Un soneto me manda hacer Violante
y en mi vida me he visto en tal aprieto,
dijo famoso y notable poeta en no menos famoso y notable soneto. En más grave y verdadero aprieto me veo yo, que no soy famosoni notable, ni tengo la más remota esperanza de serlo aunque mil años viva y muchas cuartillas emborrone, al encontrarme enel caso de ser prologuista de un libro de indudable mérito, porque el Fénix de los ingenios españoles, aunque otra cosa dijeraal escribir el soneto que le mandara hacer Violante, había enriquecido con otros muchos la poesía castellana, y éste seráde verdad el primer prólogo del que se reconoce sin facultades para tal empresa.
Con aparente razón me argüirás, respetado y querido lector, que cómo y por qué, si me considero sin fuerzas para darle cima,tengo la osadía de pretender ejecutaría; y yo te replicaré humildemente que, considerando que es la más antipática forma dela soberbia y la presunción la intempestiva modestia, virtud que tan pocos tienen y con tantísima frecuencia se falsifica,si hubiera sido un íntimo amigo el que me hubiera solicitado para tal empeño, con la confianza que dá la amistad hubiera rehusadoel complacerle, exponiéndole franca y sinceramente mi incompetencia y los perjuicios que á su obra le irrogaría el ir precedidade un prólogo de persona de tan poca autoridad como soy yo; pero se trataba de un escritor meritísimo, según he podido comprobarpor la lectura de su obra, que era para mí completamente desconocido, y cuya jerarquía en la milicia, aunque honrosísima,es modesta, y una negativa mía tal vez la hubiese considerado como desdén más bien á la persona que al libro, incurriendoyo, sin pretenderlo, en desconsideración y descortesía. Me precio de pobre de espíritu y no quiero gravar mi alma con talpecado. Preferí á excusarme con el autor, darte la excusa de lo que pudieras creer osadía, á tí, que por la superioridad quete dá el ser juez inapelable y temido de cuantos escribimos, no resultarás mortificado en tu amor propio; que por ser solicitadocon afán, no cabe la posibilidad de que te consideres desdeñado; y que más bien pecas de excesiva benevolencia que de rigorexcesivo, puesto que toleras y sustentas, aunque no con esplendidez, á tanto escritor de pacotilla; y hé aquí por qué me encuentrastodo medrósico y acongojado ante las dificultades del desempeño del empeño en que me veo metido, sin garantías que puedanvalerme en tu juicio.Página 5
Y ya que del gran Lope de Vega me amparé para dar con buen pié comienzo á mi penosa jornada de hoy, los procedimientos queempleó en su ingeniosísimo soneto he de emplearlos yo en la presente ocasión, con la diferencia de que como el éxito no consisteprincipalmente en los procedimientos que para obtenerle se ponen en práctica, y sí en la habilidad del que hace uso de ellos,si al eximio poeta le resultó una joya literaria, á mí, prosista pedestre, me saldrá lo que quisiere Dios, á quien con cristianay católica fe me encomiendo de todas veras.
He observado que en los prólogos se suele dar principio explicando de un modo más ó menos indirecto el por qué de ellos, y birla birlando, sin darme cuenta de ello, es lo que he hecho en los párrafos anteriores. Preséntase después el autor á los lectores, y aunquepor incidencia y de un modo incompleto también, he verificado la presentación, y para completarla diré que su colaboración,buscada con empeño y empleada con utilidad en centros oficiales y por conspícuos personajes políticos que en las cuestionesreferentes á nuestras provincias y colonias ultramarinas han entendido y entienden la fácil y frecuente acogida que á artículossuyos sobre estos asuntos y otros concede un importantísimo diario madrileño, y su último libro titulado Colonización de Filipinas, de que está agotada la edición, pruebas evidentes y experimentales son de la competencia del autor de este libro en lasmaterias que en él estudia y expone. No busquéis en sus páginas retóricos aliños cuyo objetivo sean rebuscados primores deestilo; Nieto se ciñe á exponer con claridad y concisión, y á razonar con solidez y lógica, y en estos tiempos en que el buengusto huye como del demonio de las fatigosas ampulosidades de una retórica mal empleada y de impertinentes metáforas é inútilestropos, y se regocija con la sobriedad del lenguaje, que no está reñida, ni mucho menos, y más bien al contrario, con la elegancia,estas condiciones del autor constituyen un verdadero mérito. Y hé aquí por dónde al completar la presentación de rigor, mehe deslizado á dar mi opinión sobre la forma literaria del libro.
Compete inmediatamente á todo prologuista entrar á fondo en el fondo del libro, y en ésto sí que encuentro dificultad supina,porque las Islas Filipinas y la de Mindanao solamente las conozco de oídas y leídas, ó sea de referencia, y por lo tanto nome es dado compulsar con exquisita exactitud los datos que referentes á ésta contiene el libro de Nieto, pero sí apreciarel método con que los expone y lo completos que son, y considerar como una garantía de su exactitud la circunstancia de queel terreno dominado realmente por los españoles, y todo el que ha sido teatro de las últimas campañas sostenidas contra losmoros malayos, lo ha recorrido paso á paso el autor, desempeñando en una de ellas el cargo de aposentador. Desde luego resultapatente una condición esencialísima para que sea buena una obra: la de la oportunidad; Página 6toda obra humana es buena ó mala, según que sea oportuna ó no. Y lo es, á no dudar, una en que se trata de Mindanao en losmomentos en que es una cuestión del día, en que se ha iniciado una campaña para hacer efectiva nuestra dominación en esa islay en que están aplazadas las operaciones militares hasta la llegada del buen tiempo.
Cuando de nuestra antigua riqueza colonial tan sólo nos quedan las Islas Filipinas, pues Cuba y Puerto Rico no son ya colonias,sino provincias que por ley histórica, que nunca dejó de cumplirse, han de ir ganando en autonomía gradualmente, hasta quedarcon respecto á su antigua metrópoli en las mismas condiciones que el Canadá respecto á Inglaterra, y de oponerse á que asísea con tenaz resistencia, nos exponemos á perderlas; cuando estas provincias, por exigencias de buenos españoles que prestaroninnegables y salvadores servicios á la integridad nacional, pero que ahora hacen valer con exceso estos servicios, puede decirseque son fincas, cuyos gastos de sostenimiento sufraga España para que un partido determinado las disfrute, toda la atenciónde los que se interesen en el porvenir de nuestra Patria en Ultramar, y como nación colonial, debe estar fija en el Archipiélagodescubierto por Legazpi, venero inagotable de riquezas de que nosotros nos beneficiamos en la más mínima parte, por estarel comercio allí en manos de chinos y alemanes, aspirantes probables, aunque remotos, á la posesión de tan fértiles territorios.He oído asegurar, y no puedo afirmar la certidumbre del aserto, que ésto se debe á la política allí sustentada de que parael prestigio del castíla sobre el indio, aquél no se ocupe nunca en trabajos manuales, por lo que allí no se tolera más españoles que á los empleadosy militares. Dícese que esta intolerancia se sostiene por respetos á corporaciones religiosas, á cuyo gran patriotismo sedebe lo arraigada que está en los indígenas la fidelidad á España, pues son ellas las que consideran perjudicial el establecimientode colonias agrícolas españolas y de comercios é industrias montados por españoles, para esa veneración que el malayo filipinosiente hacia el europeo nacido en la Península. Creo y he creído siempre que el verdadero prestigio en todos los países estáen el que posee las riquezas obtenidas de su suelo por el trabajo que enaltece, en cuanto es el más eficaz elemento de progreso,y por eso me atrevo á calificar de absurdos y erróneos y de preocupaciones inadmisibles, procedimientos políticos basadosen semejante concepto del prestigio de una raza dominadora sobre la dominada. Justo es, además, que de esa riquísima colonia,en cambio de la civilización y del progreso que nos debe, saquemos utilidades que contribuyan á remediar nuestra penuria económica;y para que éstas vayan en aumento, ningún medio mejor que fomentar su natural riqueza por procedimientos de colonización libresde preocupaciones inconcebibles y anticuadas.Página 7
Más en mengua resultaba nuestro prestigio al consentir por tanto tiempo que en una isla, como la de Mindanao, cuya riquezaforestal bastará para compensar con creces cuantos gastos se hagan con objeto de poner fin al mal que estamos enunciando,nuestra dominación fuera más bien nominal que efectiva, y los pocos indígenas acogidos á nuestra protección la tuvieran enpoco, por el temor grandísimo que les imponía esa raza fanática, salvaje y sanguinaria de moros malayos, verdadera dominadorade Mindanao hasta no hace mucho.
Por eso mereciera mi aplauso las campañas realizadas en Mindanao por el hoy Teniente General Seriñá y por el General Weyler,y la emprendida actualmente por iniciativa del General Blanco.
Cuando la mayoría de la prensa censuraba y achacaba á móvilesmezquinos la llevada con tan feliz éxito y positivos resultados por el general Weyler, yo, que era entonces periodista a fortiori y aun director in partibus infidelium de un periódico militar, extremé la defensa de aquellas operaciones, porque estaban ya arraigadas en mí las conviccionesque hoy sustento.
Estas manifestaciones mías, que concuerdan perfectamente con cuanto Nieto sostiene con valentía en sus obras, hacen más fácily grata mi tarea de prologuista, permitiéndome exponer con entera franqueza lo que pienso en estos complejos problemas queá Mindanao se refieren.
Y creo haber cumplido con estas consideraciones por cuenta propia todos los términos de un prólogo al uso, del mismo modoque el poeta concluía su soneto diciendo: Contad si son catorce, y está hecho.
FRANCISCO MARTÍN ARRÚE.
Madrid 20 de Octubre de 1894.
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