Hitler en Centroamérica by Jacobo Schifter - HTML preview

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EPÍLOGO

"¡No puede ser, no puede ser!”- grité con gran desesperación. "Pero has tenido otra pesadilla”- me dijo Héctor. Me desperté empapado de sudor y con conciencia de haber tenido la peor de todas. Me había quedado dormido, después de haber pasado toda la noche en la computadora. Había escrito una extensa novela sobre sucesos que no había presenciado y lugares en que nunca estuve. Le pedí a mi compañero que leyera lo escrito y cuando terminó de hacerlo, había ya amanecido. Mi pobre amigo no podía creer lo que había en el disco duro de mi computadora. "La novela no tiene ningún viso de realidad”- me dijo. "Su madre nunca tuvo un romance con un alemán, su hogar fue conservador, su abuela nunca fue comunista y su abuelo, jamás anduvo con homosexuales, ni se metió en política, ni salvó a la comunidad de nada”- me contestó malhumorado. "La historia de los nazis es pura ficción y nunca hubo un atentado contra Calderón, ni una bomba en la sinagoga”- agregó. Además, había perdido mi tiempo en vez de terminar con otros trabajos importantes que tenía. “Usted tiene que enviar a la editorial su último trabajo sobre la democracia en Costa Rica y su secretaria viene a recogerlo en la tarde, así que deje la novela cursi, que no le deja ni un cinco, e imprímalo ahora”.

"¡Qué dicha que me lo decís!”- repliqué mientras me secaba el sudor de la frente. "Durante la noche, creí que era real”- le respondí. “Seguro- agregué- algunos dibukkim me poseyeron y lo escribieron por mí”. Es probable, pensé, que por pertenecer a una generación, nacida después de la guerra y traumatizada por el Holocausto, tuve un ataque de paranoia. Mi país era una nación democrática y tolerante en que estas barbaridades, seguramente, nunca sucedieron. En Costa Rica, no hay antisemitismo y hasta tenemos candidatos judíos a la Presidencia, ¿cómo va a ser posible que me hayan puesto a escribir estas barbaridades?”- pensé.

A pesar de que sabíamos que todo fue producto de algunos diablillos judíos que trataron de engañarnos, Héctor quiso saber el por qué de la decisión de Elena y lo que pudo haber pasado cuando Carlos regresó a Costa Rica. "Si nunca pasó, ¿qué te importa?”- le pregunté. "Es que me has hecho leerlo y no quiero quedarme sin saber cómo termina”- fue la respuesta. Sin embargo, no lo sabía. "Me quedé dormido cuando llegué a 1942 y no pienso conjurar a ningún ovot para que me lo aclare”- le afirmé.

Para demostrárselo, me fui a lavar las manos siete veces ya que con esto se espanta hasta los peores shedim. “Quizás siguieron viéndose”- le sugerí. Héctor no quería aceptar la decisión de Elena. "¿Por qué no luchó por su amor?”- me indagó. "Es demasiado obvio, aún para un cristiano que no es vulnerable a demonios polacos”- le dije. Mi compañero quería una buena razón para una respuesta fácil que le permitiera volver a dormir pero a veces elegimos sin pensarlo, o habiéndolo reflexionado tanto, que ningún mortal podría adivinar nuestros designios. Si Elena fue una verdadera pitonisa, le dije, debió haber visto el porvenir y aceptado que, en vista de la Shoa, los judíos y los alemanes no podían, en esta generación, vivir juntos. "Es una novela postmodernista”- le repliqué, "no terminan las historias, no se resuelven, no continúan. ¿Por qué no participás en el juego y las hacés seguir?”- le pregunté. "Porque no fui yo quien escribió las descabelladas ideas”- me respondió. “Pues yo tampoco”- le respondí. “Muchas manos se han metido en esta obra y te juro que no todas son mías”.

En lo que los dos coincidimos era que esta novela no podía ser publicada. Resultaba políticamente incorrecta. Ninguno de los grupos aludidos me perdonaría la historia. Quedaría mal con todos porque no se ajustaba a la realidad. “La borraré más tarde y prefiero dormir una horas más”- le contesté.

Un ruido me hizo saber que había gente en mi casa. El comedor, con su larga mesa para más de 10 personas, se había llenado de individuos para tomar café. En mi hogar, las grandes y pequeñas discusiones siempre se llevaron a cabo cerca de la cocina, con una buena taza entre manos. Sin embargo, no tenía citado a nadie para el desayuno y mucho menos a tantas personas.

Con curiosidad, me levanté de la cama y fui a mirar quiénes estaban haciendo el cotilleo. Para mi gran sorpresa, no eran otros que los personajes principales de mi novela. Fui inmediatamente a darle un gran abrazo a mi madre a quien tanto echaba de menos. Luego, saludé a don Carlos, don José, Yadira, Susanita, La Polvera, Lady, Miguel y William Pop, Max, Pepe, Paquita, y mis abuelos, David y Anita. Algunos se habían excusado por no asistir como Giorgio, Claudia, Moco, Gloria, Ursula, Fanny, Shosha y otros más. La mascota de mi madre, Adolf, Ernest y sus padres optaron por quedarse en Alemania o en Polonia.

Los políticos costarricenses, a pesar de ser difuntos, como seguían en su profesión, acordaron no asistir para "no comprometerse". "Estamos siempre en campaña”- me informó Calderón. "¿Pero no descansan aún en la muerte?”- quise saber. "En absoluto. Ahora mismo estamos peleando para prohibirle a Elías entrar, en carro de fuego, al Cielo porque crea contaminación”- me señaló don Ricardo Jiménez. "Por lo menos tiene buenos políticos ticos que le ayuden”- le contesté. "Para nada, me dijo, la nueva generación solo vino a hacer "chorizos" y se la pasan robándole al Cielo con las nuevos proyectos de integración. Imagínate que vamos a quitar las barreras que nos dividían del Infierno y los políticos costarricenses están ya comerciando con las patentes de aire acondicionado”- señaló don León Cortés. "¿Y don Otilio qué hace?”- indagué. "Administra la cantina”- me respondió. "¿Pero se vende licor?”- pregunté con extrañeza. "Solo cuando la Madre Teresa se va de vacaciones”- respondió el ex presidente.

Decidimos discutir sobre la novela y lo que había sido trabajar en ella. Anita sería la primera en tomar la palabra. Su experiencia había sido muy grata, comentó, "aunque la paga mala”- agregó. "¿Cómo es que ninguno de nosotros recibe nada de la comisión del autor?”- inquirió. "¿Pero abuela, usted está muerta, ¿para qué quiere dinero?”- le respondí. "Una mujer siempre tiene sus gastos”- contestó. "La vida aquí está muy cara y solo nos dan las necesidades básicas espirituales. Pero la muerte no quita la vanidad y a algunas nos gustan los pequeños lujos. Algunas almas en pena nos vamos de compras al Infierno que tiene mejor mercadería y artículos importados del más acá. Como estaba aburrida, he abierto una pequeña tienda de alas y con las exiguas ganancias, compro otros artículos. Una nunca deja de trabajar”- me dijo.

Con respecto a la trama, la mujer opinó que estaba molesta porque "no se desarrolló bien mi relación con don José" y había quedado "trunca". "Es que don Carlos no me envió ningún documento sobre sus amores con ese hombre. Lo único que encontré fue el diario de doña Golcha, la vecina del mercado, que escribió sobre el asunto”- le expliqué. No quedó convencida. "Deberías haber indagado más. Esa paisana me tenía el ojo puesto, no era una amiga. Me envidiaba que don José se fijara en mí. Pero como soy una pobre abuela difunta, preferiste basarte en la basura que seguro apuntó esa mujer en su diario, ¿a quién le importa mi vida?”- exclamó para hacerme sentir culpable. Además, añadió, no le gustó cómo la retraté: "No fui amargada. Simplemente, tuve una vida dura. Quisiera ver tu cara si hubieras tenido que crecer en Polonia".

Mi abuelo, por su parte, estaba furioso con su papel en el escrito. Como buen Sikora, opinaba que de la familia no se habla ni se escribe. Consideraba, además, que había dañado su buen nombre como judío y que desde la publicación, muchos paisanos del más allá le habían quitado la palabra. "Me reclaman que de haber sabido que había instruido a un ex nazi en el Talmud, no me hubieran dejado entrar en el Cielo”- me dijo. "Pero abuelo, ¿en el más allá pelean las almas?”- le inquirí. " No hasta que llegó tu abuela, desde entonces, se cambiaron las reglas".

Según David, los espíritus habían empezado a cuestionar algunas de las normas celestiales. Pero Anita radicalizaría la cosa y fundaría un grupo de oposición. "Hicieron que nuestro Creador variara las horas de visita, los permisos de salida y la abstinencia sexual”- me contó. Sin embargo, muchas de las libertades le fueron denegadas por no haber informado sobre la relación con el ex nazi. "Me despojaron del carné de entrada al burdel de Emilia en el Purgatorio”- admitió con pena. Para colmo de males, "mi esposa empezó a robarse los ángeles que venían por reparaciones porque, según ella, los confundía con gallinas. El Cielo, desde que ella murió, no vale la pena. Muchas almas están pidiendo asilo en el Infierno, en donde dicen, se vive mejor".

Creí que más duro sería Max pero para mi asombro, le gustó la novela. "Agregaste algo de sexo y asesinatos y eso siempre me atrae”- me aceptó. Me informó que su vida sexual, eso sí, no fue tan descabellada como la describo. "Eran tiempos que se prestaban para bacanales”- me diría. Lo único que no le pareció del guión fue la aparente indiferencia hacia la muerte de Ernest. "Me dolió la manera en que lo mataron y me deprimí un buen rato. Usted no escribió nada sobre el tema. Sin embargo, ¿qué objetividad puede haber en un judío que escribe sobre los nazis?"

El personaje agregó, para terminar, que la muerte de las mascotas era una mentirosa propaganda que nunca sucedió. "¿Pero dónde están los que desaparecieron?”- le cuestioné. "¿No fue la misma Elena quien dijo que se los tragaron los sillones?”- fueron sus últimas palabras. Yadira, por su parte, estaba furiosa por su papel. "Fui una mujer que peleó por sus principios y juro que nunca tuve una relación con Max. Usted me ha difamado con su cuento. Además, no fui militante del Partido Nazi, eso lo inventaron los comunistas." "¡Qué fácil es hacer una historia falsa de un personaje que no puede defenderse!”- me gritó y me lanzó una última amenaza: “¡Espera que me muera para que veas cómo te irá!”

Si ella estaba furiosa, más era la ira de Pepe. "Siempre actué con discreción y ahora viene usted y le dice a medio país lo que era. He contactado a mis descendientes para que establezcan una demanda por difamación. ¡No le quedará un cinco de las ventas y todo se le irá en abogados!”- me amenazó. Traté de explicarle al iracundo personaje que mi novela lo había reivindicado en su papel de soplón, pero no daría resultado. "Prefiero que haya dicho que era un espía a que me dejara como maricón”. Paquita lo apoyó en este campo. "Él fue mi amante y funcionaba como hombre”- dijo para rescatarlo. "¿Pero señora Elizondo, le pregunté, ¿no se acuerda que lo mencioné en la historia?" "Sí, pero me hizo quedar como una idiota que no sabía nada de nada. Una mujer siempre sospecha lo que ocurre a sus espaldas. Lo que usted no escribe es que estaba casada y no podía escandalizar, si huía con un amante menor, a este pueblerino país".

Tampoco quedé bien con Susanita. "No puso usted que era bella, sofisticada y que vestía muy bien para la época”- sería el primer reclamo. El segundo, que lo había dejado como soplón por alertar, a última hora, a Max; jura que no fue así y que no abrió la boca. Sin embargo, fue interrumpido por La Polvera quien lo acusó de "no ser capaz de cerrar ningún orificio del cuerpo”- le explicó con molestia.

Según la bruja comunista, su clienta seguramente trató de salvar a su amante y abrió su boca como lo hacía con otras partes del cuerpo. No obstante, "la maricona no alertó a nadie más y eso queda a su favor”- agregó para perdonarla. "Pero yo sí me siento traicionada”- replicó. "Usted no escribió nada sobre mi sufrimiento por la muerte de Giorgio. ¿Cómo se le ocurre decir que lo maté con raticida y no explicar que hice lo posible por salvarlo? ¿No ve que me deja como una loca mala?"

La Polvera añadió que había sido un "infierno" saberse culpable de la muerte de su amado. Mientras nos enfrascábamos en esta discusión, su antiguo amante, Ramón, me atacó por haber dicho que cambió el remedio por veneno. "Fue un accidente inocente, usted no puede acusarme de asesinato. Siempre fui una persona respetuosa de la ley”- indicó. "Es injusto que dañe nuestra reputación sin que nadie pueda reclamarle. Usted se puso automáticamente del lado de los obreros y no dio la versión de la compañía. Era injusto que los trabajadores fueran a una huelga por falta de macarrones y vino, cuando nuestro país no los producía. El negocio de la construcción estaba en rojo y don Minor Keith perdió dinero con el ferrocarril”- explicó.

Lady, William y Miguel no tuvieron reparos. Los dos primeros admitieron que "anduvimos en malos pasos" y que pagaron caro por ello. Sin embargo, la mujer quería dejar en claro que "amaba a William y que mi relación con Max y Ernest se basó solo en dinero". Miguel estaba satisfecho por haber contribuido a la derrota de los nazis en Costa Rica aunque hubiera preferido "que no escribiera sobre el revolcón con La Polvera ya que fue algo inocente, común en aquellos tiempos". Según él, ahora este episodio se interpreta de manera diferente. "Nosotros no nos calificábamos, como se hace hoy día, de acuerdo con el objeto de la relación sexual sino por la práctica. Los machos de mi tiempo solían tener relaciones con mujeres y maricones, sin que nos tacharan de homosexuales”- me señaló.

Finalmente, mi madre y Carlos no quisieron hacer comentarios. "Una madre siempre defiende a su hijo en lo que sea. Sin embargo, he oído que los más reaccionarios de la comunidad judía dicen que arruinaste mi memoria. Pero me encanta lo que hiciste porque yo así fui y nunca soporté la manera en que me trataron como mujer. Nunca, en mi vida, nos dejaron a las mujeres participar en política. Si hubiéramos tenido más poder, quizás algunas cosas hubieran sido distintas “- me dijo con una sonrisa. “No sé mamá, le dije, recuerda que las mujeres alemanas apoyaban más que los hombres a los nazis”- le respondí con tristeza. “Sí” -me dijo mientras me daba un abrazo- “pero las judías éramos más astutas y más prácticas. Debían haber prestado más atención a nuestras intuiciones”. Su enamorado estaba contento en la novela: "Hiciste un buen trabajo con la información que te dejé. Sé que muchos detalles no era posible saberlos y, otros, no quise dártelos. La historia no debe completarse”.

Le expliqué a Carlos que me preocupaba que no me hubiera dado información de su experiencia en los campos de internamiento en Estados Unidos, su regreso a Costa Rica y su reacción ante la noticia de la boda de mi madre. "Fue toda una tragedia”- me comentó con una gran tristeza. "Cuando volví y la vi casada con otro, mi vida se vino abajo. No puede entender por qué me culpaba de algo monstruoso que yo mismo, por haber estado cerca de la conversión, pude haber sufrido. Le supliqué que dejara a ese hombre y que volviera conmigo, que estaba haciendo una desgracia de nuestras vidas. No me hizo caso. Sin embargo, nunca dejamos de vernos. Seguimos encontrándonos, a escondidas, hasta el último día".

Vi a mi madre salir al jardín, para acercársenos, y no pude evitar hacerle la pregunta. "Mamá, ¿qué ha pasado con su amistad en el más allá?" En el momento en que me iba a responder, oí un ruido que me despertó y me di cuenta que todo había sido un sueño. Me sentí relajado ya que la quejadera y la lloradera de mis personajes me estaba poniendo nervioso.

Tenía una misión que cumplir que era borrar la novela de mi disco duro. Al mismo tiempo, debía escribir mi ensayo sobre la democracia costarricense y enviarlo por correo electrónico a mi editorial. Pero las máquinas son máquinas y mi laptop no parecía estar en sus cabales. Una especie de virus había infectado el Outlook Express, mi cuenta de correo, que hacía que se enviaran miles de copias de mi novela por todo el mundo. Empecé a recibir ofertas de personas que querían publicarla, como si fuera mi intención hacerlo.

Traté de parar el envío de tanta copia sin ningún éxito. Muchos técnicos trataron de arreglar el problema pero encontraban virus de los más extraños en el sistema operativo. Uno de los técnicos me dijo que estos eran la mar de desconocidos y que hasta hablaban en ídish. “¿Está usted bromeando?¨ le pregunté sin creerle: nunca había oído que un virus hablara y mucho menos en una lengua casi extinta.

“Que habla, habla, ya que cada vez que usted recibe un correo electrónico de una casa editorial con una buena oferta de publicación, la máquina responde con un “a dank”, que el dueño de mi compañía, que es paisano suyo, me ha informado que significa “gracias” en ídish. En las veces que la propuesta es por poco dinero, responde “¡Kish mij in tuges!” Nunca he visto algo semejante. Además, cada vez que trato de borrar los virus, la computadora se calienta y parece que va a explotar”, dijo el pobre hombre que dejó su cuenta en el escritorio antes de salir huyendo de mi casa.

Al principio, no supe qué hacer. Aparentemente, un dibuk se había metido en mi computadora y como no vivía más en Polonia, no había más expertos en exorcismos judíos que me ayudaran. Después de muchas noches de insomnio, se me ocurrió una idea: Mandaría un correo electrónico a Anita@Cielo.com con el siguiente mensaje: “OK, abuela, 50-50 sobre las ganancias y su parte para establecer la Fundación Emma Goldman para los Pobres”. El mensaje fue aceptado ya que la computadora recibió un último correo: “Zaier gut.”

Dicen que un dibuk publicaría la novela.

 

Glosario:

A broch tsu dir

Maldito seas.

A mentsh on glik is a toyter mensh

Un hombre sin suerte es un hombre muerto.

Ach mien Rudy, mein Hesserl

¡no es terrible que él esté todavía allí!

A lung un leber oyf der noz

literalmente significa no se imagine un pulmón y un

 

hígado en su nariz, o sea, deje de hablar locuras.

Ahf meineh sonim gezogt!

¡Esto, que les suceda a mis enemigos!

Apikoiresteh

libre pensadora.

Árboles de pipa

Cocos

Ashkenazis

judíos de Occidente.

Az och un vail!

¡Qué tragedia!

Bar mitzvah

confirmación.

Barujim

estudiante superior.

Bina

inteligencia.

Brist

circuncisión.

Bund

partido socialista obrero, cuya meta era terminar con

 

el antisemitismo por medio de la revolución de los

 

trabajadores.

Cachifas

empleada doméstica

Curves

mujeres de la vida fácil.

Chilillazos

porrazos

Chinamos

tiendas baratas y pobres

Chuica

trapo de ropa

Dibuk

espíritu que vaga en la tierra en busca de un cuerpo

 

que poseer.

Dibukkim

almas en pena.

Dudaim

Mandrágora

Fachos

fascistoides

Feigele

maricón.

Fiddlefortz

pedo fino.

Fraulein

señorita.

Ganaiden

El Edén

Ganef

pillo.

Ganufen

ladrones.

Gamonal

latifundista, hombre de poder local

Guelt

plata.

Guemará

parte del Talmud dedicada a las narrativas

Gets

divorcios.

Glick

suerte.

Goym

no judíos.

¡Groisser fardiner!

¡Gran Proveedor!

Guifilte fish

tortas de pescado

Halakah

la ley religiosa.

Haskalá

Ilustración.

Haré AT mekudéshet lí be-tabaat

bendición matrimonial:

so ke-dat Moshé ve-Israe.

Mira, me estás consagrada con este anillo de acuerdo

 

con la ley de Moisés e Israel.

Herem

el máximo castigo que implica la expulsión de la

 

comunidad.

Hungerstudent

estudiantes famélicos sin perspectivas de carrera

Hold

suspenso.

Hueso

artículo que no se puede vender.

jaloshes

náuseas.

Japá

baldaquín o toldo que simbolizaba la cámara

nupcial

 

Jasídico

secta religiosa que pone énfasis a las emociones y el

 

placer y que se oponía a los rabinos talmúdicos.

Jasídica

movimiento espiritual judío.

Jeder

una pequeña aula para niños de la fe mosaica.

Jevra Kadishe

junta religiosa que administra el cementerio judío y

 

supervisa que los difuntos sean enterrados de

 

acuerdo con las prescripciones religiosas.

Judenmissionen

misioneros de judíos.

Kagán

rey.

Kibbutzim

granjas agrícolas.

Klapper

palabra que viene del ídish "klap-klap" que significa

 

tocar la puerta como el "knock-knock" en inglés o el

 

"tac-tac" en español.

Kosher

siguen una cocina de acuerdo con las instrucciones

 

de la Biblia Judía.

Kosher

dieta especial judía.

Kosher

alimentos preparados de acuerdo con las leyes

 

dietéticas.

Kristallnacht

La noche de los vidrios rotos.

Kish mij in tuges

Béseme el trasero.

Lamed

enseñanzas.

Madame Fiddlefortz

pedo fino. Mujer que se creé superior

Maicera

atrasada.

Mechallel Shabes

violadores de la santidad del sábado.

Menorá

candelabro.

Meshugeneg

dementes.

Meshugeneg kop

loco de la cabeza.

Miniyan

el número mínimo para sesionar.

Mishná

parte del Talmud que se dedica a las leyes

Mishpuje-zachen

cosas de familia.

Mohar

dote.

Moré

maestro.

Nacht falt tsu

se puso la noche.

Najes

celebración.

Non tolerandis Judaeis

significa que debía estar libre de hebreos.

¡Oi Gevald!

Lamento.

Ordo Novi Templi

La Orden del Nuevo Templo.

Orehman

desamparados.

Ovot

espíritu consejero.

¡Oy!

expresión de disgusto.

¡Oy vay!

¡Qué desastre!

¡Oyesgemutshet!

muerta por tanto trabajo

Pesaj

Semana Santa.

Pinkes

libro de anotaciones