Los Traileros y la Vida Loca by Jácobo Schifter Sikora - HTML preview

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Historias de Sodoma

Francisco dijo que entre sus amigos traileros “se dan bromas de maricones” y no quiso explicar en qué consistían. Mario, sin embargo, mencionó que “cuando un amigo se agacha a juntar algo le arriman el bicho (pene), le pellizcan la nalga o simplemente le dan una palmadita para que no tiente”. Manuel dice que él acostumbra a sacarle el pene erecto a sus amigos para que no lo molesten con esas cosas. El mensaje de Manuel es que si no lo dejan tranquilo “los va a castigar penetrándolos a todos”. José también habló de los juegos y enfatizó que ese tipo de bromas no significa que sean homosexuales, “ya que ellos dan las bromas en serio y se ciñen mucho”. Pancho dice que vacilan con el asunto de los playos:

Mis compinches empiezan el show y empiezan a tocar nalgas, le agarran el bicho a uno y si no se cuida hasta le agarran los huevos. Si va pasando un carajillo por la calle le dicen un montón de animaladas. Es solo parte del vacilón, ganas de joder, de entretenerse con algo.

Y Frank cuenta la historia de un amigo que, cuando cambia de sexualidad, le gusta que lo molesten y lo toquen:

126 Michel Foucault. Historia de la sexualidad. Vol. III. El uso de los placeres. México: Editorial Siglo XXI., p. 198.

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Benemérito pasa un mes bien; no le gusta que lo toquen porque se enoja y es capaz de pegarle a cualquiera. Durante ese tiempo solo anda con mujeres. Pero al mes siguiente cambia y empieza a molestar a los compañeros, los toca y busca que lo toquen. Cuando se mete con los compañeros al camarote a ver tele o a oír radio, solo se oyen los gritos de Benemérito simulando que se está cogiendo a los que están adentro. Él cambia su forma de ser...

Cuando en la relación interviene una mujer con un grupo de hombres, el calor de la situación probablemente hace que el contacto sexual entre los mismos hombres se incremente.

Nunca he participado en una orgía. Sin embargo mi compinche me contó que hace unos dos meses se metieron tres compañeros con una puta. Él me dijo que para tener una buena erección, empezaron a sobársela entre ellos primero.

Luego, se pusieron a medirla por vacilón. El más voluminoso tendría de premio la oportunidad de ser mamado por los traileros y la mujer. Mi amigo resultó ganador y me dijo que por joder los obligó a todos a cumplir con la promesa. El hombre se reía cuando me contaba con qué desagrado los dos traileros tuvieron que hacerle el favor. Pero eso me lo contó para que viera lo macho que era y lo grande que la tenía. (Julio).

Luis asegura que el contacto de los traileros es solo un juego.

No considero que cuando se meten varios con una mujer estén haciendo cosas de homosexuales. Un amigo me contó que le gusta irse con más de dos hombres y varias mujeres a la cama. Pero lo que ellos hacen es generalmente agarrarse los genitales y tocarse las nalgas para molestarse. Me contó que cuando alguno se propasa, le llaman la atención. Le pregunté que cómo era que se podían propasar y me dijo que alguna vez, por molestar al compañero, se le montan por atrás cuando él está encima de la mujer.

Le insistimos a Luis: “¿Pero me podrías explicar qué quieres decir cuando dices “que se le montan encima?” El joven responde sin ninguna malicia: “Pues le meten el churuco pero no se riegan ni nada. Es una forma de jugar, pues”.

Mario, por el contrario, no está tan seguro que las prácticas sean inocentes.

El año pasado hicimos una orgía entre cuatro traileros y una prostituta. Le cuento que fui el primero y me regué bien rápido. Como la fiesta seguía decidí irme a tomar unas cervezas mientras los otros continuaban. Unos minutos después llegó Pepe, uno de los participantes. Le pregunté que si los otros dos se quedaron con la muchacha y me dijo que sí. Empezamos a conversar tonteras y nos quedamos un buen rato en el bar. Cuando vimos que los compañeros no venían nos fuimos a ver qué pasaba. ¡Qué sorpresa nos dimos cuando encontramos a la mujer dormida y a José dándole por atrás a Emilio! ¿Pero qué están haciendo? le dijimos con cólera ´Pues es que la vieja se durmió y nos 143

pusimos a jugar, respondió Emilio´. Le dije al cara de barro que se sacara esa verga del culo y que fuera a jugar bola a otro camión.

Lucrecia Borges, una travesti hondureña, confirma que la situación no es como ellos la cuentan:

Los traileros tienen fama de perseguir a las travestis. Varias de nosotras participamos en la fiesta del banano, que es algo común entre los traileros de las compañías bananeras. Cuando vienen con los cargamentos de banano, nos vamos al camino a esperar por ellos. Es muy difícil que tengamos que esperar mucho.

Nos subimos en el trailer y ahí comemos todo el banano que queramos, por eso se llama así la fiesta. Te imaginarás lo empachadas que quedamos.

Gonzalo admite que la homosexualidad es parte del menú del trailero.

Los traileros somos marineros de tierra. Igual que ellos, nos gustan las putas y los homosexuales. Son parte de la fauna de la carretera. El problema es que nos avergüenza admitirlo. Usted no verá a un trailero abiertamente salir con una puta de un bar. Mucho menos montando a un travesti o a un maricón. Esas son cosas privadas que no lo vamos a compartir con un entrevistador, ni siquiera con el mejor amigo. Pero el homosexual que se monte en un trailer saldrá con su mente y su culo más abiertos.

Los traileros tienen relaciones homosexuales no por ser machistas sino porque, en el viaje, no lo son. Están tan conscientes de que serían estigmatizados, que lo hacen solapadamente y casi no hablan del tema. Sin embargo, la práctica homosexual es parte de su menú. En el discurso del Eros, aunque no del machismo, es una de las actividades placenteras. Así lo confiesa Cirino:

La boca no tiene órgano sexual. ¿A quién le importa los genitales de la persona cuya boca le está dando una mamada fenomenal?

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EPÍLOGO

El trailero hace un viaje que lo lleva a países y zonas mentales distintas. La huida de lo cotidiano y de los discursos tradicionales lo llevará a nuevos territorios. Escapará del machismo con que mira sus relaciones familiares pero encontrará nuevos senderos a los imperantes en su comunidad. En un viaje posterior con Luis, él reconoce que es una persona más liberal en el camino y que establece relaciones más equitativas con hombres y mujeres. Sin embargo, ésto no lo ha llevado a modificar las relaciones con Katia. Luis está convencido de que si ella empieza a trabajar, lo dejará algún día. También está consciente de que él carece los medios para atarla al hogar “con otros papeles y demandas”. Cuando le pregunté en qué estaba pensando, me dijo que los hombres de recursos económicos imponen a sus mujeres tareas más complicadas en el cuidado de la casa y de sus hijos. “La gente de plata puede hacer el trabajo doméstico más complicado, para hacer que las mujeres se sientan profesionales”, me señaló en un viaje posterior que hicimos. “Cuando las mujeres exigen más libertad, los hombres de clase media les amplían las cocinas”., me dice.

Luis está en realidad pensando en cómo ahora las mujeres de clase media pueden trabajar fuera del hogar pero las demandas emocionales y psicológicas de lo que representa ser madre y esposa, han aumentado. “Las esposas deben convertirse en psicólogas de sus hijos”, cosa que antes no era así. Según el trailero, las clases populares no cambian el discurso del machismo no porque sean más ignorantes sino porque no tienen alternativas para mantener las relaciones de poder.

En el recorrido, la cultura sexual que se establece nace no solo de otros discursos sino de sus interacciones con la realidad. De ahí que a la larga, el trailero deja de ser machista para entrar en la dimensión del Eros, con sus prostitutas y sus homosexuales. El hombre típico latino se convierte así en una minoría sexual más que también se esconde y miente sobre su vida. Una muestra de la plasticidad de la conducta humana y de la tenue división entre víctima y victimario.

Cuando he viajado con Luis por Centroamérica, ambos hemos aprendido lo que es tener que disimular y esconder nuestra relación. Lo que antes me parecía el gesto más natural con mi esposa, como tocarle la cara, ahora tenemos que hacerlo a oscuras en el cabezal.

Luis me cuenta que puede entender cómo se deben sentir los homosexuales que se esconden. “¿Pero qué somos nosotros, entonces, le pregunto?” “Dos machos templados únicamente”, me responde. Luis me ha enseñando así que uno puede tener prácticas homosexuales sin que éstas cambien la identidad. Sin embargo, creo que por mi parte le he enseñado las consecuencias de no asumir las identidades: “Seremos dos machos templados pero hacemos lo mismo que dos playos de los que usted desprecia”, le digo con dureza. “Así que o nos ponemos el condón, o vaya a ver quién lo calma”.

¿Pero de qué sirve saber ésto para la prevención? Conocer de la compartimentalización de la vida sexual del trailero, o del típico hombre macho latino, nos hace entender que la prevención no se puede desvincular del “estado mental” de la sexualidad. En otras palabras, debe realizarse precisamente en la dimensión en que éste se desarrolla. Impartir 145

información, por ejemplo, en clínicas, talleres de salud, medios de comunicación y otros vinculados con el discurso científico, no logrará cambiar las actitudes. Ésta debe estar presente en los predios, burdeles, salones, bares, moteles, cabezales y los lugares en que se practica. En otras palabras, la prevención debe adaptarse a la vida compartimentalizada de los traileros.

Luis no quiso usar el condón la segunda vez. Me dijo que lo haría con prostitutas y

“playos” que levantara en el camino pero que conmigo no. Le cuestioné sus razones.

“Usted era virgen, me dice, ¿no fui el primero?” “Sí, pero, ¿quién le ha dicho que no tengo relaciones con otras mujeres? y además, ¿acaso no estoy casado?” No obstante mis buenos argumentos, el trailero me dejaba toda la responsabilidad: “Si su mujer lo infecta es porque usted le da permiso para que trabaje”. Luis, por su parte, está convencido de que si Katia está en la casa, nunca tendrá relaciones con otro hombre. “¡Ay mijito, le digo, cuántos lecheros le podrían bajar de esa nube! “Aunque tenga que cuestionar su imagen de machito, le digo, a mí no me venga con estos cuentos chinos. Si la Madre Teresa hubiera nacido en Costa Rica, tendría relaciones con alguno de los sacerdotes que le gustan tanto a Katia”, le respondo. “Así que o se lo pone o se lo pone”, termino la discusión.

La prevención, al mismo tiempo, debe introducirse en las otras gavetas sexuales de los traileros. El que las telenovelas, películas, canciones, poemas y otros del discurso romántico, no trabajen el tema de la prevención, ni siquiera muestren los condones, es una realidad que debe modificarse. Luis resultó más romántico de lo que pensé. Me aceptó, con vergüenza, que le gustan las telenovelas y que las sigue cuando puede. En vista de que en ellas el amor está lleno de obstáculos, no es de extrañar su atracción. Sin embargo, el trailero nunca oye que la gente planifique la relación sexual y que hable del condón. Las escenas de amor son todas impulsivas y “espontáneas”.

Algunas noches Luis se emborracha y se pone excesivamente romántico. En esas ocasiones me dice que me ama y que no puede vivir sin mí. Seguidamente, me muestra su perfecta tumefacción. Cuando le digo que nos pongamos el condón, siente que he profanado el acto más puro sobre la tierra: “Usted sí que agüeva, no puede dejar de pensar en la mierda de la salud y de la enfermedad. ¿Por qué mejor no coge con un médico?” He estado listo a llamar a Canal 11 en dónde proyectan su telenovela brasileña preferida, Xica, para pedirles un favor: “Sé que no había sida en los tiempos de la Colonia, ¿pero por qué no me hacen el favor de hacer que el galán del comendador se ponga uno de vez en cuando? Después de todo, tampoco habían cámaras de televisión y ustedes las usan para mostrarnos su magnífico rabo”.

Más importante sería que la religión haga lo suyo y cese el boicoteo a la planificación familiar y la prevención. Luis jamás usará el condón con Katia a pesar de que es más promiscuo que Salomé. La mujer no puede considerar usarlo porque ésto implicaría aceptar la doble vida de Luis. Una vez aprehendida la realidad, habría que discutir sobre el tema, asunto que el trailero sabe no convenirle.

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Si la infidelidad de Luis se pone en el tapete, Katia buscará trabajo al día siguiente. De ahí que “en boca tapada no entran moscas”, me dice el trailero. “Pero las moscas no le entrarán a Katia porque usted se las come todas en el camino”, le cuestiono. Más me irrita que Luis me hable de Dios, de religión y de todas las barrabasadas que ha oído en la iglesia. En una gaveta de su personalidad, el trailero es una monja enclosetada. “Luis,

¿cómo es que usted se cree toda esa basura que le dicen los sacerdotes sobre el sexo?, le grito a veces. “¿No le da vergüenza a usted, que es más puta que las gallinas, venirme a decir que cometemos pecado?” Sin embargo, Luis considera que soy un ateo incorregible y que no le temo ni al demonio. “No entiendo por qué se complica si uno se arrepiente antes de morirse y todo se perdona”., me dice creyéndose muy inteligente. “A usted seguro se la va a venir el trailer encima un día y no tendrá tiempo de arrepentirse ni decir ni pío”., le digo con irritación.

Lo más que he podido lograr es hacer que lea versiones religiosas más progresistas. Un día lo puse a leer un libro sobre las iglesias homosexuales en los Estados Unidos y su posición ante el condón. Sin embargo, no lo convencí del todo. “La escritora de ese libro es una loca, vea la foto y qué ridícula se ve, ¿quién va a confiar en un hombre con esa pinta de devoradora de vergas?”, me respondió.

Otro factor a tomar en cuenta es el papel importante que juegan las minorías sexuales en la vida de los traileros. Las prostitutas son vistas las profesionales en materia de sexualidad y serían el vehículo más apropiado para hacer la prevención. Luis tiene muchas amigas en el camino y suele hablar con ellas después de probablemente acostarse con todas.

Alda es quizás la prostituta que él más quiere. Varias veces le he preguntado si Luis usa el condón con ella. La mujer me jura que sí. “Él me dice que es por el bien de los dos y nunca me ha pedido no usarlo”, me dice. Sin embargo, a veces dudo que sea verdad. El trailero tiene una lista muy larga de mujeres, unas más amigas que otras. Quizás con algunas no lo hace. Sin embargo, entre más conscientes estén ellas de la necesidad de la protección, menos oportunidades habría para Luis y los otros traileros. “Déjese de varas con eso de que el sida no se pega con gente de confianza”, le he dicho más de una vez.

“Si así fuera, nadie estaría pegado”, le digo. “O todos estaríamos”, me contesta.

En lugar de contratar a profesionales de la salud sería más efectivo involucrar en la campaña a las trabajadoras del sexo y a los homosexuales. Una forma sería incluirlos en programas de mercadeo del condón y darles una comisión por su venta. Hemos visto la venta de artículos es una profesión de ambos y el condón se convertiría en una actividad comercial. El plan podría promover, a la vez, el uso del condón femenino.

Ana María está de acuerdo con mi plan: “Si las putas viéramos que ganaríamos más dinero vendiendo condones que arriesgando no usarlo para cobrar más, practicaríamos todas el sexo seguro”. Sin embargo, las campañas de prevención han caído en manos de las clases medias latinas, como siempre, y ellas han tenido que contentarse con que les regalen condones personas que ganan diez veces más que ellas. “A una trabajadora social le pagan por regalarme a mí un condón que yo no uso para cobrarle más a un cliente. ¿No 147

sería mejor que sea yo la que gane la comisión?”, me pregunta Ana María, con incuestionable lógica.

Una manera en que el trailero podría aceptar más el condón es ayudándolo a usarlo en distintas gavetas sexuales. Luis y yo hemos aprendido, por ejemplo, a erotizarlo. Ésto significa que cuando nos lo ponemos, el uno y el otro nos decimos todo tipo de comentarios picantes para no romper el encanto de la erección. Al trailero le encanta que le diga que he comprado condones extra large, del primer mundo, para que sienta que él no tiene qué envidiarle a otros hombres. Cuando lo saco, le pongo un centímetro para que ambos veamos hasta dónde se extiende. En otras ocasiones, él me pone espejos en todos los sectores para mirar cómo lo coloco. A veces, le gusta tomar una fotografía y me pide que le cuente, con el condón puesto, la relación más erótica que hemos tenido. Éstos y otros juegos nos han ayudado a romper con el paso de una gaveta sexual a otra, del deseo a la prevención, del placer a la salud. Ésto varía totalmente de la forma tradicional de hacer la campaña en que se mira como un acto de amor, de preocupación por la pareja, actitudes que los traileros asocian con lo femenino.

Intervenciones que reduzcan el daño pueden ser muy útiles. Una alternativa interesante sería nombrar un hombre designado en todos los predios para cuando los traileros se emborrachan. De esta manera, en la misma forma que lo hacen los conductores, uno de ellos se responsabilizaría de que se use el condón. La persona designada puede o no participar en el sexo grupal, pero su obligación principal sería evitar el sexo inseguro. Mi amigo designado es José, un cantinero en la frontera que considero que es el lugar en dónde Luis más se detiene y más bebe. Me he hecho su amigo y le pido que si Luis está solo y borracho que se cerciore que tenga condones y que los use. Como sé que él le ayuda a buscar mujeres y que muchas veces las comparten, es la persona más indicada. Si las compañías dieran premios o reconocimientos a personas como José, más reducirían las enfermedades de transmisión sexual y el sida.

Finalmente, una de las intervenciones que podrían ser más efectivas es la descompartimentalización por medio del estudio de los discursos. En vez de centrar las campañas de prevención en ventas burdas de la idea del condón (lo cual es nuevamente una forma de no analizar nada, sino de recetar) debe ayudarse a desarrollar la capacidad crítica. Luis me ha dicho que lo que más impacto ha tenido en su vida es darse cuenta de las contradicciones en que vive. “Esa preguntadera tuya en que me hacés ver cómo es que soy una cosa en la casa y en la comunidad y otra en la calle, es lo que más me ha gustado de vos”, me ha confesado.

Cuando se inicia el proceso de estimular a los traileros para que piensen por ellos mismos, se empiezan a unir compartimentos. El uso de la mente crítica tendrá repercusiones en áreas álgidas de la prevención como lo es el machismo. Cuando ellos aprenden que existen distintas formas de establecer las relaciones de género y que son construcciones sujetas al cambio, los discursos pierden su poder de exigir una lealtad absoluta. Se inicia un proceso de mirar lo que antes no se había contemplado: que las cosas no necesariamente tienen que ser de la manera que nos han dicho y que la creatividad podría mejorar nuestras vidas. Así se pierde el miedo de que el mundo se 148

destruirá por una innovación sexual o que lloverá fuego del cielo por ligar con el mismo género.

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