En la Mesa del Señor Biblia y Homosexualidad by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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Los evangelistas crean a su propio Cristo

Robert Funk72 hace un cuidadoso análisis del estilo de las parábolas y aforismos originales de Cristo. Para descubrirlo, estudia minuciosamente las narraciones de los evangelios más antiguos: Q, Tomás y Marcos. Funk encuentra un estilo muy característico en las parábolas que son compartidas por estas tres fuentes; cuando ese estilo varía las parábolas no se repiten, sólo aparecen en un evangelio, lo cual nos hace sospechar de su veracidad.

Para este autor, las diferencias de estilo se deben a los “arreglos” e

“invenciones” de los escritores. La motivación es evidente: las

“ediciones” tienen como fin “domesticar” el mensaje de Cristo73.

Esto significa que buscan cambiarlo para que sea más afín a comunidades distintas a las de Galilea. De ahí que cuando existen palabras o frases que atenúan el significado de una expresión de Jesús o cuando desaparecen otras controversiales, estamos ante un evento de origen posterior.

Según este especialista, sólo diez parábolas reflejan un estilo similar y se pueden atribuir a Jesús; las demás son inventadas.

Las 10 parábolas originales son las siguientes:

1. La del Buen Samaritano (Lucas 10:30-35)

2. La del padre que perdona a su hijo (Lucas 15:11-31) 3. La de los trabajadores de la vida (Mateo 20:1-15) 4. La cena (Tomás 64: 1-11)

5. La del dinero (Lucas 19: 13, 15-24)

6. La del viñedo prestado (Tomás 65:1-7)

7. La del funcionario que no quiso perdonar (Mateo 18: 23-34) 8. La del mayordomo que abusó de la confianza (Lucas 16: 1-8) 72 Robert Funk, Honest to Jesus. Harper San Francisco, 1996.

73 Ibid, p. 241.

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9. La de las diez muchachas (Mateo 25: 1-12)

10. La del hombre rico y Lázaro (Lucas 16: 19-31) El estilo de estas parábolas se caracteriza por ciertos trazos específicos74, como veremos a continuación:

1. La persona que escucha o lee las parábolas no espera el desenlace

Cristo no solía narrar historias cuyo final se desprendía desde el principio, más bien le gustaba hacer pensar a la gente. Un ejemplo de ésto son las parábolas del padre que perdona a su hijo pecador (Lucas 15:1) y la de los trabajadores de la vid (Mateo 20: 1-15). En la primera, un hijo que ha malgastado la fortuna de su padre al llevar una vida escandalosa regresa al hogar. En la segunda, unos trabajadores que laboran una hora reciben el mismo pago que aquellos que trabajaron 12 horas. En ambos casos, uno esperaría que se premiara y que se castigara al contrario. Cristo nos quiere hacer ver que la salvación no está en seguir los preceptos sociales o lo que se espera de nosotros, sino en tomar riesgos y asumir la posición de los pecadores.

2. No aparecen sermones ni reglas rígidas

Jesús no desea establecer prohibiciones rigurosas ni castigos para los pecadores. Más bien es al contrario: los pecadores y los que rompen las reglas no son castigados.

3. No existe una visión favorable de las autoridades religiosas Los escribas, levitas y sacerdotes son criticados severamente, pero sucede lo contrario con los sectores oprimidos, los cuales reciben premios que no esperan o no creen merecer.

74 Ibid, págs. 242-7.

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4. Existe un buen sentido del humor

En la parábola del prestamista se nos dice que éste viene a cobrar un abrigo por falta de pago. Cristo le recomienda al deudor que no sólo le dé el abrigo al prestamista sino también la camisa (Lucas 12: 58-59). Esto sugiere que le pide quedarse desnudo, lo cual era una seria ofensa en Palestina. Jesús promueve así un problema mayor al recomendar cumplir con obligaciones injustas y se ríe de los convencionalismos.

Cuando en las parábolas encontramos, por ejemplo, reglas distintas, quizás éstas son producto de los evangelistas: 1. La historia se interpreta literalmente y se nos aclara su significado

En Marcos (7:15) se nos dijo que Cristo creía que no era lo que entraba en el cuerpo lo que ensuciaba a una persona. Tomás (14:5), por el contrario, (¿porque al contrario, no es lo mismo?) escribe que lo que ensucia a una persona es lo que sale por la boca. Esto es una modificación suya que sugiere que son los pensamientos y las palabras lo que realmente ensucia. Esto es así porque Cristo no solía aclarar sus frases y dejaba siempre espacio para la especulación y el análisis.

2. Aparecen proverbios atribuidos a Cristo, comunes en Palestina Estos proverbios no son suyos, porque a El le gustaba hacer pensar a la gente y no dar verdades compartidas; tampoco aparecen en las parábolas originales. Entre los proverbios que los evangelistas pusieron en boca de Cristo -y que copiaron de los Salmos y Proverbios- están: “Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos” (Mateo 5:7),

“Dichosos los de corazón limpio, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8), “Quédense en la misma casa y coman y beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a recibir su paga” (Lucas 10:7).

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3. Moralismos y reglas específicas

Cristo no gustaba de ofrecer nuevas reglas fuera de las que ya existían en Palestina. Un ejemplo tiene que ver con la famosa instrucción a los apóstoles. Cristo les pidió que fueran a predicar y esperaran recibir alimentación y hospedaje de las comunidades visitadas (Mateo 10:9). Pero más adelante se les dá una instrucción muy específica: lleven bolsa y monedero, o sea, no esperen depender de las comunidades (Lucas 22:36). Esto es una invención de Lucas e implica un acomodo al apostolado en las grandes ciudades.

4. Aceptación de todas las clases sociales

Cristo manifestó muy claramente en las diez parábolas originales que había venido a luchar por los pobres y los campesinos.

Cuando se dan cambios de un evangelio a otro y se suaviza el mensaje, estamos frente a una invención de los evangelistas. Un ejemplo de ésto es el aforismo sobre el camello y el ojo de la aguja (Mateo 19:24), en el cual Cristo dice que es imposible que un rico entre al reino de Dios. Esta era una de sus formas de sorprender y hacer pensar a la gente. Sin embargo, Mateo y Marcos la suavizan al añadir que “para los hombres ésto es imposible, pero no para Dios” (Mateo 19:26, Marcos 10:25). Esta última frase que intenta reconciliar a Cristo con los ricos probablemente es inventada y añadida por los evangelistas.

5. El rechazo de los judíos

En las parábolas básicas no existe ninguna recriminación contra los judíos ni deseo de evangelizar a los gentiles. Cuando aparecen condenas contra los judíos o pasajes con gente pagana, es porque fueron añadidos por los evangelistas. Las religiones cristiana y judía no se separaron sino hasta el año 80 DC. Ni Cristo ni sus discípulos pensaron en crear una ruptura entre ambos grupos, tampoco consideraban que cristianos y judíos fueran distintos.

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El manoseo ideológico

Las críticas de los no creyentes no fueron las únicas motivaciones para cambiar contenidos de un evangelio a otro. Las diferentes percepciones de los evangelistas y las necesidades de sus comunidades hicieron que ellos “editaran” el primer Evangelio de Marcos. Tanto Lucas como Mateo lo siguen con fidelidad y repiten muchas de sus historias. Sin embargo, añaden cambios nada insignificantes. Veamos tres ejemplos de las muchas modificaciones a la historia:

1. El significado de Juan el Bautista

Los evangelistas difieren en cuán más importante era Cristo que Juan el Bautista, cuán más puro era antes de ser bautizado y si sabía o no desde el principio que era el Hijo de Dios. Durante los primeros años después de la muerte de Juan el Bautista, muchos consideraron que él era el verdadero Mesías75. De ahí que los evangelistas sintieran la necesidad de aclarar que ésto no fue así.

Para Marcos, Juan el Bautista era un precursor de Cristo, a quien bautizó como uno más de sus feligreses. Cuando es bautizado, Dios le dice “Tú eres mi hijo amado, a quien he elegido” (Marcos 1:9). Esta versión incomodó a los otros evangelistas. Por un lado, Cristo aparecía como un seguidor de Juan el Bautista y un hombre pecador que debía ser bautizado. Por otro, se infiere que Cristo no sabía hasta ese momento que era el Hijo de Dios.

Mateo considera necesario añadir algunas cosas. Una de ellas es que Juan el Bautista no consideró necesario bautizarlo y dejar claro que Cristo no había pecado: “Al principio Juan el Bautista quería impedírselo y le dijo: Yo debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mateo 3:13).

75 Graham Stanton, Gospel..., p. 64.

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Mateo también cambia el sentido del mensaje de Dios. Ya no es

“Tú eres” (lo cual indica que se dirigía a Cristo y que él no sabía quién era) sino “Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido” (Mateo 3:13), lo cual implicaría que Dios le informaba a los demás.

En Lucas se acentúa más el papel secundario de Juan el Bautista:

“Yo, en verdad, los bautizo con agua, pero viene uno que los bautizará con el Espíritu Santo. Es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias” (Lucas 3:15).

El evangelio de Juan acentúa la tendencia de denigrar a Juan el Bautista. Los judíos le preguntan quién es y él responde: Yo no soy el Mesías… Soy una voz que grita en el desierto Ábran un camino derecho para el Señor…” (Juan 1: 23).

2. El papel de los discípulos

Existen diferencias muy marcadas en la apreciación sobre la importancia de los discípulos. Para los Sinópticos, los discípulos suelen no entender el significado de las palabras de Cristo y muestran mucha debilidad cuando El es arrestado.

Cristo había pronosticado que Pedro lo negaría tres veces antes de que el gallo cantara y así sucede (Mateo 26:34). Sin embargo, Juan siente la necesidad de reivindicar a Pedro y a los fundadores de las comunidades cristianas. De ahí que agregue algo de su propia cosecha que no se encuentra en los otros evangelios y que no es otra cosa que el perdón de Cristo a la cobardía de Pedro:

“Terminado el desayuno, Cristo le preguntó a Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? –Sí, Señor, tú sabes que te quiero. -Jesús le dijo: Cuida a mis corderos…”. Cristo pregunta lo mismo tres veces con el fin de perdonar las tres negaciones de Pedro (Juan 21:15).

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Otro aspecto importante del cuarto evangelio que difiere de los otros es el papel primordial que se le confiere al “amado discípulo”, el cual no es identificado.

Según este evangelio, su autor es el “amado discípulo” de Cristo, a quien algunos identificaban con Juan (en realidad, es casi imposible que Juan lo escribiera ya que su origen es aproximadamente 70 años después de la muerte de Cristo). Sin embargo, sus autores (porque existen diferencias de estilo que hacen pensar que el capítulo 21 no fue escrito por el autor del evangelio76) pudieron haber sido sus discípulos. Por eso es que en este cuarto evangelio se dice que fue el “otro discípulo” el primero en creer que Cristo resucitó, mientras que Pedro y Tomás lo dudan (Juan 20: 8). También se pone en boca de Cristo decir que la actitud de este discípulo es superior, ya que “¡Dichosos los que creen sin haber visto!” (Juan 20:29). Así que quien escribe es el preferido de Cristo y también es el que recibe la máxima autoridad de El. ¡Qué conveniente!

Resulta extraño, sin embargo, que el “amado discípulo” sea identificado con Juan y que sólo hasta ahora se haga. ¿No es más bien un truco literario para hacer más importante al escritor de este evangelio y a la comunidad que fundó?

3. La relación con los gentiles

Cristo era judío y sus discípulos también. En varios pasajes El muestra estar convencido de que fue enviado únicamente para los judíos (Marcos 1: 24; Lucas 4:34). En otra parte, Cristo califica a los no judíos de “perros” y “puercos” (Marcos 5: 7; Lucas 8: 28).

Cuando el hombre de Gerasa (una de las 10 ciudades paganas de Transjordania), al que había liberado de posesión demónica, le suplica que le permita permanecer a su lado, Jesús le contesta con una negativa retórica: “Vete a tu casa, con tu propia gente...”

(Marcos2: 1-12; Mateo 9: 2-8; Lucas 5: 18-26). Además, los 12

76 Graham N. Stanton. The Gospels and Jesus. Oxford University Press. 1989, p. 109.

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apóstoles encargados de difundir el Evangelio tenían prohibido expresamente hacerlo ante gentiles samaritanos (Marcos 1: 32-4); Mateo 8: 16; Lucas 4: 40-1). Estas afirmaciones deben ser originales de Cristo, ya que son inadecuadas para una Iglesia internacionalmente abierta.

La tensión entre el hecho de que se dió un mensaje sólo para los judíos y el que los conversos serían gentiles se plasma en los distintos añadidos de los evangelistas. Mateo, que también era judío, se preocupa por demostrar que Cristo no quiso romper con la ley judía y que el cristianismo no era una religión contraria.

También quiso demostrarle a los judíos que Cristo era el cumplimiento de las antiguas profecías: “No crean que he venido a terminar con la ley y los profetas; no he venido a destruirlos sino a darles su verdadero significado” (5:17). Mateo nos dice, además, que la huida de José y María fue para cumplir las profecías: “Esto sucedió para que se cumpliera lo que anunció el profeta Isaías” (Mateo 8: 17).

Otros evangelistas, como Lucas y Juan, conscientes de que ya judíos y cristianos habían roto relaciones, se preocupan poco por decirnos si las profecías judías se habían cumplido o no. Lucas incluye, más bien, varias historias de curaciones de Cristo a gentiles, para insinuar que Jesús no los discriminaba. Una de ellas es la curación de los 10 leprosos en Samaria (Lucas 17: 12-17) y otra la del ciervo del centurión (Lucas 7: 1-10).

Juan, quien escribe cuando las dos religiones (el cristianismo y el judaísmo) ya se han separado, retrata a los judíos de una manera más hostil: “Vino a su propio mundo (los judíos) pero los suyos no lo recibieron. Pero a los que lo recibieron y creyeron en él (los cristianos) les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios”

(Juan 1:11).

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El Nuevo Testamento es tanto una narrativa de los hechos como una creación de los evangelistas. Cada uno de ellos añadió, omitió, cambió e interpretó de acuerdo con sus propias convicciones y las necesidades de las comunidades para las cuales escribieron.