Lógica by Dr. Andres Piquer - HTML preview

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Yo veo una cosa que tiene quatro pies, y que se parece áun lobo, mas no puedo afirmarlo

, diría lo que realmente percibe; perocomo sin otro exámen que aquella primera percepcion luego afirma, que loque ve es lobo, por eso yerra, y si la pasion del miedo se junta, yerracon mayor tenacidad. Si la voz

veo

significara solamente larepresentacion que Ticio tiene del objeto, no hubiera error; pero conella ordinariamente se junta la afirmacion de que aquello que percibees un tal objeto, en lo qual está el engaño, y este en la explicacionnace de la equivocacion de las voces. El motivo de esta equivocacion,que es comunísima, procede de que los hombres han puesto á las voces un nombre

para significar cosas distintas: si estas suelen ir juntas, condificultad percibe el entendimiento la separacion; y como el juicio queacompaña á semejantes percepciones esté siempre junto con ellas, y desdela niñez nos hagamos á juntarlo, por eso los significamos con una voz,aunque sean en realidad cosas distintas. Tambien se ha de advertir, quelos hombres no han inventado voces bastantes para significar todas laspercepciones que tenemos por los sentidos, de lo que nacen muchasequivocaciones y errores. El que padece melancolía tiene dentro de símuchas percepciones que no hay nombres para explicarlas, y á veces poresto no puede hacer creer á los demas lo que padece. Porque para que conuna voz comprehendan los hombres una misma cosa, es menester que tengantodos una misma nocion de ella, ó corresponda en todos un mismosignificado, pues de otra manera quando el uno nombrará una cosa con unavoz, el otro entenderá diferente. Los melancólicos, é hipocondríacossienten algunos males que los afligen, y para explicarlos se aprovechande las voces opresion, desmayo

, y otras semejantes, que hacen formar álos oyentes distinto conocimiento del que los enfermos pretendenmanifestar. En efecto á un hombre que jamas hubiera tenido dolor

,sería muy dificultoso hacerle comprehender que otro lo padecia, aunquese lo explicase con aquella voz, porque le faltaba la nocion delsignificado: al modo que sería imposible hacer entender á un ciego loque es

verde, azul

, ó

amarillo

, porque oiría estas voces, mas no lasentenderia por no tener noticia de sus objetos. De esto nacen no solomuchos errores, que pertenecen á los sentidos, sino infinitas disputas,que mueven gran ruido, y son fáciles de entender si se explican conclaridad las voces. De todo lo dicho concluyo, que los sentidos de suyoson fieles, porque siempre representan las cosas segun las impresionesque estas hacen en el cuerpo: que sus impresiones son respectivas; estoes, solo muestran la proporcion, ó improporcion que los objetos tienencon nosotros; y que los errores que cometemos por medio de ellosconsisten en el juicio que solemos juntar á la percepcion de las cosas.

CAPITULO II.

Continúase la explicacion de los errores de los sentidos.

[9] Aquel juicio que solemos juntar con las sensaciones sin advertirlo,nos hace caer en muchísimos errores.

Los quales distribuiré para mayorclaridad en tres clases; es á saber, en los que pertenecen á lo moral, álo físico, y al trato civil, y me valdré de algunos exemplos por hacermas comprehensible tan importante asunto. Los errores pertenecientes álo moral son los que principalmente han de evitarse, porque de locontrario pueden seguirse graves daños; los he manifestado en laFilosofía Moral, por lo que propondré solo los mas principales, como quede ellos nacen otros muchos, cuyo descubrimiento pertenece á la Lógica.Atendiendo, pues, al uso que los hombres comunmente hacen de lossentidos y de la razon, puede decirse con verdad, que son mas sensiblesque racionales; esto es, se gobiernan mas de ordinario por lasapariencias de los sentidos, que por el fundamento de la razon. Estonace de que aquellas cosas que se perciben por los sentidos hacen muchaimpresion, y suelen los hombres inclinarse á ellas; de modo, que nopiensan sino en las cosas sensibles. De esto procede, que tienen porbienes verdaderos á los que no son sino aparentes y tal vez falsos; ysiendo objetos de los sentidos, los buscan y aman. Si los hombresreflectaran un poco sobre lo que les sucede en la eleccion de estosfalsos bienes, no cayeran tan facilmente en los engaños que losprecipitan.

[10] Para entender esto con mayor facilidad se ha de presuponer, quetodos los hombres tienen natural, é innata inclinacion, ó apetito de sufelicidad, y de su bien. La voluntad llevada de este apetito solo ama álo bueno; es decir, solo ama las cosas que mira como buenas, y como quepueden contribuir á su felicidad.

Pero como es potencia ciega y libre,no se determina á amar las cosas particulares, si no la ilustre antesel entendimiento. Es preciso, pues, que el entendimiento presente unacosa como buena, para que la ame y apetezca la voluntad. Nuestroserrores nacen de que el entendimiento, no bien informado de las cosas,las mira como buenas, siendo realmente malas. Muchas veces tiene elentendimiento por buenas á las cosas malas por ignorancia y falta deadvertencia, por cuyo motivo será bien trabajar en apartar la ignoranciaque fomenta muchos errores; pero las mas veces el entendimiento tienepor buenas á las cosas malas, por gobernarse por las apariencias de lossentidos. Para entender esto se ha de presuponer tambien, que laverdadera felicidad y el verdadero bien del hombre es Dios; y teniendoapetito de su bien y de su felicidad, tiene tambien apetito de poseer áDios. Quando Adan estaba en el Paraíso antes del pecado, teniaconocimiento claro de esta felicidad, y de este bien; de suerte, que conél descansaba, y tenia toda suerte de contento y alegria. Entonces todoslos apetitos obedecían á la razon, y esta al soberano orden que habiaestablecido el Criador entre las criaturas racionales.

[11] Despues del pecado empezaron á dominar la ignorancia, la malicia, yla concupiscencia. De suerte, que aunque el hombre lavado con el aguadel sacrosanto Bautismo reciba la gracia, y se le borre la mancha delpecado original, queda no obstante la pena de aquel pecado, y estáposeído de la concupiscencia. Por esta se allega el hombre á los objetosmundanos y sensibles, y se aparta de Dios, porque el conocimiento de suverdadera felicidad por el pecado le tiene obscurecido, y el de lascosas sensibles muy vivo, y vehemente; de aquí es, que va tras de estas,y se aleja de aquella. Con la nocion que tiene el hombre de sufelicidad, suele tambien juntar la de la excelencia, de la grandeza, ydemas cosas que pueden causarle contento. Si estas prerrogativas lasbuscara el hombre en Dios; esto es, pensase solo conseguirlas gozando deDios, pensaba bien, porque no puede tener verdadera grandeza,excelencia, y contento de otra manera; pero al contrario, dexando áDios, busca la grandeza, y contento en las cosas sensibles y mundanas.Reparen y mediten los hombres, que por mucha grandeza, excelencia, ycontento que logren en esta vida, nunca quedará saciado el apetito desu felicidad; y la experiencia nos lo hace ver cada dia en los ricos, ypoderosos, que nunca estan contentos, ni satisfechos, porque aquellafelicidad, sosiego y contento, que pueden llenar el natural apetito delhombre, solo puede hallarlos en Dios, que es su verdadero bien, y suverdadera felicidad. Lo que sucede en esto es, que la voluntad apeteceeste bien verdadero, y esta felicidad, inclinándose naturalmente ácia elbien; pero engañado el entendimiento, y llevado de la concupiscencia, leofrece otros bienes solo aparentes, y á veces falsos, que tal vez laapartan de aquel mismo bien verdadero.

[12] Para mas clara inteligencia de estas cosas conviene saber, que losobjetos que se presentan á los sentidos, solo causan en el alma aquellasimpresiones, que son necesarias para la conservacion del cuerpo; demodo, que el dolor advierte al alma el daño que el cuerpo padece, y elplacer muestra su buena constitucion. Por esto solemos tener por

males

los dolores y por

bienes

los gustos y

deleytes

. Aquí se ha deadvertir, que por

dolor

se entiende qualquiera molestia, que indica alalma no hallarse sano el cuerpo, con lo que no solo se comprehende aquelsentimiento que propiamente llamamos

dolor

, sino tambien la congoja,opresion, desmayo, y otras semejantes molestias, que muestran ysignifican algun desorden en la fábrica del cuerpo humano. Tambien se hade saber, que aquella sensacion, que llamamos

gusto

y

deleyte

sensibles, se sigue solo en el alma quando las impresiones de las cosasse hacen de un modo cierto y determinado; así vemos que los manjaresocasionan gusto en el sano, y desabrimiento en el enfermo, porque lasimpresiones se hacen de un modo en la salud, y de otro en la enfermedad.Siendo esto así,

¿cómo ha de tener el hombre por

bien

verdadero á unacosa que las mas veces le causa daño? ¿Que en lugar de ocasionar elgusto, causa desabrimiento? ¿Que lejos de conservarle, muchas veces ledestruye? ¿Que en lugar de producir un contento durable y sólido, soloocasiona un gusto transitorio y aparente? ¿Que en vez de apartar losmales que pueden hacerle infelíz, los atrae, los lleva, y casi siemprelos acompaña?

[13] Considérense los luxuriosos, y se hallarán llenos de perturbacion,su ánimo inquieto, la salud perdida, la hacienda gastada, siemprerodeados de penas, sobresaltos, y temores por solo un deleyte pasagero yengañoso. Póngase la consideracion en los que tanto celebran losbanquetes, las bebidas y los regalos, y se verán perder la salud delcuerpo con lo mismo que la pretenden conservar. Véanse en fin todosaquellos que van de gusto en gusto, de placer en placer, y nada masbuscan que embelesar sus sentidos, y hallarán como nunca quedasatisfecho su deseo, porque apenas logran una diversion, quando losfastidia y van á buscar otra, y así pasan su vida sin hallar complementoá sus apetitos. Todos estos son muy sensibles y poco racionales, pues siconsultaran la razon, hallarian que los sentidos no les ofrecenverdaderos

bienes

, antes por el contrario los acarrean muchos

males

.

[14] Entenderáse esto mejor, considerando que la felicidad de loshombres puede considerarse en dos maneras. En el primer modo es el mismoDios, y por eso no puede lograrse en esta miserable carrera del mundo.La otra felicidad es la que pueden los hombres conseguir en esta vida, ypuede llamarse imperfecta y secundaria. Los Filósofos antiguos excitaronmuchas dudas sobre el constitutivo de la felicidad del hombre en estemundo, y omitiéndolas ahora por no conducir á nuestro asunto, ha desentarse como cosa cierta, que ni aun en este mundo puede ser felíz elque se aparta de Dios, y por eso tengo por cierta la doctrina de losEstoicos Christianos, que ponen la felicidad de los hombres en elexercicio de las virtudes christianas. De este modo se comprehende, queserá felíz en algun modo en este mundo el que hiciere las cosasconformes al orden que Dios ha establecido, y con mira á sus santasleyes, y con la observancia de los divinos preceptos. Así podráqualquiera usar de las cosas sensibles

, con tal que el uso de ellassea conformándose con las leyes divinas, y humanas; no porque aquellascosas sean el bien á que únicamente deben aspirar los hombres, sinoporque conducen á mantener la vida, la fama, y otros bienes, que lograel hombre en esta mortal carrera ácia la eternidad.

Por eso los objetossensibles solo son bienes relativos á la felicidad humana, porque puedenhacer al hombre felíz en este mundo, con tal que use de ellos segun larazon, y segun el fin á que se dirigen.

[15] Pero son muy pocos los que consideran estas cosas, y son muchos losque llevados de la concupiscencia, y engañados por la ignorancia, juntaná las cosas sensibles la nocion de su felicidad, y con el apetito quetienen de esta, se dirigen ácia aquellas. Los pobres apetecen lasriquezas y demas aparatos magníficos que ven en los ricos, y es porquese engañan juntando la nocion de las riquezas con la de su felicidad.Todos apetecen naturalmente la vida y la salud; y pareciéndole al queestá enfermizo que el sano es felíz, apetece la felicidad de este, yalguna vez se engaña, porque aun con la salud está lleno de otrasmiserias, que tal vez son de mayor peso que la enfermedad. Todosapetecen el contento, y aborrecen el dolor, y la molestia: de aquí sesigue, que el pobre quando ve á los ricos y poderosos andar en coche,comer regaladamente y no trabajar, le parece que en aquello consistetoda la felicidad, y la apetece con gran ansia, y la suspira; pero sisupiera debaxo de tanta pompa, y de tanto número de criados y grandeza,qué ánimo se esconde tan inquieto y lleno de molestias, le tendria, nopor felíz, sino por el mas miserable del mundo[a]. S.

JUANCHRISÓSTOMO[b] hace una hermosa comparacion, contrapesando lasfelicidades de los pobres con las de los ricos; y tengo por cierto, quesi aquellos que tienen lo preciso para sostener la vida y cubrirse delas injurias del tiempo, saben hacer uso de la razon, no solo noembidiarán á los ricos y poderosos, sino que les tendrán lástima. Poreso llama VIRGILIO[c] felices á los Labradores, si estos saben conocerlos bienes que poseen. Y yo llamo afortunados á aquellos que viven en lasoledad apartados de estos engañosos aparatos de los sentidos[d]; ymucho mas felices á los que viviendo en la soledad, ponen su dicha enel exercicio de la virtud y contemplacion de las cosas divinas. Los queasí viven gustosos, es cierto que logran un contento y satisfaccion deánimo infinitamente mas estimable que los tesoros de Midas, y lostriunfos de Cesar.

[Nota a:

Fortuna magna, magna domino est servitus.

Publ. Mim.

sent.229.

]

[Nota b: S. Chrysostom.

homil. 55. sup. Matth. tom. 7.

]

[Nota c:

O fortunatos nimium, sua si bona norint,

Agricolas, quibus ipsa, procul discordibus armis,

Fundit humo facilem victum justissima tellus.

Virgil.

Georgic. lib. 2. vers. 477.

]

[Nota d:

Beatus ille, qui procul negotiis,

Ut prisca gens mortalium,

Paterna rura bobus exercet suis, Solutus omni foenore.

Horat.

Epod. lib. ode 2.

]

[16] Síguese de todo lo dicho, que los sentidos solo ofrecen falsosbienes, ó aparentes, y por consiguiente que es necedad ir los hombresdotados de razon buscando continuamente los engañosos atractivos de laconcupiscencia. Síguese tambien, que solo ha de fiarse el hombre de loque le ofrecen los sentidos para la conservacion de su cuerpo, y el usode los objetos sensibles ha de ser conforme á la razon y á las leyesdivinas y humanas. Por esto será convenientísimo no juzgar prontamentede lo que los sentidos presentan, porque en esto se expondrán loshombres á infinitos engaños. Será bien suspender el juicio, ó dudar ensemejantes representaciones, para exâminar con la razon fortalecida deuna buena moral el uso, que nos conviene hacer de los bienes que nosofrecen.

[17] En las cosas físicas es grande el imperio de los sentidos, y en lamisma proporcion lo es tambien el número de errores que ocasionan. Creeel comun de los hombres, que las qualidades sensibles, como el frio,calor, humedad, sequedad, color, y otras semejantes, estan solo en losobjetos, y se engañan porque parte estan en ellos, y parte en elsentido. Este error viene á los hombres desde la niñez, y por eso es tandifícil de desarraigar. Quando somos niños y nos acercamos á la lumbre,sentimos calor

. En aquella edad no suspendemos jamas el juicio, antespor el contrario, juzgamos de las cosas como nos parecen y no como son,porque entonces somos sensibles, y no racionales; esto es, soloexercitamos la potencia de sentir, y no la de razonar. Así que nodistinguimos el calor radical; esto es, la raiz del calor que se hallaen el objeto sensible de la percepcion, del que está en nosotros, yambas cosas son necesarias para el calor. Lo mismo ha de entenderse delas demas qualidades propuestas.

[18] Otro error ocasionan los sentidos muy general en las cosaspertenecientes á la Física. Suelen los nombres colocar baxo una mismaespecie las cosas que tienen entre sí semejanza, ó sea en el color, óen el gusto, y por esto se gobiernan para atribuirlas unas mismasqualidades. De esta forma han errado los Botánicos, que atribuyen unasmismas virtudes á las plantas que se parecen, ó á las que tienensemejanza en el sabor y otras afecciones sensibles, sin contar con larelacion precisa que han de tener con el cuerpo humano, y la

idiosincrasia

, que acompaña á cada una de ellas. Tambien se engañanlos Médicos en la semejanza de los símptomas, ó accidentes que acompañaná las enfermedades. Quéjase una muger de un dolor que la aflige con granmolestia en la boca del estómago, y al mismo tiempo vomita cólerasverdes. Llega el Médico, que solo se gobierna por la semejanza exteriorde las cosas, y luego juzga que es dolor cólico, y aplicándole losremedios específicos de esta enfermedad, no solo no la cura, sino que laempeora. Si hace uso de la razon, y no se fía de las primerasapariencias de los sentidos, juzgará que el dolor y el vómito nacen deafecto histérico, y con pocos remedios facilmente le dará la salud. Soninfinitos los males internos, que por defuera se presentan á nuestrossentidos con señales semejantes, y es menester un juicio atinado paradistinguirlos, notando atentamente los efectos y signos necesarios, queinseparablemente van con cada una de las dolencias; pero no hay queesperar que los conozcan los Médicos vulgares, que solo se gobiernan porlos sentidos, y no consultan la razon.

[19] De la misma suerte se engañaría el que en el

parhelio

, esto es,quando aparecen á la vista tres Soles, como sucede algunas veces, y loshe visto yo, creyese que en la realidad eran tres los Soles, aunque losojos los manifiestan enteramente semejantes. Otro modo de errar por lossentidos es negar todo lo que no se ve con los ojos. El humo, aunque elfuego esté oculto, le manifiesta. Las golondrinas con su venida en laPrimavera y retirada en Otoño muestran una causa oculta á nuestrossentidos, que las mueve á estas mutaciones. La materia eterea, esto es,sutilísima, é imperceptible por nuestros ojos, esparcida por todo elUniverso y causa de los principales fenómenos de él, se descubre porefectos necesarios y signos inseparables de su presencia y eficacia,como lo he declarado en varios escritos mios. Los Gentiles á estamateria eterea la dieron atributos de divinidad; pero así en esto, comoen otras muchas cosas erraron torpemente por faltarles la Religionverdadera. Los vapores y exhalaciones de los cuerpos no los vemos; y sonciertos, porque nos constan por sus admirables efectos, que observamoscon otros sentidos, y alcanzamos con la razon[a].

Lo que hemos dicho,explicando los signos y las demonstraciones, junto con lo que aquíacabamos de proponer acerca de los engaños de los sentidos, puede hacermas cautos á los Físicos, Anatómicos, Botánicos, Naturalistas, para nollenar de tantas falsedades, y vanas observaciones sus escritos, y nodar por

inventos

las cosas, que, ó no exîsten, ó no son nuevas.

[Nota a: Debe encargarse á todos la atenta letura del Boyle en sutratado: De mirabili vi effluviorum

.]

[20] Pero en ninguna cosa se engañan mas los hombres, haciendo mal usode los sentidos, que en el trato civil; y todos los errores que en él secometen, solo nacen de que se fían demasiadamente de las aparienciassensibles. Casi todos siguen las cosas que se imprimen mas en la mente;y como las cosas sensibles hagan esto porque tocan á los hombres masvivamente, por eso facilmente dexan llevarse de sus impresiones. Pero elhombre sabio, enterado de los engaños que ocasionan las imágenes de lossentidos, percibe como los demas los objetos que se le presentan, yjuzga, no segun las apariencias, sino segun la razon. Si yo pudieraimprimir esta máxîma en el comun de los hombres, sé ciertamente queserían mas racionales, y menos sensibles. Para conocer esto, haré veralgunos errores freqüentes en el comercio civil, y este conocimientopodrá servir para evitar muchos otros, siendo imposible proponerlostodos.

[21] Es freqüentísimo juzgar los hombres de las cosas por lasapariencias que se presentan á los sentidos, sin exâminar la realidad delas mismas cosas, y por eso es tambien freqüentísimo engañarse.

Bellorostro tiene Ariston

, dice uno,

la cara es de hombre de bien: ¡quéagasajo tiene! es cierto que tiene policía, y habla con modo, y tratacon cortesía á toda el mundo. ¡O! es Ariston muy buen hombre

. Estejuicio de que Ariston es hombre de bien porque tiene buen rostro, porquehabla con modo, &c.

suele ser falsísimo, y muchas veces con estascircunstancias se halla un ladron insigne. La razon dicta, que paraafirmar seguramente que Ariston es hombre bueno, sepamos que esvirtuoso, porque, como hemos dicho, no puede serlo de otra forma. Puessi todas aquellas apariencias externas se compadecen tanto con la virtudcomo con el vicio, ¿por qué ha de gobernarse el hombre por ellas paraafirmarlo? Del mismo modo yerran los que juzgan lo contrario.

Cleóbulo

, dice otro,

va con hábitos largos, el cuello torcido,sombrero grande, con gran compostura, y despues se ha averiguado que erahipócrita, y por tal le han castigado. No hay que creer, pues, á estosque andan con semejante trage, y figura.

Este último juicio eserradísimo, ya porque de un exemplar, que se ha presentado á lossentidos, no se ha de juzgar de todos, como hemos visto, hablando de lasinducciones: ya tambien, porque si Cleóbulo con aquel hábito exterior devirtud era hipócrita, no lo son otros; antes debe ser regular acompañará la verdadera virtud aquella modesta compostura.

[22] Por otro camino yerran tambien muchísimos. Oyen á un Predicador,que habla con frases compuestas y adornadas: sus voces son exquisitas,sus cláusulas tienen cadencia, su ayre en el decir es primoroso, susmovimientos muy prontos, y sin otro exámen dicen:

¡O! este es unPredicador sin segundo.

Este juicio es de los mas comunes, y maserrados que oigo en el trato civil. Con todas aquellas prendas no tieneel Predicador otra habilidad, que la de embelesar á necios, porque todasno hacen mas que hinchar la fantasía, y halagar los sentidos con bellasapariencias. Tan acertado es aquel juicio, como el que hiciera un hombresi viese á una mona con manillas, perlas, afeytes, y otros adornosexternos, y la tuviera por hermosa. La regla fixa[a] que qualquierahombre cuerdo ha de tener para distinguir estas vanas apariencias de larealidad de las cosas, es considerar la solidez de las máxîmas que elPredicador propone, y ver si en ellas resplandece lo verdadero y lobueno, y si hay orden, y conexîon entre las pruebas del asunto, y siestas son eficaces para hacer que el auditorio convencido, se mueva áamar lo bueno que se propone, y seguir la verdad que se persuade; peroen oyendo á un Predicador que empieza con antitesis freqüentes, convanos preámbulos, con frases muy estudiadas, y con cadencias poéticas,será bien desconfiar un poco, porque es cosa comunísima que semejantesartificios anden juntos, no con verdades sólidas, sino con fruslerías ypuerilidades. En efecto estas artes son para encantar los sentidos conla armonía de aquella música con que el Orador canta mejor que predica,y no hemos de dexarnos llevar de sombras, sino de realidades.

[Nota a:

Nos autem, qui rerum magis quam verborum amatores, utiliapotius quam plausibilia sectamur, non id quaerimus, ut in nobis inaniasaeculorum, ornamenta, sed ut salubria rerum emolumenta laudentur.

Salvian.

de Judic. & Provid. Dei in Prooemio, pág. 28. Bibl. Vet. PP.tom. 8.

]

[23] Cada vez que veo esto entre los Christianos, me lastimo de la faltade Lógica de muchos oyentes, porque si estos supieran despreciar comomerecen tales adornos, tal vez no los usarian los Predicadores. Y

escierto que no los necesitan los que predican la palabra de Dios, porqueesta por sí es eficacísima, y propuesta con claridad y dulzura, hallafacil acogida en el corazon humano, donde están estampadas las señalesde la luz del rostro del Señor. Las máxîmas del Evangelio deJesu-Christo llevan consigo tanta claridad y resplandor, que nonecesitan para ser estimadas de vanos adornos, y mucho menos de lassuperfluidades con que á veces las vemos vestidas; y es cosa comunísimaque los que predican valiéndose de semejantes artificios hagan muy pocofruto, porque los hombres son muy sensibles, y escuchan con mayor gustolos atractivos de los sentidos, que el peso de la razon; y si debaxo deaquellos aparatos hay algunas verdades sólidas, no las considera elentendimiento, porque le ofusca la aparente dulzura de los sentidos[a].

[Nota a:

Ne à me quaeras pueriles declamationes, sententiarumflosculos, verborum lenocinia, & per fines capitulorum singulorum acutaquaedam, breviterque conclusa quae plausus, & clamores excitantaudientium.

Sanct. Hieron.

ad Nepotian. Epist. 52. p. 256. t. 1. edic.de Verona de 1734.

]

[24] No es esto decir que se hayan de trabajar todas las Oraciones sinningun adorno, porque no sigo el dictamen de los que dicen, que la

eloqüencia es naturaleza, y no arte

. El P. FEYJOÓ estampó esta máxîmaen el segundo tomo de sus Cartas, y me parece que solo se halla en eltítulo de la Carta, y no en el cuerpo de ella; porque lo que el P.Feyjoó prueba es, que sin arte hay quien es eloqüente, y que por masarte que haya, nunca puede ser uno eloqüente sin la naturaleza, esto es,si no tiene un gran fondo de natural eloqüencia. Esto es verdad, y esfalso el título, porque en él se da á entender, que el estudio de laRetórica para nada sirve, y así lo afirma este Escritor famoso.

YaQUINTILIANO[a] trató de propósito este asunto; y habiendo rechazado álos que tenian la Retórica por inutil, afirma que sin el arte, ningunopuede ser Orador consumado, aunque sea tambien necesaria para esto lanaturaleza; y siendo así que este Escritor es el mas entendido, y mascumplido en esta materia, es de extrañar que el P. Feyjoó no le vieseantes de estampar tantas extravagancias, como puso en la citada Carta.Con mejores fundamentos admitió, y probó la necesidad del arte el P.FR.LUIS DE

GRANADA en su Retórica Christiana. Volviendo á nuestro asunto dela predicacion, es cierto que algunos modernos pretenden se debedesterrar de los púlpitos la Retórica[b]. La mayor parte de los eruditosno aprueban tan universal dictamen, y quantas invectivas emplearon losantiguos y modernos contra este Arte, fué solo por desterrar el abusoque se observa en algunos, que únicamente se aprovechan de él parahacerse habladores hinchados. S. AGUSTIN[c], y muchísimos Escritores quehan exâminado bien esta materia, juzgan, que en algunas ocasiones esutilísimo el Arte de la eloqüencia, si se sabe hacer de él buen uso.Como quiera que sea, sin introducirme en semejante qüestion, me pareceque no puede ser acertado el dictamen del P. M. Feyjoó, porque debierahaber antes estudiado de propósito la Retórica; haber visto el usoartificioso con que se han aprovechado loablemente de ella los Griegos,y Latinos; haber mirado de intento, no la Retórica pueril que sueleenseñarse á los muchachos, sino aquel arte racional de animar lospensamientos, de mover los afectos, de excitar las pasiones, y de hacermas clara la verdad, lo qual no lo ha hecho, segun él mismo confiesa[d];pues ¿cómo ha de ser justo el dictamen sobre una materia no estudiada?

[Nota a:

Sin ex pari coeant

(habla de la naturaleza, y del arte)

inmediocribus quidem utrisque majus adhuc naturae credam esse momentum,consummatos autem plus doctrinae debere quam naturae putabo, sicutterrae nullam fertilitatem habenti nihil optimus agricola profuerit, èterra uberi utile aliquid etiam nullo colente nascetur. At in solofoecundo plus cultor, quam ipsa per se bonitas soli efficiet.

Quintil.

Instit. orat. lib. II. cap. 19.

]

[Nota b: V.P. Lami

Ordin. S. Bened. in libr. de Cognit. sui ipsius

, &alii apud Dupin

de Verit. págin. 315.

]

[Nota c: S. Augustin.

lib. 4. de Doctr. Christ. cap. 2. num. 3. 6. 8.

]

[Nota d: P. M. F