Existen diferentes explicaciones sobre los orígenes del machismo. Una de ellas es la promovida por Paz, Aramoni y Goldwert quienes consideran que nació en América Latina por razones psicológicas heredadas de la Conquista. Otros dicen que el machismo es una construcción histórica que varía en el tiempo y en el espacio. Gutman, en su estudio sobre el machismo en Santo Domingo, lo ve una construcción social más que cambia en el tiempo y que no es común a toda América Latina.
Si ésto es cierto, habría que concluir, como lo hace Mirandé, que no existe un fenómeno que sea generalizable para la región:
Acaso la conclusión más significativa que puede ser sacada de la más reciente investigación es que los hombres latinos no constituyen una masa homogénea y monolítica, como se la pintaba en el modelo tradicional. Ésto sugiere que no existe un modo masculino, sino una variedad de modalidades y masculinidades que no solo son diferentes, sino contradictorias 39.
Según el autor, el que haya una visión tradicional y esencialista del machismo como característica del hombre latinoamericano ocurre porque las investigaciones han sido hechas por “hombres blancos que carecían de conocimiento genuino de la cultura que estudiaron” 40.
Los “esencialistas” fijan su atención en las raíces del fenómeno y, aunque buscan en la historia, tienen una tendencia a describir el machismo como algo universal en la región que tiene causas comunes. Algunos, los más psicologistas, lo interpretan como un viejo trauma que aún no ha sido resuelto y que, por ello, vive en el inconsciente de todos los latinos.
Paz, en El Laberinto de la Soledad 41, aduce que la Conquista fue vista como una
“violación” de la cultura indígena y que el mexicano vinculó lo femenino y lo abierto con la sumisión y la derrota. El macho mexicano, pues, optaría por “cerrarse” y defender su 37 Ibid, p. 213.
38 Roger Lancaster, Life is Hard, p. 245.
39 Alfredo Mirandé, Hombres y Machos, p.19.
40 Ibid.
41 Octavio Paz, El Laberinto…
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hombría ante las supuestas penetraciones que sufren los débiles y las mujeres. De ahí que lo hizo parte de su definción de nacionalidad hasta nuestros días. Ramos lo ve como una compensación por el sentimiento de inferioridad del trauma de la Conquista 42.
Aramoni lo interpreta una defensa ante sentimientos de inferioridad: “La expresión de características masculinas exageradas van desde la prevalencia genital al orgullo a la ausencia de miedo. Es también una actitud contrafóbica hacia las mujeres” 43.
Goldwert considera que el culto a la virilidad es común en toda América Latina y sus orígenes se deben a que la Conquista fue percibida como una sodomización del indio por el español. La mezcla fue percibida como una “bisexualidad metafísica” en que los conquistadores doblegaron al primero y lo convirtieron en una víctima pasiva y femenina:
La Conquista fue, entonces, un tiempo de kairos, un tiempo de trauma que dio forma a todas las relaciones humanas. Derivado de la Conquista existe ahora en cada hombre mexicano una polaridad culturalmente estereotipada en la que la
“masculinidad” es equiparada con la personalidad activa/dominante y la
feminidad es pasiva/sumisa 44.
Otros, como Valdez, consideran que el machismo no es producto de la conquista o de ningún trauma psicológico sino que es una herencia directa de los españoles quienes eran
“caballeros de cincuenta pies con huevos de oro” 45. En otras palabras, el culto a la
masculinidad, la guerra y el dominio proviene de la cultura forjada durante varios siglos de luchas en que los españoles batallaron en contra de los invasores musulmánicos. El mismo Paz reconoce que “es imposible no darse cuenta del parecido entre la figura del macho y la del conquistador español” 46. Goldwert también opina que los españoles fueron los primeros “machos” 47.
Finalmente, el mismo Aramoni 48 nos dice que la sociedad azteca era patriarcal y que el
varón era un guerrero y la mujer sumisa y dedicada a las labores domésticas. El machismo sería, pues, prehispánico. June Nash 49 no comparte la idea de que el machismo provenga de la herencia indígena. Según él, la mujer azteca ocupaba posiciones importantes en la economía, en la religión y en la sociedad civil. Field 50, en
su estudio sobre los artesanos nicaragüenses, comparte la idea de que fueron los españoles, en el siglo XVIII, los que desplazaron a las mujeres indígenas de las 42 Samuel Ramos, Profile of Man and Culture in Mexico. Translated by Peter G. Earle. Austin: University of Texas Press, 1962, p. 56.
43 Aniceto Aramoni, Psicoanálisis…, p. 70.
44 Marvin Goldwert, Machismo and Conquest: The Case of Mexico. Lanham MD: University Press of America, p. 162.
45 Luis Valdez, Introduction to Azlan: An Anthology of Mexican American Literature. Ed. Luis Valdez and Stan Steiner. New York: Knopf, 1972, p. xvi.
46 Octavio Paz, El Laberinto, p. 82.
47 Marvin Goldwert, Machismo and Conquest, p. 162.
48 Aniceto Aramoni, Psicoanálisis, p. 280.
49 June Nash, “ The Aztecs and the Ideology of Male Dominance” Signs: Journal of Women and Culture and Society 4 (Winter): 349-362, 1978.
50 Les W. Field, The Grimace of Macho Raton. Artisans, Identity and Nation in Late-Twentieth-Century Western Nicaragua. London and Durham: Duke University Press, 1999.
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posiciones de poder 51. Oviedo nos dice que las mujeres indígenas en la región de Nicaragua de lengua mangue ocupaban puestos políticos antes de la llegada de los españoles 52.
Muchos machismos, machos emocionales
Los llamados “construccionistas”, como Mirandé y Gutman, consideran que a pesar de los orígenes que se le adjudica, el fenómeno no es estático ni se mantiene incólume por herencias históricas imposibles de cambiar. En otras palabras, el machismo latino está relacionado con las fuerzas productivas y varía con ellas. De ahí que puede ser el fenómeno de las mil caras. Mirandé no piensa que traumas históricos como la conquista puedan seguir teniendo impacto emocional en generaciones tan alejadas de los hechos.
Resulta difícil creer que naciones enteras vivan un trauma psicólogico por haber nacido de la unión de dos razas distintas, una que dominó militarmente a la otra. Si ésto fuera así, toda Europa viviría sumida en un trauma similar.
Mirandé es de la opinión que el fenómeno pudo tener su orígen en la cultura española pero ha cambiado hasta divorciarse de su carácter sexista. En Estados Unidos, éste se asocia ahora con una preocupación por defender a la familia y a la cultura hispánica, convertida en una minoría cultural. Los machos de Mirandé no son parcos emocionales, como los sajones, y tampoco rehúsan cocinar y realizar otras actividades asociadas en Estados Unidos con las mujeres. En otras palabras, resultan más andróginos que los mismos norteamericanos sajones en la famosa escala Bem 53 (que evalúa la masculinidad y la feminidad).
Gutman, por su parte, opina que el machismo es un legado del pasado pero que se transforma con la realidad social en que se desarrolla. Él piensa que ésta mediatiza la teoría y la práctica. De ahí que no interesa lo que los hombres dicen sobre cómo deberían ser las cosas (herencia cultural) sino en lo que hacen en la práctica. Si lo miramos de esta forma, el machismo estaría desapareciendo porque los mismos hombres mexicanos lo miran de manera peyorativa y hacen cada vez más labores que antes se tildaban de femeninas. Es ahora más frecuente ver a los hombres comprando vegetales, tortillas y
ayudando en los quehaceres del hogar 54. La comunidad de Santo Domingo ha estado expuesta a las nuevas ideas sobre los roles sexuales que han dictado sociedades más desarrolladas. Muchos de los hombres han ido a trabajar a los Estados Unidos. Ésto no solo importa ideas más modernas sino que también empoderiza a las mujeres, quienes han tenido que vérselas solas con sus hijos.
51 Ibid, p. 133.
52 Gonzalo Fernández Oviedo y Valdés en Jonathan Friedman, Cultural Identity and Global Process.
London: Sage Publications, 1994, pp. 208-210.
53 Sandra L. Bem, “The Measurement of Psychological Androgyny. Journal of Consulting and Clinical Psychology 42 (April 1974): 155-162.
54 Mattew Gutman, The Meanings of Macho…, p.221.
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¿Dicen los hombres la verdad?
El machismo en los países latinoamericanos no está en decadencia. Tampoco se ha desvinculado de la opresión de la mujer, ni se ha transformado en un culto a la familia y el honor. Aunque varía de país a país y en el tiempo, es un fenómeno que no ha dejado de ser sexista. Ninguna de las tesis que hemos visto, pues, está errada o correcta. El problema es que han mirado el “animal” desde distintos ángulos.
Uno de los problemas con trabajos como el de Mirandé, por ejemplo, es que se ha basado exclusivamente en lo que sus entrevistados contestan ante un cuestionario estructurado y en preguntas a profundidad de investigadores académicos. Mirandé critica a los que exponen que el machismo es un fenómeno endémico en los latinos porque se han basado en “estereotipos” y observaciones “subjetivas” de una cultura que no conocen. En ésto concuerda Américo Paredes, que nos dice que muchos de estos investigadores no sabían bien el español ni la complejidad de los dialectos de muchos de los estudiados 55.
Sin embargo, Mirandé peca por lo opuesto. Está tan imbuido en la cultura latina de donde proviene que se le olvida que sus entrevistados están acostumbrados a defender un discurso en público que es el del catolicismo y tener otro en lo privado que nunca ha sido oficial. En el discurso cristiano actual, el machismo no es bienvenido y se predica una igualdad en los géneros que no se da en la práctica.
Muchas de las ideas que ellos expresan sobre el hombre como padre y protector del honor provienen del discurso cristiano sobre la sexualidad, que es tan viejo en América Latina como el machismo. El que los individuos que entrevistó le hayan negado que sean machos y que desprecian a la mujer no es necesariamente una prueba de que así sea en la práctica o que no tengan estas ideas en otras “gavetas” mentales. Lo que sucede es que la cultura sexual latina es más compartimentalizada y habitada por discursos sexuales distintos que la sajona. Si nos presentáramos como investigadores académicos ante cualquier población masculina latina, los entrevistados no dudarían en recetarnos los principios de amor y supuesta igualdad en los géneros que pregona la Iglesia. Algo muy distinto sería si grabáramos a los mismos entrevistados cuando hablan con sus compañeros en un bar o en un prostíbulo.
Existen muchas razones para explicar la compartimentalización latina. De la misma forma que algunos culpan a la Colonia por haber establecido una cultura machista, podemos hacerlo nosotros con respecto a la polarización entre los discursos oficiales y la práctica sexual. El imperio colonial hizo que la cultura latina aprendiera, en lo sexual, a decir una cosa y hacer, en la práctica, otra. Esta polarización llevaría a que los discursos sexuales cambien de acuerdo con el interlocutor y el contexto en que se expresan. Si hubiéramos entrevistado en el siglo XVII a un grupo de hombres latinos sobre lo que piensan de las mujeres y de la fidelidad sexual, no hubiéramos encontrado señales de una doble moral, ni que ellos fueran machistas.
55 Americo Paredes, “On Ethnographic Work Among Minoriy Groups: A Folkloristś Perspective”. New Scholar 6 (Fall and Spring 1977), p.1-33.
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La razón de esta compartimentalización cultural fue simple. Cuando España descubrió América, estaba en el declive de su poder, incapaz de competir con Inglaterra y de suplir al Nuevo Mundo con bienes manufacturados. Los latinoamericanos suplían sus necesidades básicas y sus bienes de lujo principalmente del contrabando. Como resultado de ello, la Corona Española estaba impedida de imponer sus decisiones en la región.
Aprendió a hacer compromisos y a mirar hacia otra parte cuando veía que el oro y la plata eran canalizadas hacia sus enemigos. A las poblaciones nativas se les dejó comerciar con poderes emergentes y a los mestizos, la población que resultó de la mezcla racial, se le permitió administrar y obtener poder a través del soborno y la presión económica 56.
Ésto creó una cultura que seguía el principio de “obedezco pero no cumplo”. En otras palabras, un sistema donde las élites económicas locales no cuestionaban la autoridad real fingiendo complacerla. Ésto significaba que se les prohibía comerciar con Inglaterra u Holanda pero que lo hacían aún así a través del contrabando. Se les prohibía trabajar en el aparato político pero eran capaces de hacerlo comprando sus puestos. Eran capaces de ejercer influencia sobre la Corona, disminuyendo la necesidad o rompiendo con el Imperio. El movimiento independentista se levantaría precisamente cuando las Guerras Napoleónicas perturbaron este sistema e impulsaron a los Borbones a intentar reconquistar América Latina prohibiendo el contrabando y deteniendo la corrupción política y económica. Solo entonces, las nuevas élites de América Latina decidieron impulsar las guerras de independencia 57.
¿Qué tiene que ver ésto con el sexo? Mucho.
En América Latina prevalecía una forma bastante radical de ética sexual cristiana impuesta por la Corona Española, que emergió victoriosa después de 800 años de guerra contra los infieles, esto es, contra los musulmanes que invadieron la península española.
Conforme avanzó la guerra, así lo hizo el fanatismo religioso. En 1492, los Reyes Católicos impulsaron tanto el descubrimiento del Nuevo Mundo como la expulsión de los judíos y los musulmanes de España. La colonización de las Américas tuvo lugar dentro de este clima de intolerancia y fanatismo religioso 58.
El catolicismo era impuesto de la misma manera que el colonialismo político y económico. La gente debía seguir sin cuestionar una serie de principios. Los del catolicismo eran estrictos: el sexo era solo aceptable en el matrimonio. La infidelidad y la prostitución eran severamente castigadas. El sexo para el deleite era perseguido por la Inquisición Española. La sodomía era castigada con la muerte.
56 Murdo MacLeod, Spanish Central America. A Socioeconomic History, 1520-1720, Berkeley: University of California Press, 1973.
57 Mario Rodríguez, El Experimento de Cádiz en Centroamérica, 1808-1826, Mexico: Fondo de Cultura Económica, 1984.
58 Ralph Lee Woodward Jr., Central America. A Nation Divided, New York: Oxford University Press, 1976.
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Frente a la posición católica sobre el sexo, América Latina encaraba los mismos problemas con la espiritualidad que con la esfera económica: la imposibilidad de cumplir.
La región necesitaba desarrollarse por medio de la explotación y ampliación de la mano de obra disponible. Dada la ausencia de inmigración, ésto solo podía realizarse mediante el relajamiento de las prácticas sexuales, la mezcla racial y una alta fertilidad. Los países que podían incrementar la fuerza laboral eran los únicos en desarrollar primero una economía de exportación y vincularse con el mercado mundial.
Con el fin de desarrollar el mercado laboral, los principios católicos, como ocurrió con los políticos y los económicos, fueron dejados de lado. Las prácticas sexuales contradecían el dogma católico. Los hijos ilegítimos, la infidelidad y el sexo fuera del matrimonio eran la norma. La gente no podía cumplir con las demandas eclesiásticas y la Iglesia cedió a tal necesidad. Muchos de los mismos sacerdotes tenían hijos ilegítimos 59.
Dado que los principios católicos no eran fielmente seguidos y que la Iglesia misma extraoficialmente aceptaba la realidad sexual particular de las colonias, no había necesidad de rebelión. La gente aprendía a vivir con las contradicciones entre la teoría y la práctica. Ésto es lo que históricamente llamo la “compartimentalización” de América Latina 60. Aunque el catolicismo tradicional ha ido, por su parte, modificando sus dogmas sexistas y la discriminación contra la mujer, los discursos principales, sean religiosos, sexuales, económicos o políticos, sobrevivieron a su utilidad y a la lealtad de la gente sin haber sido debatidos, cuestionados o abandonados.
Pero no solo las cabezas están compartimentalizadas sino que el mismo espacio. La cultura latina ha creado espacios para los distintos discursos. Como Richard Parker ha escrito en su libro sobre la sexualidad brasileña, la sexualidad está dividida entre la casa y
la calle 61. En la última, los hombres mantienen principios y estilos de vida sexual diferentes a los que sostienen en el mundo privado del hogar, la iglesia y la comunidad.
No es de extrañar, entonces, que cuando Mirandé hizo sus preguntas a los entrevistados en sus hogares, lugares de trabajo u organizaciones comunales, oímos un discurso más equitativo sobre la sexualidad.
¿Es cierto que los hombres latinos no son ya machistas?
Gutman está interesado en probarnos que el machismo está en decadencia debido a que la globalización, la democracia, el desarrollo capitalista y las ideologías de liberación, han llegado a todos los rincones de la tierra. El autor nos demuestra cómo las mujeres han dejado su papel tradicional en el hogar y poco a poco han ido logrando avances en sus relaciones con los hombres. Tanto es así que la masculinidad ha empezado a definirse 59 Roger Churnside, Formación de la fuerza laboral costarricense, San José: Editorial Costa Rica, 1985.
60 Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Las Gavetas Sexuales del Costarricense y el riesgo de infección con el VIH, San José, Costa Rica: Imediex 1996.
61 Richard, Parker, Bodies, pleasures, and passions: Sexual Culture in Contemporary Brazil. Boston: Beacon Press, 1991.
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únicamente como algo diferente a la homosexualidad, permitiendo que las mismas mujeres puedan ser aceptadas como “machas”, cuando son valientes y tienen coraje 62.
Estos hallazgos son tan evidentes que no merecen cuestionarse. Las mujeres latinas en Santo Domingo, en México, o en la región occidental de Nicaragua, como nos dice Field, han logrado cambiar aspectos de su rol tradicional. Sin embargo, ésto no nos puede llevar a la conclusión de que el discurso del machismo esté en decadencia. A pesar de su visión construccionista, el autor se olvida de investigar cómo es que una vez que las mujeres logran ciertas ventajas en su rol tradicional, nuevas tareas les son asignadas. Por ejemplo, pueden contar con más ayuda doméstica en el hogar por parte del marido. Pero, por otro lado, miran que su papel de madre se complica con las expectativas de que sea ahora una psicóloga, sexóloga, modelo y confesora de sus hijos.
La cultura machista, pues, evoluciona como toda construcción. Pero evolucionar no significa mejorar o cambiar las reglas básicas del juego. No podemos augurar su declive solo al mirar cómo algunas tradiciones han cambiado sin evaluar cuáles otras se han eregido para mantener la subordinación de las mujeres. En un libro anterior 63,
analizamos cómo las mujeres de clase media en Costa Rica han ganado una mayor participación en la economía, sin ver substancialmente su subordinación disminuida. En este libro estudiaremos cómo el machismo es suspendido en períodos de la vida de los camioneros con tal de no modificar las relaciones de poder en su hogar. Además, cómo los traileros pueden establecer relaciones no machistas por causa de su mismo machismo, la gran paradoja en un mundo globalizado en donde los derechos de las mujeres han sido cada vez más incorporados.
62 Matthew Gutman, The Meanings of Macho…, p. 15.
63 Jacobo Schifter y Johnny Madrigal, Las Gavetas Sexuales del Costarricense y el riesgo de infección con el VIH, San José, Costa Rica: IMEDIEX, 1996.
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II. METODOLOGÍA
La primera etapa del trabajo lo representa un estudio realizado en cinco países de América Central: Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Sin embargo, como veremos en los resultados del estudio, el área geográfica fue mayor, ya que los traileros de estos países recorren, en diferentes magnitudes, desde Panamá hasta los Estados Unidos. El comienzo de la investigación fue a principios de 1997 y culminó a mediados de 1998.
Para desarrollarlo fue necesario unir esfuerzos y para ello se contó con la colaboración de diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de los países en estudio 64. La
investigación fue coordinada por los autores desde Costa Rica, en el Instituto Latinoamericano de Prevención y Educación en Salud (ILPES), el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional (IDELA) y las ONG participantes en la región fueron suplidas de lo necesario para ejecutar el trabajo, con el apoyo de la Embajada Real de los Países Bajos en Costa Rica.
Después de una reunión celebrada en San José (setiembre de 1996), para acordar los lineamientos generales del proyecto, los coordinadores regresaron a sus respectivos países a realizar una de las primeras tareas: el inventario de recursos. Este trabajo se desarrolló para conocer los recursos estructurales que poseía cada país en el transporte pesado: número de empresas, número de cabezales, número de traileros, aspectos relacionados con la organización de los traileros y los empresarios, productos que transportaban, países que visitaban, sitios de reunión, puestos de carga y descarga, rutas de transporte, aduanas y otros.
Para recolectar esta información se establecieron contactos con las diferentes organizaciones que reúnen a los empresarios de trailer en cada país, tales como las federaciones, cámaras o asociaciones. En ocasiones, las instituciones estatales proporcionaron la información y cada coordinador presentó un informe escrito.
También se realizó un proceso de observación en el campo. Éste permitió realizar un primer acercamiento a los diferentes ambientes en los que se desarrolla la vida del trailero. Para ello, se redactó una guía que incluía temas relacionados con el ambiente familiar del trailero, el social y el laboral. También se incluyó el tema de la conducta sexual.
Para realizar la observación, los coordinadores se desplazaron a todas las fronteras y principales puertos de sus respectivos países. Visitaron bares (barras o cantinas), salones de baile, discotecas, restaurantes y otros lugares donde ingieren alimentos, prostíbulos, parques, predios de descanso, carreteras que recorren y otros lugares situados en las 64 En Costa Rica participó el Instituto Latinoamericano de Prevención y Educación en Salud (ILPES), por Guatemala, la Asociación Guatemalteca para la Prevención y Control del SIDA (AGPCS), por Honduras la Fraternidad Sampedrana de Lucha Contra el SIDA (FSLS), por Nicaragua la Fundación Xochiqueztal y por El Salvador la Fundación Nacional de Prevención, Educación y Control del Paciente VIH/SIDA, FUNDASIDA.
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comunidades donde se encuentran los puertos o las fronteras. La observación practicada en los diferentes lugares se complementó con conversaciones que sostuvieron con empresarios, traileros, trabajadoras comerciales del sexo, propietarios o dependientes de los establecimientos visitados y otros miembros de las comunidades.
Una vez realizada esta etapa, se diseñó un cuestionario estructurado cuya duración promedio fue finalmente estimada en 26 minutos. Éste contenía diferentes temas de interés como la práctica sexual, el uso del condón, los conocimientos y formas de contagio de las enfermedades de transmisión sexual y el sida, entre otros. El instrumento diseñado sería administrado a una muestra probabilística de 400 traileros de toda la región.
Para seleccionar la muestra regional de traileros se construyó un listado de las empresas por cada país. Generalmente, las empresas registradas en alguna fuente también fueron las más grandes y, como consecuencia, las que tenían una mayor cantidad de traileros.
Antes de seleccionar la muestra se procedió a eliminar de los listados a los traileros unitarios, que ofrecen servicios por medio de contratos a las empresas o que funcionaban por su cuenta, debido a que su localización era difícil. De esta manera, la población de traileros inscritos en empresas se estimó en 5,091 y el número de empresas registradas sumó un total de 497 en la región. Ambos datos se desglosan como sigue 65 :
País
Número