COLECCIÓN
DE
ESCRITORES CASTELLANOS
——
CRÍTICOS
HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y DEL ARTE DRAMÁTICO
EN ESPAÑA
III
TIRADAS ESPECIALES
100 ejemplares en papel de hilo, del I al IOO.
25 "
en papel China, del I al XXV.
25 "
en papel Japón, del XXVI al L.
HISTORIA
DE
LA LITERATURA
Y DEL ARTE DRAMÁTICO
EN ESPAÑA
POR
ADOLFO FEDERICO
CONDE DE SCHACK
traducida directamente del alemán al castellano
POR
EDUARDO DE MIER
TOMO III
MADRID
IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE M. TELLO
IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M.
ISABEL LA CATÓLICA, 23
1887
CAPÍTULO XII.
Clasificación de las comedias de Lope, y crítica particular dealgunas.— El conde Fernán
González. — El casamiento en lamuerte. — Las doncellas de Simancas. — Los Benavides. —
ElPríncipe despeñado.
N lo relativo á su método de desarrollar los dramas, se observannotables diferencias, según corresponden á períodos anteriores óposteriores. Se comprende, sin esfuerzo, que es imposible trazar entreunos y otros una línea cronológica divisoria; pero consta del prólogo desu Peregrino cuáles han sido escritos antes de 1604, y notamos enellos tantos rasgos generales comunes, que nos facilitan el señalarentre los restantes á aquéllos que, por su carácter y concordancias, hande considerarse como sus trabajos más antiguos. Los signos quedistinguen á estas comedias, pertenecientes á la primera mitad de lacarrera dramática de Lope, son los siguientes: profusión de imágenes,sentimientos
y
pasiones;
acumulación
de
unos
sucesos
sobre
otros;muchedumbre de personajes, hechos é incidentes; en una palabra,abundante riqueza en la acción, aunque sin distribución juiciosa ydebida economía. Muévese todo con celeridad arrebatadora; suprímense porcompleto los largos discursos; el diálogo es rápido y de acritud casiepigramática. La exposición del asunto no se hace por relación de algúnpersonaje, sino que forma parte de la acción en las primeras escenas. Encuanto al lenguaje, se observa que las combinaciones métricas más usadasson las redondillas y quintillas, empleando también con frecuenciayámbicos de seis pies, sin rima; el romance, al contrario, se ve pocasveces, y ordinariamente sólo en las narraciones. Los tres diamantes y La fuerza lastimosa, pueden considerarse como tipos del período másantiguo de las composiciones de Lope. En las del último se sujeta laacción á un orden mejor dispuesto: sin perjudicar al curso y á lamovilidad del enredo, se nota una pintura y gradación más delicada enlos detalles; reina más claridad en los afectos y determinaciones de lospersonajes y en la transición de unas pasiones á otras; hay también mássimetría en la relación de las partes con el todo y en la agrupación delos personajes. Renúnciase al propósito de presentarlo todo á la vistade los espectadores, hasta las circunstancias más insignificantes; si enlas obras anteriores se intercalan escenas inoportunas que interrumpenla acción principal, y que podrían suprimirse sin violencia, en lasposteriores se sustituyen con las relaciones que hacen los personajes.Los endecasílabos, no rimados, desaparecen casi enteramente, y en cambiopredomina el romance, que se usa también en el diálogo. La discretaenamorada y La dama melindrosa personifican esta clase. No esnecesario advertir que Lope conserva hasta el fin de su carreradramática la exuberancia y vivo fuego de su imaginación, y su habilidadpara inventar y trazar los planes de sus obras.
La moza de cántaro, enla cual dice haber escrito 1.500 comedias, y Las bizarrías de Belisa,á cuya conclusión manifiesta haberse consagrado de nuevo á las musas, áquienes había abandonado, son dos composiciones de los últimos años desu vida, por cierto de las más bellas.
Si, con relación á sus argumentos, nos hacemos cargo de la multitudinnumerable de sus dramas, se nos presenta en primer término una largaserie de cuadros, fundados en la historia ó en la tradición nacional.Ardientemente inspiraban á Lope los sucesos de su patria, y jamásdesaprovecha las ocasiones que se le presentan de perpetuar el renombrey el honor de su nación, y de pintar con los más brillantes colores lashazañas de los héroes españoles. El número y variedad de estas obrassuyas es tan prodigioso, que de las existentes se puede formar unagalería casi completa de todos los cuadros más importantes de lahistoria de España. Observamos, pues (para indicar tan sólo algunosprincipales), en La amistad pagada, la lucha de los antiguos cántabroscontra el poder romano; en El Rey Wamba, los anárquicos desórdenes dela monarquía gótica amenazando desplomarse; en El último Godo deEspaña, la traición del conde D.
Julián, la muerte de Rodrigo y lavictoria de las armas mahometanas; en El primer Rey de Castilla, losprimeros triunfos de la nueva y vigorosa monarquía cristiana; en Lasalmenas de Toro, las disensiones entre D. Sancho y sus dos hermanasDoña Urraca y Doña Elvira, su asesinato por Vellido Dolfos, y al Cidcomo al héroe castellano más famoso; en El sol parado, las gloriosasexpediciones guerreras de San Fernando; en Lo cierto por lo dudoso,los primeros gérmenes de discordia entre Don Pedro el Cruel y Enriquede Trastamara, que habían de terminar tan trágicamente; en Los Ramírezde Arellano, el horrible fratricidio cometido en los campos de Montiel;en El milagro por los celos, los tiempos de D. Juan II en uno de susmás notables sucesos, que fué la caída de D. Álvaro de Luna; en Elpiadoso aragonés, la historia del desdichado Carlos de Viana, aunque noexento de culpa; los dos levantamientos contra su padre, su prisión, yal fin, su trágica muerte, á consecuencia de la cual subió Fernando elCatólico al trono de Aragón; en El cerco de Santa Fe, la gloriosalucha que acabó con el último baluarte mahometano en la Península; porúltimo, en La victoria del Marqués de Santa Cruz, una guerra en quetomó parte, en su juventud, el mismo poeta.
No es posible dividir rigurosamente estas obras en históricas ytradicionales, confundiéndose la tradición y la historia en las leyendasmás antiguas, y mezclándose á menudo con los sucesos más recientesalgunas tradiciones de que no habla la historia, ó las invenciones delpoeta. Pero si ha de denominarse drama histórico al que aparece llenodel espíritu de la historia, representando los sucesos más importantesde ciertas épocas, bajo su verdadero punto de vista, es menestercalificar con este dictado á innumerables dramas de Lope, y aun asegurarque acaso en ninguna otra literatura los haya en su género tanexcelentes. Observamos que el poeta sabe penetrar en el espíritu de lostiempos pasados; que infunde nueva vida á generaciones humanas, que handesaparecido de la tierra; que se da traza de crear una imagen fiel dela vida en su centro más característico, y que en el florecimiento ycaída de otros hombres nos deja adivinar la misteriosa trama, lascreaciones y los estragos del sér que anima al orbe. La claridad con quenos ofrece los hechos y sucesos de otras épocas, la exactitud con queimprime tono y colorido á los tiempos más diversos, excita, sin duda,nuestra admiración, y hasta algunas obras de esta clase arrojan más luzsobre los períodos á que se refieren, que las crónicas ó áridascompilaciones de los historiógrafos. Como si les inspirase vida real yverdadera, hace pasar delante de nuestros ojos la existencia completa deciertas épocas, sus pasiones, deseos y relaciones distintas, y lasclases variadas que constituyen á la nobleza y al pueblo. Su propósitode representar cada período con su colorido especial, se manifiesta áveces hasta en el lenguaje, como sucede en la comedia titulada Lasfamosas asturianas, escrita en el estilo que distingue á los másantiguos monumentos de la literatura castellana. Muchos otros detallesde poca importancia, que sólo se aprecian estudiándolos con cuidado,prueban sus profundas y eruditas investigaciones históricas. Ha deatribuirse, sin embargo, á un don adivinatorio singular, á su intuiciónpoética, que nos lo ofrezca todo tan claro y perceptible, como sicreyésemos haberlo presenciado realmente.
Del particular agrado de Lope hubieron de ser las pinturas de lostiempos del primer renacimiento del imperio hispano-cristiano.Complácese en retratarnos aquellos antiguos castellanos rústicamentesencillos, que ejercían en sus súbditos patriarcal autoridad, yalabrasen sus campos, ya desenvainasen la espada contra los infieles.Todos estos cuadros, que, por ejemplo, se observan en Los Prados deLeón, en Los Tellos de Meneses, en Los Benavides y en otras muchascomedias suyas, son tan lozanos y enérgicos, que á no estarcompletamente estragado por las descoloridas imágenes, que en nuestrostiempos se han vendido por poesía, no se puede menos de tributarlesnuestra sincera admiración; y por mucho que se repitan, siempre parecenueva la impresión que nos hacen. La verdadera gracia, el encanto mágicode la pura poesía pastoral, se confunde en ellos con la más gravesolemnidad de la heróica.
Ninguno como Lope ha representado todo elrobusto germen de la nación española; sus sentimientos sencillos,humildes y religiosos, su suficiencia, sus afectos, nacidos en el senode la libertad, y su decisión en defender á cada instante, al precio desu sangre y de su fortuna, sus piadosas creencias. La materia y laforma se unen en ellos de la manera más íntima: nótase una facilidad talen su colorido, tanta naturalidad é imparcialidad, como suele observarsesólo en las obras poéticas populares. Sus caballeros no hablan mucho,pero sus palabras son graves; á los dichos suceden al punto los hechos,y se llevan á cima las hazañas más extraordinarias como si fuesenpequeñeces de poca monta. Figúrasenos que los antiguos caballeros,cubiertos de hierro y armados con su yelmo y su escudo, se levantan desus tumbas, ó que tornan á la vida desde los sepulcros marmóreos de lacatedral de Burgos. Todo es gigantesco en estos cuadros: la indomablevoluntad y la fuerza férrea de sus personajes, como la noble hidalguía yel recato de las señoras, las más eminentes virtudes, como las pasionesviolentas y los crímenes. ¡Y qué diferencias características en todasestas creaciones! Al lado de la grandeza de alma y de la experiencia delanciano, la temeraria obstinacion del joven. ¡Qué rasgos individualesdistinguen hasta á los personajes subalternos, clérigos y monjes,labradores y pastores, generales y guerreros! Característico también dela época en que se supone ocurrir la acción, es la fiereza y la bravurapendenciera, casi brutal, de que se hallan dotados los héroesespeciales, como, por ejemplo, Bernardo del Carpio y Mudarra, que losasemeja de una manera chocante con el Hotspur y el bastardoFaulconbridge, de Shakespeare.
La exposición desordenada y abrupta de lafábula se harmoniza á maravilla con el conjunto. ¡Y cuán delicada y cuáninseparable del carácter español es la mezcla de orgullo hinchado y deamorosa resignación, de arrebatos producidos por la justicia de que lospersonajes se creen asistidos, de veneración por los deberes que lalealtad les impone, y á los cuales todo se subordina; de nobleza y debarbarie, de invariable constancia en las amistades y de los odios mástenaces! ¡Cuán característica su devoción, que, á modo de himno que seeleva en medio de la tempestad, resuena entre el estruendo de las luchasde tan enérgicas poesías! Por último, si examinamos la acción en sutotalidad, ¡cuán rápido es su curso, cuánta vida y animación en suspartes!
¡Cuán completa es la ilusión que nos arrastra en medio de laexistencia más agitada, entre estos grupos que pasan con rapidez antenuestros ojos, entre estas escenas guerreras cuyo belicoso tumultocreemos escuchar! Y después, cuando nos imaginamos que vivimos con losmoros y que asistimos á las escenas de su vida, como en El hijo deReduán, en El bastardo Mudarra, etc., ¡cuánto fuego y pompaoriental, qué gradación de colores tan voluptuosa, qué efectos en loscontrastes de ostentoso orgullo y de sensualismo, por una parte, ycuánta sencillez y cuánta fuerza, por otra!
Para comprender rectamente estos dramas, menester es que no olvidemos suinmediato origen de los gérmenes que forman la poesía popular. La últimacomedia mencionada, por ejemplo, cuyo argumento es la historia de losinfantes de Lara y su sangrienta muerte; después El conde FernánGonzález, en la cual aparece el famoso héroe nacional castellano,celebrado ya en la epopeya del siglo XIV, y los dos, cuyo protagonistaes Bernardo del Carpio, á saber El casamiento en la muerte y Lasmocedades de Bernardo del Carpio, se ajustan estrechamente á antiguosromances, que se conservan, cuyas palabras se copian á veces en ellos.En otros no es fácil indicar su origen, aunque indudablemente provengande leyendas nacionales olvidadas, como Las doncellas de Simancas,comedia de las más brillantes y magníficas de Lope, que celebra á lasjóvenes de Simancas, á cuya grandeza de alma se debió que su patria selibertase del vergonzoso tributo de las cien doncellas, que loscristianos habían de pagar anualmente á los infieles[1]; El primerFajardo, El Príncipe despeñado, etc. No se crea por esto que sedisminuya en algo el mérito de Lope por ajustarse á la tradición:reálzalo, al contrario, la discreción con que utiliza sus materiales, yhasta se le puede llamar, con justicia, el más perfecto de los poetaspopulares, y defender que sus obras son el remate de la poesía nacionaly su más brillante corona.
En breves palabras expondremos el argumento de algunas de estascomedias.
El conde Fernán González describe la naciente grandeza y laindependencia de los condes de Castilla, sujetos antes al dominio deLeón. En la escena primera vemos al conde Fernán González, que se haextraviado cazando, y que pide hospitalidad á un piadoso ermitaño.Anúnciale éste su próxima victoria y la futura fama de Castilla.
Elséquito del Conde, inquieto por su suerte, lo encuentra al cabo, y leparticipa la noticia de haber atacado los moros á los cristianos. Aloirla, se apresuran todos á tomar parte en la lid, mandados por tanfamoso héroe, y acompañados de las bendiciones del anacoreta. Lasescenas que siguen inmediatamente á éstas, pintan los estragos hechospor el enemigo, los ayes de los habitantes de las aldeas, y luego labrillante victoria de Fernán González, que, á la conclusión del primeracto, es solemnizada con alegres fiestas por los aldeanos. En el actosegundo aparece el Conde en León, á donde ha sido invitado para asistirá las Cortes. La Reina quiere vengarse de él por haber dado muerte á suhermano el Rey de Navarra; indúcelo á encaminarse á Navarra paradesposarse con una Princesa del país; pero apenas llega el Conde áPamplona, accediendo á su invitación, cuando es encerrado en la cárcel.Sin caudillo entonces los castellanos, son oprimidos por sus enemigospor todas partes; pero hacen una imagen del Conde de tamaño natural, quemarcha á la cabeza del ejército, y á la cual juran solemnemente seguirhasta la muerte. Basta la imagen del famoso capitán para infundir miedoen los moros y dar la victoria á los castellanos. No hay despuésnecesidad de libertarlo con violencia, porque, con ayuda de la Infantade Navarra, se ha evadido de su prisión, juntándose, sin contratiempo, ásus leales súbditos, y desposándose en seguida con su libertadora. En elacto tercero aparece el Conde de nuevo en León para cumplir sus deberes.Disputa con la Reina, y en castigo, es duramente aprisionado; su fielesposa viene otra vez en su auxilio, visítalo en la cárcel, trueca conél sus vestidos, y le facilita la huída, quedándose en su lugar.
FernánGonzález, no creyéndose en la obligación de guardar más tiempo fidelidadá sus Reyes, viéndose tan indignamente tratado, toma sin rebozo lasarmas contra León; vence á los leoneses, y, después de abrazar á suesposa, dicta á sus Reyes las condiciones de paz. El soberano de León,muchos años antes, le había comprado un bello corcel árabe, obligándoseá pagar el doble del precio por cada día que retardase la entrega. ElConde pide, pues, el pago de esta suma atrasada, ó el reconocimiento dela completa independencia de Castilla; pero la suma es tan considerable,que el reino entero de León no es bastante para satisfacerla, y elMonarca se ve en la necesidad de declarar que los Condes de Castilla,sus antiguos súbditos, quedan libres de todo vasallaje, y serán, enadelante, únicos señores de sus dominios.
El casamiento en la muerte. Jimena, hermana del rey Alfonso elCasto, ha dado á luz del conde de Saldaña, con quien tenía relacionesilícitas, un hijo llamado Bernardo del Carpio. El Rey, furioso con losamores de su hermana, la obliga á refugiarse en un monasterio; encierraal Conde en una obscura prisión, y educa al hijo en una absolutaignorancia de cuáles fueron sus padres. Bernardo se distingue entretodos los mancebos en los ejercicios caballerescos, y en breve es elcaballero de más fama por su valor y por su osadía. Alfonso, puesto enaprieto por los moros, pide ayuda al emperador Carlomagno, prometiéndoleen premio concederle por su auxilio una parte de su reino. Semejanteacuerdo mueve gran alboroto entre los nobles asturianos, y Bernardo, ála cabeza de los revoltosos, obliga al Rey á revocar su promesa. En lasprimeras escenas de la comedia los grandes expresan un sentimientonacional exasperado, y Bernardo lee el texto á su tío. Los espectadoresson transportados después á la corte de Carlomagno, en donde justamentese celebra un suntuoso torneo con motivo del ventajoso tratado delEmperador con D. Alonso, antes de emprender la expedición á España. Aquíencontramos á Rolando, á Reinaldos y á los demás paladines, y asistimosá los amores, tan renombrados en los romances, de Belerma y Durandarte.Estas escenas son tan notables en su género como las primeras de lacomedia, y llenas de romántico deleite. De improviso, colérico y sin darsignos de respeto, se presenta Bernardo en medio del salón, en donde sehalla Carlomagno rodeado de su brillante corte de damas y caballeros.Llega sin más ceremonia delante del Emperador, y le anuncia sin rodeosque debe renunciar á la esperanza de poseer un solo palmo de tierra enel suelo español. Su insolencia excita en los paladines generalsorpresa; pero Rolando dice que le place mucho la osadía de Bernardo, yque se alegrará de medir sus fuerzas con las de tan digno competidor enla guerra que Carlos declara entonces á Alfonso. El acto segundo nosofrece el campo de batalla de Roncesvalles. Alfonso se ha unido con losmoros para impedir al común enemigo el paso de los Pirineos. Bernardo esel caudillo de todo el ejército, y sabe, mientras tanto, el secreto desu nacimiento, obteniendo del Rey la promesa de dejar en libertad á supadre si consigue la victoria. Comienza luego la batalla, en cuyabellísima descripción se aprovechan, cuando conviene, los romancespopulares. Se ve á Durandarte moribundo, que encarga á un compañero dearmas que lleve su corazón á Belerma. La derrota es completa, y Rolandosucumbe (según la tradición española) á manos de Bernardo. El terceracto comienza con un episodio, utilizando la leyenda titulada La peñade Francia. Los moros emprenden por los Pirineos una expediciónasoladora, devastando é incendiando cuanto encuentran. Entre otrosfugitivos aparece Deidón, caballero francés, á quien persigue unapartida enemiga. Trae consigo una imagen de la Santa Virgen que deseasalvar del poder de los infieles; cuando llegan sus perseguidores seabre una peña, que guarda la sagrada imagen. Múdase en seguida la escenaá la corte de Alfonso el Casto, en donde se celebra tan gloriosavictoria con una brillante fiesta. Bernardo pide la recompensa prometidaá sus hazañas, reclamando no sólo la libertad de su padre, sino tambiénsu casamiento con Jimena, para borrar su mancha de bastardo; pero elingrato Rey le contesta con palabras evasivas. Bernardo, aunque fuera desí de dolor, no falta, sin embargo, á su lealtad en la comedia de Lope(mientras que en los romances se declara en abierta rebelión), sino quecavila en los medios de prestar á su tío nuevos servicios, paradecidirlo al cumplimiento de su palabra. Cuando más adelante libra áAlfonso de grave peligro de muerte, se lisonjea de haber conseguido larealización de su más ardiente deseo: logra una sortija que ha deservirle de señal para rescatar al conde de Saldaña; apresúrase áencaminarse con ella á la cárcel; estrecha entre sus brazos á su padre,á quien deseaba conocer tanto tiempo hacía, y lo besa con ardor; peropermanece en la más absoluta inmovilidad, sin responder á susapasionadas caricias, y sus miembros parecen yertos é inflexibles.Bernardo cae sollozando sobre su cadáver, y llama á su madre, Jimena,al reanimarse, para que trueque con el muerto su anillo nupcial. Estaescena es la última de la comedia.
Las doncellas de Simancas. Mauregato, usurpador del trono de los Reyesde Asturias, ha celebrado un pacto con los moros, con arreglo al cual hade entregar anualmente al Califa de Córdoba cien doncellas cristianas delas más hermosas. Este tributo llena de oprobio al país, y muchosvasallos se rebelan abiertamente contra el Rey, distinguiéndose, entreellos, Nuño Valdés y el joven caballero Iñigo López. Nuño tiene doshermanas famosas por su belleza, y la mayor, llamada Leonor, es laprometida de Iñigo. Leonor se ha quejado en algunas ocasiones de lavergüenza, que recae sobre los españoles en sufrir que se entreguen álos infieles mujeres cristianas.
De aquí que su amante, acompañado sólode diez bravos caballeros, trate de libertar á las últimas doncellas quese han pagado á los moros; pero sucumbe al mayor número y cae prisionerode Abdallah, hijo del Califa. Amenázale éste con la muerte en castigo desu osadía; pero le sorprende de tal manera el heroismo, que con estemotivo manifiesta el español, que acaba por concederle la vida y lalibertad. Iñigo, lleno de agradecimiento hacia el noble moro, regresade su cautiverio; pero en el camino se le aparece de repente uncaballero con traje cristiano, en el cual reconoce á Abdallah con noescasa extrañeza suya. Cuéntale éste que ha visto casualmente el retratode una cristiana de maravillosa belleza, inspirándole tal amor su solaimagen, que no piensa reposar hasta que encuentre el original y loposea. Dice á Iñigo que, en agradecimiento de la libertad que le haconcedido, espera de él que le ayude á buscar á su amada, y á traerla ásus brazos. Iñigo le pide el retrato, y reconoce aterrado á su Leonor.La lucha entre el amor y el deber de la gratitud es grande en su pecho;pero no se resuelve á ceder su amada al infiel, y para impedirloindefectiblemente, se apresura á casarse con ella; declara en seguida áAbdallah que ya no le debe favor alguno, y que vuelve á su poderprisionero. Descontento Abdallah con tal contratiempo, persiste, sinembargo, en su propósito de poseer á la bella Leonor, y acude con talpropósito al rey Mauregato.
Este, que es enemigo de Nuño, se apresta áacceder á sus deseos; la casa de Nuño, en Simancas, es cercada porhombres armados, y sus hijas, con otras cinco señoras de la ciudad, sereservan para entregarlas á los moros. Desesperado Iñigo, pide al cieloy á la tierra que liberten á su esposa; excita al pueblo á tomar unaresolución heróica y á sacudir tan ignominioso yugo, aunque sinconseguirlo, á causa del miedo que inspira el tirano. Las doncellas son,pues, arrancadas de su país; Leonor, sin embargo, la más atrevida, lasexhorta con ardor á preferir la muerte á su deshonra, y trama después unplan temerario para libertarse, que se pone en ejecución al punto. Lasprisioneras, aprovechando el momento en que sus guardianes no lasobservan, se apoderan de sus armas y se refugian en una torre situada enel camino, en la cual se fortifican. Cuando las exhortan á que serindan, aparecen en lo alto de la torre, y Leonor dice, en nombre detodas, lo siguiente:
Cuando firmó esta afrenta Mauregato,
. . . . . . . . . .
Fué condición, en fin, fué ley, fué trato,
. . . . . . . . . .
Que de hermosura y sanidad constasen
Las vírgenes que al Moro se entregasen.
. . . . . . . . . .
Sin salud, sin ornato, sin belleza,
Triunfos ya del dolor más lastimoso
Despojos son del llanto y la tristeza.
y entonces enseñan todas sus brazos izquierdos mutilados, puesto que sehan cortado las manos. Abdallah, á pesar de esto, se empeña en lograrsu propósito; pero el pueblo, á las órdenes de Nuño, admirando tantoheroismo, se revuelve espada en mano contra Mauregato, del cual obtienenuna ley, en cuya virtud la ciudad de Simancas quedará libre en losucesivo de contribuir al tributo de las cien doncellas.
Los Benavides. Grandes altercados hay entre los nobles de León acercade la tutela del joven rey Alfonso: Payo de Bivar, uno de los máspoderosos, aunque lleno de orgullo, quiere arrebatarle sus bienes, éinsulta grosera é indignamente al anciano Mendo de Benavides, suadversario. Mendo quiere vengar en seguida su afrenta, pero conoce quesus débiles fuerzas se lo impiden, y cede á la resistencia de los demás,hasta que cae postrado en tierra y abandona quejoso la corte bajo elpeso de sus años. Los grandes se conciertan después hasta confiar latutela del Rey al conde Melén González.
El poeta nos lleva en seguida ála c