Salud holística
Introducción
Las actitudes homofóbicas tienen un impacto en la salud homosexual; la manera en que la sociedad percibe el homosexualismo afecta por varias avenidas la prevención y el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual.
Una de ellas es por medio de las presiones externas que incluyen las actitudes de la comunidad y el gobierno hacia la homosexualidad y el apoyo de la medicina preventiva con respecto a sus minorías sexuales. Si la homosexualidad es conceptualizada como una enfermedad, una degeneración mental o un acto criminal, es probable que los recursos para prevenir el Sida sean escasos o inexistentes. En el caso de Costa Rica, el gobierno y el Ministerio de Salud no han destinado aún fondos para realizar una campaña de prevención entre los gays, a pesar de que constituyen el 70% de los casos de enfermos de Sida.
Las creencias políticas afectan también el contenido del mensaje, así como su percepción. Un mensaje que enfatice el papel del homosexual como causante de la enfermedad hace que aquél que no se define como tal, tenga una percepción de riesgo menor ante el contagio con el virus del Sida.
Para los homosexuales, el mensaje pierde credibilidad. Tversky y Kahneman (1973) opinan que los factores emocionales afectan la percepción del riesgo y pueden así distorcionar la información. Los mensajes con contenidos emocionales de rechazo y de disgusto hacen que el receptor desconfíe de ellos o tienda a ignorarlos. No es de extrañar entonces que, ante la posición homofóbica de la gran mayoría de los funionarios de la salud, el homosexual desconfíe de sus recomendaciones.
Las actitudes del personal de salud tiene un impacto directo en el grado de honestidad del paciente. Pauly y Goldstein (1970) reportaron que en Estados Unidos el 75% de una muestra de 1000 funcionarios de salud admitió sentirse incómodo con sus pacientes homosexuales. Sandholzer (1980), reporta que un tercio de los médicos se siente molesto con los pacientes homosexuales y el 84% siente que los pacientes homosexuales rehúsan buscar ayuda debida a la desaprobación de los médicos.
1
Dardick y Grady (1980), indican que el 49% de los homosexuales no le confía su orientación sexual a sus médicos. Lo mismo sucede en Costa Rica en donde se comprobó que el 60 % de los gays que van a bares no le confiesan su orientación sexual a los médicos. Los hombres gays, por su parte, han reaccionado ante esta homofobia practicando más una medicina curativa que preventiva. Es más una medicina prescriptiva que preventiva. En otras palabras, se espera la enfermedad para buscar el remedio químico y se pone toda la confianza, y el poder, en el médico y la droga.
En el caso de las enfermedades vénereas, los gays han confiado en la penicilina como panacea. En vez de protegerse en contra de éstas, se acude a las clínicas solo cuando ya se está infectado para tratarlas. Aunque esto puede funcionar, hasta cierto grado, con otras ETS, en el caso de distinta: no hay cura, ni vacuna y la única protección es la prevención.
Uno de los problemas con la medicina tradicional es que es muy autoritaria y jerarquizada en Costa Rica: el médico asume la responsabilidad y el poder de curar. El paciente se mira como un ente pasivo, quien busca ser salvado de la enfermedad. No se toma en cuenta el estado emocional del paciente, su estilo de vida, su estrés, sus razones para enfermarse y sus deseos de curarse o no. Se asume que la medicina podrá por sí sola curar todo aquello que ella decide que se puede curar y lo que no puede, como el cáncer o el Sida, no tendrá cura. Este enfoque incrementa la dependencia del paciente con el médico, su sentimiento de inferioridad, de irresponsabilidad con respecto a su estado, y lo peor, su incapacidad de participar en su recuperación.
Una minoria oprimida, perseguida y discriminada, que no cuenta con el poder legítimo para demandar los servicios de salud que merece, no encuentra muchas posibilidades de apoyo en el sistema actual de medicina en nuestro país.
El temor, por ejemplo, de revelar al médico su orientación sexual es un obstáculo para desarrollar una actitud más combativa ante la enfermedad.
Esta situación ha llevado a muchos a distanciarse de la medicina, de los médicos, de los centros de salud y de todo aquello que implique prevención. Además, ha reforzado la apatía y el sentimiento de desesperado.
El modelo Simonton cambia el énfasis de una medicina "curativa" (interventora, medicinal, quirúrjica) a una "holística"
en la que se toma en cuenta la mente y el cuerpo. Esto se devuelve a la persona la responsabilidad y el poder de cuidar su salud.
Esta perspectiva estimula así la medicina preventiva.
Los Simonton hacen que el paciente recupere lo que más teme ante la enfermedad: el control. Si la persona ha tenido parte en su enfermedad, también lo tendrá en su recuperación. El dolor, el temor, el estado físico general, responderá ante la actitud mental de la persona y aunque ellos no claman que todos ser recuperarán, aportan evidencia de que sí se pueden hacer cambios efectivos.
1
Los gays tiene mucho que ganar en la prevención. Si pueden realizar cambios en sus hábitos de comida, ejercicio, relajación y descanso, se les hará más fácil hacerlos en su vida sexual en la prevención del Sida. Si logran asumir más control en las áreas de la salud, también lo sentirán en los de la sexualidad.