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Entendiendo a los demás
Introducción
No existe una área más llena de mitos e ideas infundadas que la de la sexualidad humana. No sabemos, la mayoría de las veces, en que consisten las diferencias de sexo, género, roles sexuales y orientación sexual. Tenemos tan confundidos estos términos, que a veces creemos que las personas nacen femeninas o masculinas y que la cultura y la socialización no intervienen en su gestación.
Menos sabemos de las orientaciones sexuales y estamos llenos de prejuicios acerca de aquellos que no calzan en la heterosexualidad que, en Costa Rica, es la única norma socialmente aceptada.
Estas ideas nos llevan a crear situaciones de discriminación hacia las mujeres y las minorías sexuales. Estos prejuicios nos restan credibilidad y efectividad cuando tratamos con personas que no encajan en los estereotipos que tenemos acerca de lo que son los hombres y las mujeres.
En la cultura de la cárcel, la sexualidad tiene y adquiere características muy particulares, y no es un secreto que es más amplia de lo que a veces queremos reconocer. Esta amplitud requiere que nosotros mismos, los que trabajamos con los reclusos, ampliemos nuestras mentalidades para trabajar efectivamente la prevención.
Parte de lo que es prevención efectiva, consiste, entonces es estar muy al tanto de las corrientes científicas más importantes en el campo de la psicología y la sexualidad con el fin de no cometer errores en el trato, con reclusos homosexuales, bisexuales y no tradicionales en su vida sexual. Si no lo hacemos, vamos a continuar tratando como criminales o aberrados a minoríass sexuales en los centros penitenciarios, y ésto lo único que nos brindará es su desconfianza, su indiferencia al mensaje que queremos darle y su total rechazo de nuestras sugerencias de prevención.
Ejercicios en esta sesión
No solo es importante que entendamos científicamente los términos, sino cómo hemos interiorizado los prejuicios y cómo las ideas erróneas nos impiden ser efectivos comunicadores.
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El taller está también orientado a ejercicios que pongan a los técnicos y agentes de seguridad en los zapatos de las minorías, que entiendan cómo se sienten la discriminación y cómo pueden ellos mismos cambiar actitudes y políticas para ganarse la confianza de los reclusos y convencerlos de la necesidad del sexo más seguro.