I
Se ha investigado ya la forma de las naves que desde el puerto de Palosabrieron en el Océano el primer surco hasta las Antillas el añoafortunado de 1492; la capacidad del vaso; la proporción de susmiembros; la arboladura y velamen que servían á la moción. Se hanreunido datos seguros del armamento con que iban apercibidas á ladefensa y á la ofensa: conocemos nombres de una buena parte de latripulación regida por los maestres, pilotos, capitanes y caudillo porsiempre famosos. Del estado de la ciencia náutica entonces, de lascartas, instrumentos, fórmulas, de que en la navegación se pudieronutilizar, también se ha hecho estudio auxiliar de los otros; con todo,no satisfacen en junto á la curiosidad, deseosa de penetrar cuantoatañe á la vida de los expedicionarios en su temerosa empresa.
No es fácil escudriñarla en todos sus pormenores, habiendo transcurridotan largo espacio; no es sin embargo imposible, formar idea aproximadade los principales, acudiendo al registro de los escritos del tiempo,entre los que nos quedan relaciones de viajes por mar del rey D.Fernando el Católico; de la princesa Margarita de Austria; de la infantadoña Juana la Loca; de su hijo el emperador Carlos V; regimientos éinstrucciones de Almirantes castellanos y aragoneses; asientos ócapitulaciones con los descubridores; documentos esencialmente marinerosya colegidos[56] y libros de varia lección en que por incidencia suelehaber noticias útiles. Procuraremos ahora aumento del caudal, empezandopor las que se refieren á la figura, colores y blasones de las insigniasque, á la vez que enseñaban con el simbolismo heráldico el nombre ypoderío de la nación española, alegraban la vista engalanando losmástiles.
II
BANDERAS
La carta ó mapamundi de Juan de la Cosa, documento fehaciente como obradel maestre y propietario de la nao capitana de Colón, representa á lascarabelas en la tierra nuevamente descubierta, ostentando en el palomayor el estandarte real de Castilla, que era de figura rectangular conlas puntas exteriores redondeadas, en forma de escudo; cuartelado
derojo y blanco, con castillos de oro y leones de gules. El mismoestandarte pone sobre la costa en todos aquellos puntos de que se habíatomado posesión[57], conforme en todo con el guión que pintó ciertofraile franciscano á mediados del siglo XIV
en códice que se conserva enla biblioteca del Palacio real[58];
conforme con la enseña desplegadapor el rey D. Juan II el año 1431 en la batalla de la Higueruela, segúnse ve en el monasterio del Escorial; conforme con las cartas de marearantiguas que nos quedan; conforme asimismo con la descripción del pendónreal hecha en el inventario que formó Gaspar de Gricio de las cosas quela Reina Católica tenía en los Alcázares de Segovia[59], es decir, talcual en Castilla se usó en un período de dos siglos cuando menos.
El Diario de D. Cristóbal reza el 12 de Octubre de 1492. «El Almirantesalió á tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinzón y VicenteYáñez, su hermano, que era Capitán de La Niña. Sacó el Almirante labandera real y los capitanes con dos banderas de la cruz verde, quellevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una I;encima de cada letra su corona, una de un cabo de la y otra del otro...»
Consigna el mismo Diario á 18 de Diciembre que entre las cosas quemostró el Almirante y dieron contento al cacique Guacanagarí, fueron las banderas reales y las otras de la cruz.
Entre las primerascontaría, sin duda, el guión, insignia privativa de los capitanesgenerales de mar y tierra, que era un cuadrado de damasco carmesí puestoen asta de lanza, pintado en la tela un crucifijo[60]. De estasinsignias hay varios ejemplares en la Armería real, comprendiendo la queusó D. Juan de Austria, y que era semejante la del primer Almirante dalas Indias, se colige por referencia de Ramusio de llevar « Una bannieranella quale era figurato il Nostro Signore Jesucristo in croce[61].»
Teodoro de Bry, que, como es sabido, fué el primero en vulgarizar porEuropa la noticia de los descubrimientos, publicando relacionesacompañadas de láminas, dibujó á Colón armado de todas armas, ó sea conarnés completo, teniendo en la mano derecha el bastón de capitán generaly en la izquierda el guión con el crucifijo[62]; dibujo reproducido enmuchas ediciones de la misma obra y en otras referentes á las Indiasoccidentales de que recientemente ha salido á luz noticia compilada[63].
En varios pasajes repite el Diario del Almirante, ya al avistar latierra, ya por celebridad de la fiesta de la Virgen María que poníabanderas en los topos de los mástiles y ataviaba la nao, y como quieraque desde el siglo XIV se acostumbraban flámulas con los castillos yleones, diciendo el cronista francés Froissart que en la batalla de laRochela las llevaban las naos castellanas tales, que desde los topesllegaban á tocar el agua, cosa hermosa de ver, es presumible que porgala las tuvieran las carabelas, así como otras particulares y de señasque la ordenanza autorizaba.
Á ellas hacen sin duda alusión las palabrasdel Almirante: la de atavío debe referirse á las pavesadas de pañocolorado que ponían los bajeles de la época en las bordas y alrededor dela gata ó cofa, en fiestas y combates, según se ve en varias pinturas,singularmente en una de la iglesia de Zumaya, en que se representacombate de naos castellanas y portuguesas[64].
III
CÁMARAS Y ALOJAMIENTOS
Durante el siglo XV no parece que llevaron los bajeles más de una cámaraalta en la popa, que ocupaba el almirante ó capitán, y no á descanso,pues según las máximas de D. Juan Escalante de Mendoza[65], «no han defiar estas personas de nadie porque no se cumpla el refrán que dice duelo ajeno de pelo cuelga; así que han de velar siempre de noche, ylo que hubieren de dormir sea de día y poco».
De las dimensiones que tenía la de la nao capitana de Colón puedejuzgarse por el relato escrito en su Diario el 18 de Diciembre de 1492,de la visita que le hizo el cacique de Santo Domingo: éste sólo se sentóá la mesa con D. Cristóbal; otros dos indios lo hicieron en el suelo ylos demás tuvieron que quedarse fuera. Se prendó Guacanagarí del arambeló colcha colorada de la cama que Colón le regaló de buen grado; mostrólelas banderas que allí tenía, una moneda de oro con las efigies de losReyes y otras cosas.
Se deduce del pasaje que había en la cámara una mesa para dos personas,un sillón, una silla de tijera, la litera ó cama, y probablemente unarmario ó arcón para guardar ropa y papeles[66].
En la capitulación firmada para el viaje de Vicente Yáñez Pinzón en1508[67] se determinaba que los capitanes tendrían francas sus cámaras;á los pilotos y maestres se les permitiría un arca que no había de tenermás de cinco palmos en largo y tres en alto; á los marineros un arcaentre dos; á los grumetes una entre tres y á los pajes entre cuatro.
La parquedad en alojamiento y mobiliario confirman las observaciones delpadre Guevara, reinando Carlos V, al decir[68]:
«que no hay escaño a dose echar, banco a do reposar, mesa a do comer ni silla a do se asentar,y que se come en el suelo como moro ó en las rodillas como mujer y seduerme en una tabla tomando por almohada una rodela». Mas esto eraaplicable á los pasajeros. Eugenio de Salazar refiere años después[69]que el capitán, maestre y piloto comían en una mesa; todos los demás lohacían en cubierta sobre un pedazo de lona que más que de mantel servíapara no manchar las tablas. Los marineros tenían platos grandes demadera en común y una gaveta de lo mismo para el vino.
Muchas referencias ayudan á la persuasión de no haberse construídocamarotes para oficiales hasta muy adelantado el siglo XVI, y esto sinautorización, por corruptela que hubo de corregirse varias veces antesque en la ordenanzas de 1613 se mandara terminantemente «que no hayacamarotes en la popa arriba, más que una chopa para el piloto». En otraordenanza de 1678 se ordenaba todavía que no hubiera en galeras más quedos taburetes, seis sillas de tijera y una mesa y que ninguna persona deguerra ó mar embarcara más de una caja de las dimensiones dichas y un trasportín, bajo pena de pérdida de los objetos.
IV
CAMAS
En expediciones militares, cuando á la tripulación ordinaria de las naosse agregaban compañías de guerra, se concedía únicamente á los capitanesderecho á participar de la cámara de popa y por ello empezaron áconstruirse los cadalechos ó literas, adosando al costado con carácterprovisional, bastidores de lona.
Los oficiales y cualquiera otra personapasajera, por alto que fuera su rango, habían de contentarse con el trasportín ó colchoneta, liados durante el día en petate de esparto yalmacenados en la bodega; tendidos de noche donde no estorbaran. Losmarinos y soldados carecían de semejante comodidad; estaba prohibido queninguno durmiera bajo de cubierta, aun acabado su cuarto, para estar ámano si cargaba el tiempo de repente[70].
Tenían las esterillas del petate la ventaja de servir de mortajas encaso necesario: cuéntalo Gonzalo Fernández de Oviedo, que con serpersona de calidad no había tenido excepción en la regla, en estostérminos[71]:
«Queriendo un marinero aprovecharse del serón de esparto que allí estabadebajo de un colchón en que yo iba echada, le dijo el criado: «no tomesel serón, que ya ves que el capitán está muriéndose, e muerto, no hayotro en que envolverlo y echarlo á la mar;» lo cual oí muy bien ysentándome en la cama muy enojado, dije: «sacad el serón, que no tengode morir en la mar, ni quiera Dios que me falte sepultura en tierra.» Enefecto, empezó desde entonces á mejorar, reaccionado con la indignaciónque le produjo aquel deseo de heredarle en vida.
Cervantes dió por tan sabida la costumbre que hablando en El celosoextremeño de la resolución de aquel hidalgo falto de dinero y aun conno muchos amigos que se acogió al remedio de pasarse á las Indias,refiere cómo habiéndose acomodado con el Almirante aderezó su mortajade esparto y se embarcó en Cádiz.
Con más autoridad lo expresa una Realcédula fecha en Tordesillas á 20 de Noviembre de 1510 diciendo á losoficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla: «Yo vos mando quedemás del pasaje que agora mando dar á los frailes dominicos que van álas Indias, les deis á cada uno dos mantas y una jerga para hacer camaspara que lo lleven en los navios en que han de ir, é se les quede allá,de los cuales yo les hago merced é limosna»[72].
De los indios aprendió Colón, lo mismo que sus compañeros, la manera dedormir en hamacas colgadas que andando el tiempo se dieron á losmareantes[73].
V
MATALOTAJE
«Así Dios me ayude, escribía D. Fernando Colón en la Historia de supadre, que vi muchos que esperaban la noche para comer la mazamorra[74]por no ver los gusanos que tenía, y otros estaban ya tan acostumbradosque aun no quitaban los gusanos aunque los viesen, porque si sedetuviesen á esto perderían la cena.»
La relación del viaje de Jaime Rasquín al Río de la Plata[75]
consignaque se distribuía el agua por ración de medio cuartillo escaso cada día.En la expedición de Mendaña «la ración que se daba era media libra deharina de que sin cernir hacían unas tortillas amasadas con agua del mary asadas en las brasas, con medio cuartillo de agua lleno de podridascucarachas. Andaban los enfermos con la rabia pidiendo una sola gota,mostrando la lengua con el dedo, como el rico avariento á Lázaro...»
Envasada el agua en pipería de madera con aros de los mismo, secorrompía, derramaba y escaseaba generalmente. El bizcocho, base de laalimentación á bordo, fermentaba por efecto combinado del calor y lahumedad de la bodega, aunque resistía mucho más que el tocino y pescadosalados, el garbanzo y el queso, componentes de la ración. Así y todo,en circunstancias ordinarias la despachaban con buen ánimo: dejémoslecontar al facecioso Salazar[76].
«En un santiamén se sienta la gente marina en el suelo á la mesa, dandola cabecera al Contramaestre. Uno echa las piernas atrás, otro los piesadelante; cuál se sienta en cuclillas y cuál recostado y de otras muchasmaneras. Y sin esperar bendición, sacan los caballeros de la tablaredonda sus cuchillas ó gañavetes de diversas hechuras, que algunos sehicieron para matar puercos, otros para desollar borregos, otros paracortar bolsas; y cogen
entre
manos
los
pobres
huesos
y
así
los
vandesforneciendo de sus nervios y cuerdas, como si toda su vida hubiesenandado á la práctica de la anatomía en Guadalupe ó en Valencia, y en uncredo los dejan más tersos y limpios que el marfil. Los viernes yvigilias comen sus habas guisadas con agua y sal. Las fiestas reciascomen su abadejo. Anda un paje con la gaveta del brebaje en la mano, ycon su taza, dándoles de beber harto menos y peor vino, y más baptizadoque ellos querrían. Y así comiendo el ante por pos, y el pos por ante, yel medio por todos, concluyen su comida sin quedar conclusa su hambre...Pedid de beber en medio de la mar; morireis de sed, que os darán el aguapor onzas como en la botica, después de hartos de cecinas y cosassaladas; que la señora mar no sufre ni conserva carnes ni pescados queno vistan su sal. Y así todo lo más que se come es corrompido yhediondo, como el mabonto de los negros zapes. Y aun con el agua esmenester perder los sentidos del gusto y olfato y vista para beberla yno sentirla. De esta manera se come y se bebe en esa agradable ciudad.¿Pues si en comer y en beber hay este regalo, en lo demás cuál será?Mozos y viejos, sucios y limpios, todos, van hechos una molola, pegadosunos con otros; y así uno regüelda, otro suelta los vientos, otradescarga las tripas, vos almorzais; y no se puede decir á ninguno queusa de mala crianza, porque las ordenanzas de esta ciudad lo permitentodo.»
VI
FOGÓN
Isleta de las ollas denominaba el mismo Salazar á este factor de lacomida, que no poca materia dió también al buen humor del Obispo deMondoñedo. Antonio de Herrera refiere[77] que en una nao portuguesaderrotada hasta la isla de Siete Ciudades, poco después de mediado elsiglo XV, habiendo tomado tierra para el fogón, se advirtió laaparición de partículas de oro fundidas, con que se despertó el afán delas exploraciones por dar con tan afortunado lugar.
La práctica de poner tierra por cama del combustible, que era leña, durómucho tiempo, manteniendo en los buques de guerra una frase que han oídomuchos de los que viven. Cuando algún marinero inexperto cantaba desdeel tope ¡tierra! engañado por el celaje, contestábanle desde abajo ¡la del fogón!
Con estos antecedentes es de conjeturar que el de las carabelas en suviaje de descubrimiento era un cuerpo de ladrillo de forma cúbica conaristas de hierro, hornillas y tierra en el fondo, semejante á los queen Andalucía se llaman anafres.
Como en las naos iba sobre cubierta, hacíasele un tambucho sin abrigo enforma de tienda.
VII
BEQUES
Lugares no excusados son estos á que poéticamente nombra jardines lagente de mar. Ni al restaurar las carabelas cabe olvidarlos, ni conaroma los sabrá describir quien no tenga la sal de los dos autoresantináuticos con tanta frecuencia citados en esta exposicion. Háganloellos. Salazar, llegando al punto, escribía:
«Quereis proveeros, provéalo Vargas; es menester colgaros á la mar comocastillo de grumete; y hacer cedebones al sol y á sus doce sinos, á laluna y á los demás planetas, y emplazarlos á todos y asiros bien á lascrines del caballo de palo so pena que, si soltais, os derribará demanera que no cabalgueis más en él; y es tal el asiento que...» (Alllegar aquí no halló vocablos castellanos; tradujo la idea en dialectogallego.)
Don Antonio de Guevara, sin tanto circunloquio, lamentaba la precisiónde que vieran las gentes á todo un Reverendísimo Señor Obispo asentadoen la necesaria como le veían comer á la mesa. También lamentaría laaspereza de la estopa embreada de filástica con que le sirviera algúnproel respetuoso.
VIII
LUCES
Como insignia de mando que era el farol de popa, sólo podían usarlo yencenderlo los jefes de escuadra: como distintivo exterior se procurabadarle visualidad artística, según los tiempos[78]. En un principioresguardaban al hachote de cera láminas de talco; después se adoptaronvidrios.
Indica el Diario del Almirante que encendía todas las noches el farol depopa, y que al separarse La Pinta sobre la costa de Cuba, puso en lospalos otros faroles de señales. En el tercer viaje destacó desdeCanarias tres de sus naves, ordenando cuál de los capitanes había de hacer farol.
Las instrucciones dadas en Marzo de 1508 á Juan Díaz de Solís y áVicente Yáñez regulaban el uso de esta insignia previniendo que lasnaves subordinadas, todos los días, una vez por la mañana y otra por latarde salvaran á la capitana como de uso y costumbre y tomaran laorden de lo que se iba á hacer durante la noche[79].
Esta costumbre inmemorial traducida en precepto, consistía en pasar muycerca por la popa de la capitana, saludar á la voz y con trompetas, darcuenta de ocurrencias y recibir la orden[80]. De ella hablaba elcronista del emperador Carlos V al narrar[81] el primer viaje que desdeFlandes á España hizo en 1517 con armada de 52
bajeles, diciendo eraespectáculo en verdad majestuoso contemplar aquellas naos soberbias comootros tantos castillos, obedientes á la voz del soberano; á la hora dela amanecida sobre todo, cuando una á una pasaban por la popa de la Real á dar el buen viaje con ciertas voces al son del pito delcontramaestre, y cañonazos.
Aparte del farol de popa no había más luz en la nave que la del timonelpuesta en la forma que el curioso Salazar apunta. «La luz y la aguja deesta ciudad se encierra de noche en la bitácora, que es una cajasemejante á estas en que se suelen meter y encubrir los servicios derespeto que están en recámaras de señoras.»
Desde el momento de encenderla entraban los pajes á velarla con laampolleta, cantando:
La
guarda
es
tomada;
La
ampolleta
muele;
Buen
viaje
haremos
Si Dios quisiere.
«Es obligación de los pajes, decían las instrucciones, á boca de nochetraer en una lanterna lumbre á la bitácora para que el timonero y pilotovean la aguja de marear. Nunca jamás ha de permitirse que nadie metalumbre debajo de cubierta sino dentro de lanterna, porque el naufragioque en la mar sucede por fuego es de los más temerosos y trabajosos quepueden suceder y así debe haber vigilantísimo cuidado y recato con todolo tocante á la guarda del fuego y lumbre de la nao.»
Natural era que al rey D. Carlos se guardaran consideracionesexcepcionales en el viaje referido: su cronista consigna que ponían álas señoras linternas de hierro mientras se acostaban, después de locual el capitán del navío visitaba los lugares y no quedaba más lumbreque en los faroles de popa; una linterna en la cámara del Rey; otra enla de la infanta doña Leonor, su hermana; la de la bitácora y la delcastillo de popa
«bajo la cual se resguardan los marineros mientras elpito no les llama.»
Á pesar de tantas precauciones se incendió durante la navegación elnavío de la caballeriza, quizá por irreflexión de la gente joven queconducía, y perecieron abrasadas 160 personas, entre ellas el segundocaballerizo y 22 pajes del Rey[82].
Empleábanse en el alumbrado velas de sebo.
IX
BOMBAS
Las españolas, consideradas mejores que las flamencas é italianas, eranhechas de madera á torno, que se breaba exteriormente: llevábanse paraellas hierros de respeto, cuero curtido, tachuelas, morterete y zunchos,siendo cargo del calafate componer los desperfectos. García de Palaciorecomendaba para cuando se desconcertasen y fuere menester entrar en elarca de la sentina, meter antes una linterna con vela encendida, y siestuviese dentro buen rato sin apagarse, se podía entrar seguramente; enotro caso, entendiendo que había dentro aire corrupto que podría matar,debía echarse vinagre en cantidad, orines y agua fría para que lamundificaran y quitaran el daño y pestilencia que suele tener.
En la advertencia se acredita la verdad con que el consabido Salazardecía: «hay en esta ciudad una fuente ó dos, que se llaman bombas, cuyaagua, ni la lengua ni el paladar las querían gustar, ni las naricesoler, ni aun los ojos ver, porque sale espumeando como infierno yhedionda como el diablo». Dicho esto, completaremos la pintura que de lanao hacía el chistoso Iegista.
«Algunos llaman á esto caballo de palo, y otros rocín de madera, y otrospájaro puerco, aunque yo le llamo pueblo y ciudad, mas no la de Dios quedescribió el glorioso Augustino.
Porque no ví en ella templo sagrado nicasa de justicia, ni á los moradores se dice misa, ni los habitantesviven sujetos á la ley de razón. Es un pueblo prolongado, agudo yafilado por delante y más ancho por detrás, á manera de cepa de puente;tiene sus calles, plazas y habitaciones; está cercado de su amuradas;al un cabo tiene castillo de proa con más de diez mil caballeros encada cuartel; al otro su alcázar tan fuerte y bien cimentado, que unpoco de viento le arrancará las raíces de cuajo, os volverá loscimientos al cielo y los tejados al profundo. Tiene su artillería y su condestable que la gobierna; tiene mesas de guarnición; tiene bigotes y aun bigotas... tiene un molinete que con su furia mueveá los marineros y con su ruido á los pasajeros. Hay aposentos tancerrados, oscuros y olorosas que parecen bóvedas ó carneros de difuntos.Tienen estos aposentos las puertas en el suelo que se llaman escotillas, porque los que por ellas entran escotan bien el contento,alivio y buen olor que han recibido en los aposentos de la tierra, yporque como los aposentos parecen senos del infierno (si no lo son), escosa cuadrante que las puertas y entradas estén en el suelo de maneraque entren hundiendo los que allá entraren. Hay tantas redes de jarcia y cuerdas á la una y la otra banda, que los hombres allí dentro parecenpollos y capones que se llevan á vender en gallineros de red de esparto.Hay árboles en esta ciudad, no de los que sudan gomas y licoresaromáticos, sino de los que corren contino puerca pez y hediondo sebo.El terreno de este lugar es de tal cualidad que cuando llueve está tiesoy cuando los soles son mayores se enternecen los lodos y se os pegan lospies al suelo que apenas los podreis levantar. De las cercas adentrotiene grandísima copia de volatería de cucarachas y grande abundancia demontería de ratones que muchos de ellos se aculan y resisten á losmonteros como jabalíes. Es esta ciudad triste y oscura; por de fueranegra, por dentro negrísima; suelos negrales, paredes negrunas,habitadores negrazos y oficiales negretes.
X
DISPOSICIÓN DEL ÁNIMA
Generalizada la navegación de las Indias, ninguna persona embarcaba, contodo, sin haber hecho testamento y sin confesar y comulgar la víspera.Las instrucciones y ordenanzas de los capitanes generales hacíanobligatorio lo último para los hombres de mar y guerra, encomendándolesfueran abordo en estado de gracia, pues que habían de ir en peligro demuerte; prohibiendo
durante
el
viaje
pecados
públicos,
blasfemias,juegos demasiados, hacer ni decir cosa contra el servicio y honra deDios ó el Rey[83].
Cumpliéndose tales prevenciones en tiempo en que el camino era trilladopor tantas flotas, con mayor razón había de hacerse al emprenderlo porprimera vez sin saber adonde conducía, sábese que D. Cristóbal acudió altribunal de la penitencia y que los que le acompañaron en el viajefueron, componiendo imponente procesión á la iglesia de Palos, paradisponerse á bien morir.
Días de angustia y zozobra les esperaban; elviento constante parecía vedarles el retroceso; la mar cuajada de yerbaextraña iba á impedirles el avance; el horizonte se presentaba cada horailimitado... perdieron no sin razón la confianza que les inspirara sucaudillo, mas conservaron la esperanza en Dios.
El piadoso Almirante consignó en el Diario que en la tarde del 11 deOctubre, víspera del hallazgo de la tierra deseada, habían cantado lastripulaciones á la oración, la Salve acostumbrada, y luego, en elmomento supremo, cuando cayó de rodillas y con los ojos arrasados, lagorra en la mano, dió gracias al Altísimo, le imitó la gente entonandocon indecible emoción Gloria in excelsis Deo; Te Deum laudamus...