Historia de la Reformacion del Siglo Decimosesto Vol 2 by Jean-Marie Merle D'Aubigne - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

244

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO V.

Meinrad de Hohenzollern Paso de un mundo a otro—Nuestra Señora de Einsiedlen—

Vocación de Zwingle—El Abate—Géroldseck—Reunión de literatos—La Biblia copiada—Zwingle y la superstición—Primera oposición a los errores—Sensación—

Hédion—Zwingle y los Legados—Los honores de Roma—El Obispo de Constancia—

Samson y las Indulgencias—Stapfer—Caridad de Zwingle— Sus amigos.

Un fraile alemán, llamado Meinrad de Hohenzollern, se retiró a medíados del siglo nono entre el lago de Zurich y el de los Wallenstadt, y construyó una ermita sobre un montecillo en el fondo de un anfiteatro. Unos salteadores tiñeron sus manos en la sangre del santo ermitaño. La ermita ensangrentada permaneció desierta mucho tiempo. Hácia el fin del siglo décimo, erigieron sobre aquel suelo sagrado un convento y un templo, en honor de la Vírgen. En la víspera de la cónsagración estaban orando en la iglesia, a medía noche, el obispo de Constancia y sus subalternos, cuando un canto celestial, que pro= venia de seres invisibles, resonó repentinamente en la capilla, el cual escucharon de rodillas admirados. Al día siguiente, cuando el obispo iba a consagrar la capilla, una voz dijo por tres veces consecutivas: "Detente! Detente, hermano! el mismo Dios la ha. Consagrado !" Dicen (pie el mismo Jesucristo la bendijo durante la noche. Los cantos que oyeron, eran los de los ángeles, de los apóstoles, y de los santos; la Vírgen estaba en pié sobre el altar reluciente como el sol. Una bula del papa. León VIII prohibía a. los fieles el dudar de la verdad de esta narración.

Desde entonces un número inmenso de peregrinos no ha cesado de visitar a Nuestra Sellara de las Ermitas, "consagrada por los ángeles." [1]

Ni Délfos y Efeso en la antigüedad, ni Loreto en los tiempos modernos, han igualado nunca la gloria de Einsiedlen. En este lugar entraño fue a donde llamaron a Ulric Zwingle, en 1516, como presbítero y predicador.

Zwingle no vaciló. No es ni la ambición ni la codicia lo que me conducen allá," dijo él,

"pero sí, las intrigas de los francéses." Por una parte, disfrutando de más soledad y tranquilidad, y de una parroquia menos considerable, tendrá más tiempo para consagrarse al estudio y a la meditación; por otra parte, este lugar de peregrinación le proporciónará la oco.sión de propagar el conocimiento de Jesucristo y su evangelio, hasta en las regiones más diversas y más remotas. [2]

Los amantes de la predicación evangélica de Glaris esperimentaron gran tristeza.

Qué podía haber acontecido de más triste para Glaris, que verse privado de un varon tan insigne?"[3] dice Pedro Tschudi, uno de los ciudadanos más distinguidos de aquel cantor.; Al verle sus feligreses tan decidido, resolvieron conservarle el título de cura párroco de Glaris, con una parte del beneficio y la libertad de poder volver cuando bien le pareciera.[4]

245

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Un hidalgo oriundo de una antigua familia, grave, franco, intrépido y a veces un poco acerbo, llamado Conrad de Rechberg, era uno de los más diestros cazadores de los lugares donde iba a establecerse Zwingle. [5]

Conrad estableció en una de sus posesiones una cria cabailar, la cual se hizo celebre en Italia por la raza que sacó de ella. Este era el abate de Nuestra Señora de las Ermitas. Rechberg se horrorizaba de las pretensiones de Roma y de las discusiones de los teólogos. Un día que en una visita de la órden, le hacían algunas observaciones, dijo con arrogancia: " Yo soy señor aquí, y no vos ; proseguid vuestro camino." Otro día en que Lean Júdas argumentaba en la mesa con el administrador del convento, sobre asuntos intrincados, el abate cazador exclamó: "; Dejad vuestros ergos! Yo exclamaré con David : i Ten piedad de mí, oh Dios! según tu bondad, y no entres en juicio con tu siervo ; yo no necesito saber otra cosa." [6]

El baron Tlaeobaldo de Géroldseck era el administrador del monasterio ; era de espíritu blando, de una sincera piedad, y aprecíaba mucho las letras. Su objeto principal era el de reunir en su convento una sociedad de hombres inteligentes ; por esto pidió a Zwingle. Avido por la instrucción y la lectura, suplicó a su nuevo amigo que lo dirigiese. "Leed la Sagrada Escritura," le respondió Zwingle, "y para comprenderla mejor, estudíad a San Jerónimo. No obstante," añadió, "sucederá, (y esto a no tardar, con la ayuda del Señor,) que los cristianos no aprecíarán tanto a San Jerónimo y a los demás doctores, como a la única palabra de Dios."f [7]

La conducta de Géroldseck se resintió de sus progresos en la fe. Permitió a las monjas de un monasterio, dependiente de Einmedien, leer la Biblia en lengua vulgar ; y algunos años después, Géroldseck fue a. morar en Zurich, al lado de Zwingle, y murió en su compañia sobre el campo de Cappel. El mismo atractivo unió amistosamente a Zwingle, no solamente a Géroldseck sino aun al capellan Zink, al excelente Lúcas y a otros habitantes de la abadía. Estos hombres estudiosos, separados del ruido de los partidos políticos, leían juntos las Escrituras, los padres de fa iglesia, las obras excelentes de la antigüedad, y los escritos de los restauradores de las letras. De vez en cuando algunos extranjeros iban a acrecentar el número de aquella interesante reunión. Un día, entre los denlas, Capiton llegó a Einsiedlen. Los dos antiguos amigos de Basilea visitaron juntos el convento y sus cerriles cercanías, absortos en conversaciones; y escudriñando la Escritura, buscaban en ella la voluntad divina.

Estaban de acuerdo sobre un punto particular, y era éste: "El papa de Roma debe caer!" Capiton era más valiente en aquel entonces de lo que fue más tarde.

Tranquilidad, tiempo, libros y amigos, de todo gozaba Zwingle en aquel silencioso retiro, y crecía en la inteligencia y en la fé. Entónces fue, (Mayo de 1517,) cuando se dedicó a un trabajo que le fue muy útil. Así como en otro tiempo los reyes de Israel escribían la ley de Dios con su propia mano, Zwingle copió con la suya las epístolas de San Pablo. Solo existían entonces unas voluminosas ediciones del 246

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto NuevoTestamento, y Zwingle quería poderlo llevar consigo.•[8] Aprendió de memoria dichas epístolas, y después lo restante del NuevoTestamento y parte del Antiguo. De este modo se apegaba su corazón de más en más a la soberana autoridad de la palabra de Dios. No se limitaba solo a conocerla, trabajaba para conformar verdaderamente su vida a ella. Entraba gradualmente en unas sendas siempre más cristianas. Así llenaba el objeto por el cual fue conducido a aquel desierto. Ea verdad que solo fue en Zurich, donde la vida cristiana se apoderó enteramente de su alma. Sin embargo hizo en Einsiedlen notables progresos en la santificación.

En Glaris, se le vió tomar parte en las diversiones mundanas; en Einsiedlen, conservó una vida más limpia de toda impureza y carácter mundano. Comenzó a comprender mejor los grandes intereses espirituales del pueblo, y aprendió poco a poco lo que Dios quería enseñarle.

Otras miras tuvo la Providencia al conducirle a Einsiedlen. Allí debía ver de más cerca las supersticiones y los abusos que se habían introducido en la iglesia. La imágen de la Vírgen que conservaban preciosamente en el monasterio, decían que tenía la virtud de hacer milagros. Sobre la puerta de la abadía estaba escrita esta orgullosa inscripción " Aquí se consigue una plena remisión de todos los pecados." De todos los ámbitos de la cristiandad se encaminaban allá miles de peregrinos para merecer esta gracia con su peregrinación. La iglesia, la abadía, y el valle, todo se llenaba, en las fiestas de la virgen, de aquellos piadosos adoradores. Fue más particularmente en la grande solemnidad de "la consagración de los ángeles," cuando la turba inundó la ermita. Hileras de muchos miles de hombres y mujeres subían el escabroso camino que conduce a la cumbre del monte donde estaba el oratorio, entonando cánticos, ó pasando por entre sus dedos las cuentas de sus rosarios.

Aquellos devotos peregrinos corrían al templo, creyendo estar allí más cerca de Dios que en cualquier otra parte.

La residencia de Zwingle en Einsiedlen produjo un efecto análogo al de Linero en Roma, respecto al conocimiento de los abusos del papismo. Zwingle completó en Einsiedlen su eduoación de reformador. Dios solo es el manantial de salvación, y lo es en todas parte«:—esto es lo que aprendió en Einsiedlen, y estas dos verdades llegaron a ser los artículos fundamentales de la teología de Zwingle. La gravedad que había adquirido en su alma, obró luego en su esterior. Movido de tantos desórdenes resolvió oponerse a ellos con valor. No vaciló entre su conciencia y sus deberes: se levantó osadamente, y su voz enérgica atacó sin rodeos la superstición del gentío que le rodeaba. "No penseis," dijo Zwingle desde el púlpito, que Dios esté en este templo de un modo más especíal que en cualquier otro lugar de lo criado. Sea la que fuere la comarca que vosotros habitais, Dios os rodea y os oye del mismo modo que en NuestraSeñora de las Ermitas. ¿ Será acaso con obras muertas, largas peregrinaciones, ofrendas, imágenes, la invocación de la Virgen 6 de los santos, con lo que alcanzaréis la gracia de Dios ? ¿ De que sirve el conjunto de palabras de que 247

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto formamos nuestras oraciones? ¿ A que fin la rica capilla de fraile, la cabeza rapada, un. hábito largo y bien ajustado, y los mulos enjaezados de oro ? [9]•, El corazón es lo que Dios mira, y nuestro corazón está lejos de Dios !"

Zwingle no solo quería atacar las supersticiones, si que también quería satisfacer el ardiente deseo de una reconciliación con Dios, que esperimentaban muchos de los peregrinos visitadores de NuestraSeñora de Einsiedlen. "Cristo," decía Zwingle, como Juan Bautista, en aquel nuevo desierto montañoso de Judea "Cristo, que se ofreció una vez sobre la cruz, es la hostia y la víctima. que satisface eternamente a Dios por los pecados de todos los fieles. [10] Así avanzaba Zwingle. Desde el día que se oyó una predicación tac 2 enérgica en el santuario más venerado de la Suiza, apareció más distintamente el estandarte enarbolado contra Roma sobre aquellas montañas, y hubo como un temblor de reformación, que conmovió sus cimientos.

En efecto, un asombro universal se apoderó del gentío al oir los discursos del elocuente predicador. Unos se alejaban con horror; otros permanecían indecisos entre la fé de sus antepasados y aquella doctrina que debía asegurarles la paz ; muchos se dirigían al Jesús que se les acababa de anunciar lleno de dulzura, y se volvían con los cirios que habían ido a presentar a la Vírgen. Una caterva de peregrinos volvían a, sus tierras refiriendo por todas partes lo que habían oído en Einsiedlen: "CRISTO SOLO

SALVA, Y SALVA EN TODO LUGAR." A veces sucedía que una caravana se volvia caras sin concluir su peregrinación, atónitos de lo que oían referir. Disminuian díariamente los adoradores de María. Las ofrendas que traían eran de lo que se componía casi toda la subsistencia de Zwingle y de Géroldseck. Maa aquel atrevido testigo de la verdad se creía feliz, al mismo tiempo que empobrecía para enriquecer espiritualmente las almas.

Durante las fiestas de Pentecostes, en el año 1518, se hallaba entre los muchos oyentes de Zwingle, un hombre sabio, de carácter dulce y de una constante caridad, llamado Gaspar Hédion, doctor en teología de Basilea. Zwingle predicó sobre la historia del paralítico, liúcas 5, donde se encuentra esta declaración del Señor: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados;" verdad muy propia para conmover a los oyentes reunidos en el templo de la Virgen. El sermón del predicador cautivó al auditorio y en particular al doctor de Basilea. [11]* Algún tiempo después, manifestando Hédion aun todo su encanto, decía: " Qué sublime es aquel discurso!

qué elevado, profundo, grave, completo, penetrante, y evangélico ! y como recuerda la fuerza de los antiguos doctores !"t [12] Desde este instante Hédion admiró y amó a Zwingle. [13] Aquel deseaba acercarse a éste para abrirle su corazón; daba vueltas al derredor de la abadía y no se atrevia a avanzar, contenido, dice él mismo, por una supersticiosa timidez. Volvió a montar a caballo y se alejó poco a poco de NuestraSeñora, volviendo la cabeza hacia los lugares que encerraban tan rico tesoro, llevando en su corazón los más vivos pesares.* [14]

248

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Así predicaba Zwingle; sin duda con menos fuerza, pero con más moderación é igual écsito que Lutero: no precipitaba nada; chocaba 13)&100 a los ánimos que el reformador de Sajónia ; todo lo esperaba del poder de la verdad. Procedía del mismo modo con los prelados de la iglesia: lejos de mostrarse inmedíatamente el adversario de ellos, corno Lutero, permaneció su amigo mucho _ tiempo. Estos le consideraron estremadamente, no solo por su ciencia y talento, sino particularmente por su adhesión al partido político del papa, y de la influencia que poseia un hombre tal cual Zwingle en un estado republicano.

Efectivamente, fastidíados del servicio papal varios cantones, estaban dispuestos a separarse de Roma. Mas los legados se prometían poder contener a muchos ganando a Zwingle, así como ganaron a Erasmo, con pensiones y honores. Los legados Ennius y Pucci visitaban muy amenudo a Einsiedlen, desde cuyo lugar les eran más fáciles sus negociaciones con aquellos Estados, atendida la proximidad de los cantones democráticos. Mas Zwingle, Ajos de sacrificar la verdad a las exigencias y halagos de Roma, no dejaba pasar ninguna ocasión sin defender el Evangelio. Teniendo entonces el famoso Sohinner algunos disgustos en su diócesis, pasó algún tiempo en Einsiedlen.

"Todo el papado," le dijo un día. Zwingle, "descansa sobre falsos eirnientos. Poned mano a la obra, sacudid los errores y los abusos, y vereis desplomarse todo el edifioio con terrible batahola."t [15]

Hablaba con la misma franqueza al legado Pucci. Por cuatro veces volvió a la carga.

"Con el ausilio de Dios," le dijo, "ye continuaré predicando el Evangelio; y esta predicación causará un sacudimiento en Roma." En seguida le espuso lo que había que hacer para salvar la iglesia. Todo se lo prometió Pucci, y no cumplió nada. Zwingle le declaró que renunciaba a la pensión del papa. El legado le suplicó no lo hiciera; y Zwingle, que aun no se proponía entonces meterse en pugna abierta con el jefe de la iglesia, consintió en recibirla por tres años más. “Pero no penseis," añadió Zwingle, "

que por el amor del dinero cercene una sola sílaba de la verdad." Alarmado Pucci, hizo nombrar al reformador acólito capellan del papa. Esta promooion era preparatoria para ascender a nuevos honores. Roma quería asustar a Lutero con anatemas, y ganar a Zwingle con agasajos. A uno le lanzaba sus escomuniones, y al otro le daba su oro y su esplendor. Eran dos Idas diversas para llegar al mismo punto, y paralizar los labios audaces que se atrevian, a despecho del papa, a proclamar la. Palabra de Dios en Alemania y en Suiza. La más astuta era la última; pero tanto consiguieron una como otra; las almas libres de los predicadores de la verdad se mostraron inaccesibles a la venganza y a los favores.

Otro prelado suizo, Hugo de Landenberg, obispo de Constancia, dió entonces alguna esperanza a Zwingle, haciendo su visita pastoral en las iglesias. Pero Landenberg, hombre sin carácter, se dejaba conducir ya por Faber, su vicario, ya por una mala mujer, de cuyo hechizo no supo librarse. A veces parecía venerar el evangelio; y con todo, cuantos lo anunciaban con valor eran a sus ojos unos perturbadores. [16] Era de 249

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto estos hombrea, demasiado numerosos In la iglesia, que amando más la verdad que el error, tienen no obstante más miramientos por el error que por la verdad, y acaban casi siempre por volverse contra los mismos que debieran defender. Zwingle se dirigió a él, más en vano. Tuvo que ésperimentar lo mismo que Lutero, y reconocer que era inútil implorar el socorro de los prelados de la iglesia; y que el único modo de restaurar el cristianismo, era conducirse como fiel doctor de la palabra de Dios. No tardó en presentárselo la ocasión.

En la cumbre de SanGothard, en aque los senderos que a duras penas han rozado por.

entre los apiñados cerros, que separan la Suiza de la Italia, transitaba, en Agosto de 1518, un fraile franciscano. Salido de uno de los conventos de Italia, traia consigo indulgencias papales, que estaba encargado de vender a los buenos cristianos de la liga helvética. Los buenos resultados conseguidos durante el pontificado de dos papas antecesores, le habían ilustrado en aquel vergonzoso tráfico. Compañeros, destinados para hacer aprecíar la mercancía que aquel iba a vender, atraVesaban con él aquella nieve congelada y tan antigua como el mundo. Esta hambrienta caravana, de aspecto miserable, parecida casi a una banda de aventureros que buscan la ocasión de pillar, andaban silenciosos al son de aquellos impetuosos torrentes que forman el Rhin, el Reuss, el Aar, el Ródano, el Tessin y otros ríos, meditando sobre el botín que pensaban sacar de los simples pueblos de la helvecía. Samson, que así se llamaba el franciscano, y su compañía, llegaron primeramente a, Uri, y allí comenzaron su tráfico.

Despacharon pronto con aquellos pobres aldeanos, y pasaron luego al canton de Sehwitz. Allí se encontraba Zwingle, y comenzó el combate entre aquellos dos siervos de dos señores muy distintos. "Yo puedo perdonar todos los pecados," decía en Schwitz el fraile italiano, el Tezel de la Suiza ; "el cielo y el infierno están bajo mi poder, y vendo los méritos de Jesucristo al que quiera comprarlos, pagando dinero contante por una indulgencia."

Instruido Zwingle de estos discursos, se animó su celo, y predicó con fuerza diciendo: Jesucristo, el hijo de Dios, dijo: í Venid a mí todos los que os afanais y estais sobrecargados, y yo os aliviaré!! Mateo 9: 28. No es pues una locura audaz y una insensata temeridad decir al contrario : Comprad bulas de indulgencias ! id a Roma !

dad a los frailes ! sacrificadlo todo a los curas ! y si haceis todas estas cosas, yo os absolveré vuestros pecados !•[17] Jesucristo es la sola ofrenda ; Jesucristo es el solo sacrificio ; Jesucristo es ,el único camino."t [18]

En todos los lugares de Schwitz apellidaron luego a Samson bribon y seductor. Este se dirigió hacia Zug, por aquel entonces no se encontraron los dos campeones.

Apénas_ se había alejado de Schwitz el mercader de indulgencias, cuando un ciudadano de aquel canton, de espíritu distinguido, y que más tarde fue secretario de estado, llamado Stapfer, cayó con su familia en una suma misería. "i Ay de mí !" dijo el menesteroso, dirigiéndose a Zwingle en su angustia, ".yo no sé cómo matar el 250

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto hambre que sufro con mis hijos." Zwingle sabía dar cuando Roma sabía tomar, y era tan pronto en practicar las buenas 9bras como en contrarestar a los que enseñaban que por ellas se ganaba la salud eterna. Diariamente trola abundantes socorros a Stapfer.[19]• "Es Dios," decía él, deseando no guardar ninguna gloria para sí, "Dios

•es el que engendra la caridad en el fiel, y le dá al mismo tiempo el deseo, la resolución y la ejecución de la obra. Todo lo que el justo hace de bueno, es Dios quien lo hace por su propia viztud."t [20] Stapfer le quedó agradecido toda su vida, y cuatro años desplace, promovido a secretario de estado, y sintiéndose impelido por necesidades más elevadas, se presentó otra vez a Zwingle y le dijo con nobleza y sinceridad : "Ya que vos snbvenísteis a mis necesidades corporales, con cuánta más razón puedo esperar de vos que apagaréis el hambre y la sed de mi alma!"

Se multiplicaban los amigos de Zwingle. Ya no era solo en Glaris, en Basilea y en Schwitz, donde se hallaban almas que concordaban con la suya. En Uri era un secretario de estado, llamado Schmidt; en Zug, Colla, Müller y Werner Steiner, su antiguo compañero de armas en Mariñan; en Lucerna, Xyloteot y Kilchrneyer; Wittembach en Bienne, y otros muchos en otros lugares. Mas el cura de Einsiedlen no tenía amigo más constante que Oswald Myconius. Oswald salió de Basilea en 1516, para dirigir la escuela de la catedral de Zurich. No se hallaban entonces en aquella ciudad, ni sabios ni escuelas superiores. Oswald se dedicó a la instrucción con algunos socios bien intenciónados, entre otros con Utinger, notario del papa, esmerándose en sacar de la ignorancia a la juventud de Zurich, a fin de iniciarla en la literatura de la antigüedad. Al mismo tiempo Oswald defendía la inmutable verdad de la Escritura, y declaraba que si el papa el emperador ordenaban cosas contrarias al Evangelio, el hombre estaba obligado a obedecer a Dios solo, por ser superior al emperador y al papa.

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Cessa, censa, trate; divinitas capea tonseerats est. Hartm. Anual. Einsiedl.. p. 51.

[2] Locura mutavimus non cupidinis aut cupiditatis moti atimulis, verum Gallorum technia. Zw. Epp , p. 24.

[3] Chriatum et eine veritatem in regiones et varias et remotas divulgari tam felici opportunitate. Osw. Myc. Vit. Zw.

[4] Quid enina Glareame nostrze tristius accidere poterat, tanto videlieet privari viro?

Zw. Epp., p. 16.

251

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[5] Zwingle se firma, auu doa años después: Pastor Glaronce, Minister Eremi. Ibid., p. 30.

[6] Wirz, K. Gebeh. III. p. 26 3. Zwing[is Bildung v. &halar, p. 174 Míscell. Tigur. III, p 28.

[7] Fore, idque brevi, Deo sic juvante, ut neque Hieronytaus neque cfeteri, sed sola Scriptura divina apud Christianos in praytio sit futura. Zw. Opp. I, p. 273.

[8] Este manuscrito está archivado en la biblioteca de la ciudad de Zurich.

[9] Vestis oblonga et plicis plena, muli auro ornati. Cor ver5 interim procul a Deo est.

Zw. Opp. I, p. 238.

[10] Christus qui mese semei in cruce obtulit, hostia est et viethrta satisfaciens in 93ternum, pro pecoatis ornnium fldeliutn. Ibid., p. 263.

[11] la sereno ita me infiamavit ... Zw. Epp•, p. 90.

[12] Elegaue Me, doetus, gravis, emploma, peuetrana et evangelicua. Ibid., p. 89.

[13] Ut ineiperem Zwinglium arctissima complecti, auaeipere et admirad. Ibid.

[14] Siegue abequitavi, non sine molestia, quam tatuen ipse mihi prepereram.

Zw.,Epp., p. 90. 2 Dass das ganz Papsturn emen Balee/1 ten grund habe. Zw. Opp. I, p. 7.

[15] Oder oler sy werdind Mit grosser Unrüw selbs umfallen. Ibid.

[16] Frustra. sperari me vel verbulum de veritate derninutunum eme, pecunia) gratilt.

Zw. Opp. X, pra. parte, p. 365.

[17] Romam curte! redime literas indulgentianirn ! da tantumdem monaehis ! offer saeerdotibus, etc. Zw. Opp. I, p. 222.

[18] Christus una est oblatio; unum saerificium, una via. lb., p. 201. 2 1:Tt mea3, meorumque liberorum inedire corporali subveniretis. Ibid., p. 234.

[19] Largas mihi quotidie suppetias tulistis. Zw. Epp., p. 234. 2 Caritatern ingenerat Deus, eonsilium, propositum et opus. Quidquid boni prtestat justus, hoe Deus su& virtute prtestat. Ibid. p. 226.

[20] Ftrf Sin" V.T.TI. 1A

252

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO VI.

Zurich—El Colegio de los Canónigos—Elección en la Catedral—Fábula—

Acusaciones—Confesión de Zwingle—Los designios de Dios se desarrollan—Adios a Einsiedlen—Llegada, a Zurich—Declaración resuelta de Zwingle—Primeras predicaciones—Sus efectos.— Oposición—Carácter de Zwingle —Gusto por la música—Orden del día.

HACIA siete siglos que CarloMagno había fundado un colegio de canónigos en aquella misma catedral en que Oswald Myconius dirigía entonces la escuela. Estos canónigos, decaidos de su primitiva institución; y deseando gozar sus prebendas en los regalos de una vida ociosa, elegían un presbítero y le encargaban la predicación y la cura de almas. Esta plaza llegó a estar vacante poco después del arribo de Oswald. Este pensó luego en su amigo. Qué beneficio sería para Zurich! El esterior de Zwingle era un atractivo en su favor. Era un hombre bien parecido,*[1] gracioso y agradable en la conversación; su elocuencia le había hecho ya célebre, y su espíritu iluminado le hacia lucir entre los confederados. Myconius habló en favor de su amigo al preboste del cabildo, llamado Feliz Frey, a quien cautivaban la presencia y talentos de Zwingle.

[2] Tambien le recomendó a Utinger, anciano de grande consideración ; y al canónigo Hoffman, hombre recto y franco, que habiendo predicado él mismo contra el servicio extranjero, estaba bien .dispuesto a favor de Ulric. Otros naturales de Zurich habían oido varias veces a, Zwingle en Einsiedlen, y habían vuelto llenos de admiración. La elección del predicador de la catedral puso luego toda la vecindad en movimiento. Se hablaba en pro y en contra. Muchos trabajaban día y noche para ganar sufragios al elocuente predicador de Nuestra Señora de las Ermitas.* [3] Myconius informó de todo a su amigo. "El miércoles próceimo," respondió Zwingle, " vendré a comer en Zurich, y hablarémos de todo esto." Llegó efectivamente el día citado. Hallándose de visita en casa de un canónigo, éste le dijo; "¿Pudierais venir entre nosotros para predicarnos la palabra de Dios?" "Puedo," le respondió, "pero no vendré sin ser llamado." Se volvió después a su abadía.

Esta visita alarmó el campo de sus enemigos, y solicitaron a varios presbíteros para que se presentasen en oposiciones a la prebenda vacante. Un suabiano llamado Lorenzo Fable, pronunció también un sermón de prueba, y circuló el rumor de que había salido electo. [4]"Es muy positivo," dijo Zwingle al contárselo, "que .ninguno es profeta en su patria, pues que prefieren un suabiano a un suizo. Ya sé cuanto valen los aplausos del vulgo." Zwingle recibió luego una carta del secretario del carderíal Schinner, que le instruia de no haber tenido lugar la. elección. Mas la falsa noticia que le había sido comunicada primeramente aguijoneó sin embargo al cura de Einsiedlen. Instruido de que un hombre tan indigno como dicho. Fable aspiraba a aquella promoción, deseó aun más ser promovido él mismo, y se lo escribió a Myconius.

253

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Oswald le respondió el día siguiente. "Fable será siempre fábula; los electores han sabido que él es padre de seis hijos, y dotado yo no sé de cuantos beneficios." [5]

No se dieron por vencidos los enemigos de Zwingle.

Es verdad que todo el mundo estaba de acuerdo en elevar hasta las nubes la sublimidad de su doctrina; [6] no obstante algunos decían: "¡Es apasiónado a la música!" Otros (Jadían: Estuvo antiguamente demasiado relaciónado con gente mundana." Se halló también un hombre que le reprochó un caso de seducción, Zwingle no carecía de faltas, y aunque superior a los eclesiásticos de su tiempo, se dejó arrastrar más de una vez, en los primeros arios de su ministerio, por las pasiones de la juventud. No se comprende fácilmente la influencia que puede ejercer en un alma la atmósfera corrompida en que vive. Había en el papismo, y entre el clero, desórdenes establecidos, admitidos y autorizados, como conformes a la ley de la naturaleza. Una palabra de ZEneas Silvius, después papa bajo el nombre de Pio II, nos dá una idea del triste estado de las costumbres públicas en aquella época ; la copiamos en la cita.f

[7] El desorden habla llegado a ser un órden generalmente admitido.

Oswald desplegaba una incomprehensible actividad en favor de su amigo; se esmeraba en justificarle, y lo conseguía fácilmente.*[8] Se presentaba anta el magistrado Roust, ante Hoffman, ante Frey, y ante Utinger elogiábales la probidad, la honestidad, y pureza de costumbres de Zwingle, y consolidaba la buena opinión que tenían los ciudadanos de Zurich del cura de Einsiedlen. Estos ya no hacían caso de los discursos de los contrarios. Los hombres de más influjo afirmaban que Zwingle sería evangelista en Zurich. Los canónigos también lo decían, más en voz baja.

"Espera," le escribía Oswald con el corazón conmovido; "pues yo espero. Sin embargo le hizo conocer las acusaciones de sus enemigos. Aunque Zwingle no fuese todavía un hombre completamente regenerado, con todo era de estos hombres que no tienen la conciencia adormecida—que pueden sucumbir al mal, pero jamás sucumben sin resistencia y sin remordimientos. Muchas veces se proponía vivir en santidad, solo entre sus colegas, y en medio del mundo. Una vez se vió reconvenido, no quiso jactarse de ser inmaculado. "No teniendo ningún compañero," escribió al canónigo Utinger, "para andar conmigo en las resoluciones que había formado, escandalizándose aun de ellas no pocos de mis socios, ay de mí ! sucumbí, y como el perro de que habla S. Pedro, Epist. IIa 2: 22, tragué lo que antes había vomitado. [9]

Ah ! sabe Dios con qué dolor y pesar de corazón he desechado estas faltas y manifestádolas a ese gran Dios, a quien confieso no obstante mi misería con menos vergüenza que al hombre mortal."f [10]Al mismo tiempo que Zwingle se reconocia pecador, se justificaba de las inculpaciones más viles que le hacían. Declaró que siempre labia desechado aun la misma idea de tocar un lecho adúltero, ó de seducir la inocencial—tristes esceses demasiado comunes entonces. " Yo cito en testimonio,"

dice, " a cuantos han vivido conmigo." [11]

254

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto El 11 de Diciembre se verificó la elección. Zwingle fue electo por una mayoría de 17

votos sobre 24. Ya era tiempo que empezara la refornríación en Suiza. El instrumento escogido, que la divina providencia había preparado por tres años consecutivos en el retiro de Einsiedlen, estaba a su disposición [12]; y por lo mismo debía insta larse en algan lugar. El mismo Dios que. había escogido la nueva universidad de Wittemberg, situada al centro de la Alemania, bajo la protección del más prudente de los príncipes, para instalar en ella a Lutero, escogió en la Helvecía la ciudad de Zurich, considerada corno la capital de la confederación, para colocar en ella a Zwingle. Allí iba a entrar en relación, no solamente con uno de los pueblos más inteligentes, más sencillos, más intrépidos y valientes de la Suiza., sino también con todos los cantones que se aglomeran al derredor, de ese antiguo y poderoso estado. La Mano que sacó del monte Sentis a un joven pastor para conducirlo a la escuela de Ween, le coloca ahora poderoso en obras y palabras a la faz de todos, para regenerar a. su pueblo. Zurich será pronto un foco de luz para la Helvecía.

Fue para Einsiedlen un día de geno y de luto aquel en que se supo el nombramiento de Zwingle. La reunión que se había formado alli, iba a quedar disuelta por el retiro del más insigne de los miembros que la componían.

Quién sabe si la superstición no se introducirá, nuevamente en aquel antiguo lugar de peregrinación? El concejo de Estado de Schwitz mandó a. Ulric la manifestación de sus sentimientos, apellidándole "reverendo, 4octo, benignísimo señor y buen amigo." "Elegidnos a lo menos vos mismo un sucesor digno de vos," dijo a Zwingle el entristecido Géroldseck. "Tengo a vuestra diposición," le contestó, "un leóncille sagaz y sin malicia; un joven versado en los misterios de la sana sabiduría." “Queremos poseerlo," dijo en seguida el administrador. Era León Júdas, aquel hombre a, la vez dulces é intrépido, con quien Zwingle estuvo íntimamente unido en Basilea, León aceptó aquel nombramiento, que le aproximaba a su caro Ulrie.[13]

Este abrazó a sus amigos, dejó el retiro de Ein. siedlen, llegó a aquellos deliciosos lugares donde se eleva risueña y majestuosa la ciudad de Zurich, con su cercado de montañas, que cubren las viñas ; adornados con prados y vergeles ; que coronan los bosques, y sobre los cuales se levantan las más encumbradas cimas del Albis.

Zurich, el centro de los intereses políticos de la Suiza, donde se reunían a menudo los hombres más influyentes de la. nación, era el lugar más apropósito para maniobrar sobre la Helvecía, y poder diseminar por todqs los cantones la semilla de la verdad.

Por esto los amantes de las letras y de la Biblia celebraban con aplausos el nombramiento de /wingle. nidos los numerosos estudiantes suizos que cursaban en Paris, se regocijaron extremadamente .al recibir esta noticia. [14] Con todo, aunque Zwingle tenía en Zurich la perspectiva de un buen écsito, debía prometerse también pasar por un recio combate. Clarean le escribió desde Paris: "Preveo que vuestra 255

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto erudición suscitará grande envidía; t [15] pero tened valor, y, como Hércules, amansaréis los mónstruos."

El 27 de Diciembre de 1518 fue cuando Zwingle llegó a Zurich, y se apeó en la fonda de Einsiedlen, donde fue hospedado cordíal y honrosamente. [16] El cabildo se reunió luego para recibirle, y le invitó a que fuese a tomar parte en él. Feliz Frey presidía : los amigos y enemigos de Zwingle estaban sentados indistintamente ante su preboste.

Reinaba la agitación en la asamblea; cada uno conocia, sin podérselo tal vez explicar, cuán importante era el principio de aquel ministerio. Convinieron en instruir al joven predicador, del que temían fuese reformista, sobre los deberes más importantes de su ministerio. "Pondréis todo vuestro cuidado," le dijeron con gravedad, " en recaudar todas las rentas del cabildo, sin descuidar ni la más mínima.

Exhortaréis a los fieles, ya desde el púlpito, ya en el confesonario, a que paguen los censos y los diezmos, y a que muestren con sus ofrendas cuánto aman la iglesia.

Procuraréis multiplicar las rentas procedentes de los enfermos, de las misas, y en general de todo acto eclesiástico." El cabildo añadió: "Respecto a la administración de los sacramentos, a la predicación, y a la presencia requerida para apacentar la grey, son también deberes del curapárroco. No obstante, vos podeis descargaros de esta última parte de vuestro ministerio tomando un vicario substituto, sobre todo para la predicación. Vos no debeis administrar los sacramentos sino a los más notables, y después que os lo hayan pedido; os está prohibido administrarlos sin distinción de personas."t [17]

Qué regla para Zwingle ! Dinero, y todavía más dinero ! ¿ Es acaso por el dinero por lo que Jesucristo estableció el ministerio ? Sin embargo, la prudencia modera su celo.

Zwingle sabe muy bien que no se puede a la vez depositar la semilla en la tierra, ver crecer el árbol, y cosechar el fruto. Sin explicarse, pues, sobre lo que le imponían, manifestó con humildad su reconocimiento por la honrosa elección que se le había hecho, y declaró lo que pensaba hacer. “La vida de Jesús," dijo él, " ha estado demasiado tiempo oculta al pueblo. Me propongo predicar en particular sobre el evangelio Segun San Mateo, capítulo por capítulo, según el sentido del Espíritu Santo, dejando a un lado los comentarios humanos, ciñéndome únicamente al manantial de la Sagrada Escritura,[18] escudriñándola y comparándola con ella misma, buscando su inteligencia por medio de ardientes y constantes oraciones. [19] A la gloria de Dios, a la alabanza de su único

Hijo, a la pura salvación de las almas, y a su instruoción en la verdadera fé, es a lo que consagraré mi ministerio." Este moderado lenguaje causó una viva impresión en el cabildo. Algunos manifestaron su aprobación con alegría; pero loe más dieron a conocer su descontento,t [20] diciendo con dolor: "Este modo de predicar es una innovación ! y esta innovación conducirá luego a otra, y a dónde se irá a parar ?" El canónigo Hoffman, en particular, creyó deber impedir los funestos efectos de una 256

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto elección que él mismo habita solicitado. "Vuestra explicación de la Escritura," dijo,

"será más nociva que provechosa para el pueblo." "No es un nuevo método," respondió Zwingle; "es el antiguo. Acordaos de las homilías de San Crieóstomo sobre San Mateo, y de las de San Agustín sobre San Juan. Finalmente, hablaré con modestia, y a nadie daré motivo de quejarse."

Así separaba Zwingle el uso exclusivo de los fragmentos evangélicos, establecido desde CarloMagno, y reintegraba la Escritura Santa en sus antiguos derechos. El devolvia la reformación, desde la entrada a su nuevo curato, a los tiempos primitivos del cristianismo, y preparaba a los tiempos futuros un estudio más completo de la palabra de Dios. Todavía hay más: la firme é in.dependiente posición que tomaba ante la iglesia, anunciaba una nueva obra; su presencia de reformador se manifestaba libremente a la vista de su pueblo, y la reforma progresaba. [21]

Habiendo salido Hoffman chasqueado del cabildo, dirigió una solicitud escrita al preboste, para que éste prohibiese a Zwingle que hiciese vacilar al pueblo con sus doctrinas. El preboste llamó al nuevo predicador y le habló con mucho afecto. Pero ningún poder humano podía cerrar sus labios. El 31 de Diciembre, escribió Zwingle al consejo de Glaris, que renunciaba enteramente al cuidado de las almas que le habían confiado hasta entonces; y se dedicó con esmero a Zur:ich y a la obra que Dios le preparaba en aquella ciudad.

El aábildo, día del año nuevo 1519, cumpliendo Zwingle en aquel mismo die sus treinta y cimeao Lilo» de edad, subió por primera vez al púlpito de la catedral. Un gran gentío llenaba el templo, deseoso de ver aquel hombre ya célebre,. y hambriento del nuevo evangelio de que todos comenzaban a, hablar. "Es a Jesucristo," dijo Zwingle, "a quien deseo oonduciros a Jesucristo, verdadero manantial de salud. Su divina palabra es el único manjar que quiero suministrar a vuestra alma y corazon."

Luego previno que al día siguiente, primer domingo de arlo, principiaría a espliear el evangelio Segun San Mateo. El día después, el predicador y un auditorio todavía más numeroso, se hallaban en sus respectivos puestos. Zwingle abrió el Nuevo Testamento, este libro cerrado por tanto tiempo, y leyó el primer capítulo de San Mateo. Recorrió la generación de los patriarcas y profetas, y espuso de tal modo su contenido, que atónitos y embelesados todos los oyentes gritaron : "Jamás hemos oído cosa semejante!" [22]

Así continuó explicando todo el evangelio según San Mateo, tomándolo texturamente del original griego. Demostraba cómo toda la Biblia hallaba a la vez su explicación y aplicación en la naturaleza misma del hombre. Esponiendo en lenguaje familiar las sublimes verdades del evangelio, su predicación era comprehendida de todos; tanto de los sabios é instruidos, como de los ignorantes y sencillos. [23] Ensalzaba la infinita misericordia de Dios

257

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Padre, y amonestaba 6, sus oyentes a que pusieran su confianza úlyearnente en Jesucristo, como en su único Salvador.*[24] El mismo les exhortaba con energía al arrepentimiento; reprendía fuertemente los vicios predominantes de su pueblo; y se sublevaba con intrepidez contra el lujo, la intemperancia, el vestir escandaloso, la opresión de los pobres, la ociosidad, el servicio al extranjero, y a la renta exorbitante de los príncipes. "En el púlpito," dice uno de sus contemporáneos, "no perdona a nadie: ni al papa, al emperador, a los reyes, a los duques, a los príncipes, a los marqueses, ni tampoco a los mismos eónfederados. Toda la fuerza y gozo de su corazón estaban en Dios; y por lo mismo aconsejaba a toda la ciudad de Zurich que confiase únicamente en él."t [25] "Jamás se ha visto a un hombre hablar con tanta autoridad," dice Oswald Myconius, que observaba con alegría y grande esperanza los esfuerzos de su amigo.

El evangelio no podía anunciarse en vano en Zurich. Un número cada vez más considerable de hombres de todas categorías, y sobre todo de representantes del pueblo, asistían para oirle. [26] Muchos ciudadanos habían dejado de asistir al culto público. "Yo no saco ningún provecho de los discursos de estos predicadores," decía muy amenudo Füsslin, poeta, historiador y consejero de estado, "no predicando la doctrina evangélica, pues tampoco la comprenden. Solo veo en ellos codicia y deleite."

Así mismo pensaba Enrique Rauschlin, tesorero de estado, hombre que leía continuamente la Sagrada Escritura : "Los sacerdotes se reunieron 6. millares en el concilio de Constancia . . . para quemar al mejor de todos ellos." [27]

Estos hombres distinguidos, atraídos por la curiosidad, fueron a oir el primer discurso de Zwingle. Se veía pin tada en su rostro la agitación con que seguían al orador. ¡ Dios sea loado !" eselamaron al salir ; "éste es un predicador de la verdad ! él será nuestro Moises, para sacarnos de las tinieblas de Egipto." [28] Desde aquel momento se hicieron íntimos amigos del reformador. Füsslin decía: "Poderosos del mundo, cesad de proscribir la doctrina de Jesucristo! Una vez condenado a muerte Jesucristo, el hijo de Dios, se levantaron unos pescadores. Y ahora, si vosotros mártirizais a los predicadores de la verdad, veréis comparecer en su lugar vidrieros, carpinteros, olleros, fundidores, zapateros y sastres que la enseríarán con buen écsito."t [29]

Hubo en Zurich un grito unánime de admiración; más una vez pasado el primer momento de entusiasmo, se animaron de nuevo los adversarios. Ciertos hombres honrados, acobardados por el temor de una reformación, se separaron poco a poco de Zwingle. La violencia de los frailes suspendida por un instante, reapareció de nuevo, y el cabildo de canónigos fié abrumado de quejas. Zwingle se mostró inmutable. Al contemplar sus amigos su valor, creían ver reaparecer ante ellos un varon del siglo de los apóstoles. centre sus enemigos unos reían y chanceaban, otros proferían amenazas insultantes ; pero él lo sobrellevaba todo con la paciencia del cristiano. [30]

"Si queremos convertir a Jesucristo los malos," acostumbraba decir, "es menester cerrar los ojos a muchas cosasli Bella palabra, que no debiera. olvidarse.

258

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Su carácter y modo de tratar con los hombrea indistintamente, contribuían a ganar los corazónes tanto como sus discursos. Era a la vez un verdadero cristiano y republicano fiel. La igualdad entre los hombres no era para él una frase común; escrita en su oorazón, ella se leía en su vida. No estaba manchado ni con el orgullo farisáico, ni con la grosería monacal, que ofenden igualmente 6. los plebeyos y a los nobles del mundo : todos se sentían inclinados hacia él, y contentos con su conversación. Firme y poderoso en el púlpito, era afable con todos los que encontraba en las calles y plazas públicas; muchas veces se le veía en los lugares donde se reunían las tribus y gremios de artesanos, explicando a los ciudadanos los puntos fundamentales de la doctrina cristiana, ó conversando familiarmente con ellos. Acogía con la misma cordíalidad a los aldeanos que a los senadores. "Convidaba a los lugareños a. comer con él," dice uno de sus más declarados enemigos; " paseaba con ellos, les hablaba de Dios, haciendo entrar el diablo en su corazón y sus escritos en sus faldriqueras. Lo hizo de tal modo, que los más distinguidos de Zurich visitaban a dichos aldeanos, les convidaban a beber, iban con ellos por la ciudad, y les cumplimentaban mucho!"

Zwingle continuó la música, 44 con moderación," dice Bullinger; sin embargo los adversarios del evangelio se aprovecharon de ello para vilipendíarlo, apellidándole:

"El evangelista de flauta y de land."f [31] Habiéndole reprochado Faber esta diversión, Zwingle le respondió con nobleza y candor : "Mi caro amigo Faber, tú no sabes qué cosa es la música. Yo aprendí a tañer el laud, a tocar el violin y otros instrumentos, y ellos me sirven para hacer callar a mis niños."t [32]

"Pero tú eres demasiado santo para la música! No sabes que David era un buen tañedor de arpa, y que hacia desaparecer así el espíritu maligno de Saul ? Ah ! si conocieras el sonido del laud celestial, saldria de tí el espíritu de ambición y de riquezas que tanto te predomina. Quizá hubo una debilidad en Zwingle sobre este particular; no obstante era con un espíritu de benignidad y franqueza evangélica como cultivaba aquel arte, que la religion. ha asociado constantamente a sus actos más santos. Compuso la música de algunas poesías cristianas, y no se avergonzaba de divertir algunas veces con su laud a los menores de su grey. Usaba de la misma benignidad con loe pobres. "Comia y bebía, dice uno de sus contemporáneos, "con todos los que le convidaban, sin menosprecíar a nadie. Eracompasivo con los pobres, siempre firme y alegre tanto en la buena como en la mala fortuna. Ningun mal le espantaba; su palabra era fuerte en todo tiempo, y su corazón estaba lleno de consueles• [33] Así crecía la popularidad de Zwingle ; sentado ya en la mesa del pueblo ya en los banquetes de los grandes, cómo en otro tiempo su divino Maestro, hacia en todo ,lugar la obra a que Dios le había llamado.

Tambien era incansable en el estudio. Desde la madrugada. hasta las diez, leía, escribía y traducia ; el hebreo era entonces el objeto particular de su aplicación.

Después de la comida admitia a los que tenían algo que comunicarle, 6 consejo que 259

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto pedirle; en seguida paseaba con sus amigos y visitaba a. sus feligreses. A las dos volvia a su quehacer. Daba un corto paseo después de la cena, y contestaba su correspondencia, cuyas cartas le ocupaban comunmento hasta medía noche. Siempre trabajaba en pié, y no permitia le interrumpieran sino para cosas de importancia.f

[34]

Pero no eran suficientes los trabajos de un solo hombre. Un tal Lucíano se presentó un día en su casa con escritos del reformador aleman. El sabio Rhenan resida entonces en Basilea, y siendo un incansable propagador de los escritos de Lutero en Suiza, mandó Lucíano a Zwingle. Rhenan había comprendido que la distribución de libros era un medio eficaz para propagar el evangelio. El buhonero de libros había corrido casi toda la Suiza y conocia a sus habitantes. "Examinad," dijo Rhenan a Zwingle, "si Lucíano posee baStante prudencia y habilidad; si así es, mandadlo de villa en villa, de lugar en lugar, y aun de casa en casa entre los suizos, con los escritos de Lutero, y en particular con la esposición de la oración dominical, escrita para los seglares. Cuanto más conocido sea, tantos más compradores hallará. Poned cuidado que no lleve otros libros; pues llevando solo los de Lutero, los venderá mucho mejor."

Muchas familias de la Suiza vieron por este medio entrar algunos rayos de luz bajo su humilde techo. No ebstanté, hay otro libro, que Rhenan y*Zwingle hubieran debido hacer circular antes que los de Lutero, y es el NuevoTestamento de Nuestro Señor Jesucristo. [35]

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Dan Zwingli vom lyb ein hubacher man wass. Bull., Msa.

[2] Und ala Irame mine gegíalt wad geschieidlohkeit wol gefiel, gab er Im syn nitran.

Ibid.

[3] Qui dies et nortes laborarent ut vir ille subrogaretur. Osw, Myc. Vit. Zw.

[4] Scio vulgi aclamatiónes, et illud blandura Euge! Euge ! Ruge! Zw. Epp. p. 53.

[5] Fabula. manebit Ulula; quern domini mei acceperunt sex puerta esse patrem. Ibid., p. 53.

[6] Neminem himen, qui temen doctrinara non ad ecelurn ferat. Zw. Opp. I, p. 53.

[7] Non case qui vigesimum annum excessit, nee virginem tetigerit. Zw. Epp., p. 57.

[8] Beprimo hace pro viribus, imó et repressi. Ibid., p. 54.

260

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[9] Quippa neminem habens comitem hidria instituti, scandalisantes vera non paucos, heu ! cecidi et lactas sum cansa ad vomítum. Zw. Epp, p. 55.

[10] En, cum verecundiá (Deus novit!) magná, hese ex pectoris epecubus deprompsi; apud curen soilioet, cum quo etiam coraza miras quárn cum ullo fermé mortalium confitera vererer. Ibid.

[11] Ea ratio nobis perpetua fuit, nec alienum torum conscendere, nec virginern vitiare.

[12] Testes invoco cunctes, quibuseum vixi. Ibid.

[13] Reverenda, perdocte, admodum gratioaa domine ae bone amice . Zw. Epp., p. 60.

[14] Ornnes adea quotquot et H_elvetiis adsunt juvenes fremere et gaudere. Ibid, p.

63.

[15] Quantum invidíaa tibi inter latos eruditio tua conflabit. Zw. Epp) p. 64.

[16] Do er ehrlich und wol empfangen ward. Bullinger, As.

[17] Sehulers ZwInglis Bildung, p. 227.

[18] Absque humanis eorn mentatiónibus, ex solis fontibus Serípturre Sacras. Zw.

Opp., T. p. 273.

[19] Sed mente Spirttfis, quam diligenti Seripturarum collectióne, precibusque ex corde fusis, se ~turnia. 05w. Paye. Vit. Zw.

[20] Altea Gott und seinen einigen Sohn zu Lob und Ebren, und zu reciten Heil der Seden, zur Underrichtung im reciten Glauben. Ballinger, Me.

[21] Quibus *natio, incerore aimul et betita. Oaw. Myc.

[22] Desegleichen wie jederman redt, nie geh6rt worden war. B. Weiee contemporaneo de Zwingle, Firsafin Beytráge, IV, p. 36.

[23] Num ita eiraplicee winaliter 013111 piudentisainais et acutiesimis quibusque, proficiebant. Vit. Zwr.

[24] In welehem er Gott den Vater prysset, und alíe Mensehen allein uff Jesum Christurn, ala den einigen Heiland, vertrauwen lehrte. J3u1 linger, Ms.

[25] All sein Trost stuhnd allein mit fróhlichern Gemüth zu Gott B. Weise, Fiísslin Beytr. IV, p. 36.

[26] Do ward hald ein gross gelli.uff von allerley menschen, innsonders von dem gemeinen Mann. Bullinger, Ms.

[27] Und unser Moses seyn der uns sus Egypten führt. Bulling., Ms.

261

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[28] Werden die Gibe; Mü.11er, Hafner, Giesser, Sohuhmacher un& Schneider lehren.

Müllers Reliq. III, p. 185.

[29] Nobis, apostolici jilius aszculi virum reprassentas. Zw. Epp., p. 74.

[30] Obganniunt quida.m, vident, minuntur, petnlanter incessunt . at tu veré, chiatianá patientiá, suffers omnia . Zw. Epp., p. 74, Mayo 7 de 1519. 1; Connivendurn ad multa, el qui velit malos Christo lucri facere. Ibid.

[31] Dese der Rath gemeldete Bauern beiueht. Salate Chr., p. 155.

[32] Der Lautbensehláger und evangelieeher Pfyffer. Bull., M. / Dilas kombt mir ¡a wol die Kind ,zu geachweigen.

[33] War ativegert trostlichen Gemüths nnd tapferer Red. B. Weíse, Füssl. Beytr., IV, p. 36.

[34] Certas studiis vindieans horas, quas etiam non omisa, niei seriis cautas. Osw.

Myc. Vit. Zw.

[35] Oppidatirn, municipatim, vicatim, donnesticatim per Helve tios eireuraerat. Zw.

Epp., p. 81.

262

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO VII.

Las Indulgencias—Samson en Berna—Samson en Basilea—El Decano de Bremgarten—El Joven Henrique Bullinger—Samson y el Decano—Combates interiores de Zwingle—Zwingle contra las Indulgencias—Samson despedido.

No dilató mucho en presentársele la ocasión de desplegar su celo en su nuevo ministerio. Se aproximaba a paso lento a Zurich, Samson, el famoso traficante de indulgencias... Ese miserable pasó de Schwitz a Zug el 20 de Setiembre de 1518, donde permaneció tres días, rodeado de una turba inmensa. Los más pobres eran los que más se apresuraban, é impedían el paso a los ricos. Eso no tenía cuenta al fraile, y por lo mismo uno de sus subalternos gritó al populacho: "Buena gente, no os apresureis tanto!, Abrid paso para los que tienen dinero ! Buscarémos luego cómo contentar a, los pobres." [1] Al salir de Zug, Samson y su comitiva se encaminaron hacia Lucerna; de Lucerna pasaron por Unterwalden, y atravesando después los fértiles Alpes y frondosos valles, pasaron por el pié del hielo eterno del Oberland, y exponiendo sus mercancías en aquellos sitios, lo más pintoresco de la Suiza, llegaron cerca de Berna. Mas el fraile recibió luego la órden de no entrar en la. ciudad; pero llegó por fin a introducirse en ella, valiéndose de sus amigos, y se instaló en la iglesia de San Vicente. Allí se puso a gritar más recio que nunca.

"He aquí," decía él a los ricos, "unas indulgencias en pergamino, por una corona. "He aquí," decía a los pobres, "unas indulgencias en papel ordinario, por diez y ocho cuartos (deux batz). "Un día se presentó ante él un célebre caballero Santiago de Stein, caracoleando sobre un caballo tordillo rucio ; el fraile admiró mucho el caballo.

"Dadme," le dijo el noble ginete, "una indulgencia aplicable para mi, para mi valiente tropa de quinientos hombres, para mis vasallos de Belp, y para todos mis antepasados; y os daré en trueque mi caballo tordillo rucio." Era mucho pedir por un caballo ; pero el corcel placia mucho al franciscano, y se ajustaron : el animal fue conducido al establo del fraile, y todas aquellas almas fueron declaradas por él exentas para siempre de las llamas del infierno.[2] Otro día, un ciudadano consiguió de él, por trece reales de a ocho, (florines,) una indulgencia en virtud de la cual su confesor estaba autorizado a absolverle, entre otras cosas, de todo delito de perjurio: [3] Tan venerado era Samson, que el consejero de May, hombre anciano y de un espíritu iluminado, habiendo dicho algunas palabras contra el fraile orgulloso, fue obligado a pedirle perdon hincado de rodillas delante de él.

Era el último día. Un repique de campanas anunció en Berna la salida del fraile.

Samson estaba en pié dentro de la iglesia sobre la tarima del altar mayor. El canónigo Enrique Lupulus, maestro de Zwingle en otro tiempo, le servia de intérprete. "Cuando la zorra y el lobo se unen para salir a campaña," dijo el canónigo Anshelm, volviéndose hacia el decano de Watteville, "lo más seguro para vos, benignísimo señor, será meter prontamente en lugar seguro vuestros corderos y vuestros gansos." Pero poco cuidado 263

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto le causaban estos juicios al fraile, que ni tampoco los oia. "Hincaos," dijo a la turba supersticiosa, "rezad tres padrenuestros y tres avemarías, y vuestras almas quedarán tan puras como en el acto del bautismo. Entónces se arrodilló todo el pueblo. Sarn son saliendo luego de sus límites, decía : Libro de las penas del purgatorio a todas las almas de los que ,hayan fallecido en Berna, cualquiera que haya sido su género y lugar de muerte !" Aquellos truhanes reservaban, como los de las ferías, au mejor golpe para el final.

Samson se encaminó, cargado de dinero, bácia Zurich, pasando por Argovia y Badea.

A medida que avanzaba el fraile, cuyo estertor era tan miserable al pasar los Alpes, marchaba con más fausto y orgullo. El obispo de Constancia, resentido de que aquel no le hubiese presentado sus bulas para legalizarlas, mandó a todos los párrocos de su diócesis que le cenasen sus iglesias. Con todo, el cura de Baden no tuvo valor para oponerse mucho tiempo "a su tráfico. El fraile redobló ou descaro. Colocado al frente de una procesión, que (lió la vuelta al cementerio, parecía fijar sus miradas sobre algún objeto que reeorria los aires, al mismo tiempo que sus acólitos cantaban el himno de los muertos; y pretendiendo ver volar las almas del cementerio, Samson gritó: "Ecce volant Mirad cómo vuelan!" Un día un hombre del lugar subió al campanario; luego una infinidad de plumas blancas vol teando por los aires, cegaron la vista de los de la procesión admirados. Mirad cómo vuelan, gritaba el gracioso de Baden, sacudiendo una almohadilla desde lo alto del campanario. Toda la gente se echó a reir.* [4] Samson enfurecido no se calmó sino después que se le informó de que aquel hombre tenía 6. veces trastornado el juicio ; no obstante salió avergonzado de Baden.

Prosiguiendo su viaje, llegó a últimos de Febrero de 1519 a Bremgarten, donde el decano y el magistrado de la villa, que le habían visto en Baden, le suplicaron se presentara. Nadie gozaba de más reputación en todo el país que el decano Bullinger de Bremgarten. Poco iluminado este hombre sobre los errores de la iglesia y sobre la palabra de Dios, pero sincero, lleno de celo, elocuente, bienhechor con los menesterosos, y pronto a servir a los de humilde condición, era querido de todo el mundo. Contrajo en su mocedad unión de conciencia con una hija de uno de los consejeros del lugar. Esa era la costumbre entre los eclesiásticos que no querían vivir en la disolución. Ana le había dado cinco hijos, y aquella numerosa familia no menguó nunca la buena consideración de que gozaba el decano. No había en toda la Suiza otra casa más hospitalaría que la suya. Aficionado a la caza, veíanle comunmente rodeado de diez ó doce perros, y acompañado de los señores de Hailwyll, del abate de Muri, y de ciudadanos de Zurich, recorrer el campo y los bosques del contorno. Tenía mesa abierta, y ninguno de sus huéspedes era más alegre que 61. Cuando los diputados de la villa se dirigían a Barden, no faltaban a la mesa del decano, al pasar por Bremgarten. Muchos decían: "Bullinger sabe agasajar como los más nobles caballeros."

264

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Los extranjeros notaban en aquella casa un niño de una fisonomía inteligente.

Enrique, uno de los hijos del decano, había pasado, desde la cuna, por varios peligros.

Un día habiendo sido atacado de la peste, le iban a depositar ya en la tierra, cuando algún signo vital devolvió la alegría a sus padres. Otro día. un vagabundo le atrajo con caricias y le arrebataba a su familia, cuando fue conocido por los transeuntee y rescatado por ellos. A la edad de tres años sabía ya la oración dominical y el símbolo de los apóstoles; é introduciéndose en la iglesia, rubia al púlpito de su padre, se presentaba con gravedad y con todas las fuerzas de su voz decía: "Yo creo en Dios Padre," etc.

A los doce años sus padres le mandaron a la escuela latína de Emmerick, llenos de temor, pues eran peligrosos aquellos días para un muchacho sin experiencia. A. veces se veían estudiantes, si la disciplina de la institución les parecía demasiado rígida, abandonar por ban dos la escuela, llevar consigo a muchachos inespertos, y vagar por los bosques; de donde mandaban a los más jóvenes a mendigar, ó asedíaban a los transeuntes con las armas en la mano, despojándoles de todo, y consumiendo luego en liviandades el fruto de sus rapiñas. Enrique fue afortunadamente preservado del mal en aquellos lejanos lugares. Lo mismo que Luteio, ganó su vida cantando ante las puertas de las casas; pues su padre quería que aprendiese a vivir con sus mismas facultades. Tenía diez y seis años la primera vez que abrió un NuevoTestamento. "Yo hallaba en él," decía, "todo cuanto es necesario para la salvación del hombre, y desde entonces adopté este principio: que es.menester seguir únicamente la Santa Escritura, y rechazar todas las adiciones humanas. No me atengo ni a los padres de la iglesia ni a Mí mismo; pero esplico la Escritura con la Escritura, sin añadir ni quitar.•[5] Dios preparaba así a ese mozo, que debla reemplazar un día a Zwingle. El es el autor de la crónica manuscrita que citamos frecuentemente.

Entónces fue cuando Samson llegó a Bremgarten con todo su séquito. El impertérrito decano, a quien no acobardaba aquella pequeña fuerza italiana, prohibió al fraile que vendiese sus mercancías en su parroquia; al mismo tiempo que el magistrado y el ayuntamiento de la ciudad, todos partidarios de Samson, estaban reunidos en una de las salas de su posada contemplando estupefactos al impaciente franciscano.

Habiendo llegado el decano, el fraile le dijo : "Heàquí las bulas del papa ; abrid vuestra iglesia!"

EL DECANO. Jamás consentiré que por medio de letras no auVnticas, pues el obispo no las ha legalizado, se vacieh las bolsas de mis feligreses.

EL FRAILE, con tono solemne. El papa es más que el obispo. Os prohibo el que priveis a. vuestra grey de una gracia tan singular.

EL DECANO. Yo no abriré mi iglesia, aunque hubiese de costarme la vida!

265

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto EL FRAILE, con indignación. ¡ Cura rebelde ! en nombre de nuestro santísimo papa, fulmino contra tí la cacomunión mayor, y no te absolveré de ella hasta que hayas pagado tres cientos ducados, por un atrevimiento tan inaudito.

EL DECANO, volviendo las espaldas y separándose. Yo sabré responder ante mis jueces legítimos; respecto a tí y a tu excomunión, nada me importan.

EL FRAILE, fuera de sí. ¡ Bestia insolente ! voy a. Zurich, y alli presentaré mis quejas ante los diputados de la confederación.

EL DECANO. Yo puedo coFnpareoer allá taxubien como tú, y en prueba de ello allá voy.

Mientras pasaban estas cosas en Bremgarten, Zwingle, que veía al enemigo aproximarse poco a poco hacia donde estaba, predicaba con. energía contra las indulgencias.f El vicario general Faber, de Constancia, le animaba prometiéndole el apoyo del obispo.* [6]

"Ya sé," decía Samson, dirigiéndose Mei& Zurich, "que Zwingle hablará contra mi; pero yo le taparé la boca." En efecto Zwingle sentía demasiado la dulzura del perdon de Jesucristo,[7] para dejar de atacar las indulgencias de papel de aquellos hombres temerarios A veces temblaba como Lutero por el pecado [8]; pero hallaba en el Salvador la emancipación de sus temores. Aquel hombre modesto, pero fuerte, avanzaba en cl conocimiento de Dios. Muchas veces decía: "Siempre que Satanás me intimida, reprochándome no haber hecho esto a aquello quo Dios ordena, luego me consuela la dulce voz del evangelio, diciéndome : Lo que tú no puedes cumplir, y cierto que nada puedes, Cristo lo cumple. Si," continuaba el piadoso evangelista, "cuando mi corazón está angustiado a causa de la impotencia y debilidad de mi carne, se reanima mi espíritu al acordarse de esta regocijante nueva: ; Jesucristo es tu inocencia! Jesucristo es tu justicia! Jesucristo es tu salvación ! Tú nada eres, y nada puedes ! Jesucristo es el alfa y el omega ; Cristo es todo, y lo puede todo! Todo lo criado te abandonará y te engañará.; más Jesucristo, el inocente y justo, te recibirá y te justificará ! Sí, él es nuestra justicia y la de cuantos han de comparecer como justos ante el trono de Dios !"

Al aspecto de semejante« verdades, las indulgencias caían por sí mismas; por lo mismo Zwingle no temia atacarlas. "Ningun hombre," decía él, " puede perdonar los pecados ; únicamente Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está facultado para ello.t[9] Id, comprad las indulgencias : pero estad ciertos de que de ningún modo quedais absueltos. Los que por el dinero venden la renaísión de los pecados, son socios de Simon el mágico, amigos de Balaan, y emisarios de Satanás.

El decano Bullinger, excitado aun por la conversación que sostuvo con el fraile, llegó primero que éste a Zurich. Venia a. quejarse ante la dieta de aquel desvergonzado mercader y de su tráfico.. Unos delegados del obispo,se encontraban allí por el mismo 266

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto motivo. Bullinger hizo causa. coman con estos, y todos le prometieron apoyarle. El espíritu que animaba a Zwingle Be difundía también en aquella ciudad. El consejo de estado decretó oponerse a. la entrada del fraile en Zurich. [10]

Samoa había llegado a los arrabales y apeádose en una fonda. Ya tenía un pié en el estribo para hacer su entrada, cuando se le presentaron unos enviados del consejo, y habiéndole ofrecido el vino de honor como a enviado del papa, le dijeron que podía abstenerse de entrar en Zurich. "Tengo que notificar algo a la dieta en nombre de su Santidad," replicó el fraile. Aquello era una astucia. Resolvieron dejarle entrar sin embargo; pero como no hablaba sino de sus bulas, le despidieron, después de haberle hecho retirar la eseomunión pronunciada contra el decano de Bremgarten. Se retiró indignado, y poco después el papa le llamó a Italia. Un carro arrastrado por tres caballos, y cargado del dinero que sus embustes habían arrancado a los pobres, le precedía sobre aquellos caminos escarpados de SanGothard, por los que ocho meses atrae había pasado, pobre y sin apariencia, y cargado solamente de algunos papeles.*

[11]

La dieta helvética mostró entonces más resolución que la dieta germánica. Esto consistió en que no presidían en aquella obispos ni cardenales. Por la misma razón el papa, privado de estos apoyos, obraba con más cordura en Suiza que en Alemania.

Por lo demás, el asunto de indulgencias que hizo un papel tan grande en la reformacían de la Alemania, solo es un episodio de la reformación Suiza.

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Moneda antigua de oro, llamada así por tener esculpida una corona; la cual ha tenido diversos valores. Trad.

[2] lirn einen Kuttgrowen Hangat. Anshelm, V, p. 355. S. J Ilottinger, Kirchengesch., iII, p. 29.

[3] A quovis perjurio. Müllefe Relig., IV, p. 403.

[4] Dessen vid Iiith gnug lachten. Buli., Mg.

[5] Bullinger, Epp. Franzs Merkwitirdigt Ziige, p. 19.

[6] Du Erecta Bestia . . . Builinger, Ma.

[7] Ich prengete streng wider des Pabste Ablasa. Zw. Opp. II, primera parte, p. 7.

[8] Und hat miela darin gestkirkt : ér welle mir mit aller tres brrion. bid.

267

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[9] Christus est innoeentia tua; Christus est justitia et puritas tua; Christus est salus tua; tu nihil es, tu nihil potes; Christus est A et Christers est prora et puppis; Christus eat anuda. Zw. Opp. I, p. 207.

[10] Nisi Christus Jeans, verus Deus et veras horno ... ¡bid , p. 412.

[11] rrnd führt rnit Ihm ein threspendiger Schatz an Gelt, den er armen lüthen abgelogen hat. Bullinger,.Ms.

268

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO VIII.

Fatigas de Zwingle—Loa Baños de Pfeffers—E1 Momento de Dios—La Gran Muerte—Zwingle atacado de la Peste—Sus adversarios—Sus amigos—

Convalecencia—Alegría general—Efecto de la Plaga—Myconius en Lucerna—

Oswald anima a Zwingle—Zwingle en asiles—Capiton llamado a Maguncia—Hédion en Basilea—Un hijo cruel—Se preparan para el combate.

ZWINGLE no se excusaba; tanta aplicación al trabajo le redujo a una suspensión. Le ordenaron fuese a tomar los baños de Pfeffers. Uno de los discípulos que tenía en su casa, llamado Hérus, al separarse de él habló de un modo que manifestaba el pensamiento de cuantos cone, cían a Zwingle: "[1] Ah! aunque yo tuviese cien lenguas, cien bocas, una voz de hierro, como dice Virgilio, ó más bi.en la elocuencia de Ciceron,

¿podría acaso decir todo lo que os debo, y cuán sensible me es esta separacion.?" No obstante Zwingle se alejó, y pasó a Pfeffers por aquella garganta formidable que forma el impetuoso torrente de Jamina. Bajó a aquel abismo infernal, según la expresión de David el ermitaño, y llegó a aquellos baños perpétuamente agitados por el impetuoso torrente, y regados con el húmedo polvo de las olas agitadas. Era indispensable usar antorchas en medio del día en la habitación que Zwingle ocupaba. Circulaba el rumor de que unos espantosos espectros aparecían allí algunas veces en la oscuridad. [2]

Sin embargo aun encontró allí la ocasión de servir a su divino Maestro. Su afabilidad ganó el corazón de varios enfermos. Entre ellos se cuenta un célebre poeta llamado Felipe Ingentinus, profesor de Fribourg en Bringau,*[3] el cual en adelante se mostró lleno de celo por la reformación.

Dios cuidaba su obra y quería llevarla adelante. El defecto de Zwingle consistía en su fuerza. Robusto de cuerpo, fuerte de carácter y talentos, debía ver aniquilá,tsele sus fuerzas, para llegar a ser un instrumento tal cual Dios los aprecía. Le faltaba aun un bautismo, el de la adversidad, de la enfermedad, de la debilidad y del dolor. Lutero lo recibió en aquellos días de pesar, en los cuales hacia resonar la celda con sus penetrantes gritos, así como los largos corredores del convento de Erfurt. Zwingle debió recibirlo al hallarse en contacto con la enfermedad y la muerte. Hay para los héroes del mundo, los Carlos XII, los Napoleónes, un momento que .decide su carrera y su gloria: es aquel en que se les revela súbitamente su fuerza. Existe nn momento análogo en la vida de los héroes según Dios; pero en sentido inverso: es aquel en que llegan a conocer su impotencia y sn nada; entonces reciben de lo alto la fuerza de Dios.

Una obra tal cual la de que debía Zwingle ser el órgano, jamás se realiza con las fuerzas naturales del hombre; ellas se marchitarían como las del árbol que plantan en su robustez y en su ufana altura. Es menester que una planta sea tierna para que tome raiz, y que un grano perezca en la tierra para que dé mucho fruto. Dios condujo a Zwingle, y con él la obra que de él se esperaba, a las puertas del sepulcro. Es de entre los huesos, las tinieblas y las cenizas de la muerte, de donde Dios se complace 269

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto en levantar los órganos por cuyo medio quiere esparcir sobre la tierra la luz, la regeneración, y la vida.

Zwingle estaba escondido entre los inmensos peñascos que cercan el furioso torrente de la Jamina, cuando le sorprendieron con la noticia de que la peste, 6 como la apellidaban la gran muerte,*[4] estaba en Zurich. Se declaró terrible en Agosto, en la festividad de San Lorenzo; duró hasta la candelaria, y cortó el hilo de la vida a dos mil quinientas personas. Los jóvenes que vivían en casa de Zwingle la desocuparan luego, conforme a las instrucciones que les había dejado. Su cata estaba vacía; sin embargo era para él el momento de volver a ella. Salió apresuradamente de Pfelfers, y reapareció en el seno de su grey, diezmada por el contagio. Mandó luego al pueblo de Wildhaus a Andrea, su joven hermano, el que había permanecido en su casa hasta su llegada; y desde aquel momento se consagró enteramente a. las víctimas de aquella plaga destructora.

Anunciaba díariamente a los enfermos a Jesucristo y sus consolaciones. [5] Gozosos sus amigos al verle sano y salvo entre tantos dardos mortales,*[6] experimentaban con todo un miedo secreto. "Socorred a la humanidad," le escribía de Basilea, Conrad Brunner, que murió también de la peste algunos meses despees, "pero acordaos al mismo tiempo de que debeis cuidar vuestra existencia!" Ya era tarde; Zwingle estaba herido de la peste. El predicador do la Suiza estaba postrado en una cama, de la que corría peligro de no levantarse jamás. Entró en sí mismo y dirigió hacia arriba sus miradas. Sabia que Jesucristo le había legado una herencia segura, y.desahogó los sentimientos de su corazón en una melodía sencilla y tierna. No siendo fácil traducirla según el lenguaje antiguo y natural, procurarémos no obstante reproducirla tan literalmente como nos sea, posible.

La fiera muerte•[7]

Mi puerta toca ;

La. fe te invoca.,

Mi Dios, mi fuerte ;

Tia brazo herido

Jeans entiende; Mi ruego atiende

Que estoy perdido.

Si el alma mia

En edad temprana Tu voz reclama . . .[8]

En ti solo lis.

Pues aunque muera

270

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto A ti me elevo; Puesto que llevo

Mi fe sincera.

Con todo progresa la enfermedad ; sus amigos contemplan con aflicción aquél hombre, la esperanza de la Suiza y de la iglesia, ser casi presa del sepulcro. Le abandonan sus sentidos y sus fuerzas. Su corazón teme, más encuentra todavía algunas fuerzas para dirigirse hacia Dios, y exclamar

Mi mal crece impío,

Dadme la calina; Mi cuerpo y alma

Tiemblan de frío.

Viene la muerte,

Pierdo el sentido,

Ningan sonido

Tal vez se advierte. [9]

Tod hsben mich

In mita der Tagen

Min Zung ist stumm.

Darum ist Zyt

Satan pretende

Con llevarme :

Su mano tiende ...

¿ Podrá arrastrarme?

Mas yo no temo

Su faz, su luz,

Si amparo encuentro

Junto a tu cruz.

El canónigo Hoffman, sincero en su fé, no podía soportar la idea de ver morir a Zwingle en los errores que había predicado. Se presentó ante el preboste del cabildo y le dijo : " Pensad en qué peligro está su alma! ¿ No llama noveleros y antojadizos a, todos los doctores que han enseñado hace más de trescientos ochenta años, a un Alejandro de Hales, a un San Buenaventura, a un Alberto el Grande, a un Tomas de 271

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Aquino, y a todos los canonistas? ¿ No sostiene que la doctrina de estos ea fantástica, y soñada bajo su cogulla y dentro de los muros de sus claustros ? Ah! más hubiera valido para la ciudad de Zurich que Zwingle hubiese destruido por muchos años nuestras vendimias y cosechas ! Ahora vedlo a las puertas de la muerte. Os ruego encarecidamente salveis su alma miserable !" Parece que el preboste, más iluminado que el canónigo, no juzgó necesario convertir a Zwingle a San Buenaventura y a Alberto el Grande ; pues le dejó en paz.

La consternación reinaba en la ciudad. Todos los fieles oraban día y noche a Dios, y le pedían se dignase restablecer a su fiel ministro.*[10] El terror pasó desde Zurich a las montañas del Tockenbourg ; pues la peste también subió a. aquellas alturas. Siete ú ocho personas habían sucumbido en el lugar ; entre ellas se contaba un criado de Nicolas, hermano de Zwingle. No recibiendo

Alle Glaubige rufften Gott treuwillich an, dass es ihren getzefzwen Hirten wieder ufrichte. Bull., Me. ninguna carta del reformador, su hermano Andrea le escribió : Instrúyenos sobre el estado de tu salud, querido hermano ! El abate y todos nuestros hermanos te saludan." Parece había.n ya fallecido el padre y la madre de Zwingle, pues que esta carta no hace mención de ellos.

La noticia de la enfermedad de Zwingle, y aun el rumor de su muerte, circularon por la suiza y en Alemania. "Ah!" exclamo Hedion con lágrimas, "la salud de la patria, la trompeta del Evangelio, el héroe magnánimo de la verdad, está herido de muerte en la flor, y como quien dice, en la primavera de su edad!• [11] Cuando llegó a Basilea el rumor de que Zwingle había sido atacado de la peste, toda la villa se vistió de luto y derramó lágrimas. [12]

Sin embargo se reanimó el átomo de vida que perrna. necía aun en Zwingle. Apenar de estar como paralizados todos sus miembros, conservó aun la constante convicción de que Dios le destinaba para colocar nuevamente sobre el candelero apagado de la iglesia la antorcha de su palabra. La peste abandona su presa ; y Zwingle canta admirado

¡ Oh Dios! tú viste

Mi ardiente mego, Y vida luego

Al alma diste.

Do no lo vea

Huya el pecado; Tu nombre sea

Por mi ensalzado [13]

Esa hora insana

272

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Que temen tanto,

¿ Llena de espanto

Vendrá mañana?

No me intimiden

Alegre estoy,

Si al dar la vida

Al cielo voy!"

Así que Zwingle pudo manejar la pluma, (fue a primeros de Noviembre,) escribió a su familia. Su carta causó un transporte de indecible alegría, [14] sobre todo a su joven hermano Andres, quien murió en el año siguiente de la peste, cuya muerte hizo derramar lágrimas a Ulric, como las hubiera podido derramar una sensible mujer, dice él mismo.: En Basilea fallecieron, después de tres díal de cama, el amigo de Zwingle, Conrad Brunner, y el famoso impresor Bruno Amerbach, ámbos jóvenes aun.

Circulaba en aquella ciudad el rumor de que Zwingle también había fallecido, cuya noticia cubrió de luto a la universidad. "El querido de Dios," decían, "ha concluído su carrera en la flor de su vida." [15] Pero qué alegría, cuando el estudíante Collinus, natural de Lucerna, y luego un negocíante de Zurich trajeron la noticia de que Zwingle había escapado de las terribles garras de la muerte ![16] El mismo vicario general del obispo de Constancia, Juan Faber, este antiguo amigo de Zwingle, y que más tarde fue su más enconado adversario, le escribió : "

So will Ich doch

Den trutz und poch,

In diser welt

Tragen frölich

Um widergelt.

***

Que venga el golpe de la muerte

Con alegría subiré

Y mi yugo llevaré

Directo a los cielos

Aunque dios tres trozos de poesía traen por fecha, " el principio, el medio, y fin de la enfermedad," y que [17]*apresan los sentimientos que albergaba Zwingle en aquellos 273

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto diversos momentos, ea probable que no fueron escritos así como loa tenemos, sino deepues de restablecido. V. Builinger, Ma. amado Ulric, cuánto me alegro de saber que has escapado de la muerte cruel ! Cuando tú peligrabas, estaba amenazada la república cristiana. El Señor ha querido inducirte con sufrimientos a que busques más la vida perdurable.

Efectivamente era el medio por el cual quiso Dios probar a, Zwingle, y este medio produjo su efecto; pero no como lo pensaba Faber. Aquella peste de 1519, que causó tanta destrucción en el norte de la Suiza, fue en las manos de Dios un medio eficaz para la conversión de un gran número de almas.*[18] Pero no influyó sobre nadie tan poderosamente como sobre Zwingle. El evangelio, que hasta entonces no había sido otra cosa más que una mera doctrina, fue. en lo sucesivo una realidad para él. Se levantó de la oscuridad del sepulcro con un nuevo corazón. Fue su celo más activo, su vida más santa, su predicacioñ más libre, más evangélica y más efioaz. Esta época fue la de la completa emancipacipn de Zwingle; y desde entóncea se consagró enteramente a. Dios. Al mismo tiempo que el reformador, la reforma de la Suiza recibió una. mueva vida. El azote de Dios, la gran muerte, subiendo sobre todos aquellos montes y bajando a todos aquellos valles, comunicó algo de más santo al movimiento que se efectuó. La reforma fue sumergida, como Zwingle, en las aguas de la amargura y de la gracia, de las que salió más pura y más animada. Era un dio notable en los designios de Dios para la regeneración de aquel pueblo.

Zwingle adquirió entre sus amigos las fuerzas que creía le faltaban. Un sincero afecto le unia particularmente a Myconius. Andaban apoyados uno en el otro, como Lutero y Melanchton. Oswald se encontraba feliz en Zurich. Es verdad que su posición era algo amarga, pero las virtudes de su modesta esposa se la dulcificaban.

De ella es de la que Glarean decía : "Si yo encontrase una doncella que se le pareciese, la preferiría a úna princesa." Sin embargo, una voz fiel venia con frecuencia a turbar la dulce amistad de Zwingle y de Myconius, y era la del canónigo.Xyloctect, que llamaba a Oswald desde Lucerna, instándole a que volviese a su país natal. "Tu patria es Lticerna, y no Zurich," le decía. "Tú dices que los habitantes de Zurich son tus amigos ; lo creo ; pero, ¿ sabes lo que te traerá la estrella nocturna ? Sirve a tu patria.•

[19] Te lo aconsejo, te lo pido, y si me es permitido, te lo ordeno !" Xyloctect unía la acción a las palabras, é hizo nombrar a Myconius maestro de la escuela colegíal de Lucerna.

Ya no resistió más Oswald ; vió el dedo de Dios en aquella promoción, y por grande que fuese el sacrificio, se resignó a ello. ¿ Quién sabe si llegará, 6, ser un instrumento del Señor, para introducir la doctrina de la paz en la belicosa ciudad de Lucerna? Pero, cuán sentida y lastimosa fue la separación de Zwingle y de Myconius! Poco después de haberse separado, Ulric escribió a Oswald : "Tu salida de esta, ha abierto una brechatan grande a la causa que defiendo, como la de un ejército en columna, cuando 274

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto una de sus alas está derrotada.f Ah ! ahora comprendo cuánto pudo mi Myconius, y cuántas veces ha sostenido la causa de Cristo, sin que yo lo supiera!" •[20]

Zwingle sentia todavía más la privación de su amigo, por haberle dejado la peste sin fuerzas. "La peste ha disminuido mi memória, y turbado mis sentidos," escribía él mismo el 30 de Noviembre de 1519. Apénas convaleciente, había emprendido de nuevo todos sus trabajos. Pero, también dice : A veces .predicando pierdo el hilo de mi discurso ; todos mis miembros estás lánguidos, y me asemejo a un cadáver. A más de esto, la oposición de Zwingle a las indulgencias excitó la ira de los que las defendían.

Oswald animaba a su amigo por medio de cartas que le escribía desde Lucerna. Bzi aquel momento, ¿ no le daba el Señor una prueba de su asistencia ea la protección que dispensaba en Sajónia al atleta poderoso, que tantas victorias conseguía sobre Roma ? "i Qué piensas tú," decía Myconius a Zwingle, "de la causa de Lutero ? Por mi parte, yo no recelo ningún peligro para el evangelio ni para él. Si Dios no proteje su causa, ¿ quién la protejerá ? Cuanto yo pido al Señor, es que no retire su mano protectora de todos aquellos que aprecían más el evangelio que cuanto hay. Prosigue como empezaste; se te asignará en los cielos una liberal recompensa."

Un antiguo amigo vino a consolar a Zwingle de la separación de ktyconius. Bunzli, que había sido en Basilea el preceptor de Ulrics y que había reemplazado al decano de Wesen, tio del reformador, llegó a Zurich en la primera hebdómada del año 1520, y Zwingle y él formaron el proyecto de visitar juntos a los amigos de ámbos en Basilea.*[21]

La residencia de Zwingle en Basilea produjo sus frutos: " Oh ! caro Zwingle !" le escribió más tarde Juan Glother, "jamás os olvidaré. Lo que me indina hacia vos, es la bondad con la cual, durante vuestra estación en Basilea, me vinisteis a visitar a.

mí, insignificante preceptor, oscuro, sin ciencia ni mérito, y de humilde condición! Lo que me encanta, son. vuestras bellas cualidades, vuestra indecible dulzura con la cual cautivais todos los corazónes y aun ablandais las piedras, si así puedo decirlo." [22]

Aun aprovecharon más los antiguos amigos de Zwingle de su residencia. Capiton, Hedion, y otros más, se electrizaron por su palabra poderosa; y el primero, emprendiendo en Basilea la obra que Zwingle hacia en Zurich, se puso a explicar el Evangelio según San Mateo ante un auditorio cada día más numeroso. La doctrina de Jesucristo penetraba 6 inflamaba los corazónes. El pueblo la recibia con gozo, y saludaba con aplausos la restauración del cristianismo.* [23]

Era la aurora de la reforma. Tarnbien se vió formarse luego contra Capiton, una conspiración de curas y fraile*. [24] Entánces fue cuando el joven cardenalarzobispo de Maguncia, llamado Alberto, deseoso de poseer para sí un hombre tan sabio, le atraje a su cabildo.f Viendo Clapiton las dificultades que le suscitaban, admitió la promoción. Se alarmó el pueblo, y •Bil indignatión se dirigió contra el clero, causando la plebe un tumulto en la. ciudad,t [25] Ifedion fue propuesto para ocupar su lugar ; 275

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto m loa unos objetaban su mocedad., loa otros decían : "Es discípulo de Capiton 1. [26]"

"La verdad hiere," dijo fledion, "y mí ea conveniente zaherir los oidor demasiado sutiles. No importa, nada me aeparará del recto sendero." Los frailes redoblaron sus esfuerzos : "No creais," decíaix desde los púlpitos, a los que dicen. que el resúxuen de la doctrina cristiana se encuentra, en el evangelio y en San Pablo. Scot ha sido más útil al cristianismo que el mismo San. Pablo. Cuanto se ha. dicho é impreso de sublime, ha sido robado a Scot. Todo lo más que los hambrientos de gloria han podido hacer, ha consistido en intercalar algunas palabras griegas a latínas, para embrollar toda la matería.

El tumulto crecía, y era de temer que una vez en marcha Capiton, llegase a, ser más obstinada la oposición. Quedaré casi solo," pensaba Hedion, "yo, débil y miserable, para luchar con estos ponzoñosos monstruos."•[27] Por lo mismo imploraba la asistencia de Dios, y escribía, Zwingle : "Inflamad frecuentemente mi valor por medio de cartas. La ciencia y el cristianismo están actualmente entre la espada y la pared.

Lutero acaba de ser condenado por las universidades de Lovaina y de Colonia. Si alguna vez hubo peligro inminente para la iglesia, es ahora. [28]

Capiton salió de Baúles. para Maguncia, el 28 de Abril, y Hedion le sustituyó. No satisfecho con las convocatorias públicas del templo, en las cuales continuó stx explicación de San Mateo, se propuso desde el mes de Junio, conforme lo escribió 6.

Lutero, tener privadamente reuniones en su casa, para dar instrucción evangélica y más familiar, cuantos gustasen aprovecharse de ella. Este modo tan eficaz de instruir en la verdad, y vivificar el interes y celo de los fieles en las cosas divinas, no podía menos de suscitar entonces, como siempre, la oposición ya de los mundanos, ya, del clero dominador; que tanto unos como otros, aunque con miras diversas, quieren igualmente que no se adore a Dios sino en el recinto de ciertas paredes. Mas Hedion fue invencible. Mientras formaba esta buena resolución en Basilea, se presentó en Zurich uno de esos genios que nacen de ordinario del seno de las revoluciones, como una espuma impura.

El Senador rébel, hombre muy considerado en Zurich, tenía un hijo llamado Conrad, mozo notable por sus talentos, y terrible enemigo de la ignorancia y superstición, que atacaba con sangrientas sátiras. Era violento, impe tuoso, mordaz y agrio en su raciocinio. Tampoco conocía la afección natural, y, entregado a los escasos, hablaba siempre y con altanería de su inocencia, y no sabía ver sino mal en los demás.

Hablamos aquí de él, porque más adelante debe desempeñar un triste papel. A esta época, Vadían casó con una hermana de Conrad. Este, que estudíaba en París, donde su desarreglo le imposibilitaba de andar, deseoso de asistir a las bodas, compareció sin embargo, a primeros de Junio, en casa de sus padres. Su pobre padre recibió a este hijo pródigo con una cariñosa sonrisa, y su tierna madre con lágrimas. El cariño de sus padres no pudo trocar en nada a aquel corazón cruel. Habiéndose visto su madre más tarde a las puertas de la muerte, Conrad escribió a su cuñado Vadían : 276

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

"Mi madre ha recobrado su salud ; dirige de nuevo la casa ; duerme, se levanta, regaña ; almuerza, disputa, come ; arma riñas, cena, y nos molesta constantemente.

Corre, cuece y recuece ; barre, amontona, trabaja ; se mata de cansancio, y pronto tendrá una recaída.• [29] Tal era el hombre que intentó más tarda avasallar a Zwingle. La divina Providencia permitió quizá que apareciesen tales genios en la época de la reformación, para que con sus mismos desórdenes resaltase más el espíritu prudente, cristiano y arreglado de los reformadores.

Todo presagíaba que iba a empezar pronto un reñido combate entre el evangelio y el papismo. "Escitemos a los contemporizadores," escribía Hedion a Zurich. "Está ro. ta la paz ; armemos nuestro pecho ! tendrémos que lidiár contra los más terribles enemigos "j Myconius escribió casi lo mismo a Ulric: " [30] Yo quisiera ganar a estos hombres tenaces con la benevolencia y honestos obsequios, en lugar de atraerlos con acaloradas y violentas di salutaciones.•[31] Si ellos llaman nuestra doctrina, (que en verdad no ea la nuestra,) la doctrina del diablo, nada hay en ello que no sea natural; y en esto conozco que nosotros somos los embajadores de Dios. Los demonios no pueden callarse en presencia de Jesucristo.

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Etiarnsi mihi sint linguae centum, sint oraque centum, ferrea vox, ut Vírgulas ait, aut potala Ciceronia eloquentia. Zw. Epp., p. 84.

[2] Rer: sn+. va II. 17

[3] Dijo tum cornitatem tuam, e sinu uberrimo profluentem, non injuound8 sum expertus. Zw. Epp., p. 119.

[4] Der grosse Tod. Bnllinger, Me.

[5] Tt in majori perieulo Bis, quod in die te novo exportas, dum invisies3grotos.

Iullinger, Me., p. 87. Mr. de Chateaubriand olvida este hecho y otros semejantes cuando escribe, "que el ministro protestante abandona al indigente en su lecho mortuorio, y no se arriesga nunca donde reina la peste." Ensayo sobre la, literatura anglicana.

[6] Plurimuin gaudeo, te inter tot jactus telorum versantem, illeesurn hactentts °vaciase. Ibid.

[7] Syg an der Thür. Zw. Opp. II, 3s p., p. 270.

[8] Ioh mein der Tod So milis willig sin. Zw. Opp. II, 2a. p. p. 270. Nun ist es um,

[9] Willt dn dann glych Dalia du min stryt. Ibid., p. 271.

277

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[10] Nicolso vera germano nostro, etiam obüt aervus sutus attamen non in tedibuz suis. Zw. Epp., p. 88.

[11] Quis enim non doleat, publicara patria) Writer; tnbam Evangelii, magnanimnrn veritatis bueeinatorem lauguere, intereidere? Zw. Epp., p. 90.

[12] Heu quantum luetas, fatis Zinglium coneeeisse, importunus Me rumor, suo vehementi impetu divulgavit. Ibid., p. 91.

[13] Palabras que se cumplieron de un modo singular doce años después, en los sangrientos campos de Cappel.

[14] So will ic,b. doch

[15] Inspeatia tuis inevedibilis quídam ~tus hetaira pectus meum subiit. Zw. Epp., p.

88.

[16] Ejulatum et lucttun plusquarn fcemineurn. Ibid., p. 155. 4 Ov re thol IxArítaxst, yeavientof rektrrl. Ibid., p. 95.

[17] E diría te monis faucibus falisiter erepttuu negotiatoz quidaru tígurinus. Ibid., p. 92.

[18] Ala die Pesti!~ im Jahre 1519 in dieaaer Gegend graseirte, vide neigten eich zu einem hessem Lebon. Georg Vetgelin, Retoma. Hist. Füsslin Beytr., IV, p. 174.

[19] Patriam cola, suadeo et obsecro, et si hoc posaos, juba°. Xyloctect. Myconio. •

[20] Nam res mete, te abeunte, non sunt minas accióne, quam si exercitui in procinctn stand altera &tarara abstergatur. 2w. Epp., p. 98.

[21] Zw. Epp., p. 103 y 111.

[22] Morum tuorum elegantia, suavitesque iacredibilis, qui omnes tibi devincis, °timan lapides, ut sic dixerem. Ibid., p. 133.

[23] Renaaoanti Chrbtisniamo mimen quin% faveant. Zw. Epp., p. 120.

[24] esrdinalia dije invitavit amplisaimia eouditiónibus. Ibid.

[25] Tumultua exorituz et maxima indignatio vulgi ergs kpek. Ibid. 4 Aurieulas teneras mordaci radere vera, non mine sdeo tutum eat. Ibid.

[26] Scotum pina profuisae rei ehristiante quina ipaum Psulum ... . quidquid ertulitum, furatum ex Seoto .... Ibid.

[27] Cum pestilentisaimia moiastria. Zw. Epp., p. 121.

[28] Si nnquam imminebat periculum, jam imminet. bid., del 17 Marzo de 1520.

278

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[29] Sie regiert das Haus, schaft, ateht anf, zankt, friihstückt, keift . • . Simrrd.

Samrnl. IV, Wirzl, p. 76.

[30] krtnemus pectore. riostra! pugnandum erit contra teterrimos postes. Zw. Epp., p.

101.

[31] Benevolentáa honestoque obsequio pottas ailIci, guara animosa oppugnatións trahl. Zw. Epp., p 103.

279

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO IX.

Los dos Reformadores—Cuida del hombre—Espiación del Dios Humanado—Las obras carecen de mérito—Objeciones refutadas—Poder del amor a Jesucristo—

Elección—Jesucristo solo es el maestro—Efectos de esta predioación—Abatimiento y valor—Primer acto del magistrado—La Iglesia y el Estado—Ataques—Galater.

ZW1NGLE no permanecía ocioso, al mismo tiempo que deseaba seguir la vis de la dulzura. Desde su enfermedad, su predicación era más profunda y vasál viva. Mas de dos mil personas habían recibido la palabra de Dios en sus corazónes, practicaban en Zurich la doctrina evangélica, y eran ya capaces de anunciarla a los dema.g.* [1]

Zvringle poseia la misma fe de Lutero, pero más fundada. El vehemente fervor dominaba a Lutero, y a Zwingle la claridad de la. esposición. Se vé en los escritos de Lutero un sentimiento íntimo y personal del aprecio que hace para sí de la cruz de Jesucristo; y este gentimiento, lleno de calor y do vida, es el ra6vil de cuanto dice. Lo mismo se encuentra sin dada en Zwingle, más en un grado inferior. Aquel vé más el conjunto del sistema cristiano; éste lo contempla particularmente por la belleza que encuentra en él, per la claridad que esparce en el espíritu humano, y por la vida eterna que ofrece al mundo. El primero es el hombre del corazón; el segundo el de la inteligencia. He aquí el porqué los que no conocen por esperiencia la fe que albergaban aquellos dos grandes discípulos del Señor, cayendo en el error más grosero, hacen un místico del primero, y un raciónalista, del segundo.

Quizá el uno es más patético en la copo sición de su fé, y el otro más filósofo ; pero ámbos creen las mismas verdades. Es posible que los dos no consideren de un mismo modo todas las cuestiónes secundarias; pero aquella fe que es una, aquella fe que vivifica y justifica al que la posée, aquella fe que ninguna confesión ni artículo doctrinal pueden espresar, está tanto en uno como en otro. La doctrina de Zwingle ha sido comunmente tan mal representada, que es conveniente recordar lo que él predicaba ent6nces al pueblo, cuyo auditorio llenaba siempre la catedral de Zurich.

Zwingle veía la llave de la historia de la humanidad en la cala del primer hombre.

Antes de la transgresión de Adán," decía un die. Zwingle, "el hombre fue formado con una voluntad libre, de. manera que si él hubiese querido, hubiera podido observar la ley ; su naturaleza era inmaculada ; aun no le había acometido la enfermedad del pecado, y en sus manos estaba su vida. Mas, al querer asemejarse a Dios, murió ; y no solo él, sino también todo lo que nace de él. Siendo todos los hombres muertos en Adán, ninguno puede devolverles la, vida, hasta que el Espíritu, que es el mismo Dios, los resucite de la muerte."•[2]

El pueblo de Zurich, que escuchaba con avidez aquel elocuente orador, compungido y triste al ver patentizar a sus ojos el estado de pecado en que se halla la humanidad, oia poco después una palabra regocijante, y aprendía a. conocer el remedio que puede 280

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto devolver la vida al hombre. "Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre,"t [3]

decía la elocuente voz del hijo de los pastores del Tockenbourg, "nos ha dado una redención que no tiene fin. Fue el Dios eterno el que murió por nosotros ; y por lo mismo es perpétuo su sacrificio, y salva para siempre.*[4]

Su muerte aplaca continuamente la justicia divina en favor de todos aquellos que se acogen a aquel sacrificio con una fe firme y permanente. Donde mora el pecado, es necesario que allí sobrevenga la muerte. Cristo no conoció el pecado, ni sus labios el engaño ; y sin embargo murió ! Ah ! sufrió la muerte en lugar nuestro ! y quiso morir pan darnos a nosotros vida ! No teniendo pecado personal, el Padre, lleno de misericordía, hizo recaer sobre él los nuestros. Ya que la voluntad del hombre," decía aun el orador cristiano, [5] "se ha revelado contra ,el Dios supremo, ha sido necesario para que se restableciese el órden eterno, y se salvase el hombre, que la voluntad humana de Cristo se sometiese a la divina.": Repetia muchas veces que era por los fieles, para el pueblo de Dios, por lo que tuvo lugar el sacrificio espiatorio de Jesucristo .[6]

Las almas codiciosas de la salud eterna, de la ciudad de Zurich, hallaban reposo al oir esta buena nueva. Pero era menester disuadir los ánimos de sus envejecidos errores. Partiendo de este principio y verdad fundamental, de que la salvación es una mera gracia de Dios, Zwiligle gritó contra el pretendido mérito de las obras humanas.

"Atendido que la gloria eterna," decía, [7] "nos viene únicamente de los méritos y muerte de Jesucristo, el mérito de nuestras obras solo es una vana locura, por no decir una ignorancia 6 impía temeridad.* [8] Si hubiésemos podido salvamos con nuestras obras, no hubiera sido necesario que Jesucristo sufriese la muerte. Cuantos han ido a gozar de Dios, lo han conseguido por la muerte de Jesticristo.[9].

Zwingle presencia las objeciones que esta doctrina sugería en algunos de sus oyentes.

Varios se presentaban a él y se las comunicaban. Subia al púlpito y decía : "Algunos, tal vez aras curiosos que piadosos, objetan que esta doctrina hace inconstantes y libertinos a los hombres. Pero, I qué me importa a ml lo que la curiosidad de los hombres puede objetar 6 temer ? Todos los que oreen en Jesucristo están ciertos de que todo lo que proceda do Dios es necesariamente bueno ; luego si el evangelio es de Dios, es bueno.: i Y qué otro poder sería capaz de inyectar en los hombres la inocencia, la verdad y el amor ? .[10] Oh clementisimo Dios ! dustísimo, y Padre de las misericordías!!" °aclamó en el desahogo de su piedad, con cuanto amor nos has abrazado a nosotros tus enemigos!f [11] De cuán grandiosas y positivas esperanzas nos colmaste, a nosotros que no hubieramos debido conocer otra, cosa más que la deseaperación ! y a qué gloria llamaste en tu Hijo nuestra pequeiiez y nuestra nada,!

Tú quieres, con tu inefable amor, inducimos a que te tributemos amor por amor Luego desenvolviendo esta idea, demostraba que el. amor hacia el Redentor es una ley más poderosa que el decálogo. "El cristiano," decía él, libre de la ley, depende 281

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto enteramente de Jesucristo. Jesucristo es su. razon, su consejo, su justicia, su inocencia y todo su bien.

Jesucristo vive y obra en él. Jesucristo es su único conductor, y no necesita otro."* Y, sirviéndose de una comparación al alcance de sus oyentes, az1adía : " Si un gobierno prohibe, áo pena de muerte, a sus vasallos el recibir de mano de los extranjeros pensiones y dádivas, ¡cuán justa y fácil es esta ley para los que, por su amor a la patria y a la libertad, se abstienen de una acción tan vil ! Pero al contrario : cómo atormenta y mortifica a los que solo piensan en su Mteres! Así vive el justo alegre y libre en el amor de la justicia, y el injusto anda temblando bajo la pesada carga de la ley que le oprizne. [12]

Había en la. catedral da Zurich gran número de antiguos militares que comprendían la verdad de estas palabras. ¿ No es el amor el más poderoso de los legisladores ? ¿ No se cumple al instante cuanto ordena ? ¿ No habita en nuestros corazónes el que nosotros amamos, y no es él mismo el que ejecuta en ellos lo que manda ? Alentado Zwingle por esta idea, afirmaba al pueblo de Zurich que solo el amor hacia el Redentor era capaz de hacer ejecutar al hombre cosas dignas de Dios. "Las obras hechas fuera de la ocariunlon de Jesuaristo son obras muertas," decía el orador cristiano. "Ya que todo se hace por Jesús, en Jesús, y para Jeatilis qué pretendemos atribuirnos a nosotros mismos? Donde se cree en Dios, allí está Dios ; y donde está Dios, allí está el celo que induce a obrar bien.: Cuida solamente de que Jesucristo esté en tí y que tú estés en Jesucristo, y no dudes que enfilaces él obrará. La vida del cristiano no es más que una operación contínua, por la cual Dios comienza, continúa y perfecciona el bien en el hombre."[13]

Movido de la profundidad de este amor a Dios, que hace siglos es la, base de la gracia, esforzaba los acentos de su voz, para dar confianza a los tímidos y dudosos. ¿ Temeréis aun acercaros a este amoroso Padre que os ha elegido ? ¿ Porqué nos eligió ? ¿Porqué nos llama ? porqué nos invita a su gracia ? ¿Es acaso para que no nos atrevamos a acercarnos a él ?".

Tal era la doctrina de Zwingle. Era la del mismo Jesucristo. " Si Lutero predica a Jesucristo, él hace lo que yo hago," decía el predicador de Zurich. "Los que por su medio han llegado al conocimiento de Jesucristo son en mayor número que los míos.

Pero no importa. Yo no quiero llevar otro nombre que el de Jesucristo, de quien soy soldado, y no reconozco otro jefe. Ni siquiera una sola sílaba ha sido escrita por mí para Lutero, ni por Lutero para mí; afín de manifestar a todos de qué modo el Espíritu de Dios está de acuerdo consigo mismo, puesto que, sin habernos nunca oído, enseñamos con. tanta conformidad la doctrina de Jesueristo."t [14]

Así predicaba Zwingle con ánimo y buen écsito.* [15] La espaciosa catedral no podía contener la masa de oyentes. Todos alababan a Dios al ver que una nueva vida principiaba é. reanimar el cuerpo amortiguado de la iglesia. Varios suizos de todos 282

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto los cantones, venidos a, Zurich, ya para asistir a la, dieta, [16]<S por otros asuntos, ganados por esta nueva predicación, llevaban consigo los preciosos frutos por todos los valles de la Helvecía. [17] Se oia una aclamación general en las montañas y en los llanos. Nicolas llagues escribió de Lucerna a Zurich : "La Suiza hasta hoy día ha dado el ser a Scipiones, a Césares, y a Brutos ; más apenas ha producido uno ó dos hombres que cono riesen a Jesucristo y que alimentasen los corazónes, no con vanas discusiones, pero sí con la palabra de Dios. Actualmente Cine la divina Providencia dá a la Suiza a Zwingle por orador y a Oswald Myconius por doctor, las virtudes y las sagradas letras resucitan entre nosotros. Oh!! dichosa Helvecía ! si pudieses descansar finalmente de tantas guerras, y ya tan célebre por tus armas, quisieras hacerte más célebre todavía por la justicia yla paz !" ]<" "Decían," escribió Myconius a Zwingle, " que tu voz no podía oirse a tres pasos. Mas ahora veo que es una falsedad, pues que toda la Suiza te oye !"[18] "Te has revestido de un intrépido valor," le escribía Hedion desde Bañica ; "te seguiré cuanto pueda."[19] "Yo te he Qido," le decía desde Constancia Sebastian Hofmeister de Schaifhausen. " Ah ! plegue a Dios que Zurich sea la cabeza de nuestra dichosa confederación, una vez austraida de la enfermedad, y que la salud se comunique a todo el cuerpo !"[20]

Pero Zwingle encontraba adversarios lo mismo que admiradores. "¿Con qué propósito," decían unos, "se ocupa de los intereses de la Suiza ?" "Porqué en sus instrucciones religiosas," decían otros, "repite siempre las mismas cosas ?" En medio de estos debates, muchas veces la tristeza se apoderaba del alma de Zwingle. Le parecía que todo se confundía, y creía que la sociedad se trastornaba de arriba a bajo.[21] Estaba convencido de que es imposible que parezca algo de moderno, sin que luego encuentre oposición.lr Tan luego como una esperanza na eia en su corazón, nacía también un temor al lado de ella. No obstante levantaba luego erguida la cabeza, y decía : " La vida del hombre es una contínua guerra acá abajo ; el que desee gozar de la gloria, debe atacar de frente al Mirado, y, como David, derribar a Goliat tan fiero con su soberbia estatura. La iglesia,"decía como Lutero, "ha sido creada con la sangre, y debe ser restaurada con sangre.• [22] Cuantos más escombros hay en ella, tantos más Hércules debemos armar para limpiar estos establos de Augías. Poco temo por Lutero," añadió, "aunque sea destruido por los rayos de ese Júpiter."* [23]

Zwingle tenía necesidad de descanso, y para ello fue a tornar las aguas de Baden. El curapárroco del lugar, antiguo guarda del papa y hombre de buen carácter, pero de una crasa ignorancia, había conseguido su beneficio cargando la alabarda. Guardando fielmente sus costumbres de soldado, pasaba el día y parte de la noche en alegre tertulia; mientras que Staheli, su vicario, era infatigable para desempeñar todas las obligaciones de su ministerio.f [24] Zwingle recibió en su casa al joven presbítero, y le dijo : "Tengo necesidad de coadjutores suizos ;" desde entóncee Stáheli fue su cooperador. Zwingle, Stáheli, y Lriti, más tarde ministro en Winterthur, vivián en comunidad.

283

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto El constante esmero de Zwingle no podía quedar sin recompensa. La palabra de Jesucristo, anunciada con tanta energía, debía dar sus frutos. Muchos magistrados estaban ya ganados, los cuales hablan encontrado en la palabra de Dios su consuelo y su fuerza. Resentido el congreso de que los curas y sobre todo los frailes, [25]

pronunciasen descaradamente en los púlpitos cuanto les venia a la imaginación, el senado lanzó un decreto por el cual les ordenaba predicasen solo "lo contenido y conforme al Antiguo y Nuevo Testamento."

En 1520 fue cuando el poder civil cuadyuv6 así, por la primera vez, a la obra de la reformación: obrando como magistrados cristianos, dicen unos, pues que el principal deber del magistrado es el de mantener la palabra divina y defender los intereses más sagrados de los ciudadanos. Otros dicen : despojando a la iglesia de en libertad, y sujetándola al poder secular, es acarrear los males que necesariamente deben seguirse de la ratión de la iglesia y del estado. Nada decidirémos sobre esta intrincada controversia, que en nuestros días se sostiene con tanto ahinco en varios paises.

Bástanos menciónar que su origen fue en la época de la reformación. Otra cosa debemos narrar, y es : el mismo acto de aquellos magistrados fue un efecto producido por la predicación de la palabra de Dios. La reformación salió entonces en Suiza de los simples particulares, y entró en el dominio de la nación. Brotada en el corazón de Algunos presbíteros y de algunos letrados, se extiende, se levanta, y se planta en lugares superiores. Así como las aguas del mar, ella sube poco a poco, hasta que vuelve a ocupar un espacio inmenso. [26]

Los frailes se hallaban en gran embarazo : se les exigía predicasen solo la palabra de Dios, y los más no la habián leido nunca. La oposición provoca la oposición. Aquella obligación impuesta fue el signo de ataques aun más violentos contra la reformación.

Comenzaron a maquinar contra el curapárroco de Zurich, hasta poner su vida en peligro. Una noche en que Zwingle y sus vicarios conversaban tranquilamente en su casa, se les presentaron precipitadamente unos ciudadanos y les dijeron : ¿Tienen ustedes buenos cerrojos en las puertas ? res guárdense ustedes esta noche. "Muy a menudo recibíamos alarmas," añade Stiiheli ; "pero estábamos bien armados,•[27] y había quien hacia centinela por nosotros en la calle."

En otros puntos aun hacían uso de medidas todavía más violentas. Un anciano de Schaffhausen, llamado Galster, hombre justo y de una actividad rara en su edad avanzada, creyéndose dichoso con la luz que había hallado en el evangelio, procuraba comunicarla [28]. su esposa y a sus hijos. Su celo, tal vez indiscreto, atacaba abiertamente las reliquias, el clero y las supersticiones de que estaba infectado aquel cantor. Llegó a ser luego un objeto de odio y de escándalo aun para los de su familia.

Recelando el anciano algún funesto designio, abandonó angustiado su casa, y se fugó a uno de los bosques vecinos. Vivió allí algunos días, alimentándose de lo que podía encontrar, cuando inesperadamente, era. la última noche de 1520, unas antorchas iluminaron todos los ámbitos del bosque ; la algazara de hombres, y ladrido de perros 284

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto furiosos resonaron en aquellas lóbregas sombras. El consejo había dispuesto una cacería por los bosques a fin de descubrirlo. Los perros hallaron su presa, y el infeliz anciano fue arrastrado ante el magistrado, requerido para que abjurase su fe ; pero como persistió en ella, fue decapitado.}

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Non enim soli alunas : Tiguri plus duobus ruillibua permultorum est ratIonalium, qui lac jara apirituale sugentea .... Zw. Epp., p. 104.

[2] Quira ergo mines homines in Adamo mortui sunt dones per Spiritutu et gratiam Dei ad vitam quas Deus est excitentur. Zw. Opp. I, p. 203.—

Estas palabras y otras que hemos citado, 6 que citaremos aun, son sacadas de un manuscrito que Zwingle publicó en 1523, en el que reune en compendio doctrinal lo que ent6nces predicaba ya desde muchos años. Ric recensere ccepi, dice él mismo, qua, ex verbo Del prredicavi. Ibid., p. 228.

[3] Chriztus venus horno et venus Deus Ihid , p. 208.

[4] Deus miro tetemos, (num ait qui pro nobis moritur, passiónem ejna aitemam et perpetua salutarem 9886 oportet. Zw. Opp. 1, p. 206.

[5] Mori voluit ut nos vitte restitoeret. Ibid p. 204.

[6] N666889 fuit ut voluntas humana in Chriato se divinos subruitte. ret. Ibid.

[7] Hostia est et víctima, satásfaciens in altenium pro peccatis orn. unan fldelium.

Ibid., p. 253. Expurgata percata multitodinis, hoo est, Ildelis populi. Ibid., p. 284.

[8] Sequitur meriturn nostrorum operum, nihil eses quim vanitatem et stultitiam, ne dicam impietatem et ignorantem impudentiam. Zw. Opp. la p. 290.

[9] Quotquot ad Deum venerunt unquam, per mortero Chrisid ad Demn venirse.

[10] Certus est quod quidquid ex Deo est, honum sit. 81 ergo Evangelium ex Deo, bonum est. Ibid, p. 208.

[11] Quanti caritate nos hirco et perchtelles p. 207. ti

[12] Tum enitn tobas e. Chrlato pendet. Chrlstree est el ratio, consilium, justitia, innocentia et tota Ralas. Christus in eo viva., in ea agit. Zw. Opp. I„ p. 233. 2 Boneta vir in amura jturtitias liber et hetus vivit. Ibid., p. 234.

285

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[13] Uhi Deus, filia cura est et studinni, ad opera bona urgens et impellens. Ibid., p.

213. + Vita ergo pii hominis nihil aliud est nisi perpetua qutedam et indefensa boni operatio, guara Dens incipit, ducit et absolvit. Ibid., p 294.

[14] Qutun ergo Deus pater nos elegit ex gratiA aU traxitque et yo. caYit, cur eum sceedere non auderemus? Zw. Opp. 1, p. 287.

[15] Quam concora sit Spiritus Dei, dum nos turra prooul dissiti, nihil colludentea, tara coneorditer Christi doctrinara docenaus. Ibid., p. 276.

[16] (Insta fortis sis in Christo prfedic&ndo. Ibid., p. 160.

[17] O Helvetiam longl feliciorem, si tandem liceat te a bellis conqui~ere I Zw. Epp., p. 128.

[18] At video mondadura ease, quum audíaris per totam Heivetiam. Ibid., p. 135.

[19] Sequar te quoad potero. Ibid., p. 134.

[20] espite felicia patria noetrte a morbo erepto, emitas tandem in reliqua membra reciperetur. Ibid., p. 142.

[21] Omnia surstun deoreumque rnoventur. Ibid., p. 142. 7 Ut proferre caput queat, cujus non contrarium e regione ernergat. lb.

[22] Ecelesiam puto, ut sanguina parta est, ita sanguina instaurad. Zw. Epp., p. 143.

[23] Ea plum armabis Hercules qui Ilmum tot hactenus boom efferant. Ibid., p. 144.

[24] Etiamsi fulmine Jovis istius fulminetur.

[25] Misa. Tig. II, 679698. Wirz I, p. 79, 78.

[26] Literartun utriusque Testamenti fontibus hausissent. Zw. Opp. p. 128. Vetuit eos Senatus quiequazn przedicare quod non ex Sacrarurn

[27] wir waren ger gut geriiitet. Mino. Tig. II, p. 681. Wirz, p. 334.

[28] Wirz I, u. 510. SebaRt. Wagner, ,ron Kirchhofer, p. 19.

286

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO X.

Un nuevo lidíador—El reformador de Berna—Zwingle anima a. Haller—El Evangelio en Lucerna—Oswald perseguido—Discurso de Zwingle—Enrique Bullinger—Gérold de Inonau—Rubli en Basilea—El capellán del Hospital—Guerra en Italia—Zwingle opuesto a las capitulaciones—Misión extranjera

APENAS había principiado el año, cuyo primer día fue marcado por aquella sangrienta ejecución, cuando Zwingle vió entrar en su casa en Zurich, un joven de unos veinte y ocho años de edad, de bella estatura, y con un semblante que anunciaba el candor, la sencillez y el temor. [1]

Dijo llamarse Berthold Haller. Así que Zwingle oyó dicho nombre, abrazó al célebre predicador de Berna, con aquella afabilidad que tanta gracia daba a sus modales.

Haller, natural de Aldingen, en Würtemberg,t[2] había cursado primeramente en Rotweil bajo la dirección de Rubellus ; después en Pforzheim, donde haba tenido a.

Simler por profesor, y a Melanchton por condiscípulo. Los Berneses estaban decididos entonces a cimentar las letras humanas en su república, que tan poderosa era por sus armas.

Rubellus y Berthold, de edad de veinte y un años, fueron a. establecerse allí. Algún tiempo después, Haller fue nombrado canónigo, y enseguida predicador de 3a catedral.

El evangelio que Zwingle predicaba había llegado hasta su corazón; creyó Haller, y desde aquella hora deseó ver a aquel hombre poderoso, al que respetaba ya como a padre. Fue a. Zurich, donde le dijo Myconius que se hallarla. [3] Así fue como se encontraron Haller y Zwingle.

Haller, hombre lleno de timidez, confiaba sus temores a Zwingle; y Zwingle, hombre fuerte, le infundía valor. “Mi espíritu," decía un día Berthold a Zwingle, " está abatido; yo no puedo sobrellevar tantas injusticias. Quiero abandonar el púlpito, y retirarme a Basilea, al lado de Wittembach, a fin de no ocuparme de otra cosa más que de la Sagrada Escritura." " Ah!" respondió Zwingle, " a mí también se me parte el alma y el desaliento se apodera de mí, siempre que me veo injustamente acriminado; sin embargo Jesucristo despierta mi conciencia con. el penetrante aguijan de sus amenazas y de sus promesas. El Señor me atemoriza diciéndome: Del que se avergonzare de mí y de mis palabras, de ese se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su gloria. Lúcas 9: 26. Y me alienta añadiendo: El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré también delante de mi Padre. Mat. 10: 32. Cobrad ánimo, oh querido Berthold! nuestros nombres están escritos con caractéres indelebles en los registras de los ciudadanos del cielo. Yo estoy pronto a morir por Jesucristo.f [4] Que vuestros indómitos osos," añadió él, " oigan la doctrina de Jesucristo, y los veréis domesticados.[5] Pero es menester empeñarse en ello con dulzura, no sea que volviéndose contra vos no os despedacen." Se reanimó Haller, y dijo a Zwingle : " Mi alma despertó de su letargo. Yo debo evangelizar. Es menester 287

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto que Jesucristo vuelva a ocupar los lugares de que ha sido por tanto tiempo desterrado." [6] De este modo se encendió la vela de Berthold. en la antorcha de Ulric, y el tímido Haller se abandonó entre los osos feroces, los que rechinando los dientes, procuraban devorarle, dice Z wingle

Era sin embargo en otra parte de la Suiza donde debía comenzar la persecución. La belicosa ciudad de Lucerna se presentaba como un adversario armado de piés a cabeza, y con lanza en ristre. Era el espíritu militar el que dominaba en aquel canton; los amantes de capitulaciones y los grandes de la ciudad se mostraban descontentos siempre que oían una palabra de paz, para poner un freno a su natural guerrero. No obstante, habiendo aparecido por la ciudad algunos escritos de Lutero, varios habitantes los leyeron, pero se horrorizaron de ellos. Les parecía que solo una mano infernal podía haber escrito aquellos renglones; la imaginación se les exalta; su vista se les estravia, y se imaginan ver sus camas rodeadas de demonios, fijando sobre ellos sus miradas con una sonrisa sarcástica.• [7] Cierran precipitadamente el libro y lo arrojan lejos de sí con horror. Informado Oswald de estas visiones singulares, no osaba hablar de Lutero sino con sus íntimos amigos, y se limitaba a predicar simplemente el evangelio de Cristo. Se oia exclamar en. la ciudad : ¡ Lutero y el profesor Myconius merecen ser quemados rt "Me veo acometido por mis adversarios, como una nave por la tormenta del mar,"[8] decía Oswald a uno de sus amigos. Uno de los primeros días del año 1520, fue inesperadamente citado para comparecer ante el consejo : "Se os previene," le dijeron, "que no leais los escritos de Lutero a vuestros discípulos, ni hableis de él delante de ellos, ni tampoco penseis en él."[9] Los senadores de Lucerna pretendían, como se vé, extender mucho su uris dicción.

Poco después, apareció en el pálpito un predicador opuesto a la herejía. Todo el auditorio estaba conmovido, y todas las miradas se dirigían. hacia Oswald : pues, a en quién sino en él hubiera puesto la mira el predicador ? ~Lid permaneció inmóvil en su lugar como si aquello no le concerniera. Mas al salir del templo, acompañado de su amigo el canónigo Xyloctect, uno de los consejeros pasó cerca de ellos todavía muy agitado, y les dijo con arrogancia : " Hola! discípulos de Lutero, ¿Porqué no defendéis a vuestro maestro [10]" Ellos nada respondieron. "Yo vivo," dijo Myconius, "entre lobos salvages; pero tengo el consuelo de que a la mayor parte de ellos les faltan los dientes. Morderían si pudieran, y como no pueden, ahullazt."

Se reunió el senado, pues el tumulto °recía entre el pueblo. "Es un luterano !" dijo uno de loa del consejo ; " es un propagador de nuevas doctrinas !" dijo otro " es un seductor de la juventud !" dijo un tercero. "Que comparezca! que comparezca!" Compareció el pobre preceptor, y oyó otra vez nuevas prohibiciones y amena, zas. Su cándida alma se hallaba lastimada y abatida. lu dulce esposa no podía consolarle sino con lágrimas.

"Todos se sublevan contra mí," exclamó en su angustia. "Acometido con tanto alboroto

¿Dónde me dirigiré, y cómo podré escapar ? Sin la asistencia del Señor, tiempo hace que hubiera sucumbido a tan reiterados golpes."•[11] "¿ Qué importa," le escribió el 288

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto doctor Sebastian Hofmeister, de Constancia, "que Lucerna quiera 45 no quiera guardaron ? Toda la tierra es del Señor, y todo país es patria del hombre valiente.

Aun cuando fuésemos los hombres más depravados, eso no quitarla que fuese justa nuestra empresa, pues enseñamos la palabra de Jesucristo."

Mientras que tantos obstáculos encontraba la verdad en Lucerna, prevalecía en Zurich. Zwingle trabajaba sin descanso. Habiéndose propuesto meditar totalmente la Sagrada EScritura en las lenguas originales, emprendió con teson el estudio del hebreo, bajo la dirección de Juan Boschenstein, discípulo de Iteuchlia Si Zwingle estudíaba la Escritura, era para predicarla. siendo el viernes día de mimado en la.

villa, se mostraban codiciosos de la palabra de Dios los muchos aldeanos que asiatían allí para vender sus producciones. Con el objeto de satisfacerles, Zwingle principió en Diciembre 1520 a explicar cada viernes los salmos de David, y predicábales sobre un teesto que había preparado de antemano. LOB reformadores unieron siempre los estudios profundos con la predicación práctica; estas predicaciones eran el fin, y los estudios el medio. Ellos eran a la vez hombres de gabinéte y hombres del pueblo. Ese conjunto de ciencia y de caridad es un rasgo característico de aquella época. Habiendo manifestado Zwingle la vida del Señor, según el apóstol San Mateo, en sus predicaciones de domingo, pasó luego a explicar los hechos de los apóstoles, y demostró cómo fue propagada la doctrina de Jesucristo. Espuso después las reglas do la vida cristiana según las epístolas de San Pablo a Timoteo. Zwingle se sirvió de la epístola a los Galateos para refutar los errores de la doctrina ; y de las dos epístolas de San Pedro, para demostrar a los criticadores de San Pablo que era una misma doctrina la que profesaban y enseñaban aquellos dos apóstoles. Concluyó con la epístola a los Hebreos, con el fin de exponer en toda su extensión las prerogativas que dimanan del don inefable de Jesucristo, soberano sacrificador de los cristianos.

Zwingle no se ocupaba solamente de los hombres maduros, procuraba también comunicar a. la juventud el fuego sagrado que le animaba. Uno de los días de aquel mismo año 1521, mientras que Zwingle estaba ocupado en su gabinete estudíando los santos padres de la iglesia, anotando cuidadosamente en un voluminoso libro las sentencias más notables, vil) entrar un joven, cuya fisonomía le interesó vivamente.*

[12] Este era Enrique Bullinger, que vuelto de la Alemania, vino a verle, impaciente de conocer al doctor de su misma nación, cuyo nombre era ya célebre por toda la cristiandad. El buen joven fijaba sucesivamente sus miradas ya sobre el reformador ya sobre sus libros ; y esperimentaba un deseo de llegar a hacer lo mismo que hacia Zwingle. Este le recibió con la cordíalidad con que cautivaba los corazónes. Esta primera visita influyó mucho sobre el estudíante en todos los actos de su vida bajo el techo paterno. Otro joven cautivó también el corazón de Zwingle, y fue Gérold Meyer de Knonau. Su madre, Ana Reinhardt, que ocupó más tarde un lugar importante en la vida del reformador, había gozado de una estrenada belleza; y sus virtudes la distinguian aun. Un joven ilustre de sangre y linage, llamado Juan Mayer de Knonau, 289

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto educado en el palacio del obispo de Constancia, de quien era pariente, concibió una viva pasión por Ana ; más ésta procedía de una familia medíana. El anciano Meyer de Knonau labia rehusado su consentimiento para la unión, y una vez desposados, desheredó a su hijo. En 1513, Ana quedó viuda con un hijo y dos hijas, y solo vivió para educar a sus pobres huérfanos. El suegro era desapiadado ; sin embargo habiendo la criada de la viuda llevado un die, consigo a Gérold, niño de tres años, lleno de gracias y viveza, y habiéndose parado en la pescadería, el anciano Meyer, que estaba asomado a una ventana,t [13] le contempló y observó sus movimientos, y preguntó de quién era aquel hermoso niño, tan rosado y lleno de vida. "i Es el de vuestro hijo !" le respondieron. Esta respuesta ablandó é hizo palpitar el corazas del anciano, y olvidó todo lo pasado estrechando entre sus brazos a la mujer é hijos de su hijo. Zwingle se habla inclinado y amado como 6, su propio hijo a aquel joven, noble y valiente Gérold, que debió morir en la flor de su edad, al lado del reformador, con la espada en. las manos, y rodeado de cadáveres de sus enemigos. Creyendo que Gérold no hallarla en Zurich los recursos necesarios. para sus estudios, Zwingle le envió a, Basilea en 1521.

El joven de Knonau no encontró allí al amigo de Zwingle llamado Hédion. Precisado Capitón a acompañar al arzobispo de Maguncia 6. la coronación de Carlos•[14]

Quinto, se había hecho reemplazar por Hédion en esta, ciudad. Basilea perdió uno tras otro sus fieles predicadores; pero cuando parecía del todo abandonada la, iglesia, aparecieron en ella otros predicadores. Cuatro mil oyentes se reunían en la iglesia de Guillermo Roubli, cura de San Olban. Este atacaba la misa, el purgatorio, y la invocación de los santos; más aquel hombre revoltoso, y codicioso de atraer sobre sí la atención pública, se levantaba contra los errores primero que en favor de la verdad.

En la procesión del día de Corpus, en vez de pasear las reliquias como de costumbre, hizo llevar delante de él la Sagrada Escritura ricamente encuadernada, con esta inscripción en grandes letras : "La Biblia : esta es la verdadera reliquia ; las dernas solo son huesos de muertos." El valor ennoblece a los siervos de Dios, y la afectación las degrada. El deber de un evangelista es el de predicar la Biblia y no el de hacer ostentación de ella. Indignado el clero, acusó a, Roubli ante el consejo. Una junta tumultuaría llenó luego la plazuela de los franciscanos.

"Proteged a nuestro predicador," dijeron los ciudadanos al consejo. Cincuenta señoras de distinción intercedieron también en su favor: con todo Roubli tuvo que salir de Basilea. Cayó más tarde, como Grebel, en alga nos errores de su tiempo. A medida que la reformación tomaba fuerza, separaba por todas partes el joyo mezclado con el buen grano.

Ent6nces se hizo oir una humilde voz, de la más reducida capilla, anunciando con claridad la doctrina evangélica. Era la del joven Wolfgang Wissernburger, hijo de un consejero de estado y capellan del hospital. Todos los que tenían necesidad en Basilea de algún socorro espiritual, se dirigían al benigno capellan con preferencia al 290

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto orgulloso Roubli. Wolfgang se puso a celebrar la misa en aleman, y por esto también fueron a. citarle ante el senado; pero esta vez salieron mal con su empresa.

Wissemburger pudo continuar predicando el evangelio; "pues," dice un antiguo cronista, "él era ciudadano y su padre consejero." Estas primeras victorias de I& reformación en Basilea, presagíaron otras mayores todavía. Al mismo tiempo eran de suma importancia para el progreso de esta obra en toda la confederación. Ya no era sola la ciudad de Zurich. La sabía Bazuca comenzaba a escuchar con agrado la nueva predicación. Se ensanchaba la superficie del nuevo templo, y la reformación presentaba a la Suiza una extensión más dilatada.

Zurich era, no obstante, el foco del movimiento. Mas ciertos acontecimientos políticos 6 importantes, que entristecieron el corazón de Zwingle, vinieron, durante el curso del año 1521, a disipar en cierto modo los ánimos de la predicación evangélica. León X, que había ofrecido a la vez su alianza a CarlosQuialto y a Francisco primero, se decidió por fin por el emperador. Iba a estallar la guerra, en Italia entre los dos rivales.

"No le quedarán más que las orejas al papa,"t [15] había dicho el general francés Lautfec. Esta chanza insulsa indignó más aun al pontífice.

El rey de Francia pidió el ausilio de los cantones suizos, y lo obtuvo, siéndole aliados todos, excepto el de Zurich. El papa creyó poder seducir a Zurich. y atraerla a su favor; y el cardenal de Sion, confiado en sus intrigas, mañas y elocuencia, corrió a esta ciudad para alistar soldados en defensa de su señor. Pero experimentó una vigorosa oposición de parte de su antiguo amigo Zwingle. Este se indignaba solo al pensar que los suizos vendiesen su sangre al extranjero. Se figuraba ya ver cruzarse las bayonetas de los de Zurich bajo el estandarte del papa y del emperador, en los llanos de Italia, con las de los confederados unidos al estandarte de la Francia. Al imaginarse estas escenas fratricidas, se estremecía de horror su alma patriótica y cristiana. Su voz aturdía desde el púlpito: "i [16] Quereis vosotros destrozar y anonadar la confederación Perseguis los lobos que devoran las ovejas de nuestros ganados, y i no haceis ninguna resistencia a los que vuelven y revuelven a nuestro contorno para devorar a los hombres! Ah! alguna causa hay para que sean rojos los capelos y capas que traen; sacudid su vestuario, y caerán coronas y onzas de oro ; torcedlo, y veréis manar la sangre de vuestro hermano, de vuestro padre, de vuestro hijo y de vuestro más caro amigo."t [17] En vano hizo oir Zwingle su enérgica voz.

Salió con la suya el cardenal con capelo rojo, y dos mil setecientos hombres del canton de Zurich salieron al mando de Jorge Berguer. Zwingle quedó con el corazón lacerado.

Sin embargo no se perdió su influencia. Por mucho tiempo no se debían volver a ver desplegarse los estandartes de Zurich y salir de sus puer tas para los príncipes extranjeros.

________________________________________

FOOTNOTES

291

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[1] Animi tui candorem sitnplicem et simplicitatena candidissimam, lltsc tu& pusillá gulden epistola. Zw. Opp. I, p. 186.

[2] ipso in litería Msc. J. J. Hottinger, IITi, p. 54_

[3] SP4m. Vol. I/ 18

[4] Scripta temen habeatur in fastin supernorum civium. Zw. Epp. p. 188.

[5] Ut morí pro Chriato non usque adeo detrectem apud me. Ibid., p. 187.

Ut ursi tul ferociusculi, audita Christi doctrina, mansuescere incipiant. Ibid. Es sabido que Berna trae un oso por armas.

[6] Donec Christum, cucullatis nugis iongé a nobis exulem .. pro virili reetituerím.

[7] a Lutherum semellegerint, ut putarent etubellarn euam pie nam esse dremonibus.

Zw. Epp., p. 137.

[8] Clamatur hio per totarn eivitatem : Lutherum oomburendum et ludí rnagietrum.

Ibid., p. 153.

[9] Non aliter me impellunt quam procellin maúlle navem aliquaru. Ibid., p. 159.

Ima ne in ~tem eum admitterem.

[10] Si Christus non asset, jun .hm defeciseenz. Zw. Epp., p. 160.

[11] Ich hab by Im sin gross Buch gesehen, Locorum communium, als ich by Ihn waes, aneo 1521, dorinnen er Sententias und dogmata Patrum, flyssig Jedes an seinem ort verzeichnet. Bullinger, Ms

[12] Liiget des Kindts Grossvater zum fáruiter usa, und ereach das Kiwi in der Fischerbranten (Kufe), so frach. (friach) uud fr4lich sitzen

[13] (Archivos de Meyer de Knonau, citados en una historia, sobre Ana Reinhardt, Erlangen 1835, por M. Gérold Meyer de Knonau.) Soy deudor a la complacencia de este amigo, de varios informes sobre algunos rasgos oscuros de la vida de Zwingle.

[14] Dieweil er ein Burger miar und seta Vater des Raths. Fridolin Ryfr s Chronik.

[15] Disse che M. di Lutrech et M. de lEscu havia dítto voleva che le recchia del papa fusca la major parte retama di la so peravnal Gradenigo, arnbass. vénit. a Romo, Ma.

1523.

[16] Sagt wie es eim fromrne Eidtgnosschafft zertrennen und umb. kehren würde.

Bullinger, Ms.

292

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[17] Sie tragen billig rothe hüt und naüntel, dan sehiite man. ele, so fallen Cronen und Dnggaten heraus; winde man sic, so rünt deínoo Bruderz, Vaters; Sohns und Buten Frenada Blut heraus. Balling., Me.

293

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO XI.

Zwingle opuesto a los Mandamientos de la iglesia—Fermentación durante la Cuaresma—La verdad prevalece en los combates—Los diputados del Obispo—

Acusación ante el Clero y el Consejo—Apebeim al Granconsejo—El Coadjutor y Zwingle—Respuesta de Zwingle—Deliberación del Granconsejo—Situación—Ataque de Hoffman.

RESENTIDO Zwingle en su carácter pitriótico, se consagró con más ardor a la predicación del evangelio. Lo hacia con una energía progresiva. "Yo no desistiré," dijo,

"de trabajar para restaurar la antigua unidad de la iglesia de Jesucristo."•[1] En 1522

comenzó a demostrar la diferencia que existe entre los preceptos del evangelio con los mandamientos de la iglesia. Cuando hubo llegado la cuaresma, todavía levantó aun más la voz. Una vez que había puesto los cimientos del nuevo edificio, quiso quitar los escombros del antiguo. "Por cuatro años consecutivos,", dijo al numeroso auditorio reunido en la catedral, "habéis recibido con una sed insaciable la sana doctrina del evangelio. Inflamados con las llamas de la caridad, y satisfechos con el dulce maná celestial, os es imposible poder saborear con gusto el soso alimento de las tradiciones humanas." [2] Atacando después la abstinencia obligatoria de carnes en ciertos días, dijo con su ruda elocuencia : Hay hombres que pretenden que es pecado, y aun pecado mortal, el comer carne en viernes ! cosa que jamás ha sido prohibida por Dios ; y no consideran un crimen vender al extranjero la carne humana, y llevarla al matadero !

[3] A estas atrevidas palabras, se indignaron vivamente los amantes de las capitulaciones militares, presentes en la catedral, y juraron no olvidarlas jamás.

Zwingle celebraba aun la misa, a pesar de predicar con tanta claridad; observaba los ritos y ceremonias establecidas en la iglesia, y se abstenia también de carne en los días prohibidos. Estaba convencido de que era menester ilustrar ante todo al pueblo.

Mas algunos espíritus revoltosos no obraban con tanta cautela. Roubli, refugíado en Zurich, se abandonaba a los desbarros de un celo exagerado. El antiguo párroco de San Olban, un capitan de Berna, y un miembro del granconsejo, Conrad Huber, se reunían muy amenudo en casa de este último para comer carne los viernes y sábados, de lo cual se jactaban. La cuestión de lacticinios preocupaba todos los ánimos. Un individuo de Lucerna llegado a Zurich, dijo a uno de sus amigos de esta ciudad:

"Vosotros amigos confederados de Zurich, haceis mal en comer carne durante la cuaresma." El de Zurich: " Tarabien os tomais la libertad, caros amigos de Lucerna, de comerla en díal vedados." El lucernes: "Nosotros la hornos comprado al papa." El de Zurich: "Y nosotros al carnicero. Si toda esta cuestión pende del dinero, el uno vale tanto como el otro seguramente."f [4] Habiendo recibido el consejo una queja contra los transgresores del precepto eclesiástico, pidió el parecer de los párrocos. Zwingle respondió que no era tachable en sí mismo el hecho de comer carne todos los días; pero que debían abstenerse de ella mientras la autoridad competente no decidiese lo contrario. Todos los demás miembros eclesiásticos aprobaron este parecer. [5]

294

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Los enemigos de la verdad no dejaron escapar esta circunstancia tan apropósito. La influencia de estos ya no tenía valimiento, y la victoria iba a quedar en favor de Zwingle, si no descargaban S. tiempo un golpe decisivo. Rodearon é importunaron al obispo de Constancia, presentándole cargos sobre Zwingle. Zwingle," le decían, "es el destructor del rebaño, y no su pastor. [6] El ambicioso Faber, antiguo amigo de Zwingle, se había convertido en celosísimo por el papado, resultado de un viaje que acababa de hacer a Roma. De las inspiraciones de aquella ciudad orgullosa, debíatk dimanar los primeros disturbios de la Suiza. Era indispensable una reñida y decisiva refriega entre la verdad evangélica y los representantes del pontífice romano. De los ataques que le hacen es de donde saca nuevas fuerzas la verdad. Fné ya a la sombra de la oposición y de la persecución, donde el cristianismo naciente adquirió la fuerza con que derribó a todos sus enemigos. Dios quiso conducir Cambien su verdad por sendas escabrosas en la época de la restanración, cuya historia escribimos. Los sacerdotes se sublevaron entonces como en tiempo de los apóstoles, contra la nueva doctrina. Sin estos ataques, hubiera permanecido tal vez escondida en el corazón de algunos fieles.

Pero velaba Dios para manifestarla al mundo. La oposición le abrid nuevas puertas, la colocó en caminos más trillados, é hizo que la nación fijara la vista sobre ella. Fue como una ráfaga de viento, dispersando a lo lejos las semillas, que sin ella hubieran permanecido quizá sin producir fruto en el lugar donde estaban ocultas. El árbol que debía abrigar los pueblos helvéticos estaba bien plantado en lo hondo de sus valles, pero se necesitaban tempestades para que echara ralees y desplegara sus ramas. Los secuaces del papado al apercibir el fuego que encubrían las cenizas de Zurich, se echaron encima para apagarlo, y lo que hicieron fue dar más pábulo a sus llamas.

En la tarde del 7 de Abril de 1522, entraron tres eclesiásticos en Zurich, diputados del obispo de Constancia, a saber: El coadjutor desu Ilustrísima, Melchior Battli, el doctor Brendi, y Juan Vanner, hombre evangelista y predicador de la catedral. Los dos primerós se presentaron con un aire grave é indignado; el tercero se mostró más tratable y permaneció callado durante el debate.*[7] Ya era de noche cuando Lutí fue a casa de Zwingle y le dijo: "Han llegado unos emisarios del obispo ; se prepara un golpe terrible, y están en movimiento todos los partidarios de los ritos antiguos. Hay un notario que está convocando, para mañana temprano, a todo el clero en la sala del capítulo." [8]

Habiéndose reunido finalmente el clero convocado, se levantó el coadjutor y pronunció nn discurso, que se calificó de vehemente y lleno de orgullo por sus adversarios. Evitó no obstante el pronunciar el nombre de Zwingle. Algunos presbíteros, convertidos recientemente al evangelio, y por lo mismo poco cimentados aun, se vieron humillados; la palidez de ellos, su silencio y sus suspiros, todo manifestaba que habían perdido el valor. [9] Zwingle se levantó y pronunció un discurso con que tapó la boca a sus antagonistas. Los más violentos opositores de la nueva doctrina tanto en Zurich como 295

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto en los demás cantones, pertenecían al consejo inferior. Vencida la diputación a la faz del clero, dirigió sus quejas ante los magistrados; como Zwingle estaba ausente, no temia le replicasen en nada. Pareció decisivo el efecto. Iban a condenar al evangelio y a su defensor sin interrogarle. Jamás corrió tanto riesgo la reformación en Suiza; pues iba a ser sofocada en su cuna. Los consejeros, amigos de Zwingle, invocaron entonces la jurisdiceion del supremo consejo; esta tentativa era la última tabla de salvamento que les quedaba, y Dios se valió de ella para hacer prevalecer la causa del evangelio. Fueron convocados los Doscientos. Los partidarios del papado dieron todos los pasos posibles para impedir la comparecencia de Zwingle, y éste hizo cuanto pudo para poder comparecer. "Llamaba a todas las puertas, y removia," dice él mismo,

"todas las piedras;* [10] más en vano !" "Eso es imposible," le decían los magistrados;

" el consejo ha decidido lo contrario." "Entónces," refiere Zwingle, "yo permaneoeré tranquilo, y presentaré la causa con grandes suspiros ante Aquel que oye los gemidos de los cautivos, suplicándole defienda el mismo su evangelio."t [11] La esperanza llena de paciencia y de sumisión de los siervos de Dios, jamás se les ha frustrado.

El 9 de Abril se reunieron los Dos.cientos; y los amantes de la reformación, que eran miembros de esta junta, dijeron al instante: "Queremos que asistan nuestros pastores" El consejoinferior se resistió más el supremo resolvió que los pastores estuviesen presentes a los cargos, y respondiesen si lo juzgaban conveniente. Los diputados de Constancia. fueron introducidos, así como los tres párrocos de Zurich : Zwingle, Engelhard y el anciano Reeschli.

Colocados frente unos de otros los adversarios, y después de haberse medido con las miradas, se levantó el coadjutor. "Si su corazón y su cabeza hubiesen igualado a su voz," dice Zwingle, "hubiera superado por la dulzura a Apolo y a Orfeo; y por la fuerza a los Gracos y Demóstenes."

"La constitución civil," dijo el campeen del papismo, " y aun la misma fe cristiana están amenazadas. Han comparecido unos hombres que enseñan nuevas doctrinas, provocativas y sediciosas." Luego después de muchas palabras clavó su vista sobre el senado reunido delante de él, y dijo: "¡Permaneceréis con la iglesia! permaneceréis en la iglesia! Fuera de la iglesia nadie puede salvarse. Solo las ceremonias son capaces de inducir a los legos al conocimiento de la salud eterna ;•[12] y el único deber de los conductores espirituales consiste en explicar al pueblo la significación de éllas."

Así que el coadjutor hubo concluido su discurso, se levantó ; y se disponía, con sus satélites, a salir de la sala del consejo, cuando Zwingle le dijo con viveza : "Señor coadjutor, y vosotros que le acompañais, permaneced, os ruego, hasta que yo me haya justificado.

EL COADJUTOR. Nuestra misión no es la de discutir con nadie.

296

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto ZWINGLE. Yo no intento discutir, sino exponeros sin temor lo que hasta aquí he enseñado.

EL MAGISTRADO ROIIST, 4 los diputados de Constancia. Os ruego, señores, que os digneis escuchar lo que el curapárroco quiere responder.

EL COADJUTOR. Conozco demasiado al hombre con quien tendría que habérmelas.

Ulric Zwingle es demasiado violento para discutir con él !

ZWINGLE. Dónde se ha visto atacar con tanta violencia a un inocente, y rehusar luego el °irle ? Por la fe que nos es común, por el bautismo que recibimos unos y otros, y por el nombre de Jesucristo, el autor de la salud y de la vida, escuchadme.•[13] Si ustedes no lo pueden corno diputados, háganlo a lo menos como cristianos."

Después de haber hecho una descarga al aire, Roma abandonaba 6, paso redoblado el campo de batalla. El reformador solo deseaba hablar, y los agentes del papado solo pensaban en taparse los ()ida. [14]Una causa discutida así era ya ganada por una parte y perdida por otra. Los Doscientos no podían contener su indignación; un murmullo circuló por la asamblea ;e el magistrado instó de nuevo a los diputados.

Avergonzados éstos y no sabiendo qué responder, volvieron a ocupar sus asientos.

Zwingle dijo entonces :

El reverendo coadjutor habla de doctrinas provocativas, sediciosas y que destruyen las leyes civiles. Que sepa que Zurich es MIS tranquila y más sumisa a las leyes que cualquier otra ciudad de la Helvecía, y todos los buenos ciudadanos lo atribuyen al evangelio. ¿No es el cristianismo el más poderoso baluarte para mantener la justicia en un pueblo ?[15] ¿ De qué sirven todas las ceremonias, sino para acicalar vergonzosamente el rostro de Jesucristo y de los cristianos ?: Sí, hay otra senda fuera de todas estas vanas ceremonias para inducir al pueblo sencillo al conocimiento de la verdad, y es la. que siguieron Jesucristo y los apóstoles, a saber, el mismo evangelio.

No temamos que sea incomprensible para el pueblo ; pues todo el que cree, comprende : el pueblo puede creer, por consiguiente puede comprender. Esta es obra del Espíritu Santo, y no de la razón humana. [16] Por lo demás, el que no tiene bastante con cuarenta díal, que ayune si le parece bien todo el año; a mí nada me importa! Lo que solo pido es que no se obligue a nadie a hacerlo, y que por una insignificante observancia no acusen a los ciudadanos de Zurich de querer separarse del gremio de la iglesia.

“Yo no dije esto," est:lamí el coadjutor. "Es verdad, él no lo dijo," respondió su colega el doctor Brendi. Pero todo el senado confirmó la asercicrn de Zwingle.

Este continuó: 44 Escelentísimos ciudadanos, que esta acusación no os conmueva! El fundamento de la iglesia es aquella piedra de Jesucristo, cuyo nombre dió a Pedro, por haberle confesado fielmente. En toda nación, el que cree de corazón en el Señor Jeans, se salva. Fuera de esta iglesia, y no de la de Roma, es donde nadie puede 297

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto salvarse.*[17] Replicar y conformarnos al evangelio, he ahí para nosotros ministros de Jesucristo todo nuestro deber. Que los que viven de ceremonias, ae encarguen de espliGarlas!" Eso era poner el dedo en la llaga.

El coadjutor, abochornado, guardó silencio. Los Dos cientos se separaron; pero resolvieron en aquel mismo día que el papa y los cardenales serían invitados a explicar el punto controvertido, y que entretanto se abstendrían de carne durante la cuaresma. Esto era dejar las cosas como estaban, y responder al obispo mientras se ganaba tiempo.

Este combate había adelantado la obra de la reforma. Los campeones de Roma y los de la nueva doctrina habían salido a la palestra a vista de toda la nación; y la victoria no se la llevó el papa. Fue la primera refriega de una campaña que debía ser larga, recía, y llena alternativamente de luto y de gozo. Sin embargo una primera victoria conseguida al principio de una diferencia, llena de valor a todo un ejército y de cobardía al enemigo. La, reformación había tomado posesión de un punto que no debía abandonar en lo adelante. Aunque el consejo se creyese todavía obligado a ciertos miramientos, el pueblo proclamaba altamente la derrota de Roma. En medio de su exaltación, dedal] : "Jamás podrán volver a juntar sus tropas dispersas." [18] "Vos,"

decían a Zwingle, " habéis atacado con el espíritu de San Pablo a esos falsos apóstoles y sus Ananías, y abierto esos sepulcros blanqueados. Los satélites del Anticristo no podrán menos que rechinar los dientes contra vos!" Unas voces procedentes del centro de la Alemania le apellidaban con entusiasmo: " El héroe de la resucitada teología."

[19]

Sin embargo los enemigos del evangelio reunían al mismo tiempo sus fuerzas. No había tiempo que perder si querían acometerle, pues antes de poco debía hallarse resguardado de sus tiros. Hoffman entregó al capítulo una larga acusación contra el reformador, diciendo: " Aun cuando el curapárroco pudiese probar con testigos, cuáles pecados, cuáles desórdenes han sido cometidos por los eclesiásticos en tal convento, en tal calle y en tal taberna, con todo no debiera nombrar a nadie. ¿ Porqué da a comprender, (es verdad que nunca le he oído yo mismo,) que solo él saca. la doctrina de la fuente bíblica, y que los demás la extraen de entre los albañales y cenagales ?: ¿

No es una imposibilidad, atendida la diversidad de pareceres, que todos los predicadores prediquen de un mismo modo ?" [20]

Zwingle se justificó ante todo el capítulo, refutando las acusaciones de su contrario,

"así como un toro que con sus Instas dispersa la paja en los aires."[21] El asunto que tan grave había parecido al principio, se terminó con carcajadas a expensas del canónigo. Pero no se detuvo ahí Zwingle : el 16 de Abril publicó un escrito sobre " el libre uso de los alimentos."[22]

________________________________________

298

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto FOOTNOTES

[1] Ego veterern Christi Ecclesiss unitateru instaurare non desinarn. Zw. Opp. Hl, p.

47.

[2] fi Gustum non aliquis humanarum traditiónurn cibus vobis arri. dere potuerit. Zw.

Opp. 1, p. 2.

[3] Aber Menschenfleisch verkoufen und ze Tod schlahen. Zw. Opp. II,

[4] 2a. parte, p. »I.

[5] So haben wirs von dem Metzger erkauft • . . Bulilinger, Me.

[6] Ovilis dorainici populator esse, non cuetos aut pastor. Zw. Opp. in p. 28.

[7] Zw. Opp. III, p. 8.—J. J. Hottinger III, p. 77, Ruchat I, p. 134, edición 2a, y otros, dicen que Faber era el presidente de la diputación. Zwingle nombra los tres diputados sin hablar de Faber. Estos otros han confundido quizá dos prelados muy distintas de la gerarquía romana, la. de ooadja.tor y la de vicario general.

[8] Erat tota oratio vehemena et atomachi auperciliique plena. Zw. Opp. III, p. 8.

[9] Infirrnos quoadam nuper Christo lucrifactos sacerdotes °frenaos ek aentirern, ex tacitis palloribus ao suspiriis. bid., p. 9.

[10] Frustra diii movi omnem lapidem. Zw. Opp. III, p. 9.

[11] Ibi ego quiescere ac suspiriis rern agere ccepi apud eum qui atidit gemitum oompeditorum. Ibid.

[12] Unicas esa per qua eimpliees christiani ad aguitiónem salutis inducerentur. Zw.

Opp. III, p. 10.

[13] Ob communem fidem, ob communem baptiemurn, ob Chrietum vare ewlutitsque suctorern. Ihid., p. 11.

[14] Ccepit murmur audiri civium indignantium. Zw. Opp. p. 11.

[15] Ima Christianiamturt eá communera justitiam, servandarn eses potentissimum.

Ibid., p. 13.

[16] Ceremonias haudquicquam aliud agere, quam et Chxisto et ejus fldelibus os oblinere. Ibid.

Quidquid hic agitur divino fit aillatut non humano ratiocirtio.

[17] Extra illam neminern aalvari. Zw. Opp. III, p. 15.

299

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[18] Ut vul0 jactatum sit, nunquam ultrá copias sarturos. Zw. EPP•51). 203.

[19] Vale, renaecentis neología) de" Carta de Urbano Regina, Ibid., p. 225.

[20] Die andern aber aus R.innen und Pfiitzen. Sinunl. Stumm.Wírz, I, p. 224.

[21] Ut cornu vehemens taurus aristas. Zw. Epp. p. 201.

[22] De delectu et libero ciborum usa. Zw. Opp. I, p. 1.

300

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO XII.

Luto y Gozo en Alemania—Lazos contra Zwingle—Archetéles—E1 Obispo se dirige a la Dieta—Prohibición de atacar a los frailes—Declaración de Zwingle—Las monjas de Œtenbach —Manifiesto de Zwingle a Schwitz.

LA constante firmeza del reformador regocijaba a los amantes de la verdad, y en particular a los cristianos evangélicos de la Alemania, que por tanto tiempo se habían visto privados, por el cautiverio del Wartbourg, del poderoso ap6std[1] que fue el primero en levantar la cabeza en el serio de la iglesia. Ya encontraban un asilo en Zurich los ministros y los fieles que habían sido desterrados, en virtud del inhumano decreto que el papado obtuvo en Worms de Carlos Quinto. "Oh! cómo me regocijo,"

escribía Nesse a Zwingle, aquel profesor de Francfort que Lutero visitó al marchar hacia Worms, "al saber con qué autoridad anunciais a. Jesucristo! Afianzad con vuestras palabras a los que la crueldad de indignos obispos obliga a. abandonar nuestros templos enlutados."

Pero no era solo en Alemania donde los adversarios tramaban funestas conspiraciones contra los partidarios de la reformación. No se pasaba una hora en Zurich sin. que se ocuparan de los medios de que podían valerse para desembarazarse de Zwingle. [2]

Este recibió un día una carta anónima, que comunicó luego a sus dos vicarios. "Por todos lados os están tendiendo lazos," le decían; un veneno mortífero se prepara para quitaras la vida." Comed solamente en vuestra casa, y solo pan amasado por vuestra criada. Los muros de Zurich encierran hombres que maquinan .vuestra ruina. El oráculo que me lo ha revelado es más verídico que el de Délfos. Soy de los vuestros; vos me conoceréis más tarde."[3]

El día después de haber recibido esta misteriosa epístola, a tiempo que Staheli iba a entrar en el templo del Agua, un capellan le detuvo y le dijo; "Abandonad pronto la casa. de Zwingle ; una catástrofe se prepara." Desesperados los enemigos al ver que no podían extinguir la reformaeion con las armas del raciocinio, se armaron del puñal.

Siempre que se verifica una transformación en la sociedad, se levantan ordinariamente asesinos del interior corrompido de los pueblos sublevados. No obstante Dios guardó a Zwingle.

Mientras los homicidas vejan paralizadas sus tramas, los órganos legítimos del papado se agitaban nuevamente. El obispo y su cabildo resolvieron emprender nuevamente la guerra. De todas partes se lo anunciaron a Zwingle. Apoyado el reformador sobre la palabra de Dios, respondió con una noble elevación : "Yo los temo ... lo mismo que un peñasco escarpado teme las olas que le embisten ...

Cel)Vrw014? con la ayuda de Dios!" ariadió.[4] El 2 de Mayo, el obispo de Constancia publicó una carta pastoral en la cual, sin nombrar a. Zurich ni a Zwingle, se quejaba de que algunos hombres artificiosos renovaban unas doctrinas condenadas, é igualmente de que sabios é ignorantes discutían en todo lugar los más intrincados 301

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto misterios. El predicador de la catedral e Constancia, Juan Wanner, fue el primero a.

quien alearon. [5] "Mas bien quiero," dijo éste, "permanecer cristiano, y ser odíado de muehos, que abandonar a Jesucristo y grangearme la benevolencia del mundo.•[6]

Pero en Zurich era donde se necesitaba sofocar la naciente herejía. El obispo y Faber rabían que Zwingle tenía varios enemigos entre los canónigos, y se valieron de ese odio. A últimos de Mayo llegó a Zurich una carta del obispo, dirigida al preboste y su cabildo. "Hijos de la iglesia," decía el prelado, "que los que quieran perecer que perezcan! pero que nadie os saque de la iglesia." [7] El obispo solicitaba en la misma de los canónigos que impidiesen se predicaran y discutieran pública y privadamente, las perniciosas doctrinas que originaban las sectas. Habiéndose dado lectura a la carta en el capítulo, todas las miradas se dirigieron hacia Zwingle. Comprendiendo éste lo que querían decir aquellas miradas, dijo: "Segun lo que observo, vosotros poníais que esta carta se dirige ri mí; dignaos entregármela, y Dios medíante, yo la contestaré."

Zwingle respondió en su "Archeteles," vocablo que significa: principio y fin; "pues,"

dijo él, "so espero que esta primera respuesta será, tatubien la última." En ella hablaba muy respetuosamente del obispo, y atribuía a algunos intrigantes todos los ataques de sus enemigos.

Qué he hecho, pues decía él; "he enseñado a los hombres el conocimiento de sus deberes, y me he empeñado en conducirlos al solo y verdadero Dios y a Jesucristo su Hijo. Para esto me he valido no de exhortaciones sofisticas, pero sí de palabras sencillas y verídicas, tales cuales las pueden comprender los naturaleá de lo. Suiza."

Pasando luego de la defensa al ataque, añadía con sutileza : JulioCésar, al verse condenado a muerte,

Malo COSO Christianw4 cuan multorum quam relinquere procuró arreglarse los dobleces de la túnica a fin de caer con decencia. La caída de vuestras ceremonias está próxima; procurad a lo menos que caigan decentemente, y que la luz substituya luego a las tinieblas.

Esto fue cuanto consiguió la carta del obispo al capítulo de Zurich. Ya que todas las amonestaciones fraternales eran vanas, preciso era descargar golpes más decisivos.

Faber y Landeuberg dirigieron a otra parte sus mi: radas. Fue hacia la dieta, hacia el consejo supremo de la nación helvética, a donde se volvieron por fin. [8] Unos diputados del obispo se presentaron a ella, y espusieron que su prelado había prohibido, por una carta pastoral, a todos los eclesiásticos de su diócesis, la innovación en puntos de doctrina; que viendo no se respetaba su autoridad, invocaba el ausilio de los representantes de la confederación, para ayudarle a sujetar a la obediencia a los rebeldes, y defender la antigua y verdadera fé. [9] Los opuestos a la reforma dominaban en esta primera asamblea de la nación. Poco antes ya habla lanzado un edicto, en virtud del cual suspendía la predicación a todos los predicadores cuyos 302

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto discursos sembraban, según decían, la discordía entre el pueblo. Aquel edicto de la dieta, la cual por primera vez se ocupaba de la reformación, no tuvo efecto ninguno.

Mas ahora, queriendo complacer al obispo, la asamblea citó ante ella a Urbano Weiss, cura [10] párroco de Fislispach, cerca de Baden, a quien el rumor público acusaba de predicar la nueva doctrina y rechazar la antigua. Weiss quedó libre por algún tiempo por la intercesión de muchos, y medíante una caución de cien florines, (valor de cien reales de a ocho,) que sus feligreses presentaron.

Pero la dieta había tomado partido: lo acababa de probar: el valor reanimaba por todas partes a los curas y frailes. En Zurich, ya desde el primer edicto de la asamblea, se les había visto mostrarse más altivos. Varios miembros del consejo acostumbraban visitar mañana y tarde, los tres conventos, como también comer en ellos. Los frailes catequizaban muy bien a aquellos benévolos catecúmenos, y les suplicaban influyesen con el gobierno para que publicase un decreto a. favor de ellos. “Si Zwingle no quiere callarse," decían ellos, " levantarémos todavía más la voz!" La dieta se había iniciado con los opresores; y el consejo de Zurich no sabía qué partido tomar. Sin embargo el 7

de Junio, éste publicó una órden por la cual prohibia se predicase contra loa claustrados más apenas se habla estractado el decreto, cuando se oyó un súbito murmullo, y se miraron unos» a los otros,"[11] dice el cronista Bullinger. No se restableció la paz; el combate que tenía lugar en los púlpitos se acaloraba más y más.

El consejo nombró una diputación, que hizo comparecer en la casa del preboste a los párrocos de Zurich y a los lectores y predicadores de los conventos. Después de una acalorada discusión, el magistrado obligó a ambas partes a no predicar nada que pudiese turbar la concordía. “Yo no puedo someterme a esa órden," respondió Zwingle;

" quiero predicar libremente el evangelio y sin ninguna condición, conforme a, lo decretado anteriormente. Yo soy obispo y párroco en Zurich, y a mí se me ha. Confiado la salud de las almas. Presté juramento, y no los frailes; y por consiguiente son ellos los que deben ceder, y no yo. Si ellos predican a bulas, yo les replicaré hasta en los mismos púlpitos de sus conventos. Si yo mismo predico una doctrina contraría al sacrosanto evangelio, entonces me someto a ser reprehendido no solo por el capítulo sino aun por cualquiera de los ciudadanos, sujetándome a recibir el condigno castigo del consejo."

" Nosotros," dijeron los frailes, "pedimos que nos sea permitido predicar la doctrina de santo Tomás." Habiendo deliberado la comisión del consejo, ordenó: " dejasen a un lado a Tomas, Scot y a los demás doctores, y que se predicase únicamente el evangelio." Así triunfó aun la verdad. Pero se au!nent& la indignación de los satélites del papado. Los canónigos ultramontanos no podían disimular su ira. Miraban a Zwingle con impudencia en el capítulo, y parecían reclamar su cabeza con sus miradas.

[12]

Estas amenazas no contuvieron a Zwingle. Había un lugar en Zurich donde, merced a los dominicos, la luz no había penetrado todavía; éste era el convento de monjas de 303

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto (Etenbach. Las doncellas de las familias más distinguidas de Zurich recibían la toca en aquel monasterio. Parecía injusto que las vírgenes encerradas en aquel claustro fuesen las únicas que no oyesen la palabra de Dios. El supremo consejo ordenó a Zwingle fuese allá a predicarles. El reformador subió en aquel púlpito, hasta entóncea confiado a los dominicos, y predicó sobre "la claridad y certeza de la palabra de Dios.: Publicó más tarde aquel discurso notable, que no fue infructuoso y que indignó más aun a los frailes.

Una. Catástrofe terrible extendió todavía más el odio, y lo comunicó a otros muchos corazónes. Teniendo los suizos al frente de sus tropas a Stein y Win.kelried, acababan de esperirnentar una sangrienta derrota en la Bicoque. Se hablan arrojado impetuosamente sobre el enemigo; pero estos fueron de tal modo cargados por la artillería de Piscaire y por los soldados de a pié de aquel Freundsberg, a. quien Lutero había encontrado a la puerta de la sala de Worms, que derribaron jefes y estandartes,

[13] y se vieron desaparecer y caer los soldados por compañías. Winkelried y Stein, los Mulinen, los Diesbach, los Bonstetten, los Tschoudi, los Pfyffer, quedaron sobre, el campo de batalla. Schwitz sufrió aun más que los demás cantones. Los sangrientos restos de aquel terrible combate habían entrado en Suiza, esparciendo el luto a cada pasó. Un grito de dolor resonó desde los Alpes al Jurá, y desde el Ródano hasta el

&hin.

Nadie sintió más la pérdida que Zwingle. Escribió luego un manifiesto a Schwitz para retirar a los dudadanos de este canton del servicio extranjero. "Vuestros antepasados," les dijo con todo el calor de un corazón suizo, "combatieron contra sus enemigos para defender su libertad; pero jamás vendieron cristianos para que se los matasen. Esas guerras estrangeras acarrean grandes calamidades a nuestra patria.

Las plagas de Dios castigan a nuestros pueblos confederados, y la libertad helvética está próxima a perderse entre las caricias interesadas y el odio mortal de los príncipes extranjeros." [14] Zwingle apoyaba a Nicolas de Flue, y renovaba las instancias de este hombre de paz. Habiéndose presentado esta exhortación ante la asamblea del canton Schwitz, produjo tal efecto en ella, que se convino en que se abstendrían interinamente de toda contribución por veinte reinco años consecutivos. Mas el partido francés hizo revocar pronto esta generosa resolución, y Schwitz fue en adelante el canton más opuesto i. Zwingle y a, su obra. Las mismas desgracias que los amantes de capitulaciones estrangeras acarreaban a su patria, no hacían sino aumentar el odio de estos hombres contra el animoso ministro que se esforzaba en alejar de su país tantos infortunios y vergüenza. Se formó de más a más en la confederación un partido violento contra Zurich y contra Zwingle. [15] Las costumbres de la iglesia y las prácticas de los reclutado res atacadas a la par, se apoyaban mutuamente para resistir al soplo impetuoso de la reforma que amenazaba derribarlas. Al mismo tiempo se multiplicaban los enemigos en el estertor. No fue solo el papa, sino también los otros príncipes extranjeros, los que juraron un odio eterno 304

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto a la reformación. Í No pretendía ésta despojarles de aquellas alabardas helvéticas, a las cuales su ambición y orgullo debían tantas victorias ? Sin embargo por parte del evangelio quedó Dios y lo más florido del pueblo, y esto era bastante. Por otra parte, la divina Providencia traia en auxilio suyo a muchos hombres, de varias naciones, perseguidos por su fé.

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Et ut lis, qui ob malorum episcoporum atevítiarn a lobs submoventur prodesse velis. Zw. Epp. , p. 208.

[2] Nulla przeteribat hora, in qu& non fierent consultatiónes in sidiosissimas. Osw.

Mye. Vit. Zw.

[3] "Erogo frizAtuum Aupó. Zw. Epp. p. 109.

[4] Zós elµt; agrumes me postel Zw. Epp. p. 199.

[5] Que* its metuo, ut littua altum tiuctuum untlas rninacium. Ibid., p. 203.

[6] Christum propter mnndanorum amieitiam. Zw. Epp, p. 200, del 22 de gayo.

[7] Nemo vos, filies Eeelesire, de Eeelesii tollat. Zw. Opp. p. 35.

[8] In tunbrarani locurn lux quilm ocisaima indttoatur. Zw. Opp., p. 69.

[9] Narn er eln anderen Weg an die Hand; echike sama Boten... . Bullinger, Me.

[10] Und den wahren alten glauben erhalten. Ibid

[11] Liesa die Itathatuben curen groasen gnalI, Bullinger, Mac.

[12] Sondern von einem jeden Bürger wyseen. Bull., 1118C. 2 Oculoe in me procaciaa torquent, ut cujas orcput peti puderent. Zw. Opp. III, p. 29.

[13] De elaritate et certitudine verbi Dei Zw. OPP1 I, P. 66.

[14] Ein g8ttlich Vermanung an die eersamen etc. Eidgnosaen zu Schwyz. Zw. Opp.

II 2a, p., p. 208.

[15] Ref. Bpan. vol.IL 19

305

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO XIII.

Un Fraile Francés—Este Enseña en Suiza—Debate entre el Fraile y Zwingle—

Discurso del Director de las Monjas de San Juan—El Carnaval en Berna—Los comedores de difuntos—El Cráneo de Santa Ana—Appenzell—Los Grisones—

Homicidios y adulterios—Casamiento de Zwingle.

EL sábado 12 de Julio, se vió entrar por las calles de Zurich a un fraile, alto, flaco, tieso, y de piés a cabeza. vestido con un hábito cenizo de los franciscanos, montado sobre un asno, con fisonomía estrangera, y cuyos piés descalzos tocaban casi al suelo.

Así vino de Aviñon, sin saber una palabra alemana. Con todo valiéndose del latín conseguía hacerse comprender. [1] Se llamaba Francisco Lamberto ; preguntó por Zwingle y le entregó una carta de Berthold Hallen "Este padre franciscano," decía en ella al cura Bernes, "no,es nada menos que el predicador apostólico del convento general de Aviñon ; enseña, hace cinco años, la doctrina cristiana ; ha predicado en latín al clero en Ginebra, en Lausana ante el obispo, en Fribourg, y finalmente en Berna, tratando de la iglesia, del sacerdocio, del sacrificio de la misa, de las tradiciones de los obispos romanos, y de las supersticiones de las órdenes religiosas.

Me parece singular oir tales cosas en un fraile franciscano y francés; calidades que suponen una y otra, vos lo sabéis, un caos de supersticiones."[2] El mismo francés refirió a Zwingle que habiendo sido hallados en su celda los escritos de Lutero, se vió precisado a salir apresuradamente de Aviñon ; que habla anunciado el evangelio en la ciudad de Ginebra, y luego, cerca del mismo lago, en Lausana. Zwingle, lleno de gozo, abrió la iglesia de Santa María al fraile, y le hizo sentar en el coro ante el altar mayor. Lamberto pronunció allí cuatro discursos, en los cuales atacó con fuerza los errores de Roma; más en su cuarto sermón sostuvo la invocación de los santos y de María.

Hermano ! estás equivocado,•[3] le gritó al punto Zwingle, con su enérgica voz.

Canónigos y capellanes se regocijaron todos al ver originarse una controversia entre el reverendo padre francés y el herético cura. "El os ha atacado," dijeron todos a Lamberto ; "Pedidle una conferencia pública !" Así lo hizo el hombre de Aviñon, y el 12 de Julio a las diez de la mañana se reunieron los dos campeones en la sala de conferencias del cabildo. Zwingle abrió el Antiguo y NuevoTestamento, en griego y en latín ; y habiendo éste discutido, probado y enseñado hasta las dos, se levantó el fraile francés, juntando las manos y elevándolas hacia al cielo diciendo : [4] "Te doy gracias oh Dios, de que por un órgano tan ilustres me hayas dado un conocimiento tan claro de la verdad ! En lo sucesivo," añadió volviéndose hacia la asamblea, "en todas mis adversidades invocaré a. Dios solo, y dejaré ahí el rosario. Mañana volveré a emprender mi viaje hacia Basilea para visitar a Erasme de Rotterdam, y de allá a Wittemberg a ver al fraile agustino Martin Lutero." En efecto salió montado en su asno. Le volverémos a encontrar más tarde. Era el primer hombre salido de la Francia 306

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto por la causa del evangelio, y presentádose en Suiza y en Alemania, modesto precursor de millares de espatriados y confesores.

Myconius no gozaba de tales consuelos ; al contrario, tuvo el sentimiento de ver repudíado de Lucerna a. Se bastían Hofmeisterl por haber venido de Constancia a predicar animosamente el evangelio en aquella ciudad. Entónces se aumentó la tristeza de Oswald. El húmedo clima de Lucerna le era contrario ; la fiebre le consumia hasta tal punto, que los facultativos le declararon que peligraba su vida, si no mudaba de clima. " En ninguna parte deseo estar mejor que a tu lado," escribió él mismo a Zwingle, "y ningún lugar me es más pesado que Lucerna. Los hombres me abruman, y el clima me abate. Dicen que mi enfermedad es la condigna pena de mi iniquidad. Ah ! por más que diga y haga, todo es veneno para ellos. [5]•ay uno en el cielo en quien se funda mi esperanza."•[6]

No fue vana esta esperanza. Estaba próximo el día de la Encarnación del Señor, pues fue a medíados de Marzo cuando Oswald escribió aquellos renglones. En. la antevíspera se celebraba un solemne aniversario, en memoria de un incendio que en 1340 redujo a cenizas la mayor parte de la. ciudad. Se reunió en. Lucerna un gentío inmenso de los pueblos circunvecinos, y muchos centenares de sacerdotes se congregaron también en ella. Un célebre orador predicaba ordinariamente en aquella solemnidad. El director del convento de las Juanitas, Conrad Schmid de Küsnacht, llegó para desempeñar aquella funoion. La iglesia estaba llena de circunstantes.

Grande fue la admiración general al oir al director, dejando a, un lado las ostentosas ceremonias de costumbre, hablar en castizo aleman, para que todos pudiesen cámprenderle, y exponer con autoridad, y con un santo fervor, el amor de Dios en la entrega de su Hijo ; probar con elocuencia que las obras estertores son ineficaces para salvar, y que las promesas de Dios son la esencia verdadera del evangelio !

" A Dios no plegue," exclamó el director ante el auditorio admirado, "que recibamos un jefe tan cargado de pecados como lo está el obispo de Roma, y que desechemos a Jesucristo !*[7] Si el obispo de Roma administra el pan del evangelio, recibámosle como pastor, más no como jefe ; y si no nos lo administra, no le recibamos de ningún modo." Oswald no podía contener su gozo ; "; Qué hombre !" exclamó ; "¡ qué discurso !

¡ qué majestad ! ¡ qué autoridad ! " qué abundancia del Espíritu de Jesucristo !" La impresien fue general. A la agitación que inundaba la ciudad se siguió un profundo silencio ; zero todo esto fue solo transitorio. Si los pueblos cierran los oidora los llamamientos de Dios, estos llamamientos disminuyen de día en día, y luego cesan.

Así sucedió en Lucerna.

Mientras que se predicaba la verdad en los púlpitos de Lucerna, el papismo era atacado en Berna en las reuniones del pueblo. Un seglar distinguido, y célebre por sus talentos poéticos, a quien se le confió el desempeño de uno de los puestos más elevados del estado, llamado Nicolas Manuel, indignado al ver saqueados tan sin 307

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto misericordía a sus compatriotas por Samson, compuso un drama de carnaval, en que atacó con el arma mordaz de la sátira, la avaricia, el orgullo y el fausto del papa y de su clero. El. mártes de carnestolendas "de los señores," (los señores eran entonces el clero, y el clero comenzaba la cuaresma ocho díal antes que los fieles,) solo se trataba en Berna de un drama misterioso, intitulado : "los comedores de difuntos, que los muchachos iban a representar en la calle de la cruz, y el pueblo corria en tropel para presenciar aquel espectáculo. Aquellos bosquejos dramáticos del principio del siglo décimosesto, ofrecen algún interes, considerados con respecto al arte ; pero nosotros los re poibinas bajo otro punto de vista : preferiríamos no ver nos precisados a citar, por parte de la reforma, semejantes ataques. Con otras armas es con las que debe triunfar la verdad. Pero la historia no crea ; sino dá lo que encuentra.

Comenzó por fin el espectáculo, con satisfacción del público impaciente y reunido en la calle de la cruz. Allí se veía el papa, vestido de pontifical, sentado sobre un trono.

A su derredor estaban sus cortesanos, sus guardías de corps, y una confusa turba de clérigos seglares y regulares; tras de estos estaban colocados los nobles, particulares y mendigos. Luego apareció un acompañamiento fúnebre ; era un rico hacendado que llevaban a su última morada. Dos de sus parientes más próximos marchaban a paso lento delante del féretro, con un pañuelo en las manos. Habiendo llegado el entierro frente al papa, pusieron el ataud a sus piés, y entonces comenzó el acto PaiscEs. PARIENTE, con tono lastimoso.

El coro celeste, divino

Hoy tenga piedad de nosotros;

Que en edad varonil nuestro primo

Ha muerto I... ; de su alma el destino Solo pende no más de nosotros.[7]

Sz aun DO PARIENTE.

Si cien onzas son precisas Para curas, sacristanes, Para monjas y haraganea, Con gusto las pagarémoa; Lo que solo pretendemos Es no toque el purgatorio Cuyo penar es notorio

Y al pensarlo fallecemos.* [8]

EL SACRISTÁN, desprendiéndose de la multitud que rodea al papa, y corriendo precipitadamente hacia el cura ROILERTO AUNMAS.

Bebamos señor Cura, sin demora,

Que un hacendado base muerto ahora!

EL CULL.

308

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

¡Uno! ... es muy poco ! rad sed no se apaga; ¿ Un solo muerto, cuando diez deseo?

La vida me gusta cuando muertos veo [9]

Que este es el juego que 6 ml más me agrada;

EL BeCILISTAX.

Es el trabajo que yo más prefiero,

Tocar a muerto con una campana;

Que siempre el que muere paga con gana Y nunca is queja del precio primero.

EL CUR4.

Si se abre del cielo la puerta divina Al solo sonido de aqueas campana,

¡ Oh ! nada me importa; si con ello gana Salmones y truchas mi pobre cocina.

LA SOBEINA DEL Cvaa. [10]

Muy bueno está todo; por eso yo os pido, En honra del alma que al cielo ha volado, Un traje lujoso, amarillo pintado

O verde a lo menos, para un buen vestido.

EL CARDENAL DE ALTOORGULLO, con capelo rojo, cerca del papa.

Si la herencia de la grey no querémos, En feroz combate Cuando fuerte bate,

¿ La. espondrémos para que sucumba, Llevándola con intriga hasta la tumba?* [11]

Porque Roma con sangre de cristianos Siempre enriquece, mi capelo es rojo; Si álguien muere, de todo lo despojo.. Tesoro y honra vienen a mis manos.

EL OBISPO BAULILIGADE•LOBO.

A mí me basta para mientras viva

Que el papa sus derechos me conceda, Vistiendo a mi gusto trajes de seda; Y en la batalla con la frente altiva, Cual a la caza por mi placer asisto. SI en los tiempos en que vivia Cristo Por mi desgracia hubiera yo vivido, De tosco sayo hubiérame vertido.* [12]

Y en vez de ser cual soy un soberano, Me encontrara al nivel del artesano. Que si pastores somos por las leyes, Mandamos sin embargo corno reyes; Por eso quiero conceder favores

Y revuelto vivir con los pastores..

309

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Una Voz. ¿Cuándo pues ?

EL OBISPO.

Luego que el esquilmo sea.

Puesto que somós para tantos bobos Las abejas, los pastorea y lobos. Que nosotros podemos solamente Saciar en ellas apetito ardiente. Prohibe el papa que se case el clero;

Bien hecho a M; porque a ese precepto No habrá ni un fraile que con juicio recto, No se someta. Por mí! yo lo prefiero.

El escándalo pues es mi contento,

Y aparato de un príncipe presento. Que un sacerdote con dinero tiene Cuantas rnugeres basten a sus fines, Así la vida a su placer mantiene. Si hijos tiene, se hincha mi bolsillo.

Gloria al papa! de hinojos lo venero; Viviré en SU creencia eternamente, Defenderé su iglesia alegremente, Bastándome ese dios mientras que muero.

EL Para.

Piensa el pueblo que un cura aunque mundano

Del cielo tiene llaves en su mano. Si a loe legos * [13] verás tener sujetos Del cónclave cumplid con sus decretos; Porque son en verdad tan sabías leyes Que haciendo esclavos nos convierte en reyes :

Si el evangelio su penden tremola Perdidos somos; y acaso ni una sola. Palabra, ni una cláusula contiene,

Que al pueblo obligue a damos lo que tiene. Para acatarlo obligeción sería.

Vivir en la indigencia y no en la orgía. Y entonces, en lugar de esos caballos, Do brilla mi riqueza cual los rayos

De ardiente sol, fortuna no tendría; Ni a mi noble familia se verla Pasear en carro de suntuosa facha •

Antes más bien mi MAJESTAD sin tacha Sobre un asno tal vez el vulgo necio La mirara con risa y con desprecio.

De mis padres guardar sabré su herencia, Oponiendo al tenaz mi omnipotencia.

De nos depende que este mundo entero De hinojos nos adore placentero; 310

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Pues somos para él, a no dudarlo, Ese Dios que no más podrá salvarlo.

Del mundo al trono a pisotearlo llega; A los míos dará tributos y oro; Que el lego vil aumente su tesoro Con agua sacra que el hisopo riega.

isro proseguirlimos esta traducción, tan literal como hemos podido, del drama de Manuel. La angustia del

clero, cuando se le anuncia los esfuerzos de los reforma dores, su indignación contra aquellos que amenazan tur bar BUS desarreglos, todo esto está pintado con los más vi vos colores. La vida disoluta, cuya viva imágen presen taba aquel misterio, era demasiado común para que na

die dejase de aprobar la fidelidad del retrato. El pueblo estaba agitado, y se oían varias chanzas al salir del espectáculo de la calle de la cruz.

Otros hablaban con más seriedad sobre la libertad cristiana, y sobre el despotismo del papa, oponiendo la sencillez evangélica al fausto romano. Luego se mostró poilas talles el menosprecio del pueblo. El miércoles de ceniza pasearon las bulas de indulgencias por toda la ciudad, festejando esta procesión con cantos satíricos. Se había descargado un recio golpe, en Berna y en toda la Suiza, sobre el antiguo edificio del papado:

Algún tiempo después de esta representación, hubo en Berna otra comedía : más en esta, nada hubo de inventado. El clero, el consejo, los ciudadanos estaban todos reunidos ante la puerta principal de la ciudad, para recibir el cráneo de Santa Ana, que el insigne caballero Alberto de Stein había ido a biiscar a León. Paréció finalmente Stein, teniendo envuelta en un paño de seda la santa reliquia, ante la cual dobló la rodilla el obispo de Lausana al pasar por delante. El precioso cráneo fue llevado en procesión a la iglesia de los dominicos. Entraron en la iglesia con repique de campanas, y el cráneo de la madre de María fue colocado solemnemente dentro dé una preciosa urna en el altar que le habían erigido. Mas durante esta pública solemnidad, llegó una carta del prior del convento de León, donde descansaban las cenizas de la santa, anunciando que los frailes habían vendido al caballero un hueso profano sacado del cimenterio, entre los restos de los muertos. Esta burla hecha a la ciudad de Berna indignó en gran manera a los ciudadanos.

La reformación progresaba en otros puntos de la, Suiza. En 1521, un joven de Appenzell, llamado Walter Klarer, habiendo concluido sus estudios en la. universidad de Paris, regresó a su canton. Ganado por los escritos de Lutero en 1522, predicó con 311

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto él fervo; de un joven neófito la doctrina evangélica. Un posadero, miembro del supremo consejo de Appenzell, por nombre Rausberg, hom bre rico y piadoso, abrió su casa a todos los amantes de la verdad. Un distinguido capitan, Bartolomé Berweger, que había peleado en favor de Julio II y por León X, habiendo regresado de Roma, persiguió luego a los ministros de la ortodoxía.

Sinemblirgo, acordándose nn día de haber visto muoho mal en Roma, se puso a leer la Biblia y a frecuentar los sermónes de los nuevos predicadores : se le abrieron los ojos, y abrazó el evangelio. Viendo que la masa del pueblo no podía hallar asiento en las templos, dijo : "Que prediquen en los prados y en las pluma públicas :" y apenar de una viva oposición, las colinas, los prados y los montes de Appenzell, repitieron en adelante muchas veces los ecos de la sana doctrina.

Esta doctrina progresando por el Rhin arriba, llegaba hasta la antigua Rhetie. Un día, viniendo un extranjero de Zurich, pasó el rio y se presentó en casa del maestro guarniciónero de Flasch, primer pueblo de los {,frisones. BI guarniciónero, Chrétien Anhorn, escuchó con admiradon los discursos de su huésped. "Predicad," dijo todo el pueblo al extranjero, que se llamaba Santiago Burkli. Este se colocó ante el altar ; una compañía de hombres armados y capitaneados por Anhorn, le rodeaban para defenderle de un ataque imprevisto ; y así fue como les anunció el evangelio. El rumor de esta predicación circuló hasta muy lejos, y en el próximo domingo acudió un inmenso concurso de oyentes. Poco después un crecido número de habitantes de aquella comarca pidieron les administrase la santa cena según fue instituida por Jesucristo. Mas nn día el toque de rebato sorprendió a Mayenfeld espantados loe vecinos acudieron al templo, donde el clero les pintó el peligro que cenia la iglesia ; luego se colocaron a la cabeza de aquella fanática población, y corrieron há2ia. Flasch.

Anhorn, que se hallaba, en el campo, admirado de oir las campanas a una hora tan irregular, volvió apresuradamente a. su casa, y escondió a Burkli en un pozo hondo que tenía abierto en su bodega. La casa la rodeó gente armada ; derribaron las puertas, hicieron la pesquisa del hereje predicador, más en vano ; y cansados finalmente los perseguidores abandonaron el lugar.* [14]

La palabra de Dios se esparció por toda la línea de las diez jurisdicciones. El curapárroco de Mayenfeld,

hbhiendo regresado de Roma, a donde se había fugado, furioso por los progrelos del evangelio, exclamó "Roma me ha vuelto evangélico !" y llegó a ser un ferviente reformador. No tardó en extenderse la reforma por toda la. liga de la casó. de Dios : "

Oh ! si vieses cómo los habitantes de las montañas de la Rhetie sacuden el yugo del cautiverio Babilónico !" escribía Salandronins a Vadían.

Revoltosos desórdenes apresuraban el día en que Zul rich y los paises circunvecinos sacudirían enteramente aquel yugo. Un maestro de escuela que había contraído matrimonio, deseando hacerse sacerdote y habiendo conseguido para este fin el pleno 312

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto consentimiento de su es.posa, se separó de ella. El recien ordenado in sacas, creyendo ser imposible guardar el voto de castidad, salió, por miramiento de su mujer, del lugar en que residía, y fue a establecerse en el obispado de Constancia donde contrajo vínculos reprehensibles. Sabiendo su esposa lo que pasaba, fue al encuentro de su marido. El pobre presbítero tuvo compasión de ella, alejó a la que había usurpado sus derechos, y volvió a juntarse con su legítima esposa. Luego el procurador fiscal dirigió su queja ; se agitó el vicario general, los consejeros deliberaron, é intimaron al presbítero que repudíase a su mujer ó que renunciase a su beneficio. La pobre mujer abandonó, derramando lágrimas, la casa de su marido, y luego entró triunfante en ella, su competidora. La iglesia romana se mostró satisfecha, y en adelante dejó en paz al adúltero presbítero. [15]

Poco después, un cura de Lucerna cometió un rapto de una mujer casada y vivió con ella. El marido fue a Lucerna, y aprovechándose de la ausencia del cura volvió a tomar a su mujer. A tiempo qt se la llevaba los encontró el cura seductor, y arrojándose súbitamente sobre el marido injuriado, lo hirió de tal modo que le causó la nuithrte.`

Todos los hombres de piedad sentían la necesidad de restablecer la ley de Dios que dice : "Sea honesto en todos el matrimonio." Hebreos 13:4. Los ministros evangélicos reconocieron que la ley del celibato era de un origen enteramente humano, impuesta poi los pontífices de Roma, y contraría a la palabra de Dios .. . la cual describiendo el carácter del verdadero obispo, lo representa como esposo y como padre, 1Timoteo 3:2,4.

Veían al mismo tiempo que de todos los abusos que se habían introducido en la iglesia, ninguno había originado más vicios y causado más escándalos. [16] Creían pues que no sobo era cosa legítima, sino un deber ante Dios, el someterse a él. Muchos de ellos entraron entonces en la antigua senda de los tiempos apostólicos. Xyloctect era casado.

Zwingle casó también en aquel entonces. Ninguna mujer era más considerada en Zurich que Ana Reinhard, viuda de Meyer de Knonau, madre de Gérold.. Ella se contó, desde la llegada de Zwingle, entre sus oyentes más asidubs. Vivia en.su vecindad, y el reformador había notado su piedad, su modestia y su ternura para con sus hijos.

El Viven Gérold, que ya era como un hijo adoptivo, lo oproximó aun más a su madre.

Las pruebas por las cuales había ya pasado esta mujer cristiana, que debió ser un día la más cruelmente afligida de todas, cuyo recuerdo nos haya conservado la historia, le habían dado una madurez que. hacia resaltar más aun sus virtudes evangélicas.[17]. Tenia entonces unos treinta y cinco años, y su dote personalno pasaba de cuatrocientos florines. En ella fue en quien Zwingle fijó la vista para hacer su compañera durante la vida. El comprendía todo lo que hay de sagrado é íntimo en la unión conyugal. La llamaba

una unión santísima: Acostumbraba decir : "Así como Cristo murió por los suyos y se entregó enteramente a ellos, del mismo modo los esposos deben entregar* [18] y sacrificarse el uno por el otro." Mas al tomar Zwingle por esposa a. Ana Reinhard, la tomó clandestinamente. Fue sin duda una debilidad de este hombre tan cumplido en 313

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto otros puntos. Las luces que él y sus amigos habían adqUIrido sobre el celibato, no eran generales. Los débiles se hubieran quizá escandalizado, si Zwingle hubiese dado a conocer su casamiento. Temió menguarla su influjo en la iglesia, si se hiciese público su contrato rnatrimonial4 Sacrificó parte de su felicidad a esos temores, respetables tal vez, los cuales hubiera debido vencer. [19]

1 Los biógrafos é historiadores más respetables, y cuantos los han copiado, afirman que el casamiento de Zwingle se verificó en 1524, es decir dos años después de lo que parece probable. Sin exponer aquí todas las razónes que me han convencido de que esta es una eguivocación, indicaré solamente loe datos de más autenticidad. Una carta del amigo intimo de Zwingle, Myconius, del 22 de Julio de 1522, dice : "Vale cum uxore quá.tn felicissima." Otra carta del mismo al mismo, escrita a últimos de 1522, dice también : "Vale sum more." Solo el contenido de estas dos cartas prueba la eceactitud de la época. Otra carta escrita en Strasbourg por Bucer del 14 de Abril, (el año está borrado, pero es evidente de 1524) época en que se dió publicidad al casamiento de Zwinglef es aun más convincente todavía : ella encierra algunos párrafos que indican estar casado Zwingle hacia mucho tiempo; he aqui algunos, a más del que hemos insertado en la cita anterior "Professum pdam te maritum Logi.

Unum hoc desiderabam in te. Ql133 multó faciiiiis quiim connubii tui confessiónem Antichrietus posset ferro. "Aycyzov, ab eo, quod cum fratribue episcopo Constantiensi congressue ex,.nullus credidi. Quá ratióne id tam dite ________________________________________

FOOTNOTES

[1] Kam ein langer, gerader barfüsser MEIncb.. . ritte auf einer Ebelin. Füsslin, Beytráge IV, p. 39.

[2] A tau Franciscano, Gallo, quve omnia mare superstitiónum confinen§ faciunt, inaudita. Zw. Epp., p. 207.

[3] Bruder de irre.st du. Fibisbn, Beytr. 1V, p. 40.

[4] Daos er beydo Hánde zu.sanunen hob.

[5] Quidquid fado venenum est illis. Sed est in qnera °mis apea mea reclinat. Zw. Epp., p. 192.

[6] Wolt ex keine pracht tryben mit latein schwilitzen, sondem gut tentseti recaen.

Bula., Ms.

314

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[7] Absit a grege Christiano, ut caput tan]. lutulentum et peecatil plenum aceepta,ns, Christum abjiciat. Zw. Rpp. p. 19.5.

[7] Kein kosten soll una danern aran,Wo wir MISnch und Priester mugen han.

[8] Tnd sollt es kostern hundert bonen. . Berra. Marusol., IV. Wirz, Kirchengesch., I, p. 383.

[9] le mehr, je beaser, lamen doch noch zehn I Bern. Mausol., IV. Wirz, Kirehengesch., I, p. 383.

[10] El aleman usa de otra expresión más talara, pero menos honesta : Pfaffe.traetze.

[11] Wenn mix nicht mit Todten wohl, So lág nicht mancher Acker volt, etc. Bem.

Mausol., XV. Wirz, Kirehengeseb., I, p. 383.

[12] Wenn es stand, wie im Anfang der Ich trüge vielleicht grobee Tuch una Zwilchen.

Bern Mausol., IV. Wirz, Sirchengeech., I, p. 383.

[13] Wir m8chten fast kaum sin Eselein han. Bern. Mausol., rv. Wirz, Kirchengeach., I, p. 383.

[14] Anhorn, Wiedergeburt der Ev. Kirehen in den 3 Bündten. Chnr, 1680. Wirz, 1, p.

551.

[15] Sigma. Samml., VI. Wirz, K G., p. 275.

[16] Bine cura acorto rodeuntern in itinere deprehendit, agreditur, lethiferoque vulnere ~lit et tandern moritur. Zw. Epp., p. 206.

[17] Anna Reinhard, von Gérold Mayer von Knonau. p. 25.

[18] Ein hochheiliges Biindniss. Von Gerold Meyer von Knonau, p. 25.

[19] Qui veritus sis, te marito non tam felicitar usurum. Christum in negotio verbi sui. Zw. Fpp., p. 335.

315

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO XIV.

Cómo triunfa la verdad—Reunión en Einaledlen—Suplica al Obispo, a los Confederados—Los hombres de Einsiedlen se separan—Escena en un Convento—

Comida en casa de Myconius—La fuerza de los reformadores—Resultado de las súplicas en Lucerna—El consejo de la Dieta—Haller en la Casa Consistorial—

Friburgo—Destitución de Oswald—Zwingle le consuela—Oswald sale de Lucerna—

Primer acto de severidad de la Dieta —Consternación de los hermanos de Zwingle—

Resolución de Zwingle—El porvenir—Plegaría de Zwingle.

NO OBSTANTE, intereses mucho más elevados preocupaban entonces la mente de los amantes de la verdad. La dieta, como hemos visto, instigada por los enemigos de la reforma, habla obligado a los predicadores evangélicos a, no predicar más doctrinas que pudiesen alarmar al pueblo. Zwingle comprendió que había ya llegado el momento de obrar ; y con la energía que le caracterizaba, convocó a, los ministros del Señor y predicadores del evangelio en Einsiedlen. La fuerza de los cristianos no estriba ni en el poder de las armas, ni en las llamas de las hogueras, ni en las intrigas de los partidos, ni en el amparo de los monarcas de la tierra; ella descansa en una profesión sencilla, pero unánime y animosa, de aquellas sublimel verdades 6. que deberá, el mundo sujetarse un día. Dios celares. non dubitirim, ratiónibus huo addnoturn, citue apud virote evangelieum non queant omnino repudíari etc." Zw.

Epp., p. 335. Zwingle no se casé pues en 1624 ; pero fue entonces cuando di6 a conocer su casamiento, oontraido dos años antes. Loa sabios editores de las cartas de Zwingle dicen : "Num forte jam Zwingliva Annam Reinhardani, clandestino in matrimonio habebat? Esto me parece ser no una cosa dudosa, pero sí, un hecho que tiene toda la veracidad histórica.

llama sobre todo a los que le sirven, para sostener ante el pueblo estas celestiales y elevadas doctrinas, sin dejarse intimidar por los clamores de los adversarios. Estas mismas verdades toman a su cargo el afianzar el triunfo ; y ante ellas, como en otro tiempo ante el arca de Dios, caen los ídolos. Había llegado el día en el cual quería Dios fuese así confesada en Suiza la gran doctrina del Salvador. Convenía que se plantase en alguna altura el estandarte evangélico. La Providencia iba a sacar de asilos desconocidos hombres humildes, pero intrépidos, para que rindieran un manifiesto testimonio ante la nación.

A últimos de Junio y a primeros de Julio de 1522, se veían piadosos ministros venir de todas partes y dirigirse hacia la célebre capilla de Einsiedlen, para una nueva peregrinación.• De Art, en el cantora de Schwitz, vino el curapárroco del lugar, Baltazar Trachsel ; de Weiningen, cerca de Baden, el cura Stáheli ; de Zug, Werner Steiner ; de Lucerna, el canónigo Kikhmeyer; de Uster, el cura Pfister ; de Hongg, cerca de Zurich, el cura Sttunpff; del mismo Zurich, el,canónigo Fabricius, el capellan Sehmid, el predicador del hospital Grosmann, y Zwingle. León. Júdas, cura de 316

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Einsiedlen, recibió con gran alegría en la antigua abadía a todos estos ministros de Jesucristo. Desde la residencia de Zwingle, aquel lugar fuá siempre un baluarte de la verdad y un asilo para los justos. [1] Así mismo, doscientos quince arios antes, se habían reunido en el llano solitario del Griitli treinta y tres valientes patrio. tas, decididos é. romper el yugo del Austria. Tradbase en Einsiedlen de sacudir el yugo de la autoridad humana sobre las cosas de Dios. Zwingle propuso a sus amigos presentar a los cantones y al obispo una petición urgente con el fin de que les fuese otorgada la libre predicación del evangelio, como también la abolición del celibato forzoso, orígen de tan criminales desórdenes. Todos se adhirieron u.náxiimamente a esta proposición.

[2]

El mismo Ulric había redactado las peticiones ; la de Su Ilustrísima fue la primera que se leyó, el 2 de Julio de 1522, y luego a firmaron todos los evangelistas que hemos menciónado. Una amistad cordíal unía en Suiza a los predicadores de la verdad.

Muchos más simpatizaban también con los hombres convocados en Einsiedlen ; tales eran Haller, Myconius, Hedion, Capiton, Ecolanapade, Sebastian Meyer, Holfmeister y Wanner. Esta harmonía es uno de los más bellos rasgos de la reformación Suiza.

Aquellos ilustres personages obraron siempre como un solo hombre, y permanecieron amigos hasta la muerte.[3]

Los hombres de Einsiedlen comprendan que solo con el poder de la fe podían llegar a ser un solo cuerpo los miembros de la confederación, dividida por las capitulaciones estrangeras. Pero sus miradas se dirigían más allá. "La celestial doctrina," dijeron ellos a su prelado eclesiástico en la petición del 2 de Tulio, " esta verdad, que el Dios criador ha manifestado por medio de su Hijo al género humano, sumergido en el mal, nos ha sido demasiado tiempo desconocida por la ignorancia, por no decir por la malicia de algunos hombres. Mas este Dios todopoderoso ha determinado restablecerla en su estado primitivo. Uníos con los que reclaman que la masa de los cristianos vuelva a su jefe, que es Jesucristo. [4] Respecto a nosotros, hemos resuelto predicar el evangelio con incansable perseverancia, y con tal prudencia que nadie pueda quejarse.[5] Favoreced esta empresa, admirable tal vez, más no temeraria.

Colocaos a la cabeza del pueblo,

Lutero obtuvo una audiencia del duque Juan, hermano del elector de Sajónia, en Weimar, que residía allí entonces. El príncipe le convidó a predicar, a lo que accedió Lutero. Las palabras de vida, salieron del corazón enternecido del doctor. Un fraile franciscano que le oyó se convirtió entonces a la verdad evangélica ; éste se llamaba Juan Veit, amigo de Federico Myconius. Salió del convento dos años deapues, y llegó a ocupar más tarde la cátedra teológica de Wittemberg. El duque facilitó a Lutero el dinero necesario para su viaje.

El reformador pasó de Weimar a, Erfurt, lugar de su mocedad. Esperaba encontrar allí a su amigo Lange, si como le había escrito, no tenía peligro en entrar en aquella 317

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto ciudad.* [6] A las tres ó cuatro leguas de distancia vió aparecer un escuadran de caballería, cerca del pueblo de Mora.

Eran amigos ó enemigos ? Luego fue saludado con aclamaciones por unos cuarenta caballeros, miembros del senado, de la universidad, y particulares distinguidos, entre los cuales se notaban el rector de la universidad llamado Crotus ; el amigo de Melanchton Eobanus hose, a quien Lutero llamaba el rey de les poetas ; Euricius Cordus, Juan Draco, y otros más. Una. masa de habitantes de Erfurt, cubria el camino y manifestaba su alegría, holgándose de ver al hombre intrépido que se había atrevido a declarar la guerra al papa.

Un mozo de veinte y ocho años, llamado Justo Jorras, Be adelantó a la comitiva. [7]

Después de haber cursado Jonás la jurispnidencia en Erfurt, fue electo rector de la universidad en 1519. Iluminado por la luz evangélica que se extendía entonces por todas partes, concibió el deseo de llegar 6, teólogo. [8] Erasmo le escribió : "Yo creo que Dios te ha elegido como órgano suyo para hacer res plandecer la gloria de su Hijo JOIMS.•[9] Todos los pensamientos de Jonás se encaminaban a Wittemberg y Lutero.

Algunos años antes, cuando todavía no era más que un simple estudíante en jurisprudencia, el intrépido Jonás, acompañado de algunos amigos, hizo un largo viaje a pié hasta Bruselas, solo por visitar a Erasmo ; atravesó espesos bosques, infectados de ladrones, y muchos pueblos asolados pot la peste. ¿ No arrostrará ahora otros peligros para acompasar a Worms al reformador? Le pidió con instancias le concediese este favor, a lo que consintió Lutero. Así fue como se encontraron estos dos doctores, que debían trabajar juntós para la restauración de la iglesia durante su vida.. Le divina Providencia•[10]cercaba

Lutero de hombres destinados a ser la luz dé la Alemania: los Melanchton, los Amsdorff, los Bugenhagen, y loa Jonás. De vuelta de Worms, Jonás fue nombrado preboste de la iglesia de Wittemberg, y doctor en. teología. Hablando Lutero de Jonás, decía : "Es un varon, cuya vida debiera comprarse a gran precio para conservarlo sobre la tierra."t Ningun predicador había recibido como él, el don de cautivar a sull oyentes. "Pomeranus es exegético," decía Melanchton, "yo soy díaléctico, y Jonás orador. Las palabras fluyen de sus labios con una, gracia admirable, y su elocuencia está llena de fuerza. Pero Lutero es superior a todos nosotros."* [11] Parece que casi a un mismo tiempo un hermano de Lutero y un amigo de su infancia fueron también a aumentar su escolta.

La deputación de Erfurt había vuelto riendas. Caballeros y gente de a pié, entraron dentro las murallas de la ciudad, rodeando el carro de Lutero. En la puerta, en las plazas, y en das calles, donde el pobre fraile había mendigado tantas veces su pan, era inmensa la concurrencia de espectadores.

Lutero se apeó en el convento de los agustinos, donde el Evangelio había consolado dm corazón. Lange le recibió con gozo ; Usingea y algunos de los padres más ancianos 318

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto le manifestaron suma frialdad. Deseaban oirle ; la predicación le estaba vedada ; pero el heraldo, arrastrado él mismo, cedió.

El domingo de Pascua, la concurrencia llenó la iglesia de los agustinos. Este fraile, que en otro tiempo abría y cerraba las puertas, y barcia la iglesia., se presentó en el

`púlpito y habiendo abierto la Biblia leyó estas palabras : "La paz sea con vosotros ; y cuando hubo dicho Jesús estas palabras, mostróles las manos y el costado.", Juan 20 : 1920. "Todos los filósofos," dijo, "los doctores, y los escritores han intentado demostrar cómo puede el hombre alcanzar la vida eterna,y no lo han conseguido. Yo quiero explicaros el cómo."

Esta ha sido la cuestión de todos los siglos, y por lo mismo doblaron su atención los oyentes de Lutero.

"Hay dos clases de obras," continuó el reformador; "las obras agenas, que son las perfectas, y las obras propias, que poco valen. Uno construye una iglesia ; otro va en peregrinación a Santiago ó a San Pedro ; un tercero ayuna, ora, viste un hábito, y anda descalzo ; otro hace algo más todavía. Todas estas obras nada valen, y perecerán ; pues que nuestras propias obras están sin vigor. Ahora voy a deciros cual es la obra verdadera. Dios resucitó a un hombre, a Jesucristo nuestro Señor, por quien anonada la. muerte, destruye el pecado y cierra las puertas del infierno. He aquí la. obra saludable. El demonio creyó tener cautivo al Señor, cuando le vió entre dos lar drenes, sufriendo el más vergonzoso mártirio, abandonado de Dios y de los hombres. Pero la Divinidad desplegó su poder y aniquiló la muerte, el pecado y el infierno.

"¡Jesucristo ha vencido ! he aquí la gran nueva! Y somos salvos por su obra, y no por las nuestras. El papa dice todo lo contrario. Pero yo declaro, que si la misma madre de Jesús se ha salvado, no ha sido por su virginidad, ni por su maternidad, ni por la pureza de sus obras, sino únicamente mediante su fe y las obras de Dios."

Mientras hablaba Lutero, un ruido repentino se dejó oir ; una de las tribunas crugi6, y se temió que se desplomara bajo el excesivo peso de oyentes. Esto causó grande agitación en el auditorio. Los unos huian, les otros se quedaban espantados. El orador se detuvo un momento ; en seguida, entendiendo la mano, dijo con voz firme : "¡No temais nada! no hay peligro : el diablo se vale de este medio para impedirme que anuncie el Evangelio ; pero no podrá conseguirlo."* [12] A esta palabra se detuvieron atónitos los que huían, y se sentaron ; se calmó el auditorio, y Lutero sin inquietarse por las tentativas del diablo, continuó : "Tal vez me diréis : vos nos habíais mucho de la fe ; decidnos como podremos obtenerla. Pues bien, sí, yo quiero enseñároslo.

Nuestro Señor Jesucristo dice ; La paz sea con vosotros ! mirad mis manos ; es decir : Mira, oh hombre ! yo soy, yo solo soy quien he borrado tu pecado, y te he rescatado.

¡Por esto tienes ahora la paz ! dice el Señor.

319

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

"Yo no comí la fruta del árbol vedado," continuó Lutero, "ni vosotros la habéis comido tampoco ; y sin embargo hemos heredado el pecado que Adán nos ha transmitido, y lo hemos cometido. Así mismo, yo no he sufrido sobre la cruz, ni vosotros tampoco ; pero Jesucristo sufrió por nosotros : así es que estamos justificados por lo que Dios ha obrado, y no por nuestras obras. Yo soy, dice el Señor, tu justicia y tu redención.

"Creamos al Evangelio, creamos a San Pablo, y no a los documentos pontificios.

Después de haber predicado Lutero sobre la fe como *[13] Agnosco insidías, hostia acerbe, tuas. He,ssi Eleg. tertia. causa de la justificación del pecador, predicó sobre las obras, como consecuencia y testimonio de la salvación.

"Puesto que Dios nos ha salvado," continuó, "obremos de un modo digno de su aprobación. ¿ Eres rico ? •, que tus bienes sirvan a los pobres ! ¿ Eres pobre ? que tu labor sirva a los ricos! Si tu trabajo no es útil más que para tí mismo, el servicio que pretendes hacer a Dios no es más que mentira."

En todo este sermón Lutero no habla de él ni una palabra siquiera ; tampoco alude a las circunstancias en que se halla : nada dice tocante a Worms, a Carlos, ni sobre los nuncios ; predica sobre Jesucristo, y solo Jesucristo; cuando todo el mundo tiene fijas sus miradas sobre él, no se acuerda de sí mismo : esa es la divisa del verdadero siervo de Dios.

Lutero salió de Erfurt y atravesó a Gotha, donde predicó también. Myconius añade que en el momento en que salían del sermón, el diablo arrancó del frontispicio, del templo algunas piedras que no le habían inovido hacia dos cientos años. El doctor se albergó en el convento de los benedictinos, en Reinhardsbrunn ; y de allí se fue a Eisenach, donde se sintió indispuesto. Amsdorff, Jonás, Schurff, y en general todos sus amigos temieron por él ; se apresuraron a sangrarle, y le prodigaron los más eficaces remedios. El mismo Juan Oswald, magistrado de la ciudad, le administró un cordial. Luego que Lutero bebió de aquella agua, se durmió, y las fuerzas que le devolvió el descanso, le permitieron continuar su viaje el día siguiente.

Los pueblos acudían al encuentro de Lutero,t y su viaje era la marcha de un triunfador. Contemplaban con admiración aquel hombre atrevido, que iban ofrecer su cabeza al emperador y al imperio.#

Le rodeaba un concurso inmenso, y le decían. algunos : "í Ah! hay en Worms tantos cardenales y tantos obispos Os echarán en una hoguera, y os reducirán 4 cenizas como lo hicieron con Juan Huss." Pero nada intimidaba al fraile. "Aun cuando encendiesen un fuego," contestó él, " que se extendiera desde Worms hasta Wittemberg, y que se elevara hasta el cielo, lo atravesaría en nombre del Señor ; compareceré ante ellos, entraré en la boca de ese Béhemoth, romperé sus dientes, y confesaré a nuestro Señor Jesucristo.• [14]

320

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Un día, al entrar en un bodegon estrechado por la masa de gente que le rodeaba para verle, como de ordinario, un oficial se le presentó y le dijo : "¿ Sois vos el hombre que ha emprendido reformar el papismo ? ¿Cómo lo conseguiréis ?" "Sí," respondió Lutero,

"yo soy ese hombre. Confio en el Dios Todopoderoso, de quien tengo ante mí la palabra y la órden." Conmovido el oficial le miró con ojos más afables, y le dijo : "Caro amigo, lo que acabáis de decir es importante. Yo sirvo a Carlos ; pero vuestro Amo es más poderoso que el mío él os ayudará, y conservará9. Tal era la impresión que causaba Lutero. Sus mismos enemigos se conmovían al aspecto de la multitud que le cercaba, aunque han descrito diferentemente este viaje.: Llegó por fin el doctor a. Francfort., el domingo 14 de Abril. [15]

Haba ya llegado a Worms la noticia de la marcha de Lutero. Los partidarios del papa habían creido que él no obedecería la citación del emperador. El cardenal Alberto, arzobispo de Maguncia, lo hubiera sacrificado todo para detenerle en el camino ; y para conseguirlo, ejecutaron otros planes.

In diversorüs multa propinatio, beta eompotatio, macices quoque gaudía : adeo ut Lutherus ipse alicubi sonora testudine ludens, omniurn in se oeulos converteret, velut Orpheus Tildara, sed rasas adhue et eucullatus, coque mirabilior. Coehlieus, p. 29.

Lutero, despnes de haber llegado y descansado en Francfort, anunció su llegada a Spalatín, que se hallaba en Worms con el elector. Esta fue la ínrica carta que escribió durante el viaje. Ya llego," le dijo, "aunque Satanás se haya empeñado en impedírmelo con enfermedades. Desde Eisenach hasta aquí no he dejado de padecer, y todavía me hallo corno nunca me he sentido. He sabido que Carlos ha publicado un edicto para intimidarme; pero Jesucristo me acompaña, y entrarémos en Worms, a despecho de todas las puertas del infierno y de todos los poderes del aire.•

Preparadme pues mi alojamiento."

Al día siguiente, Lutero fue a visitar la sabía escuela de Guillermo Nesse, célebre geógrafo de aquel tiempo. 41 Aplicaos," dijo .6. los muchachos, "a la lectura de la Biblia y a escudriñar la verdad." En seguida colocando su diestra sobre la cabeza de tino de aquellos niños, y su izquierda sobre la de otro, bendijo toda la escuela.

Si Lutero bendecía a los niños, era también la esperanza de los ancianos. Una viuda, ya avanzada en años y temerosa de Dios, llamada Catalina de Holzhausen, se presentó ante Lutero y le dijo : "Mis padres me vatácina• ron que Dios incitaría vn hombre para que se opusiera a las vanidades papistas, y que salvarla la palabra de Dios. Yo espejo que sois ese hombre, 6 imploro para vuestra obra la asistencia del Santo Espíritu de Dios."t [16]

Muy distintos de estos fueron los sentimientos de la mayoría de los habitantes de Francfort. El decano de la iglesia de NuestraSeñora, Juan Cochleua, era uno de los hombres más adictos a la iglesia romana.. Al ver que Lutero atravesaba a Francfort 321

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto con dlrección a Worms, no pudo reprimir Sus temores. Pensó que la iglesia tenía necesidad de confesores fieles. , Es verdad que nadie le había llamado ; pero, ¡ no importa! Tan luego como Lutero había salido de la ciudad, Cochleus fue siguiendo sus pisadas, dispuesto, dice él, h dar su vida en defensa del honor de la iglesia.* [17]

Era grande el terror que reinaba en el campo de los amigos del papa. Llegaba el heresiarca ; cada día, cada hora le aproximaba más a. Worms ; y si entra allí, quizá, está todo perdido. El arzobispo Alberto, el confesor Glapion, y todos los políticos que rodeaban al emperador, estaban turbados. ¿Cómo impedir que este fraile llegara?

Arrebatarle es imposible, pues tiene el salvoconducto de Carlos. Solo la astucia puede detenerlo ; en seguida el plan siguiente fue trazado por aquellos hombres hábiles : El confesor del emperador y su camarero mayor, Pablo de Armsdorfr, salieron a toda prisa de Worrns, [18] y se dirigieron hacia el castillo de Ebernbourg, a diez leguas de distancia de la ciudad en la que residía Francisco de Sickingen, aquel caballero que ofrecía un asilo a Lutero. Bucer, joven dominicano y capellan del elector Palatíno, convertido a la doctrina evangélica en la conferencia de Heidelberg, se encontraba entonces en aquel " albergue de los justos." [19]El caballero, que era poco versado en asuntos religiosos, se le podía engañar fácilmente ; ademas, el carácter del antiguo capellan palatíno favorecía los designios del confesor. En efecto, Bucer era pacífico.

Distinguiendo los puntos fundamentales de los puntos secundarios, oreja poder sacrificar estos a la unidad y 6. la paz.* [20]

El camarero y el confesor de Carlos comienzan su ataque. Hacen creer 6. Sickingen y a Bucer, que desdichado de Lutero si comparece en Worms. Le manifiestan que el emperador está decidido a. enviar algunos sabios a

Ebernliourg, para conferenciar con el doctor. "Bajo vuestra custodía," dijeron al caballero, " se colocorán los dos partidos. Estamos de acuerdo con Lutero sobre todas las cosas esenciales ; solamente disentimos sobre algunos puntos secundarios ; vos nos servireis de medíador." El caballero y el doctor están indecisos. El confesor y el camarero continúan : "Es preciso qué la ipvitación dirigida a Lutero venga de vos,"

dijeron a Sickingen, "y que Bucer sea el portador."•[21] Convinieren en todo según lo deseaban. Basta que el confiado Lutero venga a Ebernbourg, y su salvoconducto espirará, y entonces, ¿, quién podrá defenderle

Lutero había llegado a Oppenheim. Su salvoconducto no era válido más que por tres días. VDS aproximarse a él un escuadran de caballería, y luego reconoció a. su cabeza aquel Bucer con el cual había llevado en Heidelberg íntimas relaciones. "Este escuadron pertenece a Francisco de Sickingen," le dijo Bucer, después de los primeros saludos de amistad, "y me envia hacia vos para conduciros a su inespugnable castillo.*

[22] El confesor del emperador desea tener una conferencia con vos. Su influencia sobre Carlos es sin límites ; todo puede arreglarse sobre todo,evitad a Aleandro !"

Jonás, A msdorff, Schurff, no saben qué pensar. Bucer insta ; pero Lutero no consiente.

322

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

" Yo prosigo mi camino," contestó a Bucer, " y si el confesor del emperador tiene algo que decirme, me hallará en Worms. Voy a donde me han llamado."

Sin embargo el mismo Spalatín comenzaba a turbarse y a temer. Rodeado en Worms de los enemigos de la reformación, oyó decir que no se debía respetar el salvoconducto de un hereje. Se alarmó por su amigo.

Al estar éste ya cerca de la ciudad, un enviado se le presentó y le dijo de parte del capellan : "¡No entreis en Worms.!4 Así hablaba su mejor amigo, el confidente del doctor, el mismo Spalatín ! 4eEl inmutable Lutero clavó la vista sobre aquel enviado, y le contestó : "Id, y decid a vuestro amo que aunque haya taínos diablos en Worms cuantas tejas hay en los techos, yo entraré allí."* [23] Quizá nunca Lntefo fue tan grande. El enviado se volvió a Worms y llevó esta admirable respuesta. "Yo era entonces intrépido," dijo Lutero pocos días antes de morir, "nada temía. Dios solo puede dar al hombre semejante audacia. Ignoro si ahora tendría tanta libertad y gozo." " Cuando la causa es justa," añade su discípulo Mathesius, " se enhancha el corazón, y da valor y fuerza a los evangelistas y a los soldados. [24]

________________________________________

FOOTNOTES

[1] Thaten aich zuaammen etliche priester. Bull., Msc.

[2] Zu Einsiedlen hatten aje alíe Sicherheit dahin zu gehen und dort zu wohnen. J. J.

Hottinger, Helv. S. Geach., 111, p. 86.

[3] Und wurden eine, an den Bischoff zu Constantz und gmein Eidtgnossen ein Supplicatión zu stellen. Bullinger, Msc.

[4] Tjt universa Christianorum multitudo ad caput suurn quod Christus est, redeat.

Supplicatio quorumdarn apud Helveticos Evangelistarum.. Zw. Opp. III, p. 18.

[5] Evangelinm irremisso tenore promulgare statuirnrur. Ibid.

[6] Nisi pericultun sit Erfordíam ingredi. L. Epp. I, p. 589.

[7] Hos inter, qui nos pnevenerat, ibát Jonás, Ille demis nostri primaque fama Chori.

[8] Eob. Heesi, Elegía secunda.

[9] Velut organum quoddam electora ad illustrandarn ahí sui Jesa gloriara.. Eraem.

Epp. Y, p 27.

[10] Vir est quem oportuit multo pretio emptam et servatum in ten& Weisrnann I, p.

1436. .

323

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[11] Pomeranus est grammaticus, ego sum díalecticus, lonas est orator. Lutherus verá nobis ornnibue eatecellit. Knapp. Narrat. de J. Jonk p. 581.

[12] L. Opp. (L.) XII, p. 485. 2 Iter facienti occurrebant

[13] Pallav., Hist. C. Tr. I, p. 114. Quacunque itet faciebant, frequens erat concttraux hominurnlyidencli Lntheri studio. Cochlteuz, p. 29.

[14] Ein Fener das bis an den Himmel reiebte. Keil I, p. 98.

[15] Nazi habt llar einen grbesern Herrn derm lela. lbid., p. 99.

[16] Intrabimus Wormatiam, inritig Ómnibus portis idead et potentatibus aeris. L.

Epp. I, p. 987.

[17] Ich holle, dass da der Verheissene. Cypr. Hilar. Ev. p. 608.

[18] Lutherum Alee transeuntern subsequutus, ut pro honore Eoelesiea suam exponeret. Coehlceuis, p. 38. Es aquel que citamos frecuentemente.

[19] Dass der Keyser seinen Beichtvater und Ihrer Majestat Ober. Earnmeriing zu Sickingen sohiekt. L. Opp. XVII, p. 587.

[20] Condocefaciebat ra dvayisailz a probabilibus distínguere, ut rent que retinenda.

M. Adam Vít. Bucen, p. 223.

[21] Dase er sollte den Luther zu sida fodern. L.Opp. XVII, p. 587. 2 Da karn Bueer zu, mit etlichen Reutern. Ibid.

[22] Und wollte mir überreden zu Siekingen gegen Ebernburg zu kommen. Ibid.

[23] Wenn so viel Teufel zu Worms wáren, ale Ziegel auf den Dáchern, noch wolit Ich hinein. L. Opp. XVII, p. 587.

[24] So wáchst das Herz lm Leibe. Math., p. 24.

324

Image 10

You may also like...

  • Los Reyes del Cypher
    Los Reyes del Cypher International by Andy Torres
    Los Reyes del Cypher
    Los Reyes del Cypher

    Reads:
    5

    Pages:
    76

    Published:
    Nov 2024

    Un grupo de estudiantes de diferentes nacionalidades y orígenes se encuentran en un viaje inesperado hacia la amistad, el autodescubrimiento y el poder transf...

    Formats: PDF, Epub, Kindle, TXT

  • Chronologie der Neuen Weltordnung
    Chronologie der Neuen Weltordnung International by ELI YAH
    Chronologie der Neuen Weltordnung
    Chronologie der Neuen Weltordnung

    Reads:
    1

    Pages:
    136

    Published:
    Nov 2024

    Seit Anbeginn der Zeit ist GOTT (YHVH) ) dabei, für SICH ein eigenes Volk zu schaffen, eine heilige Nation, die von oben geboren wurde (Offb 1,6; 1Petr 2,9-10...

    Formats: PDF, Epub, Kindle, TXT

  • Das Mamilch-Mysterium: Himmel- und Höllenfahrt in der Schweiz?
    Das Mamilch-Mysterium: Himmel- und Höllenfahrt in der Schweiz? International by Michael Gauger
    Das Mamilch-Mysterium: Himmel- und Höllenfahrt in der Schweiz?
    Das Mamilch-Mysterium: Himmel- und Höllenfahrt in der Schweiz?

    Reads:
    0

    Pages:
    21

    Published:
    Nov 2024

    Gemäss dem apokryphen Nicodemus-Evangelium (alias "Pilatus-Akten") soll die Himmelfahrt Jesu Christi sich am "Berg Mamilch" ereignet haben. Dieser wird allerd...

    Formats: PDF, Epub, Kindle, TXT

  • Я больше не одинока
    Я больше не одинока International by Майана Оуэнн
    Я больше не одинока
    Я больше не одинока

    Reads:
    2

    Pages:
    45

    Published:
    Oct 2024

    У маленькой Тори уже в пять лет началась череда бед. Эти несчастья, шедшие одни за другими, преследовали и семью девочки ещё до её рождения. Кажется, что будт...

    Formats: PDF, Epub, Kindle, TXT