De lo poblado dió este caballero,
Al
Presidente,
Oidores
de
la
Audiencia.
Entre los indios era carnicero,
Por donde le pagaron su impaciencia
En Boitimí, que el pueblo así se
llama,
Al pié de un alto cerro de gran fama.
Añapureyta el cerro tiene nombre,[90]
A donde el Diablo canta, decir quiere.
[pág. 284]No osa en él subir cualquiera
hombre,
Que que el sube, de espanto, dicen,
muere.
Y porque, si mas digo, no se asombre
Quien cosas de admirar aquí leyere,
No quiero mas decir de aqueste perro,
Y creo que en callarlo poco yerro.
Viuda Doña Elvira, pues, y sido
De Don Diego el dislate ya contado,
Con su madre al Perú hubo salido,
Que así por el Virrey les fué
mandado.
A España el de Toledo siendo ido,
A Santa Cruz volver han procurado:
Hernando Salazar lleva la guia
De los treinta que van en compañia.
En un paso se ponen peligroso
Los indios Chiriguanos en celada:
El
español
del
daño
receloso
No fué, que si supieran la emboscada,
No fuera el mal suceso tan dañoso.
Mas no siendo la cosa bien pensada,
Sucede contra el voto, y lo pensado,
Y luego se atribuye al triste hado.
El buen hado es Divina Providencia,
Servir el hombre á Dios con mucho
tino,
Poner en todas cosas diligencia,
Y no faltar en medio del camino.
Si Salazar tuviera la advertencia
Que aquí digo, bien cierto yo imagino
Que no murieran nueve, que pensando
No haber peligro, iban caminando.
La gente va marchando, pero viendo
Que los tristes, que fueron delanteros,
Murieron, del negocio se temiendo,
Quisieran
hallar
todos
agujeros.
Salazar desmayò que va rigiendo;
Desmayan los soldados compañeros,
Que
tantas
flechas
ven
venir
lloviendo,
[pág. 285]Que la tierra con ellas van
cubriendo.
Fenece aquí la triste su triste hora,
Cubierta de mil flechas y arpones:
Doña Maria de Angulo, causadora
De motines, revueltas y pasiones,
Amiga de mandar, y tan Señora,
Que con todos tramaba disenciones:
Su nieta Doña Elvira, mal herida,
Quedaba entre las yerbas escondida.
Doña Elvira su madre con recelo
Procura por su hija; pero viendo
Que no parece, grita hácia el cielo,
Sus dorados cabellos descogiendo.
Sotelo revolvió con grande duelo,
Y entre los Chiriguanas se metiendo,
Sacaba á la doncella, aunque llovian
Las flechas ya sobre él que le cubrian.
Tras ellos la victoria van gozosos
Los
bárbaros,
siguiendo
grande
trecho:
Como corderos mansos temerosos,
Los nuestros el huir por gran
provecho
Juzgaban: mas los indios codiciosos
Del interes, curaron muy de hecho
A partido venir con los cristianos,
Y así se les hinchieron bien las
manos.
Doña Elvira en aquesto el todo ha
sido,
Que con dulces palabras les hablaba,
Y como en la Asumpcion hubo
nacido,
La lengua Guaraní bien pronunciaba.
Al fin con interes se han convencido,
Y el rescate con sobra se les daba,
De suerte que cesaron de la guerra,
Y ayudan á pasar el agra Sierra.
Sabido acá en los Charcas, fué
acordado
Hacer guerra cruel al Chiriguana:
El caso de esta suerte se ha ordenado,
Que el Presidente tiene buena gana;
Y asì con grande ardid al que es
soldado
La voluntad en esto bien le gana,
Y hácele merced en cuanto quiera,
[pág. 286]Porque entre en la jornada y
cordillera.
Don
Lorenzo
Suarez
Figueroa
Salió de Santa Cruz, que es de la
Sierra:
Hombre de grandes prendas, y de loa,
Y que merece mas que aquella tierra.
Con gran solicitud pone la proa,
Queriendo al Chiriguana hacer guerra.
Es General de toda la campaña
De Còrdoba la Llana en nuestra
España.
El Conde del Villar en esto viene
Por Virrey, y pensaron que hiciera
La guerra; empero, dicen, le conviene
Dejarse de esta guerra y cordillera,
Que nuevas de Francisco Drake tiene,
Que viene muy pujante en gran
manera.
Diráse en su lugar, porque es flagelo,
Que por castigo envia Dios del Cielo.
Con esto estaba el Conde tan
medroso,
Que solo de escribirlo tengo miedo:
Parece
aqueste
caso
milagroso,
Que estaba el Perú todo, decir puedo,
Sin contento, sosiego, ni reposo,
Y estábase el ingles allá muy ledo.
Juicios
son
de
Dios
muy
encumbrados,
Y no de todos hombres alcanzados.
El Virrey al Callao va, y se aplica
A hacer á gran priesa un grande
fuerte:
Con muchos el negocio comunica,
Mas no responden todos de una
suerte;
Por esta causa el Conde no fabrica,
Que tiene gran deseo que se acierte;
Y toma en la consulta allí la mano,
Y habla de esta suerte un Trugillano.
Don Luis Sotomayor "¿de que
aprovecha
El fuerte, dice, en tierra, donde puede
Tomar el enemigo cualquier trecha,
Sin que en manera alguna se le vede
Del fuerte? Lo mejor es, que bien
hecha
Le sea, con la gente que aquí quede,
La guerra al enemigo, si viniere,
[pág. 287]Con fuerza lo mejor que ser
pudiere."
Estando
desta
suerte
recelosos
De Francisco, sucede ¡O cosa extraña!
Un caso entre los casos temerosos,
De Dios castigo, y muestra de la saña
Que
tiene
con
los
hombres
flagiciosos.
La mar salió de curso, y así baña
El puerto del Callao, y la marina,
Y gran parte del pueblo cae con ruina.
Bramaba con bramidos la mar brava,
La obscura y triste noche entristecia,
Las
crines
y
cabellos
erizaba,
El
alma
y
corazon
amortecia;
El sexo femenil que lamentaba,
En aprieto y angustia mas ponia,
Lágrimas, y sollozos, y gemidos,
Suspiros, gritos, llantos, alaridos.
En poco estuvo el Conde de perderse,
Y al fin salió, huyendo el aposento,
A Santo Domingo vá á refugiarse,
Dó llevan de la iglesia el Sacramento;
Despues por mas seguro guarecerse,
En el campo la noche hizo asiento:
Y oid lo que pasaba en esto en Lima
Que solo referirlo causa grima.
Es Lima una ciudad, bella, galana,
De edificios hermosos y graciosos,
Apenas vereis casa sin ventana,
Los altos por de fuera no vistosos,
Que cubiertos están á estera vana;
De dentro empero son maravillosos,
Que como nunca llueve por semejas,
No curan de poner sobre ellos tejas.
Con quietud se vive, y en consuelo,
Sin pena, sin dolor y sin tristeza,
Que no dura jamas el triste duelo,
Que es Lima del Perú flor y belleza.
Sereno está, apacible y claro el cielo,
En un ser uniforme y gran firmeza,
Y aunque ha habido temblores
muchas
veces,
[pág. 288]Mas ha sido el ruido que las
nueces.
Empero en este trance tan terrible
Exceden ya las nueces al ruido:
Negocio al parecer muy increible,
Que hace salga el hombre de sentido.
A muchos pareció ser imposible
Haber
por
natural
acontecido,
Sin que causa secreta interviniese,
Y con rigor la mano intrometiese.
A prima de la noche muy obscura,
La ruina sucedió con temblor crudo;
No está ni puede estar casa segura,
Ni el hombre defenderse con escudo,
Si Dios, que es propia guarda, no
procura
Guardarnos; pues aquesto solo pudo
Dejar de aquesta suerte castigada
A Lima con su gente amedrentada.
Cayéronse las casas mas lustrosas,
Los templos, y las mas ricas capillas,
Que allí muestra las manos poderosas,
Y hace muy mayores maravillas.
El alto donde hay fuerzas belicosas,
En freno quebrantando las mejillas
De aquellos que procuran alejarse
De su divino bien, y no acercarse.
A Lucifer soberbio, jactancioso,
Que á la mañana fresca relucía,
Al infierno en tinieblas temeroso,
Condenado en perpetuo Dios le envía.
Aquel
rico
avariento
codicioso,
Allá desea gustar del agua fria:
El poderoso Rey fué convertido
En bestia, y heno y yerbas ha pacido.
A la bendita Virgen soberana,
Espejo de humildad y de pureza
La vemos por la fé como mañana,
Y aurora, coronada de belleza.
A Lázaro se dió de buena gana
El prémio de su pobre y vil pobreza,
Al manso Rey David dió Dios el
cielo,
[pág. 289]Que manso fué, aunque Rey,
en
este
suelo.
Al fin pues el temblor que voy
contando
Las casas desbarata mas fornidas.
Echando por el suelo, y derrocando
Las torres muy hermosas y lucidas;
A las calles se salen suspirando
Las damas, de temor amortecidas
Quedaban, que era lástima mirarlas,
Y mas que no hay quien pueda
consolarlas.
Quedó de este temblor tan arruinada,
Y tan perdida Lima, que ponia
Espanto nuevo en verla mal parada.
Que piedra sobre piedra no tenia.
Hallábase en la calle sin posada
Quien bella casa antes poseía,
Y todos, como dicen, á la luna
Quedaron en la prueba de fortuna.
Cual hizo habitacion con una estera,
El otro con un toldo pone tienda,
Y
con
una
tristeza
lastimera,
Recoge lo que puede de su hacienda;
A todos parecía la hora postrera.
Madeja muy revuelta era sin cuenda,
Y el cabo no se halla, aunque se
busca,
Que todos andan hechos chacorrusca.
El Visorrey se vá con los Oidores
A San Francisco, y hacen el
Audiencia
En toldos, que aposentos los mejores
Tuvieron muy menor la resistencia.
Dejemoslos aquí, frailes menores,
Metidos en clausura y obediencia,
Que Candish andaba agora muy
envuelto
En el Estrecho y sur, y el diablo
suelto.
[pág. 291][pág. 290]
————————————
CANTO VIGESIMO-SEXTO.
Como el Capitan Tomas Candish, señor de Mitiley, salió
deInglaterra, y atravesò el Estrecho de Magallanes, y
tomò tierra enla Puna y Paita en el Perú, y de vuelta tomó
un navio que venia dela China.
————————————
La pérfida de sí misma olvidada,
De la insigne y famosa Inglaterra,
Isabela,
la
Reina
depravada
En la Fé (que con Cristo nos encierra
En el aprisco y choza consagrada)
Procura en tanto grado hacer guerra
A nuestro gran Filipo, que cuajado
El mar trae de corsarios su mandado.
A un Tomas Candish, muy orgulloso,
Con armada despacha, pretendiendo
Que fuese como Drake venturoso:
A tiempo fué, que vide estremeciendo
De temor al Perú, y receloso.
De Chile vá la nueva discurriendo;
Pensabamos ser Drake el que venia,
Y tal era la fama que corria.
Entre soldados, gente desalmada,
Por trisca se decia, que sabido
De Drake, sea la nueva bien llegada:
Quizá que mudaremos el vestido,
Que nuestra profesion no está
estimada,
No andando el enemigo embravecido;
Viniendo, pues, aqueste Luterano,
Podrános suceder dichosa mano.
Yo vide en Chuquisaca alborotada
[pág. 292]La cosa, y el Audiencia
despachando
A Lima ván correos; resguardada
La costa, presto fué gente juntando,
El Conde del Villar, de mano armada,
Con
muchas
prevenciones,
procurando
Guardar al gran Señor su tierra sana,
Aunque venga la Reina Luterana.[91]
Aquí dejar agora yo no puedo
De decir, y tocar muy brevemente
Una maldad diabólica, y enredo
Que el demonio fragó entre aquella
gente
Indiana; que en pensarlo solo quedo
Confuso, y agenado de mi mente:
Que una carta á los ingleses
escribieron,
Y en ella estas razones le dijeron.
"Ilustres mis Señores Luteranos,
Venid, porque os estamos esperando,
Que queremos serviros como á
hermanos,
Vuestras cosas contino sustentando."
Estas cartas vinieron á las manos
De la justicia, el caso procurando;
Los indios que hallaron ser culpados,
Publicamente
fueron
castigados.
Tomas Candish pasó bien el Estrecho
Mas no tomó jamás en Chile puerto,
Que piensa de hacer mejor su hecho
Hallando algun navio sin concierto.
Guiado de interes en su provecho,
De la costa el camino lleva cierto
Al puerto Arica, mal fortalecido;
Y oid como la cosa ha sucedido.
[pág.
293]
En este tiempo estaba gran riqueza
De barras en la playa, y por el llano
La gente acude luego con presteza,
Y viendo que surgia el Luterano,
Sacaron fuerzas, todos, de flaqueza,
Pensando de probar allí la mano:
Los hombres con las armas acudieron,
Las mugeres tambien allí salieron.
De sus paños y tocas las banderas[92]
Al aire desplegaban á menudo:
Las mismas que salian las primeras
Tornaban á salir, y nunca pudo
El Ingles entender estas quimeras;
Que guarda Dios, si quiere, sin
escudo,
Y donde él no envía sus favores,
Enbalde son humanos guardadores.
A no caer el Ingles en el engaño,
Que causan con banderas y alboroto,
Hiciera en aquel puerto mucho daño,
Y fuera el miserable puerto roto.
Milagro fué, sin duda, y caso estraño
Estarse el enemigo algo remoto
De tierra por tres dias, contemplando
Lo
que
está
nuestra
gente
maquinando.
Al cabo de tres dias, receloso
De que la gente está fortalecida,
Levó
ferro
con
furia
deseoso
De hallar dó pillar en su corrida.
Por el parage pasa, presuroso,
De Lima, dó la cosa conocida,
El Conde del Villar á Pedro Arana
Trás èl envia con gente muy lozana.
[pág.
294]
El
enemigo
yendo
navegando,
Y tomando un navio en el camino,
Aquello que le agrada mas robando,
Al
piloto
llevarle
le
convino.
A la Puná su rumbo enderezando,
Que allí lleva su proa, y su designo,
Llegó estando todos descuidados,
Por donde fueron presto saqueados.
En Guayaquil en arma se pusieron,
Sabiendo que el Ingles allí ha llegado;
A la Puná en breve descendieron:
Tambien en Quito el caso relatado,
Capitan
y
soldados
proveyeron;
Y habiendo á la Puná todos llegado,
Las dos cabezas mal se concertaban,
Por donde mas erraban que acertaban.
De Guayaquil Reinoso habia salido,
El cual por el Virrey allí mandaba;
De Quito el que salió ha pretendido
Mandar aquí, diciendo, que llevaba
Del Audiencia poder, dó fué elegido:
Así la cosa á tuerto se guiaba.
Tengamos, dice, el uno aquí sosiego:
El otro, dice, marchen todos luego.
Con toda su tardanza al fin llegaron
A la Puná, dó estando descuidada
La gente inglesa, ellos comenzaron
A
darles
una
grande
rociada;
Mataron veinte, dos les cautivaron.
La gente inglesa así desbaratada,
Recogese huyendo á una montaña,
Los nuestros se estan quedos en
campaña.
De los navios jugando artilleria,
El enemigo á los nuestros daño hace,
Con su grave, importuna bateria,
En breve nuestro campo se deshace.
A lo alto de un cerro se subia,
De lo cual al Ingles mucho le place,
Que viendo á los cristianos retirarse,
[pág.
295]En
su lancha procuran
embarcarse.
Quemó aquí un navio el Luterano
De los tres que traia, y á gran priesa
Se leva á la mañana muy temprano,
Y á Paita sin parar presto atraviesa.
Al Piloto echa en tierra de su mano,
A los de Paita enviando su promesa
De seguro, mas ellos no quisieron
Concierto, sino al monte se huyeron.
Saltó el Ingles en tierra, y al poblado
llegó con furia cruel y repentina;
Y como le ha hallado despoblado,
Con su rábia diabolica y maligna
A una Santa Cruz ha escopetado,
Robando lo que halla allí, camina.
El piloto quedó allí abscondido,
Que al alto con los nuestros se ha
subido.
Arana, que venia muy pujante
Con dos fuertes y bellos galeones,
Con una veloz lancha de delante,
Allega á Manta. Salen escuadrones:
(Pensando ser ingles) en un instante
Cien soldados estaban chapetones,
Cincuenta vaqueanos, que Alvarado
Al punto los ofrece de buen grado.
Arana le responde, que su mano
Y diestra sola basta con su gente
Contra el poder y fuerza del tirano,
Que no quiere socorro de presente.
La costa corre toda el Luterano,
Arana se volvió muy diligente,
Aunque de nueva España se le envia
Aviso de que está en una bahia.
Candish, muy á su gusto á dar carena
Se mete en la bahia, que le place,
Sin temer de que cosa le dé pena,
Refresco toma, y agua y leña hace.
Su gente de dolor quita y agena,
Con la ocasion presente se rehace,
Y en la primera al viento vela dando,
[pág. 296]La costa de la China va
bojando.
De vuelta de la China, muy cargada
Encuentran una nave de tesoro: