Manfredo-Drama en Tres Actos by Lord Byron - HTML preview

PLEASE NOTE: This is an HTML preview only and some elements such as links or page numbers may be incorrect.
Download the book in PDF, ePub, Kindle for a complete version.

MANFREDO

solo

.

Las estrellas se ponen en ordenen el firmamento; la luna se manifiestasobre la cumbre de las montanascoronadas de nieve: iadmirableespectaculo! conozco que amotodavia a la naturaleza, porque elaspecto de la noche me es mas familiarque el de los hombres, y esen sus tinieblas silenciosas y solitarias,bajo la boveda estrellada de loscielos, en donde he aprendido elidioma de otro universo.

Me acuerdo que cuando viajabaen tiempo de mi juventud, me encontreen una noche semejante enel recinto del Coliseo en medio detodo lo que nos queda de mas grandede la ciudad de Romulo. Un visosombrio oscurecia el ramage de losarboles que crecen sobre los arcosarruinados, y las estrellas brillabanal traves de las grietas que presentabanaquellas ruinas. A lo lejos losladridos de los perros resonaban enla otra margen del Tiber; mas cercade mi, el grito lugubre de los buhossalia del palacio de Cesar, y el vientome traia los sonidos moribundos delcanto nocturno de las centinelas. Porla parte de la brecha, que el tiempoha abierto al circo, parecia que loscipreses adornaban el horizonte ysolo estaban a la distancia de untiro; en estos mismos lugares, quefueron la morada de los Cesares, yque en el dia estan habitados porlos pajaros nocturnos que hacen oirsus cantos aciagos, se elevan sobrelas murallas demolidas los arbolescuyas raices se entrelazan bajo eldomicilio imperial, y la hiedra rastrerase apodera del terreno destinadoa criar el laurel; pero el circosangriento de los gladiadores, ruinanoble e imponente, esta todavia depie, mientras que los palacios demarmol de Cesar y de Augusto nopresentan sobre la tierra sino escombrosignorados. Tu alumbrabas contus rayos a la antigua reina del mundo,astro pacifico de las noches, tudejabas caer una luz palida y melancolicaque suavizaba el aspecto austeroy doloroso de sus antiguos escombros,y llenaba en algun modoel vacio de los siglos. Todo lo quesubsiste todavia de hermoso y degrande recibia de ti un nuevo esplendor,y lo que ya no existe pareciaque habia vuelto a tomar su antiguabrillantez; en estos lugarestodo inspiro mi entusiasmo, y micorazon conmovido adoro silenciosamentea los grandes hombres deotros tiempos. Crei ver a todos losheroes que ya han pasado y a todoslos soberanos coronados que todaviagobiernan nuestras almas desde elfondo de sus sepulcros….

Era una noche semejante a esta.iEs una cosa particular que me larecuerde en este momento! pero heesperimentado muchas veces quenuestros pensamientos se nos escapany se pierden lejos de nosotros,en el momento en que quisieramosconcentrarlos en una meditacionsolitaria.

[Entra el Abad de San Mauricio.]

EL ABAD.

Debo pediros perdon de esta segundavisita; pero dignaos no mirarcomo una ofensa la indiscreta importunidadde mi celo. iRecibo congusto contra mi lo que tiene de culpable,y que lo que tenga de buenopueda ilustrar vuestro espiritu! iqueno pueda yo decir vuestro corazon!Si consiguiese ablandarlo por mediode mis exhortaciones y de mis oraciones,pondria en el buen caminoa un corazon noble que se encuentraescarriado, pero que todavia no estaperdido.

MANFREDO.

Tu no me conoces. Mis dias estanya contados, y mis accionesestan escritas en el libro del cielo.Retirate, tu permanencia aqui teseria perjudicial; retirate.

EL ABAD.

?Es una amenaza la que me anunciais?

MANFREDO.

No, te advierto sencillamente quehay peligro para ti, y yo quisierapreservarte de el.

EL ABAD.

?Que quereis decir?

MANFREDO.

Mira, ?no ves nada?

EL ABAD.

Nada.

MANFREDO.

Mira bien, te digo y sin temblar.

?Que ves ahora?

EL ABAD.

Veo lo que es muy capaz de hacermetemblar, pero no temo nada,veo un espectro sombrio y terribleque sale de la tierra como una divinidadinfernal. Su frente esta cubiertacon un velo negro, y su cuerpoparece que se halla rodeado denubes aciagas; pero yo no le temo.

MANFREDO.

Tu no tienes que temer, es cierto;pero su aspecto puede paralizar tusmiembros cargados de anos. Lo repito,retirate.

EL ABAD.

Y yo repito que no me retiraresin que haya hecho desaparecer esteespectro… ?Que hace aqui?

MANFREDO.

Lo ignoro: no le he llamado, elha venido por su voluntad.

EL ABAD.

iAyi hombre perdido! ?queteneis que tratar con semejanteshuespedes? tiemblo por vos, ?porqueos mira fijamente y vos a el?iAh! vedle que descubre su rostro,las cicatrices del rayo vengador estangrabadas sobre su frente, y ensus ojos brilla la inmortalidad delinfierno. iLejos de aqui!…

MANFREDO [

al Espiritu

].

?Cual es tu mision?

EL ESPIRITU.

Ven.