes:
2.1. Romanos 1: 26-27:
“Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza (para physin); igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrazaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío”
2.2. Corintios 6:9:
“¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios?
¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados (malakoí), ni los homosexuales (arsenokoitai), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los extorsionadores heredarán el Reino de Dios”
Para entender mejor ambos textos es conveniente indagar sobre su autor. Ambos están escritos por Pablo de Tarso. El primero se encuentra el inicio de la carta que Pablo le escribe a la iglesia de Roma, la iglesia de la Metrópoli. El segundo está ubicado en una carta a otra de las iglesias, la del famoso puerto de Corinto. Como característica de ambas misivas podemos indicar que: a) Roma y Corinto eran en ese momento ciudades muy cosmopolitas. Poseían un sincretismo cultural enorme, lo que sin duda Pablo de Tarso, llamado “el estratega del Cristianismo”, 92
interpretó como muy riesgoso para mantener la identidad judeocristiana. A diferencia de Cristo, que no dijo nada al respecto, Pablo de Tarso se ocupa del tema en dos oportunidades, así como de múltiples aspectos de la sexualidad de su tiempo. No podemos negar que está muy interesado en el tema de la sexualidad, aunque desde su perspectiva patriarcal, tanto que muchos estudiosos ven en él actitudes misóginas.
b) Pablo de Tarso tendía a minimizar a la mujer. Como hombre, la responsabilizaba de tentar sexualmente. Le dio mucho énfasis al pecado de Adán y Eva, creyendo que de no ser por su caída en desgracia no hubiera sido necesaria la redención de Cristo. De ahí desarrolló la doctrina de la subordinación de la mujer. La mujer -
según él- debía mantenerse en silencio en la iglesia y si quería aprender algo debía “preguntarle a su esposo en casa: ya que es una vergüenza que las mujeres hablen en la iglesia”. En otros pasajes se demuestra que los cristianos primitivos consideraban que la mujer estaba subordinada a su esposo: “Esposas, subordínense a sus maridos como es correcto para el Señor”.
Pablo de Tarso decía que el poder de la mujer seductora era tan grande que podía hacer pecar hasta a los ángeles30.
Algunos teólogos aseguran que Pablo de Tarso también confiesa tener problemas sexuales. Al final de la correspondencia suya a los Corintios admite haber tenido “una espina de carne”, algo enviado por Satán, según él, para acosarlo. Tres veces le imploró al Señor acerca de este asunto (11 Corintios 12:7-9).
¿Qué era esa espina o aguijón de la carne? Pablo de Tarso no insinúa nada. Se podría sugerir la epilepsia, la artritis, la ceguera o algún problema de homosexualidad. Esta última condición, o predisposición, podría haber sido un problema inconsciente de Pablo. Esto no quiere decir que se entregara a practicar estos 30
Vern L. Bulough. Sexual Variation in Society and History. The University of Chicago Press. Londres, 1976, capítulo 8.
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deseos pero sí que los tuvo y pudieron haber influido en su afán de reprobarlos en los demás 31.
Lo que sí sabemos es que Pablo de Tarso hizo demandas muy fuertes a los otros; deseaba que evitaran el sexo. En su respuesta a la carta de una congregación, aconsejó: “Es bueno para un hombre no tocar a una mujer”. También opinó que le alegraba cuando la gente era como él mismo, ya fuesen solteros o viudos, y que así se quedaran (I Corintios 7:1-8). El matrimonio era para él un mal menor para aquellos que no podían controlar su deseo sexual:
“Mas si no tienen don de continencia, cásense. Pues más vale casarse que estarse quemando” (Corintios 7:9) El mismo Pablo de Tarso admite que sus reglas son enteramente propias (I Corintios 7:25) y van más allá de cualquier cosa que Jesús dijera sobre el sexo, lo cual, incidentalmente, fue muy poco.
Pero, en este caso, Pablo reflejó la cultura de su época.
Dos factores intervienen en el hecho de que el cristianismo de los primeros 200 años mantuviera posiciones muy adversas al sexo: la concepción de que la Parusía -la segunda venida de Cristo- se realizaría en poco tiempo y por lo tanto no deberían existir actividades que distrajeran, como el sexo. El otro es la influencia que ejerció el gnosticismo, el cual con sus ideas ascéticas comenzó a ganar terreno y adeptos, obligando a los cristianos primitivos a asumir una posición contestataria.
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Thomas Horney, Johathan, p.88. (IBID)OJO-OJO
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“Parte de esta hostilidad hacia el sexo se debió a que el Cristianismo no se desarrolló en el vacío. Las ideas ascético-paganas influyeron en el Cristianismo y en su rival, el Gnosticismo. Como el Cristianismo competía con el Gnosticismo, tuvo que considerar lo que esta religión sostenía. Muchas de las comunidades cristianas primitivas trataron de ganar adeptos asumiendo posturas aún más ascéticas y estrictas. La abstinencia sexual era una de las maneras de salvarse. Algunas sectas gnósticas se consideraban cristianas. El sexo se asociaba con el demonio”. 32
Era tal el desprecio que se llegó a sentir por el sexo que uno de los padres de la Iglesia -Orígenes- se castró para evitarlo. Es importante destacar que si se llegaron a adoptar estas actitudes en los primeros años con respecto al sexo para la procreación, más repudio pudo llegar a sentirse contra el sexo entre personas de igual género o no destinado a la procreación.
Teniendo clara la concepción del sexo que imperaba en la época en que Pablo de Tarso escribió sus cartas y conocedores de la mentalidad sexista de su autor, pasemos al análisis de sus condenas.
Antes de comenzar el análisis es indispensable recordar que Jesús no hizo referencia alguna a este asunto, pues no se conoce ningún texto donde se diga que abordó el tema de la homosexualidad, ni en el Nuevo Testamento ni en los evangelios apócrifos que circulan desde hace siglos.
En Romanos 26 y 27 leemos:
Por eso los entregó Dios a pasiones infames, pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la 32
William Barclay. Comentario a los Romanos. Editorial Aurora. España, 1971, p. 23.
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naturaleza (para physin), igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrazaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío. (Biblia de Jerusalén).
Algunos teólogos han reaccionado frecuentemente con repugnancia hacia los homosexuales, con base en las palabras de Pablo de Tarso que condenan a aquellos que han actuado “contra lo natural” (Romanos 1:26). En primer lugar, tenemos que sospechar nuevamente de las interpretaciones contemporáneas.
La palabra “para physin” se traduce como “contra la naturaleza”, es decir, contra las leyes naturales. Sin embargo, ésta no era la acepción de la palabra griega original.
“Physin” significa costumbre, más que “lo natural”. En Galatianos 2:15 Pablo nos dice que los judíos eran así por “para physin”, o sea por costumbre. En Romanos 2-14 se nos dice que los que no son judíos “hacen por naturaleza (para physin) lo que la ley manda”. O sea, lo hacen de acuerdo con sus costumbres. En 1
Corintios 11:14 se nos dice que “La naturaleza misma nos enseña que es una vergüenza que el hombre se deje crecer el cabello”.
Para Pablo de Tarso, entonces, “natural” no es algo bueno sino algo establecido por la costumbre.
Sin embargo, unos pocos versículos después el mismo Pablo se refiere a Dios “injertando un olivo silvestre” (i. e. los gentiles) en un árbol cultivado (i. e. los judíos) contra lo natural (Romanos 11:26). En vista de que Pablo utiliza la misma palabra griega en ambas ocasiones ( para physin, literalmente “contra lo natural”), ésta no podría denotar degeneración moral ya que el mismo Dios estaría actuando de esa manera.
Pablo de Tarso, además, cuando utiliza el término “natural” no siempre hace una distinción clara entre “carácter esencial” y
“costumbre aceptada”. Él escribe, por ejemplo, que es “una vergüenza por naturaleza que un hombre se deje crecer el cabello”
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(I Corintios 11:14). En esta ocasión se refiere a una conducta poco común o inesperada desde el punto de vista de lo acostumbrado.
Quizás tuvo la misma idea en mente cuando se refirió a la homosexualidad.
Es peligroso, eso sí, adjudicarle a las palabras de Pablo de Tarso sobre lo natural el sentido que le darían las posteriores teorías de
“la ley natural”, de las cuales él no tuvo conocimiento. Tampoco debemos reducir nuestro concepto de lo natural a funciones únicamente físicas o biológicas: los sexos son biológicamente complementarios, por lo tanto sólo la heterosexualidad es natural.
De acuerdo con los conocimientos modernos del desarrollo humano, debemos reconocer también los componentes personales y psicológicos (la atracción emocional entre los individuos es también natural y por consiguiente así debe ser su expresión física).
Si consultamos a William Barclay, connotado comentarista bíblico, éste nos dice que:
“Cuando Pablo escribe esta carta a los Romanos lo hace a una Iglesia que no conoce personalmente, situada en un lugar donde no había estado, la mayor ciudad del más grande imperio del mundo.” 33
Según otra interpretación, lo que se condena es a los hombres y mujeres que dejaron de practicar lo que ha sido su costumbre, o sea a los heterosexuales que dejaron su heterosexualidad para practicar la homosexualidad. Sin embargo, los homosexuales no usan a otro hombre como sustituto de una mujer; ésto suele ocurrir en las prisiones, donde no hay mujeres, pero no en la vida de un homosexual, pues para éste su expresión sexual natural es la unión con otro homosexual. En aquellos tiempos, en Roma se castraba a algunos jóvenes para cambiarles su orientación sexual 33
Barclay, p. 23. IBID-OJO OJO
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y para que sirvieran como “mujeres” a sus amos, siendo éste uno de los ejemplos de inversión a los que alude Pablo de Tarso.
Si en la actualidad se ha llegado a la conclusión de que no es recomendable cambiar la orientación del heterosexual, según el texto, también debemos inferir que no es aconsejable alterar la orientación sexual propia del homosexual.
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