, expresa tambien un análisis digno de atencion. Porel pronto se echa de ver una descomposicion del concepto del
yo
endos ideas: la de sujeto de varias modificaciones, y la de pensante;sin esto la proposicion carece de sentido, ó mejor, su expresion sehace imposible. La idea de sujeto, envuelve las de unidad y desubstancia; y la de pensante encierra la de actividad ó bien la depasividad (permítaseme la expresion) acompañada de conciencia.
[183.] Para que la proposicion sea posible, es preciso suponer que ladescomposicion de las ideas ha comenzado en algun punto: es decir, queó en la del
yo
hemos encontrado la de
pensante
, ó en esta últimala del
yo
. Colocándonos en el
yo
, prescindiendo de
pensante
, nosencontramos con la idea de sujeto ó de substancia en general, dondepor mas que cavilemos no alcanzaremos á descubrir la de
pensante
.El
yo
en sí, no se nos manifiesta, le conocemos por el pensamiento,y por tanto en este debemos fijar el punto de partida, y nó en aquel;de lo que se infiere que en dicha proposicion, lo primitivamenteconocido, es mas bien el predicado que el sujeto; y que de los dosconceptos, el del sujeto tiene mas bien el carácter de contenido queel de continente.
En efecto: el
yo
nace, digámoslo así, para sí mismo, con lapresencia del pensamiento; si la actividad intelectual se concentrapara buscar su primer apoyo, se encuentra nó con el yo
puro, sinocon sus actos; es decir, con su pensamiento. Este último es porconsiguiente el objeto primitivo de la actividad intelectualreflexiva; este es su primer elemento de combinacion, su primer datopara la resolucion del problema. Fijando la vista en este elemento,descubre una unidad en medio de la pluralidad, descubre un ser quecontinúa el mismo en medio del flujo y reflujo de los fenómenos de laconciencia: esta identidad se la atestigua de una manera irresistiblela conciencia misma. La idea del
yo
pues está sacada delpensamiento, y por consiguiente mas bien nace el sujeto del predicadoque nó el predicado del sujeto.
[184.] El pensamiento de donde se saca la idea del
yo
, no es elpensamiento en general, sino realizado, existente en nosotros mismos.Pero esta realidad es infecunda, si no se ofrece al espíritu bajo unaidea general; porque es evidente que el yo
no sale de un acto solo,pues que es la unidad sujeto de la pluralidad. Para llegar á la ideadel yo
necesitamos la unidad de conciencia, y esta no la conocemossino en cuanto la tenemos experimentada, es decir, en cuantopercibimos la relacion de lo uno á lo múltiplo, de un sujeto á susmodificaciones.
Tanta elaboracion es necesaria para producir una expresion tansencilla como «yo pienso;» por donde se echa de ver con cuánta razonhe distinguido entre el fondo y la forma, y cuán inconsideradamenteproceden los que confunden cosas tan diversas. Así, y por falta deldebido análisis, se dan en la filosofía saltos inmensos pasando de unórden á otro, confundiendo las ideas y embrollando las cuestiones.
[185.] Para dilucidar completamente la materia examinaré lasrelaciones de la existencia con el pensamiento; exámen que será muyfácil teniendo presentes las observaciones anteriores.
Es cierto que concebimos la existencia anterior al pensamiento: nadapuede pensar sin existir, la existencia es para el pensamiento unacondicion indispensable; pensar y no existir, es una contradiccionmanifiesta.
Pero lo que se ofrece primitivamente á nuestro espíritu,no es la existencia sino el pensamiento; y este nó en abstracto, sinodeterminado, experimental, empírico como se dice ahora. La idea deexistencia es general, comprende á todo ser, y la conciencia no puedecomenzar por ella; ora lleguemos á esta idea por abstraccion, ora seauna forma preexistente en nuestro espíritu, no es lo primero que senos ocurre; ó para hablar con mas exactitud, no es el último punto queencontramos al seguir con movimiento retrógrado el hilo de nuestrosconocimientos para descubrir su punto de partida. Este es laconciencia, que despues de objetivada, y habiendo sufrido el análisisdel concepto que ofrece, nos presenta la idea de existencia comocontenido en ella.
Se infiere de esto, que el
luego existo
, no es rigurosamentehablando una consecuencia del «yo pienso,» sino la intuicion de laidea de existencia en la de pensamiento. Hay aquí dos proposiciones per se notæ
como dicen los escolásticos; una general: «lo pensantees existente;» otra particular; «yo pensante, soy existente.» Laprimera pertenece al órden puramente ideal, es de evidenciaintrínseca, independientemente de toda conciencia particular; lasegunda participa de los dos órdenes; real é ideal; real, en cuantoencierra el hecho particular de la conciencia; ideal, en cuantoincluye una combinacion de la idea general de la existencia con elhecho particular: pues solo así es concebible la union del predicadocon el sujeto.
[186.] Ahora será sumamente fácil resolver todas las cuestiones que seagitan en las escuelas.
Primera cuestion. ¿El principio «yo pienso» depende de otro? Deberesponderse con distincion: si se entiende por este principio elsimple hecho de la conciencia, es evidente que nó. Para nuestroentendimiento, no hay nada anterior á nosotros; todo lo que conocemos,en cuanto conocido por nosotros, supone nuestra conciencia; si lasuprimimos, lo destruimos todo; y si ensayamos el destruirlo todo,ella permanece indestructible: no depende pues de nada, no presuponenada.
Si por el principio «yo pienso» se entiende una proposicion, en talcaso no puede haber dimanado sino de un raciocinio, ó mas bien de unanálisis: y así no puede ser el principio fundamental de nuestrosconocimientos.
[187.] Segunda cuestion. Faltando los demás principios, ¿falta tambienel presente? Aplíquese la misma distincion: como simple hecho, nó;como proposicion, sí. Niéguese todo, incluso el principio decontradiccion, la conciencia subsiste. Pero negado el principio decontradiccion, queda destruida toda proposicion; toda combinacion esabsurda; el análisis, la relacion del predicado con el sujeto, sonpalabras vacías de sentido.
[188.] Tercera cuestion. Admitido el principio «yo pienso», ¿puede serconducido á la verdad al menos indirectamente, quien niegue los demás?Es menester distinguir: ó se trata de reducirle por raciocinio ó porobservacion; es decir, ó se le quiere combatir con argumentos ó setrata de llamarle la atencion sobre sí propio, como se hace con unhombre distraido ó con uno que padece enagenacion mental. Lo segundose puede hacer; lo primero nó. Quien niega todos los principiosincluso el de contradiccion, hace imposible todo raciocinio; en vanopues se discurre contra él. Ensayémoslo.
Tú piensas, se le dirá; al menos así lo afirmas cuando admites elprincipio «yo pienso.»
Es verdad.
Luego debes admitir tambien el principio de contradiccion.
¿Por qué?
Porque de otro modo podrias pensar y no pensar á un mismo tiempo.
No hay inconveniente.
Pero entonces destruyes tu pensamiento….
¿Por qué?
¿Piensas? ¿no es verdad?
Cierto.
Segun tú mismo, es posible que no pienses al mismo tiempo.
Estamos conformes.
Luego destruyes tu pensamiento: porque cuando no piensas se destruyeel «yo pienso;» y como todo esto es simultáneo, resulta que destruyestu propio pensamiento.
Nada de eso: lo que hay en el argumento que se me objeta es que sesupone verdadero lo que yo niego; incurriéndose en el sofisma que losdialécticos llaman peticion de principio. En efecto, por lo mismo queniego el principio de contradiccion, no admito que el no ser destruyaal ser, ni el ser al no ser; y por consiguiente, que el no piensopueda destruir el yo pienso. Cuando se me arguye en este sentido, sesupone lo mismo que se busca; se me ataca por principios que yo noreconozco. En vuestro sistema, en que el ser destruye al no ser yvice-versa, es cierto que el pensar y el no pensar son incompatibles;pero en mis principios el caso es muy sencillo, como segun ellos no esimposible que una cosa sea y no sea á un mismo tiempo, cuando nopienso no dejo de pensar.
Este lenguaje es absurdo, pero consecuente: negado el principio, ladeduccion es necesaria; y si se le replica que en tal caso no puede nihacer el raciocinio que se acaba de oir, podrá él contestar, quetampoco pueden raciocinar los adversarios; ó que si se quiere, nohalla inconveniente en que se raciocine y no se raciocine.
No hay otro medio de reducir á un hombre extraviado de esta manera queel de la observacion; se ha salido de la razon y por tanto esimposible volverle á ella por medio de ella misma. Las observacionesque se le dirigen han de ser mas bien un llamamiento, una especie degrito para despertar la razon, que nó una combinacion parareconstruirla; es un hombre dormido ó desvanecido á quien se llama yse toca para volverle en sí, nó un adversario con quien se disputa(XIX).
CAPÍTULO XX.
VERDADERO SENTIDO DEL PRINCIPIO DE CONTRADICCION.
OPINION DE KANT.
[189.] Antes de examinar el valor del principio de contradiccion comopunto de apoyo de todo conocimiento, será bien fijar con exactitud suverdadero sentido. Esto me obliga á entrar en algunas consideracionessobre una opinion de Kant manifestada en su Crítica de la razonpura
, á propósito de la forma con que el principio de contradiccionha sido enunciado hasta el presente en todas las escuelas filosóficas.Conviene el metafísico aleman en que sea cual fuere la materia denuestro conocimiento y de cualquier modo que se le refiera el objeto,es condicion general aunque puramente negativa, de todos nuestrosjuicios, el que no se contradigan mutuamente; de otro modo, aun sinórden al objeto, no son nada en sí mismos. Asentada esta doctrinaadvierte que se llama principio de contradiccion el siguiente: «unpredicado que repugna á una cosa no le conviene;» observando enseguida que este es un criterio universal de toda verdad, aunquepuramente negativo; mas que por lo mismo pertenece exclusivamente á lalógica, pues que vale para los conocimientos puramente comoconocimientos en general, sin relacion á su objeto, y declara que lacontradiccion los hace desaparecer completamente. «Hay sin embargo,continúa, una fórmula de este célebre principio puramente formal ydesprovisto de contenido, fórmula que encierra una síntesis confundidamal á propósito con el principio mismo, y sin la menor necesidad. Hélaaquí; es imposible que una cosa sea y no sea á
un mismo tiempo
. Amas de que la certeza apodíctica ha sido añadida inútilmente aquí (porla palabra imposible
), certeza que debe de sí misma estarcomprendida en la proposicion, este juicio se halla además afectadopor la condicion del tiempo y significa en algun modo lo siguiente: una cosa
= A, que es alguna cosa = B, no puede al mismo tiempo serno B; pero puede muy bien ser sucesivamente lo uno y lo otro (B y noB). Por ejemplo, un hombre que es jóven no puede ser viejo á un mismotiempo; pero este mismo hombre puede muy bien ser jóven en un tiempo yser viejo ó no ser jóven en otro; es así que el principio decontradiccion, como principio puramente lógico, no debe restringir susignificado á relaciones de tiempo; luego esta fórmula es del todocontraria al objeto del principio mismo. La equivocacion nace de quese comienza por separar el predicado de una cosa del concepto de ella;y en seguida se une á este mismo predicado su contrario, lo que no dajamás una contradiccion con el sujeto sino únicamente con su predicadoque le está unido sintéticamente; contradiccion que ni aun tienelugar sino en cuanto el primer predicado y el segundo son puestos almismo tiempo. Si digo, un hombre que es ignorante no es instruido, lacondicion al mismo tiempo
debe estar expresada, porque el que esignorante en un tiempo puede muy bien ser instruido en otro.
Pero sidigo, ningun hombre ignorante es instruido, la proposicion seráanalítica, porque el carácter de la ignorancia constituye ahora elconcepto del sujeto, en cuyo caso la proposicion negativa dimanainmediatamente de la proposicion contradictoria, sin que la condicion al mismo tiempo
deba intervenir. Por esta razon he cambiado masarriba la fórmula del principio de contradiccion, de manera que porella fuese explicada claramente la naturaleza de una proposicionanalítica.» (Lógica trascendental, libro 2.º cap. 2.º seccion 1.ª).
[190.] El lector no comprenderá bien el sentido de este pasaje, ya desuyo no muy claro, si no sabe lo que Kant entiende por proposicionesanalíticas y sintéticas; lo explicaré. En todos los juiciosafirmativos la relacion de un predicado con un sujeto es posible dedos maneras: ó el predicado pertenece al sujeto como contenido en él,ó le es completamente extraño, aunque en realidad esté ligado con élmismo. En el primer caso, el juicio es analítico, en el segundosintético. Los juicios analíticos afirmativos son aquellos en que launion del predicado con el sujeto es concebida por identidad; alcontrario se llaman sintéticos aquellos en que dicha union estáconcebida sin identidad. Kant aclara su idea con los ejemplossiguientes. «Cuando digo todos los cuerpos son extensos, este es unjuicio analítico, pues no necesito salir del concepto de cuerpo paraencontrarle unida la extension; me basta descomponerle, es decir, quees suficiente el tener conciencia de la diversidad que pensamossiempre en este concepto, para encontrar en él el predicado de que setrata.
Este es pues un juicio analítico. Al contrario, cuando digo,todos los cuerpos son pesados, aquí el predicado es una cosa del tododiferente de lo que pienso en general por el simple concepto decuerpo: la union pues de semejante predicado da un juicio sintético.»(Crítica de la razon pura. Introduccion § 1).
Échase de ver fácilmente la razon de la nueva nomenclatura empleadapor el filósofo aleman. Llama analíticos á los juicios en que bastadescomponer el sujeto para encontrar en él el predicado, sin necesidadde añadirle nada que no estuviese ya pensado en el concepto mismo delsujeto, á lo menos oscuramente; y apellida sintéticos ó decomposicion, aquellos en que es preciso añadir algo al concepto delsujeto, pues que el predicado no se encuentra en este concepto por masque se le descomponga.
[191.] Esta division de juicios en analíticos y sintéticos es muynombrada en la filosofía moderna, sobre todo entre los alemanes; y deseguro no falta quien se imagina que este es un descubrimiento delautor de la
Crítica de la razon pura
; la misma novedad del nombrepuede dar orígen á la equivocacion. Sin embargo, en todos los autoresescolásticos que olvidados y cubiertos de polvo yacen ahora en elfondo de las bibliotecas, se habla de juicios analíticos y sintéticos;bien que nó con estos nombres. Se decia que los juicios eran de dosespecies: unos en que el predicado estaba contenido en la idea delsujeto y otros en que nó; á las proposiciones que expresaban losjuicios de la primera clase se las llamaba per se notæ
ó conocidaspor sí mismas, á causa de que entendida la significacion de lostérminos se veia que el predicado estaba contenido en la idea ó en elconcepto del sujeto. Se les daba tambien el nombre de primerosprincipios, y á la percepcion de ellos se la llamaba inteligencia,intellectus
, distinguiéndola de la
razon
en cuanto esta versabasobre los conocimientos de evidencia mediata ó de raciocinio.
Véase si dejan algo que desear ni en claridad ni en precision, lossiguientes textos de Santo Tomás.
«Una proposicion es conocida por sí,
per se nota
, cuando el predicado está incluido en la razon delsujeto, como el hombre es animal; pues que animal es de la esencia delhombre. Si pues todos conocen lo que es el sujeto y el predicado, laproposicion será conocida por sí, para todos; como se ve en losprimeros principios de las demostraciones cuyos términos son cosascomunes que nadie ignora, como ser y no ser; todo y parte y otrassemejantes.» (1.ª
Parte. Cuest. 2. art. 1.º)
«Cualquiera proposicion cuyo predicado es de la esencia del sujeto, esconocida por sí, bien que puede suceder que no lo sea para quienignore lo que significa la definicion del sujeto: así estaproposicion, «el hombre es racional,» es de su naturaleza conocida porsí; pues quien dice hombre dice racional
.» (1.ª 2.ª Cuest. 94. Art.2).
[192.] Por estos ejemplos, y otros muchos que seria fácil aducir, seve que la distincion entre los juicios analíticos y sintéticos eravulgar en las escuelas muchos siglos antes de Kant. Los analíticoseran todos los que se formaban por evidencia inmediata; y sintéticos,los que resultaban de evidencia mediata, ya fuese esta del órdenpuramente ideal, ya dependiese en algun modo de la experiencia. Sesabia muy bien que hay conceptos de sujeto en los cuales está pensadoel predicado, á lo menos en confuso: y por esto se explicaba estaunion ó identidad, diciendo que las proposiciones en que se enunciaba,eran per se notæ ex terminis
. El predicado en los juicios analíticosestá ya en el sujeto; nada se le añade segun Kant; solo se le explica;«Quien dice
hombre
dice
racional
;» así habla Santo Tomás: la ideaes la misma que la del filósofo aleman.
[193.] Pero volvamos al exámen de si debe ó nó mudarse la fórmula enque hasta ahora se ha expresado el principio de contradiccion.
La primera observacion de Kant se refiere á la palabra
imposible
por juzgarla añadida inútilmente, ya que la certeza apodíctica que sequiere expresar, debe estar comprendida en la misma proposicion. Kantformula el principio de esta manera: «un predicado que repugna
á unacosa no le conviene.» ¿Qué se entiende por la palabra imposible?«posible é imposible absolutamente, se dice por la relacion de lostérminos: posible porque el predicado no repugna al sujeto; imposible,cuando el predicado repugna al sujeto;» así se expresa Santo Tomás (1P. Cuest. 25. Art. 3.) y con él todas las escuelas; luego laimposibilidad es la repugnancia del predicado al sujeto, luego ser unacosa imposible es ser repugnante, luego emplea Kant el mismo lenguajeque reprende en los otros.
La fórmula comun podria expresarse de estamanera: «que una cosa sea y no sea al mismo tiempo, repugna; ó bienhay repugnancia entre el ser y el no ser; ó bien el ser excluye al noser;» todo viene á parar á lo mismo, y nada mas expresa Kant cuandodice: un predicado que repugna á una cosa, no le conviene.
[194.] Tratándose de un criterio universal, hay mas exactitud en lafórmula comun que en la de Kant. Esta ciñe el principio á la relacionde predicado y sujeto, y por consiguiente le encierra en el órdenpuramente ideal, no valiendo para el real sino por una especie deampliacion. Esta ampliacion aunque muy legítima y muy fácil, no lanecesita la fórmula comun: con decir, el ser excluye al no ser, abrazalo ideal y lo real, y presenta al entendimiento la imposibilidad, nosolo de los juicios contradictorios, sino tambien de las cosascontradictorias.
Kant admite que este principio es la condicion
sine qua non
de laverdad de nuestros conocimientos, de manera que debemos tener cuidadode no ponernos jamás en contradiccion con él so pena de anonadar todoconocimiento. Hágase la prueba: á un hombre que no se haya ocupado áfondo de estas materias, aunque sepa muy bien lo que se entiende porpredicado y sujeto, dénsele las dos fórmulas; ¿cuál de ellas se lepresentará como mas fácil para todos los usos así en lo externo comoen lo interno? es claro que no será la de Kant. Que una cosa no puedeser y no ser á un mismo tiempo, al instante se ve con todageneralidad, y se aplica el principio á todos los usos así en el órdenreal como en el ideal. Se trata de un objeto externo y se dice: estono puede ser y no ser á un mismo tiempo; se trata de juicioscontradictorios, de ideas que se excluyen, y se dice sin dificultad:esto no puede ser, porque es imposible que á un mismo tiempo una cosasea y no sea. Pero no se ve con la misma facilidad y prontitud cómo sehace el tránsito del órden ideal al real, ó cómo pueden tener uso enel órden de los hechos las ideas puramente lógicas de sujeto ypredicado. Luego la fórmula comun, á mas de ser igualmente exacta quela de Kant, es mas sencilla, mas inteligente, y mas fácilmenteaplicable. ¿Pueden desearse calidades mejores para un criteriouniversal, para la condicion sine qua non
de la verdad de nuestrosconocimientos?
[195.] Hasta aquí he dado por supuesto que la fórmula de Kantexpresaba realmente el principio de contradiccion; pero estasuposicion es cuando menos inexacta. No cabe duda que seria unacontradiccion el que un predicado que repugnase á un sujeto, leconviniese; y en este sentido se puede decir que el principio decontradiccion está de algun modo expresado en la fórmula de Kant.
Masesto no es suficiente: porque de lo contrario seria preciso decir quetodo axioma expresa el principio de contradiccion, pues no es posiblenegar ningun axioma sin una contradiccion. La fórmula del principiodebe expresar
directamente
la exclusion recíproca, la repugnanciaentre el ser y el no ser; esto es lo que se quiere significar; jamásse ha entendido otra cosa por el principio de contradiccion. Kant ensu nueva fórmula no expresa directamente esta exclusion: lo queexpresa es, que cuando de la idea de un sujeto está excluido elpredicado, este no le conviene. Si bien se mira, lejos de que estafórmula exprese el principio de contradiccion, es la famosa de loscartesianos: lo que está comprendido en la idea clara y distinta deuna cosa, se puede afirmar de ella con toda certeza. En substancia lasdos fórmulas expresan lo mismo, y solo se distinguen por dosdiferencias puramente accidentales: 1ª. en que la de Kant es masconcisa; 2.ª
en que la de este filósofo es negativa y la de loscartesianos afirmativa.
[196.] Kant viene á decir: «lo que está
excluido
de la idea clara ydistinta de una cosa, se puede negar de ella.»
Predicado que repugna
á un sujeto, es lo mismo que lo que está
excluido
de la idea de unacosa;
no le conviene
, es lo mismo que
se puede negar de él
. Y comopor otra parte es evidente que el principio de los cartesianos debeentenderse en ambos sentidos, afirmativo y negativo, pues que al decirque lo que está comprendido en la idea clara y distinta de una cosa,se puede afirmar de la misma, entendian tambien que cuando una cosaestaba excluida, se podia negar; resulta que Kant dice lo mismo queellos; así intentando corregir á todas las escuelas, ha incurrido enuna equivocacion no muy á propósito para abonar su perspicacia.
Claro es que la misma fórmula de Kant implica esta otra: el predicadocontenido en la idea de un sujeto, le conviene. Esta proposicion estambien condicion
sine qua non
, de todos los juicios analíticosafirmativos: pues estos desaparecen, si no conviene al sujeto lo queestá en su idea. En tal caso, no hay diferencia ni aun aparente entrela fórmula de Kant y la de los cartesianos; solo hay variedad en lostérminos: la proposicion es exactamente la misma. Por donde se echa dever que antes de afirmar que en el punto mas claro y mas fundamentalde los conocimientos humanos, se han expresado mal todas lasescuelas, es necesario andar con mucho tiento: testigo la originalidad
de la fórmula de Kant.
[197.] No fué mas feliz el autor de la
Crítica de la razon pura
alcensurar la condicion
á un mismo tiempo
, que se añade generalmente ála fórmula del principio de contradiccion. Ya que él se tomó lalibertad de creer que ningun filósofo antes de él habia expresado dela manera conveniente este principio, permítaseme decir que él noentendió bien lo que querian significar los otros. No creo que condecir esto cometa una profanacion filosófica; si para ciertos hombresKant es un oráculo, todos los filósofos juntos y la humanidad enterason tambien oráculos que deben ser oidos y respetados.
Segun el mismo Kant, el principio de contradiccion es condicion sinequa non
de todos los conocimientos humanos. Si pues esta condicion hade servir para su objeto, es necesario que se la exprese de un modoaplicable á todos los casos. Nuestros conocimientos no se componenúnicamente de elementos necesarios, sino que admiten en buena parteideas enlazadas con lo contingente; pues como hemos visto ya, lasverdades puramente ideales no conducen á nada positivo si no se lashace descender al terreno de la realidad. Los seres contingentes estánsometidos á la condicion del tiempo; y todos los conocimientos que áellos se refieren, deben contar siempre con esta condicion.
Suexistencia se limita á un determinado espacio de tiempo; y conforme áesta determinacion es preciso pensar y hablar de la misma. Aun laspropiedades esenciales están afectadas en cierto modo por la condiciondel tiempo; porque si bien prescinden de él, si se las considera engeneral, no es así cuando están realizadas, es decir, cuando dejan deser una pura abstraccion y son una cosa positiva. Hé aquí pues larazon, y razon bien poderosa y profunda, de que todas las escuelashayan juntado la condicion del tiempo con la fórmula del principio decontradiccion: razon bien profunda, repito, y que es extraño seescapase á la penetracion del filósofo aleman.
[198.] La importancia de la materia reclama todavía ulterioresaclaraciones. Lo esencial en el princio de contradiccion, es laexclusion del ser por el no ser y del no ser por el ser. La fórmuladebe expresar este hecho, esta verdad que se nos ofrece con evidenciainmediata y que es contemplada por el entendimiento con una intuicionclarísima que no consiente duda ni oscuridad de ninguna especie.
El verbo
ser
puede tomarse de dos maneras: sustantivamente, encuanto significa la existencia, y copulativamente, en cuanto expresala relacion de un predicado con un sujeto. Pedro es; aquí el verbo es
significa la existencia de Pedro, y equivale á esta otra: Pedroexiste. El triángulo equilátero es equiángulo; aquí el verbo
es
setoma copulativamente; pues no se afirma que exista ningun triánguloequilátero, y solo se establece la relacion de la igualdad de losángulos con la igualdad de los lados, prescindiendo absolutamente deque existan unos ni otros.
El principio de contradiccion debe extenderse á los casos en que elverbo ser
es copulativo y á los en que es sustantivo; porque cuandodecimos que es imposible que una cosa sea y no sea, no hablamosúnicamente del órden ideal ó de las relaciones entre predicados ysujetos, sino tambien del órden real: si no se refiriese á este últimotendríamos que el mundo entero de las existencias estaria falto de lacondicion indispensable para todo conocimiento sino tambien para todoser en sí mismo, prescindiendo de que sea conocido y de que seainteligente. ¿Qué fuera un ser real que pudiese ser y no ser? ¿quésignifica una contradiccion realizada? luego el principio se ha deextender no solo al verbo
ser
como copulativo, sino tambien comosustantivo. Todas las existencias finitas, inclusa la nuestra, sonmedidas por una duracion sucesiva; luego si la fórmula del principiode contradiccion no ha de ser inaplicable á todo cuanto conocemos enel universo, ha de estar acompañado de la condicion del tiempo. Detodas las cosas finitas que existen se ha verificado que no existian yde todas se podria verificar que no existiesen: de ninguna seafirmaria con verdad que su no existencia fuese imposible; estaimposibilidad nace de la existencia en un tiempo dado, y solo conrespecto á este tiempo se la puede afirmar. Luego la condicion deltiempo es absolutamente necesaria en la fórmula del principio decontradiccion, si esta fórmula ha de poder servirnos para loexistente, es decir, para lo que tienen de objeto real nuestrosconocimientos.
[199.] Veamos ahora lo que sucede en el órden puramente ideal, dondeel verbo ser
se toma copulativamente. Las proposiciones del órdenpuramente ideal son de dos clases: unas tienen por sujeto una ideagenérica que con la union de la diferencia, puede pasar á una especiedeterminada; otras tienen por sujeto la misma especie, ó sea la ideagenérica junto con la determinacion de la dif