Las Mariposas Vuelan Libres: Un Acercamiento Innovador y Radical a la Evolución Espiritual by Stephen Davis - HTML preview

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Puesto que la primera parte del Juego Humano es, a propósito, lo opuesto del estado natural de un Yo Infinito, se necesita una cantidad enorme de poder para crearlo y mantenerlo, como la montaña rusa de un parque de atracciones…

 

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Lo primero que ocurre cuando te subes en una montaña rusa es que subes una colina muy alta, y, para mucha gente, cuanto más alta, mejor; pero para subir esta alta colina es necesario que desafiemos todas las leyes naturales, como la Ley de la Gravedad. Se necesita mucho poder para subir esta primera colina y por el camino pasamos por toda clase de “experiencias interiores”. Para mucha gente, lo más común es el miedo, otros tienen una gran variedad de respuestas, desde el nerviosismo al pánico, incluso la náusea.

Yo me resistía a esa primera colina con todo lo que tenía. No me gustaba, no me sentía bien, no era natural, todo lo que quería hacer era largarme de allí; pero también sabía lo que venía después, la diversión justo tras la cima de la colina.

De la misma manera, hundirse lo más posible en las limitaciones y restricciones produce las mismas reacciones que subir la primera colina de la montaña rusa: no te gusta, no te sientes bien, no es natural, todo lo que deseas es largarte de allí. Así que resistimos la primera parte y nos preguntamos por qué tenemos esas experiencias; pero así es como debemos sentirnos, ese es el Juego.

Otro motivo de que me guste la analogía de la montaña rusa es que no podemos experimentar nunca la experiencia, ni disfrutar el viaje que viene, si no ascendemos la gran colina.

También es que una montaña rusa tiene dos “partes”, como el Juego Humano: uno sube la colina en la primera y la baja en la segunda. Si se mira objetivamente, la primera parte no es “mejor” ni “peor” que la segunda. De hecho, la segunda parte no podría existir sin la primera, de manera que no puede darse el “juicio” de que una parte sea mejor que otra.

Y lo que es más importante, alguien que viaja en la segunda parte de la montaña rusa no es más “iluminado”, ni “mejor”, ni “más avanzado”, ni “ascendido” que alguien que va sube la primera colina. Sencillamente, los dos están en un punto diferente del viaje.

Por lo tanto, alguien como yo, que estoy cerca del final de la etapa de crisálida, no es “mejor”, ni está más “iluminado”, o “avanzado”, o “ascendido” que quien esté aún dentro de la sala de cine. Yo estoy simplemente en un punto diferente de mi metamorfosis, nada más, y ya he experimentado la mayor parte de lo que viene tras la cima de la colina de la montaña rusa.

Por último, el motivo de que me guste esta analogía es que le da la vuelta a todo lo que normalmente hemos pensado sobre la limitación. Más que “descender” en la limitación, o “bajar” a las profundidades, la primera parte de la montaña rusa es hacia “arriba”. De modo que en lugar de decir que hemos tocado “fondo” en nuestras vidas, en mi mente es preferible decir que hemos alcanzado la cumbre, o el pico, o la cúspide de la limitación, cuando ya es hora de comenzar la segunda parte del Juego. Para mí, esto ayuda también a eliminar los juicios.

El día aquel del que te hablé, cuando estaba sentado en mi piso y me daba cuenta de que no tenía trabajo, ni dinero, ni esto ni aquello, era mi momento en la cumbre de la colina de la montaña rusa. Un breve momento sin peso aparente, cuando uno ha terminado de subir esa colina interminable y horrorosa, cuando uno puede dejar atrás toda resistencia que tuviera pero todavía no ha comenzado el viaje hacia abajo. Ese es el momento del no juicio, el momento de la claridad, el momento de la objetividad completa. Ese breve momento es cuando tú puedes agradecer que hayas llegado a la cima, incluso puedes agradecer la subida misma. Ni siquiera esperas la próxima parte del viaje, sino que, sencillamente, el espacio y el tiempo están suspendidos.

Y entonces atraviesas la puerta en la trasera de la sala de cine y comienza la segunda parte del Juego Humano (¡qué tal esta mezcla de metáforas!)

 

* * *

 

Fundamentalmente, la segunda parte del Juego Humano es lo opuesto a la primera parte (hablaremos de algo de esto, más en detalle, en capítulos posteriores)

 

1.- El Jugador sabe que lo que se ha llamado “realidad” no es real en absoluto, sino un holograma creado por su Yo Infinito para jugar el Juego Humano. Este Juego se juega por, en y para la consciencia. De hecho no hay un “ahí fuera”, no existe una realidad objetiva independiente.

2.- El Jugador sabe que una vez que se ha desplazado a la segunda parte, todos los hologramas experimentados por él estarán apoyando totalmente su metamorfosis en mariposa, más que dirigirlo hacia mayores limitaciones y restricciones,

 

3.- El Jugador sabe que no puede ni podrá nunca experimentar nada en holograma alguno que su Yo Infinito no haya creado y querido experimentar, y que su Yo Infinito ha escrito y dado su visto bueno al guión que se use por cualquier otra persona que aparezca en el holograma del Jugador. En el holograma del Jugador, nadie puede decir o hacer nada que no haya solicitado el Yo Infinito del Jugador.

 

4.- El Jugador sabe que su enfoque cambia de pensar, a sentir. En la segunda parte no hay nada que analizar, diseccionar ni comprender; no hay nunca motivo alguno para preguntar “¿por qué?”. Pensar y estudiar son ahora únicamente el resultado de la curiosidad interior por ampliar los propios conocimientos, en lugar de requisitos para descubrir el mundo, o para hacer al Jugador “mejor” o más “iluminado”.

 

5.- El Jugador cambia de “dar su poder a otra parte” para hacer real el holograma, a “recuperar su poder” desde ese holograma. Cuando aparecen hologramas que causan alguna clase de malestar es señal de que el Jugador, mientras jugaba la primera parte, ha adjudicado algún poder al holograma para hacerlo real. Esta es la oportunidad de reconocer que el holograma no era verdaderamente real y de recuperar ese poder desde el holograma.

 

6.- El Jugador deja atrás todos y cada uno de los juicios sobre cualquier persona o cosa de cualquier holograma en cualquier ocasión, como “bueno” y “malo”, o “cierto” o “erróneo”. Como dijo Rudyard Kipling en su poema, Si: «Si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre y tratar por igual a esos dos impostores…»

 

7.- El Jugador sabe que no hay nunca nada que necesite ser arreglado, ni cambiado, ni mejorado en los hologramas que experimenta.

 

8.- El Jugador cambia de ser “proactivo”, a ser “reactivo”. No hay nunca más nada que el Jugador necesite “hacer que suceda”. Ser “reactivo” significa que cuando aparece una ilusión holográfica “ahí fuera” que parece que requiera que se tome una decisión, una respuesta, o una acción, el Jugador la toma (siempre y cuando no signifique un malestar). O cuando el Jugador siente una motivación interna o un impulso para actuar, lo hace. Dicho con otras palabras, el Jugador sigue su agitación interior mientras sea divertida y proporcione alegría total.

9.- El Jugador vive momento a momento, día a día. No hay metas, ni planificaciones, ni objetivos, ni órdenes del día. No hay ni un pasado ni un futuro, simplemente un “ahora”.

 

10.- El Jugador desarrolla amor profundo y gratitud sincera por su Yo Infinito, por sí mismo como Jugador, y por todas las creaciones holográficas de la primera parte, aunque hubiese ocurrido que la experiencia pareciera desagradable. El Jugador se maravilla de asombro ante el bello, perfecto y milagroso trabajo que hizo en la primera parte para convencerse a sí mismo de que era real y de que el mundo holográfico que veía a su alrededor era también real.

 

11.- El Jugador tiene el “conocimiento” y la completa confianza de que su Yo Infinito se ocupará de todas sus necesidades (incluso del dinero), y de que no hay motivo alguno para preocuparse por nada. El Yo Infinito no crearía un holograma que quisiera que el Jugador experimentase si no lo dotara también de todo lo que el Jugador necesita para esa experiencia.

 

12.- El Jugador se levanta cada día en atenta espera, a la expectativa curiosa ante las experiencias que su Yo Infinito creará para él aquel día; se pone el cinturón de seguridad, se relaja, y disfruta del viaje.

 

* * *

 

Aún a riesgo de exagerar, me gustaría ofrecer dos analogías más (¿o son metáforas?) para asegurarme de que me he explicado bien.

En realidad ya he mencionado una antes, que quiero ampliar ahora…

Imagínate un autobús de línea que va por una autopista. Al volante va un Yo Infinito. El Yo Infinito se da cuenta de que no puede conducir el autobús y a la vez disfrutar plenamente de los paisajes del camino, de manera que crea un Jugador para que se siente en uno de los asientos y disfrute del panorama por él. De hecho, el Yo Infinito se da cuenta de que, si quiere, puede crear cuarenta Jugadores diferentes para que ocupen todos los asientos del autobús y así tener cuarenta puntos de vista diferentes del paisaje (si esto te sorprende, lee el capítulo veintiséis, “¿Un Jugador por cada Yo Infinito? ”, en la tercera parte de este libro).

Hay un cable que conecta al Yo Infinito que va en el asiento del conductor con cada uno de sus Jugadores que van en los asientos de los pasajeros, como una conexión Ethernet. A través de este cable, el Yo Infinito descarga una película holográfica para cada uno de sus Pasajeros/Jugadores, la cual se proyecta en la ventana de al lado del Pasajero. Pero más que ver solamente la película 3D que se proyecta en la ventana, el Pasajero está inmerso verdaderamente en el paisaje y es parte de la película misma.

Cada Pasajero sólo puede mirar por su ventana, y por lo tanto cada Pasajero tiene una experiencia totalmente única. Según va reaccionando y respondiendo al panorama que ve, envía sus sentimientos por el cable Ethernet al Yo Infinito, que puede entonces experimentar indirectamente la experiencia del panorama a través de su Pasajero.

El trabajo del Pasajero no es conducir el autobús, ni decidir que imágenes va a experimentar. Su trabajo es, simplemente, tener la experiencia y los sentimientos que resultan de ella.

¿Hace eso que el Pasajero esté “separado” del conductor? En cierto sentido, sí. Tiene que estar separado para no pensar en conducir el autobús y entonces pueda experimentar totalmente el paisaje. Pero no, no está “separado”, ya que fue creado por su Yo Infinito como una extensión de sí mismo y están conectados siempre por el cable Ethernet.

¿Es “erróneo” creer que estamos separados de nuestros Yo Infinito? No, en absoluto. El Juego se concibió para que funcionase de esa forma.

Nuestro problema como Pasajeros es que hemos estado intentando conducir el autobús, intentando decidir qué experiencias tendríamos, principalmente porque hemos tenido experiencias en el pasado que juzgamos como “erróneas” o “incómodas”. Hemos decidido que queremos evitar esas experiencias en el futuro, por lo que hemos intentado hacernos con el trabajo del conductor. O porque en el pasado hemos tenido experiencias que nos gustaban mucho y queríamos repetirlas.

Todo Pasajero que acepte verdaderamente su papel como tal y abandone todo juicio o creencia sobre el panorama que experimenta, puede reclinarse, relajarse y disfrutar totalmente del viaje. Hay también un tremendo descanso en darse cuenta, como Pasajero, de que no hay reacción o respuesta que pueda ser “equivocada”, que cada reacción y cada respuesta de cada Pasajero del autobús es válida, apetecible y deseada por su Yo Infinito.

 

* * *

 

La segunda analogía tiene que ver con uno de mis juegos favoritos: la busca del tesoro. A decir verdad, estuve pensando llamar a este libro La Gran Busca del Tesoro y utilizar eso como la metáfora principal, porque eso es lo que el Juego Humano ciertamente es.

En una buena busca del tesoro hay alguien que oculta algo y entonces inventa unas pistas para que los jugadores intenten encontrarlo. El juego me atrae tanto porque combina la agudeza mental (averiguar qué significan las pistas) con obstáculos a superar y, en algunos casos, también exigencias físicas a la hora de encontrar el tesoro.

En el Juego Humano era aún más difícil. No sabíamos que estábamos jugando un juego, ni sabíamos que buscábamos un tesoro, ni en qué consistía el tesoro. Tampoco sabíamos que todas las experiencias que teníamos eran perfectas para el juego, ni sabíamos que hubiera pistas que nos daban de cuando en cuando, ni lo que esas pistas significaban. Incluso nos quedábamos varados durante la busca del tesoro, detenidos en un sitio o en una experiencia concretos y allí estábamos, sin llegar nunca al tesoro mismo.

En pocas palabras, la mayoría de nosotros no lo pasábamos muy bien.

De hecho, mucha gente se enfadaba muchísimo con su Yo Infinito por ponerles en tales dramas, y conflictos, y dolores, y sufrimientos en la primera parte del Juego Humano. Y sin embargo, esa misma gente parecía disfrutar de una buena busca del tesoro, en la que sólo se tienen indicios, y pistas, y muchos obstáculos que superar antes de encontrar el tesoro. Y nadie se enfada con el creador de una buena busca del tesoro, ¿verdad?

Conozco a muy pocas personas que estén enojadas con sus padres por haberlas traído a este mundo como niños totalmente indefensos, desamparados y dependientes, pero que por alguna razón se encolerizan con sus Yo Infinito por haberlas creado para jugar al Juego Humano.

Es posible que digas “todo eso está muy bien, pero yo no estaba de acuerdo con ser un Jugador para mi Yo Infinito. ¡Yo no estaba de acuerdo con tener que pasar por años de dolor y sufrimiento para que mi Yo Infinito pudiese jugar alguna clase de juego enfermizo por su propia diversión!”

Quizá sí, quizá no. Pero esa indignación, aparentemente justificada en la superficie, está llena de juicios y recriminaciones. Y tampoco es verdad: tu Yo Infinito no creó tu dolor ni tu sufrimiento, lo hizo tu resistencia ante tus experiencias. Hablaremos más de esto después.

Lo que importa es que todo ha terminado ya. Ya tienes el cofre del tesoro y lo has abierto. Hay una nota dentro que dice: “no es real, es sólo un juego” y ahora estás de vuelta al punto de partida a reclamar tu premio.

Sólo hay un problema. La única forma de volver al punto de partida es volando, y en cada una de tus paradas en el camino hacia el tesoro has recogido un montón de equipaje. Demasiado equipaje y demasiado pesado para volar como mariposa. Así que ahora tienes que abandonar todo ese equipaje, que en este caso es la personalidad que has construido por el camino, tu “mismidad” tu ego.

 

* * *

 

Ahora que las dos partes del Juego Humano tienen más sentido, es posible que preguntes “¿cuál es la idea de todo esto?”

La idea es ¿qué vas a hacer en tu crisálida?, ¿qué va a ocurrir ahora que estás jugando la segunda parte del Juego Humano?

Durante la primera parte te has encontrado con numerosas experiencias holográficas que, basándose en los miedos de los que hablaremos después, has juzgado como “malas”, “incorrectas”, “peores”, “malignas”, o sencillamente “indeseables”. Has intentado cambiar, o arreglar, o mejorar esas experiencias con todo lo que tenías. Al hacerlo, has cedido poder “ahí fuera” y has hecho que los hologramas parezcan reales.

Según pasaba el tiempo ibas formando creencias y opiniones sobre las experiencias, sobre los demás y sobre el mundo a tu alrededor. Aquellos juicios, creencias y opiniones, de hecho, definían quien tú creías que eras. Se hicieron parte de tu “mismidad”, las capas de falsa identidad llamadas el ego.

Ahora tu trabajo es invertir ese proceso.

Todos los juicios que hiciste mientras estabas en la sala de cine, del tipo “bueno” y “malo”, “correcto” y “equivocado”, “mejor” y “peor”, “bien” y “mal” (como Humano-Niño y como Humano-Adulto) ya no son válidos.

Cada creencia y cada opinión que tenías se basaba en una hipótesis incorrecta (que las películas que mirabas eran reales) y por lo tanto, falsa.

Cada apego que tenías a esos juicios, creencias y opiniones creaba una nueva y falsa capa de identidad, que creías que realmente eras tú.

Así que ahora se te ha dado la oportunidad, por tu Yo Infinito, de revisar todos esos juicios, creencias y opiniones, y esta vez cambiar tu reacción o respuesta a las experiencias que los crearon. Al hacerlo serás capaz de abandonar las capas de falsas identidades que conforman tu ego (y los miedos subyacentes), y emprender tu camino hacia la respuesta verdadera a “¿quién soy yo?”

Cómo ocurre esto es relativamente simple.

En realidad tú no tienes que hacer nada. Es mucho mejor que ya no intentes hacer que las cosas ocurran. Tu Yo Infinito lo creará todo para ti, como siempre ha hecho. Todo lo que tienes que hacer es estar totalmente consciente y al tanto, momento a momento, de tus reacciones y respuestas a tus experiencias, y estar deseoso de observarlas en el momento presente con sinceridad y sin justificaciones. Eso significa que tienes que estar despierto y con los ojos abiertos, y no en alguna clase de sueño meditativo o estado alterado de consciencia.

Pero esto no es nada fácil. Se requiere una alta agudeza mental, y también incluye exigencias profundamente emocionales, e incluso físicas.

Esencialmente, tú “revivirás” o “revisarás” muchas de las experiencias clave de tu pasado, lo que significa que, por un corto período posterior, las películas que te rodean en tu crisálida se parecerán mucho a lo que eran en la sala de cine. Algunos de los personajes involucrados pueden ser ligeramente diferentes a la primera vez que viste la película, pero el tema fundamental es el mismo o muy parecido.

Sin embargo, esta vez tienes la oportunidad de cambiar tu reacción o respuesta a estas experiencias al ver el poder que otorgaste “ahí fuera” para hacer que tu universo holográfico pareciera real, y entonces abandonar los juicios, los prejuicios, las creencias y las opiniones que formaste como resultado. Esto será un buen comienzo, y entonces pasas a la experiencia siguiente.

Quiero dejar claro que tú no tienes que ir a la busca de tu pasado para procesar una experiencia. Tu Yo Infinito recreará esas experiencias en el presente para que te enfrentes a ellas en el aquí y ahora. Esto no es una psicoterapia destinada a descubrir que tu madre no te dio el pecho lo suficiente o para superar una historia familiar deficiente.

Va de “lo que es, ahora”.

Va de abandonar los miedos que dominan tus pensamientos en el presente y sobre los apegos a tu propia “mismidad”, las capas de identidades falsas, el concepto de personalidad llamado ego que crees que eres.

Va de una guerra con Maya, la Diosa de la Ilusión, como diría Jed McKenna.

Va de encontrar quién eres realmente.

Va de descubrir lo que es verdad.

Va de convertirse en un “no-yo” completamente realizado, con serenidad de ser.