Historia de la Reformacion del Siglo Decimosesto Vol 2 by Jean-Marie Merle D'Aubigne - HTML preview

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[4] Agnosco enim me homuncióneni longis viliorera esse, quam ut tanta L. Opp. bit., p. 167.

[5] Ecelesia Christi eat univeraitas prredestinstonun. !bid., p. 167.

[6] Sie wollten aein Gevtissen, das mit Gottes Wort und heiliger Schrifft gebunden and gefangen wire, nicht dringen. Math., p. 27.

[7] Ja darauf stehe Ich. L. Opp. (L.) XVII, p. 588.

[8] Ein Chriatenmenseh musa =schen una richten. L. Epp. p. 604.

[9] De iie Aleander iseerrirniS conquestus est. N &v., I, p. 120. Peraeto prandio.

Coehlania, p. 36.

[10] 17nd wollte mit mir disputiren, ich monte allein das Geleit aufsagen. L. Opp. (L.) XVII, p. 589.

[11]t Atque ita traderet eum carnificinre. Coctel., p. 36.

[12] Daga Ihm das Mut über den Kopff gelaufen ware, wo man nicht gewehret hatte.

L. Opp. (L.) XVII, p. 589.

[13] Er wollte ehe claa Geleit aufsagen L. Opp. (L.) XVII, p. 589.

[14] Er wollta Irartznun Menaehen iiber Gottea Wort nioht erkennen. Ibid, p. 583.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO XI.

Salida de Lutero—Jornada de Worms—Lutero a Cranach—Lutero a Carlos Quinto—

Lutero en casa del Abate de Hirschfeld—E1 cura de Eisenach—Varios Príncipes se retiran de la dieta—Carlos V firma. la condenación de Lutero—El edicto de WormsLutero en casa de tus padres—Lutero acometido y arrebatado—Los designios de Dios—La Wartbourg—Lutero cautivo.

DE este modo había escapado Lutero de las murallas de Worms, las cuales parecían haber de ser su tumba. De todo corazón alabó a Dios. El mismo diablo," dice, "

custodíaba la ciudadela del papa ; más Cristo la derribó, y Satanás vencido se vió precisado a confesar que el Señor es más poderoso que él."Èl piadoso Mathesius, discípulo y amigo de Lutero, dice : "El día de la dieta de Worms, es uno de los díal más grandes y más gloriosos concedidos a la tierra {entes de la consumación de los siglos "[1] La lucha que se sostuvo en Worms resonó muy lejos, y la alarma que causó en toda la cristiandad, desde las regiones del norte hasta las montañas de la Suiza, en las ciudades de Inglaterra, Francia é Italia, movió a muchos a empuñar con entusiasmo las armas poderosas de la palabra de Dios.

Lutero llegó a Francfort en la tarde del sábado 27 de Abril. El día siguiente aprovechó un momento de libertad, acaso el primero que tuvo hacia mucho tiempo, para escribir una carta familiar y enérgica a su amigo el célebre pintor Lúcas Cranach, residente en Wittemberg. " [2] Vues tro servidor, caro compadre Lúcas," le dice, creía que Su Majestad hubiera reunido en Worms unos cincuenta doctores en teología para convencer en regla al fraile. Pero nada de eso. Son tuyos estos libros ?" Sí."¿ Quieres retractarlos ?"Nó."Entónces, . . . márchate, He aquí toda la historia. Oh ciegos alemanes Cómo obramos a manera de niños, y nos dejamos burlar y chasquear por Roma Es menester que los Judíos canten una vez : Yo! Yo ! Yo ! Pero también llegará la Pascua para nosotros, y entonces cantarémos i Aleluya .[3]• Es preciso callar y sufrir por algún tiempo : Un poquito, y no me veréis ; y otra vez un poquito y me veréis, dice Jesús. Juan 16 16. Espero que lo mismo sucederá conmigo. Adios. Ruego por todos vosotros al Eterno. Que guarde Jesucristo vuestro entendimiento y vuestra fe contra los ataques de los lobos y dragones de Roma. Amen."

Después de haber escrito esta carta un poco enigmática, el tiempo urgía y Lutero partió en seguida para Friedberg, distante seis leguas de Francfort. Al día siguiente Lutero se abstrajo de nuevo para escribir otra vez a Carlos Quinto, no queriendo que lo confundiesen con los rebeldes culpables. Espuso con claridad en su carta al emperador, cuál es la obediencia que se debe a los reyes, cuál a Dios ; é indicó el límite donde debe detenerse la una, para hacer lugar a la otra. Involuntariamente se acuerda uno, al leer a Lutero, de esta sentencia del más grande autócrata de los tiempos modernos : "Mi dominio acaba donde principia el de la. conciencia."t [4]

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

" Dios, que ea el que lee en el interior de los corazones, me es testigo," dice Lutero, de que estoy pronto obedecer con diligencia a Vuestra Majestad, así en 16 próspero como en lo adverso ; ya: por la vida, ya por la muerte ; esceptuando solo la palabra de Dios, por la que el hombre existe. En todas las cosas relativas al tiempo presente, mi fidelidad .será perenne; puesto que en la tierra ganar ó perder son cosas indiferentes a la salvación. Pero Dios prohibe que en las cosas concernientes a los bienes eternos, el hombre se someta al hombre. La suraisión al inundo espiritual es un culto verdadero y que no debe rendirse sino al.Criador.[5]•

Lutero escribió también, pero en aleman, otra. carta dirigida a los estados del imperio.

Ella refería todo lo que había pasado en Worms. Se sacaron muchas copias de ella y las hicieron circular por toda la Alexnania, dice Cochlceus, y por todas partes escitó la indignación de los pueblos contra el emperador y contra el alto clero. [6]

En la madrugada del día siguiente, Linero escribió un billete a. Spalatín ; y bajo una misma cubierta le remitió las dos cartas del día anterior. En Friedberg se despidió del heraldo Sturm, fuerte en favor del Evangelio ; y habiendo abrazado a este hombre, salió sin demora para Grünberg.

El mártes hallándose Lutero todavía a dos leguas de distancia de Hirschfeld, encontró al canciller del príncipeabate de aquella ciudad, que venia a recibirle. Luego se dejó ver un escuadron de caballeros mandados por di9ho abate. Este se apeó de su caballo, y Lutero bajó de su carro. Se dieron un abrazo el príncipe y el reformador, y entraron en seguida en Hirschfeld. El senado los recibió en las puertas de la ciudad.*[7] Los príncipes de la iglesia corrían al encuentro de un fraile escomulgado por el papa, y lo más notable del pueblo inclinaba la cabeza ante un hombre proscrito por el emperador.

"A las cinco de la mañana, estarémos en la iglesia," dijio el príncipe al levantarse de la cena, a la que había convidado al reformador. Exigió que se acostara en su propia cama. Al día siguiente predicó Lutero, y el príncipe abate le acompañó con los de su séquito.

Lutero llegó al oscurecer A. Eisenach, lugar de su nacimiento. Todos sus amigos en esta ciudad le rodearon y le suplicaron predicase ; para ello le acompañaron a la iglesia el día siguiente. Entónces se le presentó el cura párroco del lugar, acompañado de un notario y testigos. Se adelantó temblando entre el temor de perder el curato, y el de oponerse al hombre poderoso que tenía delante de sí. " Protesto contra la libertad que vais a tomaros," le dijo finalmente el cura con un tono turbado. Sin embargo Lutero subió al púlpito, y en seguida aquella voz que veinte y tres años antes cantaba en las calles de la misma ciudad para conseguir algunos mendrugos de pan, hizo resonar bajo las bóvedas de aquel antiguo templo los acentos que comenzaban a agitar el mundo. Concluído el sermón, se aproximó el cura todo confuso a Lutero. El notario había ya entendido el acta, y todo quedé arreglado para afianzar el curato del 203

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto presbítero. " Perdonadme," dijo humildemente eLcura al doctor ; "he obrado de este modo por temor de los tiranos que oprimen a la iglesia."

Efectivamente había motivo para temerlos. Las cosas habían cambiado de aspecto en Worms; el único que pa, recía reinár allí era Meandro. Federico escribió A. su hermano el duque Juan• [8]:

"El destierro es el único porvenir de Lutero; nada puede salvarle. Si Dios permite que yo vuelva adonde vos, tendré cosas increibles que contaros. No son solamente Amas y Gaifas los que se han unido contra él, sino también Pilatos y Heródea."

Interesándole poco a Federico permanecer por más tiempo en Worrns, partió de allí.

Lo mismo hizo el elector palatíno. El electorarzobispo de Colonia abandonó también la dieta. Algunos príncipes de rango inferior los imitaron. Juzgando ser imposible evitar el golpe que se premeditaba, prefiri.eron, quizá sin razón, abandonar el lugar.

Los españoles, los italianos y los más ultramontanos de los príncipes de Alemania, permanecieron solos.

Quedó libre el campo; Aleandro triunfaba. Este presentó a Carlos un proyecto para edicto, designado por él, para que sirviese de norma al que la dieta debla publicar contra. el fraile. El trabajo del nuncio agradé, al emperador indignado. Reunió en su gabinete los restos de la dieta é hizo leer el edicto de Aleandro; lo aprobaron, dice Pallavicini, todos los que estaban presentes.

El día siguiente, día de gran solemnidad, asistió al templo el emperador rodeado de los señores de su corte. Concluida la solemnidad religiosa, y lleno de gente el santuario, Aleandro se presentó a Carlos Quinto, revestido con todas las insignias de su rango.•[9] Tenia en las manos dos copias del edicto contra Lutero, una en latín y la otra en aleman. Hincándose ante la Majestad Imperíal, suplicó a Carlos las firmara, y pusiera en ellas el sello del imperio. Esto tuvo lugar en el momento en que el sacrificio de la misa acababa de consumarse, cuando el incienso llenaba el templo, y cuando los cánticos resonaban bajo las bóvedas: entonces fue, como en la presencia do la Divinidad, cuando debió firmarse la destrucción del enemigo de Roma. [10]

El emperador, con aire bondadoso,f tomó entonces la pluma y firmó. Aleandro salió triunfante, entregó en seguida el decreto a la imprenta, y lo envió por toda la cristiandad.[11]• Este fruto de los trabajos de Roma había costado algún sudor al papismo ! El mismo Palavicini nos dice que aquel edicto, aunque fechado el 8 de Mayo, se firmó y selló más tarde ; pero lo anticiparon para hacer creer que databa desde la época en quc todos los miembros de la dieta se hallaban reunidos.

"Nos CARLOS QUINTO," decía el emperador, (luego seguían sus títulos,) "a todos los electores, príncipes, prelados y otros a quienes corresponda.

Habiéndonos confiado el Todopoderoso, para defender su santa fé, más reinos y fuerza que jamás ha concedido a ninguno de nuestros predecesores, queremos emplear 204

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto cuanto esté en nuestras atribuciones para impedir que cualquiera herejía venga a mancillar nuestro SacrOImperio.

"Apesar de haber sido prevenido por nos el agustino fray Martin Lutero, se ha arrojado como un furioso sobre la santa iglesia, y ha pretendido sofocarla con libros llenos de blasfemias. Ha manchado vergonzosamente la indestructible ley del santo matrimonio; se ha empeñado en incitar a los seculares a que laven sus manos en la sangre de los sacerdotes,t [12] y trastornando el órden establecido, no ha cesado de provocar disturbios, la división, la guerra, el homicidio, el robo, el incendio, así como trabajar para destruir completamente la fe de los cristianos. En una palabra, y pasando en silencio tantas otras maldades, este ser, que no es hombre sino el mismo Satanás, bajo la figura humana y envuelto con la capilla de fraile,t [13] ha amontonado en un cenegal hediondo todas las herejías las más dañosas de los tiempos pasados, añadiendo otras el mismo.

"Hemos despedido de nuestra presencia a Lutero, a quien todos los hombres piadosos y sensatos le considerán como loco 6 como poseido del diablo, y esperamos que a la conclusión del plazo marcado en su salvoconducto, se tomarán luego medidas eficaces para reprimir su rabia furiosa.

"Por lo tanto, so pena de incurrir en el castigo debido a los crímenes de lesamajestad, os prohibimos el alojar al menciónado Lutero, tan luego como haya espirado el plazo fatal. Igualmente prohibimos esconderle, alimentarle, abrevarle, y suministrarle socorro alguno con obras ó palabras, ya sea en público ó en privado. Ademas os ordenamos prenderle ó hacerle prender en cualquiera parte donde le hallareis, y conduoírnoslo sin demora, ó custodíarlo con toda seguridad, hasta que hayaís recibido nuestras instrucciones de cómo debeis obrar hacia él, y que hayais recibido la recompensa condigna a una obra tan meritoria. [14]

"En cuanto a sus adictos, los prenderéis y los abatiréis y confiscaréis sus bienes.

"Tocante a sus escritos, si el mejor alimento causa horror a todos los hombres tan luego como se le mezcla una gota de veneno, con cuánta más razón tales libros, en los cuales se encuentra un veneno mortal para el alma, deben ser no solamente desechados,,sí que también anonadados! Los quemaréis pues, ó los destruiréis del todo, de cualesquier otra manera.

"En cuanto a, los autores, poetas, impresores, pintores, vendedores y mercaderes de carteles, escritos ó pinturas contra el papa ó la iglesia, os apoderaréis de sus personas y bienes, y los trataréis a vuestro antojo.

" Y si alguien, cualquiera que sea su dignidad, osare obrar en contradicción con lo decretado por Nuestra Majestad Imperíal, ordenamos que sea llamado a juicio ante nuestro tribunal supremo.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

" Que cada unose conduzca como aquí está mandado."

Tal era el edicto firmado en la catedral de Worms. Era algo más que una bula de Roma; la que publicada en Italia, porfia no ser ejecutada en Alemania. Había hablado el mismo emperador, y ratificado este decreto la dieta. Todos loa partidarios de Roma alzaron un grito de triunfo. "Es el fin de la tragedía!" exclamaron. "A mi parecer," dijo un español de la corte de Carlos, Alfonso Valdez, "estoy persuadido de que no es el fin, sino el principio.". Valdez comprendía que el movimiento estaba en la iglesia, en el pueblo, ea el siglo ; y que aunque cayera Lutero, su causa no caería con él. Nadie se disimulaba el inminente é inevitable peligro en que se hallaba el mismo reformador.

La gran masa de supersticiosos se sentia indignada al pensar en ese "diablo encarnado," vestido con el hábito de un fraile, a quien el emperador señalaba a los ojos de la nación.

El hombre contra quien los monarcas de la tierra arrojaban sus saetas, había salido del templo de Eisenach, y se disponía a separarse de algunos de sus amigos más queridos. Dejó el camino de Gotha y de Erfurt, y tomó el del pueblo de Mora, lugar natal de su padre, para visitar otra vez a su abuela, que falleció cuatro meses después, y abrazar a su tio Enrique Lutero, y otros parientes. Schurff, Donas y Suaven se encaminaron hacia Wittemberg. Lutero subió en el carro con Amsdorff, que permaneció con él, y se internaron en los bosques de la Thuringía. [15]

En la misma tarde de aquel día llegó al hogar de sus padres. La pobre vieja aldeana estrechó en sus brazos aquel nieto que venia de hacer frente al emperador y al papa León. Lutero pasó el día siguiente con su familia ; dichoso con esta dulce tranquilidad después del tumulto de Worms.

El día subsecuente prosiguió su marcha, acompañado de Amadorff y de en hermano Santiago. Era en aquellos lugares solitarios donde iba a decidirse la suerte del reformador. Atravesaban los bosques de la Thuringía, siguiendo el camino de Waltershausen. Cuando iba el carro por un camino escabroso cerca de la iglesia abandonada de Glisbach y del castillo de Alteastein, oyeron súbitamente un ruido, y al instante fueron acometidos los viajantes por cinco caballeros enmascarados y armados de pies a cabeza. Así que el hermano Santiago apercibió a los agresores, saltó del carro, y sin decir palabra, desapareció como el rayo. El carretero quiso defenderse.

¡Párate le gritó con voz terrible uno de los desconocidos, al mismo tiempo que se le arrojó y le postró en el suelo.* [16] Otro de los enmascarados se apoderó de Amsdorff y lo detuvo apartado. En este intervalo los tres otros caballeros asieron a Lutero, guardando el más profundo silencio. Le sacaron violentamente del carro; pusieron sobre BUS hombros una capa de caballero, y le montaron en un caballo que tenían ensillado. Entónces los otros dos desconocidos abandonaron a Amsdorfl y al carretero; los cinco corrieron a rienda suelta; el sombrero se le cayó a uno de ellos, pero ni tampoco se detuvieron para levantarlo; y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron 206

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto con su prisiónero en la oscura selva. Primeramente tomaron el camino de Boderode; pero después volvieron atrae los pasos por otro camino; y sin salir del bosque dieron vueltas y más vueltas con el intento de engañar a los que pudieran seguir su pista.

Lutero, poco acostumbrado a montar a. caballo, fuó luego rendido de cansancio. [17]

Le permitieron apearse algunos instantes, y descansó al pié de una haya y bebió de la agria fresca de una fuente, que en adelante llamaron "la fuente de Lutero." Su hermano Santiago, huyendo siempre, llegó al oscurecer a Waltershausen. El espantado carretero subió en su carro con Amsdorff, y dando de latigazos a los caballos se alejó rápidamente de aquellos lugares, y condujo al amigo de Lutero a, Wittemberg. En Waltershausen, en Wittemberg, en las aldeas, en los pueblos y villas vecinas, en todas partes se publicaba la noticia del rapto del doctor. Esta noticia que regocijaba a unos, admiraba é indignaba a otros. Luego se oyó un grito doloroso en toda la Alemania: "Lutero ha caído en manos de sus enemigos!”

Después del violento combate que Lutero debió sostener, Dios quiso conducirlo a un lugar de descanso y de paz. Después de haberle colocado sobre el iluminado teatro de Worms, donde fueron tan vivamente exaltadas todas las potencias de su alma, Dios le dió el asilo oscuro y humillante de una cárcel. Saca de la más profunda oscuridad los débiles instrumentos con los cuales se pro, pone realizar grandes cosas; y cuando los ha hecho brillar cierto tiempo en una escena ilustre, los interna otra vez en la más profunda oscuridad. La reformación no debía verificarse con luchas violentas b con pomposas comparecencias. No es así como fermenta la levadura en la masa del pueblo; el Espíritu de Dios quiere senderos más tranquilos. Tenia que desaparecer algún tiempo del mundo, el hombre que perseguían tan sin piedad los campeones de Roma.

Debió eclipsarse aquella inmensa individualidad, para que no llevase el nombre de un individuo la revolución que iba a verificarse. Fue menester que se retirase el hombre para que Dios permaneciese solo, moviéndose su Espíritu sobre el abismo, y haciendo desaparecer las tinieblas de la edadmedía, diciendo: "i Sea la luz !" afin que la luz fuese.

Llegada la noche, y creyendo los guardas de Lutero que nadie podía seguir sus pisadas, tomaron un nuevo camino. Cerca de las once de la noche fue cuando llegaron al pié de una montaña,* [18] la que subieron lentamente los caballos. En la cumbre del monte se hallaba un antiguo castillo, cercado por todos lados de negros bosques que visten la Thuringía, excepto por donde pasaba el camino que conducia a él.

A aquel elevado y despoblado castillo, llamado la Wartbourg, donde se escondían en otro tiempo los antiguos langraves, fue donde condujeron a. Lutero. Quitan las aldabas, caen las barras de hierro y se abren las puertas ; el reformador pasa el umbral; las puertas se cierran tras de él, y se pasan los cerrojos. Se apea del caballo en uno de los patios ; se retira uno de los caballeros, llamado Burkard de Hund, Señor de Altenstein ; otro, Juan de Berlepsch; preboste de la Wartbourg, conduce al doctor 207

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto al cuarto que debe ser su cárcel, donde cuelga un traje de caballero y una espada. Los otros tres caballeros, a las órdenes del preboste, le desnudan de sus hábitos eclesiásticos y le visten el traje ecuestre que le habían preparado, intimándole se dejase crecer la barba y el pelo,*[19] afin de que aun los mismos del castillo ignorasen quién era. Los moradores de la Wartbourg no deben conocer al prisiónero sino bajo el nombre del caballero Jorge. Lutero apenas se conocia a si mismo con su nuevo trajea Por fin lo dejaron solo, y su espíritu pudo meditar de vez en cuando sobre las cosas pasmosas que acababan de pasar en Worms, sobre el porvenir incierto que le espera, y sobre su nueva y entraña residencia. Por las ventanas de su mirador descubre las sombras solitarias é inmensas selvas que le rodean. "Ahí fue," dice el biógrafo y amigo de Lutero, Mathesius, "donde el doctor permaneció, como San Pablo en su cárcel de Roma." [20]

Federico de Thun, Felipe Feilitsch y Spalatín no habían dejado de manifestar a Lutero, en una conversación íntima que tuvieron juntos en Worms, que por disposición del elector, su libertad se sacrificaría a la ira de Carlos y del papa. Sinérnbargo aquel rapto fue rodeado de tantos misterios, que el mismo Federico ignoró mucho tiempo

[21]• dónde estaba encerrado Lutero. Se prolongó el luto de los amigos de la reformación. Pasó la primavera, y la siguieron un verano, un otoño y un invierno ; el sol hizo su carrera anual, y los muros de la Wartbourg custodíaban aun a su prisiónero. La verdad ha sido anatematizada por la dieta ; su defensor encerrado en los muros de un castillo inespugnable, ha desaparecido de la faz ¿el universo sin que nadie sepa su paradero. Aleandro triunfa, y la reformación parece derrotada ; pero Dios reina, y el golpe que parece anonadar la causa del evangelio, no sirvió más que para salvar a. su valiente ministro, y para extender a lo lejos la luz de la A. Dejemos a Lutero cautivo en Alemania, en las alturas de la Wartbourg, y veamos lo que Dios hacia entonces en otros paises de la cristiandad.

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FOOTNOTES

[1] Aber Christus macht ein Looh darein. L. Opp. (L.) XVII, p. 589.

[2] Dise ist der herrbohen grama Tag Cha« vonn Ende der Welt. Mathesius, p. 28.

[3] Es müssen die Suden einmal gingen : Jo, Jo, Jo I Epp. I, p. 589. Estos gritos de gozo de los Judíos durante la orucificción del Señor, representan los cantos de triunfo de los partidarios del papismo en la ocasión de la catástrofe que va a descargar sobre Lutero ; más el reformador descubre en lo futuro los aleluyas de la restaur ac on.

[4] Napoleón Bonaparte a la diputación protestante, después de easaltado al imperio.

[5] Nam ea fides subm.issio proprii3 est vera illa latría et adoratio Dei. L. Epp. I, p.

592.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[6] Per chalcographos multiplicata, et in populos dispersa est ea epistola. Ctesari autem et clericis odium populare, etc. Cochl., p. 38.

[7] Senatus intra portas nos excepit. L. Epp. II, p. 6.

[8] Humiliter tatuen exeusante, oh meta tyrannorum suorurn. L. Epp. H p. 6.

[9] Cum Casaar in templo adeaset, processit illi obvían Aleander. Pallav., I, p. 122.

[10] Festivisaimo vultu. Ibid.

[11] Et undique pervulga.ta. Pallav., I, p. 122.

[12] Ihre Hunde in der Priester BIut zu waschen. L. Opp. (L.) XVII, p. 59S.

[13] Nicht ein Mensch, sondern als der b45se Feind In Gestan eines Mensehen mit angenommener MiSnchakütten. Ibid.

[14] Non finem sed initinm. P. Martyris Epp., p. 412.

[15] Ad camera meam trans sylvarn profeettis. L. Epp. U. p. 7.

[16] Dejeetoque in solurn auriga et verberato. Pallav., I, p. 122. fi Longo itinere, novus eques, fessus. L. Epp. II, p. 3.

[17] Ref. Spim Yo). n 14

[18] liará ferme undecim& ad rnansiónem noctia perveni in tenebris. L. Epp. L p. 3.

[19] Exutus vestibus meis et equeatribue indutua, comam et barbam nutriens. L. Epp.

1, p. 7.

[20] Cum ipse me jam duduw non nojerim. L. Epp. U, p. 7.

[21] Seckend., p. 365.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto LIBRO OCTAVO. LOS SUIZOS

CAPÍTULO I.

Movimiento en Suiza—Principio de la Reformación—Carácter democrático—

Ministerio en el Extranjero—Moralidad—El Tockenbourg—Una Cabaña de los Alpes—Una familia de Pastores.

TAN luego como apareció el decreto de la dieta de Worms, un movimiento siempre en aumento comenzó a, turbar los tranquilos valles de la Suiza. A las voces que se oían en los llanos de la alta y baja Sajónia, respondían del seno de las montañas helvéticas las voces enérgicas de sus sacerdotes, de sus pastores y de los habitantes de aquellas belicosas ciudades. Los defensores de Roma, llenos de espanto, exclamaban que una vasta y terrible conjuración se formaba por todas partes en la iglesia contra la iglesia.

Llenos de júbilo los amigos del evangelio contestaban que como en la primavera se deja sentir el soplo de vida desde las costas del mar hasta la cumbre de los montes, del mismo modo el Espíritu de Dios derretia entonces por toda la cristiandad los hielos de un largo invierno, y vestía de flores y verdura desde los llanos más hondos hasta los peñascos más áridos y más escarpados.

No fue la Alemania la que comunicó la luz del evangelio a la Suiza; ni esta a la Francia, ni la Francia a la Inglaterra; todos estos reinos la recibieron de Dios; así como no se puede decir que una parte del mundo transmite la luz a otra, atendido que el mismo globo reluciente es el que ilumina sucesivamente a toda la. tierra. El que es infinitamente superior a todos los hombres, Jesucristo, " el oriente de arriba," fue para la época de la reformación, como para la del establecimiento del cristianismo, el fuego divino de donde dimanó la vida del mundo. Una sola y misma doctrina se estableció de repente en el siglo décimo sesto, por los hogares y por los templos de los pueblos más remotos y más diversos ; esto consistió en que el mismo Espíritu estuvo por todas partes produciendo la misma fé. [1]

La reformación de la Alemania y la de la Suiza demuestran esta verdad ; pues Zwingle no se comunicó con Lutero. Sin duda que hubo un vínculo entre estos dos hombres ; más no debe buscarse su unión sino más allá de la tierra. El que desde el cielo enserió la verdad a Lutero, la enseñó a Zwingle, y fue por Dios por quien ellos se comunicaron.

"Comenzó a predicar el Evangelio," dice Zwingle, en el arlo de gracia de 1516, cuando aun no Babia sido pronunciado el nombre de Lutero en nuestros lugares. No fue de Lutero de quien aprendí la doctrina cristiana ; fue del Espíritu Santo. Si Lutero preconiza a Jesucristo, hace lo que yo hago ; he aquí todo. Pero si las diversas reformaciones han recibido del mismo Espíritu, del cual todas fueron emanadas, una vasta unidad, han recibido igualmente otras particularidades de los distintos pueblos en cuyo seno se han verificado.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Ya hemos trazado el estado de la Suiza en la época de la reformación.; Solo afiadirémos algunas palabras a lo que dijimos. El espíritu monárquico prevalecía en Alemania ; y en Suiza regía el espíritu democrático. [2]

En Alemania la reformación tuvo que luchar con la voluntad del príncipe, y en Suiza con la voluntad del pueblo. Una asamblea de hombres, convencidos con más facilidad que uno solo, toma también más prontas decisiones. Para la victoria contra el papado, que del otro lado de] Rhin costó años enteros, de este lado solo fueron menester algunos meses ó días.

En Alemania, se levanta imponente la persona de Lutero en medio de los pueblos sajónes ; parece ser el único en atacar al coloso romano ; donde quiera que se traba el combate, descubrimos desde lejos en el campo de batalla aquella alta estatura. Lutero es como el monarca de la revolución que se verifica. En Suiza, se emprende la lucha en varios cantones a la vez ; existe en ella una confederación de reformadores, cuyo número nos admira ; no cabe duda en que una cabeza sobresale entre las demás, pero nadie manda ; es una magistratura republicana, en la que todos se presentan con fisonomías originales y con distinta influencia. Fue Wittembach, Zwingle, Capitan, Haller, Ecolarnpade ; fueron los Oswald Myconius, LeónJudas, arel, Calvin° fue en Glaris, Basilea, Zurich, Berna, Neuchatel, Ginebra, Lucerna, Schairouse, Appenzel, SanGall, y en los Grisons. No existe en la reformación de Alemania más que una escena, única y sencilla como el país. Pero en Suiza la reformación está tan dividida, como lo está la misma Suiza por sus mil montañas. Cada valle tiene, por decirlo así, su aurora, y cada cerro de los Alpes su luz.

Había comenzado una época deplorable para los suizos, desde sus hazañas contra los duques de Borgoña.. La Europa, que había llegado a conocer la fuerza de. sus brazos, los repelió de sus montañas, les usurpó su independencia, y los dejó en los campos de batalla árbitros de la suerte de sus Estados. La mano de un suizo hacia vibrar la espada contra el pechode otro suizo en los llanos de Italia y de Francia ; y la intriga de los estrangeros suscitaba la discordía y la codicia en aquellos valles elevados de los Alpes, que por tanto tiempo fueron el teatro de la sencillez y de la paz. Seducidos por el brillo del oro, sanan los hijos, los jornaleros y criados, a escondidas, de sus cabañas, para correr a las orillas del Ródano 6 del Pó. La unidad helvética se desquició bajo las huellas de las mulas cargadas de oro. La reforrnación en Suiza tuvo también una parte política, proponiéndose restablecer la unidad y virtudes antiguas de los cantones. Su primer grito fue para que los suizos rompiesen las pérfidas redes de los extranjeros, y se unieran fraternalmente al pié de la cruz. Mas no tuvo eco su generosa voz. Acostumbrada Roma a comprar en aquellos valles la sangre que vertia para acrecentar su poder, se levantó indignada. Sublevó los suizos contra los suizos ; suscitáronse nuevas pasiones, y despedazaron el cuerpo de la nación.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto La Suiza necesitaba una reforrnación. Es cierto que eesistia entre los helvéticos una sencillez y un buen natural, que los cultos italianos tenían por ridículo. Pero al mismo tiempo pasaban por el pueblo que más comunmente violaba las leyes de la castidad.

Los astrólogos lo atribuian a las constelaciones ;•[3] los filósofos a la fuerza de temperamento de aquellos pueblos indómitos ; los moralistas a los principios de los suizos, que consideraban la astucia, la poca sinceridad, y la. calumnia, corno pecados mucho más graves que la impudicicia.f [4] Estaba prohibido a los eclesiásticos el contraer matrimonio ; pero hubiera sido difícil hallar uno que viviese en un verdadero celibato. Se les suplicaba que se comportasen no castamente, pero sí con prudencia.

Este fue uno de los primeros desórdenes contra los cuales se levantó la reforrnación.

Ya es tiempo de describir el principio de aquella nueva. era en los valles de los Alpes.

A medíados del siglo onceno, salieron dos solitarios de SanGall, y se dirigieron hacia las montañas que están al sur de aquel antiguo monasterio, deteniéndose en un valle despoblado de cerca diez leguas de largo.*[5] Hácia al norte, está separado este valle del canton de Appenzel por las elevadas montañas del Sentis, del Siimmerigkopf y la del HombreAnciano. Al sur, el Suhfirsten con sus siete cabezas se eleva entre el valle y el Wallensee, Sargans los Grísons ; por la parte del oriente, se descubre el valle a los rayos del sol naciente, y presenta el aspecto magnifico de los Alpes del Tyrol. Luego que los dos solitarios llegaron cerca del manantial de un pequeño rio, el Thur, construyeron dos cabañas. Poco 6, pocose pobló el valle. Sobre la parte más elevada, y é. 2,010 piés sobre el lago de Zurich, se formó un pueblecito, al derredor de una iglesia, llamado Wildhaus 6 la casasalvage ; de la que dependen en el día dos lugares : Lisighaus 6 la casa de Elisabed, y Schiinenboden. Los frutos de la tierra ya no se dan en aquellos cerros. Una alfombra verde y fresca cubre todo el valle, y sube por los costados de las montañas sobre las cuales se elevan hacia el cielo unos enormes peñascos.

A un cuarto de legua de la iglesia, cerca de Lisighaus, al lado de un sendero que conduce a las dehesas de ganado más allá del arroyo, se encuentra aun una casa desierta. Consta por tradición que la madera necesaria para construirla fue cortada en otro tiempo en el mismo lugar en que hoy día está, situada. [6] Todo indica que se construyó en tiempos remotos. Las paredes son delgadal ; las ventanas tienen cristales redondos ; y el techo está. cubierta con tablillas cargadas de piedras para impedir que el viento se las lleve. En frente de la casa corre una fuente cristalina.

En ella vivia, hacia, el fin del siglo décimo quinto, un hombre llamado Zwingle ó Zwingli, bailío del cuerpo municipal. La. familia de Zwingle era antigua y muy aprecíada por los pobladores de aquellas montañas.•[7] El hermano del bailío, Bartolomé, que fue en primer lugar cura de la parroquia, y después en 1487, decano de Wesen, gozaba de cierta celebridad en el país. La esposa del bailío de Wildhaus, llamada Margarita Meili, cuyo hermano Juan fue más tarde abad del convento de Fischingen en Thurgovia, le había ya dado dos hijos Heini y Klaus, cuando en el día 212

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto de año nuevo 1484, di6 a luz un tercer hijo en aquella casa solitaria, el que llamaron Ulrio, y que nació precisamente siete semanas después del nacimiento de Lutero.[8]

Tuvo después cinco hijos más, Juan, Wolfgang, Bartolomé, Santiago, Andrea, y una niña Ana, los que vinieron también a enriquecer a aquella familia de los Alpes. Nadie era más venerado en el lugar que el bailío Zwingle.[9] Su carácter, su dignidad, y sus numerosos hijos, hacían de él el patriarca de aquellos desiertos. Tanto el padre como los hijos, todos eran pastores. Apénas el sol de Mayo venia a derretir la nieve de la montaña, cuando el padre y sus hijos llevaban sus ganados 6, pacer, subiendo gradualmente de estación en estación, para hallarse a fines de Julio en la cumbre de los Alpes. [10] Entónces comenzaban a bajar del mismo modo hacia el valle, y todo el pueblo de Wildhaus entraba en el otoño

Unos amantes de la historia lo han publicado desde entonces en sus humildes hogares.

A veces, durante el verano, los jóvenes que se habían quedado en las habitaciones, ávidos de respirar el aire de las montañas, salían en tropel hacia las cabañas, é iban a mezclar sus cantos con las melodías de sus rústicos instrumentos, pues todos eran músicos. Luego que llegaban a la cumbre de los Alpes, los pastores los saludaban desde lejos con los sonidos de sus cornetas y las canciones del país. En seguida les presentaban una merienda de lacticinios, y despees la banda juguetona, dando vueltas y más vueltas, bajaba la cuesta al son de sus gaitas. Ulric, en su niñez, se mezcló sin duda algunas veces en aquellos juegos. Creció al pió de aquellos peñascos que parecen eternos, y cuyas cimas descubren los cielos. Muchas veces he pensado,"

dice uno de sus amigos, "que acercándose al cielo sobre aquellas alturas grandiosas, adquiriría allí alguna cosa de celestial y de divino.[11]•

Durante el invierno, tenían largas veladas en las chozas de Wildhaus. Entónces escuchaba el joven Ulric, bajo el techo paterno, las conversaciones del bailío y de los ancianos del lugar. Oía referir cómo los habitantes del valle habían gemido en otro tiempo bajo un pesado yugo. Se estremecía de gozo con los ancianos, al pensar en la independencia que había adquirido el Tockenbourg, y que éste se la hubiese afianzado aliándose con los suizos. Ardía en su corazón el amor de la patria ; y le era cara la Suiza. Si álguien pronunciaba una palabra poco favorable a los confederados, se levantaba luego el joven y aefendía su causa con calor.[12] Se le veía muy amenudo en esas largas veladas, sentado pacíficamente a los piés de su abuela, con sus miradas fijas en ella, escuchando sus narraciones bíblicas, y sus lecturas piadosas que recibia con avidez en su corazón.

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FOOTNOTES

213

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[1] * 1516, eo scilicet tempore, quum Lutheri nomen in nostris regionibus inauditum adhuc erat doctrinara Christi non a Luttioro, sed ex verbo Dei didici. Zwinglü Opera eurant. Schulero et Sebulthesio, Turiei, 1829, vol. I, p. 272, 276.

[2] Véase en el tomo primero, la pag. 105 y 106.

[3] Wirz, Hely. Kircheng., III, p. 201.

[4] Sodomitis melius erit in die judicii, quam rerurn vel honoris ablatoribus.

Homrnerh, de auno j ubil ceo.

[5] Ei Tockenbourg.

[6] Sehulet, Zwinglis Bildungsgeschichte, p. 290.

[7] MES Geschliicht der Zwinglinen, wass in guter Achtnng diesser Landen, ala ein gut alt ehrlich Geschlacht. H. Bullingers Histor. Beschreibung der Eidg. Geachichten.

En 1837 esta preciosa obra solo existia en manuscrito; por su comunicación soy deudor al beneplácito del Señor J. G. Ibas. Me sirvo en la citación de la. ortogra,fla de aquel tiempo y del manuscrito.

[8] Ein verrurnbter Mann. H. Bullingers Beschreibung der Eidg. Geschichten.

[9] Quadragesimurn octavum agimus, escribe Zwingle a Vadían, el 17 de Setiembre de 1531.

[10] Claras fuit pater ob apectatam vital sanotimoniam. Oswald Lycontus, Vita Zwinglii.

[11] Divinitatis nonnihil callo propiorem contraiisse. Oswald Myeonius, Vita Zwinglii.

[12] Schnler, Zwinglis Bildung, p. 291.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO II.

El joven Ulric—UIric en Wesen y en Basilea—en Berna—El Convento de los Dominicos—Jetzer—Las apariciones—La pasión de un fraile lego—La impostura—

Descubrimiento y suplicio—Zwingle en Viena—en Basilea—La música en Basilea—

Wittembach enseña el evangelio—Leo Júdas—El curato de Glaris.

SE regocijaba el buen bailío por las felices disposiciones de su hijo. Comprendió que Ulric podía hacer algo más que guardar su ganado vacuno en el monte Sentis, cantando el aría de los pastores. Un día le tomó por la mano y se encaminó con su hijo hacia Wesen. Atravesó las verdes cimas del Ammon, resguardándose de los peñascos salvages y atrevidos que cercan el lago de Wallenstadt. Cuando llegó a la población, entró en la casa de su hermano el decano, y le confió al joven montaraz para que le examinase sobre su capacidad.*[1] Lo que más le distinguia era su horror natural hacia la mentira y su grande amor hacia la verdad. El mismo cuenta que un día, cuando comenzaba a. discurrir, le vino al pensamiento que la mentira debiera ser castigada con más severidad que el robo : "porque," añade él, "la verdad es la madre de todas las virtudes." El decano amó muy pronto a su nieto como a un hijo ; encantado de su vivacidad confió su instrucción a un preceptor, que en poco tiempo le enseñó lo que él mismo sabía. A la edad de diez aloa se notaroñ ya en el joven Ulric los indicios de un espíritu elevado. Su padre y su tio determinaron mandarlo a Basilea. [2]

Cuando el hijo de Tockenbourg llegó a aquella ilustre ciudad, con la sinceridad y pureza de corazón que parecía haber adquirido del aire puro de aquellas montañaa, pero que procedían de más alto, un mundo enteramente nuevo se le presentó a la vista. El renombre del famoso concilio de Basilea, la universidad que Pio II fundó en 1460 en dicha ciudad, las imprentas que revivían allí las encantadoras obras de la antigüedad, y que esparcían por el mundo los primeros frutos del restablecimiento de lea letras, la morada de los hombres célebres, como los Wessel, los Wittembach, y en particular la del príncipe de los sabios y sol de las escuelas, Ensillo, hacían de Basilea el foco de las luces de Occidente.

Ulric entró en la escuela de San Teodoro. Un hombre de corazón afectuoso y de una dulzura estraordinaría entre los preceptores, llamado Gregorio Binzli, enseñaba allí entonces. El joven Zwingle hizo rápidos progresos a su lado. Las sabías discusiones, de moda entre los doctores de las universidades, tenían lugar también entre los discípulos de las escuelas. Ulric tomó parte en ellas, y ejercitó sus conocimientos juveniles contra los alumnos de otras escuelas, y siempre salió victorioso. Aquellos debates eran un preludio de los que debía sostener más tarde en Suiza para derribar el papado.*[3] Sus triunfos llenaron de envidía a sus rivales de más edad. En poco tiempo, Ulric supero la escuela de Basilea como lo haba hecho con la de Wesen.

215

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto El distinguido sabio Lupulus, abrió en Berna la primera escuela científica, fundada en Suiza. El bailía de Wildhaus y el párroco de Wesen resolvieron mandar a su hijo a ella.

Por consiguiente Zwingle abandonó en 1497 los alegres llanos de Basilea, y se aproximó a. los elevados Alpes donde había pasado su infancia, y cuyas nevadas cimas, doradas por el brillo del sol, divisaba desde Berna. El célebre poeta Lupulus inició a su discípulo en el santuario de la erudición, cuyos recónditos secretos eran entonces solo conocidos por él.*[4] El joven neófito respiraba con gusto aquellos perfumes de la antigüedad. Se desarrolló su espíritu, se formó su estilo, y llegó a, ser poeta.

Entre los conventos de Berna distinguíase particularmente el de los dominicos. Esta órden sostenía un certámen grave con la de los franciscanos. Estos defendían la inmaculada concepción de la Vírgen, que los otros negaban. Por do quiera que fuesen, ante los ricos altares que adornaban su templo, y entre las doce columnas que sostenían la bóveda, los dominicos buscaban siempre el modo de humillar a sus rivales. Notaron la encantadora voz de Zwingle, oyeron hablar de su prematura inteligencia, y creyeron que podrían dar más lustre a su órden si conseguían atraerlo hacia ellos,f ofreciéndole permanecer en el claustro hasta que pudiera concluir su noviciado. El porvenir de Zwingle estaba amenazado. No igno randa el bailía las redes que tejían los dominicos, se alarmó por lo que pudiera, acontecer a su hijo, é inmedíatamente le ordenó saliese de Berna. Así escapó Zwingle de la disciplina monacal, a que se rindió voluntariamente Lutero. Lo que aconteció más tarde, nos manifestará el inminente peligro que Zwingle corrió entonces.[5]

En 1507 reinaba grande agita,ción en la ciudad de Berna. Un mozo de Zurzach, llamado Juan Jetzer, se presentó un día en aquel convento para pedir el hábito de la órden, lo que se le negó. Renovó otro día su solicitud, teniendo en las manos cincuenta y tres florines y algunas piezas de seda. "Tomad ; eso es cuanto poseo," dijo, " y recibidme en vuestra órden." Fue recibido el 6 de Enero en calidad de lego ; pero desde la primera noche le llenó de terror un ruido singular que oyó en su celda. Se fugó al claustro de los cartujos y de allí fue conducido inmedíatamente al de los dominicos.

La noche siguiente, víspera de San Matías, unos lastimosos suspiros le despertaron ; abrió los ojos y vió una enorme fantasma blanca a los pies de su cama. "Yo soy un alma salida del purgatorio," le dijo con voz sepulcral. El lego le respondió temblando :

"Dios te salve, yo no puedo remedíarte." Entónces la fantasma agarró al pobre fraile por la garganta 6 indignada le reprochó su ne gativa. Despavorido Jetzer gritó : Qué puedo hacer para salvarte ?" "Diciplínate ocho días consecutivos hasta que te corra la sangre, y permanece prosternado en el suelo en la capilla de San Juan." Habiendo respondido así, el alma desapareció. El lego fue a comunicar aquella aparición a su confesor, y por consejo suyo se sometió a la penitencia requerida. Luego corrió la voz 216

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto por la ciudad, que un alma había aparecido en el convento de los dominicos, para que la libertaran de las llamas del purgatorio.

La gente abandonó el convento de los franciscanos y corrió a la indicada capilla para ver al santo hombre prosternado contra el suelo. El alma del purgatorio había anunciado que volvería a parecer al cabo de ocho días. En efecto, apareció el día citado, acompañada de dos espíritus malignos que la atormentaban, y que se lamentaban horriblemente. "Scot," dijo ella, "Scot el impostor de la doctrina de los franciscanos sobre la inmaculada concepción de la Virgen, es del número de los que sufren conmigo tan intensos dolores." Esta noticia, circulada luego en Berna, atemorizó a los partidarios de los franciscanos. Al desaparecer el alma, anunció la visita de la Virgen misma. En efecto el día indicado, atónito el fraile vió aparecer a María en su celda, lo que le parecía increible. Ella se le acercó con afabilidad; le entregó tres lágrimas de Jesús, tres gotas de su sangre, un orucifijo y una carta dirigida al papa Julio II, "

quien," dijo ella, "era el hombre escogido de Dios para abolir la fiesta de su pretendida inmaculada concepción." En seguida aproximándosele más, le anunoi6 con voz solemne, que le iba a ser concedida una gracia, y le atravesó la mano con. un clavo.

El pobre lego dió un grito horrible ; pero María le envolvió la mano con un lienzo que su hijo, dijo ella, llevó consigo durante la huida de Egipto. No bastaba aquella herida.

para que la gloria de los dominicos igualase a. la de los franciscanos. Jetzer debía poseer las cinco llagas de Cristo y de San Francisco de Asis, en las manos, pies y costado. Las otras cuatro le fueron hechas; y habiéndole administrado una bebida, le acostaron en una sala adornada de cuadros que representaban la pasión del Señor, haciéndole guardar un ayuno de largos días, en cuyo estado se le inflamó pronto la imaginación.

Entónces principiaron a. abrir de cuando en cuando las puertas de aquella sala para dejar entrar la aglomeración de gente que venia a contemplar, con una piedad admirable, al hermano de las cinco llagas. Este extendía los brazos, inclinaba la cabeza, é imitaba con los movimientos de su cuerpo la crucificción del Señor. A veces, como fuera de sí, echaba espumarajos, y parecía espirar. "i[6] Sufre la agonía de Cristo ! decían a su alderredor. Avidos de milagros los habitantes, acudían sin cesar al convento. Hombres dignos de grande aprecio estaban llenos de miedo, entre los cuales se contaba Lupulus el mismo maestro de Zwingle. Los dominicos ensalzaban continuamente la gloria con que Dios había ennoblecido su órden.

Esta órden había conocido hacia algunos años la necesidad de humillar la de los franciscanos, y aumentar con milagros la. veneración y liberalidad del pueblo. El superior de los dominicos dijo, al capítulo que tuvo lugar en Wimpfen, a orilla del Necker, que la "sencilla, rústica, é ignorante ciudad" de Berna, fuera la escogida para el teatro de sus operaciones. El prior, el snbprior y el proveedor de la comunidad se encargaron de representar los papeles principales ; más no supieron desempeñarlos hasta al fin. Habiéndose aparecido nuevamente María, Jetzer creyó haber reconocido 217

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto la voz de su confesor, y habiéndolo dicho en voz alta, María desapareció. No tardó en mostrarse de nuevo para censurar al hermano incrédulo. "; Esta YCZ es el prior !"

exclamó Jetzer, corriendo contra la Virgen con un cuchillo en las manos. La santa arrojó un plato de estafo sobre la cabeza del pobre fraile, y volvió a desaparecer.

Consternados los dominicos del descubrimiento que Jetzer acababa de hacer, intentaron desembarazarse de él por medio del veneno. Habiéndolo sabido el lego, se evadió, y reveló el embuste de ellos. Sinembaxgo manifestaron buen semblante y mandaron una diputación a Roma. El papa comisiónó a su legado en Suiza y a los obispos de Lausana y de Sion para juzgar el caso. Los cuatro dominicos, confesos y convictos, fueron condenados a ser quemados vivos, y el primero de Mayo de 1509, se consumó el sacrificio, reduciéndolos a cenizas en presencia. de más de treinta mil espectadores. Este acontecimiento circuló por toda la Europa, y al mismo tiempo que descubrió una de las llagas más profundas de la iglesia, predispuso la reformación.*[7]

Tales eran los hombres de cuyas manos escapó Ulric Zwingle. Habiendo estudíado las letras en Berna, pasó a cursar la filosofía en Viena, en Austria. Un mancebo de SanGall, Joaquin Vadían, cuyo ingenio prometía a la Suiza un sabio y distinguido hombre de estado ; Enrique Loreti, del canten de Gario, y que parecía deber lucir entre los poetas ; un joven de Suavia, Juan. Heigerlin, hijo de un herrero y que por esto era llamado Faber, de carácter blando, amante de honores, de gloria, y dotado de todas las calidades de un cortesano ; tales eran en la capital de Austria los compañeros de estudio y recreo de Ulric.

Zwingle volvió a Wildhaus en 1502; más al ver de nuevo sus montañas, sintió que habla bebido en la copa de la ciencia, y que ya no podía vivir en medio de los cantos de sus hermanos y del balido de sus ganados. A los diez y ocho años de edad, volvió a Basilea, para cursar nuevamente la literatura. Y allí, maestro y discípulo a la vez, enseñaba ea la escuela de San Martin y estudíaba en la universidad, y desde entóncea pudo vivir sin, ser gravoso a, sus padres.. Poco después se hizo recibir maestroenartes.

Uno de Alsacia llamado Capiton, fue uno de sus mejores amigos en aquella ciudad.

[8]

Zwingle se entregó al estudio de la teología escolástica con tanto más empeño cuanto estaba llamado un día a combatir sus sofismas ; le fue preciso escudriñar su oscuro laberinto. Pero se veía a, menudo al alegre estudíante de las montañas de Sentís, sacudir repentinamente ese polvo escolástico, y haciendo suceder el recreo a sus estudios teológicos, tomaba ya el laud, ya el harpa., ya el violín ó la flauta, ya el tímpano ó la corneta, sacando de sus instrumentos sonatas alegres, como en los prados de Lisighaus, con las que hacia resonar su habitación 6 las de sus amigos con los cantos patrióticos de su país, a los cuales mezclaba los acentos de su voz. Respecto a la música era un verdadero hijo del Tockenbourg, y un maestro entre los demás.[9]

218

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Tocaba los instrumentos ya citados y otros más. Entusiasmado por este arte, infundió su gusto en la universidad ; esto no quiere decir que buscase la disipación en la música, pero le gustaba dar descanso a su espíritu fatigado por sus serios estudios, a fin de poder entregarse con más ardor a sus penosas tareas.*[10] Nadie poseia un natural más alegre, un carácter más amable y una conversación más atractiva. Era un árbol vigoroso de los Alpes, desarrollándose con toda su gracia y fuerza, que no habiendo sido podado todavía, extendía sus ramas robustas por todos lados. No estaba lejos el momento en que todas aquellas ramas debían dirigirse poderosamente hacia al cielo.

Después de haber forzado la entrada de la teología escolástica, salió otra vez de aquel páramo, fatigado y disgustado por no haber hallado más que ideas confusas, charla, vanagloria, y barbarie ; pero nunca una sola idea de sana doctrina. "Es una pérdida de tiempo," decía ; y esperaba.

En Noviembre de 1505, llegó a Basilea Tomas Wittembach, hijo de un burgomaestre de Viena. Wittem bach había enseñado hasta entonces en Tubingue, al lado de Reuchlin.. Se hallaba en lo vigoroso de su edad, sincero, piadoso é instruido en las artes liberales, en las matemáticas, y en el conocimiento de la Sagrada Escritura Zwingle y todos los jóvenes académicos le rodearon. Una vida desconocida hasta entonces animaba sus discursos, y palabras proféticas salían de sus labios. "No está lejos el tiempo," decía, " en que se abolirá la teología escolástica, y se restaurará la antigua doctrina de la iglesia."*[11]] "La muerte de Jesucristo," añadíaf "es el único rescate de nuestras almas."[12] El corazón de Zwingle recibia con avidez esas semillas vitales.Ii Esta era la época en que los estudios clásicos comenzaban a reemplazar en todas partes a los escolásticos de la edadmedía. Tanto Zwingle como sus amigos y maestro, siguieron esta nueva via.

Entre los estudiantes que segaían con más entusiasmo las lecciones del nuevo doctor, se notaba un mozo de veinte y tres años de edad, de estatura baja y de estertor flaco y enfermizo, cuyo mirar anunciaba juntamente la dulzura y la intrepidez. Este era León Tildas, hijo de un cura párroco de Alsacia. El tio de León murió bajo el estandarte de los caballeros Teutónicos, en defensa del cristianismo. León y Ulric se unieron íntimamente. León tocaba el tímpano, y su voz era fuerte y hermosa. Muchas veces en su cuarto era donde se oían los alegres cantos de los jóvenes amantes de las artes. León Jildas fue más tarde colega de Zwingle, y la misma muerte no pudo destruir una amistad tan santa.

Entónces se hallaba vacante el curato de Glaris. Un joven cortesano del papa, Enrique Goldli, palafrenero de Su Santidad, y dotado ya de varias prebendas, se presentó a Glaris con una carta de nombramiento del pontífice. Mas los pastores glarinos, envanecidos de su antigua descendencia y de sus combates por la libertad, no estaban dispuestos a. inclinar la cabeza ante un pergamino de Roma. Wildhaus no dista mucho de Glaris ; y Wesen, donde el tio de Zwingle era párroco, es el punto en que 219

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto está establecido el mercado de aquel lugar. La reputación del joven maestro en artes de Basilea había penetrado hasta aquellos montes, y a él fue a quien los glarinos eligieron por pastor espiritual. Llamaron a Zwingle en 1506, y éste, ordenado de presbítero por el obispo de Constancia, celebró su misa nueva en Wildhaus el día. de San Miguel, en presencia de todos los parientes y amigos de su familia, y ademas predicó su primer sermón en Rapperswil, y llegó al fin del año a Glaris para instalarse en la parroquia.

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FOOTNOTES

[1] * Tenerrimurn adhuc ad fratrem sacriftcuxn adduxit, ut ingenü ejtil periculum faceret. Melch Ad. Vit. Zw., p. 25.

[2] Und in Ihm erschienen merkliche Zeichen eines edlen Gernüths. Manuscrito de Bullinger.

[3] In disputatiónibus, qure pro more tum erant inter pueros usitsta3, victoriano semper reportavit. Osw. Myc. Vit. Zw.

[4] Ab eo in adyta, clasaicorurn seriptorurn introductus. Osw. Mye. Vit. Zw.

[5] Una alas er wol singen kcendt, Icekton Ihn die prodigar mo3nchen in dass Klost,er.

Bullinger. Ms.

[6] Wirz, Helvetische Kirchen Gesch. vol. III, p. 387.

[7] Anshelms, Chronik III y IV. Ningun acontecimiento de los de la época de In reformación ha producido más obras. Véase Hallers Biblioth. der &Any. Gesch. III.

[8] Ne dittüils ab exercitio líterarum cessaret. Osw. Myc. Vit. Zw.

[9] Ich habe auch nie von Keinem gehcert, der in der Kunst Musical so erfahren gewesen. B. Weysen, Füsslin Beytr. zur Ref..G. IV, 35

[10] Ut ingenium seáis defatigatum recrearetur et paratias ad solita studía ridererur.

Melch. Ad. Vit. Zw.

[11] Ingenio nmanus, et ore jucundus, supea quam Bici posan, erat. Osw. Myc. Vít.

Zw.

[12] Et doctrinara Ecclesiat veterern instaurari oporteat. Gualterus, plise. Tig. III, 102. § Der Tod Christi sey die einige Bezahlung für unsere Sünde. Füsslin, Beytr. II, p. 26S. Quam a. tanto viro semine. ginedain ... Zwingliano pactad injerta essent. Leo.

Jud. in Przef. ad Ann. Zw. in N. T.

220

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto 221

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO III

Amor a la guerra — Schinner—Pensión del Papa— El laberinto Zwingle en Italia—

Principio de Reforma—Zwingle y Lutero— Zwingle y Erasmo—Zwingle y los ancianos—París y Glaris.

ZWINGLE se aplicó en seguida con ardor al desempeño de los deberes que su extensa parroquia le imponía. A la edad de veinte y dos años, se dejó arrastrar amenudo por la disipación, y por las ideas relajadas de su siglo. Presbítero romano, era lo que entonces los demás presbíteros que le rodeaban. Mas aun en aquellos tiempos en que la doctrina evangélica no había aun trocado su corazón, Zwingle no di6 jamás ninguno de estos escándalos que tan amenudo afligen a la iglesia,[1] y sintió siempre la necesidad de subyugar sus pasiones a las mácsimas sagradas del Evangelio.

El amor a la guerra inflamaba entonces los tranquilos valles de Glaris. Vivían allí los descendientes y familias de los héroes, los Tschudi, los Wala, los Aebli, quienes habían derramado su sangre en los campos de batalla. Los guerreros ancianos referían a la mocedad, hambrienta de tales narraciones, las guerras de Borgoña y de Suabia, los combates de Santiago y de R.agatz. Mas ay ! ya no era contra los enemigos de su libertad, contra quienes aquellos belicosos pastores empuñaban las armas. A la voz de lós reyes de Francia, de los emperadores, de los duques deMilan, ó del mismo santopadre, se les vela bajar de los Alpes como los témpanos de hielo derritido, y entrechocarse con el ruido del trueno contra las tropas formadas en campo raso. [2]

Hácia al fin del siglo décimo quinto, un pobre muchacho llamado Mateo Schinner, que frecuentaba la escuela de Sion en Valesa, habiéndose parado a. cantar al frente de una casa, como lo hizo más tarde el joven Martin Lutero, fue llamado por un anciano.

Admirado éste de la. libertad con la cual el muchacho respondía a todas sus preguntas, le dijo con aquel acento profético que el hombre, según dicen, halla a veces a las puertas de la tumba : "Tú serás obispo y príncipe." Estas palabras cautivaron al pobre limosnero, y desde entonces una desmedida ambición se apoderó de su corazón. En Zurich y en Cálale, hizo progresos que admiraron a sus maestros. Llegó a ser párroco de una pequeña parroquia de Valesa, y de ahí subió rápidamente. Enviado a Roma para pedir al papa la confirmación de un obispo de Sion, que acababan de elegir, obtuvo él mismo aquel obispado y ciñó la mitra episcopal.

Aquel hombre astuto y ambicioso, a veces noble y generoso, siempre veía a una dignidad como el escalon que debía servirle para subir a otra posición más eminente.

Habiendo ofrecido sus servicios a Luis XII, fijándole el precio. " Es demasiado dinero para un hombre," dijo el rey. " Yo le mostraré," respondió el obispo de Sion indignado,

"que soy un hombre que vale muchos hombres." Efectivamente, se dirigió al papa Julio II, que le acogió con gozo ; y Schinner consiguió en 1510, hacer pasar la,confederaeion suiza toda entera a la política de aquel ambicioso pontífice. Habiendo 222

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto el obispo recibido en recompensa el capelo de cardenal, sonrió al ver que solo distaba un grado entre él y el trono de los papas. [3]

Las miradas de Schinner se dirigían sin cesar sobro los cantones de la Suiza, y donde descubria algún hombre de influjo, se apresuraba a atraérselo. El cura párroco de Glaris cautivó su atención, y no tardó Zwingle en saber que el papa le concedía una pensión anual de °in cuenta florines, para estimularle al cultivo de la literatura. Su pobreza no le permitia comprar los libros necesarios ; este dinero, durante el poco tiempo que Ifiric lo recibió, fue invertido enteramente en la adquisición de libros clásicds ó teológicos, que hacia venir dé Basilea.•[4] Desde entonces tuvo Zwingle íntimas relaciones con el cardenal, y abrazó de este modo el partido romano. Schinner Julio II abrieron paso a sus intrigas : ocho mil suizos, a quienes la elocuencia del obispocardenal habla enganchado, pasaron lo.s Alpes ; más la carestía, las armas y dinero de los francéses, les hicieron retroceder sin gloria a sus montañas. Legaron a su patria lo que ordinariamente se adquiere en las guerras contra el extranjero : la desconfianza, el libertinaje, el espíritu de partido, la violencia y toda clase de desórdenes. Los ciudadanos negaban la obediencia a, los magistrados, y los hijos ft sus padres ; se abandonó la agricultura, y el cuidado de los re. baños ; aumentaban a.

la vez el lujo y la mendicidad ; se rompían los lazos más sagrados, y amenazaba disolverse la confederación.

Entónces se desengañó é indignó el joven cura de Glaris. Levantó su voz de trueno para mostrar a su pueblo el abismo en que se precipitaba. En 1510 fue cuando publicó su poema intitulado : "El laberinto."[5] Tras los recodos de este misterioso jardin, Minos ha escondido el Minotauro, ese mónstruo, mitad hombre y mitad toro, que se nutre de la carne de los jóvenes Atenienses. El Minotauro es, dice Zwingle, el pecado, el vicio, la irreligion, y el servicio foráneo de los suizos, que degüellan los hijos de su nación.

Teseo, hombre emprendedor, intenta libertar a su patria ; pero infinitos ostáculos le detienen : en primer lugar se le presenta un lean con un ojo ; es la España y el Aragon : en seguida un águila coronada, cuya garganta está abriéndose para tragar ; es el imperio : luego un gallo, cuya cresta se eriza y parece provocar al duelo ; es la Francia.

El héroe supera todos estos ostáculos, llega donde el mónstruo, le acomete y salva a su patria.

"De este modo," se espresa el poeta, "los hombres andan en un laberinto; pero faltándoles el hilo, no pueden salir por donde entraron. Está borrada de los corazónes la pasión de Jesucristo. La gloria militar pone en peligro nuestra vida, molesta a nuestro prójimo, y nos precipito. en altercaciones, guerras y combates. Se dina que las furias infernales se han escapado de los abismos de Pluton." [6]

Se necesitaba un Teseo, es decir un reformador; Zwingle lo comprendió, y desde luego presintió su misión. Compuso poco después otra alegoría en sentido más directo.t 223

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto En Abril de 1512, se sublevaron nuevamente los confederados, a la voz del cardenal, para libertar la iglesia. Glaris era de los lugares que más figuraban. La vecindad casi entera estaba sobre las armas; formados al derredor de su estandarte, tuvieron que romper la marcha con su jefe, y su conductor espíritual Zwingle. El ejército pasó los Alpes, y el cardenal se presentó ante los confederados, con las insignias de honor con que lo había ennoblecido el pontífice, a saber: un sombrero de duque adornado con perlas de oro, y sostenido con un Espíritu•[7]Santo en forma de paloma. Los suizos asaltaban los fuertes y ciudades, y a despecho de sus enemigos vadeaban los ríos, desnudos y con la alabarda en las manos. Por todas partes eran repelidos los francéses; las campanas tocaban a rebato y las cornetas 6. degüello ; de todas partes se juntaban los vecinos ; los nobles abastecían al ejército de vino y frutas a discreción ; los curas y frailes publicaban por los caminos que los confederados eran el pueblo de Dios, que vengaban de sus enemigos a la esposa de Cristo ; y el papa, profeta como otro Caifás, daba a los confederados el título de "defensores de la libertad de la iglesia."

La residencia en Italia no fue nula para Zwingle, respecto a su vocación de reformador.

De vuelta de, esta campaña se puso a estudíar el griego, "con el fin," dijo, "de poder leer en el original de la verdad, la doctrina de Jesucristo.".[8]. " Estoy tan resuelto a aplicarme al griego," escribió él mismo a. Vadían, el 23 de Febrero de 1513, "que nadie podrá disuadirme a no ser el mismo Dios. Nii lo hago por vanagloria; sino únicamente por el amor que profeso a la Santa. Escritura." Mas tarde un buen presbítero, que había sido su condiscípulo, habiendo ido a visitarle, le dijo: "Maestro Ulric, me han asegurado que simpatizais con la nueva doctrina, y que sois luterano." "Yo no soy luterano," le respondió Zwingle, " pues aprendí el griego antes de haber oído hablar de Lutero."[9] Saber el griego, estudíar el Evangelio, en la lengua original, tal era según Zwingle, la base de la reforma.

No se paró Zwingle solo en reconocer temprano el sublime principio del cristianismo evangélico, a saber, la autoridad infalible de la Sagrada Escriture, comprendió ademas el modo de determinar el sentido de ella. "Tienen una idea muy poco elevada del Evangelio," [10] dijo, los que miran como frívolo, vano 6 injusto lo que piensan que no está de acuerdo con su razón.[11] No es permitido a los hombres amoldar a su antojo el evangelio, ni reducirlo su propio dictamen é interpretación." "Zwingle levantó los ojos al cielo," nos dice su mejor amigo, "no queriendo otro intérprete que el mismo Espíritu Santo."f [12]

Tal fu& desde su entrada en la carrera eclesiástica, el hombre que descaradamente representan como habiendo querido sujetar la Biblia a la razón humana. "La filosofía y la teología," decía él, "me suscitan incesantes objeciones ; más yo me digo ent6nces: es menester dejar todas estas quimeras a un lado, y buscar únicamente la interpretación de Dios mismo en su propia palabra. [13] Me puse," prosigue él mismo,

"a suplicar continuamente al Señor, se dignase concederme su luz ; y aunque no leía más libros que los de la Escritura, ella llegó a ser mucho más clara para mí, que si 224

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto hubiese leido todos los comentarios." Zwingle comparaba las Escrituras con las Escrituras, y explicaba los textos oscuros con otros más claros.*[14] Luego conoció a fondo la Biblia, y sobre todo el NuevoTestamento./ Así que Zwingle se convirtió a la Sagrada Escritura, la Suiza dió el primer paso hacia la reformación. Por lo mismo cuando explicaba las Escrituras, todos sentían que su doctrina venia de Dios, y no de un hombre.[15] "; Obra toda divina!" exclamaba Oswald Myconius ; "¡ así nos fue devuelto el conocimiento de la verdad celestial !"

Zwingle no desdeñó sin embargo las explicaciones de los más célebres doctores ; más tarde estudió a Orígenes, Ambrosio, Jerónimo, Agustin. y Crisóstomo : más no como autoridades. "Yo estudio los doctores," dice, " del mismo modo que uno se dirige a un amigo para preguntarle : ¿Cómo comprendeis esto ?" A su entender, la Escritura Santa era la piedra de toque con la cual debían ser probados aun los nutra santos doctores. [16]

La marcha de Zwingle fue lenta, pero progresiva. No llegó al conocimiento de la verdad como Lutero, es decir, con aquellos torbellinos que obligan el alma a buscar apresuradamente un refugio ; la obtuvo por la pacifica influencia de la Escritura, cuya fuerza crece insensiblemente en los corazónes. Lutero llegó al puerto deseado pasando por las tormentas de alta mar, y Zwingle siguiendo el curso natural del río. Estas son las dos vial principales por las que Dios conduce a los hombres. Zwingle no fue plenamente convertido a Dios y a su evangelio, sino durante su residencia en Zurich : sin embargo, en el año 1514 ó 1515, este hombre sólido dobló la rodilla ante Dios, para pedirle le diese a comprender su palabra ; y aquel año puede decirse fue el día en que abortó la luz que debía más tarde reflejar más bellamente.

En aquella época fue cuando una poesía de Erasmo, en que introducía a Jesucristo como dirigiéndose al hombre que perece por su misma culpa, causó una profunda impresión en Zwingle. Encerrado en su gabinete, repetia aquel trozo en que Jesús se quejaba de que los hombres no buscasen en él todas las gracias, a pesar de ser la fuente de todas ellas. " Todo." decía Zwingle, "todo !" y este todo estaba. siempre presente en su espíritu. "¿Hay acaso criaturas y santos, a los cuales debamos pedir algún socorro ? No, Cristo es nuestro único tesoro "f [17]

No se limitaba Zwingle a leer los escritos cristianos. Uno de los rasgos más característicos de los reformadores del siglo décimo sesto, es el estudio profundo de los autores griegos y romanos. Las poesías de Hesiodo, de Idomero y de Píndaro, encantaban a Zwingle, y éste nos ha dejado unos comentarios característicos de los dos últimos poetas. Le parecía que Píndaro hablaba de sus dioses de un modo tan sublime, que debía haber habido en él un presentimiento del verdadero Dios.

Profundizó a Ciceron y Demóstenes, los que le enseñaron el arte de la oratoria y los deberes del ciudadano; y llamaba hombre santo a Séneca. [18]

225

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto El hijo de las montañas de la Suiza gustaba también de iniciarse en las maravillas de la naturaleza en los escritos de Plinio. Thucídides, Salustio, TitoLivio, César, Suetatúo, Plutarco y Tácito, le enseñaban a conocer al mundo. Le han reprochado su entusiasmo por los hombres célebres de la antigüedad, y en verdad no se pueden justificar algunas de sus palabras. sobre este asunto. Pero si los honró tanto, fue porque creía ver en ellos, no virtudes humanas, sino la influencia del Espíritu Santo.

Léjos de encerrarse la acción de Dios, en los tiempos antiguos, dentro de los límites de la Palestina, se extendía según él al mundo universal.*[19] "Platon ha bebido también en la divina fuente. Y si los Catones, si Camilo y Escipion no hubiesen sido verdaderamente religiosos, i habrían sido tan magnánimos?”

Zwingle infundía en todos el amor de las letras. Varios jóvenes de distinción se instruían en su escuela. Valentina Tschudi, hijo de uno de los héroes de las guerras de Borgoña, le escribía : "No solo me habéis ofrecido libros, más vos mismo os ofrecísteis para mi instrucción ; yo no he encontrado a nadie que explicase los autores clásicos con tanta propiedad y profundidad como vos."[20]

Así hablaba aquel distinguido joven que había ya estudíado antes en Viena y en Basilea, con los más célebres doctores. Tschudi pasó a Paris : allí pudo comparar el espíritu que reinaba en aquella universidad, con el que había hallado en el estrecho valle de los Alpes, que dominan las cimas gigantescas y la nieve perpetua del Dodi, del Glarnisch, del Viggis y del Freyburg. "; En cuántas puerilidades sumergen la mocedad de la Francia !" dice él mismo. "Ningun veneno iguala al ajte sofistica que le enseñan. Ese arte lisonjea los sentidos, quita el juicio, y vuelve al hombre semejante al bruto ; pues queda entonces reducido a un son vano como el eco. Ni diez mujeres bastarían para contrarestrar uno salo de los sofismas de aquellos díalécticos. Estoy seguro que aun en sus mismas plegarias ofrecen sus sofismas a Dios, pretendiendo obligar al Espíritu Santo a que les otorgue lo que le piden a fuerza de silogismos."

Tales eran entonces Paris y Glaris ; la metrópoli intelectual de la cristiandad, y el hogar de los pastores de los Alpes. Un destello de la. palabra de Dios ilumina más que toda la sabiduría humana. [21]

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FOOTNOTES

[1] Sic reverentia pudoris, imprimís autem officii divini, perpetuo cava. Osw. Mye.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[2] Vit. Zw.

[3] Helvet. Kirchengeschichte von Wirz III, p. 314.

[4] Wellchem er an die Bücher verwandet. Bullinger, Mi.

[5] Das wir die licellsohen wüterinnn,

[6] Mwgend denken abbrochen syn.

[7] Zw.Opp. Edit de Schüler et Schulthess, IT, segunda parte, p. 250. 2 Fabelgedicht vom Ochsen und etlichen Thieren, iez loufender dirige begríffenlich. Ibid. p. 2.57

[8] De Gestis inter Gallos et Helvetios, relatio H. Zwinglii. 2 Ante decena anos, operan: dedi grreeis literis, ut ex fontíbus doctrinara Christi haurire posaem. Zw. Opp. I, p.

274, en su Expl. Ante., que es de 1523. 2 Ieh hab gruesa kórmen, ehe ich ni nüt von Luther geh¿trt hab. Salat Chronik. Ms.

[9] Níhil sublimius de evangelio sentiunt, guara quod quidquid eorum ratióni non est consentaneum, hoc iniquurn, vanum et frivolum existimant. Zw. Opp. I, p. 202.

[10] Ref. qpsn. X.,1 Ti, 5

[11] " Nec ponse evangelium ad semita et interpretatiónern hominnm redí gi. Zw.

Opp. I, p. 215.

[12] In miura suspexit, doctorem quxerenis Spiritnm. 08w. Myconius Vit. Zw.

[13] Scrípta contulit, et obscura ciad! elucida.vit. Ibid.

[14] In enrama, er macht im die H. Schrifft, insonders das N. T. gantz gernein.

Builinger, Ma.

[15] Ut nemo non videret Spiriturn doctorem, non horninem. Osw. Myc. Vit. Zw.

[16] Scripturá canonieL, *en Lyáio lapide probando,. Osw. Mycon., Vit. Zw.

[17] Darla Chriatua unser armen ~len sin einaiger Mista aei. Zw. Opp. I, p. 298.

Zwingle dice en 1623 que leyó esta poesía. de Erasino ocho 6 nueve años antes.

[18] Spiritus ille eceleatis non sobran Paleetinam vel oresverat vel fovebat, sed mundurn universum. CEeol. et Zw. Epp., p. 9.

[19] Nigi religioei, nunquarn fuissent magnanimi. Ibid.

[20] Nana qui sit aeriorils in enodandis autoribus judieii, vidi nerninem. Zw. Epp. p.

13.

[21] Lit neo decena mulierculie uni sophisue adaaquari queant. Zw. Epp•, p. 45.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto 228

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto CAPÍTULO IV.

Zwingle con respecto a Erasmo—Oswald Myconitia—Los bandidos—Ecolampade—

Zwingle en Marilian—Zwingle y la Italia—Método de Zwingle—Principio de la Reforma—Descubrimiento.

Un célebre escritor de aquel siglo, Erasmo, influyó mucho sobre Zwingle. Luego que salía al públiqo un escrito de aquel, éste se lo procuraba al instante. En 1514 llegó Erasmo a Basilea, donde fue recibido por el obispo con demostraciones de grande aprecio. Todos los amantes de la literatura se agruparon a su alderredor. Pero el rey de las escuelas distinguió fácilmente al que debía ser la gloria de la Suiza. "Yo felicito a la nación helvética," escribió a Zwingle, "de que vos contribuyais con vuestros estudios y costumbres, iguales en excelencia, a limarla y ennoblecerla."[1]

Zwingle ardía en deseos de verle; diciendo : "Españoles y Franceses fueron a Roma para ver a Tito Livio." Se puso en camino y llegó a Basilea, donde encontró un hombre de. cuarenta años de edad, de corta estatura, flaco y aparentemente delicado, más lleno de afabilidad y urbanidad. [2] Este era Erasmo El agrado de su persona desvaneció la timidez de Zwingle y la fuerza de su espíritu le subyugó. "Pobre," le dijo Ulric, " como Eschine, cuando cada uno de los discípulos de Sócrates ofrecía un presente a su maestro, te doy lo que dió Eschine ... me doy a. mí mismo !"

Entre los letrados que componían la corte de Erasmo, los Amerbach, los Rhenan, los Frobenius, los Nessen, los Glaréan, notó Zwingle a un joven natural de Lucerna de veinte y siete años de edad, llamado Oswald Geisshüsler. Erasmo tradujo su nombre al griego, y le llamó Myconius : así es que le apellidarémos comunmente por su propio nombre, para distinguir el amigo de Zwingle, del discípulo de Lutero, llamado Federico Myconius. Habiendo estudíado Oswald en Rothwyl con un joven de su edad, llamado Berthold Ilaller, después en Berna y finalmente en Basilea, llegó 6 ser preceptor en esta última ciudad de la escuela de San Teodoro, y después de la de San Pedro. El humilde preceptor percibía un salario muy escaso; no obstante casó con una señorita de tal sencillez y pureza de alma., que cautivaba los corazónes. Ya hemos visto que la Suiza estaba entonces llena de disturbios; que las guerras estrangeras suscitaban violentos desórdenes en ella, y que los soldados, al regresar a su patria, llevaban consigo el libertinaje y la brutalidad. Un día oscuro y nublado de los de invierno, algunos de aquellos hombres licenciosos atropellaron la tranquila morada de Oswald durante su ausencia. Tocaron a la•puerta, arrojaron piedras, llamando con expresiones poco honestas a su casta esposa; enfin derribaron las ventanas é internados en la escuela, rompieron y quebraron cuanto había, y se retiraron.

Poco después llegó Oswald. Su hijo, el pequeño Feliz, corrió a, su encuentro dandogritos, al mismo tiempo que su esposa, impedida del habla, hacia señas del más terrible sobresalto. Comprendió lo acaecido, y oyendo en aquel mismo instante un ruido en la calle, salió como fuera de sí el maestro de escuela con una arma, y 229

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto persiguió 6, los bandidos hasta el camposanto, donde se atrincheraron para defenderse. Tres de ellos cargaron sobre Myconius, y le hirieron. Entretanto que vendaban su herida, aquellos desvergonzados invadieron nuevamente su casa vociferando horriblemente. Oswald se para aquí en su narración.*[3] He aquí lo que pasaba en los pueblos de la Suiza,, en el principio del siglo décimo sesto, y antes que la reformación hubiesedulcificado y disciplinado las costumbres.

La rectitud de Oswald Myconius, su sed de ciencia y de virtud, le inclinaron hacia Zwingle. El preceptor de la escuela de Basilea reconoció cuánto había de sublime en el cura párroco de Glaris. Lleno de humildad, ocultaba él mismo los elogios que le hacían tanto Zwingle como Erasmo. Este decía muchas veces: "A vosotros preceptores, os aprecio tanto como a los reyes." Mas no pensaba así el modesto Myconius. " Desde mi infancia," decía, "vivo con muchos afanes ; yo no sé porqué la naturaleza me ha dotado de tanta humildad y pequeñez."[4]

Casi al mismo tiempo que Zwingle, negó a Basilea un predicador que llamaba entánces la atención. Dotado de un carácter dulce y pacífico, gustaba de la vida tranquila ; lento y circunspecto en su quehacer, se complacia sobre todo en trabajar en su gabinete y cuidar de que reinara la concordía entre los cristianos. Este tal se llamaba Juan Hausschein, ó Ecolampade en griego, es decir: "luz de la casa." [5]

Ecolampade nació en Franconia, de padres ricos, un año antes que Zwingle. Su piadosa madre deseaba consagrar a la ciencia y al mismo Dios el único hijo que le había dejado. Su padre lo dedicó al comercio, y después a la jurisprudencia. Mas vuelto Ecolampade de Boloña, donde había cursado el derecho, el Señor, que quería hacer de él una lámpara para la iglesia,*[6] le indujo al estudio de la teología.

Predicaba en su villa natal, cuando Capiton, que le había conocido én Heidelberg, le hizo nombrar predicador en Basilea.

Allí anunció a Cristo con tanta elocuencia, que llenó de admiración a sus oyentes.*[7]

Erasmo le recibió entre sus amigos. Ecolampade estaba satisfecho con las horas que pasaba en sociedad con aquel grande ingenio. "Sola una cosa debe buscarse en la Sagrada Escritura, y es Jesucristo," le decía el príncipe de las letras.f [8] En testimonio de su amistad, éste regaló al joven predicador el principio del evangelio según San Juan. Ecolampade besaba muchas veces aquel recuerdo de tan precioso afecto, y lo conservaba colgado a los piés de su crucifijo, para acordarse siempre de Erasmo en sus oraciones.

Zwingle regresó a sus montañas con el espíritu y corazón llenos de cuanto había visto y oído en Basilea. Poco después escribió a. Erasmo lo siguiente: "Yo no podría probar el sueño, Si no hubiese conversado algún tiempo con vos. De nada me glorio tanto como de haber visto a Erasmo." Zwingle había recibido un nuevo impulso. Semejantes viajes influyen a menudo sobre la carrera del cristiano. Sus discípulos le veían con admiración crecer en bondad y sabiduría ; éstos eran Valentino, Jost, Luis Pedro y 230

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Egidius Tschudi. Tambien admiraban lo mismo sus amigos : el magistrado 2Ebli, el cura Binzli de Wesen, Fridolin Brunner, y el célebre profesor Marean. Los ancianos lo veneraban como un súbdito valiente de la patria ; y los fieles pastores, como un celoso ministro del Señor. Nada se ejecutaba en la. vecindad sin consultarle primero.

Toda la gente de bien esperaba que las antiguas virtudes de los suizos serían un día restablecidas por él. [9]

Habiendo subido al trono Francisco Primero, y queriendo vengar en Italia el honor debido al nombre francés, temió el papa y procuró ganarse los cantones.

En consecuencia, uñe volvió a ver en 1515, los campos de Italia, entre los cuerpos de infantería de sus conciudadanos. Mas la división, que la intriga de los francéses causó en el ejército confederado, afligió su oorazón. En seguida se le veis arengar con energía y elocuencia a sus oyentes, armados de piés a cabeza para entrar en el combate.*[10] El S de Setiembre, cinco días antes de la batalla de Mariñan, predicó en la plaza pública de lienza, donde se hallaban reunidos los soldados suizos que habita permanecido fieles a su estandarte. Si entonces y más tarde se hubiesen seguido los consejos de Zwingle," dice Werner de Steiner de Zug, cuántos males se hubieran evitado en nuestra patria !" Pero estaban cerrados los oidor las palabras de concordía, de prudencia y de sumisión. La vehemente elocuencia del cardenal Schinner electrizaba a los confederados, y los hacia arrojarse impetuosamente sobre los funestos campos de Mariñan. La flor de la mocedad helvética sucumbió allí. No habiendo podido Zwingle impedir tantos desastres, se arrojó él mismo, por la causa de Roma, entre los peligros. Su mano empuñó la espada.*[11] Funesto error de Zwingle! Olvidó más de una vez que romo ministro de Jesucristo no debía pelear más que con las armas del Espíritu; y debió ver realizada en su persona, de un modo evidente, esta profecía del. Señor: "El que empuñare la espada, a espada morirá."

Zwingle y sus suizos no pudieron salvar a Roma. El embajador de Venecía fue el primero de los de la ciudad de los pontífices, que supo la derrota de Mariñan. Madrugó lleno de gozo y se fue por la mañana al Vaticano. El pontífice salió medio vestido de su dormitorio, para darle audiencia. Lean X al recibir esta noticia no le pudo ocultar su terror.

En aquel momento de apuro no vió más que a Francisco Primero, y a éste solo invocó.

"Ilustrísimo embajador," dijo el temeroso papa a Zorsi, " es menester abandonarnos a. los brazos del rey, é implorar su misericordía!" Lutero y Zwingle, en sus apuros, conocían otro brazo é invocaban otra misericordía.*[12]

Tampoco fue nula esta segunda residencia de Zwingle en Italia. Notó la discrepancia que eceiste entre el ritual ambrosiano, en uso en Milan, y el romano. Juntó y comparó entre ámbos los canones más antiguos de la misa. De este modo se desarrollaba en él el espíritu de exámen, aun entre el tumulto de los campamentos. Al mismo tiempo la vista de aquellos hijos de su patria, conducidos más allá de los Alpes y entregados al 231

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto matadero como sus ganados, le llenó de indignación. "La carne de los confederados,"

decian algunos, " es más barata. que la de sus bueyes y becerros." La deslealtad y ambición del papa,t [13] la avaricia é ignorancia de los curas, el desarreglo y la disipaoion de los frailes, el orgullo y lujo de los prelados, la oorrupción y venalidad que alucinaban a los suizos en todas partes, todos estos males herían más que nunca su vista, y le hicieron sentir todavía más vivamente la necesidad de una reforma en la iglesia.

Desde entónese Zwingle predicó más claramente la palabra de Dios.. Esplicaba fragmentos de los evangelios y de las epístolas escogidos para el culto, confrontando siempre la Escritura con la Escritura.[14] Ha. biaba con aninHiación y eficacia,4 y seguía con sus oyentes la misma marcha sue Dios seguía con él. [15] No procla oraba, como Lutero, los males de la iglesia ; pero al paso que el estudio de la Biblia le manifestaba alguna instrucción útil, la ponía en práctica con sus fieles. Buscaba cómo introducirles la verdad en el corazón, y no se curaba de lo que ella obraría en ellos.•[16]

Zwingle pensaba así : "Si comprenden la verdad, fácilmente discernirán la mentira."

Esta mácsima es excelente para los principios de una reforma; pero llega un tiempo en que es menester levantar recio la voz para señalar el error ; lo cual Zwingle no ignoraba, y por lo mismo decía : "La primavera es la estación oportuna para sembrar."

Para él era entánces la primavera.

Zwingle ha indicado aquel tiempo (1516) como el principio de la reformación Suiza.

En efecto, si cuatro años antes inclinó su cabeza sobre el libro de Dios, entonces la levantó y se volvió hacia su pueblo, para comunicarle la luz que había recibido en él.

Es una época nueva é importante en la historia del desarrollo de la revolución religiosa de aquella comarca; pero es un error el deducir de estos datos que la reforma de Zwingle precedió a la. de Lutero. Puede ser que Zwingle haya predicado el evangelio un año antes que apareciesen las tésis de Lutero; más también el mismo Lutero lo predicó cuatro años antes de aquellas famosas proposiciones. Si Lutero y Zwingle se hubiesen limitado a simples predicaciones, la reformación no hubiera avasallado tan prontamente la iglesia. No fueron ni Lutero ni Zwingle el primer fraile y el primer cura que predicaron una doctrina más evangélica que la de los escolásticos.

Pero fue Lutero el primero que levantó públicamente, y con un indómito valor, el estandarte de la verdad contra el imperio del error. Fue Lutero el que llamó la atención general sobre la doctrila fundamental del evangelio, a saber la salvación por la gracia; fue Lutero el que puso a su siglo en esta nueva carrera deociencia, de fe y de vida, de la que ha engendrado un nuevo mundo; en una palabra, Lutero fue el que causó una saludable y verdadera revolución. La gran lucha, cuya señal fueron las tésis de 1517, alumbró verdaderamente la reforma en esta esfera terrestre, y le dió a la. vez una alma. y un cuerpo. Lutero fue el primer reformador.

Un espíritu de exámen comenzaba a difundirse en las montañas de la Suiza.

Hallándose un día el párroco de Glaris en la risueña comarca de Monis, en casa de 232

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Adán, cura párroco del lugar, con Bunzli cura de Wesen, y liar schon cura de Kerensen, estos amigos descubrieron una antigua liturgía en la cual leyeron estas palabras: Una vez que hayan bautizado el niño, adminístresele la comu nión con pan y vino.

Por consiguiente, dijo Zwingle, la cena se administraba ent6nces en nuestras iglesias en dos especies. Aquella liturgía tenía cerca de doscientos años. Fue un gran hallazgo para aquellos ministros de los Alpes. La derrota de Mariñan producia sus frutos en el inte rior de los cantones. El vencedor Francisco Primero, prodigaba oro y adulaciones para ganarse a los confedera dos; y el emperador les rogaba por su honor, por las lá grimas de las viudas y de los huérfanos, y por la sangre vertida de sus hermanos, que no se vendiesen a. sus homicidas. Habiendo triunfado en Glaris el partido fran ces, la residencia en aquel lugar fue insoportable a Ulric.

Si Zwingle hubiese permanecido en. Glaris, tal vez hubiera sido un hombre del siglo.

Las intrigas de los partidos, las preocupaciones políticas, el imperio, la Fran cia, el duque de Milan, hubieran absorvido casi toda su vida. Dios no deja jamás entre el tumulto del mundo, a los que quiere preparar para los pueblos. El los separa, y los coloca en un retiro, donde se encuentran ante Dios y ante sí mismos, donde reciben profundas lecciones. [17]

El mismo Hijo de Dios, tipo en esta particularidad de las vías que él mismo traza a sus siervos, pasó cuarenta diem en el desierto. Ya era tiempo de arrebatar a Zwingle del torbellino político ; pues si se hubiese apoderado enteramente de su alma, hubiera sofocado en ella el Espíritu de Dios. Era urgente formarle para otra distinta escena que aquella en que se agitan los cortesano. entre gabinetes y bandos, donde hubiera agotado inótihnente unas fuerzas dignas de otro empleo más sublime. Su puéblo necesitaba otra cosa muy distinta. Era menester que bajase entonces de los cielos una nueva vida, y que el órgano que debía comunicarla olvidase las cosas del siglo, para aprender las del cielo. Estas son dos esferas enteramente diversas ; un espacio inmenso separa estos dos mundos, y antes de pasar del todo de uno a otro, Zwingle debía residir por algún tiempo en un espacio neutral, sobre una tierra fronteriza y preparatoria, para ser enseñado por Dios en ella. Dios le sacó entónoes de entre los partidos de Glaris, y le condujo a pasar el noviciado en la soledad de una hermita.

Encerró dentro de los estrechos muros de una abadía, aquel Ornen vigoroso de la reformación, que trasplantado luego en mejor tierra, debía cubrir los montes con su sombra.

" No sería conveniente," decíaz algunos, "ocultar a Lutero por ahí, mientras la borrasca pasa ?" Un suceso inesperado vino a sacar de este difícil paso a Lutero, al elector y a la reforma. El aspecto del mundo cambió de repente.

El 12 de Enero de 1519, falleció Maximiliano, emperador de Alemania; y Federico de Sajónia, conforme a la constitución germánica, subió a ocupar la silla imperial. Desde luego, el elector no tuvo ya. que temer los proyectos de los nuncios. Nuevos intereses 233

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto vinieron a agitar la corte de Roma, y a obligarla a ser respetuosa en sus negociaciones con Federico, y a detener el golpe que premeditaban sin duda Miltitz y De Vio.

El papa tenis. un vivo deseo de alejar del trono imperial a Don Carlos de Austria, ya rey de Nápoles. Pensaba que un rey, vecino suyo, era más temible que un fraile de Alemania. Deseoso dé asegurarse del elector, que podía serle muy útil en esta empresa, determinó dar algún descanso al fraile para mejor oponerse al rey ; pero limbos, a pesar suyo, siguieron progresando. Hé ahí como se efectuó el cambio de León X.

Otra_ circunstancia vino también a alejar la tormenta que estaba a punto de estallar contra la reforma. Apénas murió el emperador, se suscitaron disturbios políticos. Al sur del imperio, la confederación Suabia quería castigar a Ulrico de Wurtemberg, por habérsele declarado infiel. Al norte, el .obispo de Hildesheim se lanzaba con las armas en la mano, sobre el obispado de Midinia y sobre las tierras del duque de Brunswick.

En medio de estas agitaciones, cómo hubieran podido loe hombres grandes de la época dar importancia a una. discusión sobre el perdon de los pecados ? Pero Dios convirtió a beneficio del progreso de la reforma la reputación de sabio de que gozaba el elector, ya elevado a la dignidad de vicario del imperio, y la protección que prestaba a los nuevos doctores.

"La borrasca se aplacó," dice Lutero; " la excomunión papal empezó a caer en ridículo.

A la sombra del vicariato del elector, se difundió a. lo lejos el Evangelio, y de esto resultó un dato considerable al papismo."*[18]

Por otra parte, durante un interregno, las prohibiciones más rígidas perdían naturalmente su fuerza. Todo venia a ser más libre y fácil. El rayo de libertad que vino a fecundizar los gérmenes de la reforma, desarrolló poderosamente esta planta todavía tierna, y desde entonces pudo preverse cuán favorable sería la libertad política a los progresos del cristianismo evangélico.

Habiendo llegado Miltitz a Sajónia antes de la muerte de Maximiliano, se apresuró a hacer una visita a su amigo Spalatín; pero apenas dió principio a sus quejas contra Lutero, cuando Spalatín expresó las suyas contra Tezel. Instruia al nuncio de las falsedades y blasfemias del vendedor de indulgencias, declarándole que toda la Alemania atribuia al fraile dominicano el cisma que laceraba la iglesia.

Miltitz se quedó atónito. De acusador pasó a ser acusado. Todo su encono se dirigió entonces contra Tezel, a quien mandó compareciese en Altenburgo, a justificarse en su presencia.

El dominicano, tan cobarde como fanfarron, temiendo al pueblo, que estaba indignado por sus fraudes, había dejado de recorrer las ciudades y los campos, para mantenerse oculto en Leipsig, en el colegio de San Pablo. Al recibir la carta de Miltitz palidece. i Roma misma le abandona, le amenaza, le condena ; y quiere sacarle del único asilo 234

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto donde él se cree seguro, para entregarlo al firor de sus enemigos ! Tezel se negó a comparecer a la cita del nuncio; el 31 de Diciembre de 1518, escribía a Miltitz, No serían ciertamente los trabajos del viaje los que yo sentiría, si pudiese salir de Leipsig sin que mi vida corriese peligro ; más el agustino fray Martin Lutero ha escitado y sublevado a los hombres de influjo contra mí, de tal manera, que no me creo seguro en ninguna parte. Un gran número de los partidarios de Lutero han jurado mi muerte. Esta es la causa por que no puedo comparecer ante vos. Qué contraste tan notable el que presentaban aquellos dos hombres encerrados, el uno dentro de los muros del colegio de San Pablo en Leipsig, y el otro en el claustro de los Agustinos en Wittemberg! El siervo de Dios ostentaba un valor intrépido en presencia del peligro, y el siervo de los hombres se dejaba arrastrar por una miserable cobardía.

[19]

Miltitz tenía órden de emplear, al principio, las armas de la persuasión, y solo en el caso de que estas no bastaran, debla exibir los setenta buletos pontificios, y hacer uso de toda la influencia romana, para inducir al elector a que contuviese a Lutero.

Manifestó, pues, su deseo de. tener una entrevista con el reformador. Su amigo Spalatín, que lo era también de Lutero, ofreció su casa para el efecto ; y este último salió de Wittemberg el 26 de Enero, con dirección a Altenbourg.

Miltitz apuró en aquella entrevista todas las sutilezas de un diplomático y de un cortesano romano. Al entrar Lutero, se le aproximó el nuncio con grandes demostraciones de amistad. "Ay !" dijo entre sí Lutero, " ¡cómo se ha convertido su violencia en dulzura! Este nuevo Saulo venia a Alemania armado de setenta buletos apostólicos, para conducirme vivo y cargado de cadenas a esa homicida Roma ; pero el Señor lo echó por tierra en su eamino."t [20]

"Caro Martin," le dijo el legado del papa con voz cariñosa, " yo creía que erais un viejo teólogo de esos, que sentado tranquilamente delante de su estufa, maquinan alguna fantasía teológica ; más veo que todavía estais joven y en lo mejor de vuestra edad.*

¿ Sabeis," prosiguió con tono más grave, "[21] que habéis arrebatado al papa el mundo entero, y que os le habéis adjudicado a vos mismo ?"[22] No ignoraba Miltitz que el mejor modo de seducir a los hombres es lisonjeando su orgullo ; pero no conocia al hombre con quien trataba. "Aunque tuviese un ejército de veinte y cinco mil soldados,"

añadió, "no sería yo, a la verdad, el que emprendería la tarea de sacaras de este país para conduciros a Roma.": Roma, a. pesar de su poder, se sentía débil delante de un mísero fraile ; y este se sentía fuerte en presencia de Roma. "Dios detiene las olas del mar sobre la playa," decía Lutero, " y las detiene con arena.[23]•

Creyendo el nuncio haber preparado así el espíritu de su adversario, prosiguió en estos términos : "Curad vos mismo la llaga que habéis hecho a la iglesia, y que solo vos podeis cicatrizar. Guardaos," añadió, dejando correr algunas lágrimas, [24] "

guardaos bien de excitar una tormenta que causaría la ruina de la cristiandad." fi 235

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Luego, poco a poco llegó a insinuar que solo una retractación podía reparar el mal ; pero dulcificó incontinente lo que podio encerrar de chocante esta palabra, dando a entender a Lutero que le profesaba la más, alta estima, espresando toda su indignación contra Tezel. La red había sido arrojada por una mano diestra; [25] ¿cómo evitarla? "Si desde el principio me hubiese hablado así el arzobispo de Maguncia," dijo más tarde el reformador, " este negocio no hubiera hecho tanto ruido.[26]

Lutero tomó entonces la palabra y espeso con calma, pero al mismo tiempo con dignidad y fuerza, las justas quejas de la iglesia ; manifestó toda su indignación contra el arzobispo de Maguncia, y se quejó noblemente del modo indigno con que Roma le había tratado, apesar de la pureza de sus intenciones. Miltitz que no esperaba un lenguaje tan fuerte, supo sin embargo dominar su ira.

"Yo os ofrezco," replicó Lutero, "guardar silencio en lo sucesivo, sobre estas materías, y abandonar esta Megtión,*[27] siempre que por su parte mis adversarios callen también ; pero si siguen .atacándome, pronto verémos nacer de una simple disputa un combate serio. Mis armas están listas." "Aun haré más," añadió poco después;

"escribiré a Su Santidad manifestándole que he sido tal vez demasiado violento, declarándole que obraba como hijo fiel, de la iglesia cuando combata las predicaciones que acarreaban a esta el vilipendio y las injurias del pueblo; aun más, consiento en publicar un escrito por medio del cual invitaré a cuantos lean mis libros, a no ver en ellos ataques contra la iglesia romana, y a que permanezcan sumisos a ella. Si, estoy dispuesto a hacerlo todo y a conformarme con todo; pero por lo que hace a:retracta don alguna, no la espereis jamás de mí."

Por el tono decidido de Lutero, Miltitz comprendió, que lo más acertado era manifestarse satisfecho con lo que¡ el reformador prometia. Solo propuso que se llamara un arzobispo como árbitro, para que examinara los puntos que había que discutir : "Ell hora buena," dijo Lutero ; "pero me temo mucho que el papa no quiera aceptar un juez ; en cuyo caso yo tampoco aceptaré el juicio del papa, y entonces habrá de principiar la lucha nuevamente. El papa compondrá el texto, y yo haré su comentario."

Así terminó la primera entrevista de Lutero y Miltitz. Luego tuvieron otra, en que firmaron su tregua, ó mejor dicho, la paz. En seguida Lutero dió cuenta al elector, de cuanto había pasado : Serenísimo Príncipe y Benignísirno Señor," le escribía ; "me apresuro a poner en conocimiento de Vuestra Alteza electoral, que Carlos de Miltitz y yo nos hemos, al fin, puesto de acuerdo, y terminado el negocio, firmando estos dos artículos :

" Primero : Queda prohibido a ámbas partes el predicar, escribir y continuar agitando la controversia que se ha suscitado.

236

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

" Segundo : Miltitz hará saber inmedíatamente al Santo Padre, el estado de las cosas.

Su Santidad mandará a un arzobispo ilustrado que se imponga del negocio, é indague los artículos erróneos de que yo deba retractarme. Si se me prueba que estoy equivocado, gustoso me retractaré, y no haré ninguna cosa más que pueda mancillar el honor ni la autoridad de la santa iglesia romana.[28]

Terminado así el convenio, Miltitz rebozaba de alegría. " Hacia cien años," exclamó él, "que ningún negocio causaba tanta inquietud como este a los cardenales y cortesanos de Roma. Hubieran dado diez mil ducados antes que consentir en su prolongación."[29]

El camarero del papa no excusaba ningunra demostración para con el fraile de Wittemberg, ya manifestando alegría, ya derramando lágrimas. Esa apariencia de sensibilidad conmovió poco al reformador; pero se guardó muy bien de dar a conocer lo que esto le hacia pensar. “Me hice como el que no comprendía lo que significaban aquellas lágrimas de cocodrilo,"* [30] dice Lutero. Se asegura que el cocodrilo llora cuando no puede agarrar su presa.

Miltitz convidó a Lutero a cenar, y éste aceptó el convite. El huésped echó a un lado la aspereza atribuida a su categoría, y Lutero se dejó dominar por su buen humor natural.

En la cena reinó la alegría,• y habiendo llegado la hora de retirarse, el legado abrió los brazos al doctor hereje, y lo besó. [31] "Beso de Júdas," dijo entre sí Lutero. "Fingí,"

escribió este a Staupitz, "no comprender todos esos artificios italianos."I [32]

¿ Sería acaso este beso el que debiera reconciliar la, silla pontifical con la naciente reforma ? Miltitz así lo esperaba, y se regocijaba de ello, porque veía con ojos más claros que los cortesanos de Roma, las terribles consecuencias que la reforma acarreaba al papado. Si Lutero y sus adversarios se callan, se decía a sí mismo, la cuestión quedará terminada, y Roma, creando circunstancias propicias, recuperará toda su antigua influencia. Se creía ya, pues, que se había llegado al fin del debate.

Roma había abierto sus brazos al reformador, y parecía que este se había arrojado entre ellos ; pero era esta obra, de la reforma, no dei un. hombre, sino de Dios. El error de Roma ha consistido en ver una simple querella de un fraile, donde comenzaba una nueva vida en la iglesia. Los ósculos de un camarero del papa no podían detener el renacimiento de la cristiandad. [33]

Miltitz, fiel al convenio que acababa de firmar, pasó de Altenbourg a Leipsig donde estaba Tezel. No había necesidad de taparle la boca; porque antes de hablar, se hubiera escondido en las entrañas de la tierra, si hubiese podido ; más el nuncio quería descargar su cólera sobre él. Apénas llegó a Leipsig, hizo citar al infeliz Tezel.

Le colmó de reprensiones, lo acusó de ser el autor de todo el mal, y lo amenazó con la indignación del papa.f [34]

237

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto Esto era poco : el agente de la casa de Fugger, que se hállaba entonces en Leipsig, fue confrontado con él. Miltitz presentó al dominicano las cuentas de dicha casa, los papeles que él mismo había firmado, y le probó que había robado 6 malgastado sumas considerables. El infeliz, a quien nada amedrentaba en los días de su triunfo, se vió rendido por acusaciones tan justas; cayó en la desesperación; se le alteró la salud, y ya no sabía cómo ocultar su vergüenza. Altero llegó a saber el triste estado en que se hallaba su antiguo adversario, y solo él le tuvo lástima. “Yo compadezco a Tezel,"

escribió a Spalatín. • [35] No se paró en estas palabras. No aborrecía al hombre, si no sus malas acciones. Mientras Roma le abrumaba con el peso de su cólera, le escribió una carta llena de consuelos. Más todo fue inútil. Perseguido Tezel por los remordimientos de su conciencia, asustado con las quejas de sus más íntimos amigos, y temiendo la indignación del papa, murió miserablemente poco tiempo después. Se creyó que el pesar había acelerado su rnuerte. [36]

Lutero, fiel a las promesas que había hecho a Miltitz, escribió al papa la siguiente carta, el 3 de Marzo de 1518.

Santísimo Padre ! que vuestra beatitud se digne prestar su oido paternal, que es como el del mismo Cristo, a vuestra oveja descarriada, y escuchar bondadosamente su balido. ¿ Qué haré yo, Santísimo Padre ? Yo no puedo sobrellevar el peso de vuestra ira, y no sé cómo librarme de ella. Se me pide una retractación ; me apresuraría a hacerla, si ella pudiera conducir al fin que se proponen. Mas la persecución de mis adversarios ha hecho que sea mayor la circulación de mis escritos, y estos están dema siadamente impresos en los corazónes, para que sea posible b rrar]os. Una retractación no haría sino deshonrar más y más la iglesia de Roma, y arrancar de los labios de todos túl. grito de acusación contra ella. Santísimo Padre, yo confieso ante Dios y sus criaturas, que jamás he pretendido, ni tampoco pretendo, cansar ningún detrimento por fuerza ó con astucia al poder de la iglesia romana, ni a la de Vuestra Santidad. Reconozco que nada en el cielo ni en la tierra debe sobreponerse a esta iglesia, a no ser Jesucristo, Señor de todo lo criado.

Estas palabras pudieran parecer estraña,s, y atún reprehensibles en la boca de Lutero, si se olvidase que no vino de un golpe a la luz, sino con paso lento y progresivo.

Ellas atestiguan, y esto es muy importante, que la. reforma no ha sido una mera oposición al papado. No fue una guerra declarada a tal ó cual forma, ni a esta 6 aquella, tendencia negativa lo que la realizó. La oposición al papa. no entró sino corno un segundo recurso. Una nueva vida, y una doctrina positiva fueron el principio generador. Jesucristo Señor de todo lo criado, y que debe ser preferido a todo," y a Roma misma, como lo dice Lutero en la "Conclusión de su carta, he aquí la causa esencial de la revolución del siglo decirnosexto.

Es probable que algún tiempo antes el papa no hubiera dejado pasar así una carta, en que el fraile de Wittemberg se negaba esplícitamente a una retractación. Pero 238

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto había muerto ffacsimiliano, y ocupados todos en la elección de su sucesor, quedó olvidada la carta de Lutero entre las marañas políticas que inquietaban entonces la ciudad del pontífice.

El reformador empleó su tiempo mejor que su poderoso adversario. Entretanto que León X, enagenado de los intereses que gozaba como príncipe temporal, echaba mano de todo para destronar a un vecino que temia; Lutero aumentaba de día en día en inteligencia y en fé. Este estudíaba los decretos de los papas; y los descubrimientos que hacia modificaban mucho sus ideas. [37]

"Leo los decretos de los pontífices,." dijo Lutero a Spalatín, "y, te lo digo al oido, yo ignoro si el papa es el mismo Anticristo ó su apóstol, de tal manera está. Cristo desfigurado y crucificado en ellos." [38]

Sin embargo él amaba aun la antigua iglesia de Roma, y no pensaba separarse de ella.

Hé aquí lo que dice en la esposición que prometió a Miltitz publicar: " Que la iglesia.

romana sea venerada de Dios sobre las demás, es cosa que no se debe dudar. San Pedro, san Pablo, cuarenta y seis papas, muchas centenas de millares de mártires, han derramado su sangre en su seno y han vencido el infierno y el mundo ; de suerte que el ojo de Dios descansa particularmente sobre ella. El que actualmente la veamos en muy triste estado, no es motivo para separarse de ella. Al contrario, cuanto peor vayan las cosas en su interior, tanto más apegados a ella debemos estar ; pues nuestra separación no será la que hayade mejorarla. No se debe abandonar a Dios por causa del diablo, ni a los hijos de Dios que se encuentran todavía en Roma, por los muchos malos que ha» Ningun pecado ni ningún mal debe destruir Ja caridad, ni quebrantar la unidad : pues la caridad todo lo puede, y nada es difícil a la unidad."[39]

No fue Lutero el que se separó de Roma ; fue Roma la que se separó de Lutero, y que desechó así la antigua fe católica de la que él era entonces representante. No fue Lutero quien despojó a Roma de su poder, ni a que hizo bajar a su obispo del usurpado trono ;. la doctrina que anunciaba, la palabra de los apóstoles que Dios manifestaba de nuevo a la iglesia universal con gran poder y admirable pureza, pudieron solas prevalecer contra aquella; fuerza que desde siglos atroz subyugaba la iglesia.

Estas manifestaciones del reformador, publicadas a fines de Febrero, nada satisfacían aun a Miltitz y a DeVio. Esas dos aves de rapiña, habiendo dejado escapar ambas su presa, se encerraron dentro de las antiguas murallas de Tréveris. Allí, protegidos por el príncipe mitrado, esperaban conseguir juntos el fin que ninguno de ellos pudo lograr aisladamente. Comprendían los dos nuncios, que nada más tenían que esperar de Federico, revestido del supremo poder en el imperio. Veían que Lutero persistía en negarse a toda retractación.

El único medía de buen écsito, era sustraer al herético fraile de la protección del elector, y atraerle hacia ellos. Una vez que esté en Tréveris el reformador, en un 239

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto estado sumiso a uno de los príncipes de la iglesia, será, muy diestro si sale de allí sin haber plenamente satisfecho las exigencias del Soberano Pontífice. Pusieron mano a la obra. "Lutero," dice Miltitz al elector arzobispo de Tréveris, "ha aceptado vuestra Grandeza como árbitro. Citadle piles ante vos." En consecuencia, el elector de Tréverís escribió al elector de Sajónia, el 3 de Mayo, pidiéndole le mandase a Lutero.

DeVio, y en seguida el mismo Miltitz, escribieron Federico, anunciándole que la rosa de oro había llegado a Augsbourg a casa de los Fuggers. Estaban persuadidos que aquel era el momento de dar el golpe decisivo. [40]

Pero las cosas han cambiado ; ni Federico ni Lutero se dejan conmover. El elector ha comprendido su nueva misión. Ya no teme al papa, y mucho menos a sus siervos. El reformador, viendo reunidos a Miltitz y DeVio, adivina la suerte que le espera, si se ,rinde a sus invitaciones. "En todas partes y de todos modos buscan mi vida," dice él.•[41] Por otra parte Lutero ha pedido que el papa se pronuncie ; pero este, del todo ocupado de cetros y de intrigas, no contestó. Lutero escribió a Miltitz Cómo pudiera yo ponerme en camino sin un salvocon dueto de Roma, en medio de los disturbios que agitan el imperio ¿Cómo arrostrar tantos peligros y espenerme a tantos gastos, yo el más pobre de los hombres.

El elector de Tréveris, hombre sabio y moderado, amigo de Federico, quería llevarse bien con este, y no deseaba tomar parte en aquel asunto, sin que se le llamase espresamente. Convino, pues, con el elector de Sajónia en diferir el exámen para la próxima dieta, la cual se reunió en Worms dos arios después.

Entretanto que una mano providencial alejaba uno trae otro cuantos peligros amenazaban a Lutero, este avanzaba animosamente hacia un punto que él mismo deseonocia. Aumentaba su reputación ; fortalecíase la causa de la verdad y crecía el número de estudiantes en Wittemberg, entra los cuales se hallaban los jóvenes más distinguidos de Alemania. "Nuestra ciudad," escribía Lutero, " apenas puede alojar todos los alumnos que llegan." Y en otra ocasión : "El número de estudiantes aumenta escesivamente, y como agua que inunda."°

Ya no era solo en Alemania en donde se hacia oir la voz del reformador : ella había pasado los límites del imperio, y principiaba a socabar los cimientos del suntuoso edificio romano, entre los diversos pueblos de la cristiandad. Frobenius, famoso impresor de Basilea, había publicado la colección de las obras de Lutero, las cuales se difundieron con rapidez. El mismo obispo de Basilea elogió a Lutero ; y el cardenal de Sion, habiendo leido sus obras, dijo con ironía, usando uu juego de palabras sobre su nombre : " Oh Lutero ! eres un verdader Lutero ; (un verdadero purificador, Lauterer)." [42]

Erasmo se hallaba en Lovaina cuando los escritos de Lutero llegaron a los PaisesBajos.

Muchos belgas los leyeron con avidez, y en particular el superior de los agustinos de Amberes, quien habla cursado en Wittemberg, y, según el testimonio de Erasmo, 240

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto panela el cristianismo primitivo en su pureza. Mas los que no atendían sino a sus propios intereses, dice el sabio de Rotterdam, y que divertían al pueblo con cuentos de viejas, crearon un lóbrego fanatismo. “Yo no alcanzo a deciros," escribía Erasmo a Lutero, "las emociones y agitatiónes verdaderamente trágicas que han causado vuestros escritos."

Frobenius mandó seiscientos ejemplares de dichas obras a Francia y a España, las que se vendieron públicamente en Paris. Los doctores y bachilleres de la Sorbone las leyeron con grande aprobación. " Ya era tiempo," dijeron muchos de ellos, "que los espositores de la Sagrada Escritura hablasen con semejante libertad." Aquellos libros fueron recibidos todavía con más ansiedad en Inglaterra. Unos negociantes españoles los hicieron traducir en su idioma y los transmitieron a su patria. "Seguramente debían ser de sangre mauritana aquellos negociantes," dice Pallavicini. [43]

Un instruido librero de Pavia, llamado Calvi, introdujo también un gran número de estos libros en Italia, y no quedó villa transalpina en que no depositara muchos do ellos. No era el deseo del lucro el móvil de aquel literato ; pero sí el de coadyuvar al fomento de la piedad religiosa. La energía con la cual sostenia Lutero la causa de Cristo, llenaba a Calvi de gozo. "Todos los sabios de Italia,", decía, " se asociarán conmigo, y os mandarémos una colección de versos compuestos por nuestros más célebres escritores."

Frobenius, mandando a Lutero un ejemplar de dicha colección, le comunica todas estas faustas noticias y añade : "He vendido todos loa ejemplares, excepto diez, y jamás he hecho un negocio tan bueno." Otras cartas manifestaron también a Lutero la alegría que causaban sus obras. " Me alegro," dice, "que plazca la verdad, aunque hable con tan poca ciencia y en un estilo tan inculto."* [44]

Así fue como empezaron a despertar del letargo los diversos pueblos de Europa.

Esceptuando la Suiza y la Francia, donde ya se había dejado oir el Evangelio, puede decirse que la llegada de los escritos del doctor de Wittemberg, fue en todas partes la página primera de la historia de la reformación. Un impresor de Basilea fue el que publicó aquellos primeros rudimentos de la verdad. Cuando el pontífice romano pensaba sofocar la obra en Alemania, ella principiaba en Francia, en los PaisesBajos, en Italia, en España, en Inglaterra y en la Suiza. Aun cuando Roma cortare el tronco primitivo, que importa ? las semillas estaban ya esparcidas por todas partes.

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FOOTNOTES

[1] Tu, tuique similes optirnis etiam studiis ac moribus et expolietis et nobilitabitis.

Zw. Epp., p. H.

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Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[2] Et corpusculo hoo tuo minuto, verum rninimé inconcinno, rrrbanissimé gestientem videre videar. Ibid.

[3] Erasmi laus stultitia5, cum annot. Myconil. •

[4] Equidern humi repere didici haetenirs, et est natur& nescio quid humile vela cunabulis in me. Osw. Myc. Vit. Zw.

[5] Ingenio miti et tranquillo, pacía et concordía studiosissimus. Melch. Ad. Vit. (Ec., p. 58.

[6] Flectente et votante Deo, qui eo in domo aun pro lampado utiu. rus eral. Ibid., p.

46.

[7] Ornaban vera spiritualium et eruditorum admiratióne Christian prrecheavit.

Match. Ad. Vit. Te., p. 46.

[8] Nihil in saeris literis praster Christian queerendurrt. Eraarni Epp., p. 403.

[9] Justitiarn avitam per hunc ohm reatitutarn iri. Osw. Myc. Vit. Zw. 15*

[10] In dem Ileerlager hat er flysaig geprediget. Bullinger

[11] In den Sehlachten sieh redlich und dapfer patea mit Rafilen, Worten und Thaten.

Bullinger Me.

[12] Domine orator, vederemo quel tara il re christmo se rnettererno in le so man dimandando rniseric,ordía. &mai Relatións. Ms.

[13] Bellissinio parlador, (León X) promete& KM% ma non atender. telatións Me. di Gradenígo, Inmuto orator di Roma.

[14] Non honúnurn commentis, sed sola. scripturaium biblicarurn collatióne. Zw. Opp.

I, p. 273.

[15] Sondern ~oh mit predigo; darrinen er haftig wass. Bullinger Ms.

[16] Volebat veritatem cognitam, in corclibus audítorurn, agere suum officimn. Osw.

Myc. Vit. Z.

[17] Detur EuchariEthe sacramentara, eimiliter poculum sanguinis. Zw. Opp. 1, p.

266. Véase Tora. 1,p. 147.

[18] Tune desiit paululúrn stevire tempestas. L. Opp. Lat.

[19] Lbscher, II, p. 567.

[20] Sed per viam a. Domino proetratua, mutavit violentiam in benevolentásm fallaelasítnil simulatam. L. Epp. I, p. 206.

242

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[21] Martirio, ego credebarn te eaee frenen. aliquern theolognm, qui post fornacern seden. L. Opp. Lat. in Przef.

[22] Quod orbem totum naibi oonjunxerim et pape aletraxerim. L. Epp. 1., p. 231.

[23] Si haberem 25 millia armatornm, non confiderem te posee a me Romana perduci.

L. Opp. Lat. in Prost

[24] L. Opp. (W) XXII.

[25] Profusis lacrymis ipeum oravit, no tam perniciosam christiano generi tempeetatem cieret. Palavicini, 1, p. 52.

[26] Non evasieeet reo in Untura tumuiturn. L. Opp. Lat. in Prref.

[27] Und die Sache aich zu Tode bluten. L. Epp. I, p. 207.

[28] L. Epp. I, p. 209.

[29] Ab integro jarra steculo nuIlunet negotium Ecelesia3 contigisse, quod majorern illi sollicitudinem incussísset. Pallavicini, tom. p. 52.

[30] Ego dissimulabam han crococlili lacrymas e, me intelligi. L. Epp. I, p. 216.

[31] Atque vesperi, me accepto, convivio lretati sumus. L. Epp. I, p. 231.

[32] Sic arricé discessirous, etiarn cum osmio, (Judre scilicet). L. Epp. I, p. 216.

[33] Has italítates. Iba, p. 231.

[34] Verbis núnisque pontificiis ita fregit hominem, bactenus terribilem cunctis et imperterritum stentorem. L. Opp. in Przef.

[35] Doleo Tetzeliurn. L. Epp. 1, p. 233.

[36] Sed conscientis. indignaste Papa, forte occubuit. L. Opp. Lat. iu Prref.

[37] Prreter unurn Sesurn Christum Dominum omnium. L. Epp. P. 234.

[38] Nescio an papa fa Anticristus ipse, vel e.postolus ejus. L. Epp. I), 239.

[39] L. Opp. L. XVII, p. 224.

[40] Vídeo ubique, undique, quocumque modo, animarn mearn quteri. L. Epp. 1, p.

274. Mayo Id.

[41] Uf peo. vo.n, 2

[42] Sicut &qua intuadans. L. Epp. p. 278 y 279.

[43] Nullo sermóne consequi queam, quas tragcedíaa hic excitárint tui libelli. Erasm.

Epp. VI, 4. 2 Maurortun stirpe prognatis. Paílav.I, 9 I .

243

Historia de la Reformación del Siglo Decimosexto

[44] In his Id gaudeo, quod veritaa tam barbaré et indocta loquens aleo placet. L. Epp.

I, p. 255.