La Serie del Lenguaje Moderno Heath: Tres Comedias-Sin Querer de Pequenas Causas y Los Intereses Creados by Jacinto Benavente - HTML preview

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vuestroespíritu como el ópalo, que a cada luz hace diversos visos. Hoy osapasionáis por lo que nace y mañana por lo que muere; pero másinclinados sois a enamoraros de todo lo ruinoso por melancólico.[48.2] Ycomo sois por lo regular poco madrugadores, más veces visteis morir elsol que amanecer el día, y más sabéis de sus ocasos que de sus auroras.

ARLEQUÍN. No lo diréis por mí, que he visto amanecer muchas

veces cuandono tenía donde acostarme. ¿Y cómo queríais que cantara al día, alegrecomo alondra, si amanecía tan triste para mí? ¿Os decidís a probarfortuna?

CAPITÁN. ¡Qué remedio! Sentémonos, y sea lo que disponga nuestro buenhostelero.

ARLEQUÍN. ¡Hola! ¡Eh! ¿Quién sirve? ( Llamando en la hostería. )

ESCENA IV

DICHOS; el HOSTELERO. Después los MOZOS, LEANDRO y

CRISPÍN, quesalen a su tiempo de la hostería.

HOSTELERO. ¡Ah, caballeros! ¿Sois vosotros?[48.3] Mucho lo siento, perohoy no puedo servir a nadie en mi hostería.

CAPITÁN. ¿Y por qué causa, si puede saberse?

HOSTELERO. ¡Lindo desahogo es el vuestro en preguntarlo!

¿Pensáis que amí me fía nadie lo que en mi casa se gasta?

CAPITÁN. ¡Ah! ¿Es ése el motivo? ¿Y no somos personas de crédito a quienpuede fiarse?

HOSTELERO. Para mí, no. Y como nunca pensé cobrar, para favor ya fuebastante; conque así, hagan merced[49.1] de no volver por mi casa.

ARLEQUÍN. ¿Creéis que todo es dinero en este bajo mundo?

¿Contáis pornada las ponderaciones que de vuestra casa hicimos en todas partes?¡Hasta un soneto os tengo dedicado,[49.2] y en él celebro vuestrasperdices estofadas y vuestros pasteles de liebre!... Y en cuanto alseñor Capitán, tened por seguro que él solo sostendrá contra un ejércitoel buen nombre de vuestra casa.

¿Nada vale esto? ¡Todo ha de ser monedacontante en el mundo!

HOSTELERO. ¡No estoy para burlas! No he menester[49.3] de vuestrossonetos ni de la espada del señor Capitán, que mejor pudiera emplearla.

CAPITÁN. ¡Voto a..., que sí la emplearé escarmentando a un pícaro!( Amenazándole y pegándole con la espada. )

HOSTELERO. ( Gritando. ) ¿Qué es esto? ¿Contra mí? ¡Favor!

¡Justicia!

ARLEQUÍN. ( Conteniendo al Capitán. ) ¡No os perdáis por tan ruinsujeto!

CAPITÁN. He de matarle. ( Pegándole. )

HOSTELERO. ¡Favor! ¡Justicia!

MOZOS. ( Saliendo de la hostería. ) ¡Que matan a nuestro amo!

HOSTELERO. ¡Socorredme!

CAPITÁN. ¡No dejaré uno!

HOSTELERO. ¿No vendrá nadie?

LEANDRO. ( Saliendo con Crispín. ) ¿Qué alboroto es éste?

CRISPÍN. ¿En lugar donde mi señor se hospeda? ¿No hay sosiego posible envuestra casa? Yo traeré a la Justicia, que pondrá orden en ello.

HOSTELERO. ¡Esto ha de ser mi ruina! ¡Con tan gran señor en

mi casa!

ARLEQUÍN. ¿Quién es él?

HOSTELERO. ¡No oséis preguntarlo!

CAPITÁN. Perdonad, señor, si turbamos vuestro reposo; pero este ruinhostelero...

HOSTELERO. No fue mía la culpa, señor, sino de estos desvergonzados...

CAPITÁN. ¿A mí desvergonzado? ¡No miraré nada![50.1]...

CRISPÍN. ¡Alto, señor Capitán, que aquí tenéis quien satisfaga vuestrosagravios, si los tenéis de este hombre!

HOSTELERO. Figuraos que ha[50.2] más de un mes que comen a mi costa sinsoltar blanca, y porque me negué hoy a servirles se vuelven contra mí.

ARLEQUÍN. Yo no, que todo lo llevo con paciencia.

CAPITÁN. ¿Y es razón que a un soldado no se le haga crédito?

ARLEQUÍN. ¿Y es razón que en nada se estime un soneto con estrambote quecompuse a sus perdices estofadas y a sus pasteles de liebre?... Todo porfe, que no los probé nunca, sino carnero y potajes.

CRISPÍN. Estos dos nobles señores dicen muy bien, y es indignidad tratarde ese modo a un poeta y a un soldado.

ARLEQUÍN. ¡Ah, señor; sois un[50.3] alma grande!

CRISPÍN. Yo, no. Mi señor, aquí presente; que como tan gran señor, nadahay para él en el mundo como un poeta y un soldado.

LEANDRO. Cierto.

CRISPÍN. Y estad seguros de que mientras él pare en esta ciudad nohabéis de carecer de nada, y cuanto gasto hagáis aquí corre de sucuenta.

LEANDRO. Cierto.

CRISPÍN. ¡Y mírese[51.1] mucho el hostelero en trataros comocorresponde!

HOSTELERO. ¡Señor!

CRISPÍN. Y no seáis tan avaro de vuestras perdices ni de vuestrasempanadas de gato, que no es razón que un poeta como el señor Arlequínhable por sueño de cosas tan palpables...

ARLEQUÍN. ¿Conocéis mi nombre?

CRISPÍN. Yo, no; pero mi señor, como tan gran señor, conoce a cuantospoetas existen y existieron, siempre que sean dignos de ese nombre.

LEANDRO. Cierto.

CRISPÍN. Y ninguno tan grande como vos, señor Arlequín; y cada vez quepienso que aquí no se os ha guardado todo el respeto que merecéis...

HOSTELERO. Perdonad, señor. Yo les serviré como mandáis, y

basta queseáis su fiador...

CAPITÁN. Señor, si en algo puedo serviros...

CRISPÍN. ¿Es poco servicio el conoceros? ¡Glorioso Capitán, digno de sercantado por este solo poeta!...

ARLEQUÍN. ¡Señor!

CAPITÁN. ¡Señor!

ARLEQUÍN. ¿Y os son conocidos mis versos?

CRISPÍN. ¿Cómo conocidos?[51.2] ¡Olvidados los tengo![51.3] ¿No esvuestro aquel soneto admirable que empieza:

«La dulce mano que acaricia y mata»?

ARLEQUÍN. ¿Cómo decís?

CRISPÍN. «La dulce mano que acaricia y mata.»

ARLEQUÍN. ¿Ése decís? No, no es mío ese soneto.

CRISPÍN. Pues merece ser vuestro. Y de vos,[52.1] Capitán, ¿quién noconoce las hazañas? ¿No fuisteis el que sólo con veinte hombres asaltóel castillo de las Peñas Rojas en la famosa batalla de los CamposNegros?

CAPITÁN. ¿Sabéis...?

CRISPÍN. ¿Cómo si sabemos?[52.2] ¡Oh! ¡Cuántas veces se lo oí referir ami señor entusiasmado! Veinte hombres, veinte y vos delante, y desde elcastillo... ¡bum! ¡bum! ¡bum!, disparos, y bombardas, y pez hirviente, ydemonios encendidos... ¡Y los veinte hombres como un solo hombre y vosdelante! Y los de arriba... ¡bum! ¡bum! ¡bum! Y los tambores... ¡ran,rataplán, plan! Y los clarines... ¡tararí, tarí, tarí!... Y vosotrossólo con vuestra espada y vos[52.3] sin espada... ¡ris, ris, ris!, golpeaquí, golpe allí..., una cabeza, un brazo... ( Empieza a golpes con laespada, dándole de plano al Hostelero y a los Mozos. ) MOZOS. ¡Ay, ay!

HOSTELERO. ¡Téngase, que se apasiona como si pasara!

CRISPÍN. ¿Cómo si me apasiono? Siempre sentí yo el animus belli.

CAPITÁN. No parece sino que os hallasteis presente.

CRISPÍN. Oírselo referir a mi señor, es como verlo, mejor que verlo. ¡Ya un soldado así, al héroe de las Peñas Rojas en los Campos Negros se letrata de esa manera!... ¡Ah! Gran suerte fue que mi señor se hallasepresente, y que negocios de importancia le hayan traído a esta ciudad,donde él hará que se os trate[52.4] con respeto, como merecéis... ¡Unpoeta tan alto, un tan gran capitán!

( A los Mozos. ) ¡Pronto! ¿Quéhacéis ahí como estafermos?

Servidles de lo mejor que haya en vuestracasa, y ante todo una botella del mejor vino, que mí señor quiere bebercon estos caballeros, y lo tendrá a gloria... ¿Qué hacéis ahí? ¡Pronto!

HOSTELERO. ¡Voy, voy! ¡No he librado de mala![53.1] ( Se va con losMozos a la hostería.)

ARLEQUÍN. ¡Ah, señor! ¿Cómo agradeceros[53.2]. ..?

CAPITÁN. ¿Cómo pagaros...?

CRISPÍN. ¡Nadie hable aquí de pagar, que es palabra que ofende! Sentaos,sentaos, que para mi señor, que a tantos príncipes y grandes ha sentadoa su mesa, será éste el mayor orgullo.

LEANDRO. Cierto.

CRISPÍN. Mi señor no es de muchas palabras; pero, como veis, esas pocasson otras tantas sentencias llenas de sabiduría.

ARLEQUÍN. En todo muestra su grandeza.

CAPITÁN. No sabéis cómo conforta nuestro abatido espíritu hallar un granseñor como vos, que así nos considera.

CRISPÍN. Esto no es nada, que yo sé que mi señor no se contenta con tanpoco y será capaz de llevaros consigo y colocaros en tan alto estado...

LEANDRO. ( Aparte a Crispín. ) No te alargues en palabras, Crispín...

CRISPÍN. Mi señor no gusta de palabras, pero ya le conoceréis por lasobras.

HOSTELERO. ( Saliendo con los Mozos, que traen las viandas y ponen lamesa. ) Aquí está el vino... y la comida.

CRISPÍN. ¡Beban, beban y coman y no se priven de nada, que

mi señorcorre con todo, y si algo os falta, no dudéis en decirlo, que mi señorpondrá orden en ello, que el hostelero es dado a descuidarse!

HOSTELERO. No por cierto; pero comprenderéis...

CRISPÍN. No digáis palabra, que diréis una impertinencia.

CAPITÁN. ¡A vuestra salud!

LEANDRO. ¡A la vuestra, señores! ¡Por el más grande poeta y

el mejorsoldado!

ARLEQUÍN. ¡Por el más noble señor!

CAPITÁN. ¡Por el más generoso!

CRISPÍN. Y yo también he de beber, aunque sea atrevimiento.

Por este díagrande entre todos que juntó al más alto poeta, al más valiente capitán,al más noble señor y al más leal criado... Y

permitid que mi señor sedespida, que los negocios que le traen a esta ciudad no admiten demora.

LEANDRO. Cierto.

CRISPÍN. ¿No faltaréis a presentarle vuestros respetos cada día?

ARLEQUÍN. Y a cada hora; y he de juntar a todos los músicos y poetas demi amistad para festejarle con música y canciones.

CAPITÁN. Y yo he de traer a toda mi compañía con antorchas y luminarias.

LEANDRO. Ofenderéis mi modestia...

CRISPÍN. Y ahora, comed, bebed... ¡Pronto! Servid a estos señores...( Aparte al Capitán. ) Entre nosotros..., ¿estaréis sin blanca?

CAPITÁN. ¿Qué hemos de deciros?

CRISPÍN. ¡No digáis más! ( Al Hostelero. ) ¡Eh! ¡Aquí!

Entregaréis aestos caballeros cuarenta o cincuenta escudos por encargo de mi señor yde parte suya... ¡No dejéis de cumplir sus órdenes!

HOSTELERO. ¡Descuidad! ¿Cuarenta o cincuenta, decís?

CRISPÍN. Poned sesenta... ¡Caballeros, salud!

CAPITÁN. ¡Viva el más grande caballero!

ARLEQUÍN. ¡Viva!

CRISPÍN. ¡Decid ¡viva! también vosotros, gente incivil!

HOSTELERO Y MOZOS. ¡Viva!

CRISPÍN. ¡Viva el más alto poeta y el mayor soldado!

TODOS. ¡Viva!

LEANDRO. ( Aparte a Crispín. ) ¿Qué locuras son éstas, Crispín, y cómosaldremos de ellas?

CRISPÍN. Como entramos. Ya lo ves; la poesía y las armas son nuestras...¡Adelante! ¡Sigamos la conquista del mundo! ( Todos se hacen saludos yreverencias, y Leandro y Crispín se van por la segunda izquierda. ElCapitán y Arlequín se disponen a comer los asados que les han preparadoel Hostelero y los Mozos que los sirven. )

Mutación

CUADRO SEGUNDO

Jardín con fachada de un pabellón, con puerta practicable en primertérmino izquierda. Es de noche.

ESCENA PRIMERA

DOÑA SIRENA y COLOMBINA saliendo del pabellón.

SIRENA. ¿No hay para[55.1] perder el juicio, Colombina? ¡Que una dama sevea[55.2] en trance tan afrentoso por gente baja y descomedida! ¿Cómo teatreviste a volver a mi presencia con tales razones?

COLOMBINA. ¿Y no habíais de saberlo?

SIRENA. ¡Morir me estaría mejor! ¿Y todos te dijeron lo mismo?

COLOMBINA. Uno por uno y como lo oísteis... El sastre, que no os enviaráel vestido mientras no le paguéis todo lo adeudado.

SIRENA. ¡El insolente! ¡El salteador de caminos! ¡Cuando es él quien medebe todo su crédito en esta ciudad, que hasta emplearlo yo[56.1] en elatavío de mi persona no supo lo que era vestir damas!

COLOMBINA. Y los cocineros y los músicos y los criados todos dijeron lomismo; que no servirán esta noche en la fiesta si no les pagáis poradelantado.

SIRENA. ¡Los sayones! ¡Los foragidos! ¡Cuándo se vio tanta insolencia engente nacida para servirnos! ¿Es que ya no se paga más que con dinero?¿Es que ya sólo se estima el dinero en el mundo? ¡Triste de[56.2] la quese ve como yo, sin el amparo de un marido, ni de parientes, ni deallegados masculinos!... Que una mujer sola nada vale en el mundo pornoble y virtuosa que sea.

¡Oh, tiempos de perdición! ¡Tiempos delApocalipsis! ¡El Anticristo debe ser llegado![56.3]

COLOMBINA. Nunca os vi tan apocada. Os desconozco. De mayores apurossupisteis salir adelante.

SIRENA. Eran otros tiempos, Colombina. Contaba yo entonces

con mijuventud y con mi belleza como poderosos aliados.

Príncipes y grandesseñores rendíanse a mis plantas.

COLOMBINA. En cambio, no sería[56.4] tanta vuestra experiencia yconocimiento del mundo como ahora. Y en cuanto a vuestra belleza, nuncaestuvo tan en su punto, podéis creerlo.

SIRENA. ¡Deja lisonjas! ¡Cuándo me vería yo de este modo si

fuera ladoña Sirena de mis veinte![56.5]

COLOMBINA. ¿Años queréis decir?

SIRENA. ¿Pues qué pensaste? ¡Y qué diré de ti, que aun no los cumplistey no sabes aprovecharlo! ¡Nunca lo creyera[57.1] cuando al verme tansola de criada te adopté por sobrina! Si en vez de malograr tu juventudenamorándote de ese Arlequín, ese poeta que nada puede ofrecerte sinoversos y músicas, supieras emplearte mejor, no nos veríamos en tantriste caso.

COLOMBINA. ¿Qué queréis? Aun soy demasiado joven para resignarme a seramada y no corresponder. Y si he de adiestrarme en hacer padecer por miamor, necesito saber antes cómo se padece cuando se ama. Yo sabrédesquitarme. Aun no cumplí los veinte años. No me creáis con tan pocojuicio que piense en casarme con Arlequín.

SIRENA. No me fío de ti, que eres muy caprichosa y siempre te dejastellevar de la fantasía. Pero pensemos en lo que ahora importa. ¿Quéharemos en tan gran apuro? No tardarán en acudir mis convidados, todospersonas de calidad y de importancia, y entre ellas el señor Polichinelacon su esposa y su hija, que por muchas razones me importan más quetodos. Ya sabes cómo frecuentan esta casa algunos caballerosnobilísimos, pero, como yo, harto deslucidos en su nobleza por falta dedinero. Para cualquiera de ellos, la hija del señor Polichinela, con suriquísima dote y el gran caudal que ha de heredar a la muerte de supadre, puede ser un partido muy ventajoso. Muchos son los que lapretenden. En favor de todos ellos interpongo yo mi buena amistad con elseñor Polichinela y su esposa. Cualquiera que sea el favorecido, yo séque ha de corresponder con largueza a mis buenos oficios, que de todosme hice firmar una obligación para asegurarme. Ya no me quedan otrosmedios que estas

mediaciones para reponer en algo mi patrimonio; si decamino algún rico comerciante o mercader se prendara de ti...,

¿quiénsabe?..., aun podía ser esta casa lo que fue en otro tiempo.

Pero siesta noche la insolencia de esa gente trasciende, si no puedo ofrecer lafiesta... ¡No quiero pensarlo!..., ¡que será mi ruina!

COLOMBINA. No paséis cuidado. Con qué agasajarlos no ha de

faltar. Y encuanto a músicos y a criados, el señor Arlequín, que por algo es poeta ypara algo está enamorado de mí, sabrá improvisarlo todo. Él conoce amuchos truhanes de buen humor

que han de prestarse a todo. Ya veréis, nofaltará nada, y vuestros convidados dirán que no asistieron en su vida atan maravillosa fiesta.

SIRENA. ¡Ay, Colombina! Si eso fuera, ¡cuánto ganarías en mi afecto!Corre en busca de tu poeta... No hay que perder tiempo.

COLOMBINA. ¿Mi poeta? Del otro lado de estos jardines pasea, de seguro,aguardando una seña mía...

SIRENA. No será bien que asista a vuestra entrevista, que yo no deborebajarme en solicitar tales favores... A tu cargo lo dejo.

¡Que nadafalte para la fiesta, y yo sabré recompensar a todos; que esta estrechezangustiosa de ahora no puede durar siempre...

o no sería yo doña Sirena!

COLOMBINA. Todo se compondrá. Id descuidada. ( Vase doña Sirena por elpabellón. )

ESCENA II

COLOMBINA, después CRISPÍN, que sale por la segunda derecha.

COLOMBINA. ( Dirigiéndose a la segunda derecha y llamando. )

¡Arlequín!¡Arlequín! ( Al ver salir a Crispín. ) ¡No es él!

CRISPÍN. No temáis, hermosa Colombina, amada del más

soberano ingenio,que por ser raro poeta en todo, no quiso extremar en sus versos lasponderaciones de vuestra belleza. Si de lo vivo a lo pintado fue siemprediferencia, es toda en esta ocasión ventaja de lo vivo, ¡con sertal[59.1] la pintura!

COLOMBINA. Y vos, ¿sois también poeta, o sólo cortesano y lisonjero?

CRISPÍN. Soy el mejor amigo de vuestro enamorado Arlequín,

aunque sólode hoy le conozco, pero tales pruebas tuvo de mi amistad en tan cortotiempo. Mi mayor deseo fue el de saludaros, y el señor Arlequín noanduviera[59.2] tan discreto en complacerme a no fiar tanto[59.3] de miamistad, que sin ella, fuera ponerme a riesgo de amaros sólo con habermepuesto en ocasión de veros.

COLOMBINA. El señor Arlequín fiaba tanto en el amor que le tengo como enla amistad que le tenéis. No pongáis todo el mérito de vuestra parte,que es tan necia presunción perdonar la vida a los hombres como elcorazón a las mujeres.

CRISPÍN. Ahora advierto que no sois tan peligrosa al que os ve como alque llega a escucharos.

COLOMBINA. Permitid; pero antes de la fiesta preparada para esta nochehe de hablar con el señor Arlequín, y...

CRISPÍN. No es preciso. A eso vine, enviado de su parte y de parte de miseñor, que os besa las manos.

COLOMBINA. ¿Y quién es vuestro señor, si puede saberse?

CRISPÍN. El más noble caballero, el más poderoso... Permitid que porahora calle su nombre; pronto habéis de conocerle. Mi señor deseasaludar a doña Sirena y asistir a su fiesta esta noche.

COLOMBINA. ¡La fiesta! ¿No sabéis...?

CRISPÍN. Lo sé. Mi deber es averiguarlo todo. Sé que hubo inconvenientesque pudieron estorbarla; pero no habrá ninguno, todo está prevenido.

COLOMBINA. ¿Cómo sabéis...?

CRISPÍN. Yo os aseguro que no faltará nada. Suntuoso agasajo, luminariasy fuegos de artificio, músicos y cantores. Será la más lucida fiesta delmundo...

COLOMBINA. ¿Sois algún encantador por ventura?

CRISPÍN. Ya me iréis conociendo.[60.1] Sólo os diré que por algo juntóhoy el destino a gente de tan buen entendimiento, incapaz de malograrlocon vanos escrúpulos. Mi señor sabe que esta noche asistirá a la fiestael señor Polichinela, con su hija única, la hermosa Silvia, el mejorpartido de esta ciudad. Mi señor ha de enamorarla, mi señor ha decasarse con ella y mi señor sabrá pagar como corresponde los buenosoficios de doña Sirena y los vuestros también si os prestáis afavorecerle.

COLOMBINA. No andáis con rodeos. Debiera ofenderme

vuestro atrevimiento.

CRISPÍN. El tiempo apremia y no me dio lugar a ser comedido.

COLOMBINA. Si ha de juzgarse del amo por el criado...

CRISPÍN. No temáis. A mi amo le hallaréis el más cortés y atentocaballero. Mi desvergüenza le permite a él mostrarse vergonzoso. Durasnecesidades de la vida pueden obligar al más noble caballero a empleosde rufián, como a la más noble dama a bajos oficios, y esta mezcla deruindad y nobleza en un mismo sujeto desluce con el mundo. Habilidad esmostrar separado en dos sujetos lo que suele andar junto en uno solo.Mi señor y yo, con ser[61.1] uno mismo, somos cada uno una parte delotro. ¡Si así fuera siempre![61.2] Todos llevamos en nosotros un granseñor de altivos pensamientos, capaz de todo lo grande y de todo lobello... Y a su lado, el servidor humilde, el de las ruines obras, elque ha de emplearse en las bajas acciones a que obliga la vida... Todoel arte está en separarlos de tal modo, que cuando caemos en algunabajeza podamos decir siempre: no fue mía, no fui yo, fue mi criado. Enla mayor miseria de nuestra vida siempre hay algo en nosotros que quieresentirse superior a nosotros

mismos.

Nos

despreciaríamos

demasiado

si

nocreyésemos valer más que nuestra vida... Ya sabéis quién es mi señor: elde los altivos pensamientos, el de los bellos sueños.

Ya sabéis quiénsoy yo: el de los ruines empleos, el que siempre, muy bajo, rastrea ysocava entre toda mentira y toda indignidad y toda miseria. Sólo hayalgo en mí que me redime y me eleva a mis propios ojos. Esta lealtad demi servidumbre, esta lealtad que se humilla y se arrastra para que otropueda volar y pueda ser siempre el señor de los altivos pensamientos, elde los bellos sueños. ( Se oye música dentro. )

COLOMBINA. ¿Qué música es ésa?

CRISPÍN. La que mi señor trae a la fiesta, con todos sus pajes y todossus criados y toda una corte de poetas y cantores presididos por elseñor Arlequín, y toda una legión de soldados con el Capitán al frenteescoltándole con antorchas...

COLOMBINA. ¿Quién es vuestro señor, que tanto puede? Corro

a prevenir ami señora...

CRISPÍN. No es preciso. Ella acude.

ESCENA III

DICHOS y DOÑA SIRENA, que sale por el pabellón.

SIRENA. ¿Qué es esto? ¿Quién previno esa música? ¿Qué tropel de gentellega a nuestra puerta?

COLOMBINA. No preguntéis nada. Sabed que hoy llegó a esta ciudad un granseñor, y es él quien os ofrece la fiesta esta noche.

Su criado osinformará de todo. Yo aun no sabré deciros si hablé con un gran loco ocon un gran bribón. De cualquier modo, os aseguro que él es un hombreextraordinario...

SIRENA. ¿Luego no fue Arlequín...?

COLOMBINA. No preguntéis... Todo es como cosa de magia...

CRISPÍN. Doña Sirena, mi señor os pide licencia para besaros las manos.Tan alta señora y tan noble señor no han de entender en intrigasimpropias de su condición. Por eso, antes que él llegue a saludaros yohe de decirlo todo. Yo sé de vuestra historia mil notables sucesos que,referidos,[62.1] me asegurarían toda vuestra confianza... Pero fueraimpertinencia puntualizarlos.

Mi amo os asegura aquí ( Entregándola unpapel) con su firma la obligación que ha de cumpliros si de vuestraparte sabéis cumplir lo que aquí os propone.

SIRENA. ¿Qué papel y qué obligación es ésta?... ( Leyendo el papel parasí. ) ¡Cómo! ¿Cien mil escudos de presente y otros tantos a la muertedel señor Polichinela si llega a casarse con su hija? ¿Qué insolencia esésta? ¿A una dama? ¿Sabéis con quién habláis? ¿Sabéis qué casa es ésta?

CRISPÍN. Doña Sirena..., ¡excusad la indignación! No hay nadie presenteque pueda importaros. Guardad ese papel junto con otros..., y no sehable más del asunto. Mi señor no os propone nada indecoroso ni vosconsentiríais en ello... Cuanto aquí suceda será obra de la casualidad ydel amor. Fui yo, el criado, el único que tramó estas cosas indignas.Vos sois siempre la noble dama, mi amo el noble señor, que alencontraros esta noche en la fiesta, hablaréis de mil cosas galantes ydelicadas, mientras vuestros convidados pasean y conversan a

vuestroalrededor, con admiraciones a la hermosura de las damas, al arte de susgalas, a la esplendidez del agasajo, a la dulzura de la música y a lagracia de los bailarines... ¿Y quién se atreverá a decir que no es estotodo? ¿No es así la vida, una fiesta en que la música sirve paradisimular palabras y las palabras para disimular pensamientos? Que lamúsica suene incesante, que la conversación se anime con alegres risas,que la cena esté bien servida..., es todo lo que importa a losconvidados. Y ved aquí a mi señor que llega a saludaros con todagentileza.

ESCENA IV

DICHOS, LEANDRO, ARLEQUÍN y el CAPITÁN, que salen por la

segundaderecha.

LEANDRO. Doña Sirena, bésoos las manos.

SIRENA. Caballero...

LEANDRO. Mi criado os habrá dicho en mi nombre cuanto yo

pudieradeciros.

CRISPÍN. Mi señor, como persona grave, es de pocas palabras.

Suadmi